viernes, 21 de junio de 2013

Las Emociones y el problema del compromiso


Si queréis entender por qué y para qué existen las emociones podéis encontrar una primera aproximación en esta entrada del blog. Pero hay una hipótesis muy interesante sobre la función de las emociones, que encima ha sido desarrollada por un economista, Robert H Frank, en su libro Passions within Reason, totalmente compatible con la entrada que os recomiendo. Resume su teoría Matt Ridley en The Origins of Virtue.

Mucha de la innovación de los últimos años en economía se basa en el descubrimiento por los economistas de que la gente no está motivada solamente por el autointerés material. Podemos observar esto en el famoso juego del Ultimátum, donde los participantes no aceptan un dinero, que es un regalo, sencillamente porque no les parece un trato justo. Esto ha llevado  a los economistas a intentar explicar por qué la gente hace cosas que van contra sus intereses egoístas (económicos).

La clave para entender la teoría de Robert Frank es no dejarse engañar por una aparente irracionalidad superficial y fijarnos en la lógica profunda de las elecciones de la gente. Frank comienza su libro con una matanza entre dos familias y la típica venganza a la que da lugar por el otro lado, enredándose ambas tribus en una espiral de violencia. Una persona racional no se embarcaría en una vendetta de este tipo, lo mismo que no dejaría que la culpa o la vergüenza le impidiera robar la cartera de un amigo. Las emociones son fuerzas profundamente irracionales, que no pueden explicarse por el autointerés. Sin embargo, han evolucionado, como todo en la naturaleza humana, por alguna razón. Frank dice que los seres humanos que dejan que las emociones gobiernen sus vidas, en vez de la racionalidad, haciendo sacrificios en el corto plazo, están en realidad haciendo elecciones que benefician su bienestar a largo plazo. Las emociones son instrumentos para resolver problemas diseñados para hacer que criaturas altamente sociales sean eficaces en utilizar las relaciones sociales para el beneficio de sus genes, a la larga. Las emociones son una manera de decantar el conflicto entre el beneficio a corto plazo y el beneficio a largo plazo a favor del segundo.

El término general que usa Frank, y el eje de su teoría, es el problema del compromiso. Para recoger los beneficios a largo plazo de una cooperación hay que resistir la tentación de los beneficios a corto plazo. Pero no solo eso. Aunque tú estés convencido de que vas a esperar el beneficio a largo plazo, el problema es cómo convencer a la otra parte de que estás verdaderamente comprometido en ello. El economista Thomas Schelling ha dramatizado el problema del compromiso en una historia conocida como el dilema del secuestrador. Imaginaos un secuestrador que se arrepiente de lo que ha hecho y quiere dar marcha atrás y soltar a la víctima. Propone a la víctima soltarla, pero solo si no le denuncia. Pero el secuestrador sabe que si la deja ir, la víctima estará agradecida, pero ya no tendrá ninguna razón para no romper el compromiso e ir derecha a la comisaría. Una vez libre, la víctima está fuera de su poder. Por lo tanto, la víctima le asegura que no hará tal cosa, pero sus afirmaciones no pueden convencer al secuestrador, porque este sabe que valen menos que el aire en el que están expresadas. Desdecirse de las promesas no tendría ningún coste para la víctima. El dilema o el problema lo tiene la víctima: ¿cómo puede convencer al secuestrador de su compromiso para cumplir su parte del trato?¿Cómo puede hacer la víctima que sea costoso para ella romper el trato?

No puede. El dilema no tiene solución. Schelling proponía una salida que sería que la víctima se pusiera en peligro ella misma si realiza la denuncia. Por ejemplo, contándole al secuestrador un terrible crimen que ella hubiera cometido , de manera que así el secuestrador, si ella le denuncia, pudiera retaliar testificando contra ella. Pero esta solución no parece muy factible. No es esperable que la víctima tenga crímenes tan graves para confesar, como un secuestro. Por tanto, el dilema de cómo crear un compromiso creíble sigue sin solución.

En la vida real, los problemas del compromiso se solucionan usando las emociones para hacer que nuestro compromiso sea creíble. Imaginemos que dos socios ponen un restaurante, uno va a ser el cocinero y el otro va a llevar las cuentas. Cada uno podría fácilmente engañar al otro. El cocinero podría exagerar el coste de la comida y el contable podría “cocinar” los libros. Una persona racional no resolvería bien el problema, lo más probable es que no se embarcara en la aventura por miedo a ser engañado, o engañaría directamente por miedo de que la otra parte estuviera haciendo lo mismo. Imaginemos dos granjeros, uno que tiene tierras y el otro ganado y el primero tiene miedo de plantar su cosecha y que el ganado del vecino se la coma. La amenaza de un juicio no es creíble porque los costos del juicio serían mayores que el daño realizado. En estos casos la gente racional sería incapaz de convencer a la otra parte. Pero no resolvemos estos problemas con razones, los resolvemos por medio de las emociones. El emprendedor no engaña por culpa y vergüenza y confía en su compañero porque sabe que es honrado y que tampoco quiere sentir culpa o vergüenza. El ganadero encerrará su ganado y no le dejará comer la cosecha del vecino porque sabe que la rabia y la ira del vecino le llevará a denunciarle (aunque se arruine en el proceso), o a cogerse la justicia por su mano.

