domingo, 26 de octubre de 2014

El error del neuroreduccionismo

Neuroreduccionismo es la tendencia a reducir fenómenos mentales complejos a estados cerebrales, confundiendo una correlación con una causalidad física. En el artículo que voy a comentar, Savulescu y Earp hacen algunas precisiones con respecto al neuroreduccionismo que merece la pena tener en cuenta. Hablan de temas relacionados con el sexo y el amor pero la idea central se puede aplicar a cualquier otro asunto y debemos tenerla presente cuando leamos ciertas noticias científicas en los periódicos o determinados artículos.

Ellos comentan en concreto un estudio sobre el llamado Trastorno por deseo sexual hipoactivo (TDSH), en el que se comparan mujeres con este problema con un grupo control mientras ven vídeos eróticos intercalados en la programación televisiva normal. Las mujeres sin TDSH muestran un aumento de la activación en la corteza insular mientras que en las mujeres con TDSH no ocurre lo mismo. La conclusión  del autor del estudio es que “identificar cambios fisiólogicos es evidencia de que se trata de un verdadero trastorno y no de una construcción social” 

El problema con este planteamiento es que encontrar diferencias de actividad cerebral no nos dice absolutamente nada acerca de la causa de esas diferencias. Lo único que estamos diciendo es que los cerebros de mujeres con bajo deseo sexual son diferentes a los de mujeres con mayor deseo sexual, porque… ¡tienen diferentes deseos sexuales! Se trata del eterno problema de que correlación no implica causalidad. Imaginemos ahora que examinamos a personas que están aburridas y personas que no lo están. Seguro que el patrón cerebral de unas y otras será diferente pero no podemos asumir que la flecha de causalidad va siempre del “cerebro” a la “mente”. No estoy aburrido porque tengo un patrón cerebral determinado, estoy aburrido porque no se me ocurre o no tengo nada que hacer y eso se traduce en un determinado patrón de actividad cerebral.

La flecha de causalidad puede ir tanto de "cerebro" a "mente" como de mente a cerebro. En este post anterior sobre estatus y serotonina comentaba unos trabajos en monos en los que la serotonina del macho alfa disminuye cuando no recibe las muestras de sumisión de los inferiores. Que tus inferiores no te miren cambia tu biología. Por supuesto, hay también ejemplos en los que la biología cambia claramente la mente y la conducta. Un caso muy claro es el de un profesor de 40 años que desarrolló pedofilia por un tumor cerebral, pedofilia que desapareció al extirpar el cáncer y reapareció al recidivar el mismo al de un año. También en los estudios en monos que acabo de mencionar aquellos a los que se les administraba fluoxetina tenían más probabilidades de llegar a ser machos alfa.

Todo lo que hacemos cambia nuestro cerebro: abrir los ojos, ver algo, oler algo, leer este post, o tener un pensamiento. El cerebro cambia continuamente. Todo lo que experimentamos desde enamorarnos a tener dolor de estómago implica un determinado patrón de actividad neuronal. Lo que explica las diferencias entre gente con diferentes estados mentales puede ser genético, neuroquímico, ambiental o social, o una mezcla de todo lo anterior. Para buscar la causa se necesita experimentos donde manipulemos esas variables en un grupo y comparar los resultados. Poner en un trabajo unas fotos en colores de Resonancia Magnética funcional, o la prueba que sea, será muy bonito pero no es suficiente. 

@pitikliinov

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miércoles, 22 de octubre de 2014

Dormir en dos tiempos

En su libro At Days Close. A history of nighttime, A. Roger Ekirch realiza un estudio en profundidad de todos los aspectos de la vida durante la noche en la Europa preindustrial, la mitad olvidada de la existencia humana. El libro abarca desde el final de la Edad Media hasta el comienzo del siglo XIX, aunque se centra sobre todo en el período 1500-1750. Las fuentes que ha utilizado son muy variadas pero las principales son documentos personales de la gente normal y corriente: cartas, relatos de viajes, diarios, pero también autobiografías, disposiciones legales, poesías, obras de teatro, novelas, baladas, dichos populares o sermones religiosos. También ha revisado obras más serias de la Medicina, la Filosofía o la Antropología.

Hay curiosidades como la costumbre de las familias pobres, entre campesinos sobre todo, de dormir juntos toda la familia en la misma cama, incluidos los invitados. Esto no generaba insatisfacción sino que era un momento de cohesión familiar y de unión. Eso sí, había un orden establecido a la hora de repartirse el colchón. Un observador de primeros del siglo XIX en Irlanda  hablaba de una familia irlandesa donde la hija mayor se colocaba en el lugar más alejado de la puerta y las demás hermanas después por orden; a continuación la madre el padre, los hijos, y por último los extraños o invitados si los había. Los hombres se solían poner en el lado más cercano a la puerta y las mujeres solían aislarse o quedar protegidas en el extremo más lejano. Un tal Jaques-Louis Menétra cuenta cómo durmió una noche con un matrimonio él a un lado, el marido en el medio y la mujer al otro extremo. Si a esto añadimos que muchas veces se metía a los animales de la granja con los humanos para dar calor (y que éstos no son muy educados a la hora de evacuar sus excrementos), nos resulta un panorama muy poco atractivo para nuestros estómagos actuales.

