miércoles, 21 de diciembre de 2016

La Parábola de los Talentos

Esta entrada es una crítica a un artículo de Jose Antonio Marina en el Confidencial titulado ¿Podemos ser todos Mozart? En él Marina hace varios tipos de afirmaciones sobre el viejo dilema de si el genio nace o se hace, unas muy razonables: “sería insensato afirmar que todo el mundo puede ser Einstein, pero también sería insensato negar que todo el mundo puede mejorar su habilidad” junto con otras más problemáticas:”cuando un músico ha demostrado la calidad suficiente para ingresar en una buena academia, lo que distingue al virtuoso de un mediocre se debe al trabajo”, “la genialidad es la capacidad de esforzarse”, y otras afirmaciones difíciles de interpretar: “no podemos decir que una persona nace con una cantidad de inteligencia cuantificable. Es como si dijéramos que una semilla contiene ya el tamaño final del árbol”.

Se trata del eterno debate innato contra adquirido (nature vs. culture) en el que Marina se alinea con Anders Ericsson un autor que lleva veinte años defendiendo que la “práctica deliberada” es lo que hace al genio. Marina cita un estudio de Ericsson donde se divide a los alumnos de violín en tres grupos (destacados, buenos y mediocres) y se observa que los destacados habían practicado 10.000 horas, los buenos 8.000 y los mediocres 4.000. De hecho, los estudios de Ericsson son la inspiración de lo que Gladwell llamó la regla de las 10.000 horas, según la cual hacen falta 10.000 horas para ser un experto en una materia.

Marina y Ericsson pueden decir lo que quieran pero es que los datos no están con ellos. Como aparece en el enlace anterior, hay un metaanálisis de Macnamara y cols. del año 2014 que concluye lo siguiente: “La práctica deliberada explica el 26%  de la variación en el rendimiento en juegos, el 21% en música, el 18% en los deportes, el 4% en educación y menos del 1% en las profesiones.” Otro estudio anterior de Humbrick y cols. encuentra que la práctica explica aproximadamente un tercio de la variación de ejecución en la música y en ajedrez.

El resto de factores que explican la variación no se conoce pero Macnamara y cols, proponen la edad a la que se inicia la actividad, el talento individual, la memoria de trabajo (working memory) y la inteligencia, a la que Marina se refiere en esa frase oscura que he comentado antes en la que no sé si Marina pone en duda la heredabilidad de la inteligencia o es que soy un mal pensado.

Que haya una correlación entre talento y horas de trabajo no quiere decir que la relación sea causal, es decir, que las horas de práctica sean la causa del talento, es altamente probable que la flecha de causalidad vaya en la otra dirección y que la gente con talento en una disciplina esté más motivada para meter más horas (la confusión de causa con consecuencia creo que es el error humano más frecuente). Esta crítica ya se la han hecho a Ericsson autores como Sternberg que dice que dejamos de hacer algo cuando no lo hacemos bien y no nos sentimos recompensados por ello.

Para ilustrar con un ejemplo concreto esta posibilidad voy a traducir una parte de una entrada de  Scott Alexander (psiquiatra) del blog Slate Star Codex, titulada la Parábola de los Talentos, donde cuenta su propio caso y el de su hermano. Va a ser largo pero creo que no tiene desperdicio y que está contado con gran humor e inteligencia:

“Cuando yo tenía 6 años y mi hermano 4, mi madre decidió que como Madre Judía Supereficaz estaba contractualmente obligada a hacer que aprendiéramos piano. Me enroló en un curso introductorio de piano de Yamaha y a mi hermano menor en una clase “donde monos niños pequeños golpean teclados”. Un poco después me di cuenta de que mi hermano estaba conmigo en la clase de piano. Y un poco más tarde percibí que mi hermano era ya el mejor estudiante de mi curso introductorio de piano, aunque acababa de empezar y era dos o tres años más joven que todos los que estábamos allí. Un poco después Yamaha USA le llevó a Japón para presumir delante de los jefes de la empresa. Bueno, una cosa llevó a la otra y si ahora tecleas el nombre de mi hermano en Google encuentras artículos como estos:

La evidencia de que Jeremy Alexander se encuentra entre los mejores pianistas de jazz de su generación se está convirtiendo en abrumadora: con 16 años, Alexander es el ganador del Nottingham International Jazz Piano Competition y segundo finalista del Montreux Jazz Festival Solo Piano Competition, dos veces finalista del American Pianist Association´s Cole Porte Fellowship, y dos veces veces segundo finalista de la Phillips Jazz Competition. Alexander, que ha sido recientemente nombrado profesor de piano de la Western Minichigan University´s School of Music hizo su debut con todas las localidades vendidas en el Carnegie Hall en 2012 interpretando los Etudes de Debussy en la primaria mitad del concierto e improvisaciones de jazz en la segunda.


