sábado, 30 de agosto de 2014

Contra la empatía

Paul Bloom
El Boston Review dedica todo un debate (Against Empathy) al tema de si la empatía es buena o mala guía a la hora de tomar decisiones morales. El ponente es el psicólogo Paul Bloom y le dan la réplica personalidades como los filósofos Peter Singer o Jesse Prinz, o el experto en autismo Simon Baron-Cohen.

La argumentación de Bloom es similar a un artículo previo suyo del año pasado, the Baby in the Well, que os recomiendo leer en primer lugar. Partimos de que parece que estamos en la Edad de la Empatía, como dice de Waal,  escuchamos a todo el mundo hablar de lo buena que es la empatía ( han salido muchos libros sobre el tema), y hasta el presidente Obama  plantea lo importante que es ver el mundo a través de los ojos de los que son diferentes a nosotros. Parece haber una revolución afectiva y todo el mundo se rinde al papel de las emociones, especialmente las implicadas en la acción y el pensamiento moral. Según Simon Baron-Cohen, la falta de empatía es la causa del sufrimiento en el mundo y parece que la solución a los problemas del mundo es más empatía: All we need is Empathy.

En medio de este ambiente favorable a la empatía aparece Bloom y dice que él está en contra de la empatía. ¿Por qué? porque la empatía tiene muchas cosas malas, por ejemplo que es parroquiana, estrecha de miras y no sabe de números. Pone como ejemplo el caso de Jessica, la niña que cayó en un pozo en Texas y todo EEUU estuvo pendiente de ella. Es un hecho comprobado el llamado “Síndrome de la Víctima identificable”, la gente se vuelca a ayudar a una víctima de la que conocemos su cara y sus datos pero luego no ayuda a 10.000 víctimas desconocidas. En el laboratorio se ha preguntado a los sujetos cuánto dinero darían para crear un medicamento que salvara a un niño y cuánto para crear un medicamento que salvara a 8 niños y la respuesta era parecida. A un tercer grupo se les dijo el nombre y edad de la víctima y se les enseñó una foto  y entonces dieron mucho más dinero para salvar a ese que para salvar a los ocho.

Siguiendo con el tema de los números, no hay diferencia psicológica entre enterarte del sufrimiento de 5.000 personas o de 500.000. Imagina que lees que han muerto 2.000 personas en un terremoto en un lejano país y luego te enteras de que las muertes han sido en realidad 20.000. ¿Te sientes 10 veces peor? Para entender que los números importan se necesita la razón, no la empatía.
Simon Baron-Cohen

La empatía, además, está sesgada y suele limitarse además a nuestro grupo. Es más fácil que ayudemos a gente guapa o de nuestra etnia o país. La empatía es estrecha, dice Bloom. Lo tenemos muy difícil para que un seguidor del Betis empatice con la suerte de los del Sevilla. En el plano político el problema tampoco es de falta de empatía sino de que la izquierda empatiza más con unos y la derecha con otros. Por ejemplo, los liberales USA están en contra de las armas y empatizan con las víctimas de la violencia por armas. Los conservadores empatizan con las víctimas desarmadas de un crimen que se quedaron indefensas frente a la crueldad de otros. Por lo tanto, si aumentáramos la empatía en el mundo no creas que tus oponentes ideológicos pensarían como tú.

Bloom aplica el mismo argumento al calentamiento global. Nuestro cerebro no está diseñado para enfrentarse al calentamiento global porque nos fijamos en el corto plazo y en lo que podemos ver y percibir con nuestros sentidos, y el cambio climático es casi imperceptible a simple vista y va a afectar a personas en el futuro que no conocemos, o que ni siquiera existen. Nos preocupamos de individuos específicos en el presente y no nos afectan crisis que pueden dañar a gran cantidad de personas en el futuro.

El filósofo Jesse Prinz señala también que muchas cosas que  son buenas (disciplinar a un niño con conducta peligrosa, organizar un sistema para recibir donaciones de órganos para transplantes, etc) requiere dejar de lado la empatía y las emociones, y ser más frío y lógico. Lo que tanto Bloom como Prinz  defienden es un planteamiento utilitarista. Nuestro corazón siempre irá hacia el niño en el pozo porque la empatía es lo que nos hace humanos pero, según Bloom, la empatía debe ceder ante la razón si queremos que la humanidad tenga futuro. Para la política o la gestión de la cosa pública debemos dejar la empatía a un lado. Debemos darnos cuenta de que cientos de muertes son peor que una, aunque conozcamos a ese uno.
Peter Singer

De las réplicas sólo voy a comentar la de Peter Singer - que está a favor de Bloom como buen utilitarista- porque menciona un movimiento emergente muy interesante que no es muy conocido. Se llama Altruismo Efectivo, y se refiere a personas que dan una cantidad de su sueldo a organizaciones humanitarias que han demostrado ser eficaces. Se suele donar un 10% pero algunos dan el 50% y hay gente que busca trabajos donde ganar más dinero para poder donar más. Todos ellos no lo hacen por empatía sino por pura racionalidad. Para ellos es perfectamente posible jugar y cuidar a sus niños pero entender a la vez que la vida de los niños de Pakistan o Zambia son tan importantes como las de sus hijos.

Algunos puntos débiles de la propuesta de Bloom son señalados por los diversos autores que le dan la réplica, pero yo destacaría uno de los problemas que tiene esta postura. Cuando dice que sin empatía estaríamos mejor para enfrentarnos al cambio climático y entenderíamos mejor las campañas de vacunación, argumenta que estos actos imponen costes a gente real en el presente por el bien abstracto de individuos en el futuro. Este planteamiento se parece peligrosamente a las actuaciones de regímenes del siglo pasado como el nazismo o el socialismo soviético que causaron la muerte de millones de personas, siempre por un futuro mejor. Veo un riesgo enorme aquí. Esas atrocidades se cometieron por dirigentes que fueron perfectamente capaces de dejar la empatía de lado y ya sabemos el resultado.

