sábado, 31 de octubre de 2020

¿Son el homicidio y el suicidio fenómenos diferentes?

En nuestra ciencia y en nuestra cultura, el homicidio y el suicidio son considerados dos fenómenos diferentes que tiene diferentes causas y que, por tanto, se estudian por separado con fondos que provienen de diferentes instituciones, los criminólogos por un lado y los suicidólogos por otro. En esta entrada voy a exponer que existen datos que sugieren que existe un solapamiento entre el homicidio y el suicidio y que no son realidades totalmente distintas. Luego voy a resumir una tradición de pensamiento que ha considerado al homicidio y al suicidio como distintas expresiones de un mismo fenómeno y en concreto una teoría integradora de ambos.


Vamos a ver primero algunos hechos que sugieren que existe por lo menos un cierto solapamiento entre el homicidio y el suicidio. Por ejemplo, cierto número de suicidios van asociados a homicidios. Se les llama de diversas maneras pero una etiqueta bastante extendida es la de “suicidios ampliados”. Son casos en los que la persona que se suicida decide matar antes a otras personas, con mucha frecuencia otros miembros de la familia, como los hijos. Ocurre en el caso de personas con depresión que consideran que los seres queridos que dejarían atrás al suicidarse ellos van a ser unos infelices y van a sufrir y deciden ahorrarles ese sufrimiento. También podríamos incluir aquí los familicidios, que están considerados un tipo de suicidio (Frei e Ilic,2020)


Existen, por otro lado, homicidios que acaban luego en suicidio, el fenómeno del homicidio-suicidio. En el caso de los homicidios de pareja, las cifras varían según las muestras pero un porcentaje significativo de los homicidios, alrededor del 30%, son homicidios-suicidios (Campbell y cols, 2007) (datos de España)  También está descrito que la suicidalidad (ideación de suicidio, amenaza de suicidio, intentos de suicidio previos…) es un factor de riesgo para el homicidio de pareja (López-Ossorio y cols, 2020; Sherman y cols, 2017). 


Hay que decir que existe un desacuerdo entre los expertos con respecto a la clasificación del homicidio-suicidio. Para algunos, como Thomas Joiner, se trata de un tipo de suicidio, para otros es un tipo de homicidio y para otros se trataría de un fenómeno distinto de ambos.


Fuera del contexto de la pareja o de la familia, muchos casos de asesinatos en masa acaban en suicidio o el sujeto sabe que va a ser abatido, lo que se ha denominado suicidio por la policía o suicide by cop (Hutson y cols, 1998). Algunos expertos consideran este tipo de homicidio-suicidio como un suicidio en esencia (Koerth,2019). 


Además de todo lo anterior, existe un tipo de suicidio que ha recibido diversos nombres: suicidio con intención hostil (Preti, 2006), suicidio sansónico (Jeffreys, 1952) o suicidio agresivo (Manning, 2015) que ocuparía un lugar intermedio ente el suicidio y el homicidio. Se trataría de una especie de “morir matando”, de suicidios por venganza con la intención de perjudicar a alguien que nos ha ofendido o humillado, daño que en ciertas culturas puede llegar a la muerte de esta persona, ejecutada por otros miembros de la familia o del grupo. Es decir, el suicida no agrede directamente a la persona que le ha perjudicado pero su suicidio es una acusación pública que tendrá consecuencias para esa persona.


Una variante de estos suicidios agresivos con espíritu de venganza y de infligir una gran culpa en la persona causante del sufrimiento es lo que Manning llama suicidio por confrontación, (confrontational suicides), que consiste en hacer que la persona que nos ha agraviado presencie el suicidio. Voy a copiar aquí alguno de sus ejemplos:


“Por ejemplo, un joven tuvo una disputa con su novia en su propia residencia. Más tarde, esa noche fue a casa de su novia (mientras ella estaba en otro lugar) y se colgó del techo de su porche.”


“En la descripción de un caso se dice que "el difunto tuvo un altercado verbal con su novia que vivía en la casa, durante el cual sacó una pistola de 9 mm y se disparó en la cabeza delante de ella y de su padre". 


“Otro caso involucraba a un hombre que, según su novia, estaba muy celoso de ella:

Esa mañana discutieron sobre su asistencia al funeral de su ex suegro. A pesar de sus objeciones ella asistió al funeral y luego regresó. A su regreso, hablaron durante unos 30 minutos, durante los cuales el difunto no pareció molesto ni enfadado. Ella le preguntó qué quería para cenar y él murmuró algo que no pudo entender cuando salió por la puerta trasera. Ella le preguntó qué le había dicho y él respondió: “Te lo mostraré". Tomó una pistola de su bolsillo y la puso en

su propia cabeza. Ella le gritó que se detuviera pero él apretó el gatillo.”