Mientras tanto, yo fui siempre un estudiante mediocre en Yamaha. Cuando llegó el tiempo de escoger un instrumento en la escuela  elemental elegí el violín  para ver si podía ser más de mi gusto que el piano. Fui rápidamente clasificado en la clase correctiva porque no pude hacer que mi instrumento dejara de sonar como un gato herido. Tras aproximadamente un año decidí cambiar para cumplir mis requerimientos musicales a un coro, y todos los que me habían estado escuchando respiraron aliviados.

De vez en cuando me pregunto si en algún interior de mi interior existe el potencial para estar “entre los mejores músicos de mi generación”. Intento recordar si mi hermano practicaba más duro que yo. Mis recuerdos son borrosos pero no creo que él practicara mucho más duro que yo hasta después de que su carrera de niño prodigio hubiera despegado. El ciclo parecía ser que cada vez que practicaba las cosas surgían fluidamente para él y producía bella música y todo el mundo se asombraba. Y esto tiene que haber hecho que se sintiera bien y que le incentivara a practicar más, lo que le hace incluso mejor, por lo que bella música surgía más fluidamente , las alabanzas eran más efusivas hasta que acabó escogiendo una carrera en la música y se convirtió en un prodigio. Por contra, cuando yo practicaba siempre sonaba como gatos heridos y yo recibía alabanzas muy cautas como: “buen trabajo, Scott, ha sonado como que el gato estaba menos herido de lo habitual”, lo cual me frustraba y yo quería practicar menos, lo que me hacía cada vez peor, hasta que lo dejé asqueado.

Por el contrario, conozco gente que sería ser buena escribiendo y tomaron la grandísima resolución de escribir doscientas palabras al día todos los días pero al cabo de una semana lo encontraron muy aburrido y lo dejaron. Esta gente cree que soy asombroso y entonces se preguntan  por qué no lo son ellos. Yo he escrito entre unos cientos y unos miles de palabras al día durante los diez últimos años.

Pero, como he dicho antes, esto me ha costado exactamente cero fuerza de voluntad. Es más que no puedo parar de hacerlo aunque quisiera. Parte de ello es probablemente que cuando escribo, me siento bien acerca de haber expresado exactamente lo que quería decir. Mucha gente lo lee, comentan, me alaban, me siento bien y me anima a seguir escribiendo, y es exactamente el mismo círculo virtuoso que mi hermano obtenía de la práctica del piano.

Y pienso que sería demasiado fácil decir  algo como: “No hay ningún componente innato en absoluto. Tu hermano practicó piano duramente pero casi nunca escribe. Tú escribes todo el rato pero dejaste de practicar el piano. Por lo tanto, ¿qué esperas? Ambos obtuvisteis lo que merecíais”. 

Yo traté de practicar piano tan duro como él. Realmente lo intenté. Pero cada momento era una lucha. La podía mantener por un tiempo y entonces nos íbamos de vacaciones y no había un piano disponible y yo sentía un alivio de tener una excusa y mi hermano buscaba un piano donde poder practicar. Mientras tanto, estoy escribiendo esta entrada en descansos entre carreras por los pasillos del hospital respondiendo a emergencias psiquiátricas y probablemente habrá alguien muy sorprendido por ello, alguien que diga “¡pero si tienes una excusa para dejar tu práctica de escribir!”

No sé pero no me veo a mí mismo como trabajando duro en ninguna de las cosas en las que soy bueno, en el sentido de “ejercer una gran fuerza de voluntad para forzarme a mí mismo con gritos y patadas a hacerlo”. Es posible que haga un trabajo duro y que un observador externo me acuse de no mencionar lo duro que trabajo, pero no es un olvido consciente y yo me siento así por dentro.

