Según Freud, todos los suicidios incluyen tanto un deseo de morir, como un intento de dañar o perjudicar a alguien que el suicida cree que es el responsable del sufrimiento insoportable que le lleva a la muerte. También, como dice aquí Fernandez Tresguerres, es probable que uno siempre se suicide contra algo o contra alguien. En esta entrada vamos a tratar el tema de algunas categorías de suicidios en los que el intento hostil y el objetivo de perjudicar a otros parece la razón principal del suicidio, siguiendo este artículo de Antonio Preti.
Preti subdivide los suicidios con intención hostil en distintos tipos de conductas como veis en la tabla de la imagen. Yo me voy a referir a las dos clases más importantes.
El Suicidio por Venganza
En el suicidio por venganza el suicida espera provocar una reacción social contra los individuos que la comunidad cree que han causado el suicidio. En algunas tribus africanas, por ejemplo, se cree que nadie se quita la vida sin una provocación material por lo que la muerte por suicidio se considera una forma de asesinato y los considerados responsables tienen que pagar con algún tipo de castigo o de compensación económica. En los años 30 el antropólogo Roscoe cuenta un episodio en Africa. Una mujer bagesu se ahorcó en su casa y su marido fue acusado de ser la causa. Se le despojó de todas sus posesiones y se tiró su casa. Entre los Lamba, cuando un hombre tiene una disputa con otro, puede cometer suicidio sabiendo que sus familiares utilizarán el suicidio contra esa persona. Este tipo de suicidios por venganza está muy extendido en culturas pre-industriales como los Zaire en Africa, los Aguaruna Jivaro en Perú, los Fore, los Hagen, los Maenge, los Maring y entre los Ganj de Papua Nueva Guinea. En el caso de los Kaliai de Nueva Guinea existen mitos y leyendas que especifican las normas que debe seguir un suicidio de este tipo. El suicida debe advertir a otros de sus intenciones y comunicar de antemano la identidad de la persona que es responsable de su intento. Después, debe cometer el suicidio en público. Si un individuo sigue este procedimiento entonces puede razonablemente esperar que su familia o amigos busquen venganza o un pago compensatorio.
Basándose en la creencia en el poder de los fantasmas para acosar o perseguir a los vivos, el suicidio se ha utilizado en tiempos antiguos, o en la mitología, para conseguir salirse con la suya. En la Eneida de Virgilio, Dido amenaza a Eneas con perseguirle con su muerte: “donde quiera que vayas, mi espectro estará allí”. Preti comienza el artículo con el caso de una mujer de Macao que se viste con un vestido rojo y luego se arroja por la ventana. Como ella explicó en una nota, el vestido rojo servía para ayudarla a convertirse en un aterrador fantasma que acecharía a su marido por causar su sufrimiento. La venganza puede ser uno de los motivos en casos de suicidio-homicidio. Por ejemplo, en algunos asesinatos múltiples de los que se ven en EEUU en colegios o empresas donde alguien, por alguna rencilla previa, se pone a disparar sabiendo que va a ser abatido finalmente. También en homicidios-suicidios en casos de violencia de pareja íntima. Tal vez podríamos incluir aquí casos como el de una persona que utilice la instalación de gas para provocar una explosión lo que podría traducir un intención hostil y de venganza contra las personas de su entorno o potencialmente contra el mundo en general. También puede haber una similitud entre las maldiciones escritas en los casos de suicidio por venganza en pueblos primitivos y las maldiciones y amenazas de los videos que graban los terroristas suicidas de nuestra era antes de llevar a cabo su acción.
Matar muriendo
En otros tipos de suicidio la intención principal parece ser matar y el suicidio sería un medio para ese fin último que sería dañar o acabar con un enemigo. El primero de este tipo de suicidios lo tendríamos en la Biblia en la leyenda de Sansón, de ahí que se llamen a veces “sansónicos”. En la época romana tendríamos el caso de los sicarios, pertenecientes al grupo de los zelotes, que en la revuelta contra los romanos del siglo I habrían cometido acciones suicidas por medio de apuñalamientos con una pequeña daga (la sica), como parece que cuenta Josefo. Los propios soldados romanos cometían a veces un tipo de suicido llamado “devotio”, que era una misión suicida regulada por medio de un ritual en la que el soldado se lanza contra las tropas enemigas hasta que es dado muerte. Los circasianos tenían procedimientos mágicos similares a los de la “devotio” en los que un joven guerrero que precedía a las tropas se lanzaba también contra el enemigo. Entre los escandinavos existía la figura de un soldado, el Berserker, que mágicamente tomaba el poder de un oso y se creía que se convertía en oso (a veces se le vestía como un oso) que lanzaba un ataque descontrolado contra el enemigo. En el caso del suicidio por “devotio” el soldado debía informar a sus compañeros de la decisión, luego pronunciar una fórmula ritual que incluía una maldición contra los enemigos y, finalmente, lanzarse contra ellos intentando matar el mayor número posible.