“El difunto fue a la oficina de la seguridad social para reunirse con un representante de reclamaciones. Había presentado una solicitud de incapacidad, pero fue rechazada por la oficina de Baltimore. Fue a la oficina local y pidió al representante que reconsiderara su reclamación, declarando que no podía trabajar y que su esposa tenía que trabajar y pagar sus facturas médicas. El representante le aconsejó que podía tomar la información y entregarla a otra sucursal para que se encargara de ella y que esta sucursal le daría una cita para una entrevista. El difunto preguntó cuánto tiempo sería, y el representante dijo que 2-3 meses y el difunto dijo que sería demasiado tiempo. El representante dijo que no sabía qué más podía hacer y el difunto dijo "sí sé", sacó una pistola del bolsillo de su pantalón y se disparó en la cabeza frente al representante, 58 empleados y otros tantos clientes…"


Para ilustrar esta proximidad entre el suicidio y el homicidio, voy a copiar aquí alguno de los casos que comenta Manning en su artículo sobre el suicidio agresivo en los que el autor duda entre el suicidio y el homicidio-suicidio:


“Un hombre recientemente desempleado se suicidó y dejó una nota revelando que estaba enamorado de su compañera de cuarto y estaba molesto porque ella no compartía sus sentimientos: "Te amo. Sé que nunca seremos una pareja y no deseo vivir otro día sin alguien que me ame... fuiste enviada a mí para ser mi ángel y nunca te has detenido a escucharme". Incluso menciona haber tenido un breve impulso de "matarte y tomar y reemplazar tus píldoras para el corazón con cualquier cosa que se parezca a las que debes tomar". Sin embargo, unas pocas líneas más tarde afirma: "Para quienquiera que lea esto, mi compañera de cuarto NO es el responsable de mis acciones, yo James Riley elegí mi propio destino, y yo James Riley elijo la muerte en lugar de vivir [con] el hecho de que nunca estaré con la persona que realmente amé!"


“Katie,

Tal vez seas feliz ahora. Pensé en llevarte conmigo (es decir, cometer un homicidio-suicidio) pero no creo que valga la pena porque no creo que Dios te deje vivir tanto tiempo. Para ti no sirve de nada. Cuida de (la hija). No veo cómo podría volver a amarte. No puedo entender por qué te fuiste para allá, seguro porque había nadie más; si lo hubiera, yo no haría esto. Dile a esa muñeca que la amo y que siempre sea buena. Quería hablar con ella pero me hiciste enfadar tanto que me puse a llorar. He estado aquí y he llorado durante una hora. Espero que seas feliz. No veo cómo puedes soportar vivir…”


En estos dos últimos casos hay una consideración explícita de cometer homicidio-suicidio y al final se inclinan por el suicidio, pero en alguno de los casos referidos más arriba -por ejemplo en el del hombre que no quería que su novia fuera al funeral o en el del hombre que acude a la oficina de la seguridad social en Baltimore- no es difícil imaginar que el autor, dados sus sentimientos de ira y venganza, habría podido disparar primero contra su novia o contra los empleados de la oficina y luego suicidarse. ¿Qué es lo que hace que una persona decida al final elegir entre el suicidio, el homicidio o el homicidio seguido de suicidio? Manning ofrece una respuesta a esta pregunta con base en la Sociología Pura, de Donald Black, pero aquí vamos a ver otra explicación: la Teoría de la Corriente de la violencia letal. Aunque expresadas con lenguajes muy diferentes, ambas teorías tienen mucho puntos en común ya que ambas son teorías sociológicas.


Desde el punto de vista biológico también tenemos evidencia de solapamiento. Por un lado, tenemos ciertos datos con respecto al papel de la serotonina en el suicidio y en la conducta agresiva en general, sobre todo la impulsiva. Sabemos que bajos niveles del metabolismo de la serotonina  5-HIAA en líquido cefaloraquídeo se asocian a conducta suicida. Pero también a conducta agresiva en general y a homicidio (Lidberg y cols, 1985; Zalsman y Apter, 2002; Stanley y cols., 2000)



Por otro lado, en el aspecto clínico, este estudio de seguimiento de sujetos que han cometido homicidio en Suecia encuentra un alto riesgo de suicidio a corto plazo que persiste toda la edad adulta (Jokinen y cols 2009). Los autores concluyen: “El homicidio es un fuerte predictor de futuros suicidios y mecanismos biológicos similares pueden estar involucrados en la criminalidad violenta y el comportamiento suicida.”



