sábado, 9 de enero de 2016

Diferenciar Maldad y Enfermedad

La web edge.org saca todos los años una pregunta que es respondida por las que se suponen son las mejores mentes del planeta. Acaba de salir la de este año, ¿Cuál consideras que es la noticia científica reciente más interesante y por qué?, pero en esta entrada quería comentar la respuesta de Abigail Marsh, profesora de Psicología de la Universidad de Georgetown, a la pregunta del año 2014. La pregunta de ese año era: ¿Qué idea científica hay que jubilar? y la respuesta de Abigail fue que hay que jubilar la distinción que hacemos entre antisocialidad y enfermedad mental, es decir, la idea de que la antisocialidad es maldad y no es enfermedad. Creo que Abigail pone sobre la mesa un punto muy interesante.

Aunque algunos patrones persistentes de conducta antisocial están recogidos en el DSM  (con etiquetas como Trastorno Antisocial de la Personalidad o Trastorno de Conducta) y, por lo tanto, disfrutan del estatus de trastorno mental, Abigail plantea que la postura por defecto ante estas conductas es verlas con la lente de la moral (como maldad) más que con la lente de enfermedad mental (como enfermedad). Según Abigail, el enfoque centrado en la prevención y el tratamiento no se ha aplicado por igual a todas las formas de psicopatología.

Como ejemplo, señala que los trastornos que se caracterizan por síntomas de internalización (angustia, miedo, conductas autolesivas…) y los trastornos con síntomas de externalización (ira, hostilidad, conductas agresivas y antisociales) son similares en muchos aspectos: prevalencia similar, etiología y factores de riesgo similares, así como similares efectos negativos a nivel educacional, laboral y social. Sin embargo, se dedican enormes recursos científicos a identificar las causas de los trastornos de internalización mientras que con los de externalización lo que se aplica es la reclusión y el castigo y se dedican muchísimos menos recursos a identificar causas y desarrollar terapias. Si comparamos fondos de investigación, ensayos clínicos, agentes terapéuticos disponibles y número de publicaciones dedicados a unos y otros trastornos vemos que la diferencia es abismal. Lógicamente, las causas de este fenómeno serán múltiples, vamos a ver algunas.

Por un lado, conocemos la existencia de una serie de sesgos cognitivos que nos llevan a percibir las acciones que causan daño a los demás como más intencionales y culpables que idénticas acciones que no resultan en daño para terceros. Un ejemplo de este tipo de sesgos es el efecto Knobe (“o efecto del efecto colateral”), que tenéis muy bien explicado aquí. El efecto Knobe se comprobó originalmente en las dos historias siguientes:

El vicepresidente de una compañía va a donde el gerente y le dice "Estamos pensando en comenzar un nuevo programa. Nos ayudará a generar más ganancias, pero también perjudicará al medio ambiente". El gerente responde: "No me importa en lo absoluto dañar al medio ambiente, sólo quiero producir la mayor cantidad de ganancias posibles. Implementemos el nuevo programa". Implementan el programa y efectivamente el medio ambiente se vio perjudicado.

Luego se pregunta a los encuestados: ¿Dañó el gerente intencionalmente al medio ambiente? La mayoría responde que sí. La segunda historia mantiene todos los elementos de la primera, con la única diferencia de que en este caso el efecto colateral previsto es ayudar al medio ambiente:

El vicepresidente de una compañía va a donde el gerente y le dice "Estamos pensando en comenzar un nuevo programa. Nos ayudará a generar más ganancias, y también ayudará al medio ambiente". El gerente responde: "No me importa en lo absoluto ayudar al medio ambiente, sólo quiero producir la mayor cantidad de ganancias posibles. Implementemos el nuevo programa". Implementan el programa y efectivamente el medio ambiente se vio ayudado.

La mayoría de los encuestados responde ahora que el empresario no ayudó intencionalmente al medio ambiente. Esta asimetría en la atribución de intencionalidad es lo que se conoce como efecto Knobe. También van en una línea similar las teorías de Kurt Gray que habla de una visión diádica de la moral, una división entre agentes y pacientes morales y cómo no percibimos igual a cada uno de ellos. Podéis leer esta hipótesis en este artículo. Pero, sin extendernos, el resultado es que vemos a los sujetos que tienen conductas que dañan a los demás como más responsables y culpables que los que tienen conductas que les dañan a ellos mismos o no producen daño.

En línea con lo anterior, Abigail añade que existe un sesgo cultural que dicta que las conductas de autointerés son lo normal. Es decir, psicólogos, filósofos y legos consideran en nuestra cultura que el individuo es racional, busca su propio autointerés y, por lo tanto, la conducta que no favorece el auto-interés es “anormal”, tiene que ser enferma. Por lo tanto, cuando alguien se autolesiona está claro que es irracional y tiene que ser una enfermedad. Por contra, los que hacen daño a los demás y, supuestamente, persiguen su autointerés y sacan un beneficio, son malos, son hasta hiperracionales (digo supuestamente porque muchas conductas antisociales son tan autodestructivas y perjudiciales -por lo menos a la larga- para el sujeto como las más directamente autolesivas).

Otro ejemplo del problema que plantea Abigail es el de la pedofilia. Recomiendo a todos los psicólogos y terapeutas que estéis leyendo esta entrada la lectura de este excelente artículo -un poco largo es verdad- sobre cómo se vive la pedofilia desde dentro. En este artículo un periodista entrevista a algunos pedófilos jóvenes donde cuentan su vivencia de empezar a sentir una atracción en la adolescencia que les hace vivirse a sí mismos como monstruos y sin poder hablar de ello con nadie. Uno de ellos, con el nombre supuesto de Adam, es el que pone en marcha un grupo de autoayuda para pedófilos(que no tienen conductas pedófilas, sólo la atracción) y todas las dificultades que tienen para conseguir ayuda. En muchos países hay que declarar esa atracción por los menores -aunque no se haya actuado- lo que hace que no puedan acudir a terapia, y vemos también el rechazo que generan esas tendencias en los propios terapeutas que les atienden. Comentan que es probable que muchos suicidios de adolescentes se deban a estas preferencias sexuales y que no lo sabremos nunca porque es tal la vergüenza de estos chicos que no confiesan su problema ni en la nota de suicidio. Precisamente la revista Aeon acaba de publicar un artículo sobre las crecientes pruebas que apoyan que la pedofilia es una atracción no elegida y catalogable como enfermedad.

Es evidente que detrás de estos sesgos cognitivos está la selección natural. Las conductas de venganza y de castigo son adaptativas desde el punto de vista evolucionista y sabemos incluso que disfrutamos castigando, que se activa el circuito de recompensa del cerebro, pero tiene que ir ganando terreno la postura científica de que ciertas conductas antisociales son enfermedades también y no se arreglan con fuerza de voluntad y con castigo si los individuos no ejercen ese autocontrol. Tenemos que dejar a un lado nuestros sesgos y prejuicios ideológicos y morales e intentar avanzar en el conocimiento y , por lo tanto en el posible tratamiento, de algunos de esos trastornos que se caracterizan por daño a los demás, lo que redundará en beneficio de todos. Hay mucho camino por delante pero, como dice Abigail, hay que ir abandonando la noción de que toda antisocialidad es sólo maldad.

