sábado, 30 de marzo de 2019

La Genética del Ambiente


Somos como somos porque nos pasa lo que nos pasa, pero también nos pasa lo que nos pasa porque somos como somos
-Pitiklinov

El libro Blueprint, de Robert Plomin, es una buena introducción al campo de las influencias genéticas en la conducta, lo que se llama Genética de Conducta. Este campo ha consistido tradicionalmente en los estudios familiares de gemelos comparando gemelos y mellizos así como gemelos que viven juntos y los que fueron criados por separado para determinar de esa manera la influencia relativa que tienen los genes y el ambiente. Sin embargo, actualmente se ha dado un gran salto porque ya se están buscando los genes que influencian la conducta directamente en el ADN por medio de lo que se llama estudios de GWAS (genome-wide association studies) traducido al castellano como Estudios de Asociación de Genoma Completo. La segunda parte del libro trata de esos estudios del ADN y de lo que se llaman puntuaciones poligénicas y la utilidad que pueden tener.

Los estudios de GWAS lo que buscan es la posible asociación entre lo que se llama polimorfismos de nucleótido único (SNP) y rasgos físicos (altura, peso), psicológicos (inteligencia) o enfermedades (diabetes, etc). Un SNP es una variación en la secuencia del genoma que afecta a una sola base (Adenina, Timina, Citosina, Guanina) de una secuencia del genoma y cada uno de nosotros tenemos unos 4 millones. Pero no tenemos los mismos y se calcula que hay unos 80 millones de SNP en el mundo. Los SNPs no informan de genes específicos sino de localizaciones en los cromosomas que se asocian a rasgos o enfermedades. Lo que se ha descubierto en estos estudios es que la mayoría de los rasgos psicológicos y físicos y la mayoría de enfermedades no están influenciadas por unas pocas variantes genéticas sino por cientos o miles y que la influencia de cada variante genética es minúscula. No se han encontrado genes que expliquen ni el 5% de la variación en esos rasgos ni siquiera el 0,5%. El tamaño de efecto medio es de 0,01 de la variación, así que ahora tenemos miles de SNPs asociados a característica psicológicas y enfermedades. 

Los estudios de GWAS se han centrado hasta ahora en las llamadas variantes comunes. Un SNP común es aquel con una frecuencia en la población mayor de 1%. Y se han encontrado con un problema que se ha llamado la heredabilidad perdida (missing heredability). Como decía, la forma de estimar la heredabilidad (es decir la proporción en la variación de un rasgo en una población que se debe a los genes) ha sido hasta ahora los estudios de gemelos. Estos estudios atribuyen una heredabilidad a cualquier rasgo psicológico de un 50% de media (40-60%). Pero resulta que cuando se estudia directamente el genoma la heredabilidad, basada en los SNPs, que se encuentra es mucho menor (5-10%). A esta diferencia es a la que se llama heredabilidad perdida y la explicación podría ser que los estudios de gemelos están mal o que los estudios de GWAS son imperfectos todavía.

Esta misma semana han salido nuevos estudios que empiezan a explicar la heredabilidad perdida y que confirman que los estudios de gemelos están bien. Uno de ellos es éste.Lo que han hecho en este estudio ha sido analizar no solo variantes genéticas comunes sino también variantes raras y entonces han encontrado una heredabilidad del 79% para la altura y del 40% para el peso lo que se acerca mucho a lo que dicen los estudios de gemelos. En este otro estudio, además de variantes raras miran otro fenómeno que ocurre en el ADN que se llama variaciones en el número de copias (CNV o copy number variants) que se refiere a segmentos de ADN que se repiten de forma diferente en las personas y esos trozos pueden incluso incluir genes enteros. El caso es que teniendo en cuenta estas otras variantes genéticas la heredabilidad del neuroticismo y de los años de estudios que realiza una persona se acercan también mucho a lo que dicen los estudios de gemelos.

La utilidad práctica final de todo esto se encuentra en lo que se llaman puntuaciones poligénicas de riesgo que permiten predecir el riesgo que tenemos, por ejemplo, de desarrollar una enfermedad. Es decir, se analiza nuestro genoma y se suman los riesgos asociados a una enfermedad que tienen los SNPs que tenemos cada uno y eso arroja una cifra final. Por ejemplo, si yo tengo una variante A que da un riesgo de 0,05 más otra variante B que da un riesgo del 0,03, etc, etc., se va sumando todo y llegamos a que tenemos, digamos, un riesgo del 75% de padecer diabetes o infarto o lo que sea. Estas puntuaciones de riesgo poligénicas son muy imperfectas todavía pero ya son capaces de predecir cantidad de cosas mejor que todo lo que teníamos antes. Y, además, tienen una particularidad muy especial y es que se pueden hacer en cualquier momento, incluso en el momento de nacer porque los genes de una persona no cambian. Es decir, desde la cuna y antes de saber el estilo de vida o alimentación de una persona se puede estimar su altura, su peso o los años que estudiará, si llegará a la universidad, su probabilidad de desarrollar Alzheimer, etc., etc.,

