En la entrada anterior hemos visto brevemente los presupuestos ideológicos en los que se basaban los kibutz y un poco su funcionamiento. Vamos a ver ahora cómo les fue a las mujeres en distintas esferas de la vida cotidiana.
Mujeres y trabajo
En esta esfera, como en todas, hay que diferenciar las distintas etapas para apreciar la transición que se fue produciendo. En los tiempos de los fundadores hay que señalar que había muchos hombres y pocas mujeres. Algunos de los primeros asentamientos consistían en una docena de hombres jóvenes y una o dos mujeres. Hubo una escasez crónica de mujeres hasta la formación del estado de Israel. Estos primeros habitantes de los kibutz vivían en edificios árabes abandonados y luego en tiendas y barracones. El estándar de vida era muy bajo, comida escasa y poca ropa. Y no había niños, punto muy importante. El trabajo en el sector servicios era escaso, cocinar y algo de lavandería. El patrón de trabajo entonces era muy similar, las chicas hacían el trabajo de servicios ayudadas por los chicos ( que traían madera o limpiaban platos) pero participaban en la agricultura y la construcción con los hombres haciendo casi los mismos trabajos excepto cosas como extraer piedras de canteras, cavar y talar. La verdad es que no se contempló que los hombres trabajaran permanentemente en la cocina y las mujeres fuera en la carretera.
Hay que decir que dentro de la ideología sionista trabajar en la cocina, la lavandería o atender a los enfermos no se consideraba al principio por las propias mujeres “construir país”, aunque luego se fue aceptando que cuidar a los que construían el país también era construir país. Las chicas querían trabajar en la agricultura. Pero las cosas fueron cambiando al ir llegando más gente y, sobre todo, al aparecer los niños. Con la comida o la ropa se podía tener manga ancha y dejar el trabajo para otro día o sin mucha perfección pero con los niños no ocurría lo mismo, había que atenderlos y atenderlos bien. Así que el sector servicios y la atención y educación de los niños creció y las mujeres se fueron encargando del sector servicios y abandonando el sector productivo. En 1948 sólo un 15% de las mujeres trabajaban en ramas de producción.
En el tiempo en que escriben Tiger y Shepher, la agricultura, industria, construcción y trabajos auxiliares como carpintería, fontanería, electricidad, etc. son mayoritariamente masculinos y el sector servicios, consumo y educación predominantemente femenino. En la segunda generación el trabajo estaba más polarizado por sexos que en la primera. Es decir, la gente joven criada en los kibutz estaba más polarizada que los mayores. Además, la polarización era mayor incluso de lo que los números que Tiger y Shepherd dan en el libro en una gran cantidad de tablas indican. Por ejemplo, las mujeres que trabajaban en agricultura no hacían lo mismo que los hombres sino que estaban concentradas en horticultura, invernaderos y cría de pollos; las que trabajaban en industria lo hacían principalmente en sector textil, cerámica, artes…; en trabajo de gestión la mayoría de las mujeres hacia trabajo de oficina.
De los hombres que empezaban en “trabajos de hombres” el 85% acababan en ellos. De las mujeres que empezaban en “trabajos de mujeres” 75% seguían en ellos. Pero de las mujeres que empezaban en trabajos de hombres más de la mitad acababan en trabajos de mujeres. ¿Reflejaba esto el deseo de las mujeres? Más adelante hablaremos de esto, en la siguiente y en la última entrada discutiremos con detenimiento las explicaciones de todos estos movimientos que voy a reflejar en esta entrada. Hay que recordar que en el kibutz a nadie se le pagaba por su trabajo así que no se puede aplicar el argumento de que un mayor sueldo lleva a un mayor prestigio. También hay que recordar que el compromiso ideológico con la igualdad era alto, un objetivo de los kibutz era avanzar en la igualdad creativa social y económica entre los sexos. Sin embargo, parece que fuerzas ocultas intervenían entre las intenciones de la ideología del kibutz y la realidad de su estructura social.