@pitiklinov












29 comentarios:

Antonio dijo...

Me parece una reflexión muy interesante la que propones, como casi siempre.

No obstante, y corrígeme si me equivoco, en lo que te llevo leyendo, que ya va siendo lo bastante como para conocer tus ideas, creo que eres un defensor de la no existencia del libre albedrío. Por lo tanto, creo que en el fondo, y desde esa perspectiva, el plantearse esta cuestión no tiene demasiado sentido: si nadie elige lo que hace, nadie es responsable de nada, y por tanto no tiene importancia ninguna que los comportamientos vengan motivados por una enfermedad o por cualquier otra cosa, si al fin y al cabo escapan (bajo tu punto de vista) de cualquier control que intentemos imponerle. No hay nada que el humano pueda interponer entre la cadena de causas y efectos que es su vida: los actos de las personas no son imputables a ellas de la misma manera que una piedra que cae por un precipicio no es responsable de su caída, solo hace lo que le dictan las leyes de la física.

Hasta aquí, la reflexión sobre lo que hoy nos ofreces, pero con tu permiso me voy a salir mínimamente del tema. Quede en primer lugar claro que lo que digo a continuación lo digo sin ningún cinismo o intención de ofender. Pero tengo curiosidad sobre cual es la visión del mundo que tiene alguien que no cree en el libre albedrío y no me resisto a hacerte unas preguntas: ¿cómo afectan en tu relación con los demás tus ideas sobre algo tan clave para la representación que nos hacemos del mundo? Me refiero por ejemplo, a cual es tu reacción cuando alguien te ofende, o cuando directamente te hace daño, a ti o a uno de los tuyos: si consideras que no es responsable de sus actos, ¿consideras justo que se le aplique alguna clase de castigo, o por el contrario lo dejas estar como si nada hubiera pasado? (al fin y al cabo, no son responsables en absoluto de lo que te han hecho) ¿Cómo plantearse la educación de los niños y jóvenes partiendo de la premisa de que nada de lo que se les diga o enseñe puede cambiar su “decisión” de elegir una cosa o su contraria? Te haría en definitiva, muchas preguntas, pero tampoco quiero abusar de ninguna manera.

Por supuesto no te sientas obligado a responder si no te apetece, pero creo que son cuestiones que vienen también a colación de la entrada y que pueden interesar a tus lectores.

Un saludo y gracias.

Pitiklinov dijo...

Buenas preguntas, Antonio
No tengo ningún problema en contestarte, por lo menos hasta donde soy capaz, así que vamos con ello, y como creo que será largo iré por partes.
En primer lugar creo que la reflexión que planteo en esta entrada vale para el “mundo normal” el que tenemos construido sobre la existencia del libre albedrío. Todo lo que habría que hacer es incluir las psicopatías y pedofilias graves en el mismo grupo en el que están por ejemplo las psicosis, que eximen de responsabilidad legal. Así podríamos seguir manteniendo que hay una mayoría de gente con libre albedrío y sólo algunos que no: retrasados mentales, psicóticos, etc. A nivel teórico no cambia nada, mantenemos el estatus quo actual

A nivel práctico es más difícil porque en el caso de los psicóticos la inimputabilidad se basa en un problema de la “razón”, es decir, el sujeto está fuera de la realidad, oye voces o cree que le persiguen los marcianos y por lo tanto “no sabe” lo que hace.
En el caso de pedófilos o psicópatas el planteamiento es muy distinto: los sujetos “saben” qué es lo correcto, conocen las leyes, el pedófilo sabe que ver pornografia infantil le puede llevar a años de cárcel, pero no puede evitar hacerlo.
En estos pacientes ocurre lo mismo que en las “psicopatías adquiridas” que sufrían los pacientes de Antonio Damasio. Los test de inteligencia no daban alteración y se suponía que perdían los trabajos, los matrimonios, se dedicaban al juego etc., por decisión propia (libre). Reconocer que eso era una enfermedad fue un trabajo duro que no ha concluido todavía ni mucho menos. Como sigues el blog habrás visto las entradas sobre psicopatía y el cerebro moral y parece claro que las alteraciones en corteza prefrontal afectan al control de impulsos. Las pruebas a mi modo de ver en el caso de la psicopatía son abrumadoras: alteraciones psicofisiológicas, en RMN, etc.
El problema es que estas pruebas indican unas alteraciones cerebrales comparando grupos y no nos valen hoy en día para saber el grado de control de un individuo determinado. Es decir, no tenemos “impulsómetros”, medidores de “fuerza de voluntad”, o de autocontrol que nos digan con seguridad si una persona determinada fue capaz, por ejemplo, de no ver pornografía infantil o de no robar en una tienda.
Creo que no damos pasos en la dirección que yo propongo (o la que se propone en el artículo de Aeon sobre la pedofília) porque no tenemos la ciencia y el conocimiento de la mente humana necesario para ello.
Sin embargo, creo que el clamor va creciendo y no creo que toda la gente que se esté planteando estos problemas piense que el libre albedrío es una ilusión. Mi postura como bien has apreciado, y he defendido más en el blog de la Nueva Ilustración Evolucionista que aquí, es que nuestra voluntad no es libre.

En este caso concreto, personalmente, no puedo creer que el pedófilo, por ejemplo, sea libre de elegir entre varias opciones, pongamos éstas:
1- sentir atracción por personas adultas y olvidarse de los niños
2- sentir atracción por niños pero no actuar, limitarse a ver pornografía o ni eso
3- sentir atracción por niños y pasar a la acción

y que libremente elija la opción 3 porque es malo. Eso no me encaja con nada de lo que sé sobre la naturaleza humana.

Pitiklinov dijo...