LA TEORÍA DE LA CORRIENTE DE LA VIOLENCIA LETAL


Breve introducción histórica


Aunque, como decía más arriba, la visión predominante actualmente es que el suicidio es un problema de salud pública relacionado con los trastornos mentales y el homicidio como un delito y una ofensa contra la sociedad, la realidad es que existe una larga tradición teórica que se remonta al siglo XIX con Enrico Ferri y Enrico Morselli, que considera que el suicidio y el homicidio son dos formas alternativas de expresar la agresión o la violencia. Esta visión desaparece durante décadas para reaparecer en el libro Suicide and Homicide, de Henry y Short, de 1954, un clásico de la criminología. Posteriormente, esta concepción desaparece de nuevo para resurgir en el libro de Unnithan y cols. de 1994 que recomiendo a los interesados en el tema y del que tomo este repaso histórico. 


Retrocediendo más en el tiempo, podríamos encontrar la idea de que el suicidio y el homicidio son dos expresiones del mismo fenómeno en San Agustín, en la Ciudad de Dios, donde considera que el suicido es matarse a sí mismo y el mandato divino es no matarás. Por ello, el suicidio está tan prohibido como matar al vecino. En lengua inglesa, antes de que el término suicidio entrara en circulación en 1662, se hablaba de self-murder o auto-homicidio y se catalogaba dentro del felonius homicide. El suicidio se diferenciaba de otros homicidios solamente porque la víctima era también el perpetrador.  Resumiendo mucho, la visión del homicidio y el suicidio era moral, ética y legalmente equivalente.

 

En el siglo XIX, en los años 1820-1830, una serie de autores franceses como Gerry de Champneuf empiezan a observar que en los departamentos franceses del norte de Francia hay pocos asesinatos y delitos contra las personas pero hay muchos suicidios, mientras que en los departamentos del sur ocurre lo contrario. Otros autores realizan observaciones similares en otras regiones y se va extendiendo la idea de un antagonismo entre el suicidio y el homicidio. Se observa, por ejemplo que el homicidio es más frecuente en las regiones del sur de Europa y el suicidio más frecuente en las regiones del norte. Hacia 1880 destacan dos autores, Enrico Morselli y Enrico Ferri, que dan forma a la “ley doble”: las tendencias al suicidio y al homicidio son antagónicas entre sí en el cuerpo social pero son paralelas dentro del individuo, donde nacen y se desarrollan bajo la influencia de las mismas causas.


Observan que el suicidio aumenta con el nivel educativo mientras que el homicidio se asocia al analfabetismo. Con respecto a la religión, el suicidio es más frecuente entre protestantes y el homicidio entre católicos. Y con respecto a las clases sociales, el suicidio es más frecuente en clases altas y el homicidio en clases bajas. Para Ferri y Morselli, las causas del homicidio y del suicidio serían las mismas y el impulso básico es a matar a alguien pero las condiciones del ambiente llevarían a que se expresara de una forma u otra. En sociedades más pacíficas, que repudian la violencia (o en clases sociales altas), ese impulso se volvería hacia adentro dando lugar al suicidio.


Durkheim aceptó por un lado que Ferri y Morselli estaban en lo cierto y que hay una relación inversa entre el suicidio y le homicidio pero también se observó que había excepciones y, a veces, ambos podían aumentar -como en situaciones de catástrofe económica- o disminuir .como en las guerras. Parece que fue Durkheim el que usó, para referirse a la teoría de Ferri y Morselli, la analogía que compara la violencia en una sociedad con una corriente de agua que puede circular por dos canales, de manera que si el agua va hacia un canal disminuye la cantidad de agua que circula por el otro.


Henry y Short en 1954 introducen el avance en la teoría de que existen una fuerzas de producción  de la corriente de violencia y unas fuerzas de dirección. Las fuerzas de producción son las que determinan la fuerza o el caudal de la corriente. Si el caudal de la violencia no aumenta, entonces si se expresa como suicidio, disminuye la tasa de homicidios, y viceversa. Pero si en una sociedad los factores de producción de la corriente aumentan, entonces tanto suicidio como homicidio pueden aumentar a la vez. La causa última de la violencia sería la frustración, la incapacidad de la personas para conseguir sus objetivos. Pero la frustración puede expresarse como suicidio o como homicidio dependiendo de otros factores. Henry y Short identifican dos factores fundamentales: el estatus y la fuerza/intimidad de la relación. Sugieren que el estatus está relacionado positivamente y la fuerza de la relación negativamente con la tendencia a elegir suicidio sobre el homicidio. También plantean que las prácticas de la crianza pueden hacer que los niños aprendan a encauzar la frustración de una u otra manera.


