lunes, 31 de octubre de 2016

La Big Pharma y el policía que mira

Imagina que una tarde vas caminando por la calle y al doblar una esquina te asalta un ladrón. Te arrima una navaja al cuerpo y te dice en un tono ronco que le des la cartera. Da la casualidad de que un poco más allá, en la otra acera, se encuentra un policía que ve la escena y lo sabes seguro porque tu mirada se cruza con la suya. Pero el policía no interviene, gira la cabeza y se pone a multar a un coche mal aparcado mientras el ladrón se marcha con tu cartera. Seguramente te sentirías humillado y lleno de ira pero, si piensas como yo, es probable que tu cabreo estuviera más dirigido al policía que al ladrón. El ladrón a fin de cuentas está haciendo su trabajo pero es el policía el que no ha hecho el suyo.

La comparación igual no es muy fidedigna pero creo que esta es la situación que vivimos en el área de la investigación y desarrollo de medicamentos. Hay un malo muy bien identificado equivalente al ladrón de la historia: la Big Pharma, la industria farmacéutica, con un historial delictivo extenso, todo el mundo lo tiene claro y hay pocas dudas de ello. De lo que menos gente se da cuenta, y pasa desapercibido para una mayoría, es de que también aquí hay un policía mirando: los estados, gobiernos o administraciones. Las conductas mafiosas de la Big Pharma se habrían acabado hace tiempo si los estados hubieran decidido actuar de una manera concertada.

Recomiendo este video,Investigación Médica, Houston, tenemos un problema, para darnos cuenta del grave problema que tenemos con el sistema actual de investigación y desarrollo de fármacos, un sistema que prima los intereses económicos por encima de la salud de los ciudadanos. La forma en la que investigamos y vendemos medicamentos es irracional e inmoral. A partir de una investigación básica, que es pública principalmente, la industria toma algunas moléculas las desarrolla y luego tenemos que volver a pagar unos precios desorbitados por los medicamentos finales. Pero esos medicamentos son tan caros que no están accesibles para los enfermos que los necesitan, no sólo en países en desarrollo sino en los países ricos también.

No se investiga para enfermedades raras o para enfermedades que afectan a países pobres. No se investigan nuevos antibióticos porque no son rentables y los estados no ponen en marcha mecanismos alternativos para que sea rentable investigar en nuevos antibióticos. Todas las personas que hablan en este video coinciden en que los gobiernos han abdicado de su responsabilidad de dirigir el sistema  y han puesto el crecimiento económico por encima de la salud.

En el video se proponen también soluciones que son factibles y realistas como crear nuevos incentivos para la I+D, la creación de un Tratado Internacional de Innovación y Desarrollo, premiso a la innovación, pactos entre el sector público y el privado como la Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas que ha producido ya 6 medicamentos (2 para  la malaria, 2 para la leishmaniasis, uno para la enfermedad de Chagas y otro para la enfermedad del sueño) y tiene otros en cartera. Todos hablan de la necesidad de compartir el conocimiento y de cooperar y coordinar esfuerzos.

La situación ha llegado ya a un punto en que es insostenible y hay que oponer al poder de la Big Pharma el contrapoder de los gobiernos actuando coordinadamente. La sociedad civil debe presionar a los gobiernos para que asuman su responsabilidad y aseguren que se desarrollan los fármacos que la sociedad necesita. Hay que politizar este tema que no parece que esté en las agendas de los partidos políticos ni de las instituciones públicas. Es hora de exigir al policía que mira que haga su trabajo.


@pitiklinov

sábado, 22 de octubre de 2016

Antidepresivos y suicidio

El grupo de Peter Gøtzsche acaba de publicar un artículo titulado Precursors to suicidality and violence on antidepressants: systematic review of trials in adults healthy volunteers. El artículo está disponible en abierto en el enlace y ha sido comentado por la organización No gracias en esta entrada: Información para consumidores: no tome antidepresivos si puede evitarlo. La conclusión del artículo es que los antidepresivos doblan la ocurrencia en adultos sanos de sucesos que pueden llevar a suicidio y a violencia. Vamos a ver un poco el estudio.

