miércoles, 14 de agosto de 2013

Evolución de la vejiga urinaria


Esta entrada va un poco en broma. Es una ocurrencia que me ha parecido muy simpática de Robert Sapolsky. En su libro Why zebras don´t get ulcers, está hablando de la respuesta cardiovascular durante el estrés y habla de la vasopresina, que bloquea la diuresis y, sin venir mucho a cuento, le plantea al lector una de las grandes preguntas sin respuesta de la  ciencia moderna: ¿por qué tenemos vejigas? ¿para qué demonios sirven?

Dice que son un gran invento si eres un hámster o un perro, porque así las puedes llenar de orina y luego  te dedicas a andar por ahí marcando tu territorio para avisar a los vecinos, pero que eso es inútil en el caso del ser humano. Una vejiga es lógica en animales que utilizan especialmente el olfato pero en nuestro caso es un lugar de almacenamiento aburrido e inadecuado. Los riñones, para Sapolsky, sí son un órgano con sentido porque reabsorben la orina, por medio de hormonas de un tipo u otro el riñón regula el balance de líquidos y nos permite eliminar o retener más líquido según las circunstancias. Pero una vez que la orina deja los riñones ya no puede ser reabsorbida y podría ser eliminada directamente, le podríamos decir adiós y punto, que te vaya bien. En el caso de un peligro, una emergencia, o un estrés, vemos mejor el peso muerto que es la vejiga, así que cuando tenemos que esprintar en la sabana huyendo de algún depredador lo primero que hacemos es vaciar la vejiga. Claro que en el mundo moderno eso significa que nos meamos los pantalones cuando tenemos alguna situación de emergencia.

Ni corto ni perezoso, Sapolsky encarga a una de sus estudiantes, Michelle Pearl, que llame a los urólogos más importantes de USA y que les  pregunte a ver por qué evolucionaron las vejigas. Uno de los urólogos, con buen tino, le dio la vuelta al argumento del perro para señalar que si no tuviéramos vejiga estaríamos dejando un rastro continuo de orina que señalaría nuestra localización a posibles depredadores. Pero el mismo urólogo señala que esta hipótesis tiene un problema y es que los peces también tienen vejigas y ellos en el medio acuático, supuestamente, no tienen que preocuparse de dejar rastros. Un grupo de urólogos dijo que tal vez la vejiga actúa de buffer entre el exterior y el riñón para prevenir infecciones, pero parece extraño que un órgano exista para evitar infecciones a otro órgano. La propia Pearl sugiere que tal vez evolucionó para la reproducción masculina, la acidez de la orina es dañina para los espermatozoides y tendría sentido hacer un lugar de almacenamiento para apartar la orina del camino de los espermatozoides.
Robert Sapolsky

Otros urólogos planteaban que sería un gran inconveniente social no tener vejiga a la hora de ir al cine o al teatro, o en cualquier reunión social. ¡Imaginaos cómo serían los actos sociales sin vejiga! Pero, claro, la evolución no hace las cosas con millones de años de anticipación y, por supuesto, no diseñó la vejiga para que pudiéramos estar cómodos en nuestros parties. Por otro lado, comenta Sapolsky que en su observación de los mandriles se ha dado cuenta de que, en realidad, no hacen mucho uso de ella y que no se aguantan las ganas nunca y se descargan cuando lo necesitan sin muchos miramientos. La mayoría de los urólogos reconocieron, sin embargo, que no se les había ocurrido pensar en ello nunca. 

Y esta es la cuestión, que rara vez nos hacemos preguntas como estas. Damos por hecho que las cosas son así. Pero una visión evolucionista nos recuerda que las cosas son como son porque han llegado a ser como son, es decir, podían haber sido de otra manera, y tiene que haber una explicación para que sean precisamente así. Por defecto, y de manera inconsciente, asumimos el enfoque creacionista -aunque seamos ateos y muy científicos- las cosas simplemente son así...(porque Dios las ha creado así...aunque no lo pensemos con esas palabras). No nos preguntamos por la historia de las cosas. Y la evolución no es nada más que historia, la historia de la vida y de los seres vivos.

Pero esto es típico de Sapolsky que siempre se está haciendo preguntas. En otra ocasión se planteó si existe una ventana temporal en la que se forman nuestros gustos musicales, es decir, si hay una edad a partir de la cual dejamos de estar abiertos a nuevas músicas y nos quedamos estancados y seguimos oyendo ya la misma música el resto de nuestra vida. Junto con un ayudante de investigación se puso a llamar a emisoras de radio especializadas en tipos diferentes de música ( rock contemporáneo, jazz, oldies, country, etc.), y les preguntaban cuándo apareció el estilo musical en cuestión y qué edad tenían sus oyentes. 

Después de cuarenta llamadas el patrón estaba claro: la mayoría de la gente tenía como mucho veinte años cuando oyeron por primera vez la música que eligen para el resto de su vida. A partir de sus datos concluyeron que si tienes más de 35 años cuando un nuevo tipo de música popular es introducida tienes más del 95% de probabilidades de que nunca elijas escuchar esa música. La ventana se ha cerrado.

Pero volviendo a las vejigas y por si os picaba la curiosidad, la conclusión de Sapolsky en este área fundamental del saber es, como casi siempre en ciencia, que hace falta más investigación.

@pitiklinov en Twitter

Referencia



1 comentario:

Samu dijo...

Igual la vejiga es en parte un vestigio evolutivo de algún antepasado que sí lo necesitaba (por la razón que sea), y luego la misma permaneció en el acervo motivada por circunstancias menores como las que explican los urólogos del artículo:

¿Cuál es la especie más antigua de la que se tenga constancia poseía vejiga? ¿Existen ramas evolutivas que no dispongan de vejiga? ¿Cuáles? ¿Hay, por ejemplo, mamíferos sin vejiga?

Con un poco de estudio, como dice Sapolsky, seguro que se podría sacar algo en claro del tema.

Un saludo.