Y en este breve recorrido histórico no podemos olvidarnos de Freud. Para Freud, el suicidio es el impulso a cometer homicidio vuelto hacia el propio sujeto, el suicidio resulta del bloqueo del deseo de cometer homicidio. La agresión contra el yo se asume que tiene lugar cuando las características del objeto amado son introyectadas en el yo. El odio estaría dirigido originalmente hacia objetos externos pero estos objetos pueden ser dotados de amor y simbólicamente incorporados en el yo. Al incorporar el objeto, el sujeto introyecta el odio original junto con el amor. Resumiendo, el suicidio sería un homicidio desplazado.


El Modelo Integrado de la Violencia Letal


Describo por fin brevemente el Modelo Integrado del Homicidio y del Suicidio desarrollado por Unnithan y cols en su libro que integra las aportaciones de los autores que he comentado previamente así como algunas otras que no he abordado por limitaciones de espacio.


  • El homicidio y el suicidio so dos canales alternativos dentro de una misma corriente de violencia letal
  • Hay dos tipos de factores causales diferentes que generan las variaciones en las tasas de homicidio y suicidio: 1) Fuerzas de producción 2) Fuerzas de dirección. 
  • Las fuerzas de producción son las responsables de la variación en el volumen total de violencia letal
  • Las fuerzas de dirección son responsables del desvío de la violencia letal hacia el canal del suicidio o el canal del homicidio.
  • Las fuerzas de producción tendríamos que buscarlas en patrones sociales de frustración, estrés, sucesos negativos, desigualdades económicas, anomia, etc.
  • Las fuerzas de dirección serían patrones culturales y estructurales de atribución de la culpa por esta frustración. Si la culpa se atribuye al yo, el agua se desvía hacia el canal del suicidio. Si la culpa se atribuye a los otros, el agua va al canal del homicidio.
  • En este sentido, el suicidio tiene que ver con la emoción de la depresión y el homicidio más con las emociones de la ira, la venganza y la paranoia (recordemos esos suicidios agresivos de los que hemos hablado más arriba y que ocuparían una lugar más cercano al homicidio).
  • A este esquema le podríamos añadir un tercer canal: la violencia colectiva. Existen datos, como hemos comentado antes, de que cuando aumenta la violencia colectiva (guerras, revueltas…) disminuyen los suicidios y los homicidios individuales.


Este sería el esquema general y dentro de él podemos encajar algunas cosas que hemos comentado antes. Por ejemplo, el suicidio aumenta y el homicidio disminuye con el desarrollo económico y la industrialización con respecto a sociedades agrarias. Esto lo podríamos entender en el sentido de que el desarrollo aumenta el control de la sociedad sobre el entorno aumentando la sensación de que la gente es más responsable de su propio destino (menor probabilidad de echar la culpa fuera). De la misma manera, las capas altas de la sociedad tienen mayor control del entorno y por lo tanto pueden atribuir menos la culpa a otros, al contrario que en las capas bajas. Dentro de Estados Unidos, hay mayores tasas de homicidio y menores de suicidio en el sur que en el norte. Esto se debería a patrones culturales de atribución de la violencia hacia el exterior en el sur.


Por supuesto, esta teoría no ofrece todas las respuestas y los autores no defienden que  haya que abandonar la investigación psicológica, biológica y a otros niveles del homicidio y del suicidio cono fenómenos individuales. Pero sí apuntan que esas investigaciones pueden beneficiarse de un enfoque global con respecto a toda la violencia letal. Adoptar este enfoque integrado puede ayudar a contemplar el suicidio y el homicidio con una luz diferente. El enfoque tradicional y el integrado no serían excluyentes sino complementarios.



Referencias:


Campbell, J., Glass, N., Sharps, P., Laughon, K., & Bloom, T. (2007). Intimate Partner Homicide: Review and Implications of Research and Policy. Trauma, Violence & Abuse, 8(3), 246-269. Retrieved October 31, 2020, from http://www.jstor.org/stable/26636149


Frei A, Ilic A. Is familicide a distinct subtype of mass murder? Evidence from a Swiss national cohort. Criminal Behaviour and Mental Health : CBMH. 2020 Feb;30(1):28-37. DOI: 10.1002/cbm.2140.


Hutson HR, Anglin D, Yarbrough J, Hardaway K, Russell M, Strote J, Canter M, Blum B. Suicide by cop. Ann Emerg Med. 1998 Dec;32(6):665-9. doi: 10.1016/s0196-0644(98)70064-2. PMID: 9832661.


