sábado, 28 de diciembre de 2019

El Fin de la Moralidad


La moralidad es una ilusión colectiva de los genes. Necesitamos creer en la moralidad y, por tanto, gracias a nuestra biología, creemos en la moralidad. No hay fundamento “ahí fuera” más allá de la naturaleza humana.
-Michael Ruse


“No existen valores objetivos”…así comienza J.L. Mackie su libro Ethics. Inventing Right and wrong. Esta frase resume una postura filosófica que el propio Mackie llama escepticismo moral y que se ha llamado también Teoría del Error moral (Moral Error Theory) o nihilismo moral. Esta entrada va a describir brevemente el escepticismo moral y los argumentos que da Mackie a su favor así como dejar abierta la cuestión de qué podemos hacer si este planteamiento es cierto.

A lo largo de la historia nos hemos ido dando cuenta de que hemos estado equivocados acerca de muchas cosas: de que la Tierra era el centro del Universo, de que el cuerpo contenía cuatro humores y que las enfermedades se debían a desajustes de los mismos, etc. ¿Y si estamos equivocados acerca de la moralidad también? ¿Y si resulta que nada es moralmente bueno o malo? ¿Y si no existe la virtud, el vicio, la responsabilidad moral…? ¿Hemos estado equivocados y resulta que no existen valores morales? Esta mera idea puede parecer a muchos una locura, una idea peligrosa o, incluso, moralmente mala.

Muchos filósofos y pensadores han sospechado que la moralidad es un error, una ficción o una ilusión que nosotros mismos creamos pero muy poca gente se ha sumado a esa forma de pensar. La discusión reciente de este tema la podemos situar en el libro ya citado de 1977, Ética: inventando el bien y el mal, de John Mackie donde él critica la creencia generalmente admitida, el realismo moral, que dice que la moralidad es real, que es algo que descubrimos y no algo que inventamos. Podemos hacer una comparación con el ateísmo para entenderlo mejor. Igual que un ateo afirma que las creencias de los creyentes acerca de la existencia de Dios son un error, los escépticos morales (o teóricos del error moral) afirman que las creencias de los realistas morales acerca de la existencia objetiva de reglas morales, prohibiciones, virtudes, vicios, valores, derechos y deberes son también un error y que estamos hablando de cosas que no existen.

Mackie da dos argumentos principales para defender su posición: el argumento de la relatividad y el argumento de la rareza (queerness):

1-El Argumento de la Relatividad

Es un hecho que existe una gran variación en los puntos de vista morales tanto de una sociedad a otra, como de una época histórica a otra, o, incluso, entre diferentes grupos y clases dentro de una comunidad (y, además, estas diferencias suelen ser intratables). Mackie dice que la mejor explicación de este fenómeno es que los juicios morales “reflejan adherencia y participación en diferentes formas o estilos de vida”. A él le parece mejor explicación que pensar que existen hechos objetivos morales pero que una cultura es superior y tiene acceso a ellos mientras que la cultura inferior (moralmente) no accede a esos valores. Por ejemplo, si dos culturas divergen con respecto a la monogamia, sería lógico pensar que una de ellas disfruta del acceso a unos hechos morales acerca de la monogamia y la otra no? Mackie cree que es más lógico pensar que la monogamia se ha desarrollado en una cultura (por las razones culturales o antropológicas que sean) pero no en la otra y que los respectivos puntos de vista morales de cada cultura son resultado de esa diferente evolución. Si las cosas hubieran sido de otra manera, las normas morales de una cultura habrían sido diferentes. Y, también, cuando cambian los estilos de vida cambian las normas morales. 

Por supuesto, estos argumentos se pueden criticar. Podemos plantear que por debajo de diferencias superficiales a nivel moral existen acuerdos morales a un nivel más profundo y que por ejemplo, prácticamente todas las culturas del miedo estarían de acuerdo en que torturar niños por puro placer está mal moralmente. Ya hemos comentado aquí la teoría de Oliver Scott Curry de que existen 7 normas morales que se cumplen en todas partes:

1- Ama a tu familia
2- Ayuda a tu grupo
3- Devuelve los favores
4- Sé valiente
5- Obedece a la autoridad
6- Sé justo
7- Respeta la propiedad de otros

