miércoles, 22 de agosto de 2018

Hombres que pegan a los hombres que les aman

Esta entrada es un comentario del libro Men who beat the men who love them, de David Island y Patrick Letellier, un libro del año 1991…el primer libro que se publicó sobre violencia en parejas gays. Island y Letellier no son psicólogos, ni investigadores, ni académicos, sino básicamente dos personas afectadas por este problema: Patrick ha sido víctima de violencia de pareja y cuando escribe el libro han pasado apenas 3 años desde que abandonara a su maltratador, Stephen, y David es la persona que más le ayudó a salir adelante llegando a alojarle en su casa durante 4 meses. Dado que en aquellos momentos la violencia en parejas gays era algo absolutamente desconocido, David y Patrick se leen todo lo que existe sobre la violencia de pareja en heterosexuales y lo poquito que hay en homosexuales y con la experiencia de Patrick como guía y mucho sentido común y honestidad se lanzan a dar su visión del problema.

El libro tiene unas partes más teóricas acerca de la forma de entender la violencia de pareja y otras eminentemente prácticas. Creo que, aunque hayan pasado 27 años, sigue siendo una lectura interesante para profesionales relacionados con este campo, pero creo que puede resultar todavía más interesante para las víctimas de violencia de pareja, tanto homosexuales como heterosexuales. El libro tiene consejos detallados y finos sobre cómo prepararse para abandonar a una pareja maltratadora, como mantenerse fuera de la relación, cómo hay que ayudar a una víctima de violencia de pareja, consejos para amigos y familiares, etc. El análisis del estado psicológico por el que irá pasando la víctima, sus diferentes estados de ánimo y cómo ir enfrentándose a cada etapa creo que puede ser de gran valor para cualquier persona afectada. Al final termina con una serie de propuestas legislativas, políticas y sociales para publicitar, educar a la sociedad y combatir la violencia en parejas gays. Pero voy a centrarme en su visión o encuadre del problema en diversos aspectos, sobre todo aquellos en los que difiere del paradigma de género, el enfoque imperante. Empezaré por una serie de mitos que ellos intentan combatir desde el primer momento y que, aunque van a alargar un poco la entrada, creo que merece la pena señalar porque todavía circulan por ahí (a lo largo de la entrada voy a utilizar la expresión violencia doméstica (VD) porque es la que ellos emplean).

Mitos sobre la violencia en parejas gay

Mito 1: Sólo las mujeres heterosexuales son maltratadas; los hombres gays no son nunca víctimas de VD. Sobre esto dicen:

“Este mito es una de las piedras angulares de la negación acerca de la VD en hombres gays: que los hombres nunca son víctimas. Esta idea es a la vez sexista y peligrosa. Así como el maltrato en lesbianas nos fuerza a admitir que algunas mujeres pegan a sus parejas, la VD en hombres gays nos fuerza a algunos hombres como víctimas, lo que contradice los estereotipos en nuestra sociedad acerca de los hombres. La VD no usen asunto de género. Es un asunto de poder, un asunto legal y asunto de salud mental. La verdad es que los hombres pueden ser víctimas de violencia doméstica”.

Mito 2: La VD es más común en relaciones heterosexuales que en relaciones de hombres gays. Dicen que esto no es cierto y como prueba presentan unas estimaciones que ellos realizan sobre la posible frecuencia. Hay que decir que en aquellos años no había estudios epidemiológicos ni encuestas fiables sobre la prevalencia de VD en parejas homosexuales. Hoy en día sí los hay y dan la razón a David y Patrick.

Mito 3: La VD de los hombres gays es una “pelea”, y cuando dos hombres pelean es una lucha justa entre iguales. Dicen que esto es falso y poniendo como ejemplo el caso de Patrick señalan que claramente hay una víctima. También enfatizan que este mito se olvida del abuso psicológico y la destrucción de objetos. No es necesario ser golpeado para ser una víctima de VD y no se debe subestimar el daño que el abuso psicológico puede causar.

Mito 4: No es realmente violencia cuando dos hombres se pelean, es normal, se trata de chicos siendo chicos. Este mito, según ellos, transluce una actitud que existe en la sociedad: que es aceptable que los hombres sean violentos, que es normal. Escriben:

“No hay nada normal en la VD. La idea de que “los chicos son chicos” puede ser inofensiva cuando tenemos 6 años de edad, pero cuando un hombre tiene 26 y está en el hospital con los huesos rotos, y se los ha roto su amante, ¡esto no es normal! Esto es mucho más que “chicos siendo chicos”. Es violencia. Desafortunadamente, este mito está muy extendido en la comunidad gay”.

