sábado, 12 de mayo de 2018

El Paradigma de Género no explica la violencia de pareja



Sólo aquellos tan autoengañados como para pensar que su propio juicio es infalible prohibirían a otros ser expuestos a puntos de vista diferentes
- John Stuart Mill
Uno de los más patéticos -y peligrosos- signos de nuestros tiempos es el creciente número de individuos y grupos que creen que nadie puede estar en desacuerdo con ellos por una razón honesta.
-Thomas Sowell
La ciencia está convencida de que debe buscar la verdad, la religión está convencida de que ya la tiene
-Jorge Wagensberg
El Paradigma de Género

El paradigma de género es el concepto o la visión de que la violencia de pareja íntima (VPI) es perpetrada por los hombres contra las mujeres para defender el patriarcado, una estructura social jerárquica que otorga el poder a los hombres. Según los defensores de este paradigma, si queremos entender la violencia doméstica debemos entender primero que la estructura de poder de la sociedad es una en la que los hombres son política, social y económicamente dominantes sobre las mujeres. Esta estructura de poder social se refleja en las relaciones interpersonales y los hombres mal-usan el poder que tienen en sus relaciones porque han sido socializados para creer que tienen el poder de controlar a las mujeres, incluso por medios violentos. Por tanto, argumenta el feminismo, la violencia doméstica es un problema de género, de violencia de los hombres contra las mujeres. 

Su formulación inicial  está en trabajos como los de Dobash y Dobash (1979) o MacKinnon (1989) que se adhieren al punto de vista de la sociología funcional, es decir, que la VPI es un acto político para preservar el patriarcado y el poder masculino. Esta teoría, que es la que maneja el feminismo radical, tiene un origen neomarxista viendo todas las relaciones como relaciones de género y poder donde los hombres (que juegan el papel de la burguesía en la ideología marxista) tienen el poder sobre las mujeres (que juegan el papel del proletariado) y la VPI sólo tiene dos fuentes: o es abuso de los hombres para defender el poder o es violencia defensiva de las mujeres para autoprotegerse. En definitiva, los hombres son los perpetradores de la VPI y las mujeres las víctimas. Las mujeres nunca son violentas excepto en defensa propia.

Esta visión es el paradigma dominante actualmente para entender la VPI en los ámbitos de nuestra sociedad que realmente importan: prensa, universidad, sistema judicial, partidos políticos, etc. En esta entrada voy a explicar los problemas que tiene esta visión y a concluir que este paradigma es un dogma ideológico sin base científica ni poder explicativo para entender la conducta humana. Vamos a empezar por mostrar los datos que tenemos que no apoyan este paradigma.

Los Problemas del Paradigma de Género

Una primera cuestión sería que desde esta visión no está claro cómo podríamos hacer responsables a los hombres de forma individual de sus actos si la culpa la tiene el patriarcado y los hombres simplemente han sido adoctrinados y educados en él. Tampoco está clara la explicación de por qué  la mayoría de los hombres logran sustraerse a esta socialización, ya que la mayoría de los hombres no agreden a sus mujeres ni a otras personas ni consideran que a violencia contra la mujer es aceptable (Simon,2001). Pero vamos a ver algunos datos. Los voy a agrupar en varios bloques aunque, evidentemente, todos están relacionados:

1- La mayor parte de la violencia de pareja es simétrica

Aquí tocamos un tema que todavía se debate y en el que es fácil entrar en una guerra de cifras. Los datos varían mucho según la procedencia de las muestras. Cuando se usan muestras representativas de la población general y se pregunta por actos de violencia, encontramos que la violencia de pareja es recíproca y que las mujeres agreden tanto o más que los hombres (Archer,2000). La frecuencia en la población general puede llegar hasta un tercio de la población pero la gravedad de esta violencia es baja. Martin Fiebert recoge bibliografía sobre este tema y lleva ya recogidas más de 200 referencias que lo confirman, (Fiebert,2012). Un estudio reciente en 6 países europeos encuentra que la violencia bidireccional o recíproca es la más frecuente, con tasas similares de victimización y perpetración en hombres y mujeres (Costa y cols., 2015). En muestras de población general se encuentra que un 25% de la violencia es iniciada sólo por la mujer, un 25% sólo por el hombre y un 50% mutuamente (Satel, 1997). En una muestra de jóvenes de 18-28 años del National Longitudinal Study of Adolescent health de 2001 Whitaker encuentra que en el 24% de las relaciones hay algún tipo de violencia y la mitad de ella es violencia recíproca (49,7%); en la violencia que no es recíproca, las mujeres son las perpetradoras en el 70% de los casos (Whitaker, 2007)

Pero lo que también es verdad es que la violencia de los hombres tiene consecuencias más negativas que la de las mujeres en el sentido de que las mujeres resultan heridas con más frecuencia y la violencia masculina genera más miedo de la pareja, aunque los datos concretos dependen mucho de las muestras (Kar y O´Leary, 2010). Cuando en las encuestas se pregunta por delitos violentos (crime), agresiones que la gente considera como delitos, las frecuencias  cambian porque mucha gente no considera ciertas agresiones como delitos y encontramos por ejemplo en Walby  y Towers, 2018 que las mujeres son el 74% de las víctimas, y los hombres el 26% y encuentran sólo 300.000 víctimas de delitos violentos domésticos, un 0,7% de la población adulta de Inglaterra y Gales, que es donde se lleva a cabo el estudio. En este estudio, en los casos de violencia repetida grave el 80% de las víctimas son mujeres.

Aún así, la gravedad de la violencia que sufren los hombres no se puede obviar. En el estudio de Archer (2000) las mujeres resultaban heridas con más frecuencia en una proporción de 1/6 de una desviación estándar y requerían asistencia médica con mayor frecuencia en una proporción de 1/12 de una desviación estándar. En este estudio, (Weiss, 2010) las heridas significativas ocurren en un 12,6% de mujeres y un 8,5% de hombres. Las diferencias son menores también cuando se controla para tamaño y fuerza física (Felson, 1996). En el British Crime Survey, actos agresivos menores llevaron a heridas físicas en el 49% de los casos en mujeres y en un 36% cuando las víctimas eran hombres; en el caso de actos graves la diferencia fue 77% y 56%, respectivamente (Walby y Allen, 2004). Por supuesto, no se trata de una competición a ver quién es más víctima. Toda violencia contra cualquier persona debe ser combatida y todas las víctimas merecen nuestra empatía, solidaridad y esfuerzo. Aunque las mujeres resulten heridas con mayor frecuencia, los hombres también lo son (Straus, 2010) por lo que no se les debería negar protección. 

Además, no hay que pasar por alto las consecuencias negativas de la violencia de las mujeres para ellas mismas y para la familia. Si la mujer introduce la violencia en la relación está mandando el mensaje al hombre de que es una estrategia válida para resolver los problemas y éste va a responder con violencia con consecuencias probablemente más graves. Y también muy graves son las consecuencias para la familia. Los hijos e hijas de padres donde existe violencia de pareja tienen más riesgo de perpetrar ellos mismos VPI. Una madre que dé un sopapo a su marido en el transcurso  de una discusión o conflicto está mandando a sus hijos el mensaje de que la agresión es una manera de resolver conflictos.

Son de gran calidad los trabajos prospectivos que forman parte del estudio Dunedin (hay también otros), del grupo de Terrie Moffitt, que encuentran que el abuso es un proceso diádico y ambos sexos participan en él (Moffitt y cols, 2001). Algunos de sus hallazgos, aparte de que las mujeres usan la violencia por lo menos tanto como los hombres (Moffitt y cols. 1997), son que tener padres de clase alta y crecer en un hogar con los dos padres presentes se asocia a bajo riesgo posterior de VPI; que dejar la escuela, un bajo C.I. y problemas de lectura se asocia a alto riesgo de VPI; que trastornos de conducta y delincuencia a los 15 años se asocia a alto riesgo de VPI; que jóvenes que tienen un largo historial de resolver los problemas interpersonales de una manera coercitiva usarán una táctica similar posteriormente en sus relaciones de pareja; que el uso de drogas en adolescencia predice VPI posteriormente; que la perpetración de VPI y el ser víctima de VPI están altamente correlacionados (Magdol y cols, 1998), solapamiento agresor/víctima que han encontrado otros (Beckley y cols, 2017) (Barnes y Beaver, 2012) (Vaske y cols 2012); y que existe un emparejamiento selectivo (assortative mating), es decir, que chicos y chicas con trastornos de personalidad y riesgo de VPI tienden a emparejarse entre sí (Moffit y cols.,2001). Capaldi y cols.(2004) concluyen también en su estudio en jóvenes que “la agresión parece bidireccional y basada en el emparejamiento selectivo, es decir, la gente agresiva se escoge mutuamente”.

