sábado, 4 de junio de 2016

Explicaciones Evolucionistas del Suicidio


La selección natural nunca producirá en un ser una estructura más perjudicial que beneficiosa para él, porque la selección natural actúa solamente por y para el bien del ser vivo. Ningún órgano se formará con el propósito de causar dolor o para causar un daño al que la posee
-Charles Darwin

En esta entrada vamos a ver con detalle la hipótesis de Joiner y cols. de que el suicidio es una disfunción de las tendencias al autosacrificio que existen en todas las especies eusociales, pero vamos a comentar de pasada otras explicaciones evolucionistas del suicidio (que no son muchas y van en la misma línea). De Thomas Joiner ya hemos hablado en esta entrada sobre por qué se suicida la gente y comentamos allí su trayectoria personal y profesional. Criticábamos que en su libro dejaba de lado la evolución pero ahora vemos que ha rectificado y en un artículo del año pasado Joiner coloca el suicidio humano dentro de una perspectiva evolucionista lo cual puede dar lugar a nuevos desarrollos teóricos y empíricos. Bienvenida sea esta nueva actitud de posicionar el suicidio, y los trastornos mentales en general, dentro de un encuadre evolucionista, y creo que junto con la entrada anterior sobre el suicido de las bacterias, nos ayuda a desmitificar y empezar a entender un fenómeno que suele verse como misterioso e inexplicable. La muerte puede ser una estrategia, una jugada, de la vida.

Joiner plantea que la especie humana es una especie eusocial y en estas especies existe un aspecto de autosacrificio. También propone que el suicidio es siempre patológico, es decir, que no es una adaptación y en esto diverge de otras hipótesis. Reconoce que el artículo es bastante especulativo en algunos puntos pero que la relación entre eusocialidad y autosacrificio es muy fuerte y que prácticamente no hay excepciones a esta regla por lo que hay que tenerla en cuenta para entender el suicidio humano y poder tomar medidas en su prevención.

¿Qué es la eusocialidad?

Vamos a empezar por explicar lo que es la eusocialidad y para nuestros propósitos no necesitamos entrar en profundidad en la definición biológica de la misma. Si nos fijamos en el ejemplo más claro, los insectos sociales (abejas, avispas, hormigas, termitas…) vemos que se trata de un tipo de organización social que podemos caracterizar como “vida en colonia”: existe un cuidado cooperativo de los jóvenes, hay una división del trabajo (incluso del trabajo reproductivo: sólo se reproducen algunos individuos y otros son estériles) y existen mecanismos de defensa de la colonia de los que luego hablaremos. La eusocialidad es infrecuente, ha evolucionado sólo unas 20 veces, aceptándose como especies eusociales, además de los insectos sociales, a algunos tipos de gambas y a la rata topo desnuda. A pesar de su rareza son especies muy exitosas desde el punto de vista reproductivo: los insectos eusociales son el 75% de toda la biomasa de la fauna de cada hectárea en el bosque amazónico (sólo las hormigas pesan cuatro veces más que todos los vertebrados).

Lo que es muy interesante es que podríamos considerar a estas especies como “superorganimos”, es decir, casi podríamos considerar a la colmena entera o al termitero como un organismo vivo. La reina sería el equivalente a las gónadas de un mamífero, por así decirlo; las hormigas encargadas de la defensa sería el equivalente al Sistema Inmune, y así sucesivamente. Y todos los individuos de la colmena u hormiguero están emparentados genéticamente. Esto tiene importancia porque enlaza con la entrada anterior y con la función que cumple la apoptosis en los organismos multicelulares. Si en la entrada anterior veíamos que las células individuales “dan su vida” por el bien del organismo multicelular, aquí vamos a ver que las hormigas individuales dan su vida por el bien del hormiguero en su conjunto. Estamos trazando una analogía especulativa y algo metafórica pero creo que inspiradora.

¿Es la especie humana eusocial?

Bien, la siguiente cuestión sería determinar si el ser humano es una especie eusocial. Si adoptamos unos criterios muy estrictos de eusocialidad como que sólo se reproduzcan unos pocos individuos está claro que no pero si adoptamos criterios algo más laxos como unas diferencias de reproducción no tan exigentes o la división de trabajo en otros aspectos entonces la respuesta sería que sí. Tenemos mecanismos cooperativos de defensa como bomberos y militares, defendemos ciudades o castillos como si fueran colmenas, después de la menopausia las abuelas colaboran en la crianza, etc. Adoptando unos criterios laxos existe un consenso prácticamente total de que sí somos una especie eusocial. Crespi llega a decir que podemos ver conceptualmente a las sociedades de cazadores recolectores como grandes insectos.

