sábado, 16 de enero de 2016

Las invisibles limitaciones psicológicas

En esta entrada voy a comentar un tema que es sencillo, casi diría que de perogrullo, pero que es contrario a la intuición de la mayoría de la gente, incluidos muchos profesionales del mundo -Psi (psiquiatras, psicólogos…). Creo que un adecuado entendimiento de este problema permitiría ayudar mejor a los pacientes mentales pero también nos beneficiaría a todos y daría un vuelco positivo a las relaciones interpersonales en general.

Empiezo por el ejemplo más conocido, la depresión. Simplificando, la persona deprimida no tiene ganas de hacer nada, ha perdido el interés por todo tipo de actividades y se queda en la cama. Entonces sus familiares y amigos le dicen cosas como “tienes que” salir más a la calle, “tienes que” ducharte, “tienes que” ir al gimnasio, o el clásico “tienes que” poner de tu parte. Entrecomillo el famoso “tienes que” porque algunos pacientes me han dicho que esos “tienes que” son como cuchillos que se les clavan en lo más profundo. Claro que saben ellos que “tienen que”, pero no tienen la motivación para hacer todas esas cosas que saben de sobra que deberían hacer. Motivación viene de motor y en la depresión se ha averiado el motor que nos empuja a hacer todas esas cosas.

El problema del que trata esta entrada es que esa dificultad o imposibilidad para que la persona deprimida haga cosas no es aparente, no la vemos (y somos criaturas visuales, no lo olvidemos). La persona deprimida no tiene la pierna rota, tiene el cuerpo en perfecto estado -bueno, suele haber cansancio y diversos dolores corporales pero vamos a obviarlo- y físicamente tiene la capacidad de levantarse. Además, lo que le pedimos no es subir al Everest, sólo que se duche y que de un paseo, algo asequible físicamente. Debido a ello, y con la mejor intención del mundo, los familiares y amigos no entienden que la persona no pueda hacerlo.

Tampoco lo entienden los médicos y los inspectores. A una paciente mía un inspector le dijo que “se pintara, que se apuntara a un gimnasio y que se comprara un perro”, literalmente. También vemos, a veces, que cuando se valora a un enfermo mental para la Ley de Dependencia se le pregunta si come solo o si se viste solo y entonces se le considera autónomo, cuando a lo mejor ese paciente no puede rendir en un trabajo, se pasa la mayor parte del día en la cama, hay que supervisarle la toma de la medicación y atender a todas las necesidades de su vida cotidiana.

Bien, creo que hasta aquí una mayoría podríamos estar de acuerdo en que existen limitaciones psicológicas, que no se ven, pero que son reales y muchas veces insuperables. Pero no quería referirme sólo a estos casos más evidentes. Las limitaciones psicológicas las tenemos todos y como resultado de que estas limitaciones son diferentes en cada persona nos encontramos con que lo que una persona puede hacer resulta imposible para otra. Todos no somos iguales en capacidad de esfuerzo, en fuerza de voluntad, en constancia, en interés por la comida, en interés por el sexo, en inteligencia, en la capacidad para preocuparnos y darle vueltas a las cosas, etc.

Cuando alguien no hace algo que nosotros hacemos con facilidad nos solemos cabrear y achacarlo a su mala intención. Arreglamos muy fácil la vida de los demás. Lo que fulano tiene que hacer es dejar de beber, lo que mengana tiene que hacer es dejar a esa pareja que la está haciendo daño y lo que zutano tiene que hacer es no preocuparse tanto de ese asunto. Si todo fuera tan fácil la vida de los psiquiatras y psicólogos sería una balsa de aceite (o no existiríamos porque la gente no tendría problemas). Lo que no vemos es lo que hay detrás en todos esos casos: las limitaciones psicológicas invisibles.

El fulano que bebe igual resulta que tiene una vida insatisfactoria donde su única evasión es beber y si le quitamos esa evasión no tiene con qué sustituirla. La mengana que está inmersa en una relación perjudicial igual resulta que está enamorada de ese hombre y creo que estaremos de acuerdo en que no es tan fácil decir: “voy dejar de querer a este hombre del que estoy locamente enamorada y me voy a enamorar de uno que me convenga más” (bueno, decirlo es fácil, otra es poder hacerlo). Y el preocupón igual resulta que es un secretario con rasgos de personalidad obsesivos y neuróticos (ver entrada sobre el neuroticismo)  que tiene que repasar sus acciones por una gran inseguridad personal y sale del trabajo a las 10 de la noche porque nunca está seguro de haberlo hecho bien. 

