Tú eres la media de las cinco personas con las que pasas más tiempo
-Jim Rohn
Richard Nisbett en su libro Mindware nos recuerda continuamente que hay más cosas ocurriendo en nuestra cabeza que aquellas de las que somos conscientes. En particular, solemos subestimar (o no ver en absoluto) las influencias que las situaciones tienen en nuestras creencias y conductas. Una consecuencia directa de esta ceguera al contexto es que exageramos la influencia de los factores o “disposiciones” personales -como preferencias, rasgos de personalidad, capacidades, planes,motivos…- en la conducta de una persona en una situación determinada.
La tendencia a quitar peso a la situación y adjudicárselo a factores internos se da cuando analizamos nuestra propia conducta pero el problema es mucho más grande cuando intentamos averiguar las causas de la conducta de otra persona. Yo tengo que atender a los aspectos del contexto y de la situación si quiero formarme un juicio o realizar una conducta, pero la situación que vive otra persona es mucho más difícil para mí de ver. Por ello, es muy probable que subestime la importancia de la situación en la conducta de otra persona y sobreestime los factores internos.
Este fallo en reconocer la importancia del contexto y sobreestimar los factores internos es probablemente el error deductivo más grave, según Nisbett, que cometemos. El psicólogo social Lee Ross lo llamó Error fundamental de atribución. Pero vamos a ver que hay diferencias culturales a la hora de cometerlo.
A modo de ejemplo, Nisbett nos pone el caso de Bill Gates, el hombre más rico de mundo, que a los 19 años dejó Harvard para poner en marcha Microsoft y convertirla en la compañía más importante del mundo. Es tentador explicar su éxito en base a que probablemente es una de las personas más inteligentes que ha existido. Bien, Gates es indudablemente muy inteligente, pero poca gente sabe que tuvo también mucha suerte en relación al tema de los ordenadores. Cuando se aburría en la escuela pública de Seattle sus padres le metieron en un colegio privado que tenía un terminal conectado a un superordenador (para la época) por lo que Gates se convirtió en una de las pocas personas que tenía acceso a lo que entonces era un ordenador superpotente. Y su suerte continuó en los seis años siguientes en los que se le permitió tiempo libre de programación a cambio de probar software para una compañía local y también iba al centro de ordenadores de la universidad de Washington a las tres de la mañana, hora en que se dejaba usar las máquinas al público. Está claro que tenía motivación y se lo curro pero, probablemente, no había en ese momento en el mundo otro adolescente que tuviera el acceso a ordenadores que Bill Gates tuvo.
Más allá de casos concretos, lo importante es que detrás de personas exitosa existen circunstancias afortunadas de las que no tenemos ni idea, y no consideramos, atribuyendo todo el mérito del éxito a la persona. Mucho padres pueden preguntarse qué fue mal con Pedro, que se graduó de la Universidad en 2009 y está en paro cuando le ha ido tan bien a Carlos que se graduó en 2004. Evidentemente no tienen en cuanto la situación de paro y recesión económica en la que nos encontramos.
Algunas influencias ambientales pueden estar ocultas y ser difíciles de ver pero es que otras influencias las tenemos delante de las narices y ni así las vemos. Hay un clásico estudio de los años 60 en los que se pide a unos estudiantes que hagan una redacción favorable a Cuba y a otros se les pide que la hagan en contra. Tanto unos como otros escriben la redacción por orden de los profesores y no podemos saber nada de las actitudes personales de cada alumno hacia Cuba. Sin embargo, cuando se pide a otros participantes en el estudio que valoren si los estudiantes son favorables a Cuba estos observadores coinciden en que los que escriben el ensayo positivo son ellos mismos más favorables que los que escriben el ensayo negativo.
Tenemos también los estudios de John Darley y Bibb Latané acerca de la influencia de la presencia de espectadores para que alguien ayude a un persona: cuanta más gente hay presente menos probable es que el sujeto ayude a la persona necesitada. También están los del “buen samaritano” en los que dos tercios de los seminaristas que no tienen prisa ayudan a un herido mientras que de los que tienen prisa sólo se paran a ayudar un 10%. Cuando preguntas a la gente si creen que andar con prisa influyó en que los seminaristas ayudaran o no al herido la mayoría de las personas no cree que la situación (ir tarde) tuviera un efecto y atribuyen el no ser capaces de ayudar al herido a un mal carácter, a ser malas personas. En otros estudios se aprecia que los estudiantes que comparten habitación con un compañero que bebe sacan peores notas que los que conviven con compañeros que no beben.