Eusocialidad y autosacrificio

La relación entre autosacrificio letal (dar la vida), y eusocialidad es muy fuerte. No conocemos especies eusociales que no tengan mecanismos de autosacrificio por el bien del grupo y no hay ejemplos de especies no eusociales que sí los tengan. Podríamos ver las conductas de autosacrificio de la eusocialidad como el extremo de un continuo. Toda especie social, cuyos individuos se agrupan, muestran ejemplos de conductas de autosacrificio como las señales de alarma, avisar de que se acerca un depredador,lo que puede tener consecuencias letales para el que da la voz de alarma, pero no tiene por qué ser necesariamente así ya que existen mecanismos antidepredador del individuo y del resto del grupo que puede evitarlo. En las especies eusociales el individuo se sacrifica claramente por el grupo y la única manera de explicarlo es con la visión de la evolución desde el punto de vista de los genes, la que proviene de la inclusive fitness de W.D. Hamilton y que popularizó hace ahora 40 años Richard Dawkins en el Gen Egoista. El individuo (vehículo, en terminología de Dawkins) se sacrifica por la continuación de sus genes en otros individuos de la colmena.

Algunos ejemplos de conductas de autosacrificio en especies eusociales serían las siguientes:

  • Picaduras (sting autonomy). En algunas especies como las abejas cuando pican a un depredador el aguijón, junto con algunas glándulas, se separa del cuerpo del insecto lo que le provocará la muerte (aunque no inmediatamente). El aguijón sigue inyectando veneno tras la separación con lo que el daño al agresor es mayor y además segrega feromonas lo que avisa al resto de abejas para preparar la defensa de la colmena. Es interesante que las abejas que hacen esto son genéticamente diferentes de otras de la colmena, es decir, que existiría una división en las tareas de autosacrificio, todas no son capaces de autosacrificarse  por igual. Esto nos plantearía la pregunta si en humanos puede haber esa subespecialización también de individuos más propensos al suicidio.
  • Autotisis. Es el proceso por el que un insecto hace romper una bolsa o un órgano interno que libera una sustancia tóxica que dañaría a insectos enemigos. Ocurre por ejemplo en termitas y en algunas especies sólo la realizan hembras en fase postreproductiva, es decir, individuos con menor valor reproductivo
  • Reparación de las agallas de las plantas y enterramiento del nido. Los áfidos son una especie de insectos que viven en unas estructuras tumorales que provocan en las plantas y si estas agallas se deterioran toda la colonia corre peligro. Por eso reparan las agallas con unas secreciones internas que salen de su cuerpo y que pueden llegar a suponer su muerte al vaciarse por completo. También hay especies de hormigas que sellan la entrada a los nidos por medio de unas trabajadoras que se quedan fuera taponando para protegerlo de la depredación nocturna. Las probabilidades de que sobrevivan a la noche son infinitesimales.
  • La muerte por mordedura (death griping). En este caso, la abeja muerde al extraño y cierra sus mandíbulas de una manera irreversible lo que  suele provocar la muerte de la abeja y del extraño por deshidratación, hambre o por ser presas de otro depredador.
  • Autoeliminación. Lo comentamos de pasada en la entrada anterior sobre el suicidio de las bacterias. Es una clase de defensa contra parásitos o patógenos más que contra depredadores. Cuando un individuo está infectado por un patógeno se aleja del grupo, deja de comer y de buscar comida para morir en soledad y no infectar a los demás. El suicida humano con frecuencia  también deja de comer así como de realizar otras actividades y se aleja de los demás.

Semejanzas entre el autosacrificio eusocial y el suicidio humano

El cuadro clínico del suicidio humano en los días u horas previas al mismo se caracteriza por sobreexcitación (agitación, insomnio…), aislamiento psicológico y social (con consecuencias como pérdida de peso en el 60%, el síntoma más frecuente en personas que luego mueren por suicidio) y preocupaciones con el tema de ser una carga para los demás. En estos tres aspectos hay semejanzas con las especies eusociales. Los insectos que realizan el autosacrificio presentan también una elevación del arousal e irritabilidad. En los seres humanos antes del suicidio ocurre lo mismo y se suele acompañar de insomnio (en un 58%).

