(Publicado originalmente en la Nueva Ilustración Evolucionista el 02-02-2014)
Como decía Frans de Waal en la entrevista que le hicimos, encontrar una moral universal para todo el mundo es el reto de nuestro tiempo. De este problema trata el libro Moral Tribes, de Joshua Greene, donde Greene no sólo plantea el problema sino que ofrece una solución. Greene es científico y filósofo - le entrevistamos aquí , donde puedes conocer algunas de sus ideas- experto en una cosa llamada en inglés Trolleyology, que podríamos traducir por Tranviología. Se trata de una serie de problemas morales planteados con la ayuda de tranvías que van a atropellar a personas. Seguro que los dos problemas más famosos os los habéis encontrado porque son muy conocidos, pero los resumo brevemente. En un caso se trata de un tranvía que va a atropellar a 5 personas y nosotros estamos en un lugar desde el que podemos cambiar una aguja para que el tranvía pase a otra vía donde sólo hay una persona. La pregunta es si cambiarías la aguja provocando que el tranvía atropelle a una persona en lugar de a cinco. Si eres como todo el mundo sí lo harías. En el otro caso, estás en un puente encima de la vía y el tranvía va a atropellar de nuevo a 5 personas. A tu lado hay una persona con un mochila (en otras versiones es un gordo) y puedes empujarla a la vía y que pare el tranvía salvando así a las 5 personas. La pregunta es si le empujarías y, si eres como todo el mundo, en este caso no lo harías. Greene no es el descubridor de estos problemas (es la filósofa Judith Jarvis Thomson) pero es el que más partido les ha sacado y los ha estudiado con neuroimagen cerebral para averiguar qué estructuras se activan mientras tomamos estas decisiones.
Joshua Greene |
El problema moral al que nos enfrentamos lo resume Greene de la siguiente manera. Nosotros tenemos una moral que ha sido diseñada por la evolución para tratar con el problema YO/ NOSOTROS, a fin de cuentas la moral va de sujetar al individuo por medio de normas para que pueda funcionar el grupo, es decir, de poner la colectividad por encima del individuo. Pero el problema con el que nos enfrentamos en los tiempos modernos es el de grupos con morales diferentes conviviendo en el mismo mundo. Esto no había ocurrido nunca antes y por eso no tenemos una solución diseñada por la evolución. Tradicionalmente, la moral ha llegado hasta los límites de nuestro grupo y no era aplicable a los demás. No tenemos “instintos morales” para guiarnos en este problema que es el ELLOS/NOSOTROS y, según Greene, aquí necesitamos una Metamoral, algo que permita que diferentes moralidades “locales” puedan convivir.
Para explicar el problema Greene recurre a una metáfora que es la de la cámara de fotos. Una cámara de fotos tiene un modo automático, en el que la propia cámara decide los parámetros según programas precargados (paisaje, retrato…) y un modo manual para que nosotros decidamos la exposición que queremos, etc. Según Greene en el problema YO/NOSOTROS podemos seguir funcionando en automático porque los programas que nos ha cargado la evolución funcionan razonablemente bien. Pero para abordar el problema ELLOS/ NOSOTROS tenemos que pasar a modo manual, es decir, a usar la razón.
A continuación, Greene revisa las posibles soluciones al problema, antes de proponer la suya, que es el Utilitarismo de Bentham y Mill. Descarta que Dios pueda ser una solución, al igual que descarta las soluciones de tipo matemático o lógico, en las que a partir de unas premisas podamos ir deduciendo una serie de normas y enunciados; descarta asímismo la posibilidad de que la ciencia pueda solucionarnos el problema y llega así a su propuesta.
El parámetro o divisa común que Greene propone para guiar nuestros cálculos es la felicidad. Debemos promover aquello que genere más felicidad al mayor número de gente, y otra condición es la imparcialidad, es decir, la felicidad de todas las personas cuenta igual. El Utilitarismo, dado que ya nos acompaña desde hace un par de siglos, ha sido criticado por otros filósofos (en especial por John Rawls), y Greene dedica algún capítulo a rebatir esas críticas. Y a partir de aquí es donde las propuestas de Greene dejan de convencerme. Algunas críticas que se han formulado al Utilitarismo las voy a comentar a continuación, se trata de dilemas morales o experimentos mentales.
Un ejemplo sería el dilema del transplante. Tenemos a cinco personas a la espera de un riñón, un hígado, un corazón, etc. Llega un accidentado al hospital del que podemos tomar esos 5 órganos y salvar 5 vidas en lugar de una…¿debemos hacerlo? Según una visión utilitarista el bien de cinco es mejor que el de uno… Otro caso sería el de unos hipotéticos disturbios callejeros o raciales. Se han producido unos asesinatos en unos conflictos étnicos y si no aparece el culpable se van a producir unas manifestaciones y altercados donde va a morir mucha gente. La policía y los jueces pueden coger un inocente e inculparle, de esa manera no morirían miles de personas…¿estaría bien hacer esto? Uno más propuesto por Rawls: dado que el bien de la mayoría es lo que cuenta imaginemos una sociedad donde volviéramos al esclavismo. Pongamos que hay 10% de esclavos y 90% de dueños. El 90% de la población viviría mejor porque se aprovecharían del trabajo de los esclavos y tendrían que trabajar menos y sería más felices, aunque el 10 % fuera menos feliz. ¿Debemos apoyar esta vuelta al esclavismo?
A mi modo de ver, Greene no sale airoso cuando trata de rebatir estos y otros problemas del Utilitarismo. En el mismo problema del puente viene a apoyar que se debe tirar al señor de la mochila, no dice que él lo haría pero sí que lo aprobaría aunque no se fiaría mucho de una persona que fuera capaz de hacer algo así. El Utilitarismo plantea además unas exigencias morales muy altas. Por ejemplo, Peter Singer, otro filósofo utilitarista plantea que si no damos todo el dinero que podamos a las personas necesitadas no estamos actuando bien moralmente. No podemos gastarnos 500 euros en un portátil si con esos 500 euros podemos salvar la vida de un niño en Africa, prácticamente viene a decir que debemos amar a todo el mundo por igual. Es decir, no deberíamos hacer distinciones entre familiares y no familiares, nuestros hijos y los de los demás, por ejemplo (todo ello es, por supuesto, mi entendimiento de los planteamientos de Greene y puedo haber entendido mal, obviamente). A la hora de la verdad recula, y él mismo reniega de aplicar el utilitarismo en la vida real recurriendo a una filosofía que él llama pragmatismo profundo, que viene a ser hacer cualquier cosa que funcione en una situación, con lo que nos quedamos verdaderamente sin una guía o unos principios que nos orienten en esta selva moral.
El utilitarismo, llevado a sus últimas consecuencias, me parece una moral ideal para robots, no para personas, podría estar muy bien, pero no para la especie humana. Tiene muchos problemas de definición y de valoración , empezando por el propio hecho de que valoremos más el número: ¿por qué es mejor la felicidad de más personas que la de menos? Pongamos que en el caso del tranvía las 5 personas son mafiosos y la persona de la otra vía es Albert Einstein, ¿deberíamos salvar a los mafiosos porque son más?… En definitiva, un libro que no nos saca del atolladero pero que es lectura obligada si te interesa el problema de la moral universal.
@pitiklinov
Referencia
1 comentario:
La búsqueda de la moral trascendente y del criterio absoluto de conocimiento es también de Habermas, que ve con peligro la imposibilidad de una ciencia social general. Pero el utilitarismo no da la talla sobre todo para hablar de justicia. Caillé lo enfrenta con la sociología de Marcel Mauss y el convivialismo.
Publicar un comentario