domingo, 27 de mayo de 2018

Darwin y el fin del bien y el mal

(Entrada publicada originalmente en La Nueva Ilustración Evolucionista el 25-06-2015)

La moralidad es una ilusión colectiva de los genes. Necesitamos creer en la moralidad y, por tanto, gracias a nuestra biología, creemos en la moralidad. No hay fundamento “ahí fuera” más allá de la naturaleza humana.
-Michael Ruse

Veíamos en una entrada anterior que las consecuencias morales de la selección natural fueron probablemente la causa de que Darwin tardara tanto tiempo en publicar sus ideas. En esta entrada voy a intentar explicar por qué Darwin dinamita nuestra moralidad y supone el fin del mundo tal como lo conocíamos antes de él, el fin de la idea del bien y del mal. Ni Copérnico, que nos desplazó del centro del Universo, ni Freud, que señaló que no éramos los dueños de nuestra propia mente, ni la cosmología, ni la geología, ni ninguna otra rama de la ciencia supone un corte tan profundo en la yugular de la comprensión de nuestra propia naturaleza (ni ponen los pelos de punta a los creacionistas de la misma manera). Nada de eso es comparable a la revolución y el peligro que supone Darwin. Voy a seguir para ello a Steve Stewart- Williams, al que ya entrevistamos aquí,  en el último capítulo de su libro, Darwin, God and the meaning of live.

El problema, la cuestión, es la siguiente: ¿pensamos que ciertas acciones son moralmente buenas porque  son moralmente buenas? ¿O pensamos que son buenas solo porque esa forma de pensar hizo que nuestros ancestros tuvieran más descendencia que los que pensaban de otra manera? ¿El hecho de que nuestras creencias morales tengan un origen evolucionista implica que nuestras creencias morales son falsas? ¿Implica esto que la moralidad es “luz de luna” como decía Adam Sedgwick, o que nuestra moralidad es en vano, como decía Charles Lyell? ¿Quiere decir esto que podemos hacer lo que queramos, que no hay verdades morales?

Hay dos maneras en las que la teoría evolucionista mina la moralidad. La primera sería que conduce a la gente a perder su fe en Dios y en la inmortalidad personal. La segunda es que la selección natural dinamita la idea de que existen unos cimientos objetivos sobre los que apoyar la moralidad. Voy a decir algo sobre la primera parte pero el meollo de la cuestión es el segundo punto. Y la respuesta es que sí, que la teoría de la evolución hace imposible fundar la moralidad sobre bases sólidas objetivas, no hay moralidad ahí fuera, como dice Ruse.

Es un argumento que se repite mucho: que Dios, o la religión, hace buena  a la gente y el ateísmo la hace mala. En primer lugar quiero decir algo sobre el llamado “error de Huxley”, porque fue Thomas Huxley en una famosa conferencia en 1894 el que lo formuló: “el progreso ético…depende…de combatir nuestra naturaleza”. Esta visión supone que la naturaleza del hombre es egoísta, cruel y competitiva y que es la religión, o Dios, la causa de que seamos cooperadores y altruistas. Bien, actualmente hay evidencia de sobra de que todo lo que encontramos moralmente atractivo en la naturaleza humana: el altruismo, el amor, la simpatía, la generosidad, la virtud, etc., son también producto del mismo proceso de selección natural (y este es el meollo del asunto, como luego veremos). No hay ningún problema para que genes egoístas usen individuos nada egoístas para conseguir sus objetivos y en determinado nivel de complejidad y de organización social desde luego que les compensa a los genes hacer que los vehículos que los portan no sean egoístas.

Podríamos decir más cosas sobre si el ateísmo te hace malo (teorías aparte, los datos en cualquier caso no lo apoyan) pero habría también mucho que hablar sobre si la religión te hace bueno. Por un lado, si esto fuera así la policía y las cárceles sólo serían necesarias para los ateos pero parece que este no es el caso. Y, por otro lado, tenemos el tema de la Violencia Virtuosa. Los terroristas suicidas del 11-S creían sinceramente que estaban haciendo algo noble y correcto y todos sabemos las cosas horribles que se han hecho en nombre de la religión : Cruzadas, Inquisición, quema de brujas, guerras religiosas, etc. A lo largo de la historia, y desgraciadamente hoy en día, la gente persigue y mata al prójimo en base a meras supersticiones. La religión vende que hace buena a la gente, pero nuestro sentido moral es innato.

