Richard Nisbett |
En esta entrada voy a comentar un artículo clásico, del año 1977, de Richard Nisbett y Timothy Wilson: Telling more than we can know: verbal reports on mental processes. El artículo es muy largo así que voy a intentar extraer lo esencial desde mi punto de vista.
En nuestras vidas diarias contestamos continuamente preguntas como: “Por qué te gusta esa persona?” “¿cómo solucionaste ese problema?” o “¿por qué cogiste ese trabajo?”, preguntas acerca de los procesos cognitivos que subyacen a nuestras elecciones, evaluaciones, juicios y conducta. Se pregunta continuamente a la gente por qué les gusta un candidato político, un detergente, por qué se casaron o divorciaron, por qué se cambiaron de casa o por qué fueron a un psicoanalista. Y, por supuesto, la gente contesta convencida de conocer la respuesta a todas esas preguntas.
Sin embargo, en los años 70 del siglo pasado, muchos psicólogos empezaron a proponer que no tenemos acceso directo a nuestros procesos mentales de orden superior, los que están implicados en los procesos de evaluación, solución de problemas e iniciación de conductas. Lo que aparece en nuestra conciencia es el resultado de esos procesos de pensamiento pero no el proceso de pensamiento en sí mismo. Según estos autores anti-introspectivos, el análisis de situaciones y la captación del ambiente sucede principalmente a nivel inconsciente. Por supuesto, Freud ya habló del inconsciente mucho antes pero con el matiz de que él pensaba que por los sueños o la terapia sí se podía llegar al fondo del asunto. El nuevo inconsciente del que hablan estos psicólogos cognitivos es diferente, ver también este enlace.
Está claro que a nivel perceptivo y de memoria no tenemos acceso a nuestros procesos mentales y la gente tampoco pretende tenerlo. Es absurdo preguntar a la gente hasta qué punto se basó en la convergencia paralela de líneas para calcular la profundidad de un objeto o si almacena los nombres de animales en forma de árbol jerárquico. Si le preguntamos a alguien cuál era el apellido de soltera de su madre, aparece la respuesta en su conciencia y nos la dice; y si le preguntamos cómo dio con el nombre pues nos dirá que no sabe. Con los procesos mentales de orden superior (juicios, preferencias, elecciones, etc) no ocurre lo mismo. La gente responde, y además bastante rápido. Pero si no es posible acceder a estos procesos, como dicen los psicólogos anti-introspectivos, ¿de donde proceden esos informes verbales? Pero igual los psicólogos anti-introspectivos están equivocados. A fin de cuentas, también ocurre que la gente acierta muchas veces en sus respuestas. ¿Cómo podemos explicar eso?
Bien, la parte central del artículo es la revisión de un número de experimentos en el que podemos demostrar que la gente realizó elecciones por motivos diferentes de los que ellos creen y no voy a comentarlos todos. Por ejemplo, en un experimento los sujetos escogen con más frecuencia pares de medias que están a la derecha. Cuando se les pregunta si creen que la colocación de la prenda ha influido en su elección ellos dicen que no, que es la calidad de la media cuando resulta que todas eran iguales. Es muy conocido el experimento de Latané y Darley (el efecto espectador) donde la gente que pasa por allí ayuda menos a un necesitado si hay otras personas, cuantas más haya menos se ayuda. Si se les pregunta a esas personas si creen que les ha influido el número de espectadores que estaba presente responden que por supuesto que no. Aparte de los experimentos de este artículo hay miles de ellos en los que la gente se ve influido por factores del ambiente de los que no son conscientes: jueces que dan más libertades condicionales después de comer que antes, chicas que dan su teléfono con más frecuencia si el chico que se lo pide lleva una guitarra o un perro, etc. (en el libro de Kahneman pensar rápido, pensar despacio, hay muchos de ellos, como la diferente respuesta de los sujetos según cómo encuadremos la pregunta y otros)
Pero no sólo eso. La gente no es consciente muchas veces de que ha cambiado de postura o posición en una materia. En ciertos experimentos se les graba su postura ante un determinado tema (pongamos la política de autobuses del colegio) y luego reciben unas charlas y una discusión del problema y muchos de ellos cambian de posición. Cuando se les pregunta cuál era su posición anterior, unas semanas antes, sobre ese mismo tema la gente dice que pensaban lo mismo que ahora cuando está grabado que no era así.