Pero una cosa interesante que Ekirch encuentra, aunque no ha atraído el interés de los historiadores y ha sido poco estudiada, es que en la Europa preindustrial era habitual dividir el sueño en dos partes unidas por un periodo en el que los sujetos estaban despiertos y realizaban diferentes actividades ( fumar tabaco, sexo…).Este periodo solía ser de una hora o incluso más. En muchos idiomas existe la expresión primer sueño: “first sleep” o “first snap” , en inglés; “premier sommeil” o “premier somme" en francés; “primo somno” o “concubia nocte" en latín. A la segunda parte se la llamaba “segundo sueño” o “sueño de la mañana”. Las dos mitades de sueño eran aproximadamente de la misma duración pero el momento en que se despertaban era variable. Si se acostaban pronto se podrían levantar hacia medianoche y luego volver a dormir, o si se acostaban muy tarde puede que durmieran de un tirón hasta la mañana.
A. Roger Ekirch

Existen descripciones de este fenómeno en muchas obras literarias, desde The Canterbury Tales hasta en el Liber de Regionibus Sanitatis et informitatis de Ramon Lull. Todos los testimonios coinciden en que despertarse era rutinario y que no era producto de una mala noche o de dormir mal. De hecho, muchos libros médicos aconsejaban, para facilitar la digestión, dormir el primer sueño sobre el lado derecho y el segundo sobre el izquierdo. La división temporal “primer sueño” era algo corriente hasta finales del siglo XVIII.

En cuanto a la explicación, se podría considerar una reliquia cultural con raíces en la experiencia cristiana. San Benedicto, en el siglo VI obligaba a sus monjes a despertarse después de la medianoche y rezar salmos y oraciones. Esta costumbre se extendió a otros monasterios y en la Alta Edad Media la Iglesia animaba a rezar a Dios durante la noche. Pero ésta no puede ser la explicación por varias razones. Por un lado, hay testimonios del primer sueño anteriores a la cristiandad, en autores griegos y romanos (Pausanías, Plutarco, Virgilio…). Por otro lado, culturas no occidentales que nada tienen que ver con el cristianismo exhiben un patrón de sueño similar. En África los antropólogos han encontrado esta costumbre en pueblos como los Tiv, Chagga o G/wi. Los Tiv, en concreto, tienen también las expresiones “primer sueño” y “segundo sueño”.

Por todo ello hay razones para pensar que el sueño fragmentado es el patrón natural del sueño humano en condiciones de oscuridad. El Dr. Thomas Wehr ha intentado recrear las condiciones del sueño “prehistórico” en el laboratorio y ha encontrado (privando a los sujetos de luz artificial durante semanas) que llegaban a presentar un patrón de sueño fragmentado. En estos experimentos sin luz artificial los sujetos llegaban a estar 14 horas en la cama con el siguiente ritmo: 2 horas despiertos hasta dormirse, 4 horas durmiendo, 2-3 horas despiertos y por fin otro periodo de 4 horas de sueño. Es importantes señalar que el periodo de despertar era relajado y tranquilo, sin angustia por no dormir y se acompaña de elevaciones de prolactina.

No nos damos cuenta del enorme impacto que ha tenido en nuestras vidas, y en nuestro sueño, la luz. Como dice el cronobiólogo Charles A. Czeisler: “cada vez que encendemos una luz estamos, sin ser conscientes de ello, tomando un fármaco que afecta cómo dormimos”, con cambios en el nivel de prolactina, temperatura corporal y demás. El sueño fragmentado de las sociedades preindustriales y de culturas primitivas no occidentales está relacionado con la ausencia de luz artificial, que es nuestro estado natural. El tiempo no vuelve hacia atrás pero si un día te despiertas al de 4 horas de acostarte y no te puedes volver a dormir igual te tranquiliza conocer estas cosas.

@pitiklinov

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domingo, 12 de octubre de 2014

Los experimentos de Milgram y Zimbardo, a revisión

Los experimentos de Milgram son tan conocidos que no necesitan presentación. Junto con los experimentos de Solomon Asch y el de la cárcel de Stanford de Philip Zimbardo está entre los clásicos de la Psicología Social. Los resultados de todos ellos fueron tan impactantes que están en todos los libros de texto de Psicología, por lo menos por ahora, porque hay una tendencia en los últimos años a criticarlos y cuestionar su validez. 

Aquí tenéis una crítica del de Stanford de Zimbardo, realizada por Peter Gray, un profesor de Psicología autor de un libro de texto, donde explica las razones para no haber incluido el experimento en su libro de texto. Básicamente, argumenta que Zimbardo indujo y provocó los comportamientos de los estudiantes. Con respecto a los experimentos de Milgram, la crítica principal proviene de una autora, Gina Perry, que ha publicado un libro titulado Behind the shock machine: The untold story of the notorious Milgram Psychology experiments. Podéis leer un artículo resumiendo su posición aquí. Otra evaluación crítica de los experimentos de Milgram la podéis leer aquí y la revista Aeon acaba de sacar un estupendo artículo (como la mayoría de los suyos) sobre los experimentos.

No me cabe duda de que unos experimentos tan antiguos como estos (éticamente imposibles de repetir hoy en día) tienen todos los problemas metodológicos del mundo pero sospecho que las críticas a los mismos no son solo técnicas y académicas sino que el fondo de este revisionismo es negarse a aceptar la visión de la naturaleza humana que estos experimentos nos muestran. Según ellos, la situación tiene una gran importancia en nuestra conducta, hasta el punto de imponerse sobre nuestros valores internos. Estos experimentos nos dicen que hay un guarda de campo de concentración y un genocida dentro de nosotros y eso es muy difícil de aceptar. Necesitamos una visión más positiva de nosotros mismos y creer que nosotros no actuaríamos así.
Solomon Asch

Hay que tener en cuenta el contexto de estos experimentos. Los tres autores citados, Milgram, Asch y Zimbardo, son de origen judío y en los años posteriores a la II Guerra Mundial había una necesidad de entender lo que había pasado (Dorwin Cartwright dice que el hombre que más ha hecho por la Psicología Social ha sido Adolf Hitler), cómo era posible que los alemanes hubieran seguido a sus líderes hasta el extremo que lo hicieron. Por lo tanto, tenemos que entender estos experimentos como pequeños simulacros de situaciones terribles que habían ocurrido recientemente. 