Jeffreys M. D. W. (1952) Samsonic suicide or suicide of revenge among Africans, African Studies, 11:3, 118-122, DOI: 10.1080/00020185208706878 


Jokinen J, Forslund K, Nordström A-L, Lindqvist P &  Nordström P (2009) Suicide Risk After Homicide in Sweden, Archives of Suicide Research, 13:3, 297-301, DOI: 10.1080/13811110903044609

López-Ossorio, J. J., González-Álvarez, J. L., Loinaz, I., Martínez-Martínez, A., and Pineda, D. (2020). Intimate Partner Homicide Risk Assessment by Police in Spain: The Dual Protocol VPR5.0-H. Psychosocial Intervention , Ahead of print. https://doi.org/10.5093/pi2020a16


Maggie Koerth Can we prevent mass shootings by preventing suicide? FiveThirtyEight aug 22, 2019. Accesed October 31


Manning J. (2015) Aggressive suicide. International Journal of Law, Crime and Justice 43 (3), 326-341


Preti, A. (2006). On Killing by self-Killing : Suicide with a hostile intent. Études sur la mort, 130(2), 89-104. https://doi.org/10.3917/eslm.130.0089


Sherman, L., Strang, H. & O’Connor, D. Introduction—Key Facts About Domestic Abuse: Lessons from Eight Studies. Camb J Evid Based Polic 1, 59–63 (2017). https://doi.org/10.1007/s41887-017-0014-y


Stanley B, Molcho A, Stanley M, Winchel R, Gameroff MJ, Parsons B, Mann JJ. Association of aggressive behavior with altered serotonergic function in patients who are not suicidal. Am J Psychiatry. 2000 Apr;157(4):609-14. doi: 10.1176/appi.ajp.157.4.609. PMID: 10739421.


Unnithan N.P., Huff-Corzine Lin, Corzine Jay y Whitt H.P. The Currents of Lethal Violence. An Integrated Model of Suicide and Homicide. State University of New York Press 1994.


Zalsman G., Apter A. (2002) Serotonergic Metabolism and Violence/Aggression. In: Glicksohn J. (eds) The Neurobiology of Criminal Behavior. Neurobiological Foundation of Aberrant Behaviors, vol 5. Springer, Boston, MA. https://doi.org/10.1007/978-1-4615-0943-1_9




sábado, 3 de octubre de 2020

La Psicología Evolucionista del Conflicto y las funciones de la Falsedad



“Cuando se declara la guerra, la verdad es la primera víctima.”

-Arthur Ponsonby


Estamos viviendo una época donde las falsedades y las mentiras se extienden a mayor velocidad que las verdades. Creemos que es una característica de los nuevos tiempos pero en esta entrada vamos a ver que la relación entre la mentira y el conflicto es muy antigua. El hecho de que los conflictos entre grupos hayan sido muy frecuentes en la historia evolutiva de nuestros ancestros ha construido motivaciones psicológicas en la mente humana para diseminar información que:

-movilice al grupo interno (endogrupo) contra el grupo externo (exogrupo)

-facilite la coordinación de la atención y de los esfuerzos dentro del grupo

-señale el compromiso con el grupo de los miembros de ese grupo


Según los autores -entre los que se incluye uno de los fundadores de la Psicología Evolucionista, John Tooby-, la psicología humana está diseñada para seleccionar y diseminar información que sea eficaz para conseguir estos objetivos, no información que sea verdadera. Es decir, los humanos, en caso de conflictos con otros grupos, están psicológicamente preparados para priorizar la falsedad sobre la verdad.


La visión tradicional sobre las creencias es que sólo estamos motivados para formar creencias verdaderas, creencias que se correspondan con el mundo exterior. Esto es verdad en parte. Es cierto que es adaptativo y eficaz tener creencias correctas acerca de dónde hay agua o dónde hay animales para cazar o dónde hay peligros de todo tipo. Pero la generación, adopción y propagación de creencia evolucionaron para servir otras funciones y parte de estas funciones se pueden cumplir creando, adoptando o diseminando información falsa. Como vamos a ver, la verdad de una creencia no es relevante para cumplir con estas otras funciones. 


Uno de los problemas principales a los que se enfrentaron nuestros ancestros fueron los conflictos con otros grupos y la existencia de estos conflictos ha seleccionado, según los autores,  unos mecanismo psicológicos que están diseñados para propagar falsas creencias. La circulación de falsedades y mentiras puede haber servido para que unos grupos derroten a otros.


