El libre albedrío es uno de esos problemas formidables, como el de la conciencia , o el del yo, sobre el que sería pretencioso suponer que uno puede aportar soluciones. Yo quería en esta entrada complicar más todavía el planteamiento del problema, añadir más leña al fuego, y plantear a los que tengáis una hipótesis sobre este asunto, o estéis pensando en ello, que tenéis que incluir a los animales -especialmente a los más similares a nosotros, los primates- en la ecuación.
De Waal cuenta en Primates and Philosophers que en el parque de investigación de primates de Yerkes Field Station hay una chimpancé llamada Georgia que cuando llegan los visitantes va a todo correr a la fuente y se llena la boca de agua. Luego se mezcla con el resto de chimpancés disimulando y ni el observador más agudo sería capaz de notar nada raro. Si hace falta, Georgia es capaz de esperar minutos con los labios cerrados hasta que lleguen los turistas. Luego vienen las risas, carreras y caídas cuando les riega con el agua. Existen ejemplos de anécdotas o casos similares.
De Waal ha sido ,y es, muy criticado por antropomorfizar, por atribuir a los animales cualidades humanas, aunque el tiempo le está dando la razón. En este caso, los críticos dirían: “Georgia no tiene plan; Georgia no sabe que está engañando a la gente; Georgia ha hecho unos aprendizajes, simplemente aprende más rápido que una rata”. Es decir, en vez de buscar las razones de la conducta de Georgia dentro de ella misma, y atribuir intenciones a Georgia, proponen buscar el origen de sus actos en el ambiente y en la manera en que este modela su conducta. Georgia no es el diseñador de su ceremonia de bienvenida. ¡Georgia es inocente!
Pero De Waal se plantea que por qué zanjar la cuestión tan fácilmente. ¿Por qué cualquier ser humano que se comportara de esta manera sería reprendido, considerado responsable o, si la cosa fuera más grave, arrestado incluso, mientras que un animal, incluso de una especie tan cercana a la nuestra, es considerado un mero instrumento pasivo de unas contingencias de estímulo-respuesta? Dado que la ausencia de intencionalidad es difícil de probar, así como lo es su presencia, y dado que no se ha probado nunca que los animales difieran de los humanos en este punto, es difícil ver la base científica de estas suposiciones tan contrastadas. Seguramente, el origen de este dualismo hay que buscarlo, dice de Waal, parcialmente al menos, fuera de la ciencia, es decir, en la religión.
Y dejamos ahí la cuestión. Mi impresión es que si nosotros tenemos libre albedrío, entonces Georgia también, y que si Georgia no tiene libre albedrío, entonces nosotros tampoco.
La de la foto es Georgia, por si verle la cara os ayuda a tomar una decisión ( tiene una cara de pilla...)
2 comentarios:
Buen artículo! El libre albedrío no existe por más que nos ilusione tenerlo. Eso se puede demostrar por medio de la filosofía, matemáticas, física, biología, psicología o neurología. Además, la moral no necesita del libre albedrío, pues sigue siendo útil en el determinismo o el azar (indeterminismo). Así pués, la discusión se debería centrar en cómo debemos vivir sin libre albedrío, cómo podemos ser felices sin libertad. Todo eso es lo que analizo en mi libro: "Cómo vivir feliz sin libre albedrío" al que podéis acceder gratuitamente en http://librealbedrio.info
Ya me he bajado tu libro aunque tardaré todavía un tiempo en leerlo
Ya te dejaré un comentario en tu web cuando lo haga
Publicar un comentario