Con respecto al aislamiento, como comentábamos más arriba, cuando un individuo está infectado se aísla y parece que esto es algo voluntario, es decir, que no es debido a ataques de sus semejantes o inducido por el resto de la colonia. En humanos también pasa esto y se ha postulado una relación por ejemplo entre las infecciones por Toxoplasma gondii y el suicidio. Joiner, sin embargo, lo que propone es que los suicidas se ven a sí mismos como una especies de toxinas sociales y por eso se aíslan y consideran que su muerte es más valiosa que su vida. El aislamiento de amigos y familiares es un indicador de riesgo de suicidio. La alteración del sentido de pertenencia es un aspecto muy importante de muchas teorías sobre el suicidio.

Y llegamos al aspecto más importante según esta visión del suicidio derivada de la inclusive fitness y que sí se observa en la práctica clínica: la sensación de ser una carga y de que la muerte del sujeto es más valiosa que su vida. La percepción de ser una carga es algo que nos cuentan muchos pacientes y constituye sin duda un factor de riesgo clave. Cuando una persona está en paro o enferma su riesgo para el suicidio aumenta porque piensan que son una carga para su familia, amigos y para la sociedad en su conjunto. Esto les puede llevar a la trágica conclusión de que los demás estarían mejor sin ellos lo que tiene un paralelismo claro con lo que ocurre en insectos eusociales.

Otras hipótesis evolucionistas sobre el suicidio

Aubin y cols. revisan las hipótesis existentes en su artículo The Evolutionary Puzzle of Suicide y la hipótesis más potente es la llamada “hipótesis del suicido altruista” (formulada originalmente por De Catanzaro). La base evolucionista es exactamente la misma que la de Joiner, la inclusive fitness, y plantea que el suicidio es adaptativo cuando el sujeto tiene un bajo potencial reproductivo y representa una carga para sus familiares. Las dos hipótesis son prácticamente iguales pero la diferencia fundamental es que para Joiner el suicidio siempre es patológico, se trataría de una disfunción de una adaptación mientras que para De Catanzaro es una adaptación. Joiner insiste en que la sensación de ser una carga es algo percibido y no es real, mientras que en la hipótesis de suicido altruista la carga sería real. 

Una segunda hipótesis sería la “hipótesis de la negociación”, que propone que las conductas suicidas son una llamada de ayuda costosa de personas envueltas en conflictos interpersonales. Funcionaría como una señal honesta de necesidad de ayuda y podría haber evolucionado si los beneficios fueran mayores que los costes. Un apoyo a esta hipótesis es que la mayoría de los intentos de suicidio no son fatales.

Una última hipótesis es la “hipótesis de la manipulación por un parásito”. Existen ejemplos en la naturaleza de parásitos que manipulan la conducta de su huésped para que se suicide y así el parásito pueda cerrar su ciclo vital. Uno de ellos es el Toxoplasma gondii que tiene este efecto en ratones y existen estudios que relacionan la infección por T gondii con mayor riesgo de suicidio en humanos también.

Implicaciones y dirección futura 

Creo que el artículo de Joiner sí demuestra que el suicidio puede encajar dentro de las conductas de autosacrificio de las especies eusociales y que el suicida parece que está aplicando, aunque sea de manera inconsciente, la regla de Hamilton para beneficiar a su familia. 

Una línea de investigación es si existen subgrupos humanos más predispuestos al suicidio y esto parece claro que ocurre con las personas de edad, en concreto con los varones adultos (el papel de las abuelas en la crianza las protegería del mismo). También se podría estudiar si sujetos miembros de colectivos que se dedican a servir a los demás, con una supuesta tendencia al autosacrificio, tienen más riesgo de suicidio y tenemos datos que lo confirman. El suicido es muy frecuente en médicos y también se ha visto que es más frecuente en bomberos voluntarios que en bomberos profesionales. Podríamos plantearnos una relación incluso entre suicidio y “generosidad patológica”. 

Como ya hemos repetido, mucha muertes por suicido tienen que ver con la sensación de ser una carga y de que los demás van a  estar mejor. Esto nos abre una posibilidad de intervención clínica en la terapia que sería incidir e intentar hacer consciente a la persona con ideas suicidas de los efectos devastadores que su suicidio tendrá en su hijos y familiares. Dado que el sujeto está focalizado en una parte de la ecuación (las ventajas de su muerte) tal vez podría ser útil señalarle la otra parte, la de los costes: la desprotección y tragedia emocional para los hijos y familiares, el riesgo de contagio, etc.

En resumen, la conducta suicida ha sido vista siempre como algo inexplicable pero los datos e hipótesis que hemos visto en estas dos últimas entradas nos acercan a entender y desestigmatizar el suicidio y tal vez a poder mejorar el tratamiento y la prevención de esta grave forma de sufrimiento.

