miércoles, 18 de octubre de 2017

La creciente hipersensibilidad al daño

Nick Haslam publicó el año pasado un interesante artículo donde propone que conceptos psicológicos que se refieren a aspectos negativos de la experiencia humana han sufrido una expansión en su significado, un deslizamiento de concepto (concept creep), de manera que actualmente abarcan un mayor rango de fenómenos que antes. Esta expansión tiene dos formas: una expansión vertical y una expansión horizontal. En la expansión vertical el significado del concepto se hace menos riguroso, menos exigente, extendiéndose a variantes más leves que no entraban en la definición original. Por ejemplo, el concepto de trastorno mental ha sufrido una expansión vertical de manera que los criterios diagnósticos engloban fenómenos clínicos menos graves e incapacitantes. La expansión horizontal ocurre cuando el concepto se extiende a una nueva clase de fenómenos -cualitativamente diferente- o se aplica en un nuevo contexto. Por ejemplo, el concepto de refugiado se ha expandido para incluir a gente desplazada por catástrofes ambientales cuando antes se refería solo a personas desplazadas por conflictos.

Haslam analiza en su largo artículo seis conceptos: abuso, acoso (bullying), trauma, trastorno mental, adicción y prejuicio. Luego analiza los aspectos positivos y negativos de esta expansión de los conceptos psicológicos para tratar al final las posibles causas de este fenómeno. Cualquier explicación de esta expansión debe dar cuenta del hecho de que los cambios se dan en conceptos negativos y de que los cambios conceptuales implican expansión y no contracción. Para abreviar, yo voy a analizar sólo, a modo de ejemplo, el caso del trauma y pasaré después a la discusión y valoración de este hecho.

En un principio el concepto de trauma hacía referencia a heridas físicas (procede de la palabra griega para herida). Su causa era un suceso externo y sus efectos eran orgánicos aunque se podían manifestar con síntomas psicológicos. Este significado era el que estaba operativo en el DSM-I (1952) donde se habla de trastornos cerebrales asociados a traumas por lo que se refiere, resumiendo, a un agente físico que causa patología orgánica cerebral. En el DSM-III (1980) se produce un viraje y aparece el Trastorno por Estrés Post-traumático (TEPT) como trastorno mental. Según el manual diagnóstico, el TEPT es un conjunto de síntomas ligados a un acontecimiento traumático pero, a diferencia del DSM-I, estos síntomas  no se entienden como debidos a una herida orgánica en el cerebro sino a una herida psicológica en la mente. Esto sería una expansión horizontal.

Lo que se considera trauma, o acontecimiento traumático, ha ido cambiando con el tiempo. En el DSM-III se habla en uno de los criterios de un suceso que “originaría síntomas y malestar en casi todo el mundo” y se refiere a experiencias “fuera del rango de la experiencia humana habitual” que pueden causar heridas graves o muerte. Se refiere a violaciones, combates militares, desastres naturales, torturas, accidentes graves de tráfico…Por lo tanto, no entrarían en esta definición cosas como enfermedades crónicas, el duelo, pérdidas en los negocios o un conflicto de pareja. El DSM-III-R amplía esta definición para incluir traumas que sufren familiares o amigos, es decir, la exposición indirecta al trauma. El DSM-IV continúa incluyendo las exposiciones indirectas (p. ej. diagnóstico de enfermedad en un hijo…) y aumenta el énfasis en la subjetividad al introducir un nuevo criterio referido al estrés sufrido en respuesta a la exposición al agente traumático. Esta tendencia sería una expansión vertical.