Pero hay un poderoso argumento, desde mi punto de vista, a favor de la postura de Mackie procedente de la teoría de la evolución que ya hemos tratado en la entrada Darwin y el fin del bien y el mal. La cuestión es que si nuestra naturaleza y nuestra historia filogenética y el estilo de vida de la especie fuera diferente, nuestras creencias morales (incluyendo esas 7 normas que destaca Scott Curry) serían diferentes. Lo mismo que a nosotros nos resultan repelentes las heces pero a las moscas les atrae y es donde ponen sus huevos, lo mismo podría haber ocurrido con la prohibición de matar o con cualquier otra norma moral. Si matar o cualquier cosa que ahora consideramos mala hubiera aumentado el número de descendencia de nuestros ancestros ahora sería considerada buena. El propio Darwin se dio perfecta cuenta de esto y escribió:

“Yo no quiero mantener que cualquier animal estrictamente social, si sus facultades intelectuales llegaran a ser tan activas y elevadas como las del hombre, adquiriría el mismo sentido moral que nosotros. De la misma manera que diversos animales tienen su propio sentido de la belleza, aunque admiran objetos muy diferentes, así tendrían un sentido del bien y el mal, pero les llevaría a tomar diferentes líneas de conducta. Si, por ejemplo, para tomar un caso extremo, los seres humanos fueran criados en las mismas condiciones que las abejas, no habría duda de que nuestras mujeres solteras, al igual que las abejas obreras, creerían que es un deber sagrado matar a sus hermanos y las madres intentarían matar a sus hijas fértiles; y a nadie se le ocurriría interferir. No obstante, la abeja, o cualquier otro animal social, ganaría en este supuesto caso, tal como me parece a mí, un sentimiento del bien y el mal, o una conciencia.”

Fue tomar conciencia de esto lo que no dejaba dormir a Randolph Nesse:

“El descubrimiento de que las tendencias para el altruismo están modeladas por nuestros genes es uno de los hechos más perturbadores de la historia de la ciencia. Cuando lo comprendí por primera vez dormí muy mal durante muchas noches intentando encontrar alguna alternativa que no supusiera un desafío tan grave para mi sentido del bien y el mal. Entender este descubrimiento puede minar nuestro compromiso con la moralidad -parece tonto controlarse uno mismo si la conducta moral es solamente una estrategia más para promover los intereses de nuestros genes.”

Estos argumentos evolucionistas se llaman Argumentos Refutadores Evolucionistas (Evolutionary Debunking Arguments) y podéis profundizar en ellos, por ejemplo aquí. Los defensores de este punto de vista (entre los que me encuentro) sostienen que la capacidad de hacer juicios morales es una capacidad adquirida evolutivamente, una adaptación. Según ellos, la evolución biológica  no está dirigida a formar procesos generadores de creencias que son fiables en el sentido de que sean creencias acordes con una realidad moral exterior, sino procesos formadores de creencias que sean adaptativas, esto es, que favorecen la reproducción de los genes, como dice Russe en la cita de cabecera. 

2-El Argumento de la Rareza

Este argumento me resulta más difícil de entender y, por lo tanto, de explicar. Tiene dos partes, una metafísica y otra epistemológica. La metafísica sería que si de verdad existieran valores objetivos, entonces existirían en el mundo entidades, cualidades o relaciones de un tipo muy raro, totalmente diferentes a cualquier otra cosa que existe en el universo. La segunda parte es que para ser conocedores de esas entidades o relaciones deberíamos tener una facultad especial de percepción moral o intuición totalmente diferente de  nuestras formas de conocer cualquier otra cosa. Abundando en ello, Mackie explica que para que existieran propiedades morales deberían existir “prescripciones objetivas” y son estas prescripciones objetivas (independientes de nuestro deseo o voluntad) que nos obligarían a actuar de una manera lo que encuentra extraño. Es decir, habría ahí fuera obligaciones que simplemente están ahi, en la naturaleza de las cosas: hechos que requerirían ciertos cursos de acción, ciertas conductas. 