Ramanujan trabajó muy duro en matemáticas. Pero no creo que lo viera como trabajo. Obtuvo una beca para una universidad local pero abandonó inmediatamente porque no podía conseguir estudiar ninguna otra cosa que no fuera matemáticas. Entonces consiguió ser aceptado en otra universidad y también abandonó porque le hacían estudiar cosas que no eran matemáticas y suspendió una clase de fisiología. Casi se muere de hambre porque no tenía dinero  ni beca. A mí esto no me suena a una persona que es realmente muy trabajadora; Si hubiera tenido la capacidad de estudiar otros temas lo habría hecho, aunque no fuera por otra razón que esto le habría permitido seguir en la universidad y estudiar matemáticas. Me parece que en cierto sentido Ramanujan era incapaz de poner un gran esfuerzo en temas que no fueran las matemáticas

Yo quería aprender matemáticas y fracasé pero me gradué con honores de la escuela de medicina. Ramanujan quería aprender fisiología pero fracasó pero se convirtió en uno de los grandes matemáticos de la historia. ¿quién de nosotros trabajó duro?(…)

(…)Creo que hay algo aquí donde la solución de que yo sea malo en matemáticas y piano no es “suda sangre y empuja frente a la aversión de tu cerebro a estas materias hasta que lo consigas”. Cuando leo biografías de Ramanujan y otros famosos matemáticas no tengo la sensación de que ellos tuvieron que hacer eso con las matemáticas. Cuando hablo con mi hermano, no tengo la sensación de que él tuviera que hacer eso con el piano. Y si soy lo bastante bueno escribiendo como por estar cualificado de opinar sobre ser bueno o malo en las cosas, entonces no creo que yo mismo haya pasado por ese proceso.

Esto es parte de un trato conmigo mismo. Intento hacer lo mejor en las cosas pero si hay algo que odio, algo que se me hace cuesta arriba cada paso, entonces está bien admitir la mediocridad. No me fustigaré a mi mismo por no forzarme a patadas y gritando a practicar el piano. Y a cambio no me pondré muy engreído de practicar la escritura un montón. Es sólo una cuestión de suerte”.


@pitiklinov

Esta entrada complementa guapamente una anterior sobre el Mito de la fuerza de voluntad 


Referencia:




19 comentarios:

Iván Rodrigo García Palacios dijo...

Me parece que Juan Antonio Marina tiene una visión del niño y de su crianza muy cristiana y capitalista, como se puede deducir de todo lo que dice y escribe. Cristiana, porque el camino al cielo es de espinas. Y capitalista, porque la crianza tiene que producir personas que se esfuercen hasta el sacrificio para ser útiles y productivas al “el bien” de la sociedad. Si bien para él aquello de que la letra con sangre entra ya no se aplica, evidentemente si lo es que para lograrlo es necesario derramar sangre, sudor y lágrimas, así sea por un bien mayor. Necesito explicarme.
Por otro lado, me parece que, parodiando el célebre apunte de Rousseau, el niño nace genio hasta que la educación lo destruye.
También, me parece que la genialidad de los niños se desarrolla según el ámbito emocional, positivo o negativo, en el que ha sido criado.
Eso que llaman motivación es un valor incalculable pero efectivo. Es innegable y sustancialmente “determinante”.
Eso de causa y consecuencia es evidente: somos genios en aquello que nos gusta (castigo y premio).
Por lo demás, tanto esta entrada como la anterior y como el extenso ejemplo de Scott Alexander, son la prueba fehaciente de que las cosas funcionan mejor cuando se hacen desde el buen sentir al bien pensar y no todo lo contrario como es “creencia” o superstición. De nuevo, necesito explicarme.

Clodoveo11 dijo...

Y también conecta todo esto con los "posibles adyacentes" que ya aparecieron en otra entrada: la gente con más facilidad para aprender se esfuerza más, mete más horas en la disciplina que le satisface retributivamente, y descubre o consigue hallazgos con mayor facilidad que otros porque está metido en el ajo; todo en relación... :-)

idea21 dijo...

Si queremos que la gente se esfuerce, se considera que lo mejor es hacerles creer que "todo puede conseguirse mediante el esfuerzo". Si se les dice, en cambio, que "cada cual nace con el talento con el que nace", eso va a desmoralizar a muchos, siempre atentos a detectar síntomas de sus flaquezas. Un poco como el viejo cuento del "condenado por desconfiado".

