Acaba de publicarse un artículo que estudia el riesgo de que las manifestaciones se conviertan en violentas y propone que, aunque no son los únicos, hay dos factores claves: (1) el grado en que la gente ve la manifestación como una cuestión moral (2) el grado de convergencia moral percibida, es decir, el grado en que los participantes creen que los demás comparten sus actitudes morales. También sugieren los autores que se pueden medir estos dos factores de riesgo por la actividad en las redes sociales y encuentran que la retórica moral aumenta en las redes en las horas previas a las manifestaciones y que este aumento de carga moral predice el número de detenciones que ocurrirán posteriormente en la manifestación. Vamos a ver el estudio con un poco más de detenimiento.
El estudio se ha realizado en EEUU e intenta buscar una explicación a la aceptación de la violencia en las manifestaciones, algo que está ocurriendo con relativa frecuencia en ese país con incidentes recientes como los de Ferguson, Missouri, o los de Charlottesville, en Virginia. Y los autores se centran en la moralización porque cuando una cuestión se moraliza se convierte en un asunto de bien y mal y deja de ser sólo una preferencia personal, que nos guste o aprobemos más o menos una protesta. Cuando el asunto se moraliza se hace más absoluto y menos susceptible a cambio, se impone el sentimiento de que “se debe” hacer algo de una u otra manera y esto contribuye a que se apoyen actuaciones violentas.
Los autores observan que hoy en día las manifestaciones vienen precedidas de discusiones en Twitter y Facebook acerca de cuestiones morales como la justicia o injusticia social. Las redes sociales se han convertido en importantes herramientas para expresar la desaprobación moral y hay estudios que encuentran que los tuits con contenido moral se diseminan en mayor medida. Como hemos tratado anteriormente, las redes son el lugar para expresar la indignación moral y, por otro lado, como decíamos al hablar de la violencia virtuosa, los sentimientos morales proveen muchas veces la base para la violencia. Cuando uno percibe la obligación moral de hacer algo y no lo puede hacer de otra manera existe el riesgo de justificar el paso a la fuerza y la violencia. Los suicidas bomba, por poner un ejemplo extremo, matan a otros en nombre de una autoridad divina y de unos principios morales convencidos de que están haciendo lo correcto y lo moralmente bueno. Así que conviene recordar que hay una asociación entre creencias morales y violencia y que la moralización es una factor de riesgo para la violencia.
Pero los autores propone que el riesgo de violencia no depende sólo de la moralización sino del grado en que la gente cree que los demás comparten sus creencias morales, un fenómeno al que ellos llaman convergencia moral percibida. Cuando la gente encuentra a otros que comparten sus actitudes morales esas actitudes son validadas y reforzadas y se hacen más fuertes e intransigentes, con lo que aumenta el riesgo de utilización de la violencia para conseguir los fines morales deseados. Esta percepción de que hay una convergencia moral se puede ver influida por la dinámica de las redes sociales ya que la gente tiende a agruparse con otra gente que tiene las mismas creencias en lo que se ha dado en llamar cámaras de eco (echo chambers) o burbujas aisladas.
Para comprobar estas hipótesis, los autores estudian unas manifestaciones que hubo en Baltimore en 2015, que duraron varios días y estudian los tuits que circularon durante esos días. Primero codifican 4.800 tuits manualmente según su contenido moral y entrenan con ellos a una red neuronal que clasifica posteriormente 18 millones de tuits. Y luego analizan la relación entre tuits morales y número de detenidos. No encuentran que el número de tuits totales aumente en los días de manifestación pero sí que aumenta el número de tuits morales. Y encuentran que el número de tuits morales en las horas previas predice el número de detenciones, que sería un indicador de mayor violencia en la manifestación. A medida que aumenta el número de tuits morales aumenta el riesgo de detenciones en la manifestación de manera que la expresión de sentimientos morales en las redes sociales predice el mayor recurso a la violencia en las manifestaciones.
Además del estudio de estos datos correspondientes a los hechos reales de los sucesos de Baltimore, los autores realizan tres estudios de laboratorio donde preguntan a una muestra de sujetos una serie de cosas sobre la moralización de ciertos asuntos, la aceptación de la violencia para conseguir objetivo morales, el grado en el que crece que los demás coinciden con sus valores morales, etc. En conjunto, los resultados de estos tres estudios confirman las hipótesis de que la moralización de las manifestaciones y la convergencia moral aumentan la probabilidad de aceptación del uso de la violencia, lo que apoya los resultados conseguidos con el análisis de los 18 millones de tuits.
Conviene hacer algunas matizaciones. En primer lugar, estamos hablando de una correlación entre tuits y violencia (y de que con los tuits se puede predecir la violencia posterior) en las manifestaciones pero no de que los tuits sean la causa de la violencia. Es muy probable que una indignación moral subyacente sea la causa tanto de los tuits como de la violencia en las manifestaciones. Tampoco proponen los autores que estos dos factores sean condiciones suficientes para la violencia sino que hay muchos otros factores que pueden contribuir a la violencia. Lo que sí dicen es que el riesgo de violencia aumenta si ocurre la moralización y la percepción de que esa moralización es compartida. Lo que también creen es que las redes sociales introducen un sesgo en la percepción de esa convergencia por la tendencia a compartir las redes con gente que piensa como nosotros.
Queda por investigar en el futuro cuál es el mecanismo por el que la convergencia moral aumenta el recurso a la violencia. Podría ser por una razón vamos a decir epistémica (si mis amigos comparten mis ideas es que tengo razón) o más bien por una razón social (si mis amigos no están de acuerdo conmigo puedo tener problemas si actúo de otra manera y no en línea con ellos). En cualquier caso, los hallazgos de este estudio podrían servir para buscar maneras de contrarrestar o de prevenir este uso de la violencia. Es decir, si pudiéramos conseguir disminuir la moralización de las actitudes y diluir la percepción de que los demás comparten nuestras posiciones morales se podría tal vez reducir el aumento en la aceptación de la violencia.
Y cierran el artículo con una reflexión final. A lo largo de la historia han existido aspiraciones para conseguir sociedades homogéneas moralmente (en la entrada anterior tratábamos precisamente el tema de una moral universal) pero los hallazgos de este estudio avisan de las consecuencias potencialmente peligrosas de que esa uniformidad utópica se consiguiera.
@pitiklinov
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1 comentario:
Disculpa, Pablo. Dejando a un lado el hecho de que llamas "moralización" a lo que podría calificarse simplemente de tribalización o ideologización —y me parece que los colectivos del estudio a menudo ni siquiera reconocerían el concepto de moralidad— podríamos decir que cuando juzgas negativamente la violencia estás efectuando una moralización, ¿correcto? Ahora, me gustaría saber cómo haces para saber que tu moralización es la correcta pero la de los demás está equivocada. ¿Por qué se supone que tenemos que juzgar la violencia como algo malo? Quizás podrías explicarnos cómo justificas esa moralización. ¿O tal vez no tienes moral sino que te basas sólo en tus preferencias personales, en lo que crees que te conviene a ti y tu grupo social?
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