Voy a resumir un largo, y sospecho que polémico, artículo de Roy Baumeister y Jean Twenge en el que analizan la represión de la sexualidad de las mujeres. Proponen cuatro hipótesis para explicarla y luego analizan la evidencia disponible para ver cuál de las cuatro hipótesis explica mejor los datos. Como es muy largo voy a dividir el comentario en varias entradas por lo que te resumo en una frase sus conclusiones por si quieres dedicarte a hacer otra cosa: los datos sugieren que las que reprimen la sexualidad de las mujeres son las propias mujeres. En esta entrada voy a describir las posibles respuestas a la pregunta de la entrada y dejaré para otras entradas los datos disponibles y su valoración a la luz de las hipótesis explicativas.
Los autores entienden por supresión de la sexualidad femenina un patrón de influencia cultural por el que las mujeres y las chicas son inducidas a evitar sentir deseo sexual y a refrenar su conducta sexual. Las hipótesis para explicar esta represión de la sexualidad femenina son cuatro, divididas en dos grupos. En el primer grupo van las hipótesis que implican que de verdad hay represión cultural de la sexualidad femenina. La primera es que los hombres, especialmente los maridos, son los represores y la segunda es que son las propias mujeres. Además de estas dos hipótesis, los autores contemplan otras dos hipótesis “nulas”, es decir dos hipótesis que no requieren que exista una represión cultural. Una es que las mujeres tienen naturalmente un menor deseo sexual sin que nadie se lo reprima y la otra es que, como los costes del sexo son mayores para las mujeres que para los hombres, las mujeres individuales han aprendido a suprimir sus deseos sexuales por un autointerés racional. Vamos a detallarlas:
1- La Teoría del control masculino: Según esta visión, los hombres han buscado impedir que las mujeres sientan placer sexual. La principal ventaja que desde un punto de vista evolucionista obtendrían los hombres es la certeza de paternidad. Si la mujer no tiene deseo sexual tendría menos riesgo de relacionarse con otros hombres. Según esta teoría los hombres solteros no tendrían ninguna razón para que las mujeres no tuvieran deseo sexual; al contrario, a ellos les interesa que las mujeres tengan deseo sexual si quieren conseguir sexo. Se podría matizar que sí les interesa presionar a las mujeres a la moderación para que cuando ellos se casen no tengan problemas de infidelidad. La cruz de esta visión evolucionista es que si las mujeres no desean sexo el propio marido va a tener problemas para dejarla embarazada pero como no se requiere demasiado sexo para conseguir el embarazo con que la mujer deseara sexo de vez en cuando sería suficiente. En resumen, este enfoque propone que los hombres prefieren mujeres sin interés sexual a cambio de fidelidad. A esta teoría le veo el problema de que sugiere que a los hombres les interesa más la cuestión distal o última (dejar copias de su genes) que la proximal (tener sexo) y creo que hay datos de que a los hombres les gusta tener sexo en el matrimonio.
Dentro de este apartado estarían también las teorías feministas de las que hay muchos tipos pero que suelen converger en que un supuesto “patriarcado” hecho por y para los hombres se dedica a coartar la sexualidad de las mujeres para que no tengan sexo con otros hombres. Este análisis se parece a la versión evolucionista que hemos descrito en el párrafo anterior. Alguna variante como la de Sherfey plantea que la sexualidad de las mujeres era al principio insaciable, similar a la de otras hembras primates copulando 50 veces al día, y que esto crearía un caos social por lo que hay que reprimirla. Esta versión del caos social sostiene que los hombres desean una vida social tranquila y ordenada y supone que la promiscuidad es más aversiva para los hombres que para las mujeres, es decir que supone que los hombres desean la paz y el orden más que el sexo, lo cual es mucho suponer…
Otras lineas de argumento proponen que el deseo sexual insaciable de las mujeres sería una amenaza para los hombres por las mayores limitaciones físicas sexuales de los hombres: periodo refractario, no orgasmos múltiples, etc. El problema de este enfoque es que no hay muchos datos de que los hombres no estén encantados de satisfacer las demandas sexuales de las mujeres, o de intentarlo al menos. Hay experimentos donde un buen número de hombres está dispuesto a tener sexo incluso con desconocidas.
Resumiendo la teoría del control masculino: la condición natural de las mujeres es desear mucho sexo, incluyendo muchas cópulas con mucha parejas. Entonces los hombres se unen para reprimir la sexualidad femenina. La motivación de los hombres para hacer esto son los celos y la certeza de paternidad y la envidia del gran potencial sexual de las mujeres que llevaría a un caos social si no se limita.
2- La Teoría del control femenino: Esta teoría propone que son las mujeres las que cooperan para limitar la sexualidad femenina. ¿Y por qué querrían hacer esto las mujeres? La teoría del intercambio social analiza la conducta humana en base a costes y recompensas y considera las interacciones como un intercambio donde las diversas partes dan recompensas para obtener lo que quieren. Bajo este enfoque, el sexo es un recurso que los hombres quieren y que tienen las mujeres. Para obtener sexo los hombres dan a cambio dinero, recursos, compromiso, seguridad, atención, etc. El que tiene menos interés o deseo por algo es el que tiene el poder en la negociación. Si la mujer tiene menos deseo de relaciones sexuales, el hombre tendrá que darle muchos beneficios para que acepte tener sexo con él. Si lo que uno tiene para negociar es sexo le interesa que el precio del sexo sea lo más alto posible. Si el sexo fuera gratis para los hombres las mujeres no podrían pedir nada a cambio. Además de esta ventaja relacionada con las leyes de la oferta y la demanda, limitar la sexualidad de las mujeres en general tiene la ventaja de que cada una de ellas tiene menos riesgo de que su hombre la deje por otra mujer.