Los ejemplos serían infinitos: el perezoso o procrastinador que deja todo para el último momento cuando sería muy fácil dividir la tarea por el tiempo disponible e ir haciendo una parte cada día; el narcisista de Tolosa (todo lo sabe) que tiene que pontificar sobre todo y no puede callarse y escuchar, etc. El caso es que muchas de las personas con las que interactuamos a diario muestran conductas que no entendemos y que arreglaríamos en dos patadas…sólo “tendrían que”…

Yo, por mi parte, solo espero que tras leer esta entrada sobre la existencia de limitaciones psicológicas que no vemos seas más cauto la próxima  vez que utilices la frase “tienes que” y que cuando te descubras a ti mismo empleándola te pares a pensar que igual hay una barrera alta y muy difícil de franquear explicando la conducta de esa persona que estás analizando. Es muy fácil, sólo “tienes que” hacerme caso :)


@pitiklinov

19 comentarios:

Aaron dijo...

Una entrada tan interesante como necesaria para quienes no llegan a comprender el sufrimiento de quienes aparentemente no les pasa nada, y sólo "les falta algo de voluntad por su parte", o "dejar de darle tantas vueltas a eso que le sucede y centrarse en lo que tiene que hacer".

Y lo digo desde mi propia experiencia. Tengo un trastorno de ansiedad social que me ha llevado a una depresión, por intentar salir de ello con "voluntad", en vez de pedir ayuda a un profesional médico. Digo a un profesional médico porque recurrí a psicólogos en primer lugar que lo único para lo que me sirvieron fue para demorar aún más el tratamiento y tener que escuchar por su parte (la de los psicólogos) que "para mejorar tendrás que poner de tu parte". Una falta de respeto y de profesionalidad a mi entender. Falta de profesionalidad porque ni ellos mismos, por mucho que hayan leído sobre el problema, jamás tendrán ni idea de lo que es verdaderamente.

Gracias a la ayuda de psiquiatras como usted doctor, estoy mucho mejor. Aunque, como estudiante de medicina, conozco los tópicos de la psiquiatría, yo no estoy de acuerdo. Creo que para quien realmente lo necesita, vuestra ayuda es una auténtica bendición.

Antonio dijo...

La primera idea que se me ha venido a la cabeza después de leer el post es que llevas razón, y que esas personas no son capaces de hacer más de lo que hacen por mejorar su situación, y de que nada les ayuda el que le digan que “tienen que…”. Pero luego he empezado a dudar. ¿De verdad no pueden hacer absolutamente nada por sí mismos para cambiar? ¿Ni siquiera ir a un psiquiatra para iniciar un tratamiento?

Por otro lado…¿por qué solo aplicar ese razonamiento a los que tienen alguna clase de problema mental? ¿No podríamos aplicarlo también a las personas sanas, a las personas “normales”? Si al fin y al cabo, todos somos como somos, cada uno de una manera diferente, y lo que es más importante, según tu opinión, todos estamos condicionados por nuestros genes, nuestra “programación evolutiva” y nuestras circunstancias (y no podemos controlar ninguna de estas tres cosas) ¿en el fondo, no estaríamos haciendo todos, lo único que podemos hacer, dadas las circunstancias? Es decir, y hablando en plata, el “hijo de puta”, no puede evitar serlo, y no puede hacer nada para remediarlo, el niño que acosa a sus compañeros en el colegio, lo hace porque sus genes y su entorno se lo dictan, sin que nada ni nadie pueda evitarlo, y los políticos nos roban el dinero porque su “programación evolutiva” les hace ver que coño, consiguen una ventaja reproductiva enorme si nos sisan todo el dinero posible con el menor esfuerzo.

Y esto enlaza con la discusión que llevamos teniendo desde hace unas semanas acerca del “free will”. Si el Universo se comportara de acuerdo con leyes perfectamente deterministas, solo sucedería lo que puede suceder, y no habría manera de que pudiéramos hacer nada para cambiarlo. Lo contrario (según tu razonamiento) iría en contra de las leyes de la física. Y los políticos no son seres paranormales (¿o tal vez sí?).