También encontraron que el 10% de la muestra Dunedin que presentó conductas antisociales desde la niñez fue el responsable del 62% de las condenas por violencia contra las mujeres a los 26 años (Moffit y cols 2002). Que la presencia de trastornos de personalidad medidos 10 años antes predicen la posterior perpetración de VPI (Ehrensaft y cols., 2006). Con respecto a las chicas en concreto, Moffit y cols. encuentran que rasgos antisociales a los 15 años predicen la elección posterior de un hombre abusivo  así como la perpetración de violencia de pareja por parte de estas chicas sobre sus parejas (aún descontando la violencia cometida por la pareja). Características como aprobación del uso de la agresión, excesivos celos y suspicacia, tendencia a experimentar emociones intensas y rápidas y pobre autocontrol predicen la perpetración de VPI, características que se encuentran también en los hombres abusadores. En un estudio prospectivo a 40 años, su grupo encuentra que la violencia en la pareja es mutua y que existe una relación entre conductas antisociales en la adolescencia y posterior VPI por lo que la prevención de la violencia de pareja debe empezar ya en la adolescencia (Lussier y cols., 2009). En conjunto, todos estos hallazgos cuestionan la visión de que la psicología y la psicopatología no importan y que todo se explica con el Patriarcado; es más, los trastornos de personalidad tienen mayor poder predictivo que el sexo. En este video Terrie Moffit explica que cuando salieron estas conclusiones por primera vez fueron rechazadas por las criminólogas feministas y que tuvieron muchas dificultades para publicar sus artículos y que después de publicados nunca les invitaron a presentar los resultados en ninguna conferencia. Y estamos hablando de una investigadora de un gran prestigio que ha recibido premios al máximo nivel en psicología y criminología.

2-Las mujeres también son perpetradoras de la violencia

Cada vez hay más evidencia de que se ha subestimado el papel de la mujer como perpetradora de la violencia de pareja. Ver artículo divulgativo en el Scientific American o en The Atlantic así como los artículos originales, (Lara Stemple,2017) (Lara Stemple,2014) basados en datos del Bureau of Justice Statistics (JBS) y del Centers for Disease Control and Prevention (CDC). En estos estudios las muestras no se refieren sólo a violencia de pareja o domestica sino a instituciones para jóvenes o cárceles y la frecuencia de perpetración de violencia por parte de las mujeres es elevada . Otras referencias: (Carney y cols 2006) (Hines y Douglas, 2009)

3- Los hombres también son víctimas

Los hombres son también víctimas. Hay también muchas referencias. Por citar algunas: Hines,2007, Perryman y Appleton 2016, (Nowinski y Bowen, 2012) (Dutton y White, 2013) (Wright, 2016) (Cook, 2009). Los hallazgos principales son que un número significativo de hombres informan ser víctimas de abuso doméstico, que los hombres son reacios a informar o denunciar este abuso, que cuando lo hacen se encuentran con barreras y estigma y que la victimización masculina está infraestudiada. Según datos de la Office for National Statistics británica entre 2012-2013 un 7% de mujeres y un 4% de hombres fueron víctimas de abuso doméstico (Wright, 2016). Como dice Hines, con respecto al reconocimiento de este hecho estamos todavía en una situación similar a la que se estaba en los años 70 del siglo pasado con respecto al reconocimiento de la violencia contra las mujeres en el matrimonio.

4- La violencia en parejas homosexuales y heterosexuales ocurre con una frecuencia similar. 

La violencia en parejas homosexuales ocurre con una frecuencia similar a la que ocurre en parejas heterosexuales. Las mujeres agreden a las mujeres en parejas lesbianas y los hombres a los hombres en parejas gay. La bibliografía en este tema es también muy clara. Por citar algunas referencias: Battered gay men: an exploration of abuse, help seeking, and why the stay (Merril y Wolfe,2014) y Shattering Illusions: same-sex domestic violence (Pam Elliott,1996).

5- Maltrato infantil

Las mujeres perpetran violencia contra los niños, incluyendo filicidio e infanticidio, con una frecuencia similar a los hombres: Filicidio, infanticidio y neonaticidio: estudio descriptivo de la situación en España entre los años 2000-2010, (Alba Company Fernandez y cols, 2015), Child Homicide perpetrators worldwide: a systematic review (Heidi Stöckl y cols. 2017).

Bien. Con esto es suficiente para poner en entredicho los presupuestos del paradigma de género en el sentido de que los hombres siempre son perpetradores de la violencia  y las mujeres las víctimas. Vamos a ver ahora si el paradigma de género puede explicar estos datos.

¿Puede el Paradigma de Género acomodar estos datos?

Los datos expuestos anteriormente cuestionan la visión de la violencia que nos presenta el paradigma de género. ¿Puede el paradigma de género acomodar estos datos? Se observan varias maneras en las que sus defensores intentan hacerlo, a mi modo de ver de forma infructuosa:

1- Argumentar que la violencia heterosexual es diferente al resto de violencias de pareja y/o domésticas. 

Un primer intento de solución que se observa sería defender que la violencia del hombre contra la mujer, la violencia heterosexual, es diferente a todas las demás y argumentar que se debe al patriarcado y a una violencia “estructural” mientras que las otras violencias se deben a la psicología humana o a otras causas. Ya he tratado este tema al hablar del feminismo y la violencia en parejas homosexuales. La violencia en parejas homosexuales y heterosexuales tiene las mismas manifestaciones y los mismos mecanismos: celos, necesidad de control de la pareja, rechazo e ira por el abandono; factores como la presencia de trastornos de personalidad o abuso de alcohol y sustancias son también similares y las razones por las que las personas permanecen en la relación también son el amor y la ilusión de que el otro miembro de la pareja va a cambiar.

Si describiéramos los casos clínicos con iniciales no hay forma de diferenciarlos. Si yo os digo que el señor P agredió a su mujer y la arrojó contra una mesa y le dijo: “antes de que me dejes te mato yo, yo decido cuándo vas a vivir o morir”, y que entonces la agredida le dijo que la relación había terminado y que recogiera sus cosas… y entonces el hombre pegó fuego a las ropas de la cama y a la casa y se marchó a tomar una copa al bar, seguro que muchos pensarías que estamos ante un ejemplo de libro de patriarcado y de violencia estructural, de socialización en que las mujeres son posesión de los hombres y que se las puede pegar si es necesario. Pero si os digo que este es un caso real y que la agresora es una mujer a su pareja lesbiana, entonces muchos cambiarían el discurso para explicar que esto no es violencia estructural…

¿Qué queremos decir con violencia estructural? ¿que es más frecuente? ¿y cómo de frecuente? ¿la violencia contra los niños es estructural?¿la violencia contra los mayores? ¿la violencia filio-paternal lo es?

2- Argumentar que todas las violencias se deben al género/sexismo/socialización

Un segundo argumento para salvar al paradigma de género sería explicar todas las violencias con el sexismo y la socialización: si lo que tenemos es un martillo pues vamos a convertir todos los problemas en clavos…El inconveniente es que hay que hacer muchos malabarismos dialécticos para convertir la violencia de hombre contra hombre, de mujer contra mujer, de mujer contra hombre, de mujeres contra niños, de niños contra padres, etc., en clavos. Y en el proceso hay que cargarse también todo lo que sabemos sobre la agresión y la violencia en otros animales y todo lo que sabemos sobre la psicología y la naturaleza humana.

Sabemos, por ejemplo, que la agresión y la violencia son anteriores a la existencia del ser humano y al patriarcado. Los celos, la vigilancia y control de la pareja o la coerción sexual no las ha inventado el patriarcado, están ya en nuestros primos mamíferos y primates: Sexual coercion in animal societies (Clutton-Brock y Parker, 1995), When Violence pays: a cost-benefit analysis of agresivo behavior in animal and humans (Georgiev y cols,2014), Sexual coerción in primates and humans: an evolutionary perspectiva on male aggression against females (Muller y Wrangham, 2009), The phylogenetic roots of human lethal violence (Jose María Gómez y cols.,2016). Como dice Marta Iglesias en este artículo, tenemos datos para pensar que la agresión es un comportamiento humano regulado por la selección sexual.

El cuadro que aparece estudiando la filogenia de la violencia lo resumen Gómez y cols: “la agresión en los mamíferos, incluyendo los humanos, tiene un componente genético con alta heredabilidad. Consecuentemente, está ampliamente reconocido que la evolución ha moldeado también la violencia humana. Desde esta perspectiva, la violencia puede verse como una estrategia adaptativa que favorece el éxito reproductivo del perpetrador en términos de parejas, estatus o recursos. Sin embargo, esto no significa que la violencia es invariable o incluso adaptativa en todas las situaciones. De hecho, dado que las condiciones bajo las que la violencia beneficia el éxito reproductivo dependen del contexto ecológico y cultural, los niveles de violencia tienden a variar entre las poblaciones humanas”.

Desde una perspectiva funcional, la agresión puede entenderse como la expresión de una competición. Los miembros de una misma especie compiten por una serie de recursos como hemos comentado: parejas, comida, territorio…y la mayoría de las veces no utilizan la agresión porque la agresión tiene un coste elevado y los organismos tienden a utilizar la estrategia con la relación beneficio/coste más alta. Pero, como decimos, es evidente que las personas no tienen los mismos intereses: los padres no tienen los mismos intereses que los hijos y los dos miembros de una pareja no tienen tampoco los mismo intereses. La convivencia humana implica conflicto, diferencias en cuanto a la frecuencia del sexo, en cuanto a dónde ir de vacaciones, en qué gastar el dinero, etc. Y en el contexto de ese conflicto de intereses, un miembro de la pareja puede recurrir a la violencia. En que recurra a ella influyen muchos factores, que van desde su C.I. hasta traumas infantiles, psicopatología, factores genéticos y también, por supuesto, factores culturales.