Bien, ya tenéis una idea de lo que trata el libro pero yo os quería hablar de un aspecto que se trata en el capítulo 3 y que Plomin llama la genética del ambiente que creo que es poco conocido y merece mucho la pena que lo sea. En primer lugar, decir que he traducido como genética del ambiente lo que Plomin llamó en los años 80 “the nature of nurture”. La mayoría de nosotros pensamos que los genes van por un lado y el ambiente por otro. Por ejemplo, lo que se llama sucesos estresantes vitales (rupturas sentimentales, problemas financieros, problemas de trabajo, enfermedades, que te roben o asalten o ser objeto de bullying o de agresiones, etc.) se consideran como accidentes de la vida y cosas ante las que cada uno reacciona de una manera diferente. Pero a Plomin se le ocurrió mirar a ver si las diferencias individuales en este tipo de experiencias tenían un componente genético. Si estos sucesos vitales fueran simplemente cuestión de mala suerte no deberían tenerla. Y efectivamente resulta que estas experiencias tiene influencia genética. En estudios de gemelos criados por separado los gemelos tenían mayor correlación para este tipo de sucesos que los mellizos (0,30 frente a 0,15). Es decir, siempre habíamos asumido que los sucesos estresantes vitales eran completamente ambientales pero resulta que un tercio de la variación es de origen genético.

Un ejemplo de lo que estamos hablando es el divorcio. El divorcio se ha visto que es heredable, la concordancia para el divorcio en gemelos es del 55% frente al 16% en mellizos. Lógicamente, esto no quiere decir que existan genes para el divorcio sino que determinados rasgos de personalidad predisponen al divorcio (impulsividad, alegría y compromiso con la vida, predisposición al alcoholismo…) y esos rasgos de personalidad tienen un componente de influencia genética. La heredabilidad del divorcio es de un 40%. El divorcio no ocurre al azar. Y otras muchas cosas que consideramos ambientales tienen una influencia genética desde el apoyo social que tiene una persona hasta las horas de TV que ven los niños (sí, las diferencias genéticas dan cuenta del 50% de las diferencias entre niños en las horas de TV que ven). 

La heredabilidad media de todas estas cosas que consideramos ambientales es del 25%. Evidentemente, es un porcentaje bajo pero tenéis que tener en cuenta que explicar el 25% de una variación con los genes está por encima de cualquier otra explicación en psicología donde es raro que se pueda explicar el 5% de la variación en lo que sea. Plomin publicó en 1992 un artículo titulado precisamente The Nature of Nurture (influencias genéticas en medidas ambientales) y a pesar de que han pasado décadas creo que este fenómeno sigue siendo desconocido. Influencias genéticas  se han encontrado en la existencia de ambientes familiares caóticos, en ser objeto de bullying, en la exposición a las drogas, en el apoyo social que uno recibe o en la calidad del matrimonio. Las características de los grupos de amigos de los adolescentes se ha visto que son altamente heredables, por ejemplo su tendencia a la delincuencia. La razón de ello podría ser que puedes elegir tus amigos pero no puedes elegir tu familia y sabemos que tanto a la hora de buscar pareja como amigos buscamos gente que se nos asemeja genéticamente. Un estudio reciente encuentra una heredabilidad del 25% en el uso de Facebook en jóvenes. 

Es decir, las experiencias no son cosas que nos pasan. Debido a nuestras diferencias en personalidad, inteligencia y demás diferimos en nuestra propensión a experimentar sucesos vitales como el apoyo social, la TV que vemos o el divorcio, nada de eso es sólo cuestión de suerte. Los accidentes no son casualidad. Algunos niños tienen más accidentes que otros y esto tiene una influencia genética. Los accidentes de tráfico, por ejemplo, tienen que ver con rasgos como impulsividad, consumo de alcohol, responsabilidad, etc. y todos ellos tienen influencia genética. 

A pesar de todo lo anterior, muchos psicólogos asumen que el ambiente es algo que nos ocurre pasivamente. Por ejemplo, no hace mucho han salido estudios que dicen que los niños de familias que tienen libros en casa van mejor luego en la escuela y cosas de ese tipo. O que si los padres leen a los niños luego van a tener mejor rendimiento escolar. Estos estudios se olvidan de los genes. Los padres pasan a sus hijos dos cosas: un ambiente y unos genes y, de media, padres e hijos están relacionados genéticamente en un 50%. Dicho de una manera que se ve más fácil: padres a los que les gusta leer tienen hijos a los que les gusta leer. Y los padres responden a las diferencias genéticas entre los niños y a cuánto disfrutan éstos de la lectura.

Resumiendo, los ambientes psicológicos no están “ ahí afuera” y se nos imponen pasivamente sino que en parte están también “ahí dentro”, dentro de nosotros, y los experimentamos activamente porque activamente percibimos, interpretamos, seleccionamos, modificamos e incluso creamos ambientes correlacionados con nuestras predisposiciones genéticas.





sábado, 23 de marzo de 2019

Deshumanizando al Varón

Que nuestra sociedad, cultura o sistema utiliza y explota a ambos sexos de forma diferente -a los hombres de una manera y a las mujeres de otra- es una idea cuyo tiempo todavía no ha llegado. Roy Baumeister ha defendido que la cultura es una estrategia biológica  de la humanidad para resolver los problemas que toda especie enfrenta: la supervivencia y la reproducción. Y las culturas compiten entre ellas. Para sobrevivir en esta lucha, las culturas tiene que utilizar a los hombres y a las mujeres de forma efectiva y esto no implica necesariamente utilizar a hombres y mujeres de la misma manera. De hecho, la mayoría de culturas han usado a hombres y mujeres de maneras diferentes.