En cuanto a cómo es la visión del mundo de alguien que no cree en el libre albedrío te diré que en el fondo no es muy diferente de la que tienen los que sí creen, porque no somos animales racionales. Si fuéramos animales racionales, un cambio de ideas tendría un gran impacto pero como la mayoría de nuestras decisiones son inconscientes y se deben al “elefante” como dice Haidt, a esa programación que la selección natural ha instaurado en nosotros, los cambios no son tan dramáticos. Mi sensación subjetiva en la vida diaria es de que yo elijo. Como dijo Samuel Johnson: “toda la teoría está en contra del libre albedrío, toda la experiencia a favor”. Yo en la vida diaria siento que la tierra es plana y que el sol se mueve. Pero si pasamos al modo “científico” me doy cuenta de que la Tierra es redonda y gira alrededor del sol.
Lo que quiero decir es que saber que algo es una ilusión no te impide seguir viéndolo así. En la ilusión del tablero yo veo un cuadro diferente al otro aunque sé que son iguales y en la de Muller-Lyer sigo viendo una línea más larga que la otra, aunque sé que son iguales. Recientemente ha salido un estudio donde se ve que los filósofos, a pesar de estar entrenados a pensar y ser lógicos caen en los mismos sesgos cognitivos que las personas normales. De la misma manera, cuando estoy en “modo vida diaria” la mayoría de las veces no pienso en el libre albedrío, actúo y decido. Pero si paso al “modo científico” me doy cuenta de que no existe la libertad en este universo y que cada criatura hace lo que está en su naturaleza hacer y que mis decisiones se deben a unas razones (algunas las conozco, otras muchas no), pero que yo no he elegido esas razones ni soy responsable de ellas.
Pero sí creo que hay algunas diferencias. Por ejemplo en mi caso no juzgo a la gente, por ejemplo a mis pacientes, o a mis amigos o conocidos. Tiendo a aceptarlos. Entiéndeme, tengo mis preferencias y hay gente que me cae bien o con la que sintonizo y prefiero estar con ellos y a la gente que no me da buenas vibraciones la evito (como hace todo el mundo). Pero no lo veo en términos de buenos y malos. Es como si unos fueran leones y otros delfines y prefiero estar con los delfines, pero no culpo a los leones de ser leones, simplemente los evito.
También me ayuda a dar menos vueltas al pasado. Ese sentimiento de culpa de que tenía que haber hecho otra cosa consigo amortiguarlo razonablemente bien. Me doy cuenta ahora de errores del pasado, por supuesto, pero comprendo que dada la información que tenia entonces, el estado emocional de entonces, las influencias ambientales de entonces, lo que hice fue lo que podía hacer.
Creo que siento la misma pena, tristeza o rabia ante muchos hechos negativos que pueda sentir cualquier persona, pero creo que veo la mala suerte por los dos lados, por el de la víctima y por el del verdugo. Me dan pena los chicos pedófilos de ese artículo que recomiendo leer en la entrada, y me dan pena los abusos y el daño que puedan sufrir niños inocentes por actuaciones de pedófilos. Me da pena el terrorista que tiene su cerebro infectado por una ideología, una fe, unos memes (ideovirus, como los llamo yo) y que se hace explotar en un autobús. Y me da una pena enorme las personas que iban en ese autobús y que mueren por las ideas que el terrorista tenía en su cabeza.

Pitiklinov dijo...

Me hace mucha gracia, por ejemplo, lo orgullosa que se muestra la gente de sus creencias, cuando no elegimos nuestras creencias. En Twitter y en todas partes veo mucho cómo la gente se ríe de los que piensan diferente y se siente superior por tener las ideas que tiene, cuando ninguno elegimos las ideas que tenemos.
Yo entiendo elegir como que ante ti hay dos opciones (por simplificar, pueden ser 5) y que tú puedes hacer igualmente cualquiera de las dos. Eso sería elegir para mí. Y creo que eso no ocurre con las creencias( ni con nada :)). Te pongo un ejemplo. Yo, como la mayoría de la gente de mi edad en este país, fui educado en la fe católica pero llegó un momento en que no pude seguir creyendo. No llegó un momento en que yo podía elegir, es decir, que ante mí tenia dos opciones iguales - creer y no creer- y con mi libre voluntad decidí no creer. No, no es así. Mi visión del mundo fue cambiando vi el sufrimiento en el mundo y ya no pude creer en un Dios bueno y todopoderoso. No elegí no creer, sencillamente no podía seguir creyendo. Y ocurre así con todas las creencias. Desafío al que sea de izquierdas a que cambie y “elija” ser de derechas; o desafío al que sea nacionalista a que “elija” ser no-nacionalista. Cuando tú analizas una situación para llegar a una creencia sobre algo tu forma de ser, tu inteligencia, tu personalidad, etc., te lleva a una visión del tema que sea y esa visión se te impone, porque en el fondo tu intentas tener una creencia que sea congruente con la realidad que ves. Es como si yo veo la hierba verde, no puedo elegir verla rosa. Cuando miro al mundo no veo ningún dios y no puede elegir verlos. Y así en todo.

Pitiklinov dijo...

En cuanto a lo de aplicar o no un castigo creo que es una objeción con una relativamente fácil solución. Lo que se plantea es que si nadie es responsable entonces no podemos castigar. La idea de responsabilidad moral creo que es en el fondo una justificación para poder castigar. “ese psicópata podía haber hecho otra cosa y decidió matar a esa persona así que le condenamos a prisión”, tiene que tener lo que se llama una “mens rea” en derecho. Creo que un enfoque utilitarista, consecuencialista es bastante adecuado en este caso. Yo personalmente soy partidario del castigo pero no porque piense que el psicópata eligió libremente hacerlo sino porque es un peligro para la sociedad y puede seguir matando gente. Así que podemos tomar las medidas necesarias (la prisión mientras no haya otras como algún tratamiento o medida de otro tipo) pero sin necesidad de engañarnos pensando que esa persona era libre. Es como si aparece un león en el pueblo, pues tomaremos medidas para garantizar la seguridad de la gente pero no tenemos por qué argumentar que el león es libre y sabe lo que hace. Por suerte, no he sufrido nada de ese calibre y no puedo garantizar mi reacción, pero evidentemente como humano que soy si me pasara algo a mí o a un ser querido creo que tendría deseos de devolver el golpe y de venganza. En cosas de menos importancia como te decía más arriba simplemente evito a la gente “tóxica” como se dice ahora.

Pitiklinov dijo...

Por último me gustaría contestarte a lo que planteas aquí: “¿Cómo plantearse la educación de los niños y jóvenes partiendo de la premisa de que nada de lo que se les diga o enseñe puede cambiar su “decisión” de elegir una cosa o su contraria?”.

No estoy de acuerdo con la premisa de la que partes y creo que no refleja lo que pensamos “los escépticos del free will”, o por lo menos una mayoría. Lo que tú planteas es más una visión fatalista que determinista. Yo no creo que todo este decidido. Las cosas las decidiré (o se decidirán :) ) en su momento, sólo que no las decidiré libremente. Yo decido, pero no decido libremente, sino por unas razones (que esas sí, no las decido yo).

Por ejemplo, si Guns and Roses deciden salir de gira puede que vaya a verles. Que vaya o no dependerá de muchas razones. Para empezar de mi deseo de verles, de mi interés por su música. Tengo cierto interés, me gustan, pero hay otros grupos que me gustan más, Led Zeppelin, por ejemplo. Si Led Zeppelin viniera de gira hay más posibilidades de que vaya a verlos. Dependerá de que Guns and Roses me pillen de vacaciones o no, de que vengan a Bilbao o más lejos, de que alguien me regale una entrada para ir a verlos…Soy determinista en el sentido de que creo que si hubiera una manera de poder controlar los millones de factores que influyen en una decisión habría una manera de predecirla. Con todos esos datos un ordenador podría saber si iré a ver a los Guns and Roses o no, pero en la práctica eso es imposible. También puedo predecir que hay mucha gente que no iría a verles aunque les regalen una entrada…

Lo que quiero decir es que un estado de cosas determinado E1 da lugar a una decisión o a un resultado determinado R1, y no puede dar lugar a ninguna otra cosa. Es decir con un estado de cosas E1 que produce un resultado determinado R1 es imposible que mi voluntad por su cara bonita coja y de lugar a un resultado R2, imposible de todo punto.

Pero si en el estado de cosas E1 aparece un factor nuevo, un cambio ambiental determinado A1 entonces el resultado sí puede ser diferente. Es decir, E1+A1= R2. Ahora sí puedo tener un resultado diferente.