Mito 5: La VD entre gays es sólo una pelea entre amantes. Según los autores, hay una tremenda diferencia entre una pelea entre amantes y la VD. La violencia nunca es aceptable. Este mito ignora de nuevo la violencia psicológica: “que te acosen por teléfono en el trabajo, que te amenacen con suicidarse si le dejas, o que te estén gritando continuamente  son algunas de las fuerzas psicológicas destructivas que intervienen en la VD y que la convierten en mucho más que una pelea entre amantes

Mito 6: El maltratador siempre será más grande y fuerte; la víctima siempre será más pequeña y débil. Esto no es cierto porque un hombre más pequeño pero propenso a la violencia y airado puede hacer un gran daño a alguien más grande. Otra vez, este mito se olvida de la violencia psicológica. Como dicen los autores, no hace falta ser un gigante para romper tu colección de discos, cortar tu ropa o amenazarte con revelar que eres homosexual.

Mito 7: Los hombres que maltratan bajo los efectos del alcohol no son responsables de sus acciones. Luego veremos que para Island y Letellier las drogas y el alcohol son excusas para la violencia  que no disminuyen de ninguna manera de la responsabilidad.

Mito 8: La VD doméstica en gays ha aumentando como resultado de la epidemia de SIDA, el alcoholismo y las drogas. Argumentación similar a la anterior.

Mito 9: La VD en gays es una conducta sexual, una versión de sadomasoquismo, a la víctima en realidad le gusta. El argumento de los autores, como es lógico, es que el sadomasoquismo no tiene nada que ver con la VD.

Mito 10: La ley no protege a las víctimas gays de VD. Este mito es verdad en parte pero la postura de Patrick es que el sistema judicial y la policía en general le han resultado de gran ayuda y le han tratado bien cuando ha puesto denuncias porque Stephen quebrantaba la orden de alejamiento o lo que fuera.

Mito 11: Las víctimas a menudo provocan la violencia. Reciben lo que merecen. Sin comentarios.

Mito 12: Las víctimas exageran la violencia que sufren. Si fuera para tanto, sencillamente se marcharían. Para mucha gente, una de las cosas que más les cuesta comprender acerca de la VD en general es que la víctima no se marche. David y Patrick explican muy bien cómo no es tan fácil romper con la persona que amas, con tus amigos y cómo el propio maltrato convierte al maltratador en la fuente de apoyo de la víctima, algo más frecuente en gays porque suelen carecer de otros apoyos, como los familiares. 

Mito 13: Es más fácil para los gays víctimas de VD abandonar a su pareja que para las mujeres heterosexuales. Esto no es cierto porque muchos gays dependen financieramente de sus parejas, o están criando hijos o pueden vivir el fracaso de la relación como un fracaso personal. Como decía en el mito anterior, muchos gays están alejados de sus familias debido a homofobia o heterosexismo  y esto hace que pongan mucho más valor en la relación de pareja (es un poco un sentimiento de “nosotros contra el mundo”), que muchas veces es su única familia. La verdad es que las razones por la que los gays se quedan en la relación son muy similares a las de las mujeres heterosexuales o lesbianas y a las de los hombres heterosexuales maltratados.

Mito 14: La VD en gays ocurre sobre todo en hombres que andan mucho por bares, son pobres o de color. La VD no tiene límites de raza, religión, educación ni clase.

Mito 15: Las víctimas de VD son “co-dependientes”. Esto de la “co-dependencia” sale bastante por el libro, debía ser una cosa de moda en las consultas de psicología de la época y a David y Patrick les pone enfermos.

Género.

Ya desde la introducción y en distintos puntos a lo largo del libro exponen su concepción de que la VD no es un problema de género:

“La violencia doméstica no es un asunto de género, dado que tanto hombres como mujeres pueden ser maltratadores o víctimas. La violencia doméstica es un delito y los perpetradores son criminales. Los actos individuales de violencia doméstica no son causados por una provocación de la víctima, ni por una sociedad patriarcal violenta, ni por el alcohol o cualquier otra excusa o racionalización que podamos imaginar. La violencia domestica es causada por individuos, gente violenta. Porque la violencia doméstica es una decisión tomada por el maltratador, unas acciones violentas y premeditadas del agresor. Los abusadores quieren hacer daño a sus amantes. Por lo tanto, la violencia doméstica es un enorme problema mental en América.”

Más adelante hablaré de la relación que ellos ven entre salud mental y violencia de pareja pero en esta declaración de intenciones que aparece en la introducción vemos ya algunos de los temas que ya nos ha salido en los mitos y que son recurrentes. Tal vez el más importante -y que repiten hasta la saciedad- es que el responsable, el causante, el origen de la VD es el agresor: “La única causa de la violencia domestica de los hombres gay son los hombres violentos”. No van a admitir ninguna excusa, ni el alcohol, ni trastorno mental, ni provocaciones, etc., que pueda desplazar la responsabilidad de la persona que actúa violentamente.