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Figura 1 |
Nisbett cuenta también algunos ejemplos personales. Dice que un día vio por la ventana a su hijo de 15 años fumando con un amigo y cuando llegó a casa le dijo que se se sentía decepcionado de haberle visto fumar. Dice que su hijo se le enfrentó desafiante y le dijo que sí, que había fumado pero que no se debía a la influencia de sus amigos. Por supuesto que sí. También habla de cómo él se compró un coche modelo Saab y se apuntó con su mujer a un club de tenis precisamente en la época en que sus amigos se compraban coches Saab y también practicaban tenis. Y dejó el tenis también cuando la mayoría de ellos lo estaban dejando. Pero claro, siempre se puede uno engañar y decir que el Saab lo compró por un informe favorable que vio en una revista y que su mujer y él querían hacer tenis y había un club cerca y decidieron apuntarse. Siempre hay explicaciones que no incluyen la influencia social. La verdad es que nos influyen mucho los amigos y conocidos y más cuando somos jóvenes. Uno de los desafíos más grandes que tienen los padres es poder controlar que los amigos de sus hijos tengan una buen influencia en ellos.
Sin embargo, en este problema del error de atribución existen diferencias culturales y ese es un tema que Nisbett y algunos de sus discípulos, como Takahiko Masuda, han estudiado. En Occidente somos más individualistas y con un fuerte sentido de la autonomía personal mientras que en Oriente son más colectivistas y atentos al entorno social. En su libro The Geography of Thought, Nisbett propone que estas diferencias sociales fueron económicas en origen. Los griegos basaban su estilo de vida en ocupaciones individualistas como el comercio, la pesca, la ganadería o en una agricultura a pequeña escala. Los chinos basaban su economía en un tipo de agricultura, el cultivo del arroz, que requiere más cooperación.
Estas diferencias en atención se han demostrado en algunos experimentos. Masuda pidió a estudiantes japoneses y norteamericanos que valoraran la expresión del niño central de la figura 1. Los estudiantes japoneses valoraban como menos feliz al personaje principal cuando los que estaban en segundo plano estaban tristes que si estaban también alegres. Los estudiantes americanos se veían mucho menos afectados por los personajes secundarios.
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Figura2 |
La atención al contexto incluye el entorno físico. En otro experimento, a los sujetos se les ponía un video del que la figura 2 es un fotograma. Los norteamericanos dirían algo del tipo: “ veo tres grandes peces nadando hacia la izquierda; tienen aletas rosas, vientres blancos y rayas verticales en la espalda”…Por contra, los estudiantes japoneses dirían algo como: “Veo lo que parece una corriente, el agua es verde, hay rocas y conchas en el fondo y tres grandes peces que nadan hacia la izquierda”. Es decir, sólo después de que han establecido el contexto hacen zoom los japoneses hacia los peces. Además veían un 60% más de objetos en el fondo que los norteamericanos. Y esto mismo ocurre en el plano psicológico. En otro estudio realizado por psicólogos coreanos, encontraban que si se le decía a alguien que una persona concreta se había comportado de la misma manera que otras en una determinada situación, los coreanos deducían que algún componente de la situación era el factor primario que motivaba la conducta de la persona. Los norteamericanos explicaban la conducta en base a disposiciones personales sin tener en cuenta que todos los demás se habían comportado igual en esa situación. Los orientales también cometen el error fundamental de atribución, pero en general tienen una visión más holística del mundo; ven los objetos en su contexto, tienen inclinación a atribuir al conducta a la situación y están más atentos a las relaciones entre las personas y entre los objetos.
Conclusiones:
- Presta más atención al contexto. Esto aumentará las probabilidades de que identifiques correctamente factores que están influyendo tu conducta y la de los demás. En particular presta atención a las influencias sociales.
- Date cuenta de que los factores situaciones afectan más tu conducta y la de los demás de lo que parece y que los factores internos influyen menos de lo que parece. No asumas que la conducta de una persona en dos o tres situaciones parecidas es predictiva de su conducta futura. La conducta pasada predice muy bien la conducta futura pero cuando la hemos observado por mucho tiempo y en situaciones diferentes y no cuando la hemos observado en pocas situaciones y todas muy parecidas.
- Otras personas piensan que su conducta responde a factores situacionales más de lo que tú te crees y es muy probable que esas personas tengan razón porque conocen su situación mejor que tú.
- La gente puede cambiar. Los orientales dicen que el cambio es lo único constante: si cambias el entorno puedes cambiar a la persona.
@pitiklinov
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