Por contra, el discurso que domina actualmente en lo que se refiere a las relaciones entre hombres y mujeres es el del feminismo, discurso que dice que nuestra cultura es un patriarcado, entendiendo por ello una conspiración de los hombres para oprimir y explotar a las mujeres. Plantear que los hombres están explotados en esta sociedad es poco menos que locura o pecado. A fin de cuentas, ¿no es evidente que los hombres ocupan los puestos de poder en la política, en la economía, que el 90% del top 500 de los CEOs son hombres, etc., etc., etc? Si los hombres gobiernan y dirigen el mundo, ¿cómo es posible decir que esta sociedad no favorece a los hombres y negar que los hombres son unos privilegiados?

El problema de este discurso popularmente aceptado es que proviene de mirar sólo hacia arriba, de ver que los puestos de privilegio están dominados por hombres y de sacar conclusiones para la sociedad y para todos los hombres en su conjunto. Sí, es cierto que hay más hombres en la cima, pero nos olvidamos de mirar hacia abajo. Y si miramos hacia abajo, vemos que también hay más hombres en el fango y en las cloacas de esta sociedad, en los lugares menos privilegiados. A los hombres también les va mal en muchas cosas. Por poner algunos ejemplos de sobra conocidos: se suicidan en mucha mayor proporción que las mujeres, son el 80% de las personas sin hogar, son las principales víctimas de los accidentes laborales (de las 652 personas fallecidas en 2018 en España en accidentes laborales 602 fueron varones y 50 mujeres), los niños y jóvenes tienen mayor fracaso escolar y los hombres son las principales víctimas -tanto militares como civiles- en los conflictos bélicos. Que los hombres llevan vidas fáciles y privilegiadas  mientras que las mujeres sufren y están explotadas no es correcto, no es toda la verdad. Es verdad que a algunos hombres les va de maravilla pero concluir que es un chollo ser un hombre y que la sociedad está montada para beneficiar a los hombres es una visión sesgada por el error de no mirar hacia abajo.

Si queremos entender realmente nuestra cultura tenemos que mirar a la forma en que esta sociedad explota también a los hombres, además de a las mujeres. Y esto es lo que hace el libro que comento en esta entrada, Deshumanizando al Varón, de Daniel Jimenez, un libro que efectivamente ayuda a entender mejor la sociedad y la cultura en la que vivimos. La tesis principal del libro, la explicación para lo que acabamos de comentar que da su autor, es que no existe un sistema que perjudica a la mujer y beneficia al hombre de forma unidireccional sino que el sistema perjudica a ambos sexos de forma diferente en beneficio del grupo, al igual que les otorga ventajas (o privilegios) en distintas áreas. Según Daniel, por lo general, lo que nuestra cultura hace es otorgar un mayor estatus al hombre y una mayor protección a la mujeres. Así, los hombres disfrutarían, en general, las ventajas de un mayor estatus y las mujeres las desventajas de un menor estatus mientras que las mujeres disfrutarían las ventajas de una mayor protección y los hombres las desventajas de una menor protección.

El libro hace un recorrido por el pasado, el presente -y también se plantean propuestas para el futuro- de la situación de los hombres en esta sociedad y de las discriminaciones y desventajas que ellos también han sufrido y sufren. Es un libro riguroso, con referencias a todo lo que se afirma y que no cae en el antifeminismo ni en la competencia por el lugar de víctima. En ningún momento niega las desventajas o discriminaciones que han sufrido o sufren las mujeres sino que, al lado de ellas, coloca y señala las que afectan a los hombres. El resultado global creo que apoya la tesis general de que efectivamente esta cultura otorga al varón un mayor estatus social y a la mujer una mayor protección.

Pero ocurre que los problemas de los hombres son invisibles o, más bien se invisibilizan. Según argumenta Daniel, dada la posición asignada al hombre como opresor y privilegiado, los problemas de los hombres (aquellos que experimenta exclusiva o mayoritariamente el hombre) se excluyen del discurso político, principalmente por tres vías:

1-Invisibilización o negación. Esto se aprecia en muchas encuestas o informes gubernamentales sobre discriminación de género o violencia de pareja en los que directamente ni se pregunta al hombre sobre su experiencia. Ejemplos serían la Macroencuesta de violencia contra la mujer encargada por el gobierno español y el sondeo de la Unión Europea sobre la misma temática. Hay que decir que en países como Estados Unidos esto ya ha cambiado y en las principales encuestas oficiales, como el NISVS (National Intimate Partner and Sexual Violence Survey), se pregunta a ambos sexos. Los resultados puedes verlos aquí.