Que existieran valores objetivos morales querría decir que el universo requiere ciertas cosas de nosotros, de una forma prescriptiva. Y esto es lo que Mackie encuentra extraño. Para él, la única manera en que esto sería posible es que existiera Dios, que un universo impersonal haga demandas de nosotros es raro pero no lo sería que lo hiciera Dios. Cuesta dar sentido a una demanda sin que exista un “demandador”. Sería raro que el mundo o la naturaleza humana esté diseñada para ser de una manera y no de otra, que exista una manera correcta de ser las cosas, pero no tendría nada de raro si existiera Dios. Por tanto, para Mackie, sólo hay dos opciones: o rechazar el realismo moral o creer en Dios.

Bien, hasta aquí la primera parte, exponer las ideas de Mackie y en qué consiste el escepticismo moral. Nos quedaría una segunda parte. Suponiendo que esto sea verdad ¿qué hacemos ahora? Bueno, pues a los que os interese el tema os recomiendo este libro reciente: The End of Morality, editado por Richard Garner y Richard Joyce donde se recopilan 12 ensayos de diferentes autores que tratan de dar respuesta a esta pregunta. El libro parte exactamente desde este punto en el que yo voy a finalizar la entrada: si aceptamos la Teoría del Error Moral, ¿qué se supone que debemos hacer? Os adelanto que básicamente hay tres posturas: 
-abolicionismo: si es falso, fuera, deshagámonos de juicios, lenguaje y valores morales
-ficcionalismo: la moral es útil así que vamos a seguir creyendo en ella aunque sea mentira
-conservacionismo: hay que seguir creyendo, fingir que creemos no es suficiente para mantener los beneficios de la moralidad.


@pitiklinov


Referencias:

Ethics: Inventing Right and Wrong. JL Mackie Penguin Books 1977

The End of Morality Richard Garner y Richard Joyce editores. Routledge 2019



Luke Taylor. What’s so queer about morality (2019) The Journal of Ethics https://doi.org/10.1007/s10892-019-09307-0



8 comentarios:

Masgüel dijo...

Felices fiestas Pablo.

Empecemos por Ruse. Los genes no experimentan ilusiones, ni individual ni colectivamente. Necesitamos creer en la moralidad y creemos en la moralidad (lo que no implica creer en valores morales objetivos), pero no gracias a la biología. Nuestra historia evolutiva nos hace experimentar ciertos sentimientos morales, pero sentimientos y creencias no son lo mismo. Tampoco inventamos creencias para que justifiquen nuestros sentimientos morales. A menudo son diametralmente opuestos. No hay fundamento "ahí fuera" más allá de la naturaleza humana, ni más acá, porque tampoco la naturaleza humana fundamenta una moralidad concreta (falacia naturalista).

Sigamos con Mackie. No existen valores morales objetivos. Estoy de acuerdo. Pero es un hecho objetivo que inventamos y usamos valores morales. Como dice Searle, nada nos impide hacer ciencia sobre el hecho objetivo que supone tener unas experiencias subjetivas y no otras. Cuando hablamos de moral, la ciencia que se ocupa es la antropología cultural.

“¿Y si resulta que nada es moralmente bueno o malo? ¿Y si no existe la virtud, el vicio, la responsabilidad moral…? ¿Hemos estado equivocados y resulta que no existen valores morales?”

Que no haya valores morales objetivos no implica una respuesta negativa a esas preguntas. Algo es moralmente bueno o malo, hay personas más virtuosas, viciosas o responsables que otras y existen valores morales, que serán distintos, dependiendo del contexto cultural.

“el realismo moral, que dice que la moralidad es real, que es algo que descubrimos y no algo que inventamos. (...) Las creencias de los realistas morales acerca de la existencia objetiva de reglas morales, prohibiciones, virtudes, vicios, valores, derechos y deberes son también un error y que estamos hablando de cosas que no existen.””

Again, el relativsmo moral afirma que los valores morales no son objetivos, no que moralidad no sea real, que no haya reglas morales, prohibiciones, virtudes, vicios, valores, derechos y deberes. Que los valores morales sean invenciones no hace menos real y objetivo que cada cultura inventa y maneja su propia tabla de valores. Que sean invenciones tampoco los convierte en errores, ni dejan de existir en tanto que invenciones.

sigo

Masgüel dijo...

sigo

“la capacidad de hacer juicios morales es una capacidad adquirida evolutivamente, una adaptación (…) La cuestión es que si nuestra naturaleza y nuestra historia filogenética y el estilo de vida de la especie fuera diferente, nuestras creencias morales serían diferentes.”