Pitiklinov dijo...

Antonio,
claro que hablo de la gente normal y lo digo ahí. Empiezo por la depresión para que se entienda mejor porque si ni siquiera en la depresión se aprecian las limitaciones psicológicas difícilmente se aceptarán en la gente "normal".
Y efectivamente desde mi visión determinista dado un determinado contexto y unas determinadas condiciones sólo puede ocurrir una cosa. Si cambias el contexto y se dan otras condiciones puede ocurrir otra.
Cada uno hace lo que puede hacer y eso ocurre en los ejemplos que has puesto y también en los de las personas virtuosas que hacen cosas buenas que te pueden parecer más admirables. Los que son virtuosos lo son porque pueden.
Un saludo

intoku dijo...

Estoy de acuerdo. Estamos a pocos pasitos de conseguir, entre todos, que enfermedades como la depresión son sea vista como "voluntaria". Cuando alguien tiene una fractura en un hueso no se le recrimina que no lo solde él mismo o ella misma "con voluntad y esfuerzo".

Saludos,
Intoku.

Antonio dijo...

Pitiklinov,

Pero es que no me canso de repetirte que si te parece una ilusión la capacidad individual de decidir, y piensas que el Universo es totalmente determinista, pienses que "puedes cambiar el contexto y puede ocurrir otra cosa", y a la vez pienses que una persona no puede hacer nada por ella misma para cambiar. ¿Si cambia su pensamiento, no cambia su contexto? ¿Necesita que algo "de fuera" cambie (cuando piensas que lo de "fuera" es también determinista) para que cambies su situación, pero ella misma no puede hacer nada para cambiarla?

Insisto, si te parece una ilusión que alguien pueda poner algo de su parte para cambiar, también debería parecértelo que algo de fuera venga y lo cambie (ese "contexto" del que hablas) cuando las dos cosas son lo mismo de perfectamente deterministas.

Unknown dijo...

Antonio , entiendo tu objeción. Claro que alguien puede poner de su parte , pero siempre y cuando pueda.Si lo pone es que ha podido hacerlo. De la misma manera que se pueden dar cambios en la situación-entorno los puede haber en el pensamiento-medio interno. Otra cosa es a qué causas obedecen y qué relación tienen con lo que llamamos voluntad.

Unknown dijo...

Pablo , totalmente de acuerdo. Hasta el punto de que hablar de limitaciones sólo tiene sentido si se piensa que dependen de la voluntad. Estamos en el terreno de lo que llaman la Folk Psychology. Lo que nos lleva, en mi oponión , al origen del problema : El autoconcepto de las personas. Si somos dueños o no de nosotros. Sé tu opinión y coincido con ella. Vamos ,como si el escritorio del pc se las diese de que lo que aparece en él es porque lo ha decidido así .
Pablo , de verdad que eres malo .Mira que mencionar el " tienes que ducharte " , servidor cuatro veces en 2015 . :)

Pitiklinov dijo...

Gracias, Joan, se agradece un capote en este tema donde me suelo ver muy solo defendiendo esta postura, pero entiendo que es muy difícil de ver
Saludos

Pitiklinov dijo...

Es que lo ves de una manera muy estática, Antonio: “todo está determinado y no hay nada que hacer”…Eso es fatalismo no es determinismo.
Mira, yo mañana a la mañana tengo que levantarme para ir a trabajar y tengo que decidir levantarme. Los que crean en el free will dirán que mi decisión de levantarme mañana para ir a trabajar es libre, que teóricamente puedo irme de rebajas, a pasear por la playa, etc.
Tal como yo lo veo mañana me levantaré para ir a trabajar pero no será una decisión libre de mi voluntad. Mi voluntad está determinada por mi personalidad: no soy un psicópata y quiero cobrar a fin de mes y que mis hijos puedan comer. Así que la opción de irme de rebajas no es una opción real para mí. Si hoy me tocara la lotería, mañana no iría a trabajar, pero esa decisión tampoco sería libre. Esa decisión no la produce mi voluntad libremente, la produce porque se ha producido un cambio que es que me ha tocado la lotería y no necesito dinero.