Mujeres y Política
Desde el principio, no hubo ningún problema ni teórico ni práctico en incluir a las mujeres en la actividad política, formaban parte de los grupos, estaban siempre presentes y participaban en las decisiones. Al principio las mujeres eran políticamente activas. Algunas dirigían ramas de agricultura y las ramas de cocina y vida comunal tenían una posición política importante. Cuando llegaron los niños las mueres dominaron el comité educativo. Pero ya en los años 40 había quejas de escasa participación de las mujeres lo que da a entender que había una brecha entre la ideología y la realidad. Menos de un tercio de la mujeres eran políticamente activas. A pesar de que el aumento de población creaba más puestos de gestión y dirección, las mujeres se retiraban a las esferas de consumo y educación.
Shepher en una investigación había comprobado que en 18 kibutz estudiados las mujeres se dirigía a la asamblea general mucho menos que los hombres y asistían menos a ella (debemos recordar que asistir a la asamblea se consideraba una virtud social). El pico de edad en el que las mujeres son más activas en la asamblea es en la menopausia y los hombres entre 25-35 años. Los hombres eran seis veces más activos que las mujeres en la asamblea. En cuanto al tema de los comités de dirección económica de la agricultura, de los servicios, educación etc., lo que observamos es que en la esfera económica el porcentaje de hombres es 3-4 veces mayor que el de mujeres (80% hombres) pero en los comités sociales, culturales y educativos las proporción de mujeres es significativamente mayor. A nivel general más del 70% de los activos en la política son hombres.
Así que en el campo político vemos lo mismo que en el del trabajo, que las mujeres están concentradas en las actividades culturales, sociales y educativas. En los niveles de autoridad más bajos predominan mujeres pero al ir subiendo de nivel va aumentando la proporción de hombres. Un 6-8% de hombres llegan al nivel más alto de autoridad frente a un 0,6% de mujeres.
Mujeres y Educación
Los ideólogos de la educación en el kibutz (Golan, Messinger, etc.) manifestaron repetidamente que el objetivo de la educación colectiva era crear una nueva personalidad adaptada a la estructura social del kibutz. Dado que la igualdad sexual era parte de ese sistema de valores debía ser un componente de esa nueva personalidad y así lo repetían los fundadores. Pero no se puede olvidar que los fundadores no podían ser ajenos a su propio bagaje cultural. La mayoría de ellos procedían de comunidades judías tradicionales de Europa del Este. Pero el kibutz asumió la igualdad de estatus de hombre y mujer sin ninguna duda.
Al principio, como las mujeres trabajaban en los campos no estaban disponibles par sus hijos por lo que la educación tuvo que ser colectivizada. Es significativo que nadie sugirió que los hombres deberían cuidar de los niños. Pero desde el principio las mujeres fueron menos reacias a cuidar a sus propios hijos que a trabajar en la cocina, la lavandería u otros sitios. Una de las mujeres decía a los autores: “Vimos la educación como una tarea central de nuestra creación colectiva. No era algo inferior. Al contrario, criar los hijos favoreció nuestra identificación con el grupo. Sentíamos que criando hijos estábamos trabajando para el colectivo tanto como los que trabajaban en el establo”.
Como decíamos en la entrada anterior, la educación temprana hacía caso omiso de las diferencias de sexo. Naturalmente los niños eran conocedores de las diferencias sexuales porque se veían desnudos unos a otros y el hebreo tiene genero como decíamos. Pero todos los niños vestían las mismas “ropas de trabajo”. No había diferencia sexual en el corte de pelo. Los niños cogían lo que querían de la caja de juguetes, no se animaba a las niñas a jugar con muñecas ni a los niños con camiones. Las niñas subían árboles, jugaban a juegos energéticos o se peleaban; los niños lloraban sin vergüenza y aprendían a cocinar y a veces a hacer punto.
Sin embargo, los niños también pasaba parte del día con sus padres y familiares y ahí sí observaban que las madres vestían diferente a los padres y se peinaban de forma diferente; o que el padre arreglaba las tuberías o la electricidad y la madre se ocupaba de asuntos relacionados con la comida o la ropa.