Referencias:











6 comentarios:

Miquel dijo...

Aunque soy partidario de las explicaciones evolutivas de la mente, creo que el suicidio es una cuestión difícil de explicar con este planteamiento. ¿Hay datos sobre el suicidio en sociedades cazadoras-recolectoras, o en otro tipo de sociedades no occidentales? ¿Por qué aumentaron tanto los suicidios en situaciones como la depresión económica del 29 y en otras crisis? ¿No son las circunstancias ambientales donde la angustia y las dificultades para encontrar un sentido a la existencia las que llevan a muchos al suicidio?Creo que la complejidad de la mente humana ha llevado a que en determinadas situaciones el dolor o la anticipación de un futuro lleno de conflictos y angustia pesan más en determinados humanos que los beneficios que le puede aportar el seguir adelante.Claro que en cualquier caso se trataría de casos patológicos.
Un saludo

Unknown dijo...

Una entrada repleta de ideas inspiradoras. Un ejemplo en el que estaba pensando de sociedad eusocial humana son los esquimales de Groenlandia. A pesar de la evolución cultural y tecnológica que han vivido (usan armas de fuego y motos de nieve), podríamos seguir considerándoles en muchos sentidos sociedades cazadoras neolíticas. Los individuos cuando envejecen y sienten que pueden suponer una carga, deciden un día alejarse en la nieve a solas en busca de una muerte tranquila que evite el consumo de recursos de manera improductiva. Tiene mucho sentido si tenemos en cuenta las dificultades para la supervivencia que han tenido que superar estas sociedades en un medio tan hostil a lo largo de su historia
¿Sería este un ejemplo de suicidio altruista en el contexto de una sociedad humana eusocial en algunos sentidos?
Las similitudes entre las sociedades eusociales y los organismos (gónadas, sistema inmune...) me parecen extraordinarias. Y más si las extendemos a las sociedades humanas, en las que podríamos atribuir en parte a la cultura (con sus bases genéticas y su capacidad de transmitirse de generación en generación como los genes) la distribución de esas tareas. Sin embargo, existen otras teorías que explican estas sociedades eusociales, particularmente hormigueros, como un enorme cerebro interconectado. De una manera menos compleja, el vuelo coordinado de muchas aves migratorias como los ánades o la extrema coordinación simultánea de un banco de peces que trata de neutralizar el ataque de los depredadores usando la confusión por el número, movimiento y reflejos luminosos. ¿Podríamos hablar de un modelo eusocial de sistema nervioso?

Pitiklinov dijo...

Miquel,
como los propios autores reconocen estas ideas no son la última palabra y no creo que expliquen todos los suicidios. Creo que son aplicables a muchos de ellos y la hipótesis de la negociación a muchos intentos de suicidio, pero en otros casos puede ser un instinto más primitivo de dejar de sufrir simplemente, de no querer vivir con ese dolor y sufrimiento.

Gregorio,
hay visiones de los insectos eusociales como si efectivamente cada individuo fuera una neurona de un cerebro colectivo:
http://io9.gizmodo.com/5866215/bee-swarms-behave-just-like-neurons-in-the-human-brain
Saludos

Samu dijo...

Fenomenal artículo, Pablo. Me quito el sombrero.

Un saludo!!

idea21 dijo...

Muy buen artículo y muy buenos comentarios.

La "hipótesis de la negociación" recuerda a la teoría del autoengaño de Robert Trivers. El autoengaño puede ser una secuela de una estrategia de llevar a cabo un engaño creíble: necesitamos mostrar confianza y la mejor forma de que los demás vean que tenemos confianza es confiar en nosotros mismos hasta autoengañarnos.http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/10/seleccion-natural-y-teoria-social-2002.html De forma parecida, amenazamos a otros con suicidarnos, pero la amenaza será más creíble mientras más dispuestos estemos realmente a llevarlo a cabo. Todo esto a nivel subconsciente, por supuesto.

Por otra parte, el suicidio humano aparece con frecuencia en las culturas del honor, como los japoneses. No se trata tanto de que deseen morir, sino de que la cultura del honor los pone en una situación tal que la vergüenza de sobrevivir no es una opción.

En las sociedades primitivas el suicidio no es algo raro tampoco.

Caminante sin Camino. dijo...

Se nota que el escritor no tiene idea lo que siente un suicida. En realidad, o es por sentirse una carga para los demás, te sientes una carga para ti mismo, no soportas tu vida, no te importan los demás!