Se trata de un metaanálisis o revisión de estudios en los que se administra antidepresivos a sujetos sanos. Los autores realizan una búsqueda bibliográfica que les arroja 5787 referencias de las que hay 569 duplicadas que deja 5218 estudios. Se van descartando y seleccionando estudios y al final se quedan con 11 estudios publicados a los que añaden 29 recibidos de agencias del medicamento no publicados  de los cuales meten en el metaanálisis final 13 estudios (que son los que informan de los daños que los autores buscan). Es decir de 5218 estudios nos quedamos al final con 13 (???). No sé hasta que punto esto puede ser una muestra representativa de algo. Los autores nos informan de que en esos estudios prácticamente no se dice nada de la metodología ni del proceso de selección, ni características de los sujetos sanos voluntarios, etc. (esto no es imputable an Gøtzsche y cols., simplemente no está en los estudios). Es decir, que no sabemos nada prácticamente sobre los sujetos reclutados en los estudios.

¿Y qué es lo que encuentran? Lo primero que hay que decir es que no encuentran suicidios, ni intentos de suicidios ni siquiera ideación autolítica en los sujetos sanos que toman antidepresivos que meten en el metaanálisis. Es importante señalar esto. Lo que encuentran en algunos pacientes es nerviosismo, ansiedad, inquietud, pesadillas severas, temblor, sueños anormales, agitación y temblor, depresión y “pensamiento anormal”, cosas que aparecen también, aunque en menor medida, en pacientes que toman placebo. Según los autores estos síntomas inespecíficos son precursores de suicidio y violencia. Este salto en el vacío en el que se basa todo el artículo parece inspirarse en esta advertencia de seguridad de la FDA sobre el riesgo de suicidio de los antidepresivos donde se dice:

“los siguientes síntomas, ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio, irritabilidad, hostilidad, agresividad, impulsividad, acatisia (inquietud psicomotora), hipomanía y manía, han sido informados en pacientes adultos y pediátricos tratados con antidepresivos por trastorno depresivo mayor o por otras indicaciones, psiquiátricas y no psiquiátricas. Aunque el vínculo causal entre la emergencia de estos síntomas y el empeoramiento de la depresión y/o la emergencia de impulsos suicidas no se ha establecido, existe la preocupación de que estos síntomas puedan representar precursores de la emergencia de suicidalidad.”

Así que Gøtzsche y cols. dan el salto y dan por demostrado que esos síntomas inespecíficos son precursores de suicidio. Hay muchas razones por las que esto no es cierto en la clínica. Primero, la mayoría de los pacientes psiquiátricos tratados o sin tratar presentan síntomas de este tipo. Suponer que todos ellos están en riesgo de suicidio o violencia es irreal. Segundo, que pacientes que han llegado a ideas de suicidio o intentos de suicidio hayan pasado por síntomas inespecíficos de nerviosismo no quiere decir que todo el que tiene síntomas inespecíficos de nerviosismo llegue a ideación autolítica o violencia.La mayoría de las veces la acatisia conduce a que el paciente deje la mediación por iniciativa propia o a que consulte con su médico de cabecera, el servicio de urgencias o su psiquiatra y que esto lleve a un cambio, reducción o retirada de la mediación. Tercero, pesadillas, ansiedad o nerviosismo no es lo mismo que acatisia, por supuesto.  La acatisia es un tipo de nerviosismo o inquietud en la que que el sujeto no puede permanecer sentado  por una gran inquietud interna pero toda inquietud o nerviosismo no es acatisia y asumir que el nerviosismo reflejado en estos estudios es acatisia es una deducción a posteriori sin fundamento. En los estudios no se refleja acatisia en ningún caso. Por ejemplo, en el estudio de Knorr el placebo produjo más inquietud y temblor (10 casos frente a 7) que el antidepresivo. Me cuesta pensar que esta inquietud y temblor producida por un placebo era del tipo que puede llevar a suicidio o violencia. En el estudio CSR 050-001 hablan de un caso de ligero nerviosismo y otro de ligero temblor en el grupo que tomó antidepresivos y de un caso de ligera euforia y otro de ligero temblor en el grupo placebo. Pensar que un ligero nerviosismo va a llevar a suicidio o violencia es una manipulación interesada.