No veo muy claro que sin empatía el mundo pueda ser mejor, pero creo que tiene un punto de razón en su argumento Boom y que la toma de medidas sobre todo a nivel político requiere ir más allá de la empatía. El problema es saber cuánto tenemos que alejarnos de la empatía.


@pitiklinov

martes, 26 de agosto de 2014

De la hipocresía hacia los enfermos mentales

La entrada anterior ha generado bastantes comentarios que agradezco sinceramente porque me ayudan a pulir y afinar mis ideas en un tema que es complejo, delicado y con muchos matices. Creo que algunos lectores no han entendido el punto principal al que mi amigo y yo nos referíamos, muy probablemente porque no me he explicado adecuadamente. En esta entrada quería desarrollar la Coda del post anterior para ver si eso clarifica nuestra postura. 

Primero, quiero aclarar que el post anterior no va, en esencia, sobre el derecho al aborto, en general, o sobre el derecho al aborto de una persona con S. de Down en particular. Podemos hablar de eso pero lo que decidamos al respecto no afecta al tema de ese post que es el de la hipocresía: que la gente dice unas cosas pero en realidad piensa o hace otras. Dado que a todos nos gusta saber desde dónde habla la otra persona quiero aclarar mi postura sobre el aborto, aunque esto es irrelevante para el objeto de discusión. Personalmente me considero ateo hasta la médula (no creo en el libre albedrío o free will lo que me convierte en doblemente ateo) y considero, en el tema del aborto en general y el del aborto en el caso de S. de Down en particular, que es una decisión personal y que cada persona o familia debe hacer lo que crea que debe hacer. No creo que el Estado, ni nadie, les deba obligar a criar un hijo que la familia no desea tener o que le obligue a abortar un hijo que desean tener. Considero legítimo tanto abortar un S. de Down como llevar el embarazo a término y personalmente sería partidario de abortar en el caso de un diagnóstico prenatal de S. de Down. Acepto que esta postura es discutible y tiene muchos problemas pero también los tiene cualquier otra. Dicho esto, y dado que el tema del aborto es un tema más emocional que racional, como hablábamos en este otro post, los que estén de acuerdo conmigo pensarán que soy un tipo muy majo y los que no me pondrán en una lista negra. Vale.

Aclarado esto, vamos a intentar ser racionales y el tema  que proponíamos es si decimos unas cosas pero realmente pensamos y hacemos otras. Es el tema de ser consecuentes o congruentes. Voy a derivar el tema hacia la Coda del post anterior para que podamos tener una perspectiva más amplia. Vamos a hablar de los enfermos mentales. 

Si le preguntamos en una encuesta al ciudadano medio a ver qué piensan sobre el estigma de los enfermos mentales probablemente nos dirán que la enfermedad mental es una enfermedad como cualquier otra, que se merecen todo el respeto, que no hay que discriminarlos, y también añadirán que no está bien encerrarlos en psiquiátricos y otras cosas por el estilo. Bien, ¿hemos de creer al ciudadano medio? Creo que no. ¿Por qué? Porque hablar es gratis, las palabras son fáciles de pronunciar y tal vez lo que uno dice no refleja lo que de verdad piensa. Para dudar de ese tipo de afirmaciones me apoyo en lo que se suele oír en los raros casos en que un enfermo mental comete un acto violento. Es relativamente frecuente ver o escuchar comentarios de los vecinos, o ciudadanos en general, en el sentido de que esa persona debería estar encerrada o cosas por el estilo. También protesta la gente cuando se quiere abrir un centro de día, o algún otro centro o recurso para enfermos mentales, cerca de su domicilio.

Los psiquiatras recibimos de la sociedad un doble mensaje, lo que en el lenguaje de la profesión solemos calificar de “doble vínculo”, es decir, se nos dice una cosa y la contraria: que los enfermos mentales deben disfrutar de la misma libertad que cualquier otra persona pero también que debemos velar por la seguridad de la ciudadanía. 

Y la prueba del nueve es la de las obras, no la de las palabras. Supongamos que tienes una pequeña empresa y estás buscando un trabajador con determinada cualificación. O imagina que buscas una persona para que cuide a tus hijos. Supongamos que uno de los candidatos padece esquizofrenia, ¿le contratarías? Supongamos, como planteaba en la entrada anterior, que existiera un test  prenatal que diagnosticara esquizofrenia en el feto con una alta fiabilidad y tu hijo da positivo. ¿Abortarías?

Nuestra tesis es que si contratas al esquizofrénico o si no abortas entonces sí estás demostrando que no discriminas o estigmatizas al enfermo mental. Pero si abortas a un feto con esquizofrenia me estás diciendo claramente lo que piensas de la esquizofrenia, y no necesitaría escuchar tus explicaciones: obras son amores.

Parto de la base de que cuando abortas un feto con una patología, minusvalía o trastorno (o no contratas a un paciente esquizofrénico o no quieres un centro de día para adictos a tóxicos cerca de tu casa, etc), lo haces por una valoración negativa de esa condición (que a ti, al niño y/o tu familia en general os va a traer dolor, sufrimiento o infelicidad). Si un test prenatal te dice que tu hijo/a va a ser tan guapo/a como Brad Pitt o Angelina Jolie y con un cociente intelectual de 160 no le vas a abortar. Decir que abortar un S de Down o un feto con esquizofrenia no implica una discriminación o valoración negativa me parece bastante difícil de defender. Y eso es lo que consideramos una hipocresía: “Yo le aborto pero que quede claro que le considero igual que los demás” Personalmente no compro esa postura.