Hay un recurso muy importante para unos animales ultrasociales como somos los humanos: la conducta de los demás. La conducta de los demás es un recurso como el agua, la comida o el territorio. Gran parte de nuestra actividad y conducta va dirigida a manipular a los demás para que su conducta favorezca nuestros intereses. En el mundo social en el que nos movemos los humanos esto es esencial. Y cuando nuestros hijos o pareja no muestran la conducta que necesitamos o esperamos existe el riesgo de recurrir  a la violencia, a la agresión, para conseguir que cambien de conducta.

Ignorar la psicología y la naturaleza humana y considerar que los seres humanos somos tablas rasas sobre las que escribe la socialización es algo que no sostiene la ciencia actual. Entre otras cosas, implicaría asumir que toda esa herencia filogenética habría desaparecido de forma misteriosa y los seres humanos habrían vivido en un mundo feliz hasta que nuestra maravillosa cultura, única en el Universo, va y vuelve a reinventar lo que ya estaba inventado en nuestros primos primates: la violencia y la agresión.

3- Argumentar que no es una cuestión de género sino de poder

Hay una tercera posibilidad. En boca de Pam Elliott (Elliott,1996) : “El fenómeno de la violencia doméstica intrasexual ilustra que la intimidación rutinaria, intencional, por medio de actos abusivos y palabras no es un asunto de género, sino de poder”. Bien, a continuación hablo del poder, pero esto implica abandonar ya el paradigma de género. Si la violencia de pareja no es un asunto de género pues pasemos a llamarla “violencia de poder” en vez de la denominación más habitual de violencia de género.

¿Pero es realmente una cuestión de poder? ¿A qué tipo de poder nos referimos, económico, físico, psicológico…? El poder es multidimensional. Porque si un hombre como Harvey Weinstein usa el poder estaría confirmando este argumento -en realidad se suele encontrar una relación inversa entre VPI e ingresos y nivel educativo, Gage y Hutchinson, 2006- pero si, como ocurre muchas veces, los hombres (o mujeres) que perpetran VPI son los que tienen menos poder (Babcock y cols, 1993) se suele explicar entonces como que utilizan la violencia para compensar su falta de poder y recursos…o se habla de deseo de poder. Es decir, que tanto el poder como la falta del mismo sirven para explicar la violencia, lo cual suena un poco a la estrategia: “cara yo gano, cruz tú pierdes”. Pero es que en el fondo decir que la violencia se debe a un desequilibrio de poder es una pseudoexplicación, una tautología: el que ejerce la violencia es porque puede pegar, por lo tanto es evidente que la violencia existe porque alguien puede ser violento contra otro. Esto explica desde la violencia de un león sobre otro león hasta la de una cuidadora a una persona con demencia, la de un hijo a su padre más débil, la de una madre a su niño recién nacido, la de un compañero de trabajo sobre otro o la del dueño a su mascota. Pero si entendemos la agresión como un mecanismo adaptativo psicológico, entenderemos que los que usan muchas veces la agresión para conseguir sus objetivos son las personas con menos poder y recursos, las que no tienen otras vías y entonces, por ejemplo ante el miedo a ser abandonados, recurren a la fuerza para intentar retener a su pareja.

La conclusión de este apartado es que los argumentos para conseguir que el paradigma de género dé cuenta de los datos que tenemos sobre la violencia de pareja y doméstica no funcionan. La primera vía era decir que la violencia heterosexual se debe al patriarcado y las otras a la psicología humana. La segunda vía es defender que todo se debe al patriarcado y nada a la psicología y naturaleza humana. Y la tercera vía es recurrir al poder.

Pero quiero añadir algo más. Los defensores del paradigma de género son conscientes de estas deficiencias lógicas. No es casualidad que no tengamos datos oficiales acerca de las violencias que no encajan con el paradigma de género: datos de violencia de mujeres contra hombres, de violencia en parejas homosexuales, de violencia contra los niños. Creo que no es casualidad que las ausencias de datos vayan todas en la misma dirección (invisibilizar a las mujeres como perpetradoras y a los hombres como víctimas) y los datos que se airean sean los que refuerzan el paradigma. 


La realidad científica sobre la violencia de pareja

Frente a la concepción del paradigma de género de que la VPI no es un problema psicológico, hay que decir que la realidad es que se trata de un problema multifactorial donde entran factores genéticos, experienciales, psicológicos y también sociales y culturales. La violencia es un problema humano (y animal), no un problema de género.

Algunos de los factores que se han implicado en la VPI son: 

  • factores genéticos, hay predisposiciones genéticas a verse envuelto en relaciones agresivas (Hines y Saudino, 2004), (Barnes y cols., 2012). La influencia genética es probabilística, no determinista, es decir, la manipulación del ambiente puede prevenir la expresión completa de cualquier predisposición genética.
  • Educación secundaria, alta clase social y matrimonio formal son factores protectores frente a la VPI, según el estudio en varios países de la ONU (Abramsky y cols., 2011)
  • Según este mismo estudio, el abuso de alcohol, edad más joven, actitudes que apoyan el golpear a la mujer, experimentar maltrato y abuso infantil, crecer en un hogar donde ocurre VPI y ejercer otras formas de violencia de adulto aumentan el riesgo de VPI (Abramsky y cols, 2011).
  • Unos bajos ingresos familiares se asocian a aumento de riesgo de VPI tanto para hombres como para mujeres (Ahmadabadi y cols., 2017). La pobreza aumenta el riesgo de violencia familiar, tanto de maltrato infantil como de violencia de pareja (Maurer,2015) (Jewkes, 2002)
  • Traumatismos craneoencefálicos,  trastornos de personalidad, sobre todo el antisocial y el borderline (Chester y DeWall, 2017) y la depresión (Dutton y Karakanta, 2013).
  • Estudios citados aquí (Sherman y cols, 2018) encuentran que el mejor predictor disponible de homicidio doméstico es la anterior conducta suicida del agresor (intentos, amenazas, ideación o auto lesiones).(Bridger y cols, 2017) La depresión y la ideación suicida son especialmente importantes en el tipo de homicidio de pareja que se caracteriza por homicidio seguido de suicidio.
  • Problemas de apego. Si las necesidades de apego del niño/a no se ven satisfechas, por ejemplo por la existencia de abusos o maltrato infantil, se pueden producir trastornos en los patrones de apego en las relaciones de adulto. Varios investigadores han encontrado una correlación entre estos trastornos del apego y VPI y se cree que el mediador pueden ser los trastornos de personalidad. Es decir, la secuencia podría ser: maltrato infantil > patrones de apego inestable> trastornos de personalidad borderline/dependiente> VPI (Mauricio y cols, 2007) (Ali y Neylor,2013) (Holtzworth-Munroe y cols., 1997) (Henderson y cols, 2005) (Bartholomew y cols, 2000)  (Bartholomew y Allison, 2006)
  • Factores culturales: sociedades que aprueban la dominación y el uso de la fuerza sobre las mujeres tienen más violencia de pareja y hombres con ideas que denigran el estatus social de las mujeres es más probable que las maltraten (Jewkes, 2002)

Con esto es suficiente para llegar a la conclusión de que es absurdo dejar a la psicología humana fuera de la explicación para entender la VPI. Como decía más arriba, la vida es conflicto y las personas tienen conflictos de intereses. Los intereses del marido no coinciden al 100% con los de su esposa ni los intereses de un padre coinciden por completo con los de sus hijos. Toda persona (sea del sexo, orientación o identidad sexual que sea) quiere controlar a su pareja, tiene celos de su pareja, tiene diferencias de intereses con ella y tienen conflictos por muchas cosas de forma continua. Algunas personas (de todo sexo, orientación e identidad) recurren a la agresión para intentar conseguir sacar adelante sus intereses y objetivos y controlar ese recurso tras importante que es la conducta de los demás. En que hagan esto influyen muchos factores, que van desde su C.I. hasta traumas infantiles, psicopatología, factores genéticos y también, por supuesto, factores culturales, sociales y económicos.