Confundes la capacidad la capacidad de experimentar sentimientos morales con la de inventar creencias y hacer juicios morales. Lo primero es una adaptación. Lo segundo es una exhaptación.

“la evolución biológica no está dirigida a formar procesos generadores de creencias que son fiables en el sentido de que sean creencias acordes con una realidad moral exterior, sino procesos formadores de creencias que sean adaptativas”

La evolución biológica no está dirigida a formar procesos generadores de creencias. Los procesos generadores de creencias son culturales. Y a menudo no solo no son adaptativas, pueden incluso llegar a provocar la extinción del grupo. Las costumbres y las invenciones también están sometidas a la selección natural, pero ya no hablamos de evolución biológica sino de evolución cultural.

“si de verdad existieran valores objetivos, entonces existirían en el mundo entidades, cualidades o relaciones de un tipo muy raro, totalmente diferentes a cualquier otra cosa que existe en el universo.”

Comparto el argumento de la relatividad, no el de la rareza. No es más que un prejuicio materialista. Que algo sea raro no es un argumento para su inexistencia. La biosfera terrestre y las culturas humanas que la pueblan, bien pueden ser los fenómenos más raros del universo (con emergencia de órdenes ontológicos no materiales, como la experiencia subjetiva), pero aquí estamos. Sin embargo, que algo raro pueda existir no implica que exista. Los valores morales objetivos no existen.

“para ser conocedores de esas entidades o relaciones deberíamos tener una facultad especial de percepción moral o intuición totalmente diferente de nuestras formas de conocer cualquier otra cosa.”

Eso también es falso, como las conclusiones de Plotkin, en la misma línea, de tu entrada anterior. Pero si me meto también en ese fregao no salgo antes de fin de año.

P.D. Como habrás adivinado, respecto a las consecuencias, mis simpatías me sitúan en el ficcionalismo.

Masgüel dijo...

Perdón, quería decir ehxhahphthahción.

Pitiklinov dijo...

Encantado de verte por aquí Masgüel,

Puedo estar de acuerdo con la mayoría de tus puntualizaciones. Me genera más problemas la de diferenciar la capacidad de experimentar sentimientos morales y la de inventar creencias y de hacer juicios morales. Creo que hay una relación entre las dos. Tiendo a ver nuestra capacidad moral, de diferenciar bien y mal, como un instinto o una capacidad humana como la del lenguaje (no es idea mía, claro). De la misma forma que podemos hablar diferentes lenguas pero todos los seres humanos tenemos una capacidad para el lenguaje, también en diferentes culturas surgen diferentes normas morales (según su estilo de vida) pero existiría una misma capacidad o instinto subyacente para ver bien y mal. Lo de hablar una lengua u otra sería cultural pero la capacidad para hablar o la capacidad moral serían resultado de la evolución con un componente genético, en mi forma de verlo.

En ese sentido, la evolución sí genera procesos generadores de creencias o de juicios morales. Así lo ve el intuicionismo moral, la visión de Haidt y otros (aunque pueden estar equivocados) y así lo veía también Hume donde la razón es esclava de los sentimientos. La selección natural produce cerebros (redes cerebrales determinadas) que crean juicios y creencias. La cultura no puede generar creencias sin cerebros. Aunque estoy de acuerdo en que luego hay una selección cultural y en que la cultura puede generar creencias desadaptativas que pueden llevarnos incluso a la extinción (o llevar a la extinción a la sociedad que las tenga).

A propósito de Hume, una cita sacada de The End of Morality (del Tratado de la Naturaleza humana):

“Take any action allowed to be vicious; willful murder, for instance. Examine it in all lights, and see if you can find that matter of fact, or real existence, which you call vice. In whichever way you take it, you find only certain passions, motives, volitions, and thoughts. There is no other matter of fact in the case. The vice entirely escapes you, as long as you consider the object. You never can find it, till you turn your reflection into your own breast, and find a sentiment of disapprobation, which arises in you, towards this action. Here is a matter of fact; but it is the object of feeling, not of reason. It lies in yourself, not the object”.

Salud en el 2020!

Masgüel dijo...