Es un debate milenario el de si los seres humanos somos buenos o somos malos, si somos egoístas o somos altruistas. Mucha gente prefiere pensar que somos altruistas, colaboradores y dispuestos a hacer el bien. Pero es un debate mal planteado porque parte de la base de que el egoísmo es malo y el altruismo es bueno y si algo nos enseña la historia (y estos experimentos en menor medida) es que la causa de los mayores genocidios y crímenes contra la humanidad no han sido los instintos egoístas sino nuestros instintos grupales, nuestra tendencia a defender al grupo, nuestra colaboración y altruismo para con los miembros de nuestro grupo. El altruismo también puede ser malo. Como dice Ambrosio Garcia Leal, los ideales patrióticos, religiosos o de cualquier otra índole, asociados a la identidad tribal, han sido mucho más destructivos a lo largo de la historia humana que el egoísmo individual. Lo peor de nosotros es el egoísmo grupal.

Y ese egoísmo grupal se basa en la obediencia, el conformismo, la lealtad al grupo, etc., cuestiones que pretendían estudiar los autores citados. Es relativamente fácil luchar contra los enemigos pero es mucho más difícil enfrentarse a los “amigos” a los miembros del propio grupo y desobedecer cuando las acciones se presentan como buenas para el grupo (nación, grupo de creyentes…). Es trágico pero las mayores barbaridades cometidas a lo largo de la historia las han cometido personas que creían estar haciendo el bien, el bien para su patria o incluso para toda la humanidad. 
Philip Zimbardo

Sólo un ejemplo de la influencia de esta lealtad al grupo. Cuando los llamados escuadrones de la muerte, los Einsatzgruppen, que ejecutaban judíos en el frente del Este, iban a actuar, los mandos formaban a sus hombres y una vez todos unidos daban la oportunidad de que el que no quisiera ir se saliera de la formación. Desgraciadamente, eran muy pocos los que se salían. Pero si el planteamiento hubiera sido al revés, si los mandos hubieran pedido que los que quisieran formar parte del escuadrón se apuntaran y formaran habría sido más fácil negarse. Tal como lo hacían era muy diferente abandonar a tus compañeros, criticar implícitamente lo que iban a hacer y ser un traidor a los tuyos que sumarte voluntariamente a una ejecución.

Después de la II Guerra Mundial hemos vivido más guerras y genocidios, en Vietnam (matanza de My Lai), en la antigua Yugoslavia, en Ruanda…, hemos visto lo que ha ocurrido en la prisión de Abu Ghraib, por citar solo algunos ejemplos, y mi impresión es que Milgram y Zimbardo tienen razón. Aunque fuera cierto lo que dice Gina Perry de que el 60% de los sujetos de los estudios de Milgram desobedecieron, el dato me sigue pareciendo terrible. No tenemos que dejar que los árboles nos impidan ver el bosque. Estamos hablando de una autoridad que es simplemente un psicólogo con bata y de unos sujetos experimentales que no se juegan nada (creo que 4 $ dólares y pico que no queda claro si los cobraban en cualquier caso). Imaginaos ahora que estamos en tiempos de guerra y que el que da las órdenes es un mando de las SS (o los representantes de tu gobierno legítimo) y que lo que tú hagas o dejes de hacer va a influir en la suerte de tu familia y de tu nación. Yo personalmente no tengo mucha duda de lo que la mayoría de la gente haría.

Coda: Comento esto al final porque es muy especulativo y os puede parecer llevar las cosas demasiado lejos. Los que leéis este blog me habréis oído hacer referencia a la idea de Jonathan Haidt de que el ser humano tiene un interruptor que nos permite funcionar en modo chimpancé (individual, egoísta)  y en modo abeja (como un eslabón de algo más grande, de un grupo o de una colmena). La última vez que lo he comentado ha sido al hablar del suicidio masivo de los fieles del Templo del Pueblo en la Guyana. Pues bien, Milgram explicaba la obediencia de sus sujetos con la expresión de que los sujetos pasaban al modo “agencia” en el que ellos sentían que no tenían ninguna responsabilidad porque cumplían órdenes de una autoridad. No deja de sorprenderme el parecido con el interruptor de Haidt. 

Y también es interesante en este sentido plantearnos si ese modo abeja supone en realidad funcionar como un superorganismo, como un hormiguero, una colmena o como lo hacen las termitas. En su libro El Azar Creador Ambrosio Garcia Leal comenta una charla con Lynn Margulis en una cena (Garcia Leal ha traducido algunos de sus libros) en la que Margulis comentaba la posibilidad de que en un futuro la humanidad pudiera llegar a convertirse en un superorganismo. Garcia Leal le dijo a Margulis entonces que eso le parecía muy improbable pero sin embargo dice que ahora no está tan seguro (por ejemplo empieza a ver parecidos entre Internet y un sistema nervioso rudimentario de una “superhumanidad”). Si nos fijamos en el caso del suicidio de la Guyana del Templo del Pueblo vemos a los creyentes como si fueran un hormiguero actuando de forma conjunta, un grupo en el que han desparecido los intereses individuales y el individuo queda sumergido en la colectividad. Esta sensación de estar viendo un hormiguero es todavía mayor al observar los desfiles de los nazis en esas impresionantes imágenes históricas en blanco y negro. En definitiva, más vale que tengamos cuidado con ese modo “agente” o “abeja”.

@pitiklinov



sábado, 11 de octubre de 2014

Agricultura y Personalidad

(Publicado originalmente en La Nueva Ilustración Evolucionista el 12-07-2014)


Si tus ancestros fueron agricultores durante mucho tiempo, desciendes de gente que decidió que era mejor vivir de rodillas que morir de pie.
-Gregory Cochran y Henry Harperding

Hay quien cree que la evolución humana se detuvo hace mucho tiempo, unos 50.000 años, por poner un a fecha, antes de que el humano moderno saliera de Africa, y que todo lo que ha venido después ha sido evolución cultural exclusivamente. Uno de ellos, Stephen Jay Gould escribió: “No han ocurrido cambios biológicos en los humanos en 40.000 o 50.000 años. Todo lo que llamamos cultura y civilización fue construido con el mismo cuerpo y el mismo cerebro”. Sin embargo, Gregory Cochran y Henry Harpending, en su libro The 10.000 year explosión, plantean no sólo que el cambio genético ha continuado, y continúa actualmente, sino que se ha acelerado. Según ellos la evolución ha ido 100 veces más rápida en los últimos 10.000 años que en los 6 millones de años previos.