Podemos explicar sin el Patriarcado que una persona (de cualquier sexo/orientación/identidad sexual) que está enamorada de su pareja y a la que ésta le dice que la va a abandonar, tenga reacciones de suplicar, de pedirle que no la abandone, de mandarle mensajes, de acosarla e incluso, en determinados casos y dependiendo de la personalidad y otras circunstancias referidas antes, que recurra a la violencia para intentar conservar a esa pareja. Y lo entendemos porque se ponen en marcha mecanismos psicológicos que todos tenemos: el sufrimiento por el abandono y el rechazo, el amor, los celos, etc. Ocurren en niños pequeños cuando su madre se separa de ellos y lloran gritan y patalean para que vuelva (antes de ser socializados). Y estos mismos comportamientos los vemos en otros primates y mamíferos. No necesitamos el Patriarcado para explicar esto. De la misma manera, podemos entender que una persona con un Trastorno Borderline de Personalidad (altamente relacionado con la violencia de pareja), que tiene dificultad en el control de impulsos y que es muy inestable emocionalmente, y que consume alcohol y drogas con frecuencia, puede tener un día una discusión con su pareja y puede perder el control y reaccionar con agresividad (que nadie confunda explicar o entender con justificar moralmente, ninguna violencia ni de pareja ni de otro tipo está justificada: ver Armenti y Babcock, 2018 para conocer su hipersensibilidad al rechazo y sus reacciones de ira). No necesitamos tampoco el Patriarcado para explicarlo. Para entender esto nos basta la naturaleza humana y la psicología humana, cosas que no ha inventado el Patriarcado, sino que son previas y las ha diseñado la selección natural. La literatura psicológica demuestra claramente que la convivencia íntima genera estados emocionales, como ansiedad e ira, que pueden dar lugar a abuso, sobre todo si existen trastornos de personalidad, y esto ocurre independientemente del sexo. En palabras de Naomi Eisenberger y cols.: “hay algo en la exclusión por parte de los demás que es percibido como perjudicial para nuestra supervivencia, como algo que físicamente duele y nuestro cuerpo sabe esto automáticamente…Puedes imaginar que esta parte del cerebro está activa cada vez que somos separados de nuestros compañeros más cercanos. Estaría desde luego activa cuando experimentamos una pérdida (tal como la muerte o el final de una relación)”(Eisenberger y cols., 2003)

Esto no quiere decir que los factores culturales no tenga también su importancia y debamos incluirlos en la explicación de la VPI. Una determinada cultura que denigre a las mujeres, que admita el uso de la violencia contra ellas como algo normal, etc. por supuesto que va a ser un factor que agravará el riesgo y la frecuencia de presentación de la VPI. Pero lo que no podemos es reducir todo a este factor. Una visión más razonable es la que podemos ver en la figura.



¿Por qué es el paradigma de género el dominante en nuestra sociedad?

Para finalizar una cuestión importante. Si el paradigma de género tiene tan poca base científica, ¿entonces por qué es el modelo hegemónico desde hace por lo menos 30 años? Hay varias posibles explicaciones:

1- Razones morales

Creo que una probable explicación es que fueron las feministas de los años 60 y 70 del siglo pasado las que llamaron la atención y cambiaron la concepción de la sociedad sobre la violencia contra las mujeres, una violencia que ha sido ignorada durante siglos, y todavía lo es en muchos lugares del mundo. Esto les ha colocado en una posición de superioridad moral y se confunde criticar la posición científica del feminismo en el tema de la VPI con criticar su posición moral. También esta historia previa innegable otorga el papel de víctima a las mujeres lo cual confiere un mayor estatus moral. Pero creo que es fundamental separar ciencia y moral. Considero que la batalla moral esta ganada, todo el mundo admite -salvo excepciones- que todo tipo de violencia contra mujeres u hombres, hijos o padres, y también fuera del ámbito doméstico, es absolutamente condenable desde el punto de vista moral y que tenemos que hacer todos los esfuerzos por conseguir una sociedad donde esa violencia no tenga cabida. En esta condena moral no hay vuelta atrás.

Una segunda razón, unida a lo anterior, es probablemente el miedo a  que reconocer que la violencia es simétrica y que los hombres también son víctimas pueda suponer un retroceso en las medidas o en los fondos económicos dedicados a combatir la violencia contra las mujeres (hogares, ayudas económicas, etc.). También puede existir incluso el miedo a que los estudios científicos sobre que la violencia es simétrica (y que las mujeres también son perpetradoras y los hombres víctimas) puedan aportar munición a ciertos grupos políticamente retrógrados que defienden falsamente que la agresión contra las mujeres no es un problema. Creo que este planteamiento es comprensible pero erróneo. La empatía y la solidaridad con las víctimas no es un recurso finito. De la misma manera que reconocer que los niños son víctimas de violencia y que hay que tomar medidas contra el maltrato infantil es una necesidad y un campo en el que la sociedad debe aumentar sus esfuerzos, también lo es reconocer que muchos hombres son víctimas y necesitan ayuda y muchas mujeres son perpetradoras y también la necesitan para abandonar la violencia.

Imaginemos, como la crítica al paradigma de género plantea, que el feminismo está equivocado al explicar la violencia de pareja sólo por el paradigma de género y supongamos que factores de la psicología, la biología y la naturaleza humana son importantes. Nada de eso cambia la naturaleza moral, condenable e inadmisible de la violencia contra cualquier persona (sea del sexo, orientación o identidad sexual que sea) por parte de su pareja, familiar o extraño. Sea el “machismo” la causa o no lo sea, eso no cambia absolutamente ni una coma el objetivo común de disminuir todo lo posible todo tipo de violencia. El feminismo no tiene ninguna necesidad de comprometerse con una teoría o ideología porque corre el riesgo de perder credibilidad si esa teoría o ideología se demuestra errónea. Todos los conocimientos científicos que podamos obtener serán ayudas en la consecución de ese objetivo y nunca un obstáculo. Cuanto mejor conozcamos el origen y el funcionamiento de la agresión y violencia humana en mejores condiciones estaremos para combatirla.

El feminismo tiene una autoridad moral, como decía, pero la ciencia no la deben hacer las autoridades morales a no ser que queramos volver a los tiempos de Galileo. La Iglesia estaba equivocada y lo acabó reconociendo siglos después. El feminismo tampoco tiene por qué comprometerse necesariamente con una teoría o una ideología o con un tipo de terapia concreto y tampoco tiene por qué prefijar lo que los investigadores de la agresión la violencia humana tienen que encontrar. Que deje ese trabajo a los científicos para que podamos conocer de la mejor manera posible la agresión y la violencia humana y así tener las mejores herramientas para combatirlas.

2- Instintos coalicionales. 

Es un error y un desastre politizar la ciencia. Los seres humanos tenemos unos fuertes instintos de mantener y defender las coaliciones (los grupos) a los que pertenecemos (John Tooby los llama instintos coalicionales). En los tiempos ancestrales el ser humano que no tuviera una coalición estaba desnudo y a expensas de los que sí formaron coaliciones. Por eso somos descendientes de los humanos que tuvieron fuertes instintos de coalición. Por ello, formar coaliciones alrededor de temas científicos es un desastre. Y lo es porque enfrenta dos instintos básicos del ser humano: el de buscar la verdad y el de no traicionar al grupo, el de ser un buen miembro de una coalición. Si moralizamos una cuestión científica el proceso científico está herido de muerte porque nadie quiere ser un traidor a su grupo y si publicar ciertos datos va a causar un daño al grupo, la mayoría de científicos e investigadores lo van a evitar. En la mayoría de personas pesa más el instinto de defender su grupo que la búsqueda de la verdad y esto puede dar lugar a comportamientos científicos poco éticos que a continuación describo. 

3-Falta de ética

Las dos explicaciones anteriores han dado lugar a comportamientos de mala práctica científica (pero realizados con la convicción de que era lo moralmente correcto) que han ayudado y ayudan a la perpetuación del paradigma de género. Los defensores del paradigma de género han utilizado -y utilizan- un arsenal de medidas absolutamente condenables para impedir el avance científico en este campo. Algunas son las siguientes:

  • Amenazar y atacar personalmente a investigadores que han defendido paradigmas alternativos como el modelo de violencia familiar, como se hizo con Murray Straus o Susan Steinmetz. También se ha amenazado a investigadores de que si se metían en este campo no iban a conseguir puestos en la universidad.
  • Ocultar la evidencia de que la violencia es simétrica y que las mujeres también son perpetradoras y los hombres víctimas
  • Evitar que se consigan datos sobre que las mujeres son perpetradoras de la violencia negando la concesión de becas para estudios que investiguen la violencia femenina, por ejemplo.
  • Bloquear la publicación de estudios al respecto, como comentaba Terrie Moffitt en el vídeo que citaba más arriba
  • Afirmar en los estudios sobre VPI conclusiones que contradicen los propios datos del estudio. Es decir, en muchos estudios uno mira las tablas y ve que la violencia es simétrica pero los autores en los conclusiones hablan solo de la violencia ejercida por el hombre. Hay ejemplos en (Straus 2010).
  • Ofrecer en los medios de comunicación una visión sesgada dando publicidad a la violencia que encaja con el paradigma de género (la masculina) y ocultando la violencia ejercida por la mujer.
  • Ocultar, como he dicho más arriba, desde instancias oficiales toda la violencia que no encaja con la del paradigma de género, evitando recoger datos sobre la misma para invisibilizarla: la violencia ejercida por la mujer contra el hombre o contra los niños, la violencia en parejas homosexuales, etc.