En la época moderna el primer ejemplo de este tipo de suicidio de matar muriendo sería el de los kamikazes en la II Guerra Mundial, especialmente en la batalla de Okinawa, y después de la II Guerra Mundial el primer caso de ataque suicida terrorista habría sido el de la embajada iraquí en Beirut con 27 muertos y más de 100 heridos. No vamos a entrar ahora en este tipo de suicidios que merecen una entrada aparte.
Con las debidas cautelas, porque como vemos hay diferencias entre los distintos tipos de suicidios que estamos comentando, podríamos decir que las personas que cometen un suicido con intención hostil intentan claramente terminar con un dolor que se debe a un mal o a una injusticia que no puede ser perseguida por ley, o eso es lo que ellos creen. Si la injusticia estuviera claramente tipificada lógicamente recurrirían al sistema judicial para conseguir una reparación. Pero cuando el mal sufrido es más sutil o difícil de demostrar (o si según ellos no se ha hecho justicia), sería entonces cuando la persona buscaría otra manera de perjudicar al que considera el causante de su sufrimiento. Así que podríamos decir que el suicidio con intento hostil es más “social” que el suicidio de otros contextos en los que se da en unas circunstancias más privadas y el suicido tiene más que ver con el mundo interior de la persona y menos con su mundo social (aunque hacer estas distinciones es a veces difícil). Por lo tanto, una mejor comprensión de este tipo de conductas requeriría una investigación más en profundidad de los determinantes psicosociales.
Una emoción implicada claramente en este tipo de suicidio es la rabia o la ira, mientras que en el suicidio más habitual predominaría la depresión, la desesperanza o la tristeza. En general, la conducta suicida se relaciona con una propensión a la agresión: la gente que expresa altos niveles de agresión y hostilidad tiene mayor riesgo de morir por suicidio y por otras causas violentas. Los suicidas suelen puntuar alto en agresión y hostilidad y existen estudios que encuentran una relación entre la agresión dirigida hacia el exterior y actos suicidas.
En la rabia la amenaza para el sujeto no es contra su vida sino contra su estatus, su lugar en la jerarquía, y la gente está dispuesta a llegar muy lejos para defender su estatus y no permitir ser humillados. En el miedo, el sujeto tiende a huir de la fuente de peligro pero en la rabia la actitud es enfrentarse al que ha cometido la ofensa. Normalmente la supervivencia está por encima del estatus y tiene más importancia que el lugar que uno ocupa en la jerarquía. Pero si la amenaza que el sujeto percibe implica que ya nunca más va a poder conseguir los recursos que necesita, entonces el sujeto puede poner el ataque y la venganza por encima incluso de su propia supervivencia. Tampoco hay que olvidar que actuamos en base a lo que creemos que es real y no a la realidad. Puede haber un elemento paranoide en estos casos que no se corresponda con la realidad pero si un sujeto piensa que le están despojando de todo en la vida y que no hay salida pueden poner en riesgo su vida para vengar la afrenta.
Para llegar a ese punto, el individuo tiene que sentirse impotente y desesperado, sin ninguna posibilidad de enfrentarse a la injusticia percibida de otra manera que no sea el auto-sacrificio. La desesperanza es, probablemente, el antecedente cognitivo mas importante de la conducta suicida unido a la convicción de que la situación no puede ser cambiada. En muchos casos, el suicidio puede ser vivido también como un sacrificio por los demás y es claro que muchos de los tipos que hemos comentado tienen un componente altruista.
En resumen, el suicidio con intención hostil no puede ser visto como una categoría bien definida de suicidio sino como una hipótesis de trabajo para entender mejor algunos tipos de suicidio, siempre buscando la manera de tener más y mejores herramientas para prevenirlos.
@pitiklinov
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