2-Reclasificar los problemas masculinos como sociales, raciales, de clase, de inmigración, etc. Los problemas de las mujeres son de género y los problemas de los hombres son humanos o de las personas. Antes hablábamos de los accidentes laborales. Bien, si leéis en el diario.es la noticia veréis que no se dan las cifras segregadas por sexo, sólo se habla de las personas o “trabajadores” fallecidos. Si la leéis en Europa Press ocurre lo mismo. Pero si la leéis en RTVE y tenéis la paciencia de llegar exactamente al final del último párrafo os encontraréis con la segregación por sexos. Imaginaos que las cifras de trabajadores fallecidos por sexo hubieran sido al revés (es decir, 602 mujeres fallecidas y 50 hombres), ¿creéis que el tratamiento informativo habría sido el mismo? ¿creéis que la respuesta de la sociedad y de los agentes sociales habría sido la misma, es decir ninguna? Como Daniel repite a lo largo del libro, no existe un hilado de género para los problemas de los hombres. Si un problema o violencia afecta sobre todo a las mujeres es un problema de género pero al revés no ocurre lo mismo.

3-Limitar los problemas del varón a cuestiones puramente internas basadas en los roles de género. El hombre sufre presiones sociales para no expresar sus sentimientos, se encuentra constreñido por su rol de proveedor y protector pero todo lo que tiene que hacer para resolver sus problemas es cambiar de actitud y aprender a comunicarse mejor y pedir ayuda. Esto se aprecia, por ejemplo, en el tema del suicidio. Cuando se habla del suicidio femenino, se atribuye a factores externos: las condiciones de vida de las mujeres, al estrés que soportan, etc. Cuando se habla del suicido masculino se gira hacia factores internos: los hombres no lloran, tienen que ser duros, no pueden pedir ayuda, etc…¿Y preguntarnos si los hombres se suicidan porque tienen unas condiciones de vida duras y estresantes que convierten su vida en un infierno? 

La tesis de Daniel creo que explica muy bien los cambios que estamos viviendo actualmente. ¿Qué está pasando con esta sociedad que otorga más estatus a las mujeres y más protección a las mujeres? Pues que las mujeres están reclamando, y consiguiendo, mayor estatus pero sin renunciar a la mayor protección, o incluso están demandando mayor protección (y protecciones especiales) que antes. Por ejemplo, hemos escuchado a toda una vicepresidenta del gobierno decir que a las mujeres hay que creerlas sí o sí. Cuando el feminismo solicita mayor protección para la mujer no está rompiendo con la tradicional regla de caballería ni con su identidad de género. Pero, tradicionalmente, el hombre no exige protección. La mujer que exige protección no pierde su feminidad pero el hombre que la solicita sí ve dañada su reputación como hombre a ojos de la sociedad, ya sea por percibirlo como menos hombre (en el caso del tradicionalismo) o como un privilegiado que va de víctima y que no tiene derecho a queja (en el caso del feminismo). El hombre no exige protección, el hombre protege y, especialmente, se protege a sí mismo. Un hombre que no es capaz de protegerse a sí mismo no es lo bastante hombre.

He aprendido muchas cosas que no conocía en este libro (sobre la violación de hombres en conflictos bélicos, la trata para trabajo forzado, historia de la violencia de pareja y familiar, etc.). A mi modo de ver, las pruebas de que los hombres experimentan discriminación y violencia en numerosos escenarios, tanto de forma desproporcionada como por el hecho de ser hombres, son sólidas. También es cierto que la prensa, los medios y la sociedad en su conjunto ignoran estas desventajas y discriminaciones. Desgraciadamente, no creo que esto vaya a cambiar en mucho tiempo y una de las razones para ello es que nuestra mente está programada por nuestra historia evolutiva para valorar más la vida de las mujeres que la de los hombres. Hay muchas pruebas y experimentos donde se observa que tanto hombres como mujeres valoran más vida de las mujeres, consideran que el sufrimiento de las mujeres es mayor y muestran más simpatía por las mujeres que por los hombres (en este hilo de Twitter tenéis varios enlaces: https://twitter.com/Scientific_Bird/status/1095403852214472706). Este sesgo de empatía es totalmente lógico desde el punto de vista evolucionista, sencillamente las mujeres son más valiosas biológica y genéticamente que los hombres y los hombres son más desechables. Las culturas que han evolucionado con este sesgo han sobrevivido mejor y desplazado a las que no lo han tenido. No ha ocurrido nunca pero si una sociedad hubiera mandado a sus mujeres a la guerra, a explorar los océanos y a trabajar en las minas esa sociedad se habría suicidado.

En cualquier caso, si quieres aprender cosas sobre otros mundos que están en éste y que no tienen ningún eco mediático en los medios de difusión dominantes, Deshumanizando al Varón es un libro muy recomendable. El racismo, la homofobia y el sexismo hacia la mujer continúan siendo parte de nuestra realidad. Son incompatibles con la dignidad humana, los reprobamos socialmente, están incluso penados por ley, y los estamos combatiendo aunque no todo el mundo haya avanzado a la misma velocidad. Pero el hombre también experimenta problemas de forma mayoritaria en algunas áreas y esta sociedad tiene que luchar también por sus derechos y su dignidad. No se trata de un juego de suma cero y la empatía y solidaridad de nuestra sociedad debe alcanzar a todas las personas que las necesitan.