Conflicto en animales no humanos


Cuando dos animales de la misma especie tienen un conflicto (por comida, territorio, parejas, etc.), suelen seguir una serie de pasos para valorar si tienen probabilidades de victoria y para no meterse en una batalla que pueden perder y sufrir las graves consecuencias derivadas de ello. En la mayoría de los casos, el mejor predictor de la capacidad de lucha es el tamaño y la fuerza física. De manera que la selección natural ha construido mecanismos en la mente de los animales para evaluar el tamaño y la fuerza del competidor. Por ejemplo, en el caso de los ciervos, una posible pelea suele comenzar con unos berridos a distancia ya que hay una correlación entre el tamaño físico y el volumen de los berridos. Después pasan al “paseo en paralelo” en el que pueden valorar quién es más grande y más fuerte. La idea es no pelear con alguien más fuerte.


Pero lo que ocurre en estas peleas es que emitir señales que exageran nuestra fuerza y tamaño tiene beneficios adaptativos y precisamente esto es lo que ha hecho la selección natural: construir mecanismos para engañar y para instilar falsas representaciones en la mente de nuestros adversarios. Si el oponente piensa que somos más grandes de lo que somos, se retirará de una pelea que en realidad podría haber ganado. Un mecanismo muy conocido es el de la piloerección. A muchos animales se les eriza el pelo cuando pelean para emitir la señal de que son más grandes físicamente de lo que realmente son. 


El punto esencial con el que quedarnos es que los animales manipulan las representaciones mentales de sus adversarios cuando hay conflicto. También es importante darse cuenta de que esto ocurre porque previamente existen unos sistemas de comunicación en los que hay emisores y receptores de señales. Como la manipulación de estas comunicaciones puede ser beneficiosa o adaptativa, la selección natural la ha implementado.



Los conflictos entre grupos humanos y la selección de instintos coalicionales


En la evolución humana (aunque no sólo en la humana) hay un salto que lo cambia todo, el momento en que se descubre que la asociación de varios individuos permite vencer a individuos que son más fuertes. Hay especies en las que sus miembros van por el mundo de forma aislada y los individuos más débiles no se dan cuenta de que si se unieran podrían derrotar a los mas fuertes. En chimpancés  y otros primates ya ocurren alianzas entre dos o más machos para desplazar al macho alfa o entre grupos de hembras. Y en humanos esta colaboración entre individuos que no son familiares alcanza un desarrollo mayor. En algún momento, se descubre que en la competición con los demás formar coaliciones es un arma ganadora que dos vencen a uno, que tres pueden vencer a dos, etc. Los instintos coalicionales los hemos tratado aquí.


El resultado de este salto cualitativo es que si tú no tienes una coalición estás desnudo y a merced de cualquiera que la tenga. Pertenecer a una coalición se convirtió en algo tan imperativo como la comida o el aire que respiramos. Y esto cambió nuestra psicología. El instinto de pertenecer a una coalición tuvo una urgencia psicológica que lo colocó por encima de otras necesidades, como la de la verdad de nuestras creencias. El contenido de las creencias de un grupo es a menudo menos importante que el hecho de que todos los miembros del grupo tengan las mismas creencias ya que de esta manera las creencias producen un grupo unido y con unas obligaciones mutuas.


Además, los conflictos humanos casi nunca son individuales. Aunque empiecen como conflictos individuales, los observadores, los amigos, los familiares, etc., acaban implicados. Y en las sociedades modernas los conflictos entre grupos ocurren no sólo entre individuos sino que implican a amigos, vecinos, pueblos, etnias, grupos políticos y a naciones enteras. 


En los conflictos entre grupos es esencial la cohesión y una buena coordinación de las acciones y de los esfuerzos entre todos los miembros del grupo. A igualdad de condiciones, el grupo que resuelva mejor estos problemas de coordinación de la acción y de la cooperación será el grupo vencedor. Y esto da lugar a una característica esencial de los conflictos entre grupos humanos que no se da en otras acciones colectivas como pueda ser por ejemplo la caza. La acción colectiva de cazar supone superar un umbral de coordinación que es absoluto. Lo que hay que hacer para cazar un mamut o un ciervo es más o menos siempre lo mismo. Es verdad que el animal puede ser más o menos grande y las circunstancias del entorno pueden ser diferentes, pero el nivel de ejecución y eficacia al que debe llegar el grupo es conocido de antemano. En los conflictos con otros grupos humanos la diana es móvil, por así decirlo, el umbral de eficacia y de coordinación que debemos superar es relativo a la capacidad del grupo rival.