En esta entrada http://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2015/07/el-profeta-del-autocontrol-y-las.html

cuento el caso de Walter Mischel, el del test de las golosinas, que estuvo muchos años sin poder dejar de fumar. Salió el informe del cirujano general de USA diciendo que el tabaco era malo y eso no le afectó, pero un día vio a un paciente oncológico al que iban a radiar y entonces sí encontró la motivación para dejar de fumar. Y yo tengo un amigo que ha dejado de fumar al detectarle un cáncer de faringe. ¿Fue la voluntad libre de Mischel la que hizo que Walter Mischel dejara de fumar? ¿Si fue la voluntad libre por qué su voluntad libre no consiguió dejar de fumar durante los años anteriores? Si los cambios sólo dependen de la voluntad los produciría la voluntad cuando se le antoje. Pero no es así, los cambios ocurren cuando pueden ocurrir. El miedo del cáncer actuó sobre su voluntad y entonces sí pudo dejar de fumar.

Lo mismo pasa con un paciente depresivo. Que se anime a sí mismo es como pedirle que se levante a sí mismo del suelo tirándose de los pelos de la cabeza. Es imposible. La voluntad no es libre de producir los cambios, es un mito eso de la voluntad libre.

También pueden venir los cambios por un cambio interno. Mischel podría haber leído una historia sobre un hombre que se murió de cáncer de pulmón y eso le podría haber dado la motivación que durante años no tuvo, o de cualquier otra manera. Las cosas evolucionan y lo que hoy no es posible puede serlo mañana. Un paciente depresivo puede decirle a su mujer que está mal y ésta aconsejarle ir al médico y el médico le puede poner un antidepresivo o mandarle al psiquiatra y eso puede cambiar su situación. Pero todo eso tiene unas causas previas. Si un paciente alcohólico no quiere dejar de beber, pues por mucho que le diga la mujer “tienes que ir al médico”, si no quiere, no hay nada que hacer. Pero igual le detectan una cirrosis y lo deja. O igual alguien le habla de que ha salido una pastilla nueva para reducir el consumo de alcohol que no requiere dejar de beber y se anima a probarla…

Hay cambios, hay decisiones…pero lo que no veo por ningún lado es una voluntad libre.

Saludos

Anónimo dijo...

Pitiklinov,

·Si los cambios sólo dependen de la voluntad los produciría la voluntad cuando se le antoje. Pero no es así, los cambios ocurren cuando pueden ocurrir.

Pero es que creo que nadie dice que los cambios dependen SOLO de la voluntad. Se dice que dependen también de la voluntad, y sólo algunos. ¡Y claro que ocurren cuando pueden ocurrir! La volición forma parte de la realidad y en ella está arraigada, ¡no crea realidad, ni la modifica a su antojo!. La voluntad es muy pero que muy poca cosa respeto a las impelencias en que se haya instalada y que la sitúan. Si usted cree que para tener libre albedrio, la voluntad debe poder conseguir, pongamos por caso, que vuele estirándome los cordones de los zapatos, como que va a tener razón.

Voy a explicarlo de otro modo:

Piense en una posibilidad X que se aparece en su vida, por ejemplo aprender a tocar la guitarra que le acaban de regalar. Siéntese y espere que por sí solo su cuerpo, sin la participación de eso que llamamos voluntad, “decida” practicar y aprender a tocarla. No ocurrirá tal cosa. Por eso pongo las comillas en la palabra “decide”, porque solo desde la volición hay autentica decisión. Sin voluntad un cuerpo hace muchas cosas, pero otras muchas que si se pueden hacer en virtud de tener voluntad no. Como le pasa a una col, un gusano o un perro. Imagínese por un momento que tal vez sea cierto que hay algo como lo que llamamos voluntad, algo que influye en su cuerpo no de manera absoluta, de manera que, con las variables X corpóreas necesarias que permitan que usted pueda aprender a tocar la guitarra (no ser sordo, no tener una enfermedad mental que no le permita concentrarse, no tener una fobia que le sobreviene inexplicablemente cada vez que ve una guitarra, no ser un alcohólico dominado por el alcohol…) añadimos las variables que aporta la voluntad. Entonces tal vez pueda aprender en "el momento y lugar adecuado" a tocar la guitarra.