Una de las presiones evolutivas que más ha actuado sobre nuestro genoma es la agricultura. Ya hemos hablado aquí de los cambios que supuso la agricultura, no todos ellos positivos ( aumento de infecciones y cambios en la nutrición que llevaron a la posibilidad de hambrunas). Estas presiones han llevado a cambios en nuestro sistema inmune para combatir esas infecciones y a cambios metabólicos para la adaptación a las nuevas dietas ( el ejemplo estrella, la tolerancia a la lactosa). Pero Cochran y Harpending proponen que la agricultura produjo también cambios psicológicos y cognitivos.

Pero antes de hablar de esos cambios recordar que la agricultura propició la aparición de diferencias de clase, acumulación de riquezas y la aparición de unas élites, entendiendo élites como aquella gente que vive del trabajo productivo de otros. Aparecieron también sistemas de gobierno más sofisticados y una jerarquía más marcada mientras que, antes, las sociedades de cazadores recolectores eran más igualitarias. Los agricultores no podían abandonar sus granjas y marcharse a otro sitio con tanta facilidad, así que tuvieron que someterse a la autoridad. La personalidad de mente más independiente del cazador recolector se quedó anticuada. Las personas agresivas y combativas habrían sufrido una reducción de su éxito reproductivo. Al haber estados más fuertes, ser agresivo no compensaba porque la ley y el orden no hacían necesario combatir para autodefenderse.

Gregory Cochran
Lo mismo que un granjero no se beneficia de que uno de sus toros mate a otro, las élites gobernantes tampoco se benefician de que un granjero mate a otro y así ellos se queden sin su gallina de los huevos de oro, sin un productor de su riqueza. Por lo tanto, las élites habrían domesticado a la gran masa de agricultores y la frecuencia de los alelos que favorezcan la agresividad se habría reducido. Selección para sumisión a la autoridad suena muy parecido a domesticación. Hemos comentado aquí las ideas de Bruce Hood sobre que somos una especie autodomesticada, y en ello coinciden Cochran y Harpending, quienes nos recuerdan también la disminución del cerebro humano, los experimentos de Belayaev, etc., de los que habla Bruce. Cochran y Harpending propone que las élites jugarían en la domesticación humana el papel que los granjeros juegan en la domesticación de los animales y plantas (también hemos hablado aquí de que siempre nos olvidamos de la selección social).

Si esta tesis de Cochran y Harpending fuera cierta, una predicción que se deduce de ella es que pueblos que no hayan experimentado una larga tradición agricultora se someterían con más dificultad y serían más “independientes” y “rebeldes”. En cualquier caso, ambos autores insisten en que  la agricultura selecciona unos valores que sólo podemos llamar burgueses, valores que hacen que un hombre sea exitoso, pero no precisamente muy interesante. Uno de estos rasgos seleccionados por la agricultura sería la capacidad de diferir la gratificación por largos periodos de tiempo. Esto es una necesidad práctica de la agricultura y ganadería ya que hay que  guardar una parte de la cosecha y un cierto número del ganado para criar luego y para la cosecha siguiente. Los cazadores recolectores no tienen esa tradición de autonegarse. Cuando se ha intentado enseñar a los Bushmen a ser ganaderos la experiencia ha acabado prematuramente cuando se han  comido todas sus cabras. Los cazadores recolectores vivían al día y no estaban tan obsesionados por el mañana. Tendrían que reprimirse en otras cosas, por supuesto, pero probablemente el futuro ocupaba menos lugar en sus mentes que en las de los agricultores. Por lo tanto, se necesita un cierto tipo de personalidad: paciencia, autocontrol, pensar a largo plazo y diferir la satisfacción inmediata…para ser agricultor, y la selección natural habría hecho que esas personalidades fueran más comunes entre gente dedicada a la agricultura.

Henry Harpending
La agricultura condujo también al nacimiento de la propiedad. Entre cazadores recolectores existió probablemente el hecho de que una tribu reclamara un territorio como propio para la caza frente a tribus rivales, pero no existía la propiedad individual de la tierra, ni prácticamente de ningún objeto porque no se podían acumular bienes y era muy poco lo que se podía llevar encima. Tampoco eran egoístas a la hora de compartir comida, sólo tenéis que intentar comer una jirafa antes de que se pudra,  aunque la mujer y los hijos ayuden y lo intenten  con todas sus fuerzas, es imposible, así que compartirla era mucho más efectivo, no compensaba ser egoísta. Los granjeros, por contra no podían compartir sus semillas o sus vacas. 

Una vez que apareció la propiedad privada, la pereza también disminuiría. Trabajar duro recompensaba al producir más bienes para alimentar mejor a los hijos y familiares. Y así comprar más tierra y acumular más recursos.  Los cazadores recolectores no podían hacer eso. Así que una vez que llenaban sus estómagos no trabajaban más, se dedicaban a cotillear, cantar, y hacer el vago. Cuando la ley y el orden llevó a un aumento de la densidad humana, los agricultores tenían que trabajar cada vez más duro para sobrevivir. La selección natural favoreció a la gente ( rara entonces) a la que le gustaba trabajar aunque hubiera suficiente para comer. Probablemente de aquí venga nuestra obsesión por trabajar cada vez más para vivir totalmente estresados.

En resumen, la hipótesis de Cochran y Harpending es que, a lo largo del tiempo, todas estas conductas propias de hormigas, que no eran confortables para los cazadores recolectores, aumentaron en frecuencia y personalidades egoístas, trabajadoras, autonegadoras y dóciles se extendieron en la población. Se inició así un camino por el que seguimos avanzando en la actualidad.