“Tiendo a ver nuestra capacidad moral, de diferenciar bien y mal, como un instinto o una capacidad humana como la del lenguaje (no es idea mía, claro). De la misma forma que podemos hablar diferentes lenguas pero todos los seres humanos tenemos una capacidad para el lenguaje, también en diferentes culturas surgen diferentes normas morales (según su estilo de vida) pero existiría una misma capacidad o instinto subyacente para ver bien y mal. Lo de hablar una lengua u otra sería cultural pero la capacidad para hablar o la capacidad moral serían resultado de la evolución con un componente genético”

No comparto esa tendencia. En mi opinión, tanto los idiomas como los sistemas de reglas morales son exaptaciones, no el resultado de instintos. Un cerebro aislado no produce idiomas ni reglas morales.
Si un niño no aprende un idioma de adultos competentes, no hablará. Su gen FoxP2 le proporcionará movilidad fina y quizás aprenda a trinar como un canario, si es lo único que escucha. Los genes que le convierten en un animal social y domesticado le hará buscar con agrado la compañía de sus congéneres, pero nunca será una persona (en el sentido etimológico, una máscara con voz, un sujeto con nombre propio en una comunidad de hablantes).
Si un niño no aprende un código de reglas morales del ejemplo de adultos responsables, siempre exhibirá conductas inapropiadas. Como un chimpancé, quizá desarrolle teoría de la mente y sus sentimientos le harán comportarse con un mínimo de reciprocidad. Pero, como decía Sapolsky de dos chimpancés que habían aprendido de sus cuidadores humanos a decir “ráscame la espalda” en lengua de signos, podían tirarse la tarde repitiendo la petición, uno al otro, pero se quedaban con el picor en la espalda y sin entender el bucle absurdo que creaban al ser incapaces de poner en juego sus sentimientos de reciprocidad en el contexto de una comunicación simbólica. Paul Grice entendió muy bien la relación. Las máximas conversacionales son normativas. Aprender a hablar con los demás, algo tan básico como comprender los turnos para tomar la palabra, implica formas complejas de cooperación que no son instintivas. Contamos de serie con exaptaciones biológicas que nos permiten aprender un idioma o un conjunto de reglas morales, pero lo que aprendemos son invenciones, de arriba a abajo (su gramática, su semántica y su pragmática), tecnologías comunicativas.

Pitiklinov dijo...

No me parece tan importante llamarlo exaptación o adaptación. Puedo aceptar que esa predisposición innata sea exaptación, a fin de cuentas una exaptación es algo que no es producto directo de la selección natural sino que es consecuencia de otra cosa que sí es producto de la selección natural. Y esa cosa producto de la selección natural es un hardware sin el que el software cultural no corre. Estoy de acuerdo en que sólo con el hardware no vas a ningún lado pero también creo que es evidente que sólo con el software, sólo con la cultura, tampoco vas a producir reglas morales.
Sólo tienes que dar la vuelta al experimento que tú planteas: mete a un chimpancé o a un conejo en nuestra cultura y empieza a enseñarle lenguaje o moralidad… no creo que lleguemos muy lejos.
Un cerebro aislado no produce idiomas ni reglas morales pero una cultura aislada tampoco.

Masgüel dijo...

Claro. Una cultura es el conjunto de usos y costumbres de un grupo social y solo se da en algunas especies animales. La cuestión no es si la cultura puede existir sin animales culturales (la respuesta es evidentemente negativa), sino si hay límites a la capacidad de invención de usos culturales para una especie animal que ha desarrollado el lenguaje simbólico (https://ilevolucionista.blogspot.com/2014/07/agricultura-y-personalidad.html?showComment=1405237607178#c973023436906784979).

Ludortes dijo...

¿Y si desafíamos la indiferencia de la naturaleza con una humana compasión hacia otros seres, y aprendemos de las consecuencias que de su práctica se derivan? ¿Acaso no es posible la armonía y la serenidad, incluso compatible con el dolor? ¿No son esos valores distintas formas de lucha en ese sentido, con el trasfondo de la supervivencia? ¿Cómo pueden no existir esos valores si son reflejo de un hecho, como es la vida humana y su natural empeño de adaptarse y sentir bienestar? Enhorabuena por el blog, es muy interesante