“La Psicología se basará seguramente sobre los cimientos de la necesaria adquisición gradual de cada una de las facultades y aptitudes mentales”
-Charles Darwin en el Origen de las Especies
Si hubiera que resumir la evolución en un mensaje o en una idea yo votaría por decir que la evolución significa fundamentalmente que las cosas tienen una historia, que han llegado a ser, que no aparecieron de golpe. Frente a un mundo estático, donde todo estaba puesto ahí de golpe por la mano de Dios, aparece un mundo donde todo cambia y evoluciona y las cosas se transforman unas en otras y algo nuevo llega a ser.
A duras penas, pero la evolución del “cuello para abajo” se va a aceptando (a excepción de los creacionistas) y la mayoría de la gente acepta que la mano tiene una historia, o que el ojo tiene una historia. Con la evolución del “cuello para arriba” la situación es más problemática y aquí los creacionistas no son los únicos en discutirla, sino que están muy acompañados y, curiosamente, les acompaña mucha gente situada a la izquierda del espectro político.
Aceptar que la evolución también ocurre del cuello para arriba supone aceptar, como decía Darwin, que nuestras facultades mentales tienen una historia y se han ido desarrollando de manera gradual. El miedo, tiene una historia, el amor tiene una historia, los celos tienen una historia y el juego tiene una historia. Nada de eso aparece de golpe en nuestra especie sino que tiene precursores en otras especies.
Con este enfoque nos podemos preguntar también si los trastornos mentales pueden tener una historia y quería hablar en esta entrada del caso concreto de la depresión. Hay varias teorías acerca del origen de la depresión desde el punto de vista evolucionista pero voy a hablar sólo de una de ellas y no lo voy a hacer a nivel teórico sino a nivel práctico con dos ejemplos que pone De Waal en su libro El Mono que llevamos dentro. La teoría subyacente es la llamada hipótesis de la competición social de Price de la que se ha ocupado Paco Traver en su blog donde la podéis leer con detenimiento.
Resumiendo mucho, la idea central sería que el precursor de la depresión en otras especies, la base biológica que luego dará lugar a la depresión como la conocemos, es la derrota. La derrota da lugar a una serie de cambios fisiológicos y emocionales muy similares a los de la depresión. Yo os pongo los dos ejemplos que da De Waal en su libro y vosotros decidís si os convence la idea o no:
“La primera vez que Luit usurpó el poder, con lo que puso fin al antiguo régimen de Yeroen, me dejó perplejo la reacción del líder depuesto. De porte habitualmente digno, Yeroen se volvió irreconocible. En medio de una confrontación, se dejaba caer de un árbol como una manzana podrida, se retorcía en el suelo gritando lastimosamente y esperaba que el resto del grupo fuera a apoyarlo. Su manera de actuar se parecía a la de una cría obligada a despegarse de los pezones de su madre. Y como una cría que durante una rabieta mira de reojo a ver si mamá se ablanda, Yeroen siempre estaba pendiente de quién se le aproximaba. Si el grupo en torno suyo era lo bastante numeroso y poderoso, sobre todo si incluía un macho alfa, enseguida ganaba coraje. Con el respaldo de sus compinches, reanudaba la confrontación con su rival. Estaba claro que las rabietas de Yeroen eran otro ejemplo de manipulación. Lo que más me fascinaba, sin embargo, era el paralelismo con el apego infantil. Echar a un macho de su pedestal suscita la misma reacción que despojar a un bebé de su manto de seguridad.
Cuando finalmente Yeroen perdió su posición de privilegio, a menudo se sentaba tras una pelea con la mirada perdida y una expresión vacía en el rostro. Era indiferente a la actividad social en torno suyo y rehusaba la comida durante semanas. Pensábamos que había enfermado, pero el veterinario no encontró nada anormal. Yerren parecía una sombra de la impresionante figura que había sido. Nunca he olvidado esta imagen de un Yeroen derrotado y abatido. Cuando perdió su poder las luces en su interior se apagaron.