Esta teoría de que la moralidad se sustenta en Dios técnicamente se llama la Teoría del Mandato Divino y parece implicar , como dijo Dostoyewsky, que si Dios no existe, todo está permitido. Pero la falsedad esta teoría ya la dejó sentada Platón hace más de 2.000 años en el dilema de Eutifrón: ¿Son las cosas que Dios manda buenas porque Dios lo manda o Dios las manda porque son buenas? Si decimos que las cosas son buenas porque Dios las manda eso implica que si Dios dijera que hay que torturar niños entonces esa conducta sería buena y justa, lo cual es contrario a nuestra intuición moral. Los creyentes pueden argumentar que Dios no va a mandar esas cosas terribles porque Dios es bueno y sólo va a mandar cosas buenas. Pero esa salida asume que hay un estándar de lo que es bueno y malo que es independiente de Dios. Dios ya no sería el fundamento de la moralidad porque esas cosas serían buenas aunque Dios no las mandara.

Y llegamos así al núcleo del asunto, al nihilismo moral que supone la teoría de la selección natural. Filósofos como Michael Ruse o Richard Joyce señalan que nuestras creencias morales son ilusiones y las tenemos no porque sean ciertas sino porque son útiles para regular nuestra vida social. Entender esto es muy contraintuitivo y mucha gente encuentra difícil aceptar que la capacidad humana para hacer el bien es producto del mismo proceso “estúpido” y “brutal” de la selección natural. Randolph Nesse expresa muy bien el “choque” que se siente cuando uno se da cuenta de esto:

“El descubrimiento de que las tendencias para el altruismo están modeladas por nuestros genes es uno de los hechos más perturbadores de la historia de la ciencia. Cuando lo comprendí por primera vez dormí muy mal durante muchas noches intentando encontrar alguna alternativa que no supusiera un desafío tan grave para mi sentido del bien y el mal”

La cuestión es que si nuestra naturaleza y nuestra historia filogenética y el estilo de vida de la especie fuera diferente, nuestras creencias morales serían diferentes. Lo mismo que a nosotros nos resultan repelentes las heces pero a las moscas les atrae, lo mismo podría haber ocurrido con la prohibición de matar o con cualquier otra norma moral. Si matar o cualquier cosa que ahora consideramos mala hubiera aumentado el número de descendencia de nuestros ancestros ahora sería considerada buena. El propio Darwin se dio perfecta cuenta de esto y escribió:

“Yo no quiero mantener que cualquier animal estrictamente social, si sus facultades intelectuales llegaran a ser tan activas y elevadas como las del hombre, adquiriría el mismo sentido moral que nosotros. De la misma manera que diversos animales tienen su propio sentido de la belleza, aunque admiran objetos muy diferentes, así tendrían un sentido del bien y el mal, pero les llevaría a tomar diferentes líneas de conducta. Si, por ejemplo, para tomar un caso extremo, los seres humanos fueran criados en las mismas condiciones que las abejas, no habría duda de que nuestras mujeres solteras, al igual que las abejas obreras, creerían que es un deber sagrado matar a sus hermanos y las madres intentarían matar a sus hijas fértiles; y a nadie se le ocurriría interferir. No obstante, la abeja, o cualquier otro animal social, ganaría en este supuesto caso, tal como me parece a mí, un sentimiento del bien y el mal, o una conciencia.”

Es decir, que intentos como los de Kant u otros filósofos de que la moralidad se puede deducir a partir de la nada por pura deducción lógica no tienen ningún sentido. La razón nos puede permitir deducir nuevos principios morales, o nuevas conclusiones, pero siempre después de que hayamos establecido un principio ético fundamental. Y ese principio ético fundamental no tenemos donde apoyarlo. Podemos imaginarnos que decidimos que un Universo con menos sufrimiento es preferible a un Universo con más sufrimiento. A partir de esta premisa yo deduzco que como los animales no-humanos sufren también debemos hacer todo lo posible para reducir su sufrimiento. La razón nos llevará a aceptar esas conclusiones morales pero después de haber aceptado el principio fundamental. La razón no nos puede decir cuál es ese principio fundamental. Debemos empezar en algún sitio, sin ninguna justificación. Nuestro punto de partida es siempre una disposición, una intuición, un sentimiento de que algo es deseable moralmente. Pero no hay una justificación última para ello.

