domingo, 15 de septiembre de 2019

Instintos Coalicionales

En esta entrada voy a comentar brevemente un texto muy corto pero, a mi juicio, muy profundo, del pionero de la psicología evolucionista John Tooby. La web edge.org tiene la costumbre de hacer una pregunta anual a una serie de científicos y personalidades. En 2017 la pregunta era: “¿qué concepto o término científico debería ser más ampliamente conocido?”. Según John Tooby, el concepto científico que debería ser más conocido es el de que los humanos tenemos unos “instintos coalicionales” y la gran influencia que estos instintos grupales tienen en nuestras creencias. Vamos a ver brevemente su planteamiento.

“Instintos coalicionales” son unos programas psicológicos que tenemos para navegar el mundo de las coaliciones: formar, mantener, pertenecer, reconocer, abandonar, defender, subordinarnos, resistirnos, oponernos, atacar, etc., a coaliciones. Las coaliciones son conjuntos de individuos  que son vistos por ellos mismos o por los demás como miembros que comparten una identidad común abstracta. ¿Por qué vemos el mundo de esta manera? Muchas especies desde luego no lo ven así. Por ejemplo, entre los elefantes marinos el macho alfa es el que más se reproduce y excluye de la reproducción al resto de los machos aunque si se unieran el macho beta y el macho gamma serían más fuertes que el macho alfa. El problema es que para hacer eso hay que tener unas capacidades cognitivas y hay que coordinar esas capacidades cognitivas. Pero los humanos sí llegaron en un momento dado a darse cuenta de que actuar en grupo, formar coaliciones, tiene ventajas, en algún momento se dieron cuenta de que dos pueden vencer a uno, que tres vencen a dos y así sucesivamente. 

En este nuevo mundo, el poder cambió de los alfas solitarios a grupos coordinados eficazmente, dando lugar a un nuevo paisaje de amenazas y oportunidades. Y nosotros somos descendientes de la gente que se manejó mejor en este nuevo mundo de las coaliciones, los que estaban equipados con los mejores instintos coalicionales. 

La función principal de las coaliciones, por tanto, es amplificar el poder de sus miembros en conflicto con otros no-miembros. En tiempos ancestrales si no pertenecías a una coalición, a un grupo, estabas perdido, desnudo, a merced de otros individuos que hubieran formado un grupo. Por ello, el instinto de pertenecer a un grupo y de ser admitido es una urgencia y una necesidad humana. 

Y esta necesidad humana de pertenecer a una coalición explica muchas cosas y entre ellas que las creencias de los grupos puedan llegar a ser tan extrañas y desconectadas de la realidad: porque son señales de pertenencia y formas de dejar en mal lugar y sentirnos moralmente superiores a los demás. Para ser admitido en el grupo tienes que enviar señales de que apoyas a ese grupo frente a otros. Creencias que se basan en la realidad y en cuestiones prácticas no sirven como señal diferencial porque cualquiera puede tenerlas, pertenezca o no a nuestro grupo. Creencias sobrenaturales o extrañas, como que Dios es tres personas y una, sí sirven porque ya no las tiene cualquiera. Por ejemplo, si todo el mundo se pone de acuerdo en algo, como que la esclavitud está mal, eso deja de ser un tema moral importante porque no puedes ya dejar mal a los rivales o ponerte en un lugar moralmente superior con respecto a ellos. Hay que buscar unas nuevas creencias que nos diferencien.

Todo esto genera un problema enorme para la ciencia y los científicos, ya que los científicos son personas como todas las demás y también están equipados con los mismos instintos coalicionales y los instintos coalicionales hacen a los colectivos más estúpidos que a los individuos. Ocurre una curiosa paradoja que es la siguiente. Un partido político unido por creencias sobrenaturales podría cambiar sus creencias acerca de temas económicos o científicos, pongamos el cambio climático, sin ningún problema porque lo que les define y les une es -pongamos por caso- su creencia en la Santísima Trinidad. Ahora bien, la gente cuya pertenencia a una coalición se basa en su adherencia a unas proposiciones científicas “racionales” tienen un problema cuando (como suele pasar) nuevos datos e informaciones científicas obligan a revisar esas creencias. Se encuentran con que ellos no pueden actualizar esas creencias porque eso supondría la destrucción del grupo. El que cambiara de opinión y dejara de creer en las creencias del grupo sería un miembro inmoral de la coalición y estaría en riesgo de perder sus amigos, su trabajo y su querida identidad de grupo.

Formar coaliciones alrededor de cuestiones científicas y factuales es desastroso porque enfrenta nuestro instinto de buscar la verdad con nuestro instinto prácticamente insuperable de ser un buen miembro de la coalición. Cuando un tema científico se moraliza, el proceso científico queda herido de muerte. Es muy, muy difícil que alguien ponga la verdad científica por encima de los intereses del grupo y el que los haga -los Galileos que por suerte existen y han exisitido- ya saben que serán objeto de todo tipo de ataques, persecución e intentos de aniquilación, incluso física. Y sólo tenemos que mirar alrededor para verlo.

@pitiklinov