viernes, 30 de mayo de 2014

Jefes Cheyenne y conductas de riesgo

(Publicado originalmente en la Nueva Ilustración Evolucionista el 10-03-2014)

Es un fenómeno relativamente curioso que los famosos indios cheyenne de las grandes llanuras de los actuales EEUU tuvieron históricamente dos tipos de jefes: jefes de paz y jefes de guerra. Los jefes de paz dirigían los asuntos de la comunidad  cuando todo iba bien. No tomaban parte en  incursiones guerreras, ni en luchas intercomunitarias y heredaban el estatus de sus padres. Los jefes de guerra, por contra, eran los responsables de dirigir la tribu en la batalla. Estos jefes de guerra renunciaban al matrimonio y solían hacer el juramento de que no abandonarían el campo de batalla a no ser que los de su bando ganaran (y para asegurar esto se ataban a veces a sí mismos al suelo durante la batalla). No hace falta decir que muchos de estos jefes morían jóvenes. Sin embargo, a los que sobrevivían no les iba nada mal a la larga. Después de una exitosa carrera, podían retirar esos votos que habían hecho de renunciar al matrimonio, y casarse. Siendo auténticas bombas de testosterona (al contrario que los jefes de paz) solían tener muchos hijos (y eso contando sólo los legítimos). Se ha estudiado el éxito reproductivo de estas dos estrategias y se ha visto que se encuentran en un equilibrio evolucionista, las dos son eficaces.

Pero lo más importante sobre estos jefes es su origen. Los jefes de guerra casi siempre eran huérfanos y, en la sociedad cheyenne, viudas y huérfanos se encuentran en lo más bajo de la escala social. Se les trata mal y no tienen muchas perspectivas de conseguir un matrimonio serio y prosperar socialmente. Para un huérfano, ser jefe de guerra podía ser la oportunidad de triunfar en la vida, aunque el riesgo de morir joven era muy alto. Para los que fueran físicamente lo bastante buenos y triunfaran, el retiro sería una especie de nirvana. Se trataba de una estrategia de alto riesgo-alta ganancia que no es adecuada para todo el mundo, por supuesto. El hijo de un jefe de paz no se plantearía ser un jefe de guerra porque tenía la vía abierta al éxito social y matrimonial por medio de la herencia, una vía que no implicaba grandes riesgos. Por contra, para un huérfano la elección era entre quedarse al final de la escalera social sin perspectivas de matrimonio, y con el riesgo de morir joven de todos modos, o tomar riesgos y quizás salir airoso de ellos subiendo a lo más alto de la escala social. Pero sólo podían escoger esta opción los que fueran más duros que la media, los que tuvieran unos buenos genes, para los demás no les quedaba otra opción que permanecer en el fango toda su vida.

El tomar riesgos es algo que está muy grabado en la mente masculina. Una vez que los niños llegan a la adolescencia sus tasas de mortalidad se disparan con respecto a las de las chicas. Carreras de coches, jugar con armas, situaciones de riesgo físico, apuestas, consumo de drogas, desafíos, etc., son mucho más frecuentes en chicos. Esto no implica que las chicas no muestren también estas conductas de riesgo, pero , como grupo, son mucho más cautas que los chicos. En USA entre 2000 y 2007 la tasa de mortalidad anual entre los 15-19 años para chicos blancos fue de 65,7 por 100.000, y para las chicas 39,9 por 100.000, casi la mitad. La mayor parte de estas muertes fueron por accidentes de tráfico y por uso de armas (y podemos apostar que en la mayor parte de los accidentes de tráfico en que fallecieron chicas era un chico el que conducía). 

Desde el punto de vista evolucionista esta diferencia se explica por el diferente éxito reproductivo de hombres y mujeres, este éxito es más variable en hombres y por eso el tomar riesgos puede pagar más dividendos en su caso. La misma situación que acabamos de ver que ha sucedido históricamente con los cheyennes está sucediendo ahora en muchos lugares pobres del mundo. Los hombres jóvenes de favelas o barrios pobres de muchas ciudades se meten en bandas de delincuentes o en cárteles de la droga. Si triunfan conseguirán mucho dinero y mujeres. Tal vez la suerte no les sonría mucho tiempo y mueran jóvenes, pero para entonces ya habrán tenido la oportunidad de reproducirse. El riesgo es alto pero las posibles ganancias también. Hay que vivir rápido y pensar en el corto plazo. Esa estrategia puede funcionar más para los hombres, pero no es una buena estrategia para las mujeres

También se ha propuesto que las conductas de riesgo son una forma de exhibición, de mostrar la calidad o los buenos genes. Todo tipo de competición o de riesgo: la caza, económico, literario, social…es la arena donde demostrar las buenas cualidades que uno tiene y atraer una pareja. Sería el equivalente a la cola del pavo real: en situaciones de riesgo uno muestra lo sobrado que va (el principio del handicap de Zahavi), “mira qué cualidades tengo que me puedo permitir cruzar cuando viene un coche a 5 metros porque sé que no me va a pillar…”. Hay algunos estudios que apoyan esta hipótesis porque se demuestra que cuando hay mujeres presentes los chicos realizan más conductas de riesgo. Y también hay estudios donde se aprecia que las chicas consideran más atractivos a los chicos que realizan estas conductas de riesgo. Esto es así especialmente con las conductas heroicas, aquellas que implican correr un riesgo para salvar a alguien, por altruismo. Esto atrae especialmente a las chicas pero aquí el elemento clave puede ser el altruismo y no la conducta de riesgo, alguien que corre riesgos por salvar a un desconocido se supone que también los correría por su pareja y su prole.

De todos modos, la investigación más reciente en conductas de riesgo ha empezado a matizar que no todos los riesgos son iguales y que no todos ellos atraen por igual a las chicas. Se ha planteado que los riesgos son dominio específicos, aunque no se ponen de acuerdo los investigadores en cuáles son estos campos o dominios. Por ejemplo, no es lo mismo correr riesgos en el juego o con la salud (fumar y beber), que correr riesgos físicos o deportivos, o riesgos sociales (enfrentarse a un jefe o tener ideas diferentes a las del grupo). Parece que los riesgos con la salud o las inversiones no atraen a las mujeres y que los riesgos sociales sí, tal vez porque indican que el hombre va camino de ascender en la escala social. En definitiva, un campo más (como casi todos) en el que tenemos que seguir aprendiendo.

@pitiklinov

Referencias



1 comentario:

Maria Rapela dijo...

Hola, interesante artículo, el tema del riesgo y la competitividad masculina me ayuda a responder algunas preguntas que me he hecho recientemente sobre la competitividad de los hombres en el campo artístico y profesional en general.....