¿Y dónde nos deja esto? ¿Cuál es la salida? Pues no la hay, así que sálvese quien pueda. Os puedo contar la salida de Stewart-Williams, que es una salida utilitarista. Stewart-Williams reconoce que nuestras decisiones están influenciadas por nuestra naturaleza evolucionada y que nuestros códigos éticos nunca pueden trascender o escapar de estos orígenes evolucionistas. Steve elige precisamente el camino que acabo de señalar de disminuir el sufrimiento en el Universo pero reconoce que no puede justificarlo ni apoyarlo en nada (y que en el fondo está siguiendo un dictado de la naturaleza, o sea que está cayendo en la falacia naturalista…). ¿Cómo podemos justificar que el utilitarismo es una buena filosofía moral y que debemos adoptarla? Pues reconoce que no puede. Simplemente, aunque el Universo no tenga sentido, él prefiere una felicidad sin sentido a un sufrimiento sin sentido. El sistema de valores utilitarista será aceptado por aquellos que decidan que  su elección se basa en esa preferencia de evitar el sufrimiento y aumentar la felicidad, pero que no es justificable de manera última. Lo reconoce así y no lo intenta justificar.

¿Supone esta salida una base suficiente para un sistema moral o ético? Pues depende. Para Steve y otros sí, pero para muchos otros no. El hecho es que supone una base más sólida que la idea de que Dios creó las normas morales del mundo, por la sencilla razón de que eso no es cierto. Para mucha gente lo que dice Steve representa el fin de la moralidad pero para Steve representa una moralidad despojada de superstición.

Una visión darwiniana de la moralidad como la que defiende Stewart-Williams implica aceptar que probablemente no existe Dios, que no hay otra vida, ni almas, que no hay una base objetiva para la moralidad ni un propósito para nuestro sufrimiento; que somos insignificantes en un cosmos vasto e impersonal, que nuestra existencia no tiene sentido ni significado, y que los efectos de nuestras acciones desaparecerán sin dejar rastro. Y, a pesar de todas estas duras verdades, esforzarse como si la vida tuviera sentido y luchar por un mundo mejor, sin promesas de una recompensa eterna ni de la victoria final. 

@pitiklinov

Referencia:




14 comentarios:

ReyNarmer dijo...

Todo este debate me parece un poco absurdo, histérico incluso. A Robert Peterson le encanta todo esto y da mucho la paliza con ello: al parecer piensa que no puede aparecer de forma "espontánea" una moral si no hay un sello divino que la avale, y que por lo tanto se avecina el caos. ¡Pero es que la moral de los dioses apareció de forma espontánea pues tanto esa moral como los dioses los inventamos nosotros! Y si el caos ya lo ha habido siempre con creencia en dioses o sin ella... ¿qué más nos da que ya no los haya? No va a cambiar nada.

Simplemente ya no tenemos que inventarnos una excusa para justificar que los dioses "están de acuerdo", que es lo que hemos hecho durante milenios de "retorcimiento de textos" (en lo cual, por cierto, Peterson es un experto: ¡qué imaginación!). Simplemente nos hemos ahorrado un paso a la hora de legislar.

En fin, que si los dioses siempre hemos sido nosotros, y si la moral nos la hemos inventado siempre nosotros, seguiremos así siempre sin ningún problema. La basaremos, como siempre, en lo que llevamos en la genética y en la experiencia. Y la impondremos por la fuerza (confío que con aval democrático) como siempre.

Sobre el sentido de la vida sin dioses, millones de personas hemos vivido ya sin creer en ellos y no pasa nada. Todos hemos comprendido que la vida son los hijos, el trabajo... y la hipoteca.

idea21 dijo...