@pitiklinov

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martes, 7 de octubre de 2014

Evolución de la Negación de la Realidad (Segunda Parte)

(Publicado originalmente en la Nueva Ilustración Evolucionista el 23-06-2014)

La especie humana no puede soportar demasiada realidad
-T. S. Eliot

Ajit Varki
En la entrada anterior hablábamos de la gestación del libro Denial, de Varki y Brower, y adelantaba su tesis principal, que paso a desarrollar en este post. 

Una característica principal de la especie humana es su capacidad para ponerse en el lugar del otro, la Teoría de la Mente, y entender así sus acciones, incluso imitarlas, si queremos. Algunas otras especies sociales (delfines, primates, elefantes, algunos pájaros…) muestran elevados niveles de inteligencia y también un cierto grado de autoconocimiento, como demuestran por ejemplo en el test del espejo, de Gallup. A pesar de tales capacidades, ninguna de estas especies ha llegado a desarrollar una Teoría de la Mente completa (se discute el grado de Teoría de la Mente de estos animales pero, sin duda, es más rudimentaria que la del ser humano) que llegue al grado de entender que los otros son conscientes de ellos mismos. Sin Teoría de la Mente, muchos de los logros del ser humano no habrían sido posibles. Por lo tanto, la pregunta es: ¿Por qué sólo los seres humanos han sido capaces de desarrollar esa habilidad tan poderosa mientras que otras especies con autoconocimiento no lo han conseguido?

Habría dos posibles respuestas. La primera posibilidad es que los mecanismos neurales necesarios sean muy raros, una extraña combinación  de cambios celulares y moleculares, que sólo ocurrieron una vez, en nuestra especie. Según esta visión, una Teoría de la Mente que sirve para leer la mente de los otros es algo muy bueno y la selección natural habría actuado sobre la rudimentaria Teoría de la Mente para desarrollarla a tope. Esta es la teoría más popular, aunque no se ha encontrado mecanismo alguno que nos diferencie de nuestros primos cercanos. La segunda posibilidad, la que proponen Varki y Brower, es que la adquisición inicial de Teoría de la Mente tenía en realidad consecuencias negativas para el individuo. Por lo tanto la capacidad de mantener y propagar esta habilidad dentro de la especie habría sido repetidamente bloqueada a lo largo de la evolución: existiría una barrera evolutiva psicológica, que sólo los seres humanos fueron capaces de saltar (fijaos que en la teoría alternativa la barrera no es biológica sino psicológica).
Danny Brower

Suponiendo que aceptemos el planteamiento hasta aquí, ¿cuál sería esa barrera psicológica? Un individuo de una especie que consiguiera una Teoría de la Mente completa por primera vez entendería que los demás son personas como él, y sus intenciones y deseos. Esto, a primera vista, parece un atributo muy positivo, con ventajas incluso para manipular la mente de los demás. Correcto. Pero, a la vez, presenciar la muerte de un individuo de nuestra especie llevaría a alguien con Teoría de la Mente completa a ser consciente de su propia mortalidad y del riesgo de muerte (mortality salience). Dada la existencia en los mamíferos de mecanismos reflejos para reaccionar ante el riesgo de muerte, el conocimiento de la propia mortalidad induciría un grado extremo de miedo a la muerte. Un humano actual puede manejar esos miedos por medio de la racionalización y calibrando el riesgo. Pero los primeros individuos que entendieran la mortalidad no serían capaces de racionalizar ese miedo porque no existiría un conocimiento previo en el que apoyarse, y porque no había otros individuos con los que consolarse hablando de ese riesgo (estamos hablando de los primeros seres en darse cuenta de su propia mortalidad…). Aparecería un gran miedo y ansiedad, e incluso, tal vez, depresión e ideas suicidas. 

En ese estado, el individuo conocedor de su propia mortalidad (tanatofóbico) se dedicaría, probablemente, a evitar los riesgos potenciales de muerte, incluyendo los relacionados con la competición por recursos y parejas. En otras palabras, la supervivencia personal del individuo tomaría prioridad sobre otras conductas que típicamente aseguran la supervivencia de la especie. Por lo tanto, este individuo sería menos capaz de tener éxito en esta competición y pasar sus genes a la siguiente generación, es decir, existiría una selección negativa al principio (y no positiva) de esta capacidad de tener Teoría de la Mente. Vamos a ver esto con más detenimiento por medio de un experimento mental.

Imagínate que eres un joven león. Como otros jóvenes leones adultos, te sientes muy frustrado porque el macho veterano de gran melena se queda con todas las leonas de la manada y, si quieres conseguir algo de acción, tienes que hacerlo a escondidas cuando él no esté mirando, lo cual ocurre muy rara vez. Si quieres reproducirte vas a tener que desafiar al macho dominante. Aunque la mayoría de especies han desarrollado rituales estereotipados de combate, que evolucionaron para seleccionar al mejor macho limitando el daño a los otros, existe un riesgo real de muerte o de resultar gravemente herido. ¿Qué harías? Si fueras un macho inconsciente, que sigue los dictados de la selección natural,  pelearías, tu fitness, las posibilidades de éxito reproductivo, se dispararían si ganas. Pero si eres ese raro león que acaba de desarrollar  una Teoría de la Mente completa y tiene miedo a su propia muerte, te darías cuenta de que, si mueres, se acabó la historia, sería fabuloso tener hijos, pero, si fracasas, dejas de existir. Desde un punto de vista racional sería una locura morir para transmitir tus genes. Tras descubrir la muerte, sería más racional evitar el riesgo de muerte aumentando así las posibilidades de supervivencia personal. La vida nos coloca a veces en situaciones donde la fitness choca con la supervivencia. Un animal conocedor de la muerte que piense, escogerá supervivencia. La selección natural  escoge éxito reproductivo por encima de riesgo personal. Ser más “inteligente” aquí supondría una desventaja con respecto a los menos “listos”, que no piensan en la mortalidad. El conocedor de la muerte pondría evitar la muerte por encima de las oportunidades para reproducirse, y no pasaría sus genes de forma tan efectiva.