Sólo he visto otra transformación tan drástica, en este caso en mi propia especie. Un catedrático universitario colega mío en la misma facultad, de extraordinario prestigio y ego, no se había percatado de una conspiración incipiente. Algunos miembros de la facultad más jóvenes estaban en desacuerdo con él acerca de un asunto políticamente delicado, y consiguieron que se votara en su contra. Hasta entonces, no creo que nadie hubiera tenido las agallas de enfrentarse cara a cara con él. El apoyo a la propuesta alternativa lo habían cocido a sus espaldas algunos de su propios protegidos. Después del voto fatal, que debió caerle como una bomba a juzgar por su expresión de incredulidad, la cara del catedrático palideció por completo. Parecía haber envejecido diez años de golpe, y tenía la misma expresión vacía y fantasmal que Yeroen tras la pérdida de su rango. Para el catedrático, estaba en juego mucho más que un asunto concreto. Se estaba cuestionando quién mandaba en el departamento. En los meses siguientes, mientras avanzaba a grandes zancadas por los corredores, sus ademanes cambiaron por completo. En vez de decir “estoy a cargo de esto”, su lenguaje corporal decía: “dejadme solo”.
@pitiklinov
Referencia:
10 comentarios:
En las artes marciales de competición (MMA especialmente) ocurre constantemente. Luchadores invictos que destrozan a sus rivales hasta que un día pierden, y se demuestra que son mortales. Esto no solo cambia su carácter y la forma en la que se aproximan al siguiente reto (con mucho más miedo), sino la forma en la que otros se aproximan a ellos. Creo que ese último punto también es clave, cuando se rompe el aura de invencibilidad, se rompe de dentro a fuera y de fuera a dentro.
Voy a ver si consigo explicar las ideas que me vienen.
Lo primero es la comparación de los chimpancés con los humanos. Es inevitable porque son nuestros parientes más cercanos, y es lógico que les estudiemos para comprendernos mejor, pero sin olvidar que son otra especie, y tiene otra etología.
La imagen de la competencia entre machos que ilustra el texto, se ha utilizado siempre para extrapolarla al Homo Sapiens, y lo cierto es que los ejecutivos agresivos del siglo XX encajan bastante bien; pero quizá precisamente éstos sean un producto cultural y no un ejemplo de la etología del Homo Sapiens.
¿Encontramos en los grupos cazadores de Homo Sapiens la conducta del chimpancé? Yo, como simple aficionado a la lectura, no lo he encontrado. En los grupos de cazadores puros, parece que los líderes son escogidos por el resto del personal, de manera tácita. No usan la fuerza, si la usasen se arriesgarían a ser asesinados por el grupo. Hace falta una estructura más cercana al Estado para ejercer el poder efectivo sobre la mayoría. Los líderes de grupos cazadores suelen ser escogidos por su capacidad para encontrar soluciones buenas para el grupo. ¿Qué beneficio consigue este líder a nivel personal? Parece más un marrón que otra cosa.
El chimpancé dominante consigue las mejores tajadas de la comida, muchas hembras, y que sus genes pasen a otras generaciones en mayor cantidad. Su conducta tiene una ventaja directa. El líder de un grupo de cazadores humanos, creo que lo que consigue es que una diversidad genética, la de su clan, sea la que sobreviva.
Por ello, no veo competencia entre machos por el poder en la etología del Homo Sapiens. Sin competencia, no hay derrota ni depresión. Haría falta que un clan fuese casi exterminado y expulsado de sus tierras, eso sí podría causar depresión.
Si la depresión del ejecutivo agresivo moderno no es causada por su derrota ante otro “chimpancé” (puesto que no está en su etología), habrá que buscar la causa en otra parte.
Al igual que Antonio H, yo soy también un simple aficionado a la lectura, pero entre mis lecturas me encontré ésta
http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/03/investigaciones-en-antropologia.html
que aborda la misma cuestión que él menciona
"Los líderes de grupos cazadores suelen ser escogidos por su capacidad para encontrar soluciones buenas para el grupo. ¿Qué beneficio consigue este líder a nivel personal? Parece más un marrón que otra cosa."