¿Y cuál es la alternativa que ellos defienden? En algún momento reconocen que no se conoce la causa de la violencia de pareja pero ellos creen que primariamente la VD es un problema de poder, el perpetrador adopta el papel del que tiene el poder y la víctima el rol del que no tiene poder. Mucha otra gente dedicada hoy en día a la violencia de pareja en homosexuales defiende esta postura de que se trata de un problema de poder y control. Para David y Patrick, además es un problema de salud mental.

Salud mental y VD

La postura de los autores en este tema es doble. Por un lado no aceptan que los abusadores sufran ningún trastorno mental en el sentido de disminuir su responsabilidad, pero sí plantean que los maltratadores no son normales, que sí tienen un trastorno mental, que es tratable (porque según ellos la violencia es una conducta aprendida y se puede desaprender…no dan ningún margen a la posibilidad de una heredabilidad de la conducta violenta o delictiva) y reversible y los maltratadores se pueden recuperar.

Para ellos, que rompas los huesos de tu pareja es un signo claro de disfunción mental. Proponen el siguiente experimento mental. Imaginemos que un extraterrestre llega a la Tierra y nos pregunta cómo puede ser un miembro mentalmente sano de nuestra sociedad. ¿Le diríamos a este alienígena que tiene que aprender las “cualidades de maltratar”, que tiene que crear una atmósfera de intimidación y miedo en casa con su pareja para ser considerado normal? Evidentemente, no, por mucho que admitamos que nuestra cultura es violenta. Para los autores la VD no es normal y es un delito.

Es muy curioso que llegan a proponer algo así como el Trastorno de Maltrato Progresivo para incluir a los maltratadores en el DSM y enumeran la lista de criterios correspondiente. 

Causas Sociales versus individuales

Hay mucha gente que piensa que las raíces de la VD están en los procesos de socialización de nuestra cultura. Según ellos, se enseña a los jóvenes a ser violentos por lo que la culpa es de la sociedad. Para David y Patrick es igual de erróneo culpar a la sociedad por los actos violentos de un hombre contra su pareja como culpar a  la víctima. Es el estado mental del abusador la causa de su conducta y es un mito ilógico creer que la sociedad causa los actos individuales de violencia doméstica. Estas teorías del aprendizaje y sociopolíticas que intentan explicar el desarrollo de hombres violentos son incapaces de dar cuenta del desarrollo de mujeres violentas que maltratan a sus maridos, de mujeres violentas que abusan de niños y mayores y de mujeres lesbianas que pegan a sus amantes. Ademas, estas teorías no pueden explicar el hecho de que la mayoría de los hombres y mujeres no son abusadores. ¿Cómo surge la gente no-violenta de la misma sociedad de la que emerge la gente violenta? ¿De la misma familia incluso que el agresor? Es una minoría de individuos la que se convierte en abusadores domésticos en nuestra sociedad.

David y Patrick señalan el doble mensaje que se les da a los maltratadores en los programas de tratamiento habituales:

Mensaje Uno: “Vamos a trabajar primero contigo como un maltratador individual para arreglar tu terrible psicología y cambiar tu conducta extraordinariamente desviada pero no ten vamos a decir que eres un desviado.”
Mensaje Dos: Te vamos a decir que tu violencia es inaceptable y que eres responsable de ella pero también te diremos que eres normal y que es nuestra enferma sociedad la causa de que te comporte como lo haces”.

El silencio de la comunidad gay

Según Island y Letellier, la comunidad gay evita el problema. Algunos miembros de la comunidad gay piensan que si se conociera el problema de la VD en gays aumentaría la discriminación anti-gay por parte del mundo heterosexual. Otros creen que las malas noticias hay que suprimirlas. Otros creen que los gays tienen una imagen que mantener, alguno creen que ellos son más ricos, mejor educados que los heterosexuales y que se esfuerzan más en llevar una vida más ilustrada. Pierce J. Reed resumía la situación de entonces: “en cuanto a la violencia en las relaciones gays hay incluso más silencio y negación que la que hay acerca del maltrato en lesbianas. Con la importante excepción de algunos programas en San Francisco y New York la comunidad gay tiene todavía que responder al problema del maltrato gay”.

Bueno, es imposible recoger todos los aspectos del libro así que habrá que ir concluyendo. Voy a cerrar la entrada volviendo a la cuestión del género con un extracto que aparece ya en la parte final del libro:

“La VD se explica mejor como causada por perpetradores, de cualquier género, que tienen serios problemas psicológicos, así como problemas de poder y control. Es una persona con proclividad a conductas abusadoras la que se convierte en abusador y cualquier persona en America, hombre o mujer, lesbiana o gay, puede haber aprendido a ser un maltratador.

