Es de todos conocida la importancia de la comunicación no verbal en nuestra especie y, dentro de ella, el importante papel que juega la mirada a la hora de transmitir una gran cantidad de información. Una de las características fundamentales a la que los humanos prestamos atención es la que hace referencia al estatus, a la jerarquía o a la dominancia. En esta entrada voy a hablar del Cociente de Dominancia Visual (CDV), una medida relativamente fácil de operativizar y de utilizar en estudios psicológicos o incluso en situaciones de la vida cotidiana.
El Cociente de Dominancia Visual se obtiene dividiendo el porcentaje de tiempo que uno dedica a mirar a otra persona a los ojos mientras le hablamos dividido por el tiempo que dedicamos a mirar a esa persona a los ojos mientras estamos escuchándola hablar:
CDV= (% de contacto visual mientras hablamos) / (% de contacto visual mientras escuchamos)
Un CDV de 1 significa que la relación es neutral, que ninguno de los dos es dominante. Cuanto mayor de 1 sea el cociente más dominantes somos. Por ejemplo, si un hombre durante una conversación mira a otro el 90% del tiempo mientras le habla pero cuando el otro habla se pone a mirar a su móvil, o hacia otro lado, y sólo le mira el 20%, ese hombre está teniendo una conducta muy dominante. Por contra, no ser capaz de mirar a alguien a los ojos cuando le hablamos pero sí cuando nos habla indica una conducta muy subordinada.
Es importante recordar que lo que medimos es la diferencia de porcentaje de fijación de la mirada entre hablar y escuchar. Si miras a alguien solo el 20% del tiempo que le hablas pero a la vez sólo le miras el 20% cuando le escuchas la relación es neutra. Tampoco hay un CDV apropiado o correcto dado que dependerá de la situación. Si en una relación de trabajo tú eres el jefe sería lógico que muestres una gran dominancia visual, pero como en una primera cita te salga un CDV muy alto lo más probable es que no tengas una segunda oportunidad. Mostrar un CDV subordinado tampoco es necesariamente malo pero ser subordinado en el contexto erróneo puede hacer que des la impresión de ser incompetente o poco de fiar. En general, si quieres que la persona esté cómoda procura estar cerca del 1.
Lo curioso es que efectivamente la gente adapta su CDV a su situación en la jerarquía. Se ha visto que cadetes de la fuerza aérea exhiben cocientes de 1,06 cuando hablan con otros cadetes pero de 0,61 cuando hablan con oficiales. Hombres expertos en un campo que hablan a mujeres inexpertas puntúan 0,98 mientras que si hablan a mujeres expertas en ese campo bajan a 0,61. De la misma manera, mujeres expertas que hablan a hombres inexpertos puntúan 1,04 pero si hablan a hombres expertos bajan a 0,54. En este caso la jerarquía es preexistente y los humanos se adaptan casi matemáticamente de acuerdo con ella.
Sin embargo, cabe también la posibilidad de utilizar el CDV de una manera táctica, aunque tiene sus riesgos. Es decir, podemos utilizar el CDV para establecer o reforzar una determinada jerarquía de dominancia. En una situación de relativa indefinición de la jerarquía un manejo sutil de este cociente (mirando más al interlocutor y haciéndole menos caso cuando habla) puede ser utilizado como arma social para procurarnos una dominancia ante los demás. La otra persona puede responder en automático y asumir que somos dominantes. Pero claro, hay que hacerlo con tacto y delicadeza o podemos parecer muy rudos y fracasar en nuestros objetivos o dar lugar a un enfrentamiento. En otro momento en que nos interese reducir la tensión podemos actuar al contrario: mirar más al otro cuando habla y no cuando hablamos nosotros y transmitimos así un sentimiento de subordinación, lo cual puede convenirnos según el tipo de relación o negociación en la que estemos.
Si quieres establecer una buena relación busca un CDV neutro. Un buen consejo puede ser no mirar, educadamente, cuando la otra persona no mira y mirar cuando la otra persona mira, pero hay que tener en cuenta que estas costumbres varían también según la cultura.
@pitiklinov
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