Resumiendo, un artículo de una calidad ínfima y saltos lógicos inasumibles del que es imposible sacar cualquier tipo de conclusión. Pero vamos a admitir las conclusiones de los autores a modo de experimento mental. Supongamos que lo que dice Gøtzsche es verdad y los antidepresivos doblan la incidencia de sucesos relacionados con violencia y suicidio y que esto realmente lleva al doble de suicidios y homicidios. Bien, dado el tremendo aumento del uso de antidepresivos en las últimas décadas, el número de suicidios debería haberse disparado a las nubes. Según el CDC el uso de antidepresivos ha aumentado un 400% desde 1988. En España el consumo de antidepresivos se ha triplicado en una década y cifras parecidas se dan en otros países. ¿Ha ocurrido un aumento paralelo en el número de suicidios? Para nada. Según este estudio sobre el uso de antidepresivos y suicidio en Europa, las tasas de suicidio han descendido más en los países europeos en lo que ha habido un mayor aumento en el uso de antidepresivos. En la gráfica tenéis el consumo de antidepresivos de varios países europeos y su tasa de suicidios y se puede ver que desde luego no hay una correlación positiva entre ambos (la raya de puntos es el uso de antidepresivos y la continua la de suicidios). Islandia es el país que más antidepresivos consume del mundo y podemos ver que no hay correlación positiva entre ese consumo y la tasa de suicidios. Si no hay correlación creo que huelga hablar de causalidad. Precisamente, una de las referencias que cita Gøtzsche, la 12, concluye que los estudios epidemiológicos muestran una asociación de bajas tasa de suicidios con un mayor uso de antidepresivos

Así que es verdad que los antidepresivos en algunos casos pueden inducir ideación autolítica por mecanismos no conocidos en su totalidad pudiendo ser uno de ellos la generación de acatisia, pero eso no es un efecto habitual. Es evidente que los antidepresivos tienen efectos secundarios pero eso ocurre con todos los medicamentos y toda la medicina trata precisamente de una valoración entre riesgos y beneficios. Las benzodiacepinas también producen a veces lo que se llama un efecto paradójico y en vez de tranquilizar producen ansiedad, nerviosismo, irritabilidad o incluso alucinaciones. Pero no es para nada su efecto normal. ¿Y qué hay al otro lado de la balanza? Pues al otro lado de la balanza está la depresión, una enfermedad grave que puede llevar al suicidio, a la ruptura de matrimonios, a la incapacidad para atender a los hijos o a la pérdida del trabajo y de toda calidad de vida. Al otro lado de la balanza está un trastorno asociado al estigma de pensar que se trata sólo de debilidad psicológica o moral y que se arregla poniendo de tu parte y con fuerza de voluntad. Creo que este artículo continúa esa errónea tradición que no beneficia a los pacientes ni a la sociedad.


Referencias:








lunes, 10 de octubre de 2016

La Evolución de la Tecnología

El mito que Matt Ridley intenta combatir en su libro The Evolution of Everything es que el mundo es un lugar organizado y planeado donde las cosas ocurren de arriba abajo, es decir, producidas por los que mandan o los que están arriba (visión top-down). Lo que Ridley defiende es que las cosas ocurren de abajo arriba (bottom-up) y que no están para nada pensadas ni planificadas previamente. 

Confundimos causa con consecuencia. Si una batalla es ganada tiene que haber un general que la ha ganado; si un niño aprende es que un profesor le ha enseñado; si se ha inventado algo es que un inventor lo ha inventado. Siempre describiremos el mundo como si la gente y las instituciones lo estuvieran controlando y supieran lo que se hacen. Pero, tomando como modelo la evolución biológica en la que sabemos que se produce diseño sin un diseñador, Ridley revisa la evolución de todo (la moral, las lenguas, la economía, la religión, la educación, etc.) y nos muestra cómo efectivamente las cosas ocurren de abajo arriba, sin un plan preconcebido, y no de arriba abajo.