El aprendizaje social y las teorías sociopolíticas y género-económicas son adecuadas para explicar los mecanismo por los que algunos individuos adquieren las actitudes y conductas controladoras, manipulativas, intimidatorias y explotadoras propias de los abusadores. Pero es absurdo aplicar estas teorías sólo a hombres. Una persona abusiva trata de controlar y manipular a otra gente en la que cree que el control puede funcionar. Lógicamente, las madres abusivas pegan a los niños por la misma razón que los maridos abusivos pegan a las esposas: como personas trastornadas que intentan controlar a otros seres. Lo hacen porque pueden, no por su género. Y “pueden” porque tú y yo no les paramos. Nosotros aprobamos  y sancionamos su conducta por la inacción. Los roles estereotípicos de sexo que nuestra cultura asigna a hombres y mujeres no son adecuados para explicar la dinámica de la VD de lesbianas y gays ni otras formas de violencia doméstica que no sean el abuso de la esposa.

Es también imposible aplicar las mismas teorías anti-hombre sociológicas y basada en el género a todo el mundo. Todos crecemos y nos desarrollamos en la misma cultura general. Las teorías, que intentan mostrar cómo se desarrolla un hombre violento son sencillamente incapaces de explicar cómo todos los demás, hombre o mujer, la mayoría de ambos, termina siendo no violento.

Todas las teorías que dicen que la sociedad es la única causa de la conducta violenta deben someterse al test de la “aplicación inversa”: si la teoría no puede explicar cómo emergen hombres y mujeres no violentos de la misma cultura que los hombres y mujeres violentos, entonces esa teoría es defectuosa. De hecho, también, es errónea. Las característica del agresor, no su género, son los mejores predictores de si un niño se convertirá en víctima de abuso infantil o si un adulto será una víctima de abuso de pareja.

Finalmente, creemos que mientras que hombres y mujeres víctimas no comparten un perfil de personalidad, hay considerable evidencia de que los abusadores hombres y mujeres tienen muchas características en común y que sus diferencias (el género, específicamente) son menos importantes que su parecidos en predecir sus proclividades abusivas.

La violencia doméstica no es un asunto de género.

@pitiklinov






domingo, 12 de agosto de 2018

Los 7 Pecados Capitales de la Psicología

Esta entrada es un comentario del libro The 7 Deadly Sins of Psychology, de Chris Chambers, que creo que se debería haber titulado más bien los 7 pecados capitales de la ciencia  porque trata de las prácticas cuestionables que se hacen en la investigación científica en general -y no sólo en psicología- aunque es verdad que algunas de ellas son más frecuentes en psicología. El subtítulo sí es muy adecuado: Un manifiesto por la reforma de la cultura de la práctica científica. Básicamente el libro trata de las trampas que se hacen en la investigación científica a todos los niveles y de las posibles soluciones. El eje fundamental del problema es que los intereses de la ciencia no son los mismos que los intereses de los que hacen la ciencia (científicos, revistas, universidades…). Vamos a hacer un pequeño tour por los pecados y sus soluciones que pasan por dos aspectos claves: transparencia y reproducibilidad.

1- El pecado del Sesgo

“Cuando un hombre encuentra una conclusión agradable, la acepta sin discusión, pero cuando la encuentra desagradable usará en contra de ella todas las fuerzas de la lógica y la razón"
-Tucídides, siglo V antes de Cristo

“El entendimiento humano, una vez que ha adoptado una opinión...arrastra a todas las demás cosas a apoyar y estar de acuerdo con él.”
-Francis Bacon, 1620

“Lo llamo ceguera inducida por la teoría. Una vez que aceptas una teoría es extraordinariamente difícil apreciar sus fallos”
-Daniel Kahneman

Dentro de este pecado Chambers incluye una serie de conductas de las que mencionaré algunas. Una de ellas es el sesgo de publicación que consiste en que se publican los estudios que confirman nuestras hipótesis o teorías y se dejan en el cajón los que no lo hacen. No es más que una forma de la que probablemente es la falacia más poderosa del racionamiento humano: el sesgo de confirmación, que ya vemos que fue descrito por Tucídides.

Otro vicio es el de la neofilia, la excitación y la exigencia de resultados positivos y novedosos si quieres publicar en psicología. Es clásico el estudio de Daniele Fanelli de 2010  que razonó que cualquier dominio de la literatura científica que sufra de sesgo de publicación estaría dominado por los resultados positivos. Revisó más de 2.000 artículos científicos de todo el espectro de la ciencia (desde la física y química pasando por la biología hasta la psicología y la psiquiatría). Lo que encontró fue que el sesgo era mayor en psicología y psiquiatría con un 91% de resultados positivos. Es irónico que cuanto más “blanda” es una ciencia más resultados positivos encuentra, lo cual evidentemente indica la falta de rigor en la metodología científica. 