Timothy Wilson |
¿De donde vienen estos informes verbales? ¿Por qué decimos más de lo que sabemos? Nisbett y Wilson proponen que los sujetos aplican una teorías causales generales acerca de los efectos de un tipo de estímulo en una determinada respuesta, es decir, hacen un juicio acerca de lo plausible que es que un estímulo haya causado una respuesta. Si el estímulo es muy claro y es muy plausible la relación pues entonces acertarían: estoy triste porque se me ha muerto mi madre. Si, por contra, yo creo que para ayudar a una persona influye mi capacidad de ayudar y que esa persona lo demande pues no voy a aceptar que el número de peatones espectadores presentes me haya podido influir. Esto quiere decir que los informes verbales de la gente acerca de su procesos mentales no serían más o menos seguros que los que pudieran hacer los observadores de su conducta.
Creo que hay otra explicación para estos informes verbales que Nisbett y Wilson no mencionan en su artículo. Me refiero al intérprete del hemisferio izquierdo, una hipótesis de Michael Gazzaniga que se desprende de sus estudios con pacientes con cerebro dividido y que tenéis descrita en este artículo de Javier Sampedro en el País. Resumiendo mucho, el hemisferio izquierdo (el verbal) no sabe por qué hace las cosas el derecho, pero eso no impide que siempre de una explicación de por qué las hace. En algunos experimentos diferentes, los neurocirujanos provocan estados emocionales con electrodos en el cerebro de la persona y hacen que esta se deprima o se ponga contenta. Si se le pregunta a la persona por qué está triste dirá que porque se ha divorciado su hijo y si se le pregunta por qué está alegre contestará que es que los cirujanos son muy graciosos…la realidad es que el estado anímico fue provocado por el electrodo.
Somos el animal cuenta historias, necesitamos narraciones, no podemos vivir sin ellas. Cuando atiendo en la consulta a personas que han sufrido una ruptura sentimental y han sido abandonadas por su pareja siempre observo la misma queja, la misma pregunta: “quiero saber”, necesito saber por qué lo ha hecho…Esta necesidad de saber es muy adaptativa desde el punto de vista evolucionista porque así puedo corregir mi conducta para el futuro y conseguir que mis parejas no me dejen y me quede sin pasar mis genes a la siguiente generación. Tenemos que ser más sensibles a las cosas que nos salen mal que a las que nos salen bien porque son más importantes para nuestra supervivencia (sesgo de negatividad) y normalmente no nos solemos preguntar por qué se han enamorado de nosotros y nos pasamos las noches sin dormir por ello. Pero esta pregunta tiene el problema de asumir que la otra persona sabe por qué lo ha hecho. Y esto no es para nada seguro si creemos a Nisbett y Wilson. Si la otra persona no tiene acceso a sus procesos mentales la respuesta que nos va a dar puede que nos deje más o menos tranquilos pero no tenemos ninguna garantía de que sea la verdad. Y tampoco tienen esa garantía los psicólogos que en los estudios de todo tipo preguntan a los sujetos por la causa de su conducta o de sus juicios y evaluaciones.
Pero lo seguimos haciendo, seguimos preguntando a los demás y a nosotros mismos. Preferimos, desde nuestra necesidad de control, creer que tenemos acceso a nuestros procesos mentales. Asusta pensar que no tenemos más conocimiento de la maquinaria interna de nuestra propia mente que la que tendría un observador que conociera nuestra historia y los estímulos a los que estamos expuestos en el momento en que ocurrieron nuestros procesos cognitivos. Asusta que buena parte de nuestra vida mental sea inaccesible, inconsciente.
@pitiklinov
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