A todos nos gusta aparecer ante los demás como personas abiertas, guays, buenas y políticamente correctas. Más importante aún: a todos nos gusta aparecer ante nosotros mismos como guays, abiertos y políticamente correctos. Reconocer que tenemos miedo a los enfermos mentales o que consideramos que una persona con el S. de Down o con esquizofrenia no está al mismo nivel que una persona que no padezca esas patologías es algo que nos rechina y destroza la idea que tenemos de nosotros mismos. Además, es algo que puede hacer que seamos rechazados por los demás y , por lo tanto, algo que no podemos permitirnos. Esta contradicción interna es un fenómeno que en Psicología se llama Disonancia Cognitiva, que ya Esopo describió en su fábula sobre la zorra y las uvas. Nos resulta insoportable vernos así y tenemos que recurrir a eufemismos y al autoengaño para justificarnos. De eso es de lo que hablábamos.


@pitiklinov

lunes, 25 de agosto de 2014

Dawkins y la hipocresía de la sociedad ante el S. de Down

Dawkins tiene últimamente una facilidad extraordinaria para meterse en charcos. Hace poco provocó un gran revuelo al decir que no era lo mismo una violación durante una cita que una violación por un extraño con un cuchillo y hace unos días ha generado otra polémica en relación al aborto en los casos de S. de Down. Me voy a ocupar de esta última. La situación resumida es la siguiente ( el propio Dawkins lo resume aquí):

El 20 de Agosto una mujer habitual en la web RichardDawkins.net comentó que no estaba segura  de qué haría ella en el caso de que estuviera embarazada de un hijo con S. de Down. Dawkins contestó: “Aborta y prueba de nuevo, sería inmoral traerle al mundo si tienes elección”. Evidentemente esto ha sido interpretado por todo el mundo como autoritario, chulo y prepotente. Dawkins explica que nada más lejos de su intención que decirle a nadie lo que tiene que hacer, que eso es lo que él haría y que la brevedad de Twitter requiere condensar mucho y él acepta y entiende que su tuit da la impresión de prepotencia. Yo personalmente me creo sus explicaciones y acepto que estaba diciendo lo que él haría, sin imponer nada a nadie, pero cada uno puede pensar lo que quiera.

Pero ha habido también comentarios en los que le han tratado de monstruo y de nazi por proponer el aborto en el caso del S. de Down y esto ya no me parece lógico porque Dawkins no está proponiendo ni más ni menos que lo que la mayoría de la gente está haciendo ya: la mayoría de la gente aborta cuando conoce que el hijo padece un S. de Down.

He estado discutiendo todo este debate y sus derivaciones con un amigo y él me señalaba un punto que considero muy acertado. Me decía que existe una enorme hipocresía detrás de las campañas de integración de las personas discapacitadas, como el S. de Down, a las que se presenta como “iguales” y con el derecho a vidas plenas, mientras sistemáticamente se las extermina antes de nacer. Hipocresía, según la RAE, se define como : “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”.

Si son personas como las demás ¿por qué las abortamos sistemáticamente? Y si creemos que es legítimo abortarlas, habrá que reconocer que no las consideramos iguales que las demás. Pero claro, eso es demasiado fuerte para nuestras conciencias. Por eso preferimos afirmar una cosa y su contraria a la vez y quedarnos así tan tranquilos pensando que el emperador está elegantemente vestido. Pero tanto mi amigo como yo le vemos desnudo.

(Coda: si hubiera un diagnóstico prenatal fiable, incluso medio fiable, que te dijera que tu embrión tiene un 80% de posibilidades de tener una esquizofrenia en la vida adulta, o un T. Bipolar, o un T. Límite de la Personalidad, ¿qué harías? ¿abortarías en estos casos?)


@pitiklinov

PS- creo que la prohibición de este video sobre el S. de Down es Francia tiene que ver con el tema de esta entrada: 

viernes, 22 de agosto de 2014

El Suicidio como escape del Yo. Los 6 pasos hacia el suicidio

Jesse Bering
El suicidio de Robin Williams ha aumentado la preocupación por el tratamiento de la depresión y la prevención del suicidio. Al hilo de este acontecimiento, Jesse Bering, en un artículo del Scientific American, intenta entender el deseo de acabar con la vida propia y dice que, a su juicio, la teoría que mejor captura la mente de un suicida es la de Roy Baumeister, que considera el suicidio como un escape del Yo. Según Baumeister, hay seis pasos que conducen al suicidio y si alguno de ellos no ocurre, no se producirá el suicidio; pero si los seis están presentes intentar evitar un suicidio es tan inútil como pretender que una persona en el punto más alto de la excitación sexual se frene de llegar al orgasmo. Los seis pasos son los siguientes:

1- Un fracaso, un desengaño, no se cumplen las expectativas. Conviene señalar que la tasa de suicidio es más alta en las naciones más prósperas, en los estados de USA con más calidad de vida, en sociedades avanzadas que defienden las libertades individuales, en áreas con mejor tiempo y en estudiantes que tienen buenas notas y padres con altas expectativas. La pobreza por sí misma, por ejemplo, no es un factor de riesgo para el suicidio. Pero sí lo es pasar de un relativa prosperidad a la pobreza. Es decir, que es la discrepancia entre las expectativas y la realidad percibida la que pone en marcha el suicidio y que, como suele decirse, cuanto más alto, mayor es la caída.

2- Atribuciones internas: uno se culpa a sí mismo del fracaso. Si uno culpa a sucesos externos del fracaso, uno no se suicida. También señala Baumeister que una autoestima baja crónica no es el mayor factor de riesgo  sino una reciente demonización del yo en respuesta a una serie de eventos negativos.

3- Un estado aversivo de autoconciencia. Uno se ve a sí mismo como no atractivo, incompetente, malo y culpable. Pero la esencia de este estado es la comparación de uno mismo con unos estándares. Esta referencia puede ser uno mismo en una época mejor o personas exitosas del entorno. Un dato interesante es que en los textos de las notas de suicidio predomina la primera persona del singular (yo) y rara vez aparecen los pronombres en plural (nosotros). Para un suicida, la familia y los amigos están a millas de distancia.