Conclusiones y perspectivas futuras

El paradigma de género debe ser abandonado. Su función original fue generar cambio social en una dirección que corrigiera el desequilibrio contra las mujeres. El resultado, sin embargo, ha sido desinformar las políticas sociales así como a jueces, policías, etc., ocultar datos que le contradicen y desorientar las medidas terapéuticas para cambiar la conducta de los perpetradores de VPI. Sorprenderá saber que en algunos estados de los EEUU como Georgia, Oregon o Alabama han estado prohibidas terapias como la de pareja o de familia, el tratamiento de adicciones, de la psicopatología o intervenciones psicodinámicas en el caso de los abusadores (Dutton, 2006 pp296-298). El paradigma de género es un modelo simplista que no refleja la complejidad de la mente humana y que nos obliga a tirar a la basura conocimientos sólidos sobre la psicología humana.

No hay ninguna duda de que las mujeres han sufrido una historia de maltrato amparado por instituciones legales y religiosas y que incluso se les ha culpado de esa violencia ejercida sobre ellas. En respuesta a esta historia de opresión, el péndulo ha girado hacia una posición igualmente simplista de considerar que todo es culpa de los hombres. La posición actual y mayoritaria en nuestra sociedad es que la violencia no es una solución válida para resolver problemas independientemente del sexo, edad, orientación o identidad sexual de la persona que la ejerza. Existe una gran evidencia de que tanto hombres como mujeres ejercen violencia y nuestros modelos tienen que incorporar esos datos y buscar soluciones para todas las personas implicadas en la violencia de pareja y familiar. Queda mucho todavía por hacer para prevenir la violencia contra hombres, mujeres y niños. Dejemos a los científicos que estudien y debatan en libertad las causas y soluciones de la violencia humana y dejemos de lado los dogmas que fijan de antemano lo que deben encontrar. Toda la sociedad saldrá ganando empezando por las víctimas.


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28 comentarios:

Paco traver dijo...

Muy buen articulo y muy completo, pero se trata de una verdad que se enfrenta a la falacia moralista, es decir una verdad que al considerarse injusta no se tiene en cuenta, es un repudio freudiano, una "verleugnung". Un ejemplo de como las creencias pueden ser sometidas (pervertidas) por los discursos hegemónicos dictados por las ingenierias sociales.

anita dijo...

Es justo y necesario plantear explicaciones a la violencia que sean alternativas a la del patriarcado, ya que ésta no se basa en estudios replicables y son estudios que tienen muchas limitaciones por las muestras que utilizan. Practicamente es la única opción explicativa que te ofrecen en cursos universitarios y postgrado. Es muy difícil encontrar literatura o investigaciones que vayan en otras direcciones, es como si no interesara...

Anónimo dijo...

El mito del patriarcado, es la izquierda de Engels estafando. Y dice que el sistema, privilegia hombres y oprime mujeres... Veamos.

Cada derecho del hombre, lo tiene la mujer. Pero nos quitan la presunción de inocencia, se re-instauro la basura del delito de autor, no hay refugios de violencia doméstica, somos mayoría en indigencia, asesinatos, accidentes laborales, suicidios, pérdida de tenencia de los hijos, y las mujeres tienen privilegios:
- Menor condena, por el mismo delito que un hombre.
- Se jubilan antes, aunque viven más.
- Cuotas de género en la mitad de puestos, pero solo en trabajos cómodos y bien pagos. Y la otra mitad, es para hombres y mujeres.
- En escuelas tratan a chicos, como "chicas inferiores". Christina Sommers (feminista de equidad), lo denuncia en su libro "La guerra contra los chicos". Resumen: www .youtube. com/watch?v=VcwUjQClJUo
- Mayoría de fondos para el cáncer de mama, aunque el de próstata es más frecuente, y puede prevenirse. (Mientras: tomen té verde ^_^ b)

Más mentiras feministas:
- Brecha salarial: no tiene recibos de sueldo, ni denuncia en el mundo. Sus "cifras oficiales" suman sueldos, sin contar "horas trabajadas" ni "productividad". Y si se pagara menos a mujeres, solo trabajarían ellas. Eso lleva a otro punto...
- "Ellas están poco representadas en cargos jerárquicos". Asume que: un gobierno DE hombres, es PARA hombres. Y que ambos sexos estamos en guerra... Es una frase muy maliciosa.
- Modelo Duluth: los refugios son para mujeres, porque esta mafia acapara los fondos, asumiendo siempre al hombre culpable, y a la mujer victima... De ahí que sin peritos, se llame cada ataque de hombre a mujer, como "violencia de género": misma estafa que la "violencia racista", conque el KKK acusaba a negros.
- Cultura de violación: es un delirio. Siendo un crimen repudiado, sobre todo contra mujeres. Y (dicho por un policia www .youtube. com/watch?v=KpsPZA387wA) averiguar la ropa de la victima, no es "culparla de provocar", sino crear un perfil del criminal para arrestarlo... La ignorancia es atrevida.
- Ideología de género: mentira anti-científica, de que la biología no afecta a las actitudes, sino que todo es social. Es otra estafa, que normaliza trastornos... Incluyendo los "trans-edad": más conocidos como "pederastas".
- Roles tradicionales: vidas de hombres desechables, en servicio a mujeres y niños, es retorcido como "opresión a mujeres"... Incluso ahora, con más derechos laborales, casi todas ellas evitan el riesgo.
- Interseccionalidad: etiquetar a grupos, ignorando la historia. Ej: toda raza esclavizo a otras, pero se nombra a blancos, como opresores de negros.
- "Justicia" social: después de la mentira interseccional, sigue la mente de colmena. Culpando a un grupo, por acciones de minorías. Faltando al 2º artículo de los DDHH, y siendo la base, de sus caprichos tiranos. "La única justicia es individual, todo lo demás, es injusticia" - Ben Shapiro
- Y para sostener el mito del patriarcado, se usa el lavado de cerebro Nazi: varonesunidos. com/misandria/los-11-principios-de-propaganda-nazi-y-como-el-feminismo-los-utiliza-para-incitar-al-odio-contra-los-hombres/

Para arreglarlo, recomiendo:
- Saber los pasos del Método Científico: para ser lógicos, y detectar falacias
- Conocerse a sí mismos/as: para ver rápido ¿Que asume, el criterio del otro?
- Denunciar a Ministerios de Educación, que impongan la farsa de género en escuelas (Marchas por la familia: "Con mis hijos no te metas", "Queremos biología, no ideología")
- Recordar las ventajas del capitalismo/libre mercado. Entre otras: confía en el individuo, y fomenta el trabajo.

"La verdadera equidad no llegara, hasta que las mujeres sean tratadas como adultos, y los hombres, como seres humanos".

González dijo...

Muchas gracias por el artículo. A partir de ahora se convertirá en una de mis principales referencias a lo hora de hablar de este tema. Gran trabajo.

idea21 dijo...

"la VPI sólo tiene dos fuentes: o es abuso de los hombres para defender el poder o es violencia defensiva de las mujeres para autoprotegerse. En definitiva, los hombres son los perpetradores de la VPI y las mujeres las víctimas. Las mujeres nunca son violentas excepto en defensa propia. Esta visión es el paradigma dominante actualmente para entender la VPI en los ámbitos de nuestra sociedad que realmente importan: prensa, universidad, sistema judicial, partidos políticos, etc."

Me parece bastante arbitrario considerar que este dogma de cierto feminismo de ciertos tiempos es el "paradigma dominante" hoy. El paradigma dominante hoy es que la violencia de todo tipo tiene todo tipo de causas y que la propensión masculina a la violencia (refrendada por la biología) es una de ellas entre otras muchas. La violencia masculina, por otra parte, ha dado lugar a ciertas elaboraciones culturales (como, por ejemplo, las bandas de "supporters" de los equipos de fútbol) que convendría erradicar.

Anónimo dijo...

Este es uno de los artículos sobre el tema de la violencia de género y la violencia de la pareja más impresionantes y completos que he visto nunca.

Es mentira, es "le más".

Mi más sincera enhorabuena.

Anónimo dijo...

Si ese no fuera el paradigma dominante, no me explico cómo podría existir una cosa como la vigente "Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género", en cuyo preámbulo se puede leer:

"La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.
(…)
La Organización de Naciones Unidas en la IV Conferencia Mundial de 1995 reconoció ya que la violencia contra las mujeres es un obstáculo para lograr los objetivos de igualdad, desarrollo y paz y viola y menoscaba el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Además la define ampliamente como una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres. Existe ya incluso una definición técnica del síndrome de la mujer maltratada que consiste en «las agresiones sufridas por la mujer como consecuencia de los condicionantes socioculturales que actúan sobre el género masculino y femenino, situándola en una posición de subordinación al hombre y manifestadas en los tres ámbitos básicos de relación de la persona: maltrato en el seno de las relaciones de pareja, agresión sexual en la vida social y acoso en el medio laboral».
En la realidad española, las agresiones sobre las mujeres tienen una especial incidencia, existiendo hoy una mayor conciencia que en épocas anteriores sobre ésta, gracias, en buena medida, al esfuerzo realizado por las organizaciones de mujeres en su lucha contra todas las formas de violencia de género. Ya no es un «delito invisible», sino que produce un rechazo colectivo y una evidente alarma social."

No deja de ser curioso, por otra parte, que al mismo tiempo que se afirma que no se trata de "un delito invisible" y que "produce un rechazo colectivo y una evidente alarma social", se afirme también que se trata de un problema estructural de subordinación de las mujeres a los hombres. ¿Cómo es posible que ambos fenómenos, mútuamente contradictorios, se den simultáneamente?