"el llamado “error de Huxley”, porque fue Thomas Huxley en una famosa conferencia en 1894 el que lo formuló: “el progreso ético…depende…de combatir nuestra naturaleza”. Esta visión supone que la naturaleza del hombre es egoísta, cruel y competitiva y que es la religión, o Dios, la causa de que seamos cooperadores y altruistas. Bien, actualmente hay evidencia de sobra de que todo lo que encontramos moralmente atractivo en la naturaleza humana: el altruismo, el amor, la simpatía, la generosidad, la virtud, etc., son también producto del mismo proceso de selección natural"

No hay tal error. A lo que se refiere Huxley es que la moralidad utiliza unos instintos (los prosociales) para combatir a otros (los antisociales). Eso lo sabía Darwin perfectamente, pues él promovió ya el concepto de "selección de grupo", en el cual la naturaleza promueve el altruismo como forma de fomentar la cooperación dentro del grupo y capacitarlo mejor para enfrentarse a un medio hostil.

"Podríamos decir más cosas sobre si el ateísmo te hace malo (teorías aparte, los datos en cualquier caso no lo apoyan)"

Depende. El ateísmo es una concepción cultural extraordinariamente novedosa que jamás hubiera podido llegar a existir sin el largo proceso cultural que, entre otras cosas, llevó a la concepción del Dios único, todopoderoso y benevolente. Sin Dios, jamás hubieran podido existir ateos. Por lo demás, ideologías ateas como la nazi y el marxismo han dado lugar a atrocidades que en nada han sido más benignas que las hogueras de la Inquisición.

"La religión vende que hace buena a la gente, pero nuestro sentido moral es innato."

Tan innato como lo es la religión. No se ha encontrado grupo humano alguno que no tenga religión. El ateísmo humanista, tan necesario, solo ha podido existir y prosperar en culturas que han pasado por una larga evolución cultural y religiosa (sobre todo, la característica del cristianismo reformado).

idea21 dijo...

"Lo mismo que a nosotros nos resultan repelentes las heces pero a las moscas les atrae, lo mismo podría haber ocurrido con la prohibición de matar o con cualquier otra norma moral."

Esto es la religión. Se trata de un "truco" de la psicología social que permite que las prohibiciones morales se interioricen y actúen como un instinto. El concepto de "sagrado" se relaciona precisamente con el sentido innato del asco. De la misma forma que nos repugnan los excrementos a muchas personas les repugna la blasfemia y el pecado. En "Alcohólicos Anónimos" mucha gente logra interiorizar el asco a las bebidas alcohólicas, las rechazan instintivamente -como si fueran un "pecado"-... y quedan libres de la adicción. Lo mismo se puede hacer con cualquier preferencia, incluidas las de tipo moral. Para que el "truco" surta efecto se utilizan todo tipo de recursos: adoctrinamiento, rituales, aprendizaje observacional, simbología mítica, etc y etc.


"intentos como los de Kant u otros filósofos de que la moralidad se puede deducir a partir de la nada por pura deducción lógica no tienen ningún sentido."

Kant no era estúpido. Sabía perfectamente que existe una naturaleza humana. Lo que proponía era una deducción lógica a partir de una comprensión inteligente de la naturaleza humana, es decir, de los instintos morales.

"Stewart-Williams reconoce que nuestras decisiones están influenciadas por nuestra naturaleza evolucionada y que nuestros códigos éticos nunca pueden trascender o escapar de estos orígenes evolucionistas."

Es suficiente. Sabemos, no porque nos lo diga la ciencia, sino porque nos lo dice nuestra propia experiencia vital y cultural, que en nosotros existen instintos de benevolencia, altruismo, afección y cooperación. El utilitarismo no lleva a nada si lo separamos de la propia experiencia emocional. Tenemos que construir conscientemente un entorno cultural -con "religión", si hace falta y es posible- que fomente nuestros instintos más benevolentes, cosa que sabemos que solo es posible si su ejercicio es gratificante. La evolución de la civilización apunta en esa dirección y todavía no hemos llegado a la lógica meta. Ni nunca llegaremos, naturalmente, si somos conformistas y estamos atados a los convencionalismos de la cultura actual...

http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2015/09/darwin-dios-y-el-sentido-de-la-vida.html

Alicia Loureiro dijo...