4- Un afecto negativo, un malestar emocional. Esto parece obvio. El suicida que percibe que pasa algo malo con él experimenta ansiedad, depresión, culpa y vergüenza. Como decíamos, el Yo se percibe como negativo, surge un gran malestar  y el sujeto lo que busca es el olvido, la pérdida de la conciencia. Para ello sólo hay tres caminos: las drogas, el sueño o la muerte, siendo la muerte, la gran anestesia de la naturaleza, la más definitiva.

5- Deconstrucción cognitiva. El suicida intenta escapar huyendo hacia un estado de adormecimiento por medio de una deconstrucción cognitiva, un concepto propuesto por Robin Wallacher y Daniel Wegner. Se rompen las cosas cognitivamente en sus elementos básicos. Por ejemplo, la perspectiva del tiempo del suicida cambia de manera que el momento presente parece interminable: el presente es doloroso y  cuando, al de un tiempo,  mira el reloj se sorprende de que ha pasado muy poco tiempo. También hay evidencia de que no pueden pensar bien acerca del futuro. Es por eso que amenazar, por ejemplo, con que irán al Infierno no tiene mucho efecto porque el futuro no les importa. Baumeister cree que este estrechamiento temporal es en realidad un mecanismo defensivo para no pensar en los fallos del pasado ni en el futuro sin esperanza. 
Otro aspecto de esta deconstrucción cognitiva es el aumento en el pensamiento concreto. En las notas del suicida hay pocas palabras abstractas y sobre pensamientos. Por contra, hay instrucciones muy concretas como “ no olvidéis dar de comer al gato” y referencias a objetos concretos del entorno.
Roy Baumeister

6- Desinhibición. La mayoría de la gente tiene un inhibición y miedo a hacerse daño a uno mismo. Baumeister cree que la deconstrucción cognitiva que hemos comentado tiene como consecuencia una desinhibición conductual y ya no se piensa ni en el propio dolor, ni en el de los seres queridos, ni en otras consideraciones. También es verdad que en esta última fase muchos suicidas recurren al alcohol u otras drogas para favorecer esta desinhibición.

Estos son los seis pasos. La motivación, según Baumeister, es escapar del Yo, de la autoconciencia, el olvido. En la fase de deconstrucción cognitiva, el sujeto tiene distorsiones cognitivas y creencias irracionales. La fantasía más extrema es la de escapar del Yo convirtiéndose en otra persona. Si se pregunta a los suicidas si les gustaría ser otra persona el 20% responden que sí, comparado con un 0% de los controles. 

Es muy difícil, por la propia dinámica que hemos comentado, pero tal vez esta información pueda servir para que , si observas cambios en ti mismo o en otra persona que indican que estos patrones de pensamiento pueden estar ocurriendo, intentes buscar ayuda.

@pitiklinov

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jueves, 14 de agosto de 2014

Psicología Fetal

Peter Hepper
Durante 38 semanas de nuestras vidas vivimos bajo el agua, en una relativa oscuridad, calentitos, incluso cómodos. Nos desarrollamos más rápido que en cualquier otra edad, experimentamos olores y ruidos y hacemos ejercicio regularmente. En ese tiempo ocurren muchas cosas que tendrán una gran importancia para el futuro de nuestras vidas, pero no tenemos recuerdos de toda esa época. Es más, tal es el desprecio que tenemos por esa etapa que es justamente cuando acaba cuando consideramos que empieza nuestra edad oficial.

Sin embargo, esas 38 semanas son claves y el estudio de la psicología fetal está empezando a aclarar la trascendencia de la etapa prenatal y sus conductas para nuestro desarrollo. Este conocimiento puede servir para mejorar la salud del feto. Vamos a ver algunas de las conductas del feto.

Aunque las embarazadas dicen que el feto se empieza a mover a las 16-20 semanas de gestación, los ultrasonidos dicen que, en realidad, éste se empieza a mover a las 7-8 semanas. Empieza por la columna vertebral con movimientos de la espalda y poco a poco estos movimientos se van extendiendo y a las 14-15 semanas ya ha aparecido todo el repertorio. Al final del embarazo hay cuatro estados conductuales en el feto: quieto dormido, activo dormido, quieto despierto y activo despierto, que son los precursores de los estados conductuales que vemos en el recién nacido. Una curiosidad es que la preferencia manual se observa ya a las 10 semanas pero no se ha informado de diferencias hemisféricas a esa edad, lo que sugiere que son los movimientos diferenciales derechos e izquierdos los que conducen a una lateralización pero no al revés. Movimientos oculares rápidos REM se observan en el último trimestre de embarazo.

A nivel sensorial, el único sentido que prácticamente no se estimula en el útero es la visión y el tacto es el primero en desarrollarse. A las 8 semanas el feto responde a tocamientos alrededor de los labios y la mejilla. A las 14 semanas todo el cuerpo, excepto la espalda y la parte alta de la cabeza, responde al tacto. El feto toca su propia cara desde las 10-11 semanas.

Aromas y sabores de la dieta de la madre pasan al líquido amniótico por lo que cuando el feto empieza a tragar el líquido amniótico -alrededor de la 12ª semana- puede experimentar los sabores de la dieta de su madre. Para las semanas 15-16 el feto responde al sabor del líquido amniótico y traga más si es dulce que si es más “amargo”. 

El feto responde a sonidos desde la semana 22-24. Al principio sólo oye las frecuencias bajas ( 250-500Hz) pero luego se va ampliando y al final del embarazo puede diferenciar voces y sonidos. El ambiente uterino es ruidoso: el latido cardiaco de la madre, el flujo de sangre, el aparato digestivo, todos ellos contribuyen al ruido ambiental. Se oyen también los sonidos del mundo exterior, aunque algo atenuados. Es interesante que hay muy poca atenuación en el rango de frecuencias 125-250Hz, que es el de la voz humana.