(Athini Glaucopis)

Emilio dijo...

Vaya por delante mi admiración por tu blog y tu trabajo, que no deja de ser un oasis en este desierto de comunión ideológica que representa el género. Creo que no vas descaminado cuando recuerdas el episodio de Galileo y la Iglesia, porque efectivamente hoy el género a lo que más se asemeja es a una iglesia. Domina tantos resortes de poder que, a pesar de lo que dices en el apartado 3 relacionado con la Falta de ética y lo que de matonismo y violencia tiene perseguir al discrepante, es capaz de aparecer ante la opinión pública como la víctima de un sistema patriarcal ultradominante y violento.

El género no abandonará esa dinámica de vencer aunque no convenza y de buscar el poder a costa de lo que sea, no en vano su carácter posmoderno le recuerda que primero el poder y luego todo lo demás. Por eso no busca el mejor argumento, no pretenden resultar vencedoras en un debate real y efectivo sobre lo que deban ser las relaciones hombre-mujer, de hecho niegan el valor de la ciencia, niegan la existencia de un espacio compartido de lógica y racionalidad, niegan incluso un espacio de común humanidad y, en consecuencia, su fin último no es un cambio cultural, un cambio de civilización en el que las relaciones hombre-mujer alcancen un mayor grado de igualdad y cooperación, sino la imposición de un matriarcado en el que el Poder, los poderes los detenten las mujeres y desde ellos reeducar a los hombres. A algo de eso creo que ya estamos asistiendo.

No, el género no pretende una nueva Ilustración, no busca un sistema con división de poderes donde unos contrapesen a los otros, no busca un sistema en el que las personas con indiferencia de si son hombres o mujeres, niños o niñas, heterosexuales u homosexuales o lo que cada uno y cada una deseen ser, lo puedan hacer porque el sistema está para garantizar los derechos de las personas, de cada persona, más allá de la condición social o del género, sino que busca dar marcha atrás y volver a los tiempos de verdad única y único poder legítimo donde quien gobierna lo hace desde el autoritarismo y la imposición. No busca un sistema educativo en el que cada uno y cada una pueda alcanzar y dar lo mejor de sí, ni una sociedad donde cada cual persiga su camino, sino ejecutar unos planes en los que de antemano está determinado qué corresponde por hombre y qué por mujer.

No por casualidad sus mejores aliados los encuentra en una extrema izquierda negadora de los grandes avances de la Modernidad: democracia con división de poderes y respeto por los derechos individuales y, sin embargo, entusiasta de la ingeniería social y las guerras de identidad sea esta la nación, la clase o el género. Eso sí con abundante proliferación de máscaras para ocultar sus vergüenzas por el triste balance de las experiencias históricas hasta ahora conocidas. Incluso pretendiendo que ellos son el pueblo, la clase, el género y los únicos que verdaderamente saben lo que les interesa. Y por supuesto olvidando la pretensión burguesa y desfasada de unos derechos individuales inviolables. No por casualidad en los tiempos que corren la presunción de inocencia y los derechos y garantías jurídicas individuales están sufriendo lo mayores embates en mucho tiempo.

Anónimo dijo...

"No hay ninguna duda de que las mujeres han sufrido una historia de maltrato amparado por instituciones legales y religiosas y que incluso se les ha culpado de esa violencia ejercida sobre ellas." ¿La frase no podría ser igualmente cierta cambiando la palabra "mujeres" por la palabra "hombres"? ¿O no debemos considerar "maltrato" el que los hombres fueran (y sigan siendo) enrolados obligatoriamente para la guerra, en tanto que las mujeres pueden quedarse en sus casas? Y esto sí que es un hecho constatable a lo largo de toda la historia (y de la prehistoria), y en las más diversas latitudes. El destino de las mujeres vencidas con frecuencia ha sido la esclavitud…, pero el destino de los varones vencidos solía ser la muerte (léase el diálogo de Héctor y Andrómaca en la Ilíada). En las catástrofes el grito siempre ha sido: "las mujeres y los niños primero", y todavía hoy, cuando se dan las noticias de alguna terrible matanza, para indicar que ha sido especialmente inhumana se habla de que entre las víctimas ha habido "mujeres y niños", dejándose así bien claro que los varones adultos son muertos que merecen menos lástima que las mujeres o que los niños. En fin, el paradigma de género, con todo lo absurdo y disparatado que pueda ser ante cualquier análisis lógico, triunfa y seguirá triunfando, porque hasta los que lo critican tienen internamente asumido que las mujeres han sufrido más que los hombres, una premisa básica de ese pensamiento llamado paradójicamente "patriarcal"; y esta asunción posiblemente venga facilitada por una propensión innata (muy explicable evolutivamente) a proteger la vida de las mujeres a costa de la de los hombres.
(Athini Glaucopis)

anónimo dijo...

El paradigma de violencia de género recuerda al paradigma marxista según el cual el obrero tiene una superioridad moral sobre el burgués, motivo por el que, cuando llegue al poder, la sociedad será más justa. Solo hay que observar los hechos para comprobar la falsedad de tal afirmación. Si cambianos los términos obrero/burgués por los de mujer/hombre, no hay diferencia de planteamiento y lo mismo sucede con países pobres/países ricos. Por eso el artículo es muy correcto al analizar el problema desde el punto de vista del poder.
Es de esperar que las consecuencias de los movimientos feministas extremistas sean las mismas que en los otros casos: irracionalidad y grupos oportunistas que aprovechan la situación para acaparar poder mientras que la situación de la mayoría de mujeres no cambia.

Papito dijo...

Hola Pablo. Comparto la crítica a la acientificidad de la teoría estándar del patriarcado. Pero no a ciertos argumentos del post.
No creo que la equiparación de violencias sea un buen recurso: que haya violencia de ellas a ellos, no quita la especificidad de la misma. En Argentina por ejemplo, las muertes intergenero (hombre vs mujer) son de proporcion 4/1.La cantidad en cierta medida es calidad (o sea, agua a 100 grados es vapor) y esto necesita una adecuada prevención estadística. Si mueren mas de un lado hay que prevenir de ese lado.
Es obvio que con esto vienen "excesos" (muchas veces meras restricciones leves de derechos) contra hombres. Pero creo que se van a ir corrigiendo con el paso del tiempo, puesto que esto es muy nuevo.
No creo que sea una avanzada de un grupo ideológico unificado (feminismo radical), porque de ahi a la teoría conspiranoica es 1 cm. Son muchas veces chicas cansadas de ser manoseadas, tratadas como cosas, golpeadas, violadas o muertas. Y si, también hay aprovechadas que lucran con puestos políticos, académico, sociales. Pero es pasa siempre.
Sobre el análisis de causas: es demasiado difícil creer que el sistema cultural (un régimen ahistorico orquestado por quién vaya a saber, para someter sexualmente a mujeres) sea único factor de explicación. Pero también, la teoría de la evolución aplicada a explicar el origen, lleva argumentos infalseables, bajo el principio de justificación de estar atado a un mecanismo de adaptación (remito a Bunge para mas detalle).

O sea, soluciones no van a haber en corto plazo, porque los medios que disponemos son muy deficientes. A lo sumo, habra que pasar la nueva revolución (la feminista, con todos los cortes de cabezas que trae una revolución) y esperar que cuando las aguas calmen, se tome un rumbo serio de investigación.

Pitiklinov dijo...

Hola Athini, en esa frase me refiero al tema de la violencia de pareja, que creo que claramente fue puesto sobre la mesa por las feministas y es de justicia reconocerlo. Antes ese problema se consideraba una cuestión privada y se veía normal el usar la violencia, al igual que se veía normal otros tipos de violencia como la violencia física contra los niños.
Por supuesto que los hombres sufren otras discriminaciones y desventajas, que en esta cultura suelen ser invisibles. Un hombre que ha abordado esto con mucho rigor es el filósofo David Benatar en su libro El Segundo Sexismo, del que hice un comentario en el blog:
https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2016/07/el-segundo-sexismo.html
Saludos

idea21 dijo...

Según Pitiklinov, el paradigma aceptado es "los hombres son los perpetradores de la VPI y las mujeres las víctimas", pero lo que dice la Ley de Violencia de Género es "Se trata de una violencia [la de género] que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo". En ningún momento el paradigma dominante atribuye TODA la VIOLENCIA DE PAREJA ÍNTIMA a la violencia de género, sino solo parte de ella, propiamente, aquella dirigida a la mujer como consecuencia de la asunción cultural del supremacismo masculino contra la mujer. Éste es un fenómeno que existe, que es grave y que debe combatirse de forma pública con diversos medios, incluida la ley. El resto de formas de violencia deben ser combatido mediante los medios adecuados a cada fenómeno en sí, una vez identificado y definido.

Pitiklinov dijo...