De esta manera, las emociones alteran las recompensas de los problemas de compromiso trayendo al presente costes lejanos que no habrían aparecido en los cálculos racionales. La rabia frena a los transgresores, la culpa hace doloroso engañar para el tramposo, la envidia representa el autointerés, el desprecio se gana el respeto, la vergüenza castiga y la compasión provoca compasión recíproca. Y el amor también es la solución al problema del compromiso. El amor nos compromete en una relación, relación que es necesaria para sacar un hijo adelante. Sin amor, utilizando solo la razón, estaríamos cambiando de pareja siempre que encontráramos otra que mejorara a la nuestra en algo. Ya sabemos que el amor no dura mucho, pero en cualquier caso más que la lujuria y en muchos casos, como ha estudiado Helen Fisher, unos 4 años, tiempo suficiente para criar un niño.
Robert H Frank

En el núcleo de la teoría de Frank está la idea de que los actos de genuina bondad son el precio que pagamos por tener sentimientos morales (así llama Frank a las emociones), porque esos sentimientos son valiosos por las oportunidades que nos abren en otras circunstancias. De manera que cuando uno vota ( una cosa irracional, dadas las posibilidades de afectar el resultado-comentario de Ridley, no mío-), deja una propina a un camarero al que no volverá a ver en la vida, dona anónimamente a una ONG o va a Ruanda a ayudar a refugiados de un campo, no está a la larga siendo egoísta o racional. Simplemente es víctima de unos sentimientos que están diseñados para otro propósito: despertar confianza demostrando una capacidad para el altruismo. Esta visión es compatible con la terminología de los biólogos evolucionistas de causas próximas o causas últimas. También se solapa con el concepto de Richard Alexander de reciprocidad indirecta. Peter Singer, el filósofo, le planteaba que la existencia de bancos de sangre demuestra que la gente no hace las cosas por reciprocidad, sino por generosidad. Pero Alexander le replicaba: “¿quién de nosotros no se siente un poco más humilde en presencia de alguien que te dice que acaba de venir de donar sangre?”. La gente no mantiene en secreto, normalmente, que es donante de sangre. Donar sangre o trabajar en Ruanda son cosas que refuerzan tu reputación virtuosa y por lo tanto hace que la gente confíe más en ti en problemas de compromiso. Son actividades que proclaman: “Soy un altruista, confía en mí”.

Frank es economista pero hay psicólogos que dicen lo mismo, como Jerome Kagan, que plantea que el deseo de escapar o evitar la culpa es un universal humano común a todas las culturas. Los tipos de actos que despiertan culpa (llegar tarde, por ejemplo) pueden variar de una cultura a otra, pero la reacción de culpa es la misma en todo el mundo. La moralidad requiere una capacidad innata para la culpa y la empatía. Pero esta capacidad innata puede ser fomentada o disminuida según diferentes tipos de educación o cultura. Que las emociones que alimentan la moralidad sean innatas, no quiere decir que sean inmutables.

El punto de Robert Frank es que las emociones (sentimientos morales) en situaciones de compromiso o de problemas del tipo del dilema del prisionero, nos permiten elegir al compañero adecuado para jugar el juego. En muchos sentidos es una idea un poco anticuada: que la moralidad y otros hábitos emocionales compensan. Cuanto más te comportas de forma desinteresada y generosa más te beneficias del esfuerzo cooperador de la sociedad. Obtienes más de la vida si irracionalmente te olvidas del oportunismo. Dile a tus hijos que sean buenos, no porque es más meritorio y superior, sino porque compensa a la larga. Lo que pasa es que, vistos  los acontecimientos actuales, igual sería mejor que enseñáramos a nuestros hijos todo lo contrario.

@pitiklinov en Twitter

Referencias




13 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante lo de las emociones como un repertorio para resolver situaciones, el problema es cuando esas emociones fallan como en las fobias. Cuando empiezan a fallar es difícil recuperar la confianza. Por otro lado es agotador no guiarse por emociones y querer pensar todo.

Anónimo dijo...

Se complica dejar comentario desde un celular. Podrías habilitar nombre/url o causa mucho spam?