Esto supone que los conflictos entre humanos han sido una presión evolutiva más fuerte que otras acciones colectivas para desarrollar habilidades de coordinación y de valoración de las capacidades y recursos de nuestro propio grupo y de las capacidades, coordinación y fuerza de los grupos rivales. Según este razonamiento, lo mismo que los animales desarrollaron estrategias para hacer creer al adversario que son más grandes y fuertes de lo que realmente son, los grupos humanos han desarrollado también estrategias para señalar a los grupos rivales que son más numerosos, más fuertes y que están más unidos de lo que realmente están. Todo esto se observa en acciones como gritos de batalla, danzas de pueblos primitivos, desfiles militares en naciones más modernas y todo tipo de exhibiciones que puedan intimidar al rival.


En este contexto es donde podemos apreciar que las mentiras y falsedades pueden ser procesos esenciales en los conflictos porque pueden mejorar la coordinación del endogrupo y engañar al exogrupo. Los autores señalan en concreto tres funciones que pueden cumplir:


1- Compartir información falsa puede resolver problemas de coordinación

2- Manifestar o estar de acuerdo con creencias falsas puede señalar de una forma efectiva el compromiso de un individuo con la causa del grupo

3- Los lideres pueden demostrar su capacidad, su potencial de ayudar al grupo, su dominancia, compartiendo información falsa. 


Vamos a ver cada uno de los puntos por separado



Las Falsedades como herramientas para la Coordinación


En su libro The Deadly Ethnic Riot, Horowitz hace una revisión de un gran número de estudios acerca de lo que ocurre durante y después de las matanzas étnicas a lo largo del tiempo y en todos los lugares del mundo. Una de las herramientas que se observa es la circulación de rumores: las informaciones no verificadas -y no verificables- juegan un papel central en las masacres étnicas. Y prevalecen sobre las verdades porque los rumores ayudan a coordinar y organizar y a motivar para la acción que ya está en curso o que se va a poner en marcha en breve.


Los contenidos de los rumores suelen ser que el enemigo desvaloriza a nuestro grupo, que el enemigo es muy poderoso y que el enemigo está a punto de atacar. Suelen circular rumores de terroríficas atrocidades cometidas por los miembros del exogrupo contra los miembros del endogrupo: matar niños, envenenar pozos de agua, violar mujeres, etc. Según Horowitz, cuanto más terroríficos son los rumores, más horribles son las masacres subsiguientes. Los rumores comunican un sentido de urgencia: “hay que hacer algo y hay que hacerlo ya”.


Otro elemento de estos rumores o falsedades es que suelen gravitar hacia información que no se puede confirmar (conspirativa) y que exagera la realidad. Hay sucesos que están ocurriendo en secreto (lo vemos ahora con las teorías con protagonistas como Bill Gates, Soros, etc.) en lugares ocultos, con intenciones ocultas y, por eso mismo, imposibles de confirmar. Como es inverificable se puede presentar a modo de apuesta: “No sé si es verdad pero…”, generándose la duda. Hay muchos estudios sobre el razonamiento motivado, el sesgo de confirmación y el “sesgo de mi lado” que señalan que, cuando una información coincide con nuestras creencias o nuestros intereses, desconectamos nuestra mente crítica y nuestros criterios de objetividad y la asumimos como cierta. 


En resumen, hay razones para creer que en el contexto de un conflicto entre grupos, la mente humana prioriza la información falsa sobre la verdadera.  Esta priorización no ocurre porque la mente humana esté valorando la veracidad de la información y eligiendo entre lo verdadero y lo falso. La prioridad es el potencial de movilización y la veracidad no es una dimensión relevante. En este contexto, la información falsa y extrema es con frecuencia más útil.



Las Mentiras como señal de Lealtad


Cualquiera puede creer en la verdad. Creer en algo absurdo es una prueba infalible de lealtad

-Mencius Molbug


La coordinación requiere un conocimiento común y una coordinación mental del grupo. Uno tiene que emitir las señales que revelan que “está en la pomada”, que sabe lo que se está cociendo, que compartes lo que los otros saben y la misma visión común. En este sentido, emitir información que yo puedo encontrar fuera de la coalición es una mala señal porque no indica que yo estoy con la coalición y formo parte de ella. Pero si emito las señales que circulan en el grupo (por muy extremas y falsas que sean) entonces sí estoy señalando a mis compañeros que estoy con ellos. Este mecanismo  de “exclusividad” explica que se puedan llegar a creer las cosas más peregrinas y locas.


Las mejores creencias para señalar el compromiso con el grupo son las creencias que el otro grupo condenaría. Por ello, un componente de esta psicología de las coaliciones es la motivación para adoptar precisamente las creencias contrarias a las del grupo rival. En ciencia políticas se ha demostrado repetidamente que cuando a los individuos se les informa que una creencia o posición es sostenida por el partido rival, ellos la condena y adoptan la contraria. Por contra, si les informan que algo lo ha dicho o lo mantiene un líder de su grupo, entonces lo aprueban y lo comparten aunque en realidad sea una creencia del grupo contrario. 