La pregunta es: ¿Es necesaria las “variable” propia de la estructura de la volición, que surgen desde la conciencia de proyectarse hacia el futuro desde las posibilidades dadas en busca de realización, para aprender a tocar la guitarra? ¿Tan difícil es en usted ver la autotransparencia fenomenológica de saber que desde su voluntad, desde su proyectarse como subjetividad en búsqueda de realización se opta por hacer posible ( a veces muy limitadamente y tal, eso no creo que lo niegue nadie...) ciertos logros que emanan de ese empeño y que superan los factores propios que aparentemente no lo hacían sencillo ni fácil ?

En esta entrada usted ha hablado de los "tienes que". Yo no sé usted y los seguidores de esta conversación, pero muchos "tienes que" han hecho de mi subjetividad algo que se ha constituido por los mismos: "tienes que estudiar", "tienes que ser más alegre", "tienes que pensar en los demás", "tienes que ser menos egoístas", "tienes que dejar de mentir", "tienes que aprender de tus errores" “tienes que abrir tu alma a Dios”... y podría pasarme toda la vida diciendo "tienes que" que si han funcionado en mí, alterando desde el acto volitivo propio de mi actividad consciente que los asumía libremente como esbozos de acciones futuras. Haciendo de mi vida algo que es en parte participe de tales decisiones volitivas, virtuales, imaginadas, sentidas como propias, esbozadas, asumidas como proyectos personales, hechas reto, configuradoras de deseos, ejecutoras de algunas de mis acciones, modificadoras de conductas anteriores y de hábitos que me constituían…y que, repito, emanaban como proyectos asumidos desde el acto volitivo de querer hacerlos realidad, que emanaban de mi subjetividad desde la elección consciente e íntima de poner en práctica su posibilidades. ¿En ustedes no?

Un saludo.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Supongo que conoces el blog " A bordo del Otto Neurath" , de Jesús Zamora. Filósofo de la UNED. Aunque dejó de publicarlo y ahora se llama "Escritos sobre gustos" . Tiene muchas entradas sobre el libre albedrío. Una de ellas : http://abordodelottoneurath.blogspot.com.es/2007/12/como-el-sol-cuando-amanece-la-ilusin_15.html

Miquel dijo...

esa página no existe ya. Yo también estoy de acuerdo con Jesús y con Pitiklinov, y he escrito algunas cosas sobre el libre albedrío. Por si gustan:
http://memoriasdesoledad.blogspot.com.es/2011/08/determinismo-libre-albedrio-y.html

Pitiklinov dijo...

Gracias a los dos por los enlaces

Antonio H. dijo...

A lo mejor no es una dicotomía entre que somos libres o no somos libres. A lo, mejor somos más o menos libres en función de nuestro nivel de consciencia. Cuanto menos consciente, más conducido por zonas de tu mente que no controlas, y cuanto más consciente de esas zonas, más capaz de decidir sin ellas. Probablemente es imposible un 100% de consciencia, y por lo tanto un 100% de libertad, pero se puede aumentar la libertad aumentando la consciencia.

Pitiklinov dijo...

Antonio H,
en esto no estoy muy seguro, tengo ideas encontradas. Por un lado es verdad que a lo largo de la evolución vemos un patrón de mayor complejidad en el que las criaturas van teniendo un mayor control e independencia del ambiente. Nosotros nos ponemos ropa por ejemplo y la temperatura externa ya no nos afecta...Podemos llamar a eso libertad, pero programada...
Pero no hay que olvidar que la conciencia y la razón existen porque ayudan a hacer más copias de los genes, no están ahí para buscar la verdad y sospecho (y esto ya es muy especulativo) que los genes limitan hasta lo que podemos pensar.
Ahora mismo estoy leyendo un par de libros sobre el free will, uno a favor y otro medio en contra. Creo que desde la ciencia a día de hoy la postura más honesta (no digo definitiva por que nada en ciencia lo es) es que sea el universo determinista o indeterminista no hay sitio para eso que llamamos voluntad libre. Esa debería ser la postura por defecto. Pretender otra cosa es recurrir a milagros y magias.
Pero ves cómo filósofos muy inteligentes intentan salvar el libre albedrío con posturas compatibilistas sofisticadas (Dennett, Frankfurt, etc) Aquí pasa como con los argumentos sobre la existencia de Dios. Cuando hay tantos argumentos es que no hay ninguno. Si hubiera un argumento favor de Dios o compatibilista se daría ese y punto. Los compatibilistas dan un argumento tras otro (Dennett ha dado ya más de media docena) y todos fallan.
¿Por qué es esto así? Porque los filósofos, como todos, buscan razones para llegar a demostrar una cosa que creen por intuición, no por razones. Dennett ve absolutamente necesaria la responsabilidad moral y poder mandar a la gente a la cárcel porque si no se nos cae el chiringuito...y así todos ellos
Quiero decir que somos animales sociales que tenemos que hacer algo con los que nos hacen daño, tenemos instintos de venganza y de retaliar y esos instintos se imponen a toda la maravillosa consciencia y la razón de la que tanto presumimos.
En definitiva, soy más escéptico que tú en cuanto al poder de la consciencia...
saludos