Luego estaba la adolescencia y ahí se intentaba combatir estos efectos “anti-revolucionarios” de la familia y mantener el espíritu de igualdad. La educación en esta edad la llevaba la Children´s Society empeñada en trasladar los valores del kibutz a los jóvenes. Tenía sus propio sistema político con asambleas y comités y las chicas eran muy activas ocupando incluso los puestos más altos.
Hay que decir que con el paso de los años la influencia de la cultura occidental exterior cada vez era mayor en el kibutz: música pop, modas de ropa, experimentación sexual, etc. La permisividad sexual para tener relaciones sexuales desde edad temprana era alta. Shepher encuentra que las chicas empiezan sus relaciones sexuales a los 15 años y los chicos dos años más tarde. Curiosamente, la homosexualidad en el kibutz parece ser virtualmente inexistente.
El caso es que tanto chicos como chicas reciben la misma educación durante 18 años. Dar estudió en 1974 el rendimiento académico de chicos y chicas con una serie de pruebas y escalas de conocimientos y habilidades y sus resultados fueron los siguientes:
- En todas las subdivisiones del National Examination los chicos puntúan más alto que las chicas y en cuatro de cinco las diferencias son significativas. En la subdivisión en la que no hubo diferencia significativa fue en vocabulario y en al que hubo la mayor diferencia fue en matemáticas.
- En todas las subdivisiones de los tests de capacidades los chicos puntúan más alto con diferencias significativas. De nuevo, las menores diferencias son en vocabulario y las más grandes en matemáticas.
- Los maestros valoran mejor a las chicas en literatura y lengua. En historia y sociología no hay diferencias entre sexos. En biología y matemáticas los chicos son puntuados mejor que las chicas.
Dar se quedó muy sorprendido por los resultados. Estos resultados son similares a los de Israel y los del mundo occidental: mayor nivel de las chicas en lenguaje en cursos inferiores que luego se igualan o que los maestros puntúan mejor a las chicas que los tests objetivos. Sin embargo, las diferencias entre los sexos eran mayores en el kibutz que fuera de él. Los chicos son superiores no solo en matemáticas y biología sino en sociología y a veces en historia y lengua. La superioridad de los chicos es casi siempre significativamente estadística y la de las chicas no.
Para intentar explicar los resultados Dar propuso que esto se debía a la anticipación que hacían los jóvenes de su futuro rol en el mundo del trabajo. Pero esto sólo es cierto parcialmente. La educación que reciben chicos y chicas no está más dirigida a los futuros trabajos de los chicos. La mayoría de los chicos van a trabajar de granjeros, electricistas, etc. y no se enseña nada de esto en la escuela, eso se aprende después. Uno podría argumentar más bien lo contrario, que el currículum favorece a las chicas ya que la mayoría van a ser maestras. Igual lo que ocurre es que las chicas anticipan su futuro papel familiar y de maternidad. Y hablando de maestros hay que decir que la mayoría de los maestros de guardería y preescolar eran mujeres. Los pocos maestros hombres no enseñan en edad preescolar y los 2-3 hombres que habían enseñado en guardería lo abandonaron. Por contra seis veces más hombres que mujeres reciben una educación técnica.
En cuanto a las carreras hay más hombres en ciencias militares, ciencia, ingeniería y agricultura. No hay diferencias en humanidades, ciencias sociales, medicina, arte y literatura.
Como luego veremos al hablar de la vida familiar, las chicas jóvenes no sólo disfrutan de la maternidad y otras actividades asociadas a roles femeninos convencionales sino que insisten en su derecho a tomar esos roles a pesar de las objeciones prácticas e ideológicas de los hombres y las mujeres más mayores. ¿Se les ha lavado el cerebro a estas mujeres para que se dediquen a la maternidad y carreras “femeninas”? ¿Quién les ha labrado el cerebro? Tanto los líderes políticos con la socialización formal, la ideología y la gestión económica están en contra de esto. Tiger y Shepher realizaron también encuestas de satisfacción vital y los resultados son los mismos que han arrojado los estudios psicológicos en otros sitios: que las mujeres están más interesadas que los hombres en las relaciones personales y en actividades que implican a un número pequeño de personas y que los hombres prefieren actividades más amplias e impersonales, que raramente implican a los niños. ¿Podría ser que hombres y mujeres encuentran más fácil aprender -o quieren aprender- más unas cosas que otras?