Aplicado a la educación, no se trata de cambiar la voluntad de los niños, o de la persona que sea, sino de cambiar las razones que están motivando sus acciones. Apliquemos esto a mi relación con un paciente que viene a mi consulta con un cuadro de ansiedad, por ejemplo. Esa persona ha intentado arreglar o cambiar la situación por sus medios, con ayuda de sus familiares, amigos, etc., y no ha podido. La visión fatalista que planteas sería: “no hay nada que hacer váyase a casa…, nada puede cambiar su decisión o situación…”

No, el paciente llega con un estado de cosas E1 pero ahora aparece un nuevo factor en su vida que es la intervención del médico (A1) y la suma de su situación previa + la intervención del médico puede dar lugar a un resultado diferente. Lo mismo en educación: los cambios ambientales pueden cambiar situaciones y decisiones; como decía Ortega yo soy yo y mis circunstancias, si me cambias las circunstancias…

Bueno, el tema es eterno pero haber dado una respuesta medianamente satisfactoria a tus preguntas.

Un saludo








Sipe dijo...

Muy interesante el tema de diferenciar entre maldad y enfermedad e igual o más interesantes tus aclaraciones, las que comparto en gran parte, pero ponerse a debatir seria larguísimo, por eso solo quiero plantear una pregunta.
La gente que posee miles de millones y toma decisiones para ganar más dinero perjudicando a pobres trabajadores ¿Es maldad, enfermedad o normal?
saludos

Antonio dijo...

Ante todo, muchas gracias por tus respuestas.

No obstante, hay algo que no me cuadra en tu razonamiento, o no lo entiendo bien, dices que no crees en el libre albedrío pero que no eres fatalista, que no crees que todo esté decidido. Me da la sensación que quieres decir que no crees en la predeterminación. No veo como esto puede ser compatible con una concepción determinista del Universo. Si todo obedece a unas leyes deterministas, no hay manera de cambiar nada, y solo pasa lo que puede pasar. No es que vivamos en el mejor de los mundos posibles, es que vivimos en el único posible. Si todo es determinista y no hay manera de salirse ni de las leyes de la física ni de ese determinismo, no tenemos capacidad para intervenir en el devenir de nada, seríamos casi unos meros espectadores de lo que pasa. La sensación de que podemos cambiar algo, sería también una ilusión, como tú llamas ilusión a la sensación de que podemos elegir.

No veo tampoco que consideres que algo externo (una terapia, un suceso vital) pueda cambiarnos, pero no nos pueda cambiar algo interno a nosotros mismos (una idea, la sencilla voluntad de hacer algo). Citas a Ortega, y Ortega de hecho, no distinguía entre el “yo” y la circunstancia, lo consideraba algo inseparable lo uno de lo otro, creo que incluso hacía la metáfora de la naranja: no puedes quitarle la piel sin llevarte algo de la propia naranja en el proceso. Por eso no veo por qué una circunstancia ambiental en tu opinión si puede tener impacto en la situación de tus pacientes, pero algo interno a ellos mismo no la puede tener. Citando al propio Ortega, los animales están siempre “alterados”, reaccionando al ambiente instintivamente, sin embargo el humano puede “ensimismarse”, es decir, abstraerse y aislarse de la realidad para pensar y elegir. Efectivamente, y como el propio Ortega decía, el ser humano es el único ser que tiene el quehacer de elegir entre hacer una cosa u otra con su vida, los animales no tienen esa preocupación.

En definitiva, no veo coherente la idea de la falta de libre albedrío con tu creencia de que no todo está decidido. O una cosa o la otra, no veo como pueden ser las dos a la vez.

Anónimo dijo...

Exactamente, Ortega establecía la relación entre el yo y las circunstancias como un diálogo simbiotico. Su frase suele ser mal interpretada muy a menudo.

Anónimo dijo...

Pitiklinov,

Tendría muchas objeciones, pero escojo una:

·Pero si paso al “modo científico” me doy cuenta de que no existe la libertad

Sí, pero eso solo dice que el libre albedrio, si existe, no es explicable desde la ciencia actual o tal vez nunca.

Y ese es el problema, que no sabemos si el libre albedrio existe de manera científica sino que creemos que es el caso desde nuestra íntima fenomenología. Desde la ciencia actual no sabemos cómo explicar la existencia de la conciencia, “el darse cuenta de”; y no sabemos qué sentido científico dar a esa fenomenología que experimentamos como estar eligiendo desde un yo, desde una conciencia. La actividad consciente puede ser una actividad “sobrenatural” o una naturalidad que posee una ontología diferente de la realidad sin conciencia, o tal vez un modo de combinar los conocimientos científicos que no logro siquiera imaginarme que la expliquen; pero sea como sea, hoy por hoy, conciencia parece que nadie duda que poseemos, pero no sabemos cómo concebir su existencia desde la ciencia que hasta hoy poseemos (al margen de metaciencias que son autentica metafísica) ¿Qué se imagina usted que debería poder hacer la ciencia, sin traspasar los límites ontológicos y metodológicos que autoimponemos como necesarios de la misma, para poder establecer que existe el libre albedrio, si fuese el caso que éste existiese?.

El libre albedrio si existe, es propio de la conciencia, en ese minimalismo ontológico que es propio de la actividad consciente es donde “anida, en ese modo de sentirse actualizado en una realidad como subjetividad que la mira, la siente, la interpreta, se proyecta, le adviene, la… El hombre posee o tiene actividad consciente. La pregunta es: ¿Es la dimensión humana de poseer conciencia una condición necesaria y suficiente para gozar de libre albedrio? EL hombre está sometido a las reglas de la naturaleza, a reglas biológicas (evolutivas), históricas (culturales) y biográficas (aprendidas), pero también a las “reglas” de la conciencia, de la misteriosa conciencia que poseemos y que “dialoga” con el cuerpo del cual depende. De manera que, como no hemos conseguido naturalizar, ni por aproximación, la conciencia; no es lícito, hoy por hoy, refrendar desde la ciencia que el libre albedrio no existe por lo que ella nos suministra, ya que es en la realidad de la conciencia, realidad que la ciencia no explica, donde se halla la posibilidad de existencia del libre albedrio. Es ahí donde anida el libre albedrio, en el “teatro” de la conciencia, en ese mínima, frágil y delgada nihilidad que se forma al actualizarse el mundo en nuestro yo y nuestro yo en el mundo. La dimensión humana, la de poseer conciencia, que no conseguimos explicar con la ciencia, repito, es la que debemos previamente comprender desde esa ciencia para poder negar o afirmar el libre albedrio de manera científica. Y no lo que la ciencia nos diga del comportamiento de los gases en un recipiente, o la caída de una bola por un plano inclinado, o las conexiones neuronales, o el colapso de la función de onda en el aparato de medida. Dicho de otro modo, el problema del libre albedrio es saber si la conciencia es la fuente NO naturalizable de reglas, o si esa fuente de reglas SÍ es posible naturalizarla, y en tal caso quedar DETERMINADA por tal naturalización. Usted cree que sí, pero eso es mera creencia, pues NADA, ABSOLUTAMENTE NADA, sabemos acerca de cuál es la relación ontológica que hay entre la conciencia y los aspectos fenomenológicos de estar en la realidad, y la ontología propia de la ciencia.

(Nota: entiendo por naturalizable que pueda ser explicada o descrita desde los conocimientos y ontologías propios de las ciencias).

Un saludo y feliz año.

Pitiklinov dijo...

