lunes, 11 de febrero de 2013

¿Por qué no se acepta la teoría de la Evolución?


en este día 12 de Febrero que se cumplen 204 años del nacimiento de Darwin quería comentar este artículo de Patrick Clarkin, porque a mi modo de ver pone el dedo en la llaga de una de las principales razones de que después de tantos años la teoría de la evolución siga generando ampollas. Ya hemos hablado aquí de algunas de las razones de este rechazo, como que la ciencia es contraintuitiva, o que la mente humana es esencialista, creemos que las cosas tienen una esencia y la evolución nos dice que no, que unas cosas se transforman en otras, razón a la que Ernst Mayr atribuía el rechazo de la evolución. Pero la razón principal de la no aceptación de la evolución no es intelectual, sino emocional, moral.

Clarkin comienza el artículo con un crudo párrafo de Richard Dawkins, de su libro River out of Eden:
“La cantidad total de sufrimiento anual en el mundo natural está más allá de toda medida decente. Durante el minuto que me lleva componer esta frase, miles de animales están siendo comidos vivos, muchos otros corren para salvar su vida, gimoteando de miedo, otros están siendo comidos desde dentro por ásperos parásitos, miles de todas clases mueren de hambre, sed o enfermedad. Debe ser así. Si llega un tiempo de prosperidad, este mismo hecho lleva automáticamente a un aumento de la población, hasta que se restaura el estado de hambre y miseria. En un universo de electrones y genes egoistas, fuerzas físicas ciegas y replicación genética, alguna gente sufrirá, otra tendrá suerte, pero tú no encontrarás ninguna razón ni rima en todo ello, ninguna justicia. El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que esperaríamos si en el fondo no hubiera ningún diseño, ningún propósito, ni bien ni mal, nada más que despiadada indiferencia.”

Y Clarkin critica esto, dice que esta visión de la naturaleza es una de las principales razones por la que la gente huye de la idea de la evolución. Para algunos esta noción de una naturaleza indiferente, donde los organismos se reducen a programas genéticos con la misión de sobrevivir y reproducirse es muy sombría. Por ejemplo Eugenie Scott, director del Centro Nacional para Educación de la Ciencia, dice que para muchos no biólogos la noción de que la evolución no está guiada, que son fríos procesos mecánicos, implica que “la vida no tiene sentido”. El microbiólogo Kenneth Miller, un defensor de la evolución, dice que en su experiencia lo que preocupa a los anti-evolucionistas no es la ciencia, sino las implicaciones de la evolución, que sienten que amenaza el orden moral. Por ejemplo, Miller cita a Rick Santorum, que fue candidato a la presidencia y senador por Pennsylvania, que dice: “ La evolución tiene enormes consecuencias para la sociedad. Es de dónde venimos, ¿tiene el hombre un sentido? ¿hay un sentido para nuestras vidas? O somos simplemente resultado del azar. Si somos resultado del azar, un simple error de la naturaleza, entonces esto supone una diferente demanda moral para nosotros - de hecho no nos pone ninguna demanda moral- que si de hecho somos una creación de un ser que tiene demandas morales”.

Entonces Clarkin dice que no merece la pena confrontar estas ideas y que es mejor evitar este engorroso asunto, que con esto enfadamos a la gente y que vendemos mal la evolución. Y la parte final del artículo la dedica a decir que la naturaleza no es siempre “sangre en los dientes y las uñas” , como en la cruda visión de Dawkins, sino que también existe la cooperación y el altruismo, y nos pone al final varios ejemplos de empatía y altruismo en animales, como que unas ballenas una vez adoptaron un delfín, que una vez unas ovejas adoptaron a un ciervo en Suffolk y cosas así, más del tipo de Walt Disney y más agradables para la gente.