Un asunto que se debate y no está aclarado es el de la sensibilidad al dolor. En niños prematuros se ve que hay respuestas de dolor a las 24-26 semanas y en analítica se ven respuestas de estrés a pinchazos a las 23 semanas. Sin embargo, dado que el dolor es un fenómeno subjetivo no podemos llegar más allá por ahora.

Otra cuestión es si el feto puede aprender. Hay estudios de los años 30-40 del siglo pasado que demuestran condicionamiento clásico al final del embarazo y recientemente se ha demostrado habituación a estímulos auditivos a las 22-24 semanas. Los recién nacidos prefieren la voz de su madre a la de otra mujer y se cree que esta preferencia se adquiere prenatalmente. Los recién nacidos prefieren también música que han oído antes de nacer que música que no han oído nunca. Estas preferencias se observan a las 36 semanas pero no a la 30ª semana, lo que quiere decir que el aprendizaje de canciones y voces ocurre después de las 30 semanas.

El feto también aprende acerca de sabores y olores. Por ejemplo, si la madre come ajo durante el embarazo, el recién nacido tiene menos aversión al ajo que niños cuya madre no ha comido ajo. Los recién nacidos también tienen una preferencia por el olor de su madre que el de otra mujer.

Lo que no se sabe es si el aprendizaje prenatal puede dar lugar a preferencias duraderas en el tiempo. Parece que si no hay nuevos estímulos, las preferencias musicales se pierden a las 3 semanas. Lo que no está demostrado es que programas de estimulación prenatal tengan un influencia en el desarrollo del feto. Ese tipo de programas no tiene base científica.

¿Por qué se mueve, siente su ambiente y aprende el feto?. Es posible que  la conducta y experiencias del feto sean meros subproductos del proceso de maduración, pero las investigaciones sugieren que la conducta del feto es importante para su desarrollo tanto antes como después del parto. Por ejemplo, practicar movimientos respiratorios no tiene sentido en el útero pero aparecen ya a las 9-10 semanas y ocurren un 30% del tiempo a las 30 semanas. Aunque no hay aire en el útero estos movimientos ayudan al desarrollo de los circuitos neuronales responsables de la respiración asegurando que todo funcione bien cuando nazca.

Los movimientos del feto son también esenciales para la formación de las articulaciones y del tono muscular. Al principio, las articulaciones son unas superficies bastas pero a medida que el feto se mueve se van refinando y modelando hasta permitir una movilidad completa. La ausencia de movimientos en las articulaciones puede conducir a malformaciones. 

El aprendizaje prenatal olfativo puede ayudar a facilitar el amamantamiento. Los mismos procesos que hemos comentado antes que dan sabor al líquido amniótico dan también sabor a la leche materna, por lo que el feto puede aprender acerca del sabor de la leche tragando líquido amniótico. En este sentido es mejor que la madre no varíe la dieta tras el parto para que el bebe coja bien el pecho. Por supuesto, todos estos procesos de aprendizaje de olores y sabores son muy importantes también para el proceso del apego, para que el bebé y la madre se vinculen bien, al favorecer el reconocimiento de la madre. Aunque el bebé no pueda ver bien a la madre, o ella se encuentre lejos, la puede oír y oler. 

A un nivel más general, las experiencias fetales ayudan al desarrollo en general y especialmente estimulan el desarrollo del cerebro. El periodo fetal es el de más rápido desarrollo del cerebro. En el momento cumbre se están produciendo 250.000 células cerebrales por minuto. El ambiente normal prenatal produce la estimulación necesaria para la maduración del SNC.

Resumiendo, las primeras semanas de nuestro desarrollo son todavía un misterio pero la incipiente ciencia de la psicología fetal está empezando a revelar la importancia de este periodo para el resto de nuestras vidas.

@pitiklinov

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miércoles, 13 de agosto de 2014

Carta de Stephen Fry a una mujer depresiva

El reciente suicidio de Robin Williams ha disparado la preocupación de la gente por el tratamiento de la depresión y la prevención del suicidio. En ese contexto Jerry Coyne mencionaba esta carta de Stephen Fry que os voy a copiar a continuación porque me ha parecido que Fry ofrece en ella realmente un buen consejo que puede ser de ayuda a las personas que padecen depresión. En el año 2006 una mujer  de nombre Crystal Nunn, que estaba sufriendo una depresión, escribió al actor y director Stephen Fry, un hombre que ha sufrido depresiones con ideación suicida y padece Trastorno Bipolar, en busca de ayuda. Esta es la respuesta de Fry:

“Querida Crystal,

Me apena oír que la vida te está golpeando fuerte en estos momentos. Dios sabe que puede ser muy duro cuando nada parece que encaja y nada nos llena. No estoy seguro de que exista un consejo específico que yo pueda dar que ayude a que vuelva el gusto por la vida. Aunque lo hacen con la mejor intención, duele que nos recuerden cuánto nos aman los demás cuando tú no te amas a ti mismo.

He encontrado que es de ayuda pensar acerca de las emociones y sentimientos propios como similares a los cambios meteorológicos.

