The difference in mind between man and the higher animals,
great as it is,
is one of degree and not of kind
-Charles Darwin
(Las diferencias mentales entre el hombre y los animales superiores,
aunque grandes, son diferencias de grado, no de clase)
En Occidente tenemos una larga tradición de ver al hombre como distinto de los animales. Los animales van por un lado y nosotros por otro. El gran filósofo Descartes declaraba que nosotros tenemos almas y que los animales son máquinas. Esto, dicho de paso nos plantearía el problema de que si descendemos de autómatas cómo es que no somos autómatas nosotros mismos...¿cómo llegamos a ser diferentes?
Pero es que no creemos que descendamos de los animales, de los primates en particular. Darwin y la Ciencia así lo han demostrado, pero no está asumido, interiorizado todavía, en nuestra cultura. Y para muestra un botón. El otro día estuve viendo Prometheus, la precuela de Alien y en esta película se plantea que fuimos creados por una civilización de otro planeta con la que nuestro ADN encaja perfectamente. Da igual que compartamos 2057 genes con la mosca de la fruta o 2031 con los gusanos nematodos o prácticamente el 99% del genoma con los chimpancés...nosotros queremos descender de arriba...del espacio...de Dios
El origen de este dualismo es religioso. La religión católica ordena el mundo de forma vertical entre el cielo y la tierra y formas más “elevadas o altas” de vida y formas más “bajas”, y a nosotros nos gusta colocarnos por arriba, cerca de los dioses. Este pensamiento ha permeado todas las ciencias sociales y las humanidades, hace tiempo que teóricamente hemos dejado de ser religiosos, pero en la práctica nuestra mentalidad religiosa mantiene su buena salud en el subconsciente. Vivimos una especie de esquizofrenia donde la ciencia nos dice que somos uno con la Naturaleza y la religión que estamos aparte.
De Waal propone que el origen de este dualismo es la religión pero no todas las religiones, procede de religiones que surgieron sin contacto con animales que se nos parecieran. Con monos por todos los rincones, ninguna cultura selvática ha producido nunca una religión que coloque a las personas fuera de la naturaleza. Tampoco las religiones orientales ( rodeadas de primates nativos en la India, China y Japón) trazan una línea entre los seres humanos y el resto de los animales. La reencarnación adopta muchas formas: un hombre puede convertirse en pez, y un pez puede convertirse en Dios. Los dioses simios, como Hanuman, son corrientes. Por eso tampoco sorprende que los estudios que demostraronla existencia de cultura en primates- de conductas e informaciones aprendidas de otros congéneres, que no son instintivas o innatas- vinieran de Japón. Sólo las religiones judeocristianas colocan al ser humano en un pedestal, convirtiéndolo en la única especie que tiene alma. No es difícil ver cómo se les pudo ocurrir esta idea a los nómadas del desierto. Sin animales en los que se vieran reflejados, la convicción de que estamos solos surgió de manera natural. Se veían a sí mismos como seres creados a imagen y semejanza de Dios, y como la única vida inteligente en la Tierra.
La reacción de los occidentales cuando al fin tuvieron ocasión de ver primates en los zoos en la época victoriana es sumamente reveladora. En 1835 llegó al zoo de Londres un chimpancé macho, al que vistieron de marinero. Le siguió una hembra de orangután, a la que vistieron de mujer. La propia reina Victoria fue a verlos y quedó horrorizada, describió a los antropoides como “siniestros, además de penosa y desagradablemente humanos”. Todavía mucha gente los encuentra repulsivos y lo más probable es que eso sea porque nos están diciendo algo que no queremos oír. Darwin estuvo viendo también a esa orangután hembra, Jenny, y le impresionó profundamente. Le asombró cómo interactuaba con su cuidador y admiró lo juguetona que era y su inteligencia. Le pareció que sus emociones eran similares a las de un niño y desde entonces Darwin estudiaba a los niños, incluidos los suyos propios, como si fuera un primatólogo haciendo comparaciones.
Juan Medrano sugiere que son las manos en concreto, una de las características que más les acerca a nosotros. Cuando uno ve a los primates utilizar las manos como por ejemplo hace el orangután de este video no puede evitar percibir una gran similitud.
Este dualismo religioso del que hablamos lo heredó la filosofía al fundirse con la teología, y las ciencias sociales lo heredaron de su procedencia filosófica. Después de todo, Psicología viene de Psykhe, la diosa griega del alma. Darwin dijo en el Origen de las Especies: “La Psicología se basará seguramente sobre los cimientos de la necesaria adquisición gradual de cada una de las facultades y aptitudes mentales”, pero ni psicólogos ni psiquiatras se han dado todavía por aludidos ( un caso extremo es el de los psicólogos conductistas clásicos para los que los animales eran -en la mejor tradición cartesiana- puras máquinas estímulo-respuesta). Y los filósofos tampoco introducen en sus disquisiciones sobre la moral o la conciencia, por citar ejemplos, esta dimensión filogenética.
Este mensaje de Darwin de que entre nosotros y el resto de formas de vida hay una continuidad, no solo corporal, sino también mental sigue resultando difícil, muy difícil de aceptar.