No sé qué fallo me ha dado el asunto, pero había intentado escribir un comentario y se ha quedado en tierra (o nube) de nadie...
Bueno, que resumo ;)... Me ha encantado la entrada, la verdad, pero hay cosas que me cuesta trabajo ver... De entrada en las religiones, que nos venden como garantes de la moral no sé yo qué decir... La que más me ha tocado conocer (sin haberle encontrado feeling en absoluto), es decir, la católica, tiene unos textos básicos en los que las normas morales cotidianas e interiorizadas para la gran mayoría de la población se difuminan. El antiguo testamento (compartido por varias religiones monoteístas, y que tengo que reconocer que sólo he leído parcialmente -son disuasorias las genealogías-) está plagado de historias de sangre, incestos, mutilaciones genitales -masculinas y femeninas-, de ojo por ojo, de "he oído una voz que me llama a hacer un sacrificio ritual con uno de mis hijos", despelleje de herejes y demás... Luego ya interpretamos y entonces la cosa se pone aún más oscura (interpretamos según la moralidad de cada época y contexto social y así hacemos varias ramas parecidas, con sus diferencias idiosincrásicas)... Eso sí, las religiones como control de la población una vez que le hemos pasado el cedazo, parece que nunca han tenido rival.
Y de Stewart-Williams, quizás lo que me gustaría saber es hasta dónde se plantea los dilemas (los de andar por casa, no grandes dilemas morales), es decir, lo que aumenta la felicidad de unos no en pocas ocasiones disminuye la de otros, con las dudas, ambivalencia y dificultad para tomar decisiones que esto genera... Vamos, que la mayor parte de los mortales creo que asumimos que no actuamos siempre bien (ni de lejos) y a estas alturas de capítulo me valen muchas cosas, siempre que uno esté dispuesto a asumir las consecuencias de los charcos a los que salta.
No sé yo si estoy de acuerdo del todo tampoco con esa visión nihilista final. Es verdad que somos insignificantes, que la moralidad es la forma de ordenación de unos intereses como grupo, pero en realidad sí dejamos una huella (muy poco duradera, eso sí, pero suficiente para vivir cómodamente -que es en lo que estamos-) en lo interpersonal, que es un motor brutal, como animales que somos.
Muchas gracias por la entrada, francamente interesante...

Unknown dijo...

Hola. buen contenidos gracias?

¡Es un buen sitio web!

idea21 dijo...

"lo que aumenta la felicidad de unos no en pocas ocasiones disminuye la de otros, con las dudas, ambivalencia y dificultad para tomar decisiones que esto genera... Vamos, que la mayor parte de los mortales creo que asumimos que no actuamos siempre bien (ni de lejos)"

A la sociedad -la cultura- le corresponde crear controles a nuestras tendencias egoístas. Las costumbres, las creencias interiorizadas son las que nos ponen los límites a los abusos que siempre nos sentimos impulsados a cometer. Si la satisfacción por obtener diversos bienes es más atractiva que el control a no obtenerlos por ser de tipo inmoral (sea por el castigo o por la vergüenza, el sentimiento de culpa o cualquier otra circunstancia) entonces haremos el mal (perjuicio al bien común). Se pueden poner numerosos ejemplos de cambios en las costumbres, como el que antes la gente hiciera chistes sobre los homosexuales o los tartamudos, que satisfacían a quienes los hacían y herían a quienes eran objeto de mofa.

idea21 dijo...

"lo que aumenta la felicidad de unos no en pocas ocasiones disminuye la de otros, con las dudas, ambivalencia y dificultad para tomar decisiones que esto genera... Vamos, que la mayor parte de los mortales creo que asumimos que no actuamos siempre bien (ni de lejos)"

A la sociedad -la cultura- le corresponde crear controles a nuestras tendencias egoístas. Las costumbres, las creencias interiorizadas son las que nos ponen los límites a los abusos que siempre nos sentimos impulsados a cometer. Si la satisfacción por obtener diversos bienes es más atractiva que el control a no obtenerlos por ser de tipo inmoral (sea por el castigo o por la vergüenza, el sentimiento de culpa o cualquier otra circunstancia) entonces haremos el mal (perjuicio al bien común). Se pueden poner numerosos ejemplos de cambios en las costumbres, como el que antes la gente hiciera chistes sobre los homosexuales o los tartamudos, que satisfacían a quienes los hacían y herían a quienes eran objeto de mofa.

Rober dijo...