@pitiklinov

domingo, 17 de marzo de 2019

Guerreros y Preocuponas

Esta entrada es un comentario del libro Warriors and Worriers, de Joyce Benenson. Benenson es una psicóloga del desarrollo que ha trabajado con niños durante más de 30 años y también con primates, con autores como Richard Wrangham o Anne Campbell y conoce la psicología evolucionista. El libro trata la eterna cuestión de las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres y cuál puede ser su origen, la naturaleza o la crianza. 

La tesis fundamental de Benenson es que la evolución genética ha programado a cada sexo para sobrevivir a diferentes tipos de muertes. Los hombres están programados para desarrollar características asociadas a convertirse en un guerrero mientras que las mujeres están programadas para desarrollar características relacionadas con convertirse en unas preocuponas. Las niñas necesitan crecer para ser capaces de depender de otros para que les asistan en el cuidado de los niños. Una madre que no tiene ayuda de nadie más es mucho menos probable que sobreviva y que mantenga a sus hijos con vida.  Esta especialización en prevenir muertes de diferentes causas beneficia a sus hijos ya que éstos tienen dos padres que cubren más formas de peligros y son más capaces de mantenerlos con vida. 

Estos dos patrones sexuales deberían producir diferentes tipos de miedos, intereses, elecciones de compañeros sociales, organización de las relaciones, preferencias por determinados ambientes y, en definitiva, diferentes decisiones orientadas a prevenir la muerte temprana, diferencias todas ellas que se ven en diferentes culturas y desde edades muy tempranas. Cuanto más temprano aparece una conducta en niños más probable es que esta conducta tenga una base biológica. Y lo que Benenson ha encontrado a lo largo de su carrera es que niños y niñas se comportan de manera muy diferente (en sus juegos, en clase, etc.)  desde la infancia temprana mucho antes de que las niñas tengan hijos y de que los niños se conviertan en el sexo más fuerte físicamente.

A lo largo del libro desfilan las típicas diferencias de que las mujeres están más interesadas en las personas, en hablar con los demás y en criaturas vulnerables, especialmente los bebés, y los hombres en solucionar problemas y en centrarse más en las tareas así como en las competiciones. También refuta la creencia de que las mujeres son más sociales y que no son competitivas. Su argumentación está muy bien apoyada en estudios en niños y en primates aunque queda mucho margen para la discusión lógicamente. Vamos a ver lo que ella considera los instintos básicos del hombre y de la mujer.

Combatir al enemigo: el instinto básico masculino

Una diferencia de los humanos con respecto a otras especies es que su principal enemigo son otros humanos. La mayoría de especies tienen otros depredadores pero en nuestro caso mantener a nuestros hijos con vida ha supuesto a lo largo de nuestra historia evolutiva luchar contra otros grupos.

“Consecuentemente, a menudo tiene sentido luchar contra otros grupos. Por supuesto, implicarse en batallas físicas contra otro grupo puede poner en peligro las vidas de todos los miembros de la comunidad. Los genes de absolutamente nadie serían capaces de sobrevivir a esto. El problema puede ser resuelto delegando la tarea de combatir al enemigo en un grupo específico: los hombres jóvenes. Las mujeres pueden así protegerse a sí mismas y sus hijos. Los hombres mayores pueden supervisar desde la distancia. Los hombres jóvenes deberían luchar contra el enemigo lo más lejos posible de los demás. Así, entre ambos, hombres y mujeres son capaces de maximizar las probabilidades de que sus hijos sobrevivan.”

“Creo que hombres y mujeres tienen genes diseñados para afrontar diferentes problemas. Estos problemas se reflejan en los miedos de niños y niñas. Los niños y hombres tienen menos miedo a la muerte que las niñas y las mujeres y toman riesgos mayores y con más frecuencia. Los padres que tienen tanto niños como niñas aprenden a menudo que es mucho más difícil conseguir que sus hijos se preocupen por cosas como la salud o la higiene, preocupaciones que son extremadamente útiles para proteger sus vidas.

¿Qué temen los niños? Basándome en mis años de estudios de niños y, más recientemente, adultos, creo que la especialidad de niños y hombres es preocuparse acerca de los enemigos. El enemigo es su problema y es su responsabilidad derrotarlo. Como el enemigo no está siempre presente, los niños y hombres no se preocupan todo el rato. No obstante, creo que confrontar el problema del enemigo ha permitido a los hombres evolucionar un conjunto de reacciones instintivas que existen todavía hoy en día.

La preocupación intuitiva con los enemigos es tan fuerte que cuando el hombre moderno se enfrenta a otras formas de peligros acaban reformulándolos como un enemigo. Por ejemplo, los hombres luchan la guerra contra las drogas; batallan el cáncer; atacan el analfabetismo; combaten las infecciones; derrotan las malas actitudes; asaltan creencias políticas o estereotipos, etc. Chicas y mujeres usan estos términos menos espontáneamente. Es el enemigo el que capta la atención y los recursos de hombres y niños”

A los niños les encanta jugar de una manera ruda y violenta (rough-and-tumble play) en forma de jugar a peleas: luchar, juegos con arcos y flechas y otras armas, etc. Las niñas raramente se enfrascan en este tipo de juegos. Benenson ha observado estos juegos en Africa y en diversos estudios al menos el 70% de los niños se implican en juegos que incluyen ataque, defensa, cazar a otros, escapar y capturar. Por contra, las niñas casi nunca se implican o imaginan jugar a pelear.