Parece ser, por ejemplo, que no se recomienda a un chico con menos de 115 IQ que emprenda estudios superiores. Necesitaríamos una sociedad más madura para que tal tipo de "sentencias" no hicieran efecto y, mientras tanto, "arengas" como la que parece que hace Marina en su libro se supone que tienen un gran valor educativo. Parece que se equivoca... pero tiene buena intención.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Que el "filósofo de referencia" en este país sea un tipo como José Antonio Marina, la verdad es que da ganas de mandar la filosofía a tomar por culo.

Unknown dijo...

Muy buenas:

Me ha encantado el artículo.

Normalmente hablamos del libro de las 10000 horas famoso, pero se hizo otro también muy recomendable en una línea, digamos paralela, que aunque lo critica apunta en la misma dirección. Se llama “Peak” aunque ahora mismo no recuerdo el autor. Creo que trabajaba en una universidad de Florida.

Habla del aprendizaje como consecuencia de la práctica deliberada, aunque omite todo la variabilidad adicional. Es muy interesante, lo recomiendo sin duda, pero por lo que recuerdo, en ningún momento explicaba la variabilidad entre personas más allá del nivel de práctica que se haya realizado.

Algún día igual hago un podcast sobre el tema, porque es algo que me interesa mucho.

Un abrazo.

Pitiklinov dijo...

Está bien que nos recuerdes el tema del posible adyacente.. Marina y otra gente piensan que todos tenemos el mismo posible adyacente, que todos podemos conseguir lo mismo, lo cual es absurdo, las personas tienen diferentes capacidades, preferencias, deseos, etc.

anónimo dijo...

Tienes razón pero también conozco casos inversos. Chicos con mucha dificultad para estudiar pero que son empujados por su familia y hacen una carrera universitaria, mientras que a otros chicos inteligentes sus familias les recomiendan ponerse pronto a trabajar. Por no hablar de las dificultades de los chicos inteligentes en muchos colegios.
Esa es la importancia del ambiente. No se trata de negar la capacidad innata ni la falta de ella sino que esta no podrá desarrollarse o, al contrario, ser forzada dependiendo del entorno.

Yoriento dijo...

Mi resumen: la dedicación no hace crecer el talento, es el talento el que motiva la dedicación.

Pero para ser operativos habría que diferenciar mejor las competencias que definen cada "talento" y los factores que les afectan para su generación y crecimiento, porque hay talentos que tienen mayor posibilidad de desarrollo con la práctica.

Se me antoja que "no tener oído para la música" o no mostrar "habilidad natural" para tocar un instrumento concreto, son obstáculos mucho mayores que no manejar bien la contabilidad o la programación informática, para llegar a ser expertos en esas materias gracias a la ejercitación.

Pitiklinov dijo...

Sí, estoy totalmente de acuerdo, cada capacidad o talento es diferente.

Iván Rodrigo García Palacios dijo...

La dificultad es saber y poder identificar esas capacidades y talentos en los niños para así saber y poder apoyarlos y estimularlos en su desarrollo.

Escuchactiva dijo...

Yo creo que ambos puntos de vista tienen su lado de certeza, si bien debemos recordar que el talento es algo con lo que se "Nace" muchas veces, por otro lado también cabe la posibilidad de poder desarrollarlo de manera plena

Creo que articulos como estos hacen reflexionar y pensar en nuestras propias capacidades

Francisco Martín dijo...

Hola. Quisiera empezar felicitándole por el blog. Es una delicia leer artículos como estos. Muchas gracias por compartirlos con nosotros.
En lo referente a esta entrada, me ha dejado perplejo el dato de que la práctica deliberada supone un 4% de variación en la educación. ¿Significa esto que los deberes, los ejercicios, todas las lecturas y demás "practicas deliberadas" que les proponemos a los estudiantes apenas tienen reflejo en su formación? ¿Puede explicarlo con un poco de mas detalle? Soy profesor y, como comprenderá, me he quedado perplejo (e interesadísimo) al leer esto.

Pitiklinov dijo...

