Hace escasos días se ha sabidoque Nikolas Cruz, el autor confeso de la masacre de la escuela de Parkland en Florida, en la que acabó con la vida de 17 personas, recibe en la cárcel cartas de mujeres en tono admirativo, con propuestas para mantener relaciones afectivas, fotos de las propias mujeres en bikini o apoyo económico. El fenómeno de los fans de presos violentos no es nuevo. El propio asesino múltiple noruego Anders B. Breivik recibía hace ya algunos añosunas 800 cartas al año, la mayoría de admiradoras (con peticiones de matrimonio incluidas).
El atractivo que estas personas ejercen sobre la población dio lugar a un estudio publicado por Johnson y Graham en Current Psychiatry. Los autores consideran partieron de que quienes escriben a convictos pueden verse atraídos por la imagen de “malo” de estas personas, se entiende que si los destinatarios de las cartas no comparten con quien las escribe lazos de sangre o ideas políticas o religiosas similares, en el caso de los delincuentes de base ideológica. También recuerdan el ejemplo de algunas mujeres maltratadas que se han mantenido en contacto por carta con sus victimarios. Johnson y Graham remarcan que la existencia de sitios web que comoWriteAPrisoner.com, Meet-An-Inmate.comyPrisonPenPals.compromueven que se escriba a presos sugiere que existen personas dispuestas a emprender esa actividad. Así que reuniendo todos estos elementos y teniendo en cuenta que no hay antecedentes de estudios similares, se lanzan a analizar la correspondencia recibida por un conocido asesino en serie, un total de 784 cartas, contando para ello con el visto bueno de un comité de ética de la investigación.
En realidad, llegaron a considerar 819 cartas, pero descartaron 35 por estar redactadas por familiares, niños u otros presos. Les quedaron así 784 que estaban escritas por 333 personas diferentes, mayoritariamente mujeres (260; 61 fueron escritas por varones, 2 por personas de ambos sexos y en otras 10 no pudo determinarse el sexo de quien las escribió). Las mujeres tendían también a volver a escribir más que los varones. La longitud promedio de las cartas fue de 3 cartas, aunque el rango fue amplio (1 a 16). Un total de 216 personas escribió una sola carta; 53 redactaron dos; 18 enviaron tres; 11 escribieron 4; 30 remitieron entre 5 y 10 cartas al asesino convicto; y otras 9 le remitieron entre 11 y 43. La tenacidad epistolar de estas 9 personas es especialmente llamativa dado que el asesino no contestó a una sola de las 784 misivas que recibió.
Los autores dividieron las cartas en cinco categorías. Ofrecen ejemplos de las cinco primeras en el texto del artículo.
-Cartas de conocidos que querían mantener correspondencia con el preso. En este caso, el contenido de las cartas solía centrarse en el autor de la carta y no en el asesino.
-Cartas de apoyo, también con el propósito de establecer una correspondencia duradera con el asesino, pero que en este caso centraban su contenido en el preso y no en quien las escribía.
-Cartas románticas escritas en términos que indicaban un afecto “no platónico”.
-Cartas espirituales que aleccionaban al asesino en un tono religioso
-Cartas con consejos que carecían de un enfoque religioso
Las cartas de las tres primeras categorías eran más frecuentes entre mujeres, mientras que las cartas espirituales fueron más frecuentemente escritas por varones (Tabla 1)
Tabla 1 |
El propósito de las 568 cartas subsiguientes (Tabla 2) se correlacionaba con el de la primera carta. En estas cartas ulteriores las mujeres tendieron a escribir cartas de apoyo y románticas y los varones, cartas espirituales. Un 60% de estas 568 cartas fueron de conocidos y un 20%, románticas. La persona –una mujer- que escribió más cartas (43) se mudó a lo largo de su correspondencia al mismo estado en que estaba recluido el asesino, según indicó en sus cartas, para estar más cerca de él y asistir a las vistas por sus diversos crímenes. También se desplazaron para asistir a estas vistas cuatro personas que escribieron más de 5 cartas.
En su discusión, Johnson y Graham señalan que dado que este asesino en masa era un varón joven, no les parece sorprendente que cerca del 80% de las personas que enviaron una primera carta fueran mujeres. En cambio, sí les sorprende que pese a la magnitud de sus crímenes solo una carta fuera con contenido de odio. De las cartas iniciales o únicas, solo 15% eran de contenido romántico. El contenido de las cartas de las personas más recalcitrantes (10 o más misivas) era generalmente “de conocidos” o “romántico”. Un aspecto que remarcan es que dado que el preso no