Unido a lo anterior, para que el conocimiento de la propia muerte se extendiera, sería necesario que más de un individuo de ambos sexos desarrollara esa capacidad al mismo tiempo, para que la característica se extendiera y estabilizara en una población. Según Varki y Brower, lo más probable es que estos episodios de aparición y desaparición de Teoría de la Mente y conciencia de la muerte hayan existido en muchas especies en los últimos millones de años hasta que los humanos rompieron la barrera. ¿Y cómo lo hicieron?

La solución sería que estos individuos con Teoría de la Mente completa desarrollaran simultáneamente la capacidad de negar la mortalidad y el riesgo de muerte. Esto requeriría mecanismos neurales que disminuyeran el miedo resultante al conocimiento de la propia muerte. Sin embargo, la aparición de un mecanismo neural específico para suprimir exclusivamente el miedo a la muerte sería muy difícil. Sería mucho más probable desarrollar un mecanismo más general  de negar la realidad (que incluyera el riesgo de muerte). Aunque no explican con detalle la base neurobiológica, dicen que desarrollar tal mecanismo neural no sería muy difícil y se puede conseguir por alteraciones de las vías de las respuestas clásicas de miedo, las que conectan corteza prefrontal y amígdala, que son las mismas vías que Tali Sharot utiliza para explicar el sesgo optimista de nuestra especie.

Es decir, tanto la Teoría de la Mente completa, como la negación de la realidad serían cualidades negativas por sí mismas, de forma aislada…pero la combinación de ambas tendría un efecto positivo: dos cosas negativas se cancelarían la una a la otra y darían un resultado final positivo. Una vez que esta combinación se extendiera en la población, podríamos obtener todos los beneficios de la Teoría de la Mente sin sus pegas. La negación de la realidad permitiría la aparición del optimismo y la confianza en uno mismo, que en un grado razonable son beneficiosos para el individuo y la especie. Según la hipótesis de estos autores, los humanos son la única especie existente con Teoría de la Mente completa que saltó la barrera al adquirir simultáneamente la habilidad mental de negar la realidad.

Para finalizar, dos últimos detalles. Por un lado, que los propios autores reconocen que esta hipótesis no se pude falsificar actualmente, pero es consistente con la información disponible y no hay datos que la contradigan (según ellos). Podría explicar también otras conductas como las conductas de riesgo de los adolescentes ( y adultos), la religiosidad, el sesgo optimista, el realismo depresivo, el suicidio, la angustia existencial, etc. Por otro lado, en cuanto a la fecha en que este salto habría tenido lugar ellos proponen el momento de la aparición de los humanos conductualmente modernos. Como es sabido, el ser humano anatómicamente moderno aparece hace unos 200.000 años, pero durante unos 100.000 años no aparecen las conductas propias del humano moderno. Varki y Brower proponen que este salto ocurrió justo antes de los humanos conductualmente modernos, hace unos 100.000 años.

@pitiklinov

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Evolución de la Negación de la Realidad

(Publicado originalmente en la Nueva Ilustración Evolucionista el 19-06-2014)

La gente muere todos los días, lo que nos hace conscientes de que somos mortales. Sin embargo, vivimos, trabajamos, jugamos, planeamos, etc., como si fuéramos inmortales. ¿Qué es más sorprendente que esto?
-The Mahabharata

Me niego a ser intimidada por la realidad nunca más. Después de todo, ¿qué es la realidad? Nada más que una corazonada colectiva…He hecho algunos estudios, y la realidad es la causa principal de estrés entre aquellos que están en contacto con ella…
-Jane Wagner

Ajit Varki
Una de las características más fascinantes del ser humano es nuestra capacidad para negar la realidad, y de eso trata el libro de Ajit Varki y Danny Brower, Denial. Self Deception, false beliefs, and the origins of the Human Mind. La historia de este libro es muy interesante, ciertamente diferente a lo que suele ser habitual. Ajit Varki es médico interesado en evolución y en una ocasión tuvo una conversación de menos de dos horas con Danny Brower, profesor de Biología Celular, y no se volvieron a ver nunca más. Varki había dado una charla en la Universidad de Arizona el 2 de Abril de 2005, y en la comida posterior se sentó junto con Brower, que era profesor allí. Brower le explicó que deberíamos preguntarnos por qué las habilidades mentales complejas se habían desarrollado sólo en  humanos. Si ser inteligente es tan bueno, ¿por qué somos la única especie que ha tirado por esa vía? El enfoque habitual es que algo especial ocurrió a nuestra especie durante su evolución y que tenemos que encontrar qué fue. Pero Brower enfocaba el asunto de otra manera. Para él, deberíamos preguntarnos qué es lo que estaba frenando la evolución de otras especies hacia una mayor inteligencia, no lo que promueve nuestra evolución en ese sentido. Muchos otros animales (delfines, elefantes, primates, ciertas aves…) tienen ya un nivel notable de inteligencia y autoconocimiento, y ha habido tiempo (millones de años) para que hubieran adquirido mayores habilidades todavía. ¿Por qué no lo han hecho?
Danny Brower

Según Brower, el paso siguiente a tener un conocimiento de uno mismo era tener un conocimiento de los demás, es decir, comprender que los demás también tienen autoconciencia, una mente, intenciones y deseos (Teoría de la Mente). Pero alcanzar una Teoría de la Mente plena implicaría darse cuenta de la muerte de los demás, y por lo tanto ser consciente de la propia mortalidad. Ser consciente de la propia mortalidad nos sumiría en el terror y sería una desventaja evolutiva, minaría nuestra motivación en la lucha por conseguir parejas y dejar copias de nuestros genes. La especie que diera ese paso desaparecería. Pero nosotros hemos pasado esa barrera evolucionista hacia la autoconciencia y Brower defendía que lo hemos podido hacer porque, de forma simultánea, hemos evolucionado mecanismos para negar la realidad y la muerte.

