viernes, 31 de mayo de 2019

El Suicidio Moralista

Normalmente hablamos del suicidio, en singular, como si nos refiriéramos a un fenómeno claramente delimitado. Pero tal vez sería más correcto hablar de “los suicidios”, en plural, para referirnos a una variedad de fenómenos cada uno con sus causas y mecanismos diferenciados. Aunque Durkheim en su obra de 1897 ya distinguía cuatro tipos de suicidios (altruista, egoísta anómico y fatalista), la concepción predominante hoy en día del suicido es la individualista y médica. Al oír hablar del suicidio pensamos en una persona que sufre -bien por un dolor físico pero, sobre todo, por un dolor psicológico (un trastorno mental, sobre todo una depresión)- y que busca un escape, una salida, a ese sufrimiento. En esta entrada voy a hablar de un tipo de suicidio que reúne unas características muy concretas y que podemos llamar suicidio moralista.

Frente a ese suicidio personal que comentaba (relacionado fundamentalmente con la depresión), están descritos en la literatura desde hace mucho tiempo otros tipos de suicidio que tienen que ver con otras emociones diferentes a la depresión. En estos otros tipos de suicidios, la conducta del sujeto tiene una “función social”, es decir, por medio de ella el individuo busca actuar o tener un efecto en su medio social y, habitualmente, su conducta es una respuesta a una ofensa moral, bien cometida por otros o bien cometida por él mismo. Usando la teoría de Donald Black, de la que hemos hablado en entradas anteriores, ambos tipos de suicidios (el cometido por el ofendido moralmente y el cometido por el ofensor moral) serían un tipo de control social (recordad que control social, según Black, es cualquier proceso por el que la gente define y responde a la conducta desviada). En el primer caso la conducta desviada la han cometido otros y en el segundo la conducta desviada es la del propio sujeto. Vamos a ver con un poco más de detalle estos dos tipos de suicido moralista, es decir, el tipo de suicidio en el que el sujeto es la víctima de una ofensa moral y responde a un mal o daño moral producido contra él, o el caso en que el sujeto es el ofensor moral, el que produce el daño a otros.

Suicidio del ofendido

Está descrito en la literatura un tipo de suicidio al que se le han dado diferentes nombres: suicidio por venganza o suicidio Sansónico (morir matando), el suicidio agresivo o el suicidio con intención hostil, del que ya hablamos en otra entrada. En la cultura Truk/Chuuk lo llaman Amwunumwun, la conducta suicida por medio de la que se muestra que uno ha sido herido (en este cultura suele ser por algún familiar con mayor autoridad: padres, tíos). La emoción predominante en este suicidio no es la depresión sino la ira, la venganza o la rabia. Para entender mejor de lo que estamos hablando, voy a transcribir un caso real de este tipo de suicidio extraído del artículo de Zhang que cito en la bibliografía:

“La señora Y, una joven madre con un niño pequeño, vivía en el pueblo de la familia de su marido, aunque su marido tenia un trabajo en la ciudad y estaba con frecuencia ausente. Ella se encargaba del cuidado de su hijo y de sus suegros y su vida diaria era rutinaria. Se quejaba ocasionalmente de que tenia menos tiempo para pasar con sus amigos que el que tenia antes de casarse, aunque entendía que el papel de una mujer casada está en el hogar. Con el marido fuera de casa, comprendía que era su responsabilidad mostrar piedad filial hacia sus suegros. Los paisanos comentaban que la señora Y era una joven y feliz mujer, un modelo de nuera en el pueblo.

Un día, la vecina de la casa de al lado vino y la acusó de haber robado unos huevos de su gallinero. La señora Y se indignó y negó airadamente la acusación. Pero la vecina insistió afirmando que nadie más podía haber robado los huevos. La disputa rápidamente atrajo a un grupo de vecinos. Se fue haciendo cada vez más difícil para la señora Y defender su inocencia, “salir limpia de la acusación”. La pelea acabó con la señora Y corriendo hacia casa y llorando. Mientras la multitud se dispersaba, la señora Y cogió una botella de pesticida, guardada tras la puerta de la casa, y tragó una gran cantidad de líquido. Sus últimas palabras fueron: “No lo hice. Un árbol no puede sobrevivir sin su corteza y una persona no puede vivir sin reputación. Moriré para probar que no robé esos huevos”. Los vecinos cogieron una tractor para llevarla al hospital más cercano para que le hicieran un lavado gástrico pero la señora Y murió antes de llegar.”