Sobre lo que dice idea21, podemos relaciones las conceptualizaciones del psicoanalisis sobre el control cultural a las tendencias egoistas. En totem y tabu, freud decia que la cultura justamente tenia la funcion de poner un limite o regular las tendencias sexuales y la violencia. Sobre los chistes, si bien hoy no es politicamente correcto, ese tipo de chistes se siguen haciendo. Los chistes permiten canalizar y traspazar los limites morales, para poder ser violento pero de un modo socialmente aceptado. Me tomo el atrevimiento de citar algo de Freud, aunque se que es una pagina de psicologia evolutiva. Alguien podria pensar que hacer chistes con personas discapacitadas es de muy mala persona, sin embargo hay miles, de los mas sutiles a los mas siniestros. Me gustaria saber como se explica el humor, el chiste, desde una perspectiva evolucionista, una idea para el autor en otra entrada. saludos

idea21 dijo...

"Sobre los chistes, si bien hoy no es politicamente correcto, ese tipo de chistes se siguen haciendo."

Claro que se siguen haciendo, y se sigue abusando de mujeres y cometiendo fraude fiscal; la evolución no funciona por real decreto, lo que marca son tendencias irreversibles.

Unknown dijo...

Buenos días! "a la sociedad -la cultura- le corresponde crear controles a nuestras tendencias egoístas". Lo matizaría. Lo cultural pone controles a nuestras tendencias viscerales (que no tiene una connotación negativa, a veces pone límites hasta a lo bueno - creatividad, expresividad...-). Y lo cultural varía, adaptándose nuevas normas, que no suponen grandes cambios en el funcionamiento. A eso me refiero con los dilemas de andar por casa. No hablo de normas sociales globales, de limitar una conducta perniciosa para el grupo, hablo de elecciones normales y adaptativas. Hablas de los chistes, bien traído. El humor es indispensable, podemos reírnos de todo, no me parece bien tratar de limitarlo. La ofensa está en el que escucha e interpreta. He oído chistes muy bestias, terriblemente ofensivos, que generan el efecto contrario (de acercamiento) y sigo defendiendo el humor un poco obsceno y provocador de Ignatius Farray y similares... La cultura imperante limita cada vez más esas expresiones... ¿por limitar tendencias egoístas? No lo veo!

Unknown dijo...

Yo lo que creo
cómo científico es que hay que remitirse a los hallazgos fósiles, entenderlos, estudiarlos e intentar colocarlos en su contexto. Las evidencias son tan abrumadoras que no dejan lugar a dudar de que estamos en este mundo gracias al azar de LUCA (Last Universal Comon Ancestor) del mundo del ARN. Para más aclaración ver: https://www.montelouro.es/Evolucion_01.html



ancestro)

JoseAngel dijo...

Otra perspectiva evolucionista sobre el asunto da E. O. Wilson en un libro de título parecido 'The Meaning of Human Existence'. Aquí lo reseño (en inglés): http://vanityfea.blogspot.com.es/2015/04/the-meaning-of-human-existence-e-o.html

Anónimo dijo...

CAPÍTULO CUATRO
Los soles de Dios

la base de toda religión antigua que se remonta a los fenicios, babilonios y más allá. Era el Sol. " El clavar clavos y la circulación de sangre es todavía más simbolismo de escuela de misterios. La crucifixión de Jesús era una alegoría, un evento simbólico escrito para llevar un significado oculto. No ocurrió físicamente, sólo se supone que usted piense que sí. ¿Y qué de la resurrección física de entre los muertos por Jesús?.

 

San Pablo es citado como diciendo de este evento en su primera carta a los Corintios:

"Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes. Con eso pasamos a ser falsos testigos de Dios, pues afirmamos que Dios resucitó a Cristo, siendo así que no lo resucitó, si es cierto que los muertos no resucitan."

Corintios 15: 13-15

Dice que si Jesús no fuera levantado físicamente de entre los muertos, no hay ninguna base para la fe y la religión cristianas. Si ése es el caso, el Cristianismo está en serio problema. Antes que nada los relatos de la resurrección de los Evangelios tienen numerosas contradicciones a medida que cada uno copió la historia original de manera diferente, o la cambió a propósito. Y en segundo lugar la resurrección es todavía más simbolismo del Sol de las religiones antiguas.