Sipe,
precisamente hoy leía este artículo sobre Kent Berridge, el que planteó que el sistema del querer(deseo) y del gustar (placer) son diferentes y uno de su colaboradores comenta que te puedes saciar de comer, incluso de sexo, pero que nadie siente que tiene demasiado dinero :)
http://www.intelligentlifemagazine.com/content/features/wanting-versus-liking

Pitiklinov dijo...

Antonio,
soy determinista, creo que todo suceso físico viene causado por un suceso físico previo y que no te puedes salir de ese flujo causal.
Pero eso no quiere decir que te sientes a ver el mundo. Supongo que no crees que las bacterias o las ratas tienen libre albedrío y esos organismos actúan en el mundo, no se sientan a ver el mundo pasar. Todo lo que hacen esos seres (y nosotros también) tiene causas previas, pero eso no es incompatible con actuar en el mundo.

En cuanto a que haya puesto como ejemplo un factor ambiental nunca he dicho que sea la única causa de cambios. Creo que todo lo que hay es genes, ambiente y azar (un factor estocástico). De cualquiera de esos factores y de la combinación entre ellos pueden venir cambios. Pero no veo hueco ahí para una voluntad libre. Si te refieres al poder de las ideas, las ideas también tienen causas previas.

Para compensar un poco la conversación me gustaría saber cómo explicas tú que si tenemos libre albedrío la gente no pueda dejar de fumar o de ver pornografía cuando quiere dejar de verla, o adelgazar cuando quiere, o en general conseguir aquello que desea. Si una persona quiere adelgazar y tiene libre albedrío hará dieta y ejercicio y arreglado. ¿Por qué la mayoría no lo consigue?

Saludos

Anónimo dijo...

Perdonad si me entrometo en la conversación,

·"Si una persona quiere adelgazar y tiene libre albedrío hará dieta y ejercicio y arreglado. ¿Por qué la mayoría no lo consigue?"

¿Por que otros muchos sí ?.
Precisamente se elige muy a menudo yendo a contracorriente. Aquí es oportuna la metáfora de la paloma de Kant, que creia que sin aire volaria mejor y más libremente, cuando es precisamente la existencia del aire la que le permite volar,la que da posibilidad a la existencia del vuelo.

No elegimos lo que deseamos, sino lo que queremos. Queremos estar delgados a pesar del sacrifico que ello supone, y ese sacrifico hace que sea más facil eligir no hacer dieta que hacerla, así que es usal eligir saltarme la dieta. Pero espero que se observe que eso es diferente a levantarse de manera "Zombi", inconsciente y sonambulo y pegarse un atracón en la nevera rompiendo así la dieta elegida. Esto segundo no pasa por el matiz de la conciencia, en cambio lo primero sí, y por eso la voluntad (impelida también por habitos, deseos de otro tipo...) escoge. Escoger siempre es escoger bajo un ámbito tendencial e impelente desde la conciencia. La conciencia está sometidaa infinidad de impelencias, impulsos, decisones previas, habitos... desde los que elige, no es un "eter flotante" que elige desde un distanciamiento absoluto de lo dado por el cuerpo. Seguir dieta a pesar del sacrifico(lo que quiero) versus no sacrificarse (satisfacer el deseo inmediato), ¿Se puede elegir o no?.

Un saludo.

Sourwest psychiatric research mexico dijo...

Interesante pero es conveniente señalar que, desde hace algunos años, muchos problemas Psiquiatricos, que se consideraban "desordenes o trastornos de la personalidad", ahora son vistos bajo la perspectiva neurobiológica: es decir, los cerebros de las personas con trastornos de la personalidad, son diferentrs neuroanatomicamente y neurobioquimicamente: de esta manera, no se puede aplicar asuntos de moral en ellos. Es decir, no es que sean "malvados o malintencionados" es simplemente que s cerebro funciona diferente. Existen muchas publicaciones donde se localizan disfunciones neuropsicológicas en estos pacientes (incluidos sociópatas, borderlines, etc).
Epígrafe:
"los oídos y los ojos son malos testigos cuando están al servicio de un cerebro que no comprende su lenguaje" Paracelso
Saludos Cordiales
Dr. Arturo Morlet Barjau
http://www.psiquiatrasenveracruz.com
http://www.psiquiatrasmexicanos.blogspot.mx

Pitiklinov dijo...

Totalmente de acuerdo, Arturo.
El problema es que estos hallazgos neurobiológicos no tienen todavía la contundencia necesaria como para ser prueba válida en juicios, aunque esto está cambiando rápidamente...
Un saludo

Pitiklinov dijo...

Eric, claro que se puede elegir. La cuestión es si se puede elegir libremente. Si le pongo a mi perra brócoli o chuleta para comer elige chuleta y si le pongo su comida de perros o chuleta elige chuleta. La cuestión es si mi perra elige libremente (y si nosotros elegimos libremente). Si mi perra elige en base a unas preferencias que ella no ha elegido (la evolución la ha programado para que le guste la carne) mi postura es que eso no es libre albedrío. Si elegir lo que quieres es libre albedrío entonces todo ser vivo lo tiene. Nosotros no elegimos nuestros deseos ni preferencias ni nuestra creencias; por lo tanto toda acción resultado de esas preferencias o creencias no es genuinamente libre.

Ahora es cuando los partidarios del libre albedrío me replicarían: “pero los humanos escogemos también lo que no queremos, lo que nos cuesta, los que va en contra de nuestros deseos”. No es cierto. Para contrarrestar un deseo tenemos que tener otro mayor. Si yo no me como una tarta de chocolate no es porque mi voluntad libre me hace superior a mi perro, sino porque como ser social que soy si engordo el grupo me va a rechazar ( y ligaré menos) y entonces yo deseo no engordar y mi deseo de estar delgado me mueve a no comer la tarta. Siempre hay razones para mis acciones. Nunca son debidas solamente a nuestra voluntad. Y las razones en base a las que actúa la voluntad no son responsabilidad nuestra, no las elegimos nosotros.

En cuanto a que algunos sí consiguen adelgazar hay una idea muy sencilla pero que por lo visto es imposible de aplicar al campo moral: que una persona pueda hacer algo no quiere decir que “todas” las personas puedan hacerlo. Es algo tan simple que no entiendo que sea tan difícil de comprender. Que Paco de Lucía metiera 14 horas de guitarra al día desde los 8 años no quiere decir que cualquiera pueda hacerlo. Que Messi o Ronaldo metan 50 goles cada año no indica que cualquier pueda hacerlo. Que algunos hombres corran los 100 metros en menos de 10 segundos no quiere decir que cualquiera pueda hacerlo.

En ninguna característica humana somos todos iguales: ni en velocidad ni en fuerza muscular, ni en como digerimos un bocadillo, ni en la inteligencia, ni en cómo metaboliza nuestro hígado los fármacos (hay metabolizadores lentos y rápidos) etc, etc. Pero a nivel psicológico (y moral) tendemos a pensar que somos todos iguales: la misma fuerza de voluntad, la misma motivación, la misma capacidad de controlar impulsos, el mismo interés por la comida o el sexo….Y no es así. Y si puede haber diferencias en nuestros jugos gástricos no hay razón alguna por la que no haya diferencias en nuestra corteza prefrontal, en nuestra amígdala cerebral, en nuestro sistema de recompensa cerebral, en nuestros sistemas de opioides, etc. etc.

Y esas diferencias afectan a nuestra capacidad para cumplir las normas sociales. El cerebro de un psicópata es diferente al mío (o eso creo :), igual me hago una RMN y me llevo una sorpresa )Y es absurdo en mi humilde opinión juzgar a todos por el mismo patrón.

Del otro tema, me gustaría saber qué opina Antonio para entrar en él

Anónimo dijo...

Pitiklinov,

”claro que se puede elegir. La cuestión es si se puede elegir libremente.

No entiendo la diferencia, me parece una contradicción.

”Si le pongo a mi perra brócoli o chuleta para comer elige chuleta y si le pongo su comida de perros o chuleta elige chuleta. “

No creo que elija, simplemente el brocoli no entrará en su ámbito de posibilidades. El hombre no responde a la realidad, creo yo, al modo que lo hace un perro.

”La cuestión es si mi perra elige libremente (y si nosotros elegimos libremente)” .

Exacto esa es la cuestión.

“Si mi perra elige en base a unas preferencias que ella no ha elegido (la evolución la ha programado para que le guste la carne) mi postura es que eso no es libre albedrío. “

Elegir sin preferencias no es elegir. Se elige bajo el impulso de las preferencias no sin la presencia de ellas. Y eso, sólo pasa dentro de una subjetividad que se ve impelida por preferencias, no sin preferencias. Pero elegir una preferencia es realizarte proyectivamente tu persona desde esa preferencia hacia el futuro que deseas o quieres, que no es lo mismo que decir que la preferencia elije por nosotros. Actualizas tu persona en la preferencia elegida, es decir, elegir es realizarse en base a las preferencias (muchas de ellas elaboradas desde preferencias elegidas en el pasado) y dejarse llevar por ellas es también una elección, no hace de ti estructura determinada ya por tal preferencia, al modo como una diferencia de potencial en un cable genera una corriente eléctrica.

” Nosotros no elegimos nuestros deseos ni preferencias ni nuestra creencias; por lo tanto toda acción resultado de esas preferencias o creencias no es genuinamente libre.

Obviamente. Yo no elijo que el vecino tenga la radio tan alta, ni elijo sentirme trabajar más a gusto en silencio, tampoco elijo sentirme cobarde al tener que llamar la atención a alguien sobre sus actitudes, tampoco elijo tener una ventana que puede cerrarse, ni el calor que voy a sentir si la cierro..., pero sí elijo, desde mi estado consciente cerrar la ventana y no elijo llamar la atención del vecino. Y eso es elegir desde mi persona, desde lo que soy y me constituye y que dialoga mínimamente , delgadamente con mi conciencia que se proyecta electivamente hacia un futuro que busco libremente desde las impelencias preferenciales y la realidad que se me impone a su modo.

Para contrarrestar un deseo tenemos que tener otro mayor .

Y el propósito de querer esto o lo otro desde nuestra elecciones actúa como un deseo. El deseo de estar delgado es elegido respecto el deseo de no sentir hambre. Si para usted elegir es elegir como si la conciencia no estuviera implantada desde las impelencias de un cuerpo y una realidad , es decir desde una realidad que se da , se impone y se nos notifica a su modo, entonces no hablamos de lo mismo, me temo. Pero es que elegir siempre es elegir en base a preferencias y deseos no elegidos, eso es siempre erigimos implantados en la realidad, no flotando “espectralmente” sobre ella

sigo...

Anónimo dijo...

...sigo

”Siempre hay razones para mis acciones. Nunca son debidas solamente a nuestra voluntad”.

Eso es, y me congratula que diga “solamente”, pues la voluntad en el hombre aparece siempre, creo yo, como voluntad ambientada por y desde lo tendencial y el deseo , y lo deseado y tendencial elaborado desde y por la voluntad. El hombre se proyecta desde lo que se le da e impele hacia lo que quiere y desea, y es en ese ámbito en el que está instalada la voluntad.

“Y las razones en base a las que actúa la voluntad no son responsabilidad nuestra, no las elegimos nosotros. “

Exacto, del mismo modo que la mancha de la pared que tengo delante de mi no la elijo desde mi voluntad al verla cada vez que abro los ojos. Dicho de otro modo, la realidad, las preferencias, se nos dan desde el cuerpo y nuestra biografía y socialización que se memoriza en nuestro cuerpo; pero que se den y se elija desde ello no niega el libre albedrio, antes al contrario, lo hace posible, como el aire hace posible el vuelo de la paloma kantiana.


”que una persona pueda hacer algo no quiere decir que “todas” las personas puedan hacerlo.”

Claro !!!. Porque el poco ámbito electivo que tenemos lo realizan las personas concretas, no cualquier persona. La persona Juan, el borracho Pedro, la dulce Inés, y la esquizofrénica Antonia. Cada persona elige desde el modo como la realidad se le da desde su estructura propia de ser persona que le es propia y particular. Por eso no todos tenemos la misma voluntad para las mismas cosas. Yo sería incapaz de dedicar tantas horas como Paco de Lucia a la guitarra, pero si dedicarme a leer tochos de filosofía y ciencia día tras día. Por eso mi voluntad no escogerá lo primero y si ha hecho lo segundo. Elegimos desde lo que somos y nos hacemos en base a nuestra elecciones pasadas, obviamente.

”En ninguna característica humana somos todos iguales

Exacto, y tampoco en la capacidad de tener “voluntad para X”

”tendemos a pensar que somos todos iguales: la misma fuerza de voluntad, la misma motivación, la misma capacidad de controlar impulsos, el mismo interés por la comida o el sexo….Y no es así.”

Ya ve que no es mi caso. Y me cuesta entender que haya gente que piense eso que usted dice que todos tendemos a creer.

Un saludo.

Antonio dijo...

Parte de lo que quería decir ya lo ha dicho Enric.

Claro que todo el mundo que se propone adelgazar no adelgaza, unos lo consiguen y otros no, por eso creo que por ese razonamiento no se llega a ninguna parte. Faltaría más, el elegir no es una varita mágica que convierte en realidad lo que elegimos, sino bastaría con elegir para conseguir las cosas, y evidentemente esto no es así. Se necesita una cadena posterior de acciones para llegar al objetivo, y estas pueden salir mal o salir bien, dependiendo de la voluntad, de la inteligencia, y en definitiva de los recursos con que cuente cada uno. Seríamos prácticamente como dioses, haríamos todos nuestros deseos realidad si el mero hecho de decantarnos por una opción u otra nos garantizara conseguir lo que perseguimos.

Y claro que elegimos con condicionantes y con preferencias por delante, esas preferencias son el resultado de nuestra manera de estar en el mundo, precisamente de nuestra circunstancia, como diría Ortega. Él de hecho, para explicar esto, ponía el ejemplo de la medusa. Una medusa es un ser que solo es sensible a la temperatura y a los cambios de presión. Ese es su mundo, el que le permiten sus sentidos. Es su circunstancia. Es obvio que la medusa tiene un mundo volitivo muy restringido, fruto de la manera en la que percibe el mundo y reacciona hacia el. De la misma manera, el ser humano tiene su circunstancia, y de ella se derivan sus preferencias y sus elecciones. No me puedo imaginar un ser que no tenga una manera de estar en este mundo, que no tenga una preferencia, nada que le condicione, sería un ser amorfo y abstracto que no vería ningún sentido en vivir. Todo le parecería igual, no podría decantarse por ninguna opción, no tendría ningún objetivo vital. Efectivamente, sin preferencia no hay elección, la elección necesita de la preferencia para tener sentido.

A mi me gusta pensar en el libre albedrío no como algo binario, que se da o no se da, que es o no es, yo tengo la intuición de que es un continuo, unos seres tienen más y otros seres tienen menos. Tal vez pase lo mismo con la consciencia. Tal vez una piedra no tiene nada o casi nada de consciencia, pero una ameba tiene más que una piedra, y un gusano más que una ameba, y un gato más que un gusano, y un humano más que todos los anteriores. Al tener más capacidad para procesar la información, sus decisiones son más complejas, y su capacidad de elección se abre, al ser más consciente tanto de él mismo como del Universo que le rodea (si es que ambas cosas son separables).

Evidentemente el tema es enormemente complejo, pero yo creo que la Ciencia deja una puerta abierta a la existencia del libre albedrío (la Física Cuántica, la teoría de los Universos paralelos…). Al fin y al cabo, todavía desconocemos muchas leyes del Universo, y ni siquiera conocemos cual es su naturaleza última. Por ejemplo, si el Universo fuera una simulación, posibilidad que barajan incluso físicos de mucho renombre, no todo tendría que ceñirse a las leyes de la física. Existiría la posibilidad de que “algo” o “alguien” (incluso no necesariamente Dios) pudiera cambiar el “código” de una parte del Universo, “hackearlo”, por así decirlo, y atribuirle unas leyes o propiedades totalmente distintas de otras partes del mismo. Sería como con los videojuegos, se puede tocar el código para por ejemplo tener “vidas infinitas” o para que cualquier elemento del juego se comporte de manera totalmente distinta. O más allá de la simulación tal vez el Universo posee una naturaleza mucho más compleja que por ahora ni siquiera podamos imaginar.

Aquí lo dejo, el tema es amplísimo.

Pitiklinov dijo...

Sobre las leyes de la Física no hay mucho resquicio para el free will según esta autora que es física (lógicamente mucha gente no está de acuerdo con ella):
http://backreaction.blogspot.com.es/2016/01/free-will-is-dead-lets-bury-it.html?spref=tw

Sobre el otro tema hay algo que quería decir, vuelvo con vosotros más adelante
Un saludo

Alberto Sanagustín dijo...

El artículo es muy interesante, pero no entiendo la discusión acerca del libre albedrío. El planteamiento de la discusión me parece un pensamiento polarizado todo-nada.

Cuando veo aplicar la idea de libre albedrío o libertad, lo primero que me viene a la cabeza es: ¿Respecto a qué? ¿Comparado con qué?

Es como si discutimos si existe o no existe la perfección, la belleza o la fuerza física.

Pitiklinov dijo...

Te hacía la pregunta sobre dejar de fumar o adelgazar, Antonio, por lo siguiente.

En esta entrada:
http://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2015/08/justicia-y-neurociencia.html
contaba superficialmente el caso del psicópata Robert Harris pero me vale cualquier otro similar. Cuando he hablado con alguno amigo que cree en el libre albedrío y la responsabilidad moral sobre este caso y le pregunto si es justo castigar a este hombre (en base a que tiene libre albedrío no en base a un enfoque consecuencialista, por seguridad) me decía que sí, que los genes, el ambiente, educación, etc., condicionan, pero que no determinan y que incluso a Harris le quedaba un rayo de luz y una posibilidad de haber hecho otra cosa, de haber tenido otra conducta más moral. Sospecho que tú puedes pensar algo parecido porque crees en el libre albedrío pero igual me equivoco. Es decir, le mandamos a la cárcel y nos quedamos tan tranquilos: hasta él podía haber hecho otra cosa, su brújula moral estaba intacta y seguía apuntando al norte del bien moral tan bien como las nuestras.

Si reconoces como has hecho más arriba que puede haber grados, o como también hace Enric cuando hablábamos de que las personas somos diferentes, creo que tienes que tener problemas con este tipo de casos. Porque si piensas que hasta Harris puedo haber sido bueno creo que en la práctica no estamos reconociendo esas diferencias de las que hablábamos. Los que creen en el libre albedrío no admiten diferencias en el tema moral (en el físico sí, unos corren más que otros) pero en el campo moral somos todos iguales según ellos. Es lo que algunos llaman meseta de la responsabilidad moral. Una vez que llegamos a los 7 años nos entra el juicio, o la razón, y ya estamos todos instalados en esa meseta moral donde todos somos iguales y todos podemos cumplir las normas exactamente igual.

Creo que esto es un error grave. Pura magia. Robert Harris no llegó a esa meseta moral, se quedó por abajo, y ademas no se trata de una meseta sino de una cordillera con picos donde unos están más arriba y otros más abajo. Relee tu primer párrafo y aplícalo a Harris. Harris sería prácticamente un dios si pudiera sustraerse a los genes de psicópata que heredó de su madre y a los no muchos mejores que heredó de su madre, a ser violado, a crecer en un ambiente sin moral, etc. A pesar de todo, según el sistema judicial, Harris también había subido a esa meseta desde la que es posible hacer el bien.

Pero si es verdad que Harris pudo hacer el bien, entonces también es verdad que todo fumador puede dejar de fumar , todo obeso puede adelgazar, el que tiene miedo a hablar en público puede superarlo, todo depresivo puede salir de la cama e irse de fiesta y hasta Enric puede practicar 14 horas a la guitarra. Todo lo que necesitan es ese instrumento milagroso que es el libre albedrío que te hace superar toda influencia genética y ambiental. ¿Pero cuál es la diferencia entre unos y otros? Lo que Abigail dice en su artículo. Que Harris ha matado a gente y ha robado bancos y es un antisocial, y eso dispara nuestro instinto de castigar y nuestra necesidad de justificar ese castigo.

¿Por qué no reconocemos que en el campo moral también hay diferencias como en todos los demás? ¿Por qué no podemos aceptar que hay personas con un órgano moral averiado como existen personas con un riñón averiado y que pedirles la misma conducta que a una persona con el órgano moral sano es absurdo? Pues porque nuestro mundo se tambalearía…

Personalmente creo que Harris actuó siguiendo unas preferencias de las que él no era responsable. Exactamente igual que todos nosotros.

idea21 dijo...

La mayoría de la gente cree que renunciar al "libre albedrío" (a esa concepción cultural, digamos) sería exponernos a la impunidad de las mayores arbitrariedades. Es posible que se equivoquen, y que una sociedad que elabore una respuesta coherente a la antisocialidad (prescindiendo totalmente de la idea de "autorresponsabilidad" y sus correspondientes penas y castigos para los malvados) sea más eficaz en promover una sociedad basada en la confianza mutua, el altruismo y la racionalidad.

Esto sería así porque todos seríamos entonces más conscientes de las causas y efectos de los hechos sociales. De ese modo, cuando un niño comience a mostrar conductas antisociales, en vez de conformarnos con darle un tortazo para "corregirlo", encogernos de hombros porque "solo es travieso" o suponer que "ya madurará", podremos tomar medidas menos despreocupadas y más inteligentes.

En realidad, eso ya está pasando, y son las sociedades donde se aplican castigos penales más leves los mismos que sufren menos delitos. La idea del castigo va obviamente unida a la de autorresponsabilidad. El instinto de castigar por supuesto que existe... como existen muchos otros instintos que heredamos de nuestro pasado del Paleolítico. Pero ese tipo de instintos son los que tenemos que controlar para dar lugar a una sociedad más prosocial.

Dr. Alberto Sanagustín dijo...

Si queremos hablar de libre albedrío y que sea algo significativo, hace falta establecer una definición operativa y que se puedan establecer comparaciones mínimamente medibles. El resto es perder el tiempo. Puede ser muy interesante, pero nada práctico.

idea21 dijo...

"Si queremos hablar de libre albedrío y que sea algo significativo, hace falta establecer una definición operativa y que se puedan establecer comparaciones mínimamente medibles.El resto es perder el tiempo. Puede ser muy interesante, pero nada práctico."

Esto es rehuir una cuestión recurriendo a una falacia,
lo que no resulta nada práctico. ¿Qué es "mínimamente medible"?

"Libre albedrío" es un concepto que nace en la doctrina religiosa sobre la responsabilidad moral, y por eso su origen es totalmente práctico: determina cuáles han de ser los correctivos para la conducta antisocial. Por eso la diferencia entre el agente que es "malvado" y el que es "irresponsable". Precisamente se considera uno de los fundamentos del "instinto moral" (el biólogo evolutivo Hauser ha escrito un libro desarrollando la idea de que existe unos "principios morales universales", igual que existe una "gramática universal" http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2016/01/la-mente-moral-2006-marc-hauser.html ) el captar la "intencionalidad" de los actos. Esta intencionalidad implicaría que el control de los actos depende de la acción propia de una "mente". Esta idea de "mente", como entidad subjetiva, es la misma que da lugar después a la idea supersticiosa de separación cuerpo/espíritu. Por lo tanto, el "libre albedrío" supone, al final, una superstición semejante, no un fenómeno biológico real.

De la misma forma que la idea de que los dioses, almas y espíritus son supersticiones solo se ha podido abrir paso gracias a una elaboración cultural de la racionalidad, el que suceda lo mismo con la idea de "libre albedrío" podrá abrirnos muchas puertas a la hora de desarrollar innovaciones culturales por el bien común.

Ya se han dado muchos pasos en este sentido. El paso final será erradicar el concepto de venganza contra los malvados y poner en marcha iniciativas sociales a gran escala para corregir la antisocialidad partiendo de sus causas reales, y no de conceptos supersticiosos. Eso sí que sería práctico.

danielfuengirola dijo...

Un debate intenso intenso.
Cuando no pago impuestos.
¿Mi eleccion es libre, Pagar o no pagar?
Si mi circuito moral es el que es (ejem Robert Harris) y yo no elijo libremente. Cuando no pago impuestos defraudando es por avería o que he nacido corto en moral y por tanto no cabe otra elección que defraudar impuestos es mas no hay nada elección genetica+ambiente+circustanias todo decidido.
Hacienda no me multara , es lo que hay ;)
Ahora, mi capacidad de pensar analiza que es perjudicial para mi no pagar impuestos me doy cuenta que. Existe una probabilidad en % de que me pillen, siendo esto nefasto para mi persona.
No han cambiado las circunstancias son las mismas todo el rato. ( es obligatorio por ley en la sociedad donde vivo y esta penado y perseguido).
Soy consiente de ello es lesivo para mis intereses pagar, no me gusta, no tengo moral. Peor no pagar ante la justicia luchar o atacar a un inspector al juez finalmente sera desastroso.
Seria 100% elegir pagar ( como un robot diseñado para elegir lo menos malo).

Como existe un % de probabilidad elijo función de como vea el asunto. Proyecto a futuro consecuencias de ambas desiciones.
El % probabilidad y proyectar a futuro ( ambos consecuencia de la consciencia)
Es lo que veo a favor de creer en el libre albedrío.

Determinoo si.Un acontecimiento físico ocurre determinado por echos Anoche alguen que el challenger exploto porque tenia que pasar (la vida, la muerte) pues no, por causas físicas de junta de caucho por el frío y los ingenieros lo habían detectado ,ese día hacia mas ... y paso lo que la física dice.

danielfuengirola dijo...

Un debate intenso intenso.
Cuando no pago impuestos.
¿Mi eleccion es libre, Pagar o no pagar?
Si mi circuito moral es el que es (ejem Robert Harris) y yo no elijo libremente. Cuando no pago impuestos defraudando es por avería o que he nacido corto en moral y por tanto no cabe otra elección que defraudar impuestos es mas no hay nada elección genetica+ambiente+circustanias todo decidido.
Hacienda no me multara , es lo que hay ;)
Ahora, mi capacidad de pensar analiza que es perjudicial para mi no pagar impuestos me doy cuenta que. Existe una probabilidad en % de que me pillen, siendo esto nefasto para mi persona.
No han cambiado las circunstancias son las mismas todo el rato. ( es obligatorio por ley en la sociedad donde vivo y esta penado y perseguido).
Soy consiente de ello es lesivo para mis intereses pagar, no me gusta, no tengo moral. Peor no pagar ante la justicia luchar o atacar a un inspector al juez finalmente sera desastroso.
Seria 100% elegir pagar ( como un robot diseñado para elegir lo menos malo).

Como existe un % de probabilidad elijo función de como vea el asunto. Proyecto a futuro consecuencias de ambas desiciones.
El % probabilidad y proyectar a futuro ( ambos consecuencia de la consciencia)
Es lo que veo a favor de creer en el libre albedrío.

Determinoo si.Un acontecimiento físico ocurre determinado por echos Anoche alguen que el challenger exploto porque tenia que pasar (la vida, la muerte) pues no, por causas físicas de junta de caucho por el frío y los ingenieros lo habían detectado ,ese día hacia mas ... y paso lo que la física dice.

Anónimo dijo...

Esas penas, hacia ambas partes, las victimas y los supuestos victimarios(Que para mi también son victimas) tienen que ver con un don natural tuyo, tenes el don natural de percibir una verdad que la ciencia aun desconoce...A mi me pasaba lo mismo, sentía pena por ambas partes, y no encontraba explicación, hasta que un día la verdad llego a mi, entonces entendí ... Todos estamos expuestos, nadie esta exento, un día despertás y te das cuenta que algo distinto y ajeno a vos te esta doblegando...Gracias a DIOS lo supere...ni yo lo puedo creer...pero me paso .... fue así... ahora analizo la manera de hacer llegar este conocimiento o como se llame a la sociedad...estoy analizando la mejor manera...Ojala lo logre...ojala lo pueda hacer...

anónimo dijo...

Es muy interesante lo que planteas y lo entiendo teóricamente pero tengo dudas acerca de cómo se puede poner en práctica. ¿Habría que psiquiatrizar a toda la sociedad, la justicia, la política o cualquier conflicto humano? La justicia, aunque imperfecta, se basa en pruebas que desde la neurociencia no se pueden aportar. Pero, sobre todo, es que estamos partiendo de conceptos muy culturales, como son el libre albedrío o la responsabilidad que no son universales.