Las Mujeres y el Ejército
En los primeros tiempos de los kibutz la población judía se autodefendía por unidades civiles de defensa y la movilización de las mujeres fue una absoluta necesidad. Luego, durante la época del mandato británico, se estableció la Haganá una unidad paramilitar creada en 1920 y aceptó mujeres. De los 1200 muertos en 8 años de su batallón Palmach 19 fueron mujeres. Algunos kibutz también aceptaron incluir mujeres en las tareas de protección y defensa.
Tras la formación del estado de Israel, en 1949 se estableció el servicio militar obligatorio para hombres y mujeres. A los 18 años se reclutaba a mujeres salvo que estuviera casada o por razones religiosas se negara. El servicio militar era de 20 meses y en 1974 se aumentó a 24 meses. En la época estudiada por Tiger y Shepher existía un ejército especial para mujeres llamado Chen, abreviatura de Cheil Nashim, que quiere decir literalmente ejército de mujeres, cuyo comandante jefe es una mujer. El Chen es el que se encarga de toda la instrucción de las mujeres (curiosamente todas las tareas de servicios -cocina, provisiones, guardias, etc.- las hacen hombres).
Tras una instrucción básica, la mayoría de las mujeres se convierten en oficinistas, secretarias, telefonistas, encargadas de comunicaciones o de equipos de laboratorios. Pero las tareas de combate han desaparecido. Su función es liberar puestos para que los hombres puedan ir a combatir. Las mujeres no portan ni usan armas, excepto una pequeña unidad llamada Nahal, pero incluso en ésta las funciones militares de las mujeres están recortadas. Creo que el espíritu existente en el ejército se deduce bien de lo que la propia comandante del Chen dijo a los autores: “nunca nos olvidamos del hecho de que las chicas que están aquí se casarán y serán madres. No queremos dañar su personalidad femenina de ninguna manera”.
Es interesante una cosa. Durante la investigación de Tiger y Shepher ocurrió la cuarta guerra entre Israel y los países árabes limítrofes y el propio Shepher fue llamado a filas durante unas semanas pero el resto de la guerra pudieron investigar lo que ocurría con la división del trabajo. Aproximadamente el 45% de los hombres de los kibutz tuvieron que ir a la guerra. Los autores estudiaron seis kibutz y sólo en dos de ellos la participación de las mujeres en “trabajos masculinos” aumentó. En uno de ellos del 31,5% al 40% y en otro del 23 al 28%. Cuando volvieron los hombres, las pocas mujeres que habían ocupado “puestos de hombre” volvieron a su trabajo normal rápidamente.
Las explicaciones propuestas para estos sorprendentes resultados son:
1- El periodo de emergencia fue breve
2- no fue posible disminuir el trabajo con los niños para poder ocuparse del trabajo exterior.
3- La excepcional carga que cayó sobre la madres al faltar los maridos impidió que se ajustaran al trabajo de producción
4- La polarización del trabajo es tan profunda que las mujeres, especialmente las jóvenes, ya no están preparadas para trabajar en producción
Los autores se inclinan por la cuarta propuesta.
Como la entrada ya es demasiado larga continuaré en otra entrada con uno de los aspectos más interesantes de la evolución del rol de las mujeres en el kibutz que es el relacionado con la vida familiar y la maternidad. Posteriormente dedicaré otra entrada a las conclusiones y discusión de las posibles explicaciones de la brecha entre lo que fue la utopia, la ideología y los sueños de los fundadores de los kibutz y la realidad.
@pitiklinov
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