“Los Hadza, una de las comunidades de cazadores recolectores que persisten actualmente en Tanzania, dan a los niños su primer arco y flechas a los 2-3 años. Todo niño en toda comunidad Hadza tiene su arco y flechas para los 5 años. Mientras que esto muestra una clara evidencia del efecto de la socialización, no explica por qué se les da arcos a los niños y no a las niñas. Los hombres cazan grandes animales pero las mujeres cazan también. Ambos sexos requieren protección. Creo que parte de la razón de que se les dé arcos a los niños es que les gustan más que a las niñas.

Para los 3 años de edad, los niños pueden lanzar más lejos, más rápido y con más puntería que las niñas. No hay otra actividad física en esa edad temprana en la que los niños superen tanto a las niñas. Para la mitad de la infancia, en diversas culturas, los chicos practican esa habilidad lanzando palos, piedras y cualquier cosa que tengan. En la adolescencia, los chicos han aumentado en tres veces su mayor habilidad de lanzar con respecto a las chicas”.

“Es sorprendente lo rápido que los enemigos se convierten en la diana del juego de los niños. Por supuesto, cuando un enemigo aparece se convierte en el protagonista de la vida de todos. Pero nada muestra mejor la fuerte atracción de los niños por los enemigos que cuando no hay enemigos. Cuando no hay enemigos reales, los niños los inventan. Para los 3 años de edad, los niños de nuestras sociedades modernas y pacíficas juegan a ser superhéroes que combaten enemigos mientras que las niñas juegan a casitas. Por supuesto, la sociedad pone nombre a los enemigos y los niños a menudo se apropian del contenido que oyen en los medios. Las chicas no. A las chicas los enemigos no les atraen de la misma manera que a los chicos. De manera informal, he preguntado a padres de niños y niñas si animan a los hijos y no a las hijas a convertirse en superhéroes que combaten enemigos. Ni un padre era consciente de hacer eso. Al contrario, decían que nunca lo habían hecho.

Los enemigos de los chicos a menudo consisten en figuras del mal cuyo único fin es destruir la humanidad. A menudo, estas figuras se toman prestadas de otras fuentes pero se inventan al momento por los propios niños. Cuando los niños crean enemigos, sus imaginaciones son comparables a las de los mejores magnates de Hollywood. Además, cuando los enemigos están tramando algo las armas son imprescindibles. La fascinación de los niños por los enemigos va de la mano de su atracción por las armas.

Me parece a mí que los niños se ven atraídos intuitivamente por los enemigos. Los niños y las niñas no pueden identificar su propio sexo hasta los 2-3 años de edad. Incluso entonces, no entienden lo que significa el género. De hecho, al rededor de los 6-7 años, en las culturas occidentales con sus códigos de vestimenta, los niños creen que pueden cambiar de sexo  simplemente cortándose el pelo o cambiándose de ropa. Sin embargo, mucho antes de esa edad, los niños ya prefieren jugar con armas y vehículos de transporte mientras que las niñas no…Es altamente improbable que en todo el mundo los padres hayan socializado sólo a los niños para que ls gusten los enemigos y hayan tenido éxito en conseguirlo cuando los niños son todavía infantes.

Además, los juegos de guerra contra el enemigo empiezan al mismo tiempo que la atracción de los niños por las armas. Peter Smith entrevistó a padres de niños en Inglaterra e Italia acerca de los juegos de los niños. Los padres informaban que la mayor atracción de sus hijos eran las armas; después de esto, les gustaba jugar con figuras de combate, como soldados, transformers y jugar a superhéroes.  En ambos países los padres informan que lo empiezan a hacer con 2-3 años. Incluso en Alemania, donde hablar de guerra es políticamente incorrecto, los niños muestran los mismos intereses. Por tanto, los niños parecen nacer con un sistema especializado de monitorización de enemigos…

Como la mayoría de la gente conoce, la construcción también fascina a los niños. Este magnetismo con la construcción también puede estar relacionado con jugar a la guerra. Estudios tanto en sociedades de cazadores recolectores como en sociedades modernas muestran que mientras que las niñas disfrutan de construir figuras, tejer cestos y construir casas y muebles, los niños disfrutan construyendo armas, fuertes y ferrocarriles. La conexión entre la construcción y la guerra es más clara cuando miramos lo que ocurre cuando los niños terminan una construcción. El placer que obtienen de destruir sus creaciones. La destrucción depende de la construcción.