Hola Papito,
tu argumento en relación a la cantidad tiene muchos problemas. Para empezar tenemos el problema de definir cuál es la cantidad suficiente para considerarlo digno de atención y de medidas preventivas, como dices. Por ejemplo, tú das los datos de Argentina (entiendo que un 22% de las víctimas de homicidio de pareja son hombres) pero en USA entre 1981 y 1998 los hombres negros fueron más víctimas de homicidios de pareja que las mujeres negras:
http://news.findlaw.com/hdocs/docs/cdc/cdcintpthmcd101201.pdf
En USA en general los datos dicen que los hombres son un tercio de los muertos por violencia de pareja…(un tercio, 33%, ¿requiere atención?)

Pero si ampliamos el foco resulta que en España, las mujeres víctimas de homicidio de pareja son el 15% de todos los homicidios…
https://politica.elpais.com/politica/2017/02/14/actualidad/1487070105_593613.html
¿Nos ocupamos entonces del resto de homicidios y dejamos los de pareja para otro momento?

En esa misma línea, la población homosexual pongamos que es el 5% de la población y los transexuales se habla del 0,3% (da igual para mi argumento las cifras exactas…) ¿Quiere esto decir que como son minoría nos vamos a dedicar a los derechos de las mayorías y ya trataremos sus derechos y las desventajas y discriminaciones que sufren para más adelante?
Me parece que las democracias se caracterizan por su preocupación y respeto por las minorías y si los hombres son minoría también lo merecen…

Por otro lado, hablas de los homicidios que es el caso más grave, donde es verdad que los agresores son hombres con mayor frecuencia. Pero no considero que eso justifique un tratamiento diferenciado. Es como si me dices que como los negros en USA cometen más delitos les vamos a aplicar penas más graves o un tratamiento judicial diferente. No lo veo…

Tampoco creo que a partir de frecuencias podamos deducir especificidades. En la entrada sobre la violencia en pareja homosexuales https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2018/01/el-feminismo-y-la-violencia-en-parejas.html
proponía un experimento mental. Como tú dices la violencia intergénero es la más frecuente pero si la mayoría de la población fuera homosexual la mayoría de la violencia serían intragénero y lo único que habría cambiado es la orientación sexual, no hay ninguna otra especificidad…las causas seguirían siendo los celos, el control de la pareja, etc., como comento en esta entrada sobe el homicidio de pareja en parejas homosexuales:
https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2017/01/homicidio-de-pareja-intima-homicidio-en.html

Por último, la alternativa que yo propongo no está basada en una visión evolucionista del ser humano exclusivamente, aunque por supuesto que creo que hay que tener en cuenta la evolución. La mayoría de la gente (criminólogos, psicólogos, etc.) está de acuerdo que el origen de toda violencia es multifactorial. Los autores que critican el paradigma de género, como Dutton, no son evolucionistas y Dutton dedica un apartado importante en su libro Rethinking Domestic Violence a criticar la teoría evolucionista. Su paradigma se suele llamar el paradigma de la violencia familiar. Algunas de las teoría que menciono en la entrada como la teoría del apego no es evolucionista sino de origen psicodinámico (Bowlby) pero ha recopilado datos experimentales incluso a nivel neurobiológico que la apoyan (y que encaja con cosas que dicen los evolucionistas, es verdad).

En definitiva, creo que toda persona maltratada, sea del sexo, raza, orientación o identidad sexual que sea, merece nuestro apoyo y ayuda y que hay que respetar los derechos de todas las personas independientemente del colectivo/grupo al que pertenezcan.
Saludos

Papito dijo...

Hola Pablo de nuevo. Sobre la cuestión de los negros de EUA, es medio problemático tomar como dato general una "raza" que es el 15 por ciento de la población total, y un número superior a la media de otras "razas" vive por debajo de los standares del primer mundo http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/08/140814_eeuu_desigualdad_racial_ferguson_misuri_tsb

Con lo cual, la dinámica de violencia intergenero va a tener un parámetro diferenciado de la violencia entre blancos, porque​ los estímulos para activar mecanismos de agresión (sociales, institucionales etc) podrían estar ser mas intensos.

Sobre lo de España: no creo que hay que dejar de lado un tipo de homicidio (de carácter general) para perseguir otro (de carácter especial -femicidio-). Simplemente, que a los fines de la prevención y persecución penal, se tomen indicadores que muestran que mas mujeres mueren por hombres que viceversa. Eso no quiere decir que no hay que sancionar a la mujer que mata un hombre ni ponerla como victima que se defiende de su opresor (como sostiene el feminismo antipatriarcal). Solo que, hasta que se pueda tener indices precisos de violencia (en Argentina no las hay y por eso no puedo discutir con números en la mano) no se va a poder realizar análisis de causas y efectos. Pero por mientras, dar alguna concesión preventiva a las mujeres como asilos, subvenciones etc cuando son víctimas de situaciónes que pueden terminar en muerte.
Comparto la noción de que el ocultamiento de cifras no solo impide resolver el tema, sino que también les da cuerda a las oportunistas que viven del Estado (observatorios de género, académicas etc) de sostener que esto se cambia usando lenguaje neutro, linchando a los piropeadores o rapandose para no ser del canon de belleza machista.

Sobre los homosexuales: un experimento mental que ponga en inversion proporcional a la población gay por sobre la hetero es solo una proposición abstracta. Aún ni se sabe las verdaderas causas de la homosexualidad (hay psiquiatras que aún creen que debe estar en el DSM) y si fueran mayoría no se sabe que fuerzas (naturales o culturales) regirían su conducta. Ergo, no es una ecuación matemática.

Comparto lo que dices al final. Pero también disiento. Evitar el maltrato y muerte es un deber social indisponible. Pero creer a priori que solo hay una violencia global (humano) y no especifidades de acuerdo a los sujetos y al entorno, me parece que puede dejar de lado líneas de investigación que traigan soluciones. O sea, ni el patriarcado (ciencias sociales) ni la idea de la violencia inespecífica (ciencias naturales?) parecen cumplir un rol en resolver la cuestión (violencia intergenero, racial , étnica etc). El tema es que no hay muchas mas variantes, con lo que estamos lejos de acabar con las muertes.

Un abrazo grande de un seguidor argentino.

Curiosa dijo...

Hola, Pablo. Dices que las criaturas que presencien violencia de pareja en sus casas pueden acabar siendo también violentas en el futuro, pero ¿eso no se debe más bien a los propios genes heredados de sus progenitores violentos? Lo digo porque abajo enlazas también el estudio "Indicators of domestic/intimate partner violence are structured by genetic and nonshared environmental influences", cuyos resultados son que el ambiente compartido no influye.

Anónimo dijo...

no tienes esto en google scholar? para citarte desde ahí

Unknown dijo...

El suicidio cada día los vemos más y más normal como dice el ariticulo ahora es más fácil ver moriría a personas por suicidio que por otros factores que la mayoría de la población pensaríamos que es más frecuente la muerte, me quedo con incertidumbre de cómo pudiera ser por parte genética.

Anónimo dijo...

Idea21. Ahí le has dado, tanto sesudo estudio y miles de referencias para intentar igualar la violencia hombre-mujer como si fuera homogénea y equidireccional, y nada más lejos de la realidad. Es que no es tan difícil de entender.

Anónimo dijo...

Justamente, la argumentación que explica esta violencia "por el solo hecho de ser mujer" es lo que genera confusión y es todo lo contrario a "identificar o definir" ese terrible fenómeno. Esta manera de clasificar una conducta violenta permite que cualquier violencia de varón a mujer se catalogue así (y no solo los casos de misoginia u odio a la mujer puntual o general, como debiera ser) a diferencia del mismo tipo de conducta en una pareja de lesbianas, por ej. desde el supuesto que "solo por ser mujer" los hombres ejercen la violencia. Por eso todas las violencias deben ser mencionadas, como lo hace Pitiklinov y todas las partes involucradas visibilizadas, desde una perspectiva compleja y usando categorías que no tengan la ambigüedad (por sesgo ideológico o pereza del pensamiento) de los términos "violencia de género" o "por ser mujer". Estas categorías, lejos de explorar a consciencia las causas, para buscar soluciones al flagelo de la violencia contra las mujeres dentro del contexto de VPI (donde algunos casos serán de odio o por minusvaloración de la mujer, pero otros no) favorece el prejuicio y, al no encontrar causas reales, atribuyen causas que toman por verdad. Usar etiquetas, como "por ser mujer", en lugar de precisar y acotar un problema para solucionarlo, lo que hace es sesgar y simplificar una dinámica que debe abordarse de manera sistémica, en el marco de la VPI.
En definitiva: ideología sin evidencia, simplificación de un tema complejo y delicado, prejuicio sobre un genero para "salvar al otro" y falacia AD HOC ERGO PROPTER HOC.
Todo esto está detrás de la ley y el discurso político que muy bien critica Pitiklinov. Algunos los defienden y "compran" su discurso a ciegas, en algunos casos con buenas intenciones. Estas personas se abstienen de revisar supuestos -y las consecuencias- y creen que están siendo justos, precisos y rigurosos. Definir categorías claras es justamente lo que falta en este enfoque y en esta ley y abre la puerta a lo incomprensible, la "guerra de sexos", nuevas injusticias -e invisibilizaciones- y más de la violencia que dicen querer erradicar.

Anónimo dijo...