Un problema que sí es peculiar de la psicología es lo que ocurre con las replicaciones. Toda la ciencia tiene un problema con las replicaciones porque no se valoran, los científicos no quieren hacerlas (porque no da fama replicar el trabajo de otro que es el que se va a llevar el mérito), las revistas no las quieren publicar (porque no les genera titulares llamativos en la prensa) y a nadie le interesan cuando es evidente que a la ciencia sí le interesan las replicaciones porque no podemos dar por cierto ningún hallazgo si no es suficientemente replicado. Las replicaciones son uno de los pilares del método científico. 

Pero el matiz de la psicología es que no se suelen hacer replicaciones directas de un experimento sino lo que se se llaman replicaciones conceptuales. La lógica de la replicación conceptual es que si un experimento muestra evidencia de un tipo de fenómeno se replica usando un método diferente que se supone que mide la misma clase de fenómeno (esto ha ocurrido mucho en un campo muy cuestionado de la psicología que es el priming o primado). El truco del asunto es que si la replicación conceptual saca las mismas conclusiones que el experimento original se da por replicado el original. Pero si la repplicación conceptual obtiene unas conclusiones diferentes no se falsifica el original porque claro, esto que ha fallado es diferente a lo otros, no es la misma cosa…de manera que es posible confirmar pero no des-confirmar.

Otro tipo de sesgo es el sesgo retrospectivo que consiste en engañarnos a nosotros mismos (y a los demás) creyendo que una observación era algo esperado cundo en realidad fue una sorpresa. Según el método hipotético-deductivo del método científico, al que se adhiere la psicología por lo menos nominalmente, un científico comienza por formular una hipótesis que trata un aspecto importante de una teoría. Con la hipótesis decidida, el científico conduce el experimento y esto permite determinar si los datos obtenidos apoyan o no la hipótesis. Es clave que la hipótesis está decidida antes de recoger y analizar los datos para separar así en el tiempo la predicción (hipótesis) de la estimación de la realidad (datos) y no caer en el sesgo retrospectivo.

El problema es que mucha investigación científica se salta esto a la torera. Como la hipótesis de un experimento no se suele publicar con anterioridad, los investigadores pueden, de manera encubierta, alterar sus predicciones para que encajen con los datos que han encontrado. En psicología a esta práctica se la llama Hypothesizing After Results are Known (HARKing), es decir formular la hipótesis después de que conocemos los datos, un término acuñado por Norbert Kerr en 1998. ¿Y cómo de frecuente es el HARKing? Pues según algunos estudios el 40% de investigadores dicen haberlo visto y según otros hasta el 90% lo han visto pero sólo admiten hacerlo en un 35%. Conclusión: tremendamente frecuente.

2- El Pecado de la Flexibilidad Escondida

Tortura los números y confesarán cualquier cosa
-Gregg Easterbrook

Los científicos viven agobiados por la espada de Damocles “publica o perece” si quieren avanzar en su carrera y obtener una plaza fija en una universidad. Los datos de los estudios se pueden analizar de diferentes maneras y es práctica habitual informar sólo del tratamiento de datos que obtiene los resultados que nos interesan. Es lo que se llama p-Hacking o pesca de datos. El valor p nos muestra la probabilidad de haber obtenido el resultado que hemos obtenido si suponemos que la hipótesis nula es cierta y convencionalmente se ha puesto en 0,05. La flexibilidad está en que a la hora de analizar los datos se pueden tomar diferentes opciones que se pueden considerar “correctas” pero que dan diferentes valores de p. Los investigadores pueden excluir ciertos valores extremos, por ejemplo, o ciertos participantes o utilizar un tratamiento estadístico en lugar de otro, o seguir recogiendo datos hasta que les sale un resultado significativo, o parar de coger datos cuando ya les sale lo que buscan, etc. 

Y todas estas decisiones se esconden y no se publican. Se dice que esto es “el grado de libertad del investigador”. El caso es que seleccionando el tratamiento más favorable y combinándolo con el HARKing que comentábamos en el apartado anterior podemos sacar resultados positivos con casi cualquier hipótesis. Simmons y cols. realizaron una serie de experimentos y simulaciones de esta flexibilidad a la hora de tratar los datos y obtuvieron que se podía llegar de una tasa de 5% de positivos hasta una tasa de falsos positivos de 60,7% y es posible que esto sea una subestimación. ¿Y cómo de frecuente es el p-Hacking? Pues en una encuesta que hizo Leslie John el 100% reconocía haber recogido más datos hasta obtener significación o excluir datos que les venían mal.