En esta entrada voy a hablar de la evolución de la tecnología porque en el capítulo dedicado a ella nos aporta datos y reflexiones francamente interesantes y muy contrarios a la que suele ser la opinión generalizada. Nos enseñan que la tecnología fue inventada por grandes genios como Edison, Whittle, Oppenheimer o Shockley. Pero la realidad es que se conocen por lo menos 23 personas que merecen el reconocimiento de haber inventado algún tipo de lámpara incandescente. Elisha Gray y Alexander Graham Bell pidieron la patente del teléfono el mismo día. Conocemos  seis inventores diferentes del termómetro, tres de la aguja hipodérmica, cuatro de las vacunas, cinco del telégrafo eléctrico, cuatro de la fotografía, tres de los logaritmos, cinco del barco a vapor, seis del ferrocarril eléctrico, dos del cálculo (Newton y Leibniz), dos de la selección natural (Darwin y Wallace)…El gen supresor de tumores p53 fue descubierto de forma independiente por cuatro laboratorios en Londres, Paris, Nueva Jersey y Nueva York en 1979…

Lo que Ridley defiende es que la invención es un fenómeno evolucionista, es algo colectivo y no individual, casi todos los descubrimientos  e invenciones se les han ocurrido a la vez a diferentes personas. Kevin Kelly en su libro What Technology Wants (2010) recoge muchos ejemplos de la publicación simultánea de libros con el mismo argumento o de películas con la misma trama. Se puede hablar de un concepto que se usa en biología que es la evolución convergente, que es la aparición simultánea en diferentes lugares de la solución al mismo problema. A nivel cultural tenemos más ejemplos: los aborígenes australianos y los antiguos egipcios descubrieron de forma independiente el boomerang; la “invención” en diferentes lugares y épocas de la agricultura; los cazadores recolectores del Amazonas y de Borneo descubrieron la cerbatana y los dardos venenosos para cazar pájaros y monos. Y lo que es más interesante, tanto en el Amazonas como en Borneo descubrieron la contraintuitiva idea de que para tener más puntería es mejor sujetar la cerbatana con las dos manos delante de la cara y girarla en pequeños círculos en lugar de mantenerla perfectamente quieta.

La tecnología, al igual que la evolución biológica procede expandiéndose al posible adyacente, potente idea del físico Stuart Kauffman. No se pueden dar saltos hacia el futuro. Eso pasó con la genética de Mendel. En la década de 1860 Mendel había demostrado y publicado que las partículas de la herencia (lo que luego se llamaría genes) eran unidades individualizadas pero la idea se adelantaba a su tiempo y ahí se quedó hasta que en 1900 tres autores independientes la reinventaron. Esto parece indicar que la genética no estaba lista para echar a andar en 1860 pero sí en 1900. Es como si no pudieras hacer que las cosas ocurran hasta que están en el posible adyacente y cuando ya están en él es a su vez imposible impedir que ocurran. Si no es una persona, otra lo hará. Si Watson y Crick no descubren el ADN no nos habríamos quedado sin él, otro grupo lo habría descubierto y además en el plazo de muy pocos meses.

Si las cosas son como dice Ridley, y los argumentos son persuasivos, lo que podemos deducir es que las patentes y los premios Nobel son cosas injustas. Cuando se otorga el premio Nobel a una idea o a un descubrimiento la realidad suele ser que para llegar a él se ha producido una cadena causal con muchos eslabones. Elegir de entre todos ellos uno solo y darle el premio Nobel es algo totalmente arbitrario. De ahí que haya problemas con muchos de los premios Nobel empezando por el mismo de Watson y Crick que hemos mencionado.

La tecnología se crea a sí misma, la tecnología encuentra a sus inventores y no al revés. Como dice el filósofo Emile Chartier:

“Todo bote es copiado a partir de otro bote…Razonemos como sigue al estilo de Darwin. Es claro que un barco mal hecho acabará en el fondo del mar  tras uno o dos viajes y no será copiado… Uno podría por tanto decir, con completo rigor, que es el mar el que diseña los botes, escogiendo aquellos que funcionan y destruyendo los otros”.

@pitiklinov

Referencia:



La Evolución y lo Posible Adyacente

Stuart Kauffman
Stuart Kauffman es un biólogo teórico que estudia los orígenes de la vida y de la organización molecular, pero vamos a hablar aquí de una idea suya, la idea de lo posible adyacente, que ha sido especialmente aprovechada por Steven Johnson en su libro Where good ideas come from. Probablemente no os va a parecer nada espectacular ni revolucionario, y efectivamente no lo es. Se trata casi más bien de sentido común, de algo conocido a nivel general, y que ya ha sido expresado de diferentes maneras. Pero, a veces, formular un concepto de otra manera nos puede ayudar a pensar mejor sobre las cosas o a entenderlas mejor. Vamos a definir el concepto y luego vamos a intentar aplicarlo a una serie de áreas y situaciones diferentes.