He aquí algunos hechos obvios acerca del tiempo:

Es real
No puedes cambiarlo con tus deseos
Si llueve y está oscuro, realmente llueve y está oscuro, y no puedes cambiarlo
Puede estar oscuro y llover 15 días seguidos

PERO

Algún día saldrá el sol
No podemos controlar cuando saldrá el sol, pero saldrá
Algún día

Ocurre lo mismo con nuestros estados de ánimo. El enfoque equivocado es creer que son ilusiones. Son reales. La depresión, la ansiedad, la apatía -son reales como el tiempo- Y DE LA MISMA MANERA, NO ESTÁN BAJO NUESTRO CONTROL. No son culpa nuestra

PERO

Pasarán: algún día lo harán

De la misma manera que uno debe aceptar el tiempo, uno tiene que aceptar cómo se siente acerca de la vida a veces. “Hoy es un día de mierda” es un enfoque perfectamente realista. Se trata de encontrar una especie de paraguas mental. “Hey-ho, está lloviendo dentro de mí: no es culpa mía y no hay nada que pueda hacer más que aceptarlo. Pero el sol podría salir mañana, y cuando lo haga, lo aprovecharé”.

No sé si esto te sirve de algo: podría no serlo y, si es así, lo siento. Simplemente pensé en escribirte algo para desearte buena suerte en tu búsqueda por encontrar un poco más de placer y sentido a la vida.

Mis mejores deseos

Stephen Fry




miércoles, 6 de agosto de 2014

Cuatro Curiosidades sobre la Hipnosis

En el libro The Illusion of Conscious Will, de Daniel Wegner tenemos un excelente capítulo sobre lo que se sabe científicamente de la hipnosis. Muy resumidas algunas de las cosas que cuenta:

1-La Hipnosis cura las verrugas. Existe el mito de que la hipnosis confiere a los sujetos hipnotizados superpoderes como adivinar el futuro, caminar sobre fuego, una fuerza sobrehumana, levitar, o incluso regresar en el tiempo hasta vidas anteriores. Por supuesto, nada de eso es cierto, pero sí se ha demostrado algunas cosas que los hipnotizados sí pueden hacer y que exceden las capacidades habituales. Una de ellas es la capacidad de reducir la experiencia del dolor. En estudios controlados, la hipnosis fue más eficaz como analgésico que la morfina, el diazepam, la aspirina, la acupuntura o los placebos. También se ha observado que se pueden curar las verrugas con la hipnosis, lo cual igual no es muy sorprendente porque también se curan por sugestión. La verdad es que la hipnosis tiene muchos elementos en común con el efecto placebo (como el hecho de ser una interacción social) y se podría decir que la hipnosis es un efecto placebo en palabras en vez de en pastillas.

2- La Hipnosis no mejora la memoria. De hecho, parece que la hipnosis es una buena manera de olvidar. Los estudios de amnesia inducida hipnóticamente sugieren que la gente puede olvidar por medio de la hipnosis. Pero, y esto es muy importante, la investigación no encuentra que la gente pueda recordar por  medio de la hipnosis cosas que no había olvidado por hipnosis. En cambio, los sujetos hipnotizados recuerdan cosas en línea con las preferencias del hipnotizador. Los estudios también muestran que la hipnosis no refuerza la seguridad de los recuerdos sino que meramente aumenta la confianza del sujeto en sus falsos recuerdos.

3- La Hipnosis puede inducir actos inmorales. Se ha debatido mucho la cuestión de si se puede inducir a una persona hipnotizada a cometer actos inmorales de tipo sexual o actos criminales. La realidad es que hay estudios en los que a personas hipnotizadas se les pidió coger una serpiente venenosa o tirar ácido al hipnotizador y la mayoría de los sujetos lo hicieron (el hipnotizador estaba protegido y delante de la serpiente había un cristal). Esto sugiere que la hipnosis es realmente poderosa. Sin embargo, existe un estudio muy interesante, el de Orne y Evans, de 1965, que introduce un matiz interesante en este debate. En este estudio se repitió lo de la serpiente y el ácido y los sujetos hipnotizados lo hicieron. Sin embargo, se utilizó otro grupo al que se pidió que simulara la hipnosis y engañara al hipnotizador y esos sujetos también hicieron los actos peligrosos. Pero lo que es todavía más curioso es que había otro grupo control de individuos no hipnotizados a los que se pidió lo mismo y 3 de 6 lo hicieron también. Los sujetos luego decían que sabían que era un experimento hecho por científicos y que no podía pasar nada raro pero ahí queda la duda. Parece que no es necesario estar en trance par hacer burradas. Por otro lado, experimentos como los de Millgram demuestran que se puede influenciar a la gente para hacer daño a los demás, o a ellos mismos, sin necesidad de la hipnosis.
Neukomm hipnotiza a Ella

4- Existe por lo menos un caso informado de muerte inducida por hipnosis. En 1894 el hipnotizador Franz Neukomm trabajaba con una mujer muy susceptible a la hipnosis llamada Ella Salamon a la que había hipnotizado muchas veces en su show. Normalmente, Neukomm hacia subir a una persona de la audiencia y pedía a Elle que se metiera en la mente de la persona y que informara de su salud. Una noche Neukomm cambió las instrucciones y le dijo a Ella: “ tu alma dejará tu cuerpo para entrar en el cuerpo del paciente” Ella se resistió como no era normal y dijo que no haría eso. Neukomm repitió firmemente lo de “dejar tu cuerpo”, la indujo un trance más profundo y repitió la orden. Ella murió, aparentemente de un fallo cardiaco. Lógicamente no hay manera científica de establecer que la hipnosis fue la causa de la muerte, pero Neukomm fue acusado de asesinato y condenado.

@pitiklinov

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¿Para qué sirve la Serotonina?

Acaba de publicarse un estudio con unos resultados francamente contraintuitivos porque vienen a concluir que la serotonina no sirve para mucho en el organismo, si es que sirve para algo. El estudio describe lo que ocurre en ratones en los que se bloquea la producción de serotonina a partir del triptófano al noquear (knockout) los genes TPH1 y TPH2 que codifican para las enzimas triptófano hidroxilasa 1 y triptófano hidroxilasa 2. Estas enzimas son necesarias para la síntesis de serotonina fuera del cerebro (la TPH1) y en el cerebro (la TPH2). Por lo tanto, si no hay triptófano hidroxilasa no hay serotonina. En los ratones a los que se les bloquean los dos genes la reducción de serotonina es de un 94-99%.