Personalmente, nunca he encontrado un niño que no se sienta atraído por un arma o algo que se le parezca. De hecho, en un estudio norteamericano reciente el 93% de los niños de 2-14 años que accidentalmente matan a alguien con un arma son niños. Los coches y camiones van luego en segundo lugar. La excitación que las armas y vehículos genera en los niños hace que los creen de materiales que no tienen nada que ver. En muchas escuelas de preescolar de EEUU, por ejemplo, para disminuir el desarrollo de la agresión la política es no permitir que los niños jueguen con ningún tipo de arma. La idea es que los adultos son la causa de que los niños aprendan a ser agresivos, no que la agresión es algo que ocurre en todas las especies, incluida la humana.  A pesar de las mejores intenciones de padres y profesores, cada uno de los 50 profesores de preescolar con los que he hablado describen a los niños disparando balas de la cabeza de las muñecas, transportando municiones en coches de niños y atando enemigos con ropas de gimnasia.  Si los materiales adecuados no están disponibles, entonces el niño usa su imaginación para cumplir con su deber…

Ageliki Nicolopoulou ha estudiado el juego en su clase de Massachussets y encontró que más del 90% de las historias de niños incluyen violencia contra una diana enemiga. Para los 4 años de edad toda historia de niños consiste en combatir a un enemigo violento…Dada la temprana edad en la que empieza esta fascinación de los niños por el enemigo es aparente que la biología juega un papel”.

Protegerse a sí misma: el instinto básico femenino

Como decíamos más arriba, las mujeres deben resolver problemas diferentes a los hombres. Las mujeres tienen hijos. Deben encontrar una manera de mantenerse a sí mismas y a sus hijos con vida. Deben asegurarse de que sus hijos sobreviven para reproducirse. Deben seleccionar cuidadosamente a a otras personas que les proveerán una ayuda crítica. Incluso aunque una mujer nunca tenga hijos, ve el mundo a través de una lente diferente a la del hombre.

“Los hombres ponen su vida en riesgo junto con otros hombres que no son familiares para derrotar al enemigo. Las mujeres no se pueden permitir hacer lo mismo. No se trata de que algunas mujeres no sean voluntarias para las fuerzas armadas, sino que esto ocurre muy raramente.

Sugiero que los genes de las mujeres las han programado para que se mantengan con vida y para que mantengan con vida y sanos a sus hijos y a sus familiares cercanos. La razón es simple.

La supervivencia y buena salud general de una mujer individual es mucho más importante que la de un hombre. La contribución básica de un hombre a la procreación requiere unos minutos de actividad. Además, si él no esta disponible, otro hombre puede sustituirle fácilmente. No es así para la mujer. El cuerpo de la mujer es responsable de llevar el feto a término y de asegurar que se mantiene sano. Luego tiene que dar a luz con éxito a su niño lo que supone un riesgo en humanos. Tras el parto, tiene que alimentar al hijo lo que en muchos períodos de nuestra historia ha supuesto producir leche para mantenerlo durante un par de años como mínimo. Después de esto, la mujer sigue siendo la principal responsable de mantener la salud y seguridad de sus hijos durante muchos más años antes de que los niños puedan sobrevivir de forma independiente. Incluso después de que los hijos tengan su propia descendencia, ayudan con mucha frecuencia a sus nietos.

Seguir viva y con salud es por tanto absolutamente crítico. Las mujeres deben mantener este problema y sus soluciones a la vista a todas horas a lo largo de sus vidas, incluso cuando son mayores. Un error y su salud, y la de todos sus hijos vivos actualmente y sus posibles hijos futuros, se verá comprometida. Es una enorme carga. 

Los niños y hombres no se preocupan continuamente, segundo a segundo. Si un hombre consigue impregnar a una o más mujeres que cuidarán de los hijos que resulten, sus genes sobrevivirán, incluso aunque él no sobreviva. Él es libre de luchar, de ir a explorar o de correr cualquier riesgo que le lleve a encontrar más mujeres con las que tener sexo…

Merece la pena repetir lo crítico que ha sido siempre la supervivencia de la madre. Teóricamente, el niño de una madre fallecida podría ser cuidado por otra mujer. Pero esto implicaría que esa mujer diera la lecha destinada a su propio hijo al hijo de otra mujer. Incluso aunque una hermana quisiera dar su leche a un sobrino esto requiere un gran número de calorías lo que puede agotar a la madre. ¿Por qué iba una madre a poner en peligro a sus propios hijos? Históricamente la mayoría de hijos huérfanos destetados morían…Cuando una mujer enferma o muere joven, no es sólo su supervivencia la que está en riesgo sino la de todos sus hijos vivos y todos sus hijos potenciales. Si esto ocurre, los genes de la mujer desaparecen.

Esto no es así en el caso de los hombres. Las mujeres que no se preocuparon de su salud y supervivencia tuvieron menos hijos. Una mujer no podía tener sexo con un hombre atractivo  y marcharse a ayudar a conquistar un reino o construir una empresa y regresar para ver a su hijo por primera vez, bien cuidado por su atenta pareja. Sencillamente, sus genes no se habrían transmitido a la siguiente generación. Nadie más está disponible para gestar, dar pecho y criar los hijos de una mujer. Así que las mujeres que produjeron y cuidaron a sus hijos con cuidado fueron las que intuitivamente se preocupaban de su salud y supervivencia y de mantener la proximidad con sus hijos. Con pocas excepciones, incluso las mujeres que eligen no tener hijos tienen, no obstante, genes que las preparan para tener hijos….