3-El Pecado de la Falta de Fiabilidad

La Falta de Fiabilidad en la ciencia en general y en psicología en particular se debe a varias razones. Una de ellas es la que que ya hemos comentado de la falta de interés por replicar los hallazgos de los estudios. No sólo es que no interese a nadie replicarlos sino que algunos popes de la psicología como John Bargh, Dan Gilbert o el premio Nobel Daniel Kahneman se han manifestado directamente en contra de hacerlo. 

Otra razón es la falta de poder estadístico, la probabilidad de rechazar correctamente la hipótesis nula: cuando el poder estadístico aumenta disminuye la probabilidad de cometer un error del tipo II, es decir, de erróneamente fallar en rechazar la hipótesis nula. Los falsos positivos pueden ser descubiertos por nuevas investigaciones pero cuando una hipótesis correcta es rechazada por un falso negativo quedará abandonada y olvidada. Se sabe que la psicología sufre de un bajo poder estadístico desde los años 1960, pero estudios recientes siguen demostrando que este problema no ha mejorado en cuatro décadas. 

Otra causa, además de las anteriores y de las falacias estadísticas descritas en la sección anterior, de la falta de fiabilidad es que los estudios de psicología no dan los suficientes detalles metodológicos que permitan una replicación exacta. De esta manera si se hace una replicación de un estudio y falla, los investigadores del equipo original pueden decir que no se hizo tal o cual cosa que en realidad no estaba descrita en la sección de Métodos del estudio pero que era esencial para poder replicarlo. 

4- El Pecado de la Retención de los Datos

Es práctica corriente en psicología no compartir los datos de los estudios con nadie y no aportarlos cuando otros investigadores los piden. Guías de publicación como las de la APA requieren que los autores guarden los datos y que los compartan con lectores o investigadores interesados. La realidad es que esto no se hace. Hay varios estudios que han consistido precisamente en ponerse en contacto con los autores y reclamar los datos de los estudios y el porcentaje de autores que lo hace es muy bajo. Voy a citar precisamente el último que acaba de aparecer. Tom Hardwicke y John Ioannidis han pedido los datos de 111 artículos de Psicología y Psiquiatría y el 40% de autores no respondieron, el 30% dijeron que no y sólo 14% compartieron los datos sin restricciones.

Bien es verdad que algunos datos pueden ser confidenciales y que en otros casos los investigadores pueden estar trabajando sobre los mismos datos porque es práctica usual que se saquen varias publicaciones de un mismo experimento y que los autores no quieran que otros equipos les pisen los descubrimientos, pero se podría establecer un plazo de retención o “cuarentena” para estos menesteres y luego compartirlos abiertamente. 

5- El Pecado de la Corrupción y el Fraude

Sobre este aspecto no voy a insistir mucho. Ha habido varios casos en psicología de autores que no es que hayan realizado prácticas cuestionables sino que directamente han fabricado los datos, el caso más sonado el de Diederik Stapel. En este apartado Chambers analiza estos casos.

6- El Pecado del Internamiento o la ocultación

Este pecado no se refiere sólo al hecho ya comentado de que los datos de los estudios no se compartan sino al hecho de que hay que pagar por los artículos científicos si queremos leerlos, de que están encerrados o inaccesibles al público general y en muchos casos a los propios investigadores porque hay universidades o centros que no pueden pagar las cantidades necesarias para acceder a las publicaciones científicas. Chambers es una defensor del acceso abierto (Open Acces). Resulta que la mayoría de investigaciones se hacen con dinero público, con becas procedentes de organismos públicos, y tenemos que pagar luego por conocer los resultados de esos experimentos mientras que Elsevier y otras editoriales obtienen beneficios. La postura de Chambers es que esos datos deben ser de dominio público. 

7- El Pecado de Contar Alubias

No todo lo que cuenta puede ser contado, y no todo lo que puede ser contado cuenta.
-William Bruce Cameron, 1963

Ley de Goodhart: cuando una medida se convierte en diana deja de ser una buena medida.

En este apartado Chambers critica una serie de parámetros o números por los que se mide la calidad científica: factor de impacto de las revistas, número de artículos publicados en esas revistas, número de citaciones, etc. Analiza todos los problemas que tienen esas medidas y las desventajas e inconvenientes que suponen para el avance de la ciencia. 

Es muy apropiado tener en cuenta la ley de Goodhart arriba mencionada porque siempre que se tome una medida como referencia la gente la va a manipular. Si tomamos, por ejemplo, como señal de calidad el número de citas de un autor nos podemos encontrar con lo que ocurrió en las universidades italianas donde aumento el porcentaje de autocitas en un 81-179%. En general, se está primando la cantidad en ciencia por encima de la calidad.