Me parecen muy bien esos ejemplos, de los que ya he puesto algunos también en este blog, pero ese no es el tema. El tema no es si también hay cosas más agradables o “bonitas” para nuestro gusto moral y estético, que las hay. El tema es que lo que dice Dawkins es verdad, que el mundo biológico es amoral, que la moralidad y la agresividad el bien y el mal - “nuestro bien y mal”- nacen del mismo sitio, de su capacidad para dejar más copias de genes en las generaciones futuras. La moralidad es una ayuda a la reproducción y existe precisamente por eso, igual que la agresividad o la violencia. Si fuéramos mantis religiosas nuestro código moral diría que está bien que la hembra le arranque la cabeza al macho durante la cópula, este es el problema, que nuestra moral es la que es, pero podría haber sido totalmente diferente si nuestra evolución hubiese ido por otros derroteros, que no hay un absoluto en el que anclarla, que es relativa. Es como con los colores, nosotros los necesitamos para vivir, pero la ciencia nos dice que no hay colores ahí fuera. Nosotros somos criaturas morales, la moralidad forma parte de la naturaleza humana, como la visión tricolor, y la necesitamos para vivir, pero la evolución nos dice que no hay moral ahí fuera.

Como dice Jorge Wagensberg en Las Raíces Triviales de lo Fundamental, el creacionismo no se mete con la cosmología  que cuenta la evolución del universo desde el Big-Bang hasta hoy mismo, ni le interesa la teoría sobre la que descansa el psicoanálisis, ni la física cuántica, ni la mecánica estadística, ni ataca la biología molecular, ni la nanotecnología. Su diana es la evolución y está claro que no es por razones científicas. Y aquí seguimos, siglo y medio después del Origen de las Especies, sin poder digerir las implicaciones de la obra de Darwin, viviendo en un mundo predarwiniano porque dar ese paso de aceptar la realidad asusta, porque supone un salto al abismo, porque pone toda nuestra sociedad en solfa y nos obliga a repensarnos completamente, desde el principio.

6 comentarios:

Samu dijo...

Estupendo artículo, amigo.

JUAN POST™ dijo...

Soy creyente (no practicante) y creo también en la evolución y el Big Bang. Todo parte de un mismo origen que es Dios y se manifiesta este origen y desarrollo mediante la evolución. El creacionismo cristiano debería encaminarse hacia una perspectiva evolutiva, dado que esta nos muestra el proceso y razón de nuestra existencia física en nuestro planeta.
Sin duda, los aportes de la teoría evolucionista han sido aclaratorios para nuestra concepción de nuestro ser, cosa que también apunta la fe. Es decir, mediante diferentes caminos, ambos buscan dar una razón o sentido a nuestra existencia: una desde una perspectiva biológica y la otra, espiritual.

Unknown dijo...

Creo que además de ser el acta funcional de la biología, nos permite entender las diferentes etapas de transición o cambio por las que atraviesa una especie viviente, y como los más selectos, es decir aquellos que por caracteres congénitos son capaces de tomar adaptabilidad en un determinado contexto. Desde entonces ha sido tema de controversia incluso para científicos, pero si se mira desde una perspectiva científica y racional es una explicación lógicamente coherente que ni niega pero tampoco afirma la existencia de una deidad productora de vida, pero si despliega una serie de sucesos paulatinos por los cuales las diferentes especies existentes han atravesado para mantenerse actualmente vivas entonces creo que su aceptación depende más de la interpretación que se le asigna.

Mar dijo...

Disculpa, pero ser creyente (cristiano) no solo afecta a la explicación de la vida -creada por dios-. Implica aceptar dogmas. La fe en dios es solo una de las innumerables píldoras que tiene que tragar un creyente (de cualquier religión monoteísta). la intransigencia moral va en el lote: predominio de hombre sobre mujer, persecución de la homosexualidad, etc.
El creacionismo es solo un exabrupto más para seguir en sus trece.

El artículo me ha parecido muy interesante.

Profesor Carlos Millán dijo...

Excelente. Una de las razones para declararme ateo naturalista.

Lorenzo Albano dijo...

Aparte que la moral humana resulta ser sumamente flexible y variada. Nada más ver lo que es moral o inmoral en distintas sociedades y épocas. Hay sociedades que prohíben el suicidio o la servidumbre y hay las que glorifican una o ambas.

Tal vez esa moral flexible y relativa a la posición social, situación, sociedad y época nos hace particularmente adaptables como especie. Pero en forma ninguna existe tal cosa como la moral objetiva que preconizan los religiosos.