Exactamente! Añado a lo que responde muy acertadamente Pablo. Poner rótulos al identificar un fenómeno en base a una estadística o un número no siempre es adecuado para solucionar un problema complejo. En concreto: distinguir como "violencia de género" la ejercida de varones a mujeres, porque las muertes son 4/1 de mujeres a manos de hombres en el seno de la VPI no necesariamente reviste utilidad para solucionar el problema, de hecho, puede empeorarlo o resultar ineficaz, porque se ATRIBUYEN causas (patriarcado anacrónico como sistema de menosprecio y odio que ha formateado la mente de los hombres para considerar inferiores y oprimir y abusar de las mujeres) en lugar de BUSCAR causas en la compleja dinámica relacional de las parejas, para resolver el problema. De hecho al exagerar la perspectiva de género comienzan a ocultarse posibles causas para dejar todo bajo el paraguas del "Patriarcado" como causa omniabarcante.
Esto no quita que haya habido abusos y maltratos en distintos momentos históricos legitimados culturalmente en Occidente (con diferencias, porque no es lo mismo México que Suecia) y persistan en muchos o lugares, grupos, mentalidades y, especialmente, en otras latitudes o culturas tangíblemente más opresivas que el promedio de las sociedades democráticas occidentales.

Martin dijo...

Lo paradójico en toda esta cuestión es que en un mundo estrictamente igualitario, que es a lo que se dice pretender llegar, este problema, con la misma realidad, no existiría. Es decir, observaríamos estos incidentes, delitos y crímenes como la acción de un sujeto sobre el otro, un DNI sobre otro DNI, y nada nos llamaría la atención en lo que a cifras de un sexo sobre otro se refiere, ya que en tal mundo el sexo no sería una variable a tener en cuenta. La forma de redactar las noticias relacionadas con la violencia de pareja sería ahí la misma que la correspondiente a otros delitos, en donde no se alude, por ejemplo, al grupo étnico del agresor en ningún caso (al menos en el titular principal).
Sublime el artículo, por cierto, en mi opinión.

Anónimo dijo...

Muy buenos links con todo lo que dice la ciencia, añade otro más, en español, de una investigadora del conicet:
https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/4455?show=full

"La violencia contra la pareja en las relaciones de noviazgo ha sido extensamente explorada en la mayoría de países desarrollados. Este artículo presenta tasas de violencia física contra la pareja en una muestra compuesta por 963 jóvenes universitarios de ambos sexos de Argentina. En promedio, 34% de las mujeres y 22% de los varones agredieron físicamente a su pareja en los 12 últimos meses de relación, y 6% lesionaron físicamente al compañero o compañera. Los resultados revelan pocas diferencias entre ambos sexos, probablemente la similitud más importante sea la alta tasa de agresiones físicas perpetradas tanto por chicas como por chicos, y la bidireccionalidad como el patrón más frecuente en las parejas, el 52% de las parejas presentaron este tipo diádico. Se comparan los resultados con los hallazgos de una encuesta internacional y otros resultados del contexto hispanoparlante. Finalmente, se discuten las implicancias para los programas de prevención e intervención."

Laureano dijo...

Cito una parte del artículo: "Cuando en las encuestas se pregunta por delitos violentos (crime), agresiones que la gente considera como delitos, las frecuencias cambian porque mucha gente no considera ciertas agresiones como delitos y encontramos por ejemplo en Walby y Towers, 2018 que las mujeres son el 74% de las víctimas, y los hombres el 26% y encuentran sólo 300.000 víctimas de delitos violentos domésticos, un 0,7% de la población adulta de Inglaterra y Gales, que es donde se lleva a cabo el estudio. "

¿Esto no refutaría la simetría? ¿Cuáles serían, en general, esas "agresiones" que la gente no considera como delitos?

Sigo mucho tu blog. Me parece, por lejos, de lo mejor que hay en español sobre todos estos temas. Muchas gracias por tomarte el tiempo de escribir y compartir tus artículos con nosotros. Saludos desde Argentina!!

Pitiklinov dijo...

Hola, Laureano,

los estudios con un encuadre “criminal/delictivo” efectivamente encuentran menos simetría (el Crime Survey británico encuentra que un tercio aproximadamente de la violencia doméstica la sufren los hombres) pero esto depende de que se valore a los participantes desde un encuadre de “violencia en relaciones personales” o de “agresiones criminales”. De entrada, estos estudios encuentran cifras más bajas porque dejan en manos del participante que defina violencia doméstica más que el investigador. Muchos participantes no ven ni su perpetración ni su victimización como agresión “delictiva” lo que lleva a subestimaciones de la prevalencia, especialmente de la victimización sufrida por los hombres (los hombres denuncian menos, lo viven como una disminución de hombría, tienen menos miedo, se sienten menos respaldados cuando denuncian…).

En cambio si en vez de preguntar si ha habido una violencia de tipo delictiva o criminal preguntas por hechos concretos (¿le has dado un puñetazo?, ¿te han dado un puñetazo? ¿le has tirado un plato? ¿te han tirado un plato?…) la prevalencia y la simetría sube.

En cualquier caso, ignorar la violencia de pareja que sufren los hombres en base al número creo que es algo equivocado desde todos los puntos de vista y algo que es totalmente incoherente con el tratamiento de otras víctimas y minorías. Imagínate que el numero de víctimas masculinas es sólo dos de cada 10. No dar atención a estos hombres es como si yo digo que voy a montar servicios para la prevención del suicidio pero que no van a atender mujeres porque la mayoría de los que se suicidan son hombres. Por otro lado, esto sería totalmente incongruente con la actitud de esta sociedad con otras minorías (de tipo étnico, con las mujeres cuando son minorías, con los sujetos transgénero, etc). Lo que estamos viendo es una gran solidaridad de la sociedad con minorías que representan un porcentaje muy bajo de la población y creo que no debería ser diferente con los hombres en un problema en el que puedan ser minoría.

Si nos vamos al caso más grave, al del homicidio de pareja, según Stockl 2013 del Lancet https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(13)61030-2/fulltext
la estimación de los hombres víctimas de homicidio de pareja a nivel mundial estaría entre 23.424 y 24.175, y la de mujeres entre 51.537 y 63.316 . De acuerdo que son más mujeres muertas por su parejas pero 23.000 hombres muertos por sus parejas no me parece una cifra despreciable que podamos ignorar.

Gracias por tus palabras sobre el blog

Laureano dijo...

Gracias por responder, Pablo!

Tengo otra pregunta: ¿Cómo explicarías la mayor cantidad de mujeres asesinadas a manos de hombres que de hombres asesinados a manos de sus parejas mujeres? Algunas personas (generalmente las feministas) usan esta desigualdad para tratar de seguir sosteniendo explicaciones del tipo "paradigma de género" Yo pienso que esta "asimetría" de homicidios se podría llegar a explicar con las diferencias físicas. Me parece que si, por ejemplo, una persona heterosexual quiere asesinar a su pareja estrangulándola o acuchillándola, probablemente tendría más éxito siendo hombre que siendo mujer. Me gustaría conocer tu opinión.

Gracias, nuevamente. Saludos!!

Pitiklinov dijo...

Hola Laureano,
Creo que es un tema no resuelto del todo pero te puedo dar dos factores que, a mi modo de ver, forman parte de la explicación:

1- El dimorfismo sexual, es decir, la mayor fuerza física de los hombres. Si las mujeres fueran más fuertes que los hombres creo que veríamos datos distintos.

Aquí tienes un ejemplo:
https://twitter.com/QualityFights/status/785652601643642880?s=20…

2- La mayor capacidad para la violencia letal de los hombres. Si te fijas, el homicidio de pareja no es la única violencia con resultados más letales para los hombres, ocurre lo mismo en el suicidio. Las mujeres realizan más intentos de suicidio pero los hombres se suicidan más.
Aun escogiendo el mismo método de suicidio, los actos suicidas de los hombres son más letales que los de las mujeres, excepto el ahogamiento. P. ej:
-Ahorcamiento: 83,5% casos fatales en hombres; 55,3% en mujeres
-Envenenamiento: 7,2% y 3,4%
http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download;jsessionid=2FD267727BD802D2675EEE03A913CF14?doi=10.1.1.715.6477&rep=rep1&type=pdf

El hombre es más letal cuando utiliza la violencia, sea sobre los demás o sobre sí mismo.

En cuanto al origen de esta mayor capacidad para la violencia letal de los hombres creo que la explicación última sería evolucionista pero sería muy largo desarrollarlo.

Laureano dijo...


¿Escribiste algo acerca del origen de la mayor violencia letal de hombres en tu blog? Estuve buscando pero no pude encontrar. Me encantaría leer algo más acerca de eso, sobre todo porque me parece que el debate se va desplazando hacia ahí. Hace unos meses, por ejemplo, Clara Serra y Un tio blanco hetero tocaron el tema en un debate.
Según la evidencia científica disponible ¿Hay algo, además de la fuerza física, que haga más letal al hombre? En una situación violenta contra otra persona seguramente la fuerza sea un factor ineludible. Pero, ¿Y en el suicidio?

Perdón por tantas preguntas y muchas gracias por tu vasta paciencia!
Saludos!!