Hola, Francisco
Gracias por tus palabras. Entiendo tu sorpresa y tu interés. La verdad parece ser que el logro académico es altamente heredable y que los factores ambientales comunes influyen menos de lo que creemos.
La consecuencia de ello es, según proponen los expertos, que hay que personalizar más la enseñanza.
Mira esta entrada de Roberto Colom: http://robertocolom.blogspot.com.es/2015/10/la-genetica-de-la-educacion.html
También te puede interesar este libro:
http://www.economist.com/news/books-and-arts/21590881-genes-count-lot-schooling-whether-schools-can-adapt-knowledge-less
Comentan resultados como estos:
Genetic effects on schooling are big. Up to 80% of differences in learning to read and write are genetic. For maths it is 60-70%. For science, 50-60%. A lot of the angry debate between environmental determinists and genetic determinists has focused on how much of this is down to heritability of general intelligence (IQ, to the public; g, to practitioners). It is certainly important. But Ms Asbury and Mr Plomin show that other factors are also at play. One good predictor of a child’s success in a subject, for example, is his belief that he is good at it, regardless of how good he actually is. The level of such self-confidence is about 50% under genetic control.
Pero eso no quiere decir que vuestra labor no sea importante y ahí se dan algunos consejos al respecto
Saludos

Pitiklinov dijo...

acabo de ver esto por Twitter: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1041608016300097

Francisco Martín dijo...

Si lo piensas, todo el enfoque de este artículo resulta bastante sensato. Mi experiencia como adulto es que todas las cosas nuevas que "aprendo" (la situación del mercado inmobiliario de mi pueblo, el rendimiento de los microprocesadores, el inglés, la economía, la neurociencia o la edición de video) no obedecen en absoluto a la "practica deliberada"; en verdad hace años que no "estudio", aunque ciertamente todos los dias aprendo algo. Por ejemplo , en este blog.
Los adultos aconsejamos estudiar, pero en cuento tenemos la menor oportunidad dejamos de hacerlo, para aprender de la forma que nos gusta.
Como profesor, veo que muchas veces se justifica el fracaso de los alumnos con que no hincan los codos lo suficiente, o con que no están motivados. Obviamente, eso es mas sencillo que decirle a un padre que la causa de las dificultades del chaval pudiera estar en los genes de su hijo, que justamente ha heredado de él (!). En cierto sentido, veo que a veces los profesores tomamos el papel de curanderos, prescribiendo remedios que no valen mas que un placebo (también lei la entrada sobre el placebo, por cierto)
Voy a intentar leer los libros que me recomienda, aunque nunca he estudiado inglés, por cierto...

Rober dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rober dijo...

El esfuerzo es efectivo? provoca un cambio a medida que le dedicamos horas? la respuesta es si. Y lo hace en un primer momento de modo acelerado. Ir al gym unos meses, practicar guitarra unos meses, si le pusiste horas, en un corto tiempo le sacas una diferencia abismal al resto. También es cierto que la práctica no te hace Mozart, ni Hendrix, ni Schwarzenegger. Las cuestiones genéticas son determinantes, y la motivación. Para contar una anécdota personal, al parecer mi lectura en voz alta era malísima en la escuela primaria, mi madre decidió grabarme y hacerme escuchar como leía. Fue traumático, me espanté, empecé a practicar todos los días y mejore muchísimo, creo que me convertí en el mejor de la clase. De joven fui con unos amigos de vacaciones a la costa argentina, y había unos jugadores profesionales de ajedrez, yo había jugado con mi padre desde los 8 años. La cuestión que los tipos nos pegaron una paliza de película. El que jugaba conmigo se burlaba de mi juego y me sentí humillado. Después de eso empecé a interesarme por el ajedrez, compre libros y revistas, estaba obsesionado de alguna manera. dos años después volví al lugar a jugar con el mismo tipo, jugamos 7 partidas una por noche, me gano la primera, luego 5 tablas, y la última noche antes de volver le pude ganar. Para mí fue un triunfo épico. De todo esto, creo que al menos en mí, cierta vergüenza, humillación, verme menos que el resto, funcionaba como combustible como motivador, y trataba de darle vuelta a la cosa. No a todos les funciona. A mis amigos les hicieron lo mismo y se cagaron de risa. Saludos

Isa dijo...

Aprender un arte no crea a un artista, pero si lo descubre si lo es; para entonces ya no podemos hablar de trabajo, si no de un esfuerzo no exento a veces de dolor que es una forma de celebrar la vida con intensidad. Vale igual para un técnico si ama aquello que realiza. Lo importante es la fidelidad a las propias resonancias por encima de su aspecto practico, el éxito esta asegurado por que el corazón anda contento; no así el reconocimiento que esta fuera de la orbita personal. La fuerza voluntad no parece ser un asunto personal de lo que una persona se pueda apropiar, son circunstancias establecidas previamente por el aspecto genético y el entorno que actuó para darle forma a esa posibilidad humana que todos compartimos.

El Baron Lagourde dijo...

Gracias