Pitiklinov dijo...

pues he mirado en configuración del blog, Gabriel, y no sé cómo se hace eso :(
y lo que dices de pensarlo todo es verdad, la parte racional, el sistema 2 que dice Kahneman, requiere esfuerzo y cansa

Samu dijo...

Y no sólo requiere esfuerzo y cansa sino que, en mi opinión, es un acto inútil porque creo que las emociones dominan sobre la razón en cuanto a nuestra conducta. Poniendo un ejemplo claro, no creo en absoluto que comprender racionalmente que la repulsa emocional al incesto es un truco evolutivo para evitar recombinaciones genéticas peligrosas, nos vaya a permitir realizar dicho acto gustosamente (ni de ninguna forma): la razón es sólo una herramienta evolutiva más, y está supeditada a toda una serie de procesos cognitivos irracionales e inconscientes.

Es decir, Gabriel, que aparte de costar trabajo y cansar racionalizarlo todo...en el fondo no nos sirve casi para nada, porque el poder de la razón sobre nuestra conducta es muchísimo menor de lo que presuponemos erróneamente.

Por cierto, Pitiklinov, estupendo artículo, como siempre. Voy a buscar el libro de Robert H. Frank para leerlo en mi ebook en cuanto pueda.

Por cierto, te dejo unas citas de Arthur Schopenhauer, filósofo de siglo XIX (no sé si ya lo conoces), el cual inspiró el trabajo de posteriores científicos y pensadores, entre los cuales está Sigmund Freud. Fue el precursor de la idea del inconsciente, y su filosofía, debidamente naturalizada, yo personalmente la veo como antecedente de la psicología evolucionista (aunque repito esto es una opinión personal mía). Si no conoces aún a este autor y quieres conocerlo, es muy sencillo, puesto que sólo tienes que leer su obra magna para entender su filosofía: “El Mundo como Voluntad y Representación”.

Hay una web en castellano que trata sobre el autor, y te puede ayudar como primera aproximación (si es que aún no conoces al autor, repito): http://www.schopenhauer-web.org/contenido.html

Te dejo unas pocas citas de Schopenhauer:

"Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir... Y así sucesivamente por los siglos, de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas."

(Parerga y Paralipómena)


"Nuestro mundo civilizado no es más que una mascarada donde se encuentran caballeros, curas, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos, pero no son lo que representan, sino solo la máscara, bajo la cual, por regla general, se esconden especuladores de dinero."
(Parerga y Paralipómena)


"Los hombres se parecen a esos relojes de cuerda que andan sin saber por qué. Cada vez que se engendra un hombre y se le hace venir al mundo, se da cuerda de nuevo al reloj de la vida humana, para que repita una vez más su rancio sonsonete gastado de eterna caja de música, frase por frase, tiempo por tiempo, con variaciones apenas imperceptibles."

(Parerga y Paralipómena)

Pitiklinov dijo...

Pues no he leído a Schpenhauer y tengo que arreglarlo. Tomo nota. Gracias por las citas que son buenísimas.
Y también estoy de acuerdo en lo del poco margen de cambio aunque comprendamos racionalmente algo. Es como la ilusión de Muller-Lyer que aunque tú sepas que las rayas son iguales sigues viendo una más larga http://es.wikipedia.org/wiki/Ilusión_de_Müller-Lyer
Saber no es suficiente.

Anónimo dijo...

Por todo esto creo que el psicoanálisis es bastante limitado o agravante por ejemplo en una neurosis obsesiva, salvo que se use como religión.

Probaste ir a configuraciones/comentarios?

Pitiklinov dijo...

Sí, ya he mirado y no hay nada sobre habilitar nombre/url, o algo similar...

Anónimo dijo...

En configuración: entradas y comentarios: habilitar "Cualquiera, incluidos los usuarios anónimos "
y mantener sí activadoi en "Mostrar verificación de palabras" para evitar spam

gadmin dijo...

La entrada es intrigante. ¿Cómo se puede saber si algo es conveniente a corto o largo plazo?
Cambiando de dos a uno en el ejemplo del secuestrador... ¿Mantengo o vendo las acciones de Telefónica? AquÍ lucho contra todos los demás partícipes (el mercado). Si vendi demasiado pronto, me siento mal. Si vendo tarde, también.

El secuestrador lucha contra sus emociones (arrepentimiento, culpa, etc). En el otro/otra busca racionalidad.


Reflejado en http://unbosqueinterior.com/blog/compromiso/

Pau A. Monserrat dijo...

Excelente contenido. Me ha sido muy útil para una charla que estoy preparando relacionada con las emociones y la economía.

Laura dijo...

Interesante toda la información, muchas gracias.

Laura dijo...

Articulo muy interesante, gracias por tomar el tiempo de publicarlo

orlov dijo...

Se dice regularmente que todo problema que no tenga solución, no es problema. Un dilema sk no tiene solución entonces, qué es?