Kauffman plantea que las biosferas (en general, cualquier sistema vivo) se siguen expandiendo hacia lo posible adyacente y que al hacer eso aumentan la diversidad de lo que puede ocurrir luego. También, que las biosferas maximizan la tasa de exploración de lo posible adyacente porque si se expandieran demasiado rápido podrían destruir su propia organización interna y extinguirse. Por lo tanto se expanden tan rápido como pueden soportarlo. En palabras de Steven Johnson, lo posible adyacente es una especie de futuro en la sombra que ronda en los límites del estado actual de cosas, un mapa de todos los caminos en los que el presente puede reinventarse a sí mismo. Lo posible adyacente captura tanto los límites como el potencial creativo de cambio e innovación. Una característica extraña e interesante de lo posible adyacente es que  sus límites crecen a medida que lo exploramos (característica que tiene mucho que ver con la forma en que avanza la ciencia y crece la ignorancia como veíamos en el post sobre la Ignorancia y la Ciencia). Cada nueva combinación abre la posibilidad de nuevas combinaciones. Podríamos pensar en lo posible adyacente como si fuera una casa que se expande con cada puerta que se abre. Empiezas en una habitación con cuatro puertas que dan a habitaciones que no has visitado todavía. Una vez que abres una de esas puertas y entras en una de las otras habitaciones, se vuelven a abrir nuevas puertas que llevan a  nuevas habitaciones. Sigues abriendo puertas y al final construyes un palacio.

En el caso de la química prebiótica lo posible adyacente sería todas las reacciones moleculares que eran posibles en la sopa primordial. Por ejemplo, el formaldehído formaría parte de ese posible adyacente, porque se puede formar a partir de las moléculas básicas de la vida, pero un mosquito o un girasol, no. Los ácidos grasos se combinan también en membranas que forman un interior y un exterior, y lo hacen de forma espontánea. Pero una vez formadas esas burbujas con un interior y un exterior aparece un nuevo posible adyacente y podemos acumular cosas en ese interior (comida, organelas, código genético…)

Steven Johnson pone el ejemplo de lo ocurrido con la misión Apolo 13 para ilustrar lo posible adyacente. En un determinado momento, por los fallos técnicos en la nave, los astronautas necesitan improvisar un filtro de dióxido de carbono para no asfixiarse. En la Tierra, el jefe del equipo de la NASA junta a todos los ingenieros y les dice: “tenemos que hacer un filtro que encaje en ese agujero, utilizando nada más que esto”. Las piezas que estaban sobre la mesa (un bidón, una manguera, una bolsa de basura, etc.) eran lo posible adyacente para el problema de los astronautas de construir un filtro (de manera similar a como el metano, el amoniaco, etc., eran los ladrillos disponibles en la sopa primordial).
Steven Johnson

Pero no sólo podemos aplicar la idea a la evolución biológica, también a la cultural: A lo largo de la historia vemos cómo unos inventos dan lugar a la posibilidad de crear nuevos inventos, de que un desarrollo cultural o científico abre la puerta a nuevas ideas o teorías científicas. La invención de las carabelas hizo que América se convirtiera en un posible adyacente para Europa. La imprenta y todo lo que vino después habría sido imposible sin los tipos móviles. Youtube en 2005 fue una brillante idea pero si se hubiera lanzado en 1995 cuando no se disponía de un ancho de banda suficiente en Internet, o de cámaras baratas de vídeo, pues habría siso un fracaso. Lo posible adyacente nos ayuda así a entender por qué fracasan algunas ideas o productos cuando son lanzados antes de tiempo. Se suele decir que hay que lanzar un producto seis meses antes de que el mercado esté maduro para él. Si lo lanzas dos años antes fracasará y si lo lanzas 6 meses después ya lo habrá comercializado otro. Con el concepto de lo posible adyacente entendemos por qué ocurre esto: por querer ir más lejos de lo posible adyacente actual, por querer abrir habitaciones lejanas sin haber abierto primero las más próximas (por querer crear girasoles cuando sólo estamos preparados para formaldehído).