En años recientes, expertos en trauma han propuesto incluir el parto, el acoso sexual, la infidelidad, el ser abandonado por el esposo o esposa o un cambio/pérdida del hogar. Estas extensiones se justifican porque estos sucesos dan lugar a síntomas de TEPT. Y para ver a dónde está llegando la cosa aquí tenemos una definición reciente de trauma, la de la U.S. Goverment´s Substance Abuse and Mental Health Services Administration:

“El trauma individual resulta de un evento, conjunto de eventos, o conjunto de circunstancias, que es experimentado por el individuo como emocionalmente perjudicial o amenazante y que tiene efectos duraderos adversos en el funcionamiento del individuo y en el bienestar físico, social, emocional o espiritual”

Es decir, el evento traumático ya no necesita ser un amenaza a la vida, ni estar fuera del rango de la experiencia humana normal, no tiene por qué crear malestar en casi cualquier persona. Sólo es necesario que la persona lo viva como perjudicial. Bajo esta definición el concepto se ha hecho mucho más amplio y mucho más subjetivo.

Vamos a dar por demostrado que en los otros cinco conceptos que analiza Haslam ocurre lo mismo que en el caso del trauma que hemos visto con un poco más de detalle. Por otra parte, la hipersensibilidad al daño es un fenómeno que no sólo ocurre con conceptos psicológicos sino que afecta a la vida cotidiana. En los años 50 en EEUU los niños podían jugar en la calle, ir en bicicleta a casa de un amigo y andar por ahí con tal de que llegaran a casa para la hora de cenar. Hoy en día los padres que permitan estas conductas en sus hijos pueden ser arrestados. Y en nuestro medio las cosas han cambiado también radicalmente. Resumiendo, se ha producido una sensibilidad aumentada a experiencias y conductas negativas, también se tienen más en cuenta daños por omisión, ya no por acción, y se ha ido aceptando cada vez más los criterios subjetivos para decidir si hay que aplicar un concepto. Como hemos visto con el trauma, si yo me siento traumatizado, he sufrido un trauma, aunque ese hecho objetivamente no sea de una intensidad como para producir trauma en otras personas.

Bien, hasta aquí la descripción de los hechos. Pero ahora viene la pregunta del millón: ¿Por qué está ocurriendo esto? Y aquí creo que el artículo de Haslam cojea bastante y no nos ofrece una respuesta satisfactoria, respuesta que tampoco es fácil encontrar en otra parte. Haslam propone dos hipótesis. La primera sería una explicación “darwinista” en el sentido de que unos conceptos psicológicos triunfan y se expanden más que otros, de la misma manera que unas especies tienen más éxito que otras. La segunda hipótesis se acerca más, a mi modo de ver, a la realidad del fenómeno. En ella Haslam abandona la psicología (los conceptos que él ha analizado son conceptos psicológicos) para salir al campo de las tendencias culturales en general y al campo de la moral. El fenómeno probablemente es más moral que psicológico. Haslam se apoya en las tendencias históricas que ha señalado Pinker donde se aprecia una disminución de la violencia en todos los aspectos de la vida. Pinker señala una mayor sensibilidad a nuevas formas de daño y una creciente repugnancia a la violencia.

La hipersensibilidad al daño se puede ver como una expansión del “círculo moral” (Peter Singer) y del pilar del daño según la teoría de los pilares morales fundamentales de Jonathan Haidt: se identifican más tipos de experiencias como perjudiciales y a más tipos de personas como perjudicadas, como víctimas que necesitan cuidado y protección. Las implicaciones pueden ser tanto positivas como negativas. Por un lado lo podemos ver como un “progreso moral”: nos ayuda a identificar formas de abuso o discriminación, que previamente eran toleradas, como inaceptables y podemos dar ayuda profesional a personas que tienen un sufrimiento que estaba siendo ignorado. 

Pero por otro lado, podemos aumentar el número de personas que se encasillan como víctimas y que pierden así su capacidad de ser agentes morales para ser sólo pacientes morales (teoría del encasillamiento de Gray y Wegner que propone que hay una relación inversa entre ser paciente moral y ser agente moral). Es decir, se define a las víctimas por su sufrimiento, vulnerabilidad e inocencia pero se disminuye su capacidad para salir de su situación por sus propios medios. La otra cara de la moneda es que se aumenta también el encasillamiento de los villanos morales, los abusadores, bullies o traumatizadores como únicos agentes morales.