Soluciones o Penitencia de los pecados

En el apartado de soluciones, Chambers destaca la transparencia y el aumento de la replicación en la ciencia. Un medida básica es el pre-registro de los estudios científicos tema en el que él mismo ha sido un pionero en la revista Cortex. Se extiende bastante y explica con detenimiento las diferentes formas en que esto puede llevarse a cabo. En los estudios registrados con peer review (revisión por pares) lo que se hace es revisar el estudio antes de que se recojan los resultados. Se valora la pregunta de la investigación y la metodología y en base a ello se aprueba preliminarmente el estudio para publicación. Después de que el estudio se ha realizado se remiten los datos y se produce una segunda peer review para ver si lo que los autores han hecho se ajusta a lo que describieron en la metodología y se valora en caso de que haya habido cambios si esos cambios estaban justificados o no. El estudio se publica sean cuales sean los resultados, es decir, sean positivos o negativos. Si la pregunta de investigación y la metodología es seria, se publica.

También se pueden pre-registrar estudios en diferentes webs sin peer review donde se deja constancia de la hipótesis, metodología y tratamiento estadístico para que todo el mundo pueda comprobar que la hipótesis era previa a la recogida de datos. Por otro lado, Chambers es partidario de que todos los datos de los estudios se almacenen, entre otras cosas para que no se pierdan para la ciencia (los formatos informáticos van cambiando)  y también para que los datos estén disponibles para otros científicos. Los investigadores van a saber de antemano que si quieren que se les publique deben subir sus datos a un repositorio o almacén de datos. 

También propone que se dedique dinero a la replicación. Esto puede parecer un desperdicio pero en realidad se estima que la falta de replicación en ciencia cuesta a los EEUU 25.000 millones de dólares anualmente. Así que dedicar una parte de ese dinero a diseñar y llevar a cabo repudiaciones pude ser una buena inversión. 

En cuanto al coste de los artículos científicos Chambers propone alternativas abiertas al modelo vigente y se plantea incluso la necesidad de las revistas científicas como las conocemos actualmente dadas las nuevas posibilidades alternativas que permiten las nuevas tecnologías.

En cuanto a la eficacia de todas estas medidas -que ya se están llevando a cabo- la evidencia es contradictoria. Por un lado, es verdad que el pre-registro está disminuyendo los falsos positivos como demuestra este estudio de 2015 en el campo de la prevención de enfermedad cardíaca donde se ha pasado de un 57% de resultados positivos a un 8%. Pero también hay estudios que están encontrando -en el caso de pre-registros sin peer review- que un elevado porcentaje de autores y de estudios cambian las medidas que propusieron inicialmente, siguen haciendo p-Hacking y demás trampas… 

En definitiva, me ha parecido un libro muy recomendable para toda persona interesada en la investigación científica en general, en los puntos débiles del sistema actual y en la manera de mejorarla.

@pitiklinov







sábado, 4 de agosto de 2018

Exageramos el papel de los factores ambientales en el éxito


Creo que si uno mirara siempre a los cielos acabaría con alas
-Gustave Flaubert


En esta entrada voy a comentar un artículo de David Moreau que revisa diferentes áreas de investigación en psicología que tienen un denominador común: la idea de que los factores ambientales son determinantes del éxito en el mundo real frente a rasgos o factores innatos. El concepto subyacente es que cualquiera puede triunfar en la escuela, en el trabajo o en cualquier hobby si se esfuerza lo suficiente, o si se lo propone. Vamos a revisar ahora cada una de estas áreas en las que se han publicado miles de artículos y en las que se han invertido miles de millones sin que la evidencia científica respalde sus afirmaciones.

Entrenamiento Cerebral (Brain Training)

La premisa central del entrenamiento cerebral es que el cerebro es “como un músculo” en el sentido de que podemos fortalecerlo con ejercicios cognitivos. De manera más específica, la idea es que tareas que trabajan funciones cognitivas -como la memoria de trabajo, la atención o la habilidad espacial- se generalizan a otras funciones y a otras situaciones del mundo real. En concreto, la afirmación de que las ventajas de este entrenamiento se transfieren a otro tipo de tareas no relacionadas es algo que se menciona en la publicidad de este tipo de intervenciones, programas y aplicaciones. 

La realidad, sin embargo, encontrada en varios metaanálisis que menciona el autor es que la mejora en rendimiento sólo se produce en la tarea que se practica y que no hay transferencias a otras funciones diferentes. No hay evidencia de que esas tareas o esos videojuegos mejoren el funcionamiento cognitivo general. Además de los artículos que cita Moreau, siguen apareciendo otros nuevos, como éste de Agosto de 2018, que encuentran que no se transfieren los beneficios y que no hay diferencias frente a grupo control.