A Varki le impresionó la idea y le fue dando vueltas. Dos años después buscó el e-mail de Brower y le mandó comentarios e ideas, pero se desmoralizó mucho porque Danny no le contestó. Unos meses después localizó su número de teléfono en Internet y le llamó, pero se enteró entonces de que había fallecido en Octubre de 2007 de un aneurisma de aorta. Varki buscó bibliografía a ver si Brower había publicado algo sobre este tema y no encontró nada. Varki creía que la idea debía ser publicada y habló con Philp Campbell, editor jefe de Nature y decidieron que Varki publicara la idea como una carta al director. La carta, Sobre la unicidad humana y la negación de la muerte, apareció en Agosto de 2009 y la tenéis aquí.

Con la conciencia tranquila de haber dado a conocer las ideas de Danny, Varki se dedicó a otras cosas, pero entonces recibió un e-mail de la viuda de Brower, Sharon Brower que le dijo que Danny había estado escribiendo un libro sobre sus ideas y había completado un borrador antes de morir. Sharon se lo mandó y le animó a que acabar la tarea. Y ese es el origen de este libro, en el que Varki fusionó la base de Brower con añadidos y complementos propios.

Y como ya me he extendido bastante contando la gestación del libro, dejaré comentar sus contenidos para más adelante.

@pitiklinov

Referencia

sábado, 4 de octubre de 2014

Psicología Evolucionista del Liderazgo

El fenómeno del liderazgo-seguimiento lo encontramos en muchos animales sociales y también en la especie humana. No existen sociedades humanas sin alguna forma de liderazgo y éste aparece siempre, incluso cuando los grupos se proponen no tener líderes. Los expertos creen que el liderazgo-seguimiento es una conducta humana universal. ¿Cuál es su origen?

Existen básicamente dos teorías sobre el origen evolucionista del liderazgo:

1.- El Liderazgo-seguimiento como subproducto de la Dominancia. Algunos autores piensan que no existen adaptaciones para el liderazgo y el seguimiento, como tales, sino que estas conductas son subproductos de adaptaciones para la dominancia y la sumisión. Según esta teoría, ocupar el lugar de líder o seguidor viene dado por el lugar en la jerarquía. El que está arriba manda y al de abajo no le queda más remedio que seguir. Esta teoría puede servir para explicar el liderazgo en animales donde la dominancia es importante como lobos o gorilas, e incluso muchos líderes humanos son dominantes, pero se piensa que este modelo no explica del todo el fenómeno del liderazgo en humanos. Las jerarquías humanas se construyen muchas veces sobre el prestigio más que sobre la dominancia y muchos objetivos humanos como cazar un gran animal requieren coordinación y colaboración por lo que un sólo individuo no puede dominar al grupo ni monopolizar el resultado de la caza. La literatura psicológica tampoco apoya esta relación de liderazgo y dominancia. A la gente no le gusta ser dirigida por gente muy dominante y esos líderes despiertan sentimientos negativos. Las empresas con líderes dominantes funcionan peor y son abandonadas por más trabajadores. En sociedades de cazadores recolectores existen también mecanismos para parar los pies a individuos demasiado dominantes a los que se castiga con el ostracismo o incluso la muerte. Por tanto, no parece que la gente acepte de buen grado ser fuertemente dominada y que los que quieran mandar tienen que usar otras tácticas para persuadir y atraer seguidores.

2.- El liderazgo-seguimiento como una estrategia para la Coordinación Social. Una teoría evolucionista alternativa es que el liderazgo evolucionó (tanto en humanos como en otras especies) específicamente para resolver problemas de coordinación. En cualquier especie social un número importante de problemas adaptativos gira alrededor del tema de decidir qué hacer cuándo y dónde. El problema de coordinación clásico que da lugar a la emergencia de liderazgo es el del movimiento del grupo. Los animales sociales se mantienen vivos moviéndose en grupo pero ¿cómo deciden los animales cuándo y a dónde moverse? Este problema se resuelve cuando un individuo toma la iniciativa y los demás le siguen. Este tipo de liderato se observa en abejas guppies, hienas, delfines y mandriles. Una regla tan simple como “sigue al individuo que se mueva primero” puede producir algo similar al liderazgo. Si además asumimos diferencias individuales en la probabilidad de moverse primero esto puede producir de forma consistente líderes y seguidores. Pero además del movimiento o de otros problemas como dónde comer o cuándo, en el caso de los humanos el liderazgo sirve a otras funciones como resolución de conflictos entre individuos (también en otros primates), castigo, liderazgo en las guerras, caza y reparto de comida, enseñanza y promover la cohesión social.

Para que una característica o rasgo de personalidad evolucione tiene que estar asociada a unos beneficios. Los beneficios del liderazgo son bastante conocidos: los líderes tienen mejor salud, menor estrés, más estatus, más recursos y más éxito reproductivo. Los líderes tienen de media más hijos y más mujeres, en sociedades tradicionales por lo menos. Los que no están tan claros son los beneficios de los seguidores. Hay que decir que el fenómeno del seguimiento está mucho menos estudiado que el del liderazgo y en este sentido acaba de publicarse un trabajo muy interesante donde se sugiere que los macacos líderes y los seguidores tienen cerebros diferentes. Una ventaja podría ser no tener que realizar ningún esfuerzo por ser líder ( peleas que tienen un coste…) y disfrutar después de lo que consiga el grupo con un buen líder. Una posibilidad planteada por algunos autores es que el liderazgo y el seguimiento hayan sido seleccionados por su contribución al éxito de los grupos además de los individuos (hablaríamos de selección de grupo). En principio dentro de un grupo un seguidor está peor que un líder. Pero si hay competencia con otros grupos, un seguidor dentro de un grupo que tenga un buen líder puede obtener más beneficios que individuos en grupos que no tengan líderes o que tengan malos líderes, ya que estos grupos no conseguirían sus objetivos o lo harían en una menor medida. Es decir, el liderazgo podría ser una adaptación a nivel del grupo que emergió en la evolución humana porque las presiones entre grupos eran mayores que las presiones dentro del grupo. Dicho en términos coloquiales, más vale ser cola de león que cabeza de ratón.

