La ilusión de introspección consiste en el fuerte sentimiento que tiene la gente de que puede acceder a los procesos subyacentes a sus estados mentales. Pero, como ya hemos comentado aquí antes, la mayoría de los procesos mentales son inaccesibles a una interpretación consciente. Os voy a comentar en este post unos experimentos del equipo sueco de Petter Johansson, absolutamente contraintuitivos, que desafían nuestro sentido común.
El estudio principal, publicado en Science en 2005 consiste en lo siguiente. Se muestra a 120 participantes ( 70 de ellos mujeres) un par de fotografías de mujeres y se les pide que elijan la fotografía cuya cara les resulte más atractiva. En unos casos se les pide a continuación que expliquen las razones de su elección, sin más. Pero en un porcentaje de los casos los investigadores hacen trampa, una especie de juego de manos que veis en la figura. Cuando el sujeto señala la foto que prefiere, el investigador le da en realidad la foto que no ha elegido, y esconde la que el sujeto había elegido con la manga. Y aquí viene ya una primera sorpresa. Los investigadores dejan diferentes tiempos a los sujetos para pensar: 2 segundos, 5 segundos y tiempo indefinido. En la situación de tiempo indefinido... ¡sólo el 27% de los participantes notan el cambio! La tasa de detección , además, no guarda relación con el parecido entre las caras. Pero nos falta todavía lo más interesante. Se pregunta luego a los sujetos que expliquen la razón de su preferencia. Uno podría pensar que tendría que ser diferente las explicaciones que diera la gente en el caso de que no haya habido manipulación comparado con los casos en que se ha manipulado la elección del participante. ¡A fin de cuentas le estamos pidiendo al sujeto en la situación manipulada que nos explique las razones de una elección que no ha hecho! Pues no es eso lo que ocurre...
Los investigadores clasificaron los informes de los participantes en varias categorías que potencialmente podrían diferenciar las comunicaciones verbales de los casos manipulados de los no manipulados y utilizaron evaluadores ciegos. Diferenciaron tres dimensiones: emocionalidad, especificidad y certeza. Y resulta que los sujetos manipulados daban sus explicaciones con la misma confianza y el mismo nivel de detalle y de emocionalidad que los no manipulados. Un sujeto explicaba por ejemplo que había elegido la foto de la chica sonriente que llevaba joyas porque estaba radiante, y que se habría acercado a ella en un bar porque le gustan los pendientes. ¡La realidad era que el señor no había elegido a la chica radiante de los pendientes! También es llamativo que al final del experimento les preguntaron a los sujetos engañados: “si usted participara en un estudio donde la foto que usted ha elegido fuera cambiada subrepticiamente, ¿notaría usted el cambio?”. Pues bien, el 84% dijeron que creían que detectarían fácilmente el cambio...
Los investigadores parafrasearon un fenómeno ya conocido que es la ceguera al cambio (change blindness) y llamaron a este nuevo fenómeno ceguera de elección (choice blindness). Para demostrar que el fenómeno de la ceguera de elección no era específico de la elección de caras se fueron a un supermercado y montaron un stand. Daban a la gente a elegir dos tipos de mermeladas, y después de que el sujeto había elegido le daban una segunda muestra y le pedían que explicara las razones de su preferencia. El truco estaba en que cada jarra de mermelada estaba dividida internamente en dos compartimentos y ,aunque el sujeto veía que le daban la segunda muestra de la misma jarra, en realidad era una mermelada diferente, en algunos casos de sabores totalmente alejados uno de otro. Los resultados mostraron que no pasaban de un tercio los que detectaban el cambio y que sus informes eran igual de confiados y seguros que en el estudio anterior. Hay trabajos parecidos en los que los participantes elegían entre teléfonos móviles con resultados similares.
A inventar historias para rellenar lagunas de memoria se le llama confabular y es algo supuestamente patológico que ocurre en cuadros cerebrales orgánicos, por el ejemplo en el Síndrome de Korsakoff. Pero lo que hacen los participantes engañados en estos experimentos es precisamente eso, confabular, inventar historias a posteriori para explicar decisiones que no han tomado, aunque no lo hacen por un problema de memoria. Si los relatos de los sujetos manipulados son inventados se nos plantea la duda de si los relatos de los sujetos no manipulados son también puras invenciones, es decir, estos estudios plantean que nuestro estado natural basal es el de confabular, ir inventando historias sobre la marcha para explicar nuestras acciones. Buscamos una explicación verosímil y cuando la encontramos dejamos de buscar. Este fenómeno se parece mucho también al intérprete del hemisferio izquierdo, un concepto de Michael Gazzaniga, procedente de sus estudios con sujetos con hemisferios cerebrales separados entre sí. La teoría de Gazzaniga es que el cerebro humano (el hemisferio izquierdo, para ser exactos) contiene un intérprete, un grupo de redes neuronales especializado en dotar de sentido a la actividad incesante de nuestro propio cerebro, inconsciente y automática en su inmensa mayoría.
Resumiendo, nuestro sentido común nos dice que a la hora de tomar decisiones detectamos los desajustes entre intención y resultado, y que ajustamos nuestra conducta a la vista de un error y nos adaptamos a las circunstancias cambiantes. En estos experimentos vemos que los participantes no detectan esos graves desajustes entre su elección voluntaria y el resultado que se les presenta. Pero , a pesar de ello, dan tranquilamente las razones de por qué hicieron algo que en realidad no hicieron. Como en la vida real no suele haber estos desajustes entre intenciones y resultados, vamos por la vida pensando que accedemos a los procesos subyacentes que motivan nuestras acciones, que tenemos capacidad de introspección, pero estos y otros datos confluyen para transmitirnos la inquietante idea de que en realidad vamos por la vida confabulando, inventando historias que rellenen los huecos que necesitamos rellenar. Vamos por ahí creyendo y contando cosas que en realidad no sabemos.
Referencias:
3 comentarios:
Ya era bastante impactante saber que damos explicaciones racionales a algo que hemos elegido emocionalmente como para, ahora, además, saber que lo hacemos hasta para lo que no hemos decidido!... Impresionantes los ejemplos expuestos, gracias!
Genial.
Me pregunto si las explicaciones de los psicanalistas son tan arbitrarias como esto.
Estás en Facebook?
buena pregunta ;-)
en Facebook no estoy, pero sí en Twitter: @pitiklinov
muchas gracias
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