miércoles, 1 de agosto de 2012

La Hora del Amor


Existen unas polillas ( familia Saturniidae) que vuelan y se aparean a diferentes horas de la tarde y de la noche. Las hembras llaman a los machos incluso a distancias de varios kilómetros por medio de olores químicos. Desenvuelven una especie de saco reversible que se encuentra en la parte posterior de su cuerpo y la sustancia atrayente se evapora y se dispersa por el aire. Los machos responden de forma muy potente a esta señal y basta detectar unas pocas moléculas para que partan como un rayo. Pero lo curioso es que la polilla está sexualmente activa solamente durante un plazo de tiempo limitado cada ciclo diario, de la siguiente manera:
  • hembras de polilla promethea ( callosamia promethea), llama ( recibe) de 16.00 a 18.00
  • hembras de polilla polyphemus ( antheraea polyphemus) recibe de 22.00 a 04.00
  • hembras de polilla cecropia ( hyalophora cecropia) recibe de 03.00 a 04.00
y así sucesivamente hasta las 69 especies de esta familia que hay en USA. Por lo que hasta ahora se conoce cada una de ellas tiene su hora del amor. Los machos seleccionan a las hembras que les corresponden no solo por el tiempo de las llamadas sino por la composición química de las sustancias atrayentes que es ligeramente diferente. Gracias a esta combinación de tiempo y de olor se cometen muy pocos errores.
Aparte de la injusticia que supone para los machos de cecropia disponer de tan solo una hora mientras que los de polyphemus tienen 6 horas, llama la atención el parecido de este sistema con el estro de los mamíferos. Parece que lo de que existan ventanas de tiempo para el sexo es algo muy frecuente en la naturaleza.


Pero aunque resulte un poco cómico que los entomólogos estudien estas y otras cosas similares reloj en mano, estos estudios pueden tener una gran utilidad, por ejemplo médica, en el caso de los mosquitos. Cuando se descubrió en 1895 que la malaria era vehiculizada por los mosquitos Anopheles los gobiernos se pusieron a erradicar estos insectos pero en Europa la relación entre el plasmodio y el mosquito Anopheles maculipennis parecía inconsistente porque en algunos sitios había mosquitos y no había malaria y en otros lo contrario era cierto. Hasta que se descubrió que el Anopheles maculipennis no era una especie sino siete con pequeñas variaciones morfológicas y también conductuales dado que solo algunas de las especies se alimentaban de sangre humana y transmitían la enfermedad. Así que el observar con tanta minuciosidad las costumbres sexuales de los insectos puede que no  sea una pérdida de tiempo.

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