Con respecto a las características que hacen un buen líder se han señalado en diversos estudios las siguientes: autoconfianza, atrevimiento, iniciativa, inteligencia (especialmente la inteligencia social: entender a los demás y manejar las relaciones sociales), extroversión, responsabilidad, fiabilidad, visión, integridad, competencia (habilidad o capacidades técnicas), sacrificio por y dedicación al grupo y generosidad y justicia. Una cosa curiosa que se ha observado en algunos experimentos es que los miembros más habladores del grupo se convierten a veces en los líderes, independientemente de la calidad de lo que dicen y aportan (se conoce como “efecto babble” así que ya sabes, si quieres ser líder habla mucho).

Con respecto a la edad, su relación con el liderazgo es complicada. Cuando  el conocimiento o la experiencia es importante la edad se correlaciona con el liderazgo pero en otras circunstancias, por ejemplo en guerras con otros grupos, entonces se necesita fuerza física y energía y en ese caso el liderazgo lo asume gente más joven. En este sentido es interesante la existencia de jefes para la guerra y jefes para la paz en sociedades como los navajos o los cheyenne. En cuanto al género, el liderazgo masculino es la norma en la mayoría de las sociedades. El estatus se asocia más a éxito reproductivo en los hombres y las mujeres se sienten atraídas por rasgos de dominancia. Así que los hombres suelen tomar los roles de liderazgo. Sin embargo hay que decir que en el mundo moderno cada vez se valoran más cualidades como la capacidad verbal y las capacidades de comunicación , cualidades en las que suelen sobresalir las mujeres. En algunos estudios se ha comprobado que las mujeres tienden a ejercer un estilo de liderazgo más democrático e igualitario y los hombres uno más controlador y autocrático, pero también se ha observado que cuando las mujeres entran en una ocupación tradicionalmente dominada por hombres adoptan un estilo de liderazgo  más controlador y autocrático imitando a los hombres. En cualquier caso, es posible que cada vez vayamos a un mundo más apropiado para el tipo de liderazgo ejercido por las mujeres. 

El enfoque evolucionista del liderazgo nos permite también ver algunas diferencias entre el liderazgo en sociedades tradicionales (cazadores recolectores) y el liderazgo actual y, tal vez, sacar algunas enseñanzas de ello. Por ejemplo, en las organizaciones modernas la selección de líderes se hace habitualmente de arriba abajo (top-down). Los jefes intermedios son elegidos por los jefes más altos o son traídos desde fuera de la organización. El proceso de selección consiste en valorar CV, tests y entrevistas con los jefes de la organización, no con los subordinados a los que van a mandar. Esto es totalmente diferente a lo que ocurría en el caso de los cazadores recolectores. En estas bandas el proceso de selección era de abajo arriba (bottom-up) y además no existen líderes formales  sino que el liderazgo depende de la tarea que se requiera. Por ejemplo, el líder requerido para dirigir la caza no tiene por qué ser el mismo que el que dirija la fabricación de armas porque alguien puede ser muy bueno manejando la piedra pero otro puede ser mejor organizador: el liderazgo cambia según la actividad. En este proceso bottom-up  se seleccionan características de valor universal como  integridad , persistencia, humildad, competencia, capacidad de decisión y visión que no suelen ser las que tienen los ambiciosos ejecutivos modernos. Actualmente se selecciona a los líderes por su capacidad de agradar a los superiores y no a los subordinados (normalmente a los que tienen que rendir cuentas es a sus jefes así que rápidamente entienden que se trata de complacer a los superiores y no a los subordinados). Sin embargo, hay algún estudio donde se ha comprobado que cuando los subordinados son incluidos en el proceso de selección los ejecutivos elegidos acaban teniendo más éxito. También sería interesante explorar el liderazgo compartido porque ningún líder puede tener las competencias ni conocimientos para liderar en todos los campos de la actividad de una organización.

En sociedades tradicionales el liderazgo se ejercía “desde delante” en actividades como la caza y la guerra. Es decir, se necesitaba fuerza física. La realidad es que esto nos sigue influyendo en la actualidad aunque ya el liderazgo moderno se ejerce “desde atrás”. Seguimos eligiendo líderes altos (por ejemplo en la mayoría de elecciones norteamericanas ha ganado el más alto) y líderes masculinos. Pero, como decíamos antes, las cualidades femeninas como comunicación, trabajo en red y equipo podrían ser más adecuadas en ambientes modernos. También es verdad que en circunstancias de guerra los votantes eligen líderes más fuertes y agresivos.

Otro aspecto que difiere entre el ambiente ancestral y el moderno es el del exceso de confianza de los líderes. En un grupo pequeño uno podía dejar de seguir a un líder  con ideas equivocadas que llevaran a decisiones erróneas o retirarle del poder. Sin embargo, en las compañías y estructuras modernas, que son mucho más jerarquizadas, el exceso de confianza de un líder puede ser catastrófico para su organización. También es un hecho que la dominancia forma parte de nuestra herencia y que los líderes tendrán la tentación de usar la coerción sobre sus seguidores si pueden hacerlo. Por ello habrá que intentar diseñar mecanismo que supriman las tendencias a la dominancia dentro de los grupos.

Resumiendo, los humanos han conquistado el planeta gracias a su capacidad de crear grandes organizaciones cooperativas de líderes y seguidores. Entender en profundidad los mecanismos psicológicos que subyacen al liderazgo y al seguimiento nos puede permitir elegir mejores líderes y diseñar organizaciones más efectivas.

@pitiklinov

Referencias: