Yo trabajo en un Centro de Salud Mental y, a ojo de buen cubero, el 80% de los pacientes nuevos que veo cada día son situaciones de estrés laboral: conflictos, problemas, o acoso, en el puesto de trabajo. Como ejemplo, el paciente de hoy: varón, 42 años de vida laboral, puesto de responsabilidad , desconocido para su médico de atención primaria. Hace 2 años, la empresa en la que trabaja es absorbida por otra compañía y él no entra en los planes del nuevo equipo directivo. Se inicia una labor de acoso y derribo que culmina cuando su jefe le llama un día y le veja, insulta y descalifica. El hombre va a trabajar al día siguiente, con vómitos, con angustia, humillado, sus 15 horas como casi todos los días. Al día siguiente vuelve a trabajar sus 15 horas y al siguiente no puede levantarse.
Traigo este tema a este espacio como desahogo, como denuncia, porque no veo a mi alrededor que se hable de ello, ni se planteen medidas para cambiar una sociedad que está sacrificando todo: el ocio, las relaciones familiares y personales, la dignidad y la salud de las personas en el altar del Dios Trabajo. El mundo laboral es una selva, vivimos para trabajar y las condiciones de trabajo están cada vez más reñidas con la salud mental de los trabajadores. Hace años se hablaba de la sociedad del ocio, de que gracias a las máquinas íbamos a tener el problema de no saber qué hacer con el tiempo, pero lo que yo veo en pacientes y amigos es que cada vez la gente tiene que trabajar más horas por menos dinero.
Estudios en cazadores recolectores nos indican que en estas sociedades la gente trabaja unas 20 horas a la semana recolectando las frutas y vegetales que necesitan para vivir. Como dice Geoffrey Miller en su libro Must Have, imaginemos que viajamos 30.000 años en el tiempo y les explicamos a unos hombres de Cromagon del sur de Francia lo maravillosa que es nuestra sociedad consumista, cómo trabajamos, cómo nos divertimos y cómo vivimos; y preguntaos si creéis que al ver nuestro estilo de vida saldrían disparados a inventar la agricultura, la ganadería, el dinero, las clases sociales y el consumo desaforado. ¿O creéis más bien que dirían que estamos locos y seguirían recolectando sus frutas y nueces, cazando conejos y pintando sus cuevas?
Estamos fracasando en crear un mundo mejor. ¿Para qué queremos toda la tecnología y la ciencia del siglo XXI? ¿Para poner cohetes en Júpiter o para crear unas condiciones de vida que favorezcan el florecimiento de las personas? ¿Para que una persona trabaje de 9 de la mañana a las 9 de la noche con una hora de descanso para comer, cobrando 990 €?
Lo que voy aprendiendo sobre evolución me dice que la solución es muy difícil porque el valor de las cosas no es absoluto y se obtiene por comparación. Mi felicidad depende en gran medida de lo que tengan los demás y no sólo de lo que yo tenga. Imaginaos que, ahora que no hay trabajo para todos, lo repartiéramos y redujéramos la jornada laboral a 4 horas en lugar de 8. Siempre habría alguien que preferiría trabajar 5 o 6 horas y tener un smartphone mejor, un coche mejor, o una casa mejor. E, inmediatamente, los demás le seguirían y al final estaríamos todos trabajando otra vez 15 horas (a no ser que estuviera perseguido y penalizado trabajar más :)).
Así que no sé cuál es la solución. Yo sólo digo que trato a diario personas que no son enfermas, sino personas que se ven obligadas a vivir situaciones enfermas, personas que tienen que elegir entre su trabajo o su salud. Tal vez es hora de parar y pensar lo que estamos haciendo y a dónde vamos.
Coda: Esto que voy a decir no es políticamente correcto, pero el jefe que maltrató a esta persona era una mujer. Cuando yo era joven oía muchas veces decir que si las mujeres mandaran el mundo sería mejor. Sin embargo, cada vez hay más mujeres mandando pero no veo claro el cambio que iban a aportar. Las mujeres en la política y en las empresas se han apuntado a los valores dominantes, dejándose los suyos por el camino, y no son más que la voz de su amo. Creo que no se trata de cambiar el sexo ( o el género) de los que mandan, sino los valores de todos.
@pitiklinov
Referencia
Geoffrey Miller. Must Have. The hidden instincts behind everything we buy. Vintage Books London 2010.
1 comentario:
Me gustó mucho la expresión "situaciones enfermas" en contraposición a persona enferma. Imagino que una persona que cae en un charco de barro, una vez enlodado por todas partes, desde lejos también debe parecer barro. Da que pensar, muchas gracias.
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