Los psicólogos están encontrando también que este mecanismo psicológico se acentúa cuando los individuos se sienten amenazados y tienen miedo. Las creencias se radicalizan y entran en una espiral descontrolada llegando a extremos trágicos, como hemos visto en algunas sectas o grupos religiosos, por ejemplo. Como la función de las creencias es señalar la pertenencia y compromiso al grupo, cuanto más necesidad de señalar el compromiso, más extremas y más costosas (en el sentido de entrar en conflicto con la realidad) se volverán las creencias y sólo los más devotos serán capaces de adoptar dichas creencias.



Las Falsedades como señal de Dominancia


Hacer declaraciones que contengan falsedades pueden no sólo señalar tu motivación para ayudar al grupo en un conflicto. También pueden señalar tus capacidades para llevar al grupo a la victoria. La psicología humana en tiempos de conflicto está diseñada para promocionar a líderes que tienen las características personales que les permiten solucionar los problemas eficazmente.


Una de estas características es la Dominancia (Ver diferencia Dominancia y Prestigio), la capacidad para inducir el cumplimiento de una acción por medio de la intimidación y la coerción. La investigación señala que la gente tiene una preferencia por líderes dominantes en tiempos de guerra y conflictos (lo que probablemente refleja la motivación para escalar la agresión contra el exogrupo). Y es importante en el contexto de esta entrada que mantener creencias extremas, o incluso falsas, puede por sí mismo señalar dominancia. 


La dominancia se manifiesta esencialmente desafiando a los demás. Como venimos diciendo, una función de las creencias es servir como insignias o señales de pertenencia al grupo por lo que una manera de desafiar a los demás es simplemente negar sus creencias. Cuanto más contradiga una afirmación las creencias del otro grupo, mejor servirá como señal de dominancia. Hay que ser fuerte para atreverse a desafiar al enemigo y las falsedades pueden, por tanto, ser una señal de que el que las manifiesta reúne las cualidades para guiar al grupo. Investigadores como Hahl  se han encontrado con la paradoja de que los políticos que mienten de manera más obvia son los que parecen más auténticos, porque se atreven a desafiar las normas.


Conclusiones


No hay duda de que tener un sistema perceptivo fiable que estime la “verdad” o realidad de las cosas es adaptativo: es eficaz estimar bien la distancia o velocidad de una bola o una presa, si queremos cogerla. Además, los humanos somos animales sociales y nuestros intereses pueden entrar en conflicto con los de nuestros semejantes y es beneficioso disponer de mecanismos psicológicos que eviten que seamos engañados.  No hay duda de esto.


Pero, a la vez, las situaciones de conflictos entre grupos con las que han tenido que convivir nuestros ancestros a lo largo de nuestra evolución como especie han dado lugar a mecanismos psicológicos que ponen la pertenencia a una coalición por encima de la verdad. Estos mecanismos hacen que crear, mantener y diseminar información falsa pueda ser más beneficioso que sostener creencias más acordes con la realidad. Esto no sería un fallo de la mente humana sino una característica de su diseño. Favorecer la rápida acción colectiva  ha sido clave en la supervivencia de nuestros ancestros y en ello las falsedades juegan un rol facilitador.


Hemos tratado tres formas en las que las falsedades pueden servir a una función adaptativa: favorecer la coordinación, señalar que estamos comprometidos con el grupo y señalar dominancia. En definitiva, es importante entender que no todas las creencias cumplen la función de representar el mundo fielmente. Algunas creencias están gobernadas por mecanismos psicológicos que tienen exclusivamente una función social. Cuando un contexto como los conflictos intensifican esta función social, las falsa creencias y las mentiras abundan. No es una casualidad que la primera víctima en las guerras sea la verdad. Ha sido siempre así desde tiempo inmemorial y lo es ahora en estos tiempos de conflicto y polarización. Pero la causa no es la propaganda de los políticos o los demagogos sino que, más bien, lo que posibilita que esto ocurra y que estos políticos y estos demagogos tengan éxito es la estructura de nuestra psicología humana en tiempos de conflicto entre grupos, de la que ellos se sirven.


Referencia:


Michael Bang Petersen, Mathias Osmundsen y John Tooby. The Evolutionary Psychology of Conflict and the Functions of Falsehood. 

Capítulo del libro The Politics of Truth in Polarized America. Concepts, causes and correctives, editado por David C Barker y Elisabeth Suhay. oxford University Press.


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@pitiklinov