Otra cuestión muy interesante científica y cultural que nos permite entender lo posible adyacente es el hecho demostrado de que muchos descubrimientos científicos y técnicos se realizan a la vez (de forma simultánea, o casi simultánea) por diferentes investigadores en diferentes lugares (sin ir más lejos, la idea de la selección natural fue descubierta casi a la vez por Dawin y Wallace). La lista de casos es enorme: las manchas solares se descubrieron por cuatro científicos diferentes en cuanto países distintos, las baterías eléctricas de forma separada con un año de diferencia, etc., etc.). Este fenómeno de lo “múltiple”, hasta ahora, se explicaba con expresiones como que esas ideas “estaban en el aire”, y expresiones similares. Con la idea de Kauffman podemos  explicarlo de una manera muy simple: la innovación en cuestión se había convertido en parte de lo posible adyacente. Alguien, tarde o temprano, daría con ella, estaba en la habitación.

Johnson plantea que las ideas normalmente surgen de otras ideas, del intercambio, del choque, dice que las ideas son bricolaje y que no están aisladas, que son redes de ideas. Por eso no es partidario de poner muros o barreras entre unas ideas y otras, sino de que las ideas colisionen para que surjan nuevas ideas. En el mundo de la empresa y de la creatividad ha habido un interés por aplicar este concepto de lo posible adyacente. Las buenas ideas ocurren en redes y la suerte favorece a la mente conectada, como dice Johnson. Según él son muy raros los momentos eureka!, las ideas personales y aisladas, que surgen de la nada. Si te expones a ideas, incluso de rivales, a discusiones, vas a aumentar las posibilidades de que salte la chispa.

Volviendo al tema de la evolución, vemos que generalmente procede por medio de cambios graduales, cada uno de los cuales depende de los sucesos previos. Cada cambio abre una puerta a un nuevo posible adyacente, según el ejemplo del palacio de Johnson. El género Homo no habría evolucionado si el australopiteco no se hace menos arborícola y se pone de pie. La bipedestación nos coloca en una habitación donde ya tenemos las manos libres y las podemos usar para otras cosas, y eso a su vez…Como dice Kauffman, la evolución avanza expandiéndose por lo posible adyacente. Un problema que podemos ver también desde una perspectiva diferente aplicando este concepto de lo posible adyacente sería el problema de la emergencia

En definitiva, una idea a la que tal vez te guste darle una vuelta y aplicarla a campos diferentes. Pero recordad: cuanto más nos relacionemos con lo que tenemos al lado más lejos vamos a llegar, más puertas se nos van a ir abriendo.

@pitiklinov

Referencia


Steven Johnson tiene cuenta en Twitter con más de 1.400.00 seguidores: @stevenbjohnson




sábado, 1 de octubre de 2016

La Hipótesis de la negociación de la Depresión

A la hora de entender la depresión desde el punto de vista evolucionista hay dos posturas entre los autores. Unos creen que la depresión clínica es un estado patológico que no tiene un valor adaptativo. Aceptan que el bajo ánimo y la tristeza sí pueden ser adaptativos pero opinan que la depresión es un mal funcionamiento de esos mecanismos adaptativos diseñados por la evolución, que se mostrarían crónicamente hiperactivos, estarían mal regulados o se dispararían cuando no deben. Es decir, la tristeza sí sería adaptación pero la depresión sería tristeza mal regulada o patológica.

Una hipótesis dentro de las no adaptativas es que la depresión es una forma de ahorrar energía. Otra hipótesis bastante coherente de la tristeza o depresión leve es la llamada del “dolor psicológico”. Igual que el dolor físico nos avisa de que estamos sufriendo una herida física y nos motiva a dejar de hacer las actividades que están causando ese dolor y a evitar dichas actividades en el futuro, el dolor psicológico nos informa de que nuestra estrategia social actual no está dando resultado, nos está imponiendo un coste a nuestras posibilidades reproductivas (fitness) y nos motiva a cesar esas actividades y a evitarlas en el futuro. Ante un fracaso social tiene sentido pararse y pensar, hacer una pausa y evaluar lo que estamos haciendo.