Lo fundamental es que los ratones son absolutamente normales en casi todo (movilidad, función inmune, corazón, sistema endocrino, visión, etc), salvo que son un poco más pequeños y con menos grasa corporal. Esto contrasta por ejemplo con el bloqueo de la producción de catecolaminas al noquear la tirosina hidroxilasa caso en el que se produce una letalidad perinatal. 
En determinados tests que se emplean en el estudio de fármacos antidepresivos, como el de esconder canicas, el de nadar de forma forzada o el de suspensión por la cola sí se observan algunas diferencias aunque tampoco muy marcadas y un poco difíciles de interpretar ( sí se observan diferencias en el procesamiento del dolor). La conclusión de los autores es que la serotonina no es esencial para el desarrollo general y que su papel en la conducta es más bien modulador que esencial.

Estos resultados son sorprendentes no tanto porque los ratones no se vuelvan “depresivos”, “obsesivos”, “suicidas”, “agresivos", “adictos” o lo que convenga según las diversas versiones del mito serotoninérgico, sino porque el aparente bienestar de los ratones que tienen la serotonina capada introduce la cuestión de por qué ha sido seleccionada la serotonina. Es muy difícil pensar que el neurotransmisor más antiguo, utilizado incluso por insectos y organismos unicelulares, y que actúa sobre nada menos que 14 receptores serotoninérgicos distintos, sea totalmente prescindible. La selección natural no es amiga de gastar recursos en cosas que no sirven para nada. 

Una posible explicación es que otros sistemas de neurotransmisores o cerebrales asuman la función que normalmente realiza la serotonina, y esto no se analiza en el estudio. Es decir, no se mira, por ejemplo, si hay ocupación de los receptores serotoninérgicos por otros mensajeros diferentes a la serotonina, o algún tipo de actividad vinculada a estos receptores. También podríamos plantearnos  incluso si la serotonina es un neurotransmisor suplente, en vez de titular, y por eso al eliminarlo no se nota mucho. Es también conocido que a lo largo del desarrollo de un organismo es muy raro que el bloqueo de un solo gen tenga consecuencias en el organismo porque es compensado por otros (por un proceso de canalización), pero esto no ocurre en el caso de la tirosina hidroxilasa y las catecolaminas. En todo caso, da mucho que pensar.

@pitiklinov

Referencia


sábado, 2 de agosto de 2014

Latrinalia

Colaboración de Juan Medrano

Nick Haslam
Nick Haslam, profesor de Psicología en Melbourne, Australia, publicó en 2012 un curioso volumen, titulado “Psychology in the Bathroom” en el que estudia los fenómenos psicológicos relacionados con las funciones y actuaciones que tienen lugar en esos lugares a los que eufemísticamente se denomina cuartos de baño. De hecho, aunque es justo reconocer que no está fuera de lugar llamar cuarto de baño a los habitáculos que, especialmente en los hogares, están destinados al aseo y al (efectivamente) baño, lo que a Haslam (precisamente) le interesa en su obra son en realidad las actividades de eliminación que se ejecutan en esos espacios y que se reconocen (más fácilmente) si los denominamos con términos más directos como excusado, la letrina, el retrete, el wáter, el WC; no sé si me explico.

A lo largo de su obra, Haslam analiza cuestiones tan relevantes como el colon irritable, lo que llama “vejiga nerviosa”, la flatulencia, la personalidad anal, la coprolalia o la trascendente cuestión de si en el retrete debe dejarse levantada o bajada, no la tapa (que parece no estar incorporada al citado trono en Australia), sino el asiento supletorio intermedio, cuestión que analiza con detalle, aportando sólidos argumentos estadístico – utilitaristas, pero también sociológicos y éticos, en lo que podría ser un buen ejemplo de parodia de un artículo científico.
  
Nos detendremos en un capítulo que atinadamente dedica el autor a los llamados graffiti de retrete, es decir, a la producción gráfica, a veces escrita, a veces plástica, que caracteriza a estos lugares. El término técnico para denominarlos, por cierto, es el de latrinalia, acuñado hace cerca de 50 años por Dundes y que da título a una obra de Bill Foehring que recopila y muestra toda una selección de producción latrinálica esencialmente plástica. 
La obra de Bill Foehring

Los graffiti de excusado, según muestra Haslam, no son un fenómeno reciente, ya que existen indicios de su existencia nada menos que en la antigüedad romana. Vestigios más recientes demuestran su existencia en el XVIII inglés, de lo cual nos da prueba Haslam con un sentido graffiti en verso. Pero desconocemos cómo se distribuían en aquel entonces los locales en los que se produce y expone la latrinalia. En nuestros días, Haslam nos recuerda, estos cubículos tienen dos características muy notables. La primera es que son espacios en los que se desarrollan actividades de naturaleza tabú desde el punto de vista del respeto y la convivencia sociales, y se desarrollan, además, en privado. La segunda es que están por lo general claramente segregados por sexo (perdón: género). De lo uno y de lo otro se sigue que pueden facilitar la expresión de contenidos que no se escribirían o dibujarían en cualquier otra pared.
 