Y las conclusiones me dejaron perplejo, pues tiene la pinta de contradecirse la idea de una sociedad primitiva armoniosa sin estructura política (que el jefe buscaría el "prestigio", pero no el "poder"...).
A mí me da la impresión de que sí hay competencia entre machos en el "Homo Sapiens", solo que se articula de forma diferente. Parece razonable que la depresión sea una forma de forzar al perdedor a aceptar la derrota, y eso no quiere decir que en las sociedades primitivas tengan que agredirse constantemente los aspirantes a jefes de la misma forma que lo hacen los chimpancés. Además, tenemos la cultura -algo de lo que los chimpancés carecen, por lo menos en lo referente a la organización social- y eso nos permite transformar esos mecanismos de comportamiento de formas muy diversas.
Esta explicación no me deja muy claro cual es la ventaja selectiva de deprimirse. Lo único que se me ocurre es verlo como una mecanismo de autoprotección para evitar futuros intentos de retomar el poder (siguiendo el ejemplo de simio) ante un rival que ha demostrado ser más fuerte y, por tanto, insistir en una actitud que podría costarle la vida; Así pues, aquellos primates que portaban genes que los empujaban a refugiaron en la depresión debieron dejar más prole que aquellos que tenían en sus genes la necesidad de seguir luchando por una causa perdida. Creo que con esta idea estaría atacando al optimismo.
Me intriga cuál es el mecanismo por el cual se da la comparación, es decir, esa evaluación constante de la posición de uno en la estructura jerárquica en función de un determinado criterio. El criterio puede variar según el registro simbólico cuturalmente apropiado para cada circunstancia: quien está más delgada, o fuerte, o prestigada, o cultivada, o admirada... Creo que naturaleza y cultura no están tan separados como se pretende (soy muy de EOW) y que la cultura hace que la competición sea mucho más diversa que la competición entre primates.
Estoy de acuerdo,
lo que comenta Antonio sobre el prestigio es verdad pero eso no invalida que hay competencia entre machos.
creo que lo dices muy bien, esa sería la ventaja de la depresión: no insistir por una vía que te puede llevar a la muerte genética, sobrevivir para luchar mañana, desviar tus esfuerzos e inversión de un mal camino y reconducirlos por otras vías
saludos
estoy de acuerdo contigo y con EOW que decía que los genes sujetan a la cultura con una correa. Las cosas en las que nos comparamos y competimos siguen siendo las mismas: estatus, recursos, pareja...cambia la forma pero no el fondo, ahora cotilleros en Twitter en vez de en la playa del pueblo o el patio de vecinas pero las necesidades humanas y su repertorio de conductas es bastante limitado...
Saludos
No salió un comentario que hice. Me preguntaba cómo la depresión podía tener un éxito evolutivo a pesar de que proteja de un esfuerzo inñutil dado que un sujeto deprimido difícil que esté en posición de conseguir reproducirse por esa misma pérdida de estatus y de energía, no hace una pareja atractiva. El deprimido se retira y socializa menos, cómo es que llega a dejar descendencia y mantener esos genes?
Es una buena pregunta, Daniel.
Mi respuesta iría en la línea de lo que le contestaba a Ricardo: sobrevivir hoy para luchar mañana. Se trata de no dirigir tus esfuerzos a un objetivo que va a fracasar, corregir tus objetivos. Si te empeñas ahora en luchar contra alguien más fuerte que tú vas a morir probablemente. O si te empeñas en invertir en un negocio que es un fracaso te arruinarás para toda la vida.
El mismo Yeroen retomó el poder en más de un ocasión realizando nuevas alianzas con otros machos jóvenes. La depresión es un proceso normalmente autolimitado en el tiempo del que las personas se recuperan. Y entonces invertirían sus esfuerzos en objetivos más exitosos.
Saludos
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