El mecanismo causal de este suicidio lo expresa muy bien la señora Y: la pérdida del estatus social, del prestigio, de la respetabilidad o de la reputación. Somos una especie social y la integración, la pertenencia y aprobación por parte de los demás es fundamental. El rechazo y el ostracismo, por contra, son letales. Además, esta pérdida en el caso de la señora Y, y en otros muchos casos, ocurre en un corto espacio de tiempo, es una caída muy rápida. La respuesta del sujeto puede ser impulsiva y fulminante. 

Suicidio del ofensor

En este suicido el autor es el que ha ofendido o hecho algo malo. Las emociones predominantes son la culpa, la vergüenza o el miedo a las consecuencias de una mala acción. En la cultura Trek de la que hablábamos antes, se llama  Amwunumwun inverso y el sujeto reconoce que ha hecho algo malo que rompe la familia, o que supone una vergüenza no para él sino para toda la familia. Por ejemplo, un joven había gritado la noche anterior e insultado a la gente mientras estaba borracho. A la mañana siguiente dio instrucciones a su madre de que pidiera perdón a todo el mundo y se ahorcó.

Este tipo de suicidio acaba de ser descrito recientemente en la literatura occidental por Kristen Syme y Edward Hagen como el Modelo de la Disculpa Costosa (Costly Apology Model). Según este modelo, la conducta suicida sería una “señal” (término que se usa en biología) una forma costosa de pedir perdón. Han estudiado su existencia en diversas culturas y encuentran apoyo para este tipo de suicidio tras haber cometido algún tipo de transgresión. En los hombres la conducta suicida se asocia a la comisión de un homicidio y en las mujeres a transgresiones sexuales. 

Vistos los dos tipos de este suicido moralista (o de suicidio como control social que diría Black) que no está bien reflejado y/o tratado en la literatura sobre el suicidio en general, ¿tiene importancia este tipo de suicidio? Pues creo que en estos tiempos de “calentamiento moral global” que estamos viviendo, con el fenómeno de los linchamientos morales en las redes sociales ocurriendo de una forma ininterrumpida, estamos asistiendo a un gran número de suicidios moralistas. Por mencionar sólo algunos:

  • El suicidio de Austen Heinz. Este joven y visionario emprendedor creó la compañía Cambrian Genomics, de ingeniería genética que creó cosas como plantas con genes de luciérnaga que brillaban de noche. Por una serie de razones que no voy a detallar y podéis leer en el enlace, fue víctima de un linchamiento moral y acabó suicidándose.
  • El suicidio del músico Armando Vega, bajista del grupo de rock mexicano Botellita de Jerez. Fue acusado de abusos sexuales a través de una cuenta de Twitter y se suicidó dejando una nota explicando las razones.
  • el suicido de una empleada de IVECO hace unos días tras difundirse un vídeo de contenido sexual por redes sociales.

Hay muchos ejemplos de casos similares. Desde la distancia y sin un conocimiento detallado de los casos no podemos hablar con seguridad de los factores que han influido de forma causal en cada caso y el suicidio no se puede atribuir a una sola razón. Pero no podemos subestimar la enorme trascendencia que el golpe a la reputación y dignidad de una persona tiene como factor de riesgo para la conducta suicida.

Resumiendo, hemos visto un tipo de suicidio al que hemos llamado moralista cuya raíz no es la depresión o una enfermedad mental sino un conflicto interpersonal en el que alguien recibe o causa un daño moral. Están implicadas emociones irresistibles que no son la depresión sino la ira, la venganza, el deseo de castigar o la vergüenza. En estos casos, bien por ser víctima o por ser el ofensor, la reputación y estatus de la persona se ve destruido, en muchos casos de un plumazo, produciéndose la aniquilación y la muerte social de la persona. La muerte física sigue desgraciadamente a la social en muchos casos.

@pitiklinov

Referencias

Zhang y cols. (2010) Mental disorders and suicide among young rural chinese: a case-control psychological autopsy study. Am J Psychiatry 167(7): 773-781






1 comentario:

Tormento Malsano dijo...

Jared Diamond, en su libro Colapso, habla de un tipo de suicidio que cometen los habitantes de Tikopia, al que llama suicidio virtual; consiste en emprender aventuras tan riesgosas que se casi imposible sobrevivir a ellas. Lo da como uno de los métodos de control de la sobrepoblación, que es algo muy importante en la cultura de esa pequeña isla.