Cuando una mujer con buenos recursos que está criando unos hijos perfectos se obsesiona con asuntos triviales como si ser exigente con ellos o no, qué horario es mejor para ellos, quién tiene más amigos, qué ropas ponerles, etc., puede parecer ridículo. Creo, sin embargo, que las mujeres son guiadas por los genes para preocuparse, incluso cuando no hay nada serio de lo que preocuparse. No es cómodo admitir que todo va bien a menos que un gran desastre haya sido evitado. El empuje a preocuparse es fuerte y persistente. La ansiedad es parte de ser mujer.

¿Cuáles son las preocupaciones específicas de las mujeres? Las mujeres piensan acerca de ellas mismas continuamente: ¿por qué parecen divertidos mis ojos hoy? ¿por qué no me siento bien? ¿estoy enferma? ¿por qué cancelé la cita con el médico? ¿por qué soy siempre la última? ¿por qué estoy siempre cansada? ¿por qué me sonrió esa persona de esa manera tan torcida? ¿quién se cree que es haciendo eso sin consultarme primero? ¿por qué me mira como si fuera idiota? Una mujer parece mantener un dialogo constante consigo misma acerca de su propio estado. Muchos investigadores piensan que ese auto-foco constante de las mujeres tiene consecuencias negativas, como la depresión o la ansiedad. Mientras que este diálogo constante parece contraproductivo, probablemente refleja el interés básico de la mujer de mantenerse con vida y sana. Es probable que la ansiedad tanto preceda como siga a estos pensamientos.

En particular, las mujeres están más preocupadas que los hombres acerca de sus cuerpos. Por ejemplo, cuando se preguntó a más de 10.000 mujeres finlandesas de todas las edades lo satisfechas que estaban con sus cuerpos los resultados fueron llamativos: las mujeres estaban mucho menos satisfechas que los hombres con todos los detalles de sus cuerpos.

Las mujeres, por supuesto, se preocupan por sus cuerpos por más de una razón. Una es la salud; otra es el atractivo para los hombres. Nadie cuestiona que las mujeres usan sus cuerpos para competir por los hombres y los recursos que vienen de la mano de un hombre. Muchos hombres están más que dispuestos a compartir sus recursos con una mujer físicamente atractiva. Así que las mujeres están muy atentas a la capacidad de atracción de sus cuerpos sobre los hombres. Usan productos químicos para que su piel y su pelo luzcan mejor, usan joyas y ropas costosas y están dispuestas a utilizar la cirugía para lucir mejor. Sin embargo, el deseo de ser atractiva para los hombres se relaciona con su salud. La riqueza de un hombre puede mejorar la salud de una mujer. Cómo protege su salud es lo más importante. El mejor amigo de la mujer es el miedo.

Las niñas muestran más miedo que los niños desde el nacimiento…Las madres informan que sus hijas muestran miedo antes que los niños…En la infancia las niñas son diagnosticadas de trastornos de ansiedad con el doble de frecuencia que los niño. Esto empieza tan temprano que es muy probable que sea innato. Si necesitas estar viva para que tus hijos lo estén también, una de las consecuencias es que hay que star continuamente pendiesen de potenciales peligros… 

El Trastorno por Estrés Post-Traumático es el doble de frecuente en mujeres que en hombres. Los sucesos vitales negativos son más traumáticos para las mujeres que para los hombres a todas las edades…En cuanto empieza la pubertad, la ansiedad y depresión aumentan el doble en chicas que en chicos. Nadie ha ofrecido una explicación convincente para esto. ¿Por qué deberían las chicas ser más ansiosas? Sugiero que cuando las chicas llegan a la edad de ser capaz de tener hijos necesitan tener más cuidado. La ansiedad y la depresión le mantienen a uno cerca de casa y de los niños, focalizado en los detalles, esperando y preparándose para el desastre…

Las mujeres tienen tasas más altas de formas específicas de ansiedad y fobias que los hombres. La mayoría de estas formas de ansiedad son inútiles en las sociedades modernas. ¿Por qué deberían las mujeres desarrollar estas fobias? Yo sugiero que estas fobias habrían sido protectoras en los ambientes más peligrosos en los que los humanos han vivido. Por poner un ejemplo, las mujeres tiene más riesgo de sufrir agorafobia, un miedo a espacios con gente. Esto las habría mantenido alejadas de lugares llenos de depredadores u hombres potencialmente agresivos…La biología de las mujeres las mantiene en un estado de alta alerta pero sin llegar al punto en que sea contraproductivo.

Además, la ansiedad y la depresión se van haciendo menos graves cuando las mujeres pasan su época reproductiva, justo cuando estas emociones ya no son necesarias. Si una mujer vive lo suficiente, el fin de sus años reproductivos trae cierta serenidad… Excluyendo las visitas debidas al embarazo y el parto, durante sus años reproductivos las mujeres visitan al médico con más frecuencia que los hombres. Las mujeres y los hombres usan por igual los servicios sanitarios, sin embargo, antes de la pubertad y después de los 50 años.

@pitiklinov