domingo, 7 de febrero de 2021

Sobre la privatización del matrimonio


En esta entrada me voy a hacer eco de una propuesta que hacen Richard Thaler y Cass Sunstein en su libro Nudge, traducido al español como Un pequeño empujón. Es una idea que yo desconocía hasta leerla en el libro y por lo que veo a mi alrededor es algo que la mayoría de la gente desconoce. Si nadie le ha hecho ni caso a este tema seguramente es porque no es una buena idea pero a mí me parece que esta posibilidad merece por lo menos ser conocida. Hay que decir que Thaler y Sunstein presentan la propuesta como idea suya pero ya había habido otros autores que la habían lanzado, el primero de los cuales parece ser el escritor libertario David Boaz en 1997 en Slate. En este artículo tenéis un listado de autores que han hablado de ello. Yo voy a seguir a Thaler y Sunstein. También hay que decir que esta idea parece surgir como solución al debate sobre el matrimonio gay, y en ese sentido ha quedado desfasada, pero creo que es interesante en general.

Bien, la propuesta sería que el matrimonio se privatice, que el estado abandone el tema del matrimonio, incluso la palabra matrimonio desaparecería de leyes y demás escritos oficiales y el estado dejaría de ofrecer licencias de matrimonio. El matrimonio pasaría a ser un contrato estrictamente privado. El estado apoyaría el cumplimiento de ese contrato, como lo hace con el de cualquier otro tipo de contrato, pero los términos del mismo quedarían a la decisión de las partes. Las parejas elegirían organizaciones religiosas o civiles que ofrezcan matrimonios o simplemente hacen un contrato delante de notario. Cada uno elige casarse con la persona (o personas) que quiera y esas personas estipulan las condiciones.


En términos legales, el matrimonio es una estado oficial creado por el estado que acarrea una serie de derechos y obligaciones. Cuando alguien se casa obtiene una serie de beneficios y obligaciones. Suele tener ventajas a nivel de impuestos, de herencias, de derechos de propiedad, de ventajas legales como no declarar contra tu esposo/a en un juicio o el derecho a tomar decisiones en nombre de la pareja si sufre una enfermedad, etc. Hay que matizar que todos estas ventajas o desventajas varían de un país a otro y en los últimos años todos los derechos se han ido ampliando también a parejas  que no están casadas. 


Thaler y Sunstein plantean que el matrimonio es una realidad anacrónica que no responde a las realidades del mundo actual. En otras épocas, era una forma de que el gobierno regulara las relaciones sexuales y los hijos. Si querías tener sexo o tener hijos, estarías en mejor posición si tuvieras una licencia del estado. Pero todo esto ha cambiado radicalmente. Hoy en día el matrimonio no es necesario para que los niños sean reconocidos ni para adoptar ni por supuesto para tener relaciones sexuales. Históricamente, una razón importante para la institución del matrimonio no fue limitar el acceso al mismo sino controlar la salida, es decir, hacer que fuera difícil abandonar un compromiso con una pareja, fundamentalmente por las desventajas que podría tener para los hijos. La estabilidad matrimonial es en general buena para los hijos, aunque los niños también se benefician de la disolución de un mal matrimonio. Pero hoy en día el matrimonio se puede disolver fácilmente con el divorcio en el momento que cualquiera de los esposos lo desee.


El matrimonio tiene también la consecuencia de que divide a las personas en casadas y solteras y en muchos casos supone una serie de desventajas materiales para los solteros. Todo esto parece difícil de sostener hoy en día. En definitiva, ¿por qué no dejar las relaciones personales a la elección de cada uno?


Las críticas a este planteamiento viene sobre todo por dos frentes: los intereses de los niños y los intereses del esposo más vulnerable, que suele ser la mujer. Con respecto al primer punto, el matrimonio se ha considerado como una forma de proteger a  los hijos y este objetivo es importante. Pero no hay ninguna razón por la que un matrimonio privado no proteja a los niños. Todo lo referente a los niños puede estar recogido en los acuerdos o incluso el estado podría exigir unos mínimos en este tipo de contratos, es decir, que lo referente a los niños cumpla determinados requisitos. Si los niños necesitaran ayudas materiales o si el estado pone en marcha medidas para fomentar la natalidad o de cualquier otro tipo para beneficiar a los niños, se puede hacer en base al binomio cuidador/dependiente y no al del matrimonio. Es decir, toda persona o pareja cuidadora de un niño recibiría las ayudas que el estado destinara para ello con independencia de que sea casada, soltera, pareja de hecho o lo que fuera. 


Con respecto a la preocupación por el futuro del miembro más vulnerable de la pareja en caso de separación, es algo que la pareja debe negociar y pueden hacer unos acuerdos prenupciales pero también se pueden poner una reglas básicas por defecto. Con respecto a los acuerdos prenupciales, es algo que hacen los ricos y las estrellas de Hollywood pero la mayoría de la gente es muy reacia a hacerlos. Es curioso que cuando a la gente se le pregunta la probabilidad de divorcio que existe suelen contestar adecuadamente que el 50%, aunque este dato no sé si es exacto, pero a lo que me refiero es a que reconocen que la probabilidad de divorcio es bastante alta. Pero cuando les preguntan la probabilidad de que ellos en concreto no se divorcien creen que es del 100%. Así que si las parejas creen que no se van a divorciar y que hacer acuerdos prenupciales al respecto es destruir el encanto del matrimonio, pues dejan que esas decisiones con respecto al divorcio se decidan en su momento en los tribunales según las leyes de divorcio, lo cual genera enormes conflictos, habitualmente. 


Parece más lógico unos acuerdos prenupciales que recojan las condiciones de la separación en base a una serie de parámetros: años de matrimonio, existencia de hijos o no, ingresos de cada uno, división del trabajo de la pareja, proyecciones financieras de los esposos, etc. Como decía, el estado puede poner unas condiciones mínimas, como hace en otro tipo de contratos, pero las propia pareja es capaz de acordar las condiciones. 


En definitiva, ahí queda la idea por si alguien no la conocía. En su momento, como dice Boaz, se produjo una separación entre Iglesia y Estado para acabar con las guerras de religión en Europa. Otros conflictos sociales se pueden despolitizar y desactivar si los mantenemos fuera del ámbito del gobierno. ¿Por qué no despolitizar el matrimonio? Si dos personas quieren hacer un acuerdo tradicional por el que uno se dedica más al rol de proveedor y otro al de cuidador pues que especifiquen sus normas y sus pensiones en caso de divorcio y que lo hagan. Parejas menos tradicionales pueden hacer otros acuerdos diferentes con respecto a las propiedades y sus condiciones específicas. El matrimonio es una institución importante, la cuestión es si necesariamente debe estar planeada, esponsorizada, y controlada por el gobierno. 


@pitiklinov