 

En Persia, mucho antes del Cristianismo, tenían un ritual en el que un joven, aparentemente muerto, era restaurado a la vida. Fue llamado el Salvador y de sus sufrimientos se decía que habían asegurado la salvación de las personas. "


https://www.bibliotecapleyades.net/biggestsecret/bigsec/biggestsecretsp04.htm

La iglesia Cristiana es una farsa fundada sobre una fantasía. Si alguien requiere la confirmación de cuán fácil es para los pocos controlar a las masas, no necesitan mirar más lejos que a los miles de millones de personas que han venerado los cuentos de hadas difundidos estos pasados 2.000 años por hombres en vestidos largos. Y lo que va para el Cristianismo va para el resto de ellas, Judaísmo, Islam, Hinduismo y todo el resto.

Los Evangelios son una invención diseñada para fabricar una nueva prisión -


https://www.bibliotecapleyades.net/biggestsecret/bigsec/biggestsecretsp05.htm


Saurus dijo...

Estuve leyendo, recientemente, " El mito de la salvación", que explica, que: " La doctrina cristiana de la salvación es la contracara de la doctrina del pecado original, hasta el punto de reclamarse mutuamente: por eso se habla de “salvación del pecado”.

Tal conexión explica la dificultad que encuentra la teología para asumir como mito lo relativo al llamado “pecado original” o “caída de nuestros primeros padres”. Porque si esto se cuestionaba, parecía quedar vacía de contenido la doctrina de la salvación. Es decir, se vendría abajo toda la construcción teológica en torno a la salvación por la cruz y la misma figura de Jesús como “el Salvador”.

Sin embargo, ¿cómo podría sostenerse hoy la realidad del pecado original, de manera literal, tal como lo narra el relato bíblico? Incluso la propia teología reconoce que Adán (= “hecho de tierra”) y Eva (= “vitalidad, madre de los vivientes”) no han sido personajes históricos, sino símbolo de cada ser humano. ¿Qué homínidos habrían sido el “primer hombre” y la “primera mujer”? ¿Y qué dios sería aquel que, por desobedecerle, necesita castigar a toda la especie nacida de ellos?…

La conclusión parece evidente: tanto el “pecado original” como la “salvación” son mitos, es decir, relatos portadores de verdad que han de ser comprendidos de manera simbólica. ¿Cuál es su significado?

El pecado original es la ignorancia acerca de lo que somos. Ignorancia que nace con nuestra especie -en concreto, con la emergencia de la mente separadora- y que reduce nuestra identidad al yo, encerrándonos en una consciencia de separatividad y, en consecuencia, de soledad, ansiedad, miedo y culpa.

Si el pecado original fue (es) ignorancia, la salvación es sinónimo de comprensión de lo que somos: nuestra verdadera identidad está ya salvada, siempre lo ha estado. Lo único que necesitamos es caer en la cuenta, comprenderlo.

No hablo, por tanto, de que el yo se salve a sí mismo, como el barón de Münchhausen, que pretendía salir del pozo tirando de sus propios cabellos; ni siquiera de que haya que salvar al -hablando con rigor- inexistente yo: no se trata de salvar (perpetuar) al yo -como plantean las religiones-, sino de liberarnos de la identificación con él, al reconocer que no constituye nuestra verdadera identidad.

Es la comprensión, no un “sacrificio expiatorio”, lo que nos salva. ¿Nos salva Jesús? Ciertamente no, en el sentido en que habitualmente se ha entendido. En todo caso, nos “salva” -ilumina nuestro camino de comprensión, como tantas otras personas sabias a lo largo de la historia humana- al mostrarnos cómo vivir con acierto o sabiduría. Él vivió hasta el extremo la fidelidad al Fondo de sí mismo (“Abba”, Padre) y el amor y la entrega a los demás. " https://www.enriquemartinezlozano.com/el-mito-de-la-salvacion/

Aunque no entiendo bien ( o del todo), estos argumentos ( ¿ alguien será capaz de explicarlo mejor?) , ya leí, en otro lar, algo relacionado o parecido:" La existencia espiritual: los misterios del otro mundo, el más allá, Dios, la inmortalidad del alma... son, podríamos decir, espejismos generados por esta existencia colectiva—en cierto modo creer literalmente en Dios y en el más allá es idolatría, una confusión entre símbolos y realidad, entre las dimensiones material y espiritual... " https://vanityfea.blogspot.com/2010/11/existencias-fantasmales.html