Pero una cosa es hacer una pausa y otra es el grave deterioro del funcionamiento que supone una depresión grave: no comer, no dormir, riesgo de suicidio…por lo que algunos autores no están de acuerdo con estas hipótesis previas. Uno de ellos es Edward Hagen y en esta entrada vamos a ver su hipótesis de la negociación o de la huelga.

En una especie social como la nuestra los conflictos interpersonales son inevitables. Para solucionarlos una estrategia es usar la agresividad, estrategia que está identificada con la emoción de la ira. Pero si nuestro enemigo es el grupo o individuos más poderosos físicamente (y en esta situación se verían especialmente las mujeres) la vía de la agresividad no es muy prometedora. Otra posibilidad es la persuasión pero cuando la gente tiene intereses muy definidos no es fácil convencerles y que cedan por las buenas. La solución que Hagen propone es que podemos imponer costes a los demás retirando los beneficios o el trabajo que hacemos para los demás hasta que ellos cedan y hagan los cambios que deseamos. Sería un mecanismo similar al de la huelga laboral pero en el plano afectivo; en definitiva, una negociación.

Hagen propone que los graves y costosos síntomas de la depresión tienen una función que es retirar beneficios a otros miembros del grupo y así les señalamos de una forma creíble que nosotros estamos sufriendo unos costes  y les presionamos así para que nos asistan o hagan los cambios que necesitamos. Según esta visión, la depresión es una manipulación social (inconsciente) que se dispara cuando el individuo percibe que está sufriendo unos costes que solo pueden ser aliviados  por acciones de los otros miembros del grupo. Igual que los trabajadores en huelga imponen unos costes y pérdidas a los jefes al no trabajar, el individuo depresivo reduce su productividad para imponer unos costes a otros miembros del grupo esperando que eso sea beneficioso a la larga para él cuando sea ayudado.

Los síntomas de la depresión están diseñados para no poder funcionar y hacer las actividades de la vida normal: perdida de interés, pérdida de peso, inhibición motora, fatiga y falta de energía, abandono del cuidado y la higiene personal e incluso ideación suicida. Todo esto impediría al sujeto realizar sus actividades de búsqueda de alimentos o - en nuestra sociedad actual- trabajar con normalidad. Es decir, la depresión estaría diseñada para producir un impacto negativo en la productividad de la persona. 

Un caso al que aparentemente se aplica muy bien la hipótesis de la negociación es la depresión postparto (DPP). Numerosos estudios señalan una relación entre DPP y falta de apoyo social en general (y del padre en particular) y enfermedad del niño. La DPP sería una adaptación para informar a las madres de que están sufriendo un coste reproductor excesivo y les motivaría a reducir o eliminar la inversión en el hijo bajo esas circunstancias. Aunque suene cruel, el planteamiento evolucionista (basado en la teoría de la inversión parental de Trivers) es que los padres no invierten sus recursos automáticamente en los hijos sino que lo harán si los beneficios superan los costes. Por ejemplo, si una madre cazadora-recolectora se encuentra con que no hay alimentos por una sequía enorme o por falta de pareja o por enfermedad del hijo puede llegar a la conclusión de que no es viable ese hijo, que no es productivo invertir esfuerzo en él y que es mejor reservarse para un futuro hijo. Por tanto, por medio de la DPP la madre está dando a entender al padre y a la familia en general  que el hijo peligra (lo que es un coste genético para ellos) de manera que tienen que ayudarla y cambiar las circunstancias.

En definitiva, ante una adversidad grave el sujeto se vería indefenso. La depresión serviría para señalar por medio de un dolor psicológico a la persona que no controla la situación, que no puede seguir así y que necesita ayuda externa. La falta total de productividad señalaría a su pareja o familia que no es una broma, que la cosa va en serio y que tienen que ayudarla. Todos podemos decir que no podemos más y pedir ayuda pero los demás también se están esforzando y pueden pensar que queremos beneficiarnos de su esfuerzo por lo que sólo con palabras no nos harían caso. La gravedad de un cuadro depresivo haría que nos tomaran en serio y que nos ayudaran a salir de la situación.

Esta hipótesis tiene aplicaciones prácticas porque puede servir a los profesionales que atienden a la persona deprimida para orientarles a examinar su ambiente social, laboral  y familiar y a ayudarla en esa negociación con su entorno. En definitiva, ayudar a la persona a navegar su mundo social.

@pitiklinov


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