Mentalidad de crecimiento (Growth mindset)

Carol Dweck, la autora de este concepto, distingue entre una mentalidad fija, que consiste en creer que la inteligencia, habilidades y talentos de una persona son  innatos y son rasgos de su personalidad , y una mentalidad de crecimiento que cree que la inteligencia puede ser mejorada con el esfuerzo. En las intervenciones de estos programas reaparece el concepto del punto anterior: que el cerebro es como un músculo  y puede crecer con el esfuerzo; los estudiantes pueden con estas intervenciones hacer que sus cerebros “trabajen mejor y crezcan más inteligentes”. Prometen que estas intervenciones pueden tener efectos asombrosos en los logros educativos. De nuevo, los metaanálisis no apoyan estas afirmaciones y no encuentran los efectos que prometen sus promotores.

Perseverancia (Grit)

El término Grit se refiere a perseverancia, constancia y esfuerzo a pesar del fracaso y las adversidades, y los promotores de la idea venden que podemos hacer crecer nuestra perseverancia. Sin embargo, un estudio serio de gemelos encuentra que la perseverancia es altamente heredable y que el ambiente compartido no tiene influencia en ella. Es decir, que factores como el estilo parental o la estrategia escolar no tienen influencia en la perseverancia. Otros autores han encontrado que la perseverancia se solapa en gran medida con el rasgo de personalidad llamado Responsabilidad (también sustancialmente heredable) y que la perseverancia no predice el éxito académico mientras que la Responsabilidad sí lo hace.

Merece la pena destacar que, a pesar de la falta de evidencia, el entrenamiento en la perseverancia está establecido como una prioridad por el Departamento de Educación de los EEUU y del Reino Unido.

Práctica deliberada

Este concepto propone que las diferencias individuales en ejecución en cualquier área se deben a la cantidad de horas de práctica totales del sujeto. Es indudable que por mucho talento que tenga alguien, sin practicar y sin esfuerzo no va a llegar al éxito y lo es también que la práctica deliberada puede conducir a una mejora en la ejecución de un individuo. Lo que no está demostrado es que la práctica deliberada explique las diferencia en ejecución entre individuos. Es decir, es absurdo pensar que si cualquiera metiera las mismas horas que Mark Knopfler, LeBron James o Einstein va a obtener los mismos resultados. Os remito a una entrada anterior titulada la Parábola de los Talentos donde ya tratamos este tema con la ayuda del genial Scott Alexander y donde aparecen los estudios de McNamara que cita Moreau.

Ventaja del bilingüismo

Para finalizar, se ha propuesto también que aprender idiomas mejora el funcionamiento cognitivo general: léxico, control ejecutivo y memoria de trabajo. Sin embargo, están apareciendo trabajos continuamente que no encuentran esa ventaja mientras que sí se encuentra mucho sesgo de publicación en esta literatura primando los trabajos que encuentran resultados positivos.


Tras revisar la evidencia en estos campos uno podría pensar que tampoco causa ningún daño creer en estas cosas a pesar de que no tengan suficiente soporte científico. Moreau, sin embargo, da una serie de razones por las que cree que mantener y apoyar estos programas sí es perjudicial. Por un lado el tiempo que se dedica a ellos podría dedicarse a cosas realmente útiles. Por otro lado el dinero (grandes cantidades) que se dedica a estos programas y las becas para investigación en estas áreas podrían dedicarse también a cosas más productivas. 

Pero hay otro factor que a Moreau le parece importante y es la estigmatización y la culpabilización que estas creencias generan. Porque si nos creemos estas ideas que confluyen un poco en la misma filosofía subyacente de que “si quieres, puedes”, ocurre que culpabilizamos de sus fracasos a las personas porque si no han podido es porque no quieren, porque son vagos o porque no se han esforzado lo suficiente. A fin de cuentas, si no eres medallista olímpico es porque no has dedicado las suficientes horas a ello. Según Moreau, enfatizar la maleabilidad frente al rol que juegan rasgos estables en el éxito responsabiliza a los individuos y familias de sus fracasos. 

Pero los puntos de vista que dan más importancia a los factores ambientales son mucho más atractivos que los que señalan la importancia de rasgos estables y las diferencias individuales especialmente en nuestras sociedades modernas y democráticas donde nos gusta creer en la igualdad. Hemos tratado anteriormente el caso de la Autoestima en el que también se invirtieron enormes sumas de dinero. Al igual que ocurrió con la industria de la autoestima, probablemente estas cinco ideas que hemos comentado serán desprestigiadas y abandonadas. Pero para cuando eso ocurra habrá surgido alguna nueva versión de esta filosofía del “si quieres, puedes”, y los individuos, instituciones y dineros marcharán detrás de ellas como las ratas detrás del flautista de Hamelin. Sencillamente no lo podemos evitar.

@pitiklinov

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