(Publicado originalmente en la Nueva Ilustración Evolucionista el 06-03-2014)
Es conocido que el nivel de hormonas al que se expone un feto en el útero influye en la longitud de los dedos de la mano. Cuando el ambiente uterino es alto en testosterona, el cuarto dedo, el dedo anular, es más largo que el segundo dedo, el índice. Por contra, si el ambiente placentario es bajo en testosterona el segundo dedo es más largo que el cuarto. El llamado cociente 2D:4D es un rasgo sexual dimórfico, las mujeres tienen (estadísticamente, porque hay un solapamiento entre ambos sexos) un cociente alto (dedo índice más largo), mientras que los hombres tienen un cociente más bajo (el dedo anular más largo). Mujeres que han estado expuestas a altos niveles de andrógenos durante el embarazo, como ocurre en la hiperplasia adrenal congénita o en el ovario poliquístico, tienen con más frecuencia una mano “masculina” (cociente 2D:4D bajo). Lo mismo ocurre en el caso de las mujeres que han sido gemelas con un varón y en el caso del autismo.
Es conocido que el nivel de hormonas al que se expone un feto en el útero influye en la longitud de los dedos de la mano. Cuando el ambiente uterino es alto en testosterona, el cuarto dedo, el dedo anular, es más largo que el segundo dedo, el índice. Por contra, si el ambiente placentario es bajo en testosterona el segundo dedo es más largo que el cuarto. El llamado cociente 2D:4D es un rasgo sexual dimórfico, las mujeres tienen (estadísticamente, porque hay un solapamiento entre ambos sexos) un cociente alto (dedo índice más largo), mientras que los hombres tienen un cociente más bajo (el dedo anular más largo). Mujeres que han estado expuestas a altos niveles de andrógenos durante el embarazo, como ocurre en la hiperplasia adrenal congénita o en el ovario poliquístico, tienen con más frecuencia una mano “masculina” (cociente 2D:4D bajo). Lo mismo ocurre en el caso de las mujeres que han sido gemelas con un varón y en el caso del autismo.
La explicación para este hecho es compleja y se ha propuesto que tiene que ver con la sensibilidad a los andrógenos de los genes homeobox (HOX), responsables del desarrollo de los metámeros corporales. Los genes posterior HOXa y HOXd organizan el desarrollo de los dedos y también de las gónadas y del pene; de ahí que esas leyendas urbanas que hablan de una relación entre el tamaño de las manos, o los pies, con el tamaño del pene tengan un cierto sentido científico (Sean B Carroll comenta que hay una relación entre el tamaño del pie y el del pene, pero que es muy pequeña). El cuarto dedo, el anular, parece ser especialmente sensible al nivel de testosterona porque tiene un mayoría número de receptores para la misma. También se ha visto que el cociente 2D:4D es heredable en un grado moderado-alto. De todos modos, no se comprenden todos los mecanismos fisiológicos subyacentes. Conviene recordar que los andrógenos del ambiente fetal pueden ser producidos por las gónadas y glándulas suprarrenales tanto de la madre como del feto y no se conocen todos los detalles implicados (por ejemplo, el cociente 2D:4D podría tener también que ver con diferentes sensibilidades de los receptores de testosterona a la misma).
Este cociente 2D:4D se ha relacionado con muchas cosas, una de ellas la orientación sexual. Uno de los últimos estudios sobre este asunto (un metaanálisis de 2010 ) concluye que no hay diferencias en este cociente entre varones heterosexuales y gays pero que las mujeres lesbianas sí tienen una mano más masculina que las heterosexuales. Un cociente bajo (mano masculina) se ha relacionado en ambos sexos con una mayor competición intrasexual, con niveles más altos de agresión, con conductas de búsqueda de parejas, y , en los machos, con una mayor dominancia, fortaleza física, búsqueda de estatus y conductas de atracción de parejas. Un cociente alto (mano femenina) se ha relacionado con conductas prosociales y mayor sensibilidad a los niños. Hay que señalar que las correlaciones son habitualmente débiles y no se replican en todos los estudios. Se admite que los niveles de testosterona influyen en la maduración cerebral, unos niveles bajos de testosterona prenatal en líquido amniótico se asocian a mayor socialidad, mayor frecuencia de contacto visual, puntuaciones más altas en la calidad de la relación madre-hijo. En humanos, un cociente bajo (masculino) se asocia con alta competición intrasexual, promiscuidad, agresión y dominancia.
Lo que es menos conocido es que existe una relación entre el cociente 2D:4D y la selección sexual. Se ha demostrado que dentro del mismo grupo étnico hay una correlación entre los cocientes de hombres y mujeres, pero no entre grupos étnicos distintos. Y se ha comprobado una relación entre el sistema social, es decir el tipo de matrimonios, y el cociente 2D:4D. Las poblaciones en las que hay poligamia (poliginia) tienen un cociente 2D:4D más bajo (más masculino) que las poblaciones en las que predomina la monogamia. La explicación sería que en sociedades donde hay que competir por parejas y recursos, esta competición seleccionaría para un ambiente uterino con niveles elevados de testosterona, para preparar al individuo para el futuro que le espera (incluídas hembras, ya que la competición en las jerarquías sociales femeninas también requiere testosterona).
Emma Nelson, de la Universidad de Liverpool, ha dedicado una buena parte de su carrera a estudiar este tema del cociente 2D:4D y su relación con la selección sexual, con la monogamia y la poligamia, entre otras cosas porque este enfoque puede arrojar alguna luz sobre el vínculo de pareja humano y su origen. En uno de sus trabajos compara el cociente 2D:4D en 37 especies de antropoides y los relaciona con su sistema de emparejamiento. El resultado es que las especies monógamas tienen un cociente alto (femenino) y las especies promiscuas tienen un cociente bajo (masculino). Como curiosidad, señalar que los chimpancés tienen una mano más masculina que los bonobos, lo que tal vez tenga que ver con que la sociedad chimpancé es más competitiva y la bonoba más tolerante. Los gibones (monógamos) tienen un cociente alto (mano femenina). Los machos tenían las manos más masculinas que las hembras en sociedades promiscuas, pero no en especies monógamas. También había asociación entre sociedades donde había competición entre hembras y manos más masculinas (anular más largo) en ambos sexos. En conjunto, el trabajo demuestra que una temprana exposición a andrógenos se asocia con competición sexual en la etapa adulta. Y un dato muy importante es que el cociente 2D:4D humano se encuentra a mitad de camino entre el de las especies antropoides monógamas (gibones) y las promiscuas (grandes simios). Este resultado coincide con el tamaño de los testículos de los humanos que se relaciona con la competición espermática, que es también intermedio entre especies promiscuas como el chimpancé y otras en las que no hay competición espermática (gorila).
Emma Nelson |
Pero en otro trabajo todavía más interesante Emma Nelson estudia las manos (las falanges) fósiles de un humano temprano, un Ardipiteco, 5 Neandertales , un Australopiteco, un Hispanopiteco y un Pierolapiteco. El resultado es que todas las especies vivieron en sociedades promiscuas, siendo el Australopiteco el único que muestra un cociente compatible con un sistema monogámico. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una muestra muy pequeña y que las conclusiones a partir de estos datos son muy débiles. Sin embargo, a falta de algo mejor las conclusiones provisionales serían que tanto neandertales como humanos tempranos vivieron en sociedades poligínicas o promiscuas, donde había alta competición sexual, y que la pareja de tipo monogámico en la especie humana es de aparición relativamente moderna, ocurriendo relativamente tarde en nuestro linaje.
@pitiklinov
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