Esta hipótesis lleva a varias predicciones. La primera es que las mujeres castigarían a otras mujeres que otorgaran sexo a los hombres de una manera fácil. A estas mujeres promiscuas se las suele llamar “baratas” porque dan el sexo a un precio más bajo que el de mercado. A estas mujeres se las presionaría para que suban el precio. Otra predicción es que las mujeres estarían en contra de otros tipos de satisfacción sexual para los hombres como la pornografía, la prostitución y otras formas de entretenimiento sexual. Otra predicción es que se produciría una situación tipo “tragedia de los comunes” para las mujeres en general. Cada mujer se beneficiaría de ofrecer sexo un poco más fácil que las demás (con menos compromiso o gasto para el hombre) porque podría así atraer al hombre más deseable. Pero esto supondría deslealtad a la causa de las mujeres en general. La que hiciera eso impone un coste a las demás porque las obliga a ofrecer lo mismo para mantenerse en la competición. Es lo que ocurre en los monopolios, el grupo de empresas está mejor si todos mantiene el precio pero cada empresa individual se beneficiaría si bajara el precio.
En resumen, la teoría del control femenino se basa en la teoría del intercambio social. El sexo es un recurso que quieren los hombres pero que está controlado por las mujeres y a éstas les interesa que su precio sea alto. Por ello, suprimen la actividad sexual en general para mantener una escasez crónica y de ahí los altos precios. Las mujeres, de una manera conjunta, actúan para refrenar la sexualidad femenina. Como vemos, la teoría del control masculino se centraría más en reprimir la sexualidad de esposas y parejas y la del control femenino en reprimir la sexualidad de las solteras que buscan pareja.
3- Las mujeres tienen menos deseo sexual: según esta teoría no hace falta suprimir la sexualidad femenina porque por naturaleza las mujeres tienen menos deseo sexual que los hombres. Si esta idea es verdadera o falsa es un tema muy controvertido pero Baumeister y Twenge creen que no puede explicar todo el rango de datos y fenómenos que observamos. Un dato que no podría explicar es la revolución sexual que tuvo lugar en los años 60 del siglo pasado. El aumento en sexualidad femenina que produjo la revolución sexual sugiere que, efectivamente, antes había ocurrido una represión cultural. Es un argumento potente pero luego hablaremos de la revolución sexual y puede haber explicaciones que Baumeister no ha considerado (en concreto la influencia en esta revolución del cociente de sexos, la diferencia en el número de hombres y mujeres disponibles en el mercado de parejas).
Aunque no pueda explicar todos los datos, esta hipótesis puede operar de manera conjunta con la teoría del control femenino. Si las mujeres desearan el sexo más que los hombres entonces los actos sexuales implicarían que los hombres hacen un favor a las mujeres y las mujeres tendrían que compensar a los hombre por tener sexo con ellas. Por contra, si el deseo sexual femenino es menor esto obliga a que sean los hombres los que tienen que dar algo a cambio a las mujeres. La combinación de las dos teorías puede funcionar mejor que cada una por separado.
Por contra, la noción de que las mujeres tienen menos deseo sexual que los hombres contradice muchas versiones de la teoría del control masculino, ya que se basan en que la sexualidad femenina es mayor que la de los hombres.
4- Elección racional por los costes del sexo: las mujeres ejercen un autocontrol de su sexualidad por los costes y peligros del sexo. Tener sexo al hombre no le supone más que la perdida de unos espermatozoides y gastar unas calorías pero a la mujer le puede suponer un embarazo y cambiarle radicalmente la vida. También, dar a luz ha supuesto ancestralmente el riesgo de muerte en el parto. Es decir, cada cópula podía implicar embarazo y cada embarazo la muerte (antes de 1800 un 1,3% de partos acababan en muerte de la madre). Esta hipótesis podría explicar mejor que la del bajo deseo sexual natural la revolución sexual. Al aparecer la píldora anticonceptiva , la legislación a favor del aborto y otros cambios sociales, habrían hecho que la mujer pudiera tomar más riesgos con su sexualidad.
Pero esta hipótesis tiene problemas para explicar la represión de conductas sexuales distintas a la del sexo vaginal y que no implican riesgo de embarazo: masturbación, sexo oral, etc. No habría razón para suprimir los deseos sexuales en estas esferas aunque se puede argumentar que mejor no hacer nada porque una cosa podría llevar a la otra. Tampoco explica otros fenómenos como que las mujeres frenan su actividad sexual por miedo al cotilleo y a una mala reputación más que por el miedo al embarazo. Esto sugiere que sí hay represión cultural y que no es sólo una decisión racional por el auto-interés. A pesar de todo hay que tener esta posibilidad en cuenta al analizar los datos.
Más adelante vamos a ir viendo los datos disponibles y su interpretación a la luz de estas hipótesis explicativas
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