Anónimo dijo...

Un par de citas en relación entre libertad y conciencia:

· La primera es de Juan Arana, catedrático de filosofía de la universidad de Sevilla, extraídas de un libro muy reciente, “la conciencia inexplicada”:

“En definitiva, la clave para decidir si realmente hay o no libertad en el hombre no está en contabilizar la cantidad de descargas neuronales que hay cuando la conciencia está despierta, ni el momento exacto en que interviene dentro del proceso de toma de decisión o de ejecución de la misma (un par de décimas de segundo antes o después). Lo único verdaderamente concluyente es averiguar se en todos esos procesos hay algo- poco o mucho, eso no importa_ que el sujeto libre –el hombre_ pueda reclamar como propiedad inalienable. Desde luego, no es propietario de las partículas, átomos y moléculas que lo integran: fueron traídos por los mismos azares que antes o después los llevarán. Tampoco es suyo el comportamiento de esos componentes en la medida que está regido por las leyes naturales, porque dichas leyes escapan a su control y pertenecen a la instancia legisladora de la que dependen. Pero la CONCIENCIA sí es suya; es su propiedad personal e intransferible. De hecho en ella radica su identidad, de manera que es quien es porque tiene la conciencia que tiene. Todos los demás, de la ameba al chimpancé (salvo si poseen conciencias), podrían ser considerados como simple montones de átomos ligados por fuerzas interatómicas e intermoleculares. Y si la conciencia tiene la más mínima repercusión real […] entonces hay una parte de su destino y comportamiento –grande o pequeña, eso da igual- que no se le puede arrebatar, que no tiene otro dueño que el sujeto a cargo. En eso precisamente consiste la libertad.

· La otra cita es de Roger Bartra, antropólogo Mexicano y autor del libro “cerebro y libertad”:

“No todo es libertad, no vivimos en un mundo azaroso donde se toman decisiones sin que exista ninguna causa previa, no: existen reglas, hay órdenes que pueden tener dimensiones biológicas, sociales, políticas, culturales, y esos órdenes nos determinan hasta cierto punto, pero al mismo tiempo coexisten en una situación singular: coexisten con el libre albedrío, con la libertad. Ésa es una de las peculiaridades fundamentales de la conciencia de los humanos.
Que también se refería a la famosa frase de Ortega y Gasset que usted utilizó como referencia de todo lo contario: “El yo incluye el entorno, la circunstancia. Eso es fundamental. Hay que destacar esta introspección de Ortega y Gasset que —eso es interesante— viene de la biología. Es necesario recuperarla: tiene una tradición más antigua en realidad. Lo que revela el filósofo es que nuestra conciencia, el yo, el ego, la percepción de ser una identidad irrepetible, no es algo aislado, no es algo que ocurre dentro de nuestro cráneo, es algo que está al mismo tiempo adentro y afuera. Afuera en el mundo circundante, en las circunstancias a las que se refería Ortega y Gasset. “



Un saludo

Anónimo dijo...

Muy bueno el blog. Estaba recordando el experimento de milgram donde la última directiva cuando el participante se negaba a continuar era "no tiene otra opción que continuar". Unas pocas personas decían que si tenían opcion y se negaban a seguir obedeciendo. En fin, más allá de este gran debate, se me vino a la cabeza. Saludos y felicitaciones por la página.

Pitiklinov dijo...

Muchas gracias.