Identificar la intimidación en el trabajo como acoso y combatirlo es un paso adelante para crear ambientes de trabajo más sanos y humanos, sin duda. Pero la extensión de la moral basada en el daño tiene también una cara oscura. Por un lado, la gente que sufre traumas, abusos sexuales o enfermedades graves puede pensar que se trivializa su sufrimiento cuando el concepto se diluye para abarcar acciones muy leves. Por otro lado, como decíamos, extender conceptos como enfermedad mental, adicción o trauma a experiencias más normales de la vida puede psiquiatrizar o psicologizar problemas de la vida y hacer que la gente los vea de forma más pesimista y se crea incapaz de superarlos por sí misma. También se corre el riesgo de ver a la psicología/psiquiatría como interesada en ampliar su campo de acción, en inflar los trastornos mentales en su propio beneficio y dar lugar a un sobrediagnóstico y sobretratamiento.

Por último, la dilución de los conceptos a formas cada vez más leves (agresión > microagresión > ¿nanoagresión?) y el énfasis en lo subjetivo nos puede llevar a una espiral o círculo vicioso moral que puede conducir a acusaciones injustificadas, a denuncias y pleitos legales y a un ambiente de cada vez mayor temor e inseguridad moral que afecte negativamente al ambiente en el que se desarrollan nuestras interacciones sociales. Desde luego que es un fenómeno digno de estudio.

@pitiklinov

Referencias:











4 comentarios:

David Maldonado dijo...

1. Hay una diferencia entre que un concepto se amplie e incluya aspectos que no se tomaron en cuenta antes pero que si representan él significado de dicho concepto y que ese concepto de vuelva menos riguroso o que incluya fenomenos cualitativamente diferentes.

2. Que un término se expanda adecuadamente o no y que una persona o la poblacion en general sea hipersensible al daño son dos temas completamente diferentes.

3. Sobre el trauma. Lo importante no es solo que la persona lo viva como perjudicial, sino el que tenga EFECTOS DURADEROS ADVERSOS en el funcionamiento del individuo y en el bienestar fisico, social, emocional o espiritual. Lo cual, por supuesto que puede amenazar la vida.

4. De nuevo, no es lo mismo ser mas sensibles al daño, que ser hipersensibles. El primero busca formas de convivencia cada vez menos violentas en el que se evitan los daños (que pueden evitarse) y las injusticias; y el segundo, es una reaccion exagerada y desproporcionada al daño.

5. Esa tendencia moral no esta exenta de errores, que clasifican fenomenos como conceptos que no lo son, aunque cada uno ha de ser revisado de manera individual y no poner todo en el mismo saco.

idea21 dijo...

"la dilución de los conceptos a formas cada vez más leves (agresión > microagresión > ¿nanoagresión?) y el énfasis en lo subjetivo nos puede llevar a una espiral o círculo vicioso moral que puede conducir a acusaciones injustificadas, a denuncias y pleitos legales y a un ambiente de cada vez mayor temor e inseguridad moral que afecte negativamente al ambiente en el que se desarrollan nuestras interacciones sociales"

Podría ser también que a medida que la sociedad va poniendo coto a las agresiones "convencionales" los agresores van buscando nuevas estrategias para seguir haciendo daño a sus víctimas, de modo que la sociedad debe hacerles frente denunciándolas.

El pretender minimizar las nuevas estrategias de agresión sin duda resulta muy beneficioso para los agresores...

Efrain Flores Bonifacio dijo...

acertadísimo comentario

Daniel dijo...

En este libro: "Culture of Fear Revisited", el sociólogo Fran Furedi aporta algunos datos culturales interesantes sobre el tema. https://www.amazon.co.uk/Culture-Fear-Revisited-Frank-Furedi/dp/0826493955 Muy buen comentario