Latrinalia añeja con alusiones a la guerra de Vietnam, Nixon y el símbolo de Haz el amor y no la guerra


Sobre esos contenidos existe un cierto cuerpo científico del que Haslam nos ofrece una visión global. Si bien es cierto que en los últimos años su producción ha caído en picado, según nos señala nuestro autor, la latrinología tuvo su época dorada en los años 70 y 80 del pasado siglo. Gracias a las aportaciones de estudiosos en la materia es posible construir una taxonomía temática, que abarca cuestiones muy diversas. En primer lugar, la temática sexual (desde expresiones puramente descriptivas hasta alardes de potencia, virilidad o dimensiones, pasando por búsquedas de contacto homosexual), a la que sigue la amorosa (entendiendo como tal la romántica: declaraciones de amor, petición de consejo u opinión sobre un problema con la pareja o cómo seducir a una persona de la que se está enamorada, algo, por lo visto, muy común en excusados femeninos). Otros temas son el insulto puro y duro (racista, sexista, machista), la política, el humor, la autorreferencia, es decir, el graffiti que alude al propio hecho de latrinalear, lo que incluye cadenas en que una primera anotación da pie a respuestas o comentarios. Finalmente, se distinguen graffiti de contenido puramente escatológico que, nos aclara Haslam, “se inspiran en los procesos y productos de la eliminación”. Existen además variantes que combinan las clases previamente descritas; esto es: pueden existir, por ejemplo, graffiti insultantes de contenido político.
 
Latrinalia que combina las variantes autorreferencial y sexual


Uno de los dogmas clásicos de la latrinología es la clara diferencia entre los contenidos de los graffiti de los excusados masculinos y femeninos. Los primeros, asegura un amplio cuerpo doctrinal y empírico, son más directos, soeces, humorísticos y demandan contactos sexuales tanto hetero como homosexuales. Los femeninos son, en cambio, menos expresivos, se centran en el amor, que no en el sexo, e inician a veces auténticos consultorios sobre problemas personales. Los graffiti femeninos son, por tanto, más relacionales que pura expresión (ya se sabe, dicho sea de paso, que el cuarto de baño femenino suele ser un lugar de encuentro, al que las mujeres acostumbran a ir en grupo). La tradición latrinológica sostiene también que las mujeres son mucho menos productivas y que los grafitis de los excusados femeninos son “escasos y carentes de imaginación”. La creatividad, por lo que se ve, es un atributo masculino, en materia latrinológica.



Sin embargo, hallazgos más recientes cuestionan mucho este estereotipo, en la medida que la producción latrinológica bruta de los excusados femeninos parece estar alcanzando en incluso superando a la de los masculinos, en tanto que sus contenidos están empezando a coincidir con los clásicamente asociados a wáteres de caballeros.

La latrinalia, como fenómeno, no solo ha dado lugar a aportaciones descriptivas, sino que también ha generado interesantes teorías explicativas. Una lectura directa y superficial nos permite invocar elementos como la intimidad del espacio, la actividad tabú allí desarrollada y la segregación sexual socialmente impuesta en la mayor parte de los wáteres, para razonar que los cuartos de baño favorecen la expresión de contenidos suprimidos y reprimidos.



La contribución de la escuela psicoanalítica es, como cabía esperar, la más rica y matizada. Habría que hacer una especial mención a las teorías de Alan Dundes (1934-2005), aunque solo sea como reconocimiento al hecho de que fue quien creó el término latrinalia. Para este autor, autor de un seminal trabajo sobre la materia, existe un aspecto erótico anal claramente diferenciado en los graffitis de retrete que puede asimilarse al hecho de pintar o manchar con las heces (esto, por cierto, y por si a quien lea esto le aparece en algún crucigrama, se llama escatolia). Las groserías escritas en el excusado son el equivalente simbólico de los excrementos, y al plasmarlas sus autores dan rienda suelta a impulsos infantiles hacia los desechos corporales que habitualmente se mantienen a raya en la edad adulta gracias a la sublimación. Dundes va más allá y sugiere que esta dinámica anal puede explicar la mayor tendencia de los varones a desarrollar comportamientos latrinálicos (líneas arriba hemos puesto en cuestión que los varones sean más productivos que las mujeres, pero es que Dundes publicó su teoría en 1966, una época en la que los graffiti de retrete eran una actividad preponderantemente masculina, al menos en los EEUU). Según nos recuerda este autor, los hombres envidian inconscientemente a las mujeres por su capacidad de dar a la luz y consideran (es de imaginar que también inconscientemente) que la defecación es una alternativa. En la medida en que las mujeres no la precisan, no necesitan embarcarse en “actividades sustitutorias fecales” como la pintura, la escultura, tocar instrumentos de viento o, y aquí está el quid de la cuestión, pintarrajear en las paredes y puertas de los wáteres públicos.

El seminal trabajo de Dundes

Como decíamos anteriormente, el interés por la latrinalia ha decaído mucho, según nos dice Haslam. Al interés científico, quiere decirse, porque no parece que la gente haya dejado de escribir y pintar en los excusados, como puede verse en las ilustraciones acompañantes. Nuestro autor de referencia propone varias explicaciones. Algunos contenidos secretos y tabús de los graffiti de hace 40 o 50 años se exponen hoy en día sin ningún recato, en forma de páginas de contactos, o simplemente anuncios en la prensa. Por otra parte, la sociedad es en nuestros días más tolerante con la expresión de ideas, opciones o tendencias sexuales, que pueden así abandonar espacios secretos y reservados (en todos los sentidos del término). Finalmente, Internet y las redes sociales son un vehículo idóneo para los comentarios, chistes, ocurrencias o cadenas que caracterizan a la latrinalia. Y seguramente, es más sencillo para los investigadores sondear esos contenidos desde su ordenador que ir recolectando muestras de graffiti por los excusados públicos.

Latrinalia artística, puramente plástica, en la el ojo bien entrenado podrá apreciar contenidos sexuales y escatológicos

Sea como fuere, la latrinalia, es una expresión humana más, y por ese motivo, al margen de sus peculiaridades y connotaciones, es una vía para profundizar en el conocimiento de esa especie de primate tan peculiar que es la nuestra. ¿Alguien se anima a iniciar la escuela española de latrinología?

Fuentes:
Dundes A. Here I sit: A study of American latrinalia. Kroeber Anthropological Society Papers 1966; 34: 91-105
Haslam N. Psychology in the Barthroom.  London: Palgrave Macmillan, 2010.