“No es lo que no sabes lo que te genera problemas. Es lo que crees que sabes seguro y no es así”
“It ain’t what you don’t know that gets you into trouble. It’s what you know for sure that just ain’t so.”
David Dunning |
En 1999 el psicólogo David Dunning y su estudiante de post-grado Justin Kruger publicaron un artículo, Unskilled and unaware of it: difficulties in recognizing one´s own incompetence lead to inflated self assessments, en el que describen lo que ahora se conoce como el efecto Dunning-Kruger: la gente incompetente no se da cuenta de lo incompetente que es. Esto parece lógico porque para darse cuenta de la propia ineptitud uno debería tener las capacidades que le faltan. Pero lo curioso no es esto, lo curioso es que la incompetencia no deja a la gente confusa, insegura o cauta, qué va: la gente incompetente se siente llena de “algo” que a ellos les parece competencia.
Este efecto no es sólo una idea sino que hay muchos estudios donde la gente sobreestima sus capacidades en múltiples áreas: gramática, conocimientos financieros, razonamiento lógico, inteligencia emocional, etc. Seguramente, como ser humano que eres, estarás en estos momentos pensando que esto le pasa a otra gente pero que no te pasa a ti. Me adelanto a precisar que esto nos ocurre a todos y creo que son muy interesantes las reflexiones de David Dunning sobre el efecto que lleva su nombre en este artículo del Pacific Standard. Dunning comenta, por ejemplo, que la ignorancia no consiste en no estar informado, sino en estar malinformado; es decir, no es una carencia (no saber algo) sino un conocimiento erróneo (saber algo equivocado, algo falso):
“Una mente ignorante no es un recipiente vacío sino un recipiente lleno de un lío de hechos, teorías, intuiciones, estrategias o experiencias irrelevantes o equivocadas…pero que tienen toda la apariencia de ser un conocimiento útil y seguro”.
Justin Kruger |
Es decir, que vemos lo falso como conocimiento. El origen de este efecto puede ser múltiple. Por un lado, nuestra tendencia a buscar y encontrar patrones e improvisar teorías y narraciones. Por otro, la acción del sesgo de confirmación. Al intentar dar sentido al mundo formulamos teorías y buscamos información que confirme esas ideas de manera que todo lo que sea ambiguo lo interpretamos a favor de nuestra teoría y desechamos lo que no encaja con ella. Al final tenemos una sensación de conocimiento y seguridad que hace que nos enfademos cuando alguien nos discute o nos dice que estamos equivocados. El razonamiento motivado es otro sesgo que nos conduce en esa misma dirección equivocada.
Bien, ¿y qué soluciones tenemos para evitar el efecto Dunning-Kruger? La solución tradicional para la ignorancia -entendida como ausencia de conocimiento- ha sido la educación, pero la educación puede producir una confianza ilusoria. Un ejemplo: cursos para conducir en la nieve, hielo o superficies deslizantes. Se ha visto que la gente que hace estos cursos toma más riesgos, creyendo que saben, cuando la realidad es que los efectos del curso sobre las habilidades de conducir desaparecen rápidamente acabado el mismo. Así que hacer que la gente abandone ideas erróneas es algo bastante más complicado.
Stephan Lewandowsky, de la Universidad de Bristol, y Ullrich Ecker, de la Universidad de Western Australia tienen algunas propuestas al respecto, de las que ya hablamos en otra entrada sobre el tema de convencer a los demás con razones. En el aula proponen emplear más o menos variaciones del método socrático: empezar con la teoría errónea y señalar su fallos y carencias poco poco haciendo así que la nueva teoría correcta destaque y sea mejor recordada. Sin embargo, fuera de clase (la web, Internet y otros medios) desaconsejan repetir las teorías erróneas porque al final hace que se graben en la mente de la gente (ver el post citado). En cuanto a las creencias sacrosantas -las religiosas y políticas- la realidad es que puede ser imposible cambiarlas porque ponen al yo en cuestión y la gente se agarra a las cosas queridas. Una técnica que se ha usado es reforzar al yo con halagos y alabanzas y luego intentar introducir el cambio, pero es muy difícil.
Steven Novella propone que cultivemos la “humildad neuropsicológica” con ejercicios como éste: imagina un área en el que seas un experto o maestro, o en la que sepas realmente mucho; ahora piensa en lo que la persona media sabe sobre ese asunto, o sobre tu especialidad. Probablemente, el ciudadano medio no sólo sabrá muy poco sobre ese tema sino que no tendrá ni idea de lo poco que sabe y de la cantidad de conocimiento especializado que existe. Pues bien, ahora viene la parte crítica: darse cuenta de que tú eres tan ignorante como la persona media en todo área de conocimiento en el que no eres un experto.
Bienintencionado, pero no sé si seremos capaces de llevarlo a la práctica. Habrá que intentarlo. En cualquier caso, si asumes que sabes menos de lo que piensas y que hay más conocimiento del que tú crees que hay, normalmente acertarás.
@pitiklinov
Referencias:
2 comentarios:
La lista de sesgos cognitivos que nos constituyen es numerosa. Estoy totalmente de acuerdo con las afirmaciones de la entrada, y a nivel personal las hago mías, me he sentido absolutamente identificado. Es de agradecer por eso, el habernos recordado que hemos de practicar la “humildad neuropsicológica”, como en el ejercicio que propone. Ejercicio que es sin duda muy clarificador a la hora de mostrar nuestras subjetivas capacidades de modo que seamos más humildes y objetivos acerca de nuestras presuposiciones compentenciales. No es un mal propósito usar, más mucho que poco, tal ejercicio.
Pero me gustaría ampliar nuestra humildad, a nivel no solo individual, sino humano en general. También solemos perder de vista que el conocimiento, que inevitablemente es conocimiento humano, lo creemos “divino”. Tal vez es más limitado de lo que usualmente pensamos, especialmene en los ámbitos metafísicos y filosóficos. La ciencia parece “más consciente” de sus limitaciones, que no el cientifismo.
Por ejemplo, en un sentido epistemólogico más que psicológico, creo que no está de más traer a colación la (http://en.wikipedia.org/wiki/De_Docta_Ignorantia) de San Agustin, San Buenaventura y especialmente de Nicolas de Cusa, de claro precedente socrático, que a veces olvidan muchos fundamentalistas religiosos acerca de sus enunciados religiosos.
O el argumento de A. Plantinga (https://www.youtube.com/watch?v=yMM5VGmNoSk) respecto a que tal vez no podemos tener mucha confianza en nuestro conocer, si afirmamos conjuntamente la teoría de la evolución conjuntamente con una visión exclusivamente naturalista de la realidad.
Un saludo,
"Steven Novella propone que cultivemos la “humildad neuropsicológica”
La humildad es uno de los mayores descubrimientos humanos. Llevó su tiempo y adoptó todo tipo de disfraces. A nivel intelectual es donde más éxito ha tenido. El que un joven que se siente inteligente se quede en su pupitre calladito mientras escucha a un hombre mayor del que sabe que es menos inteligente que él, pero que a pesar de eso tiene cosas importantes que contarle, eso no se consiguió fácilmente. Parece ser que entre los cazadores-recolectores semejante actitud no suele darse. Se aprende "de vista", nadie quiere reconocer su ignorancia.
La humildad a nivel emocional, en las relaciones personales, llevó todavía más tiempo que apareciera. Pero los intelectuales, como Sócrates, al ser más listos, fueron los pioneros.
Todavía hoy el "amor propio" es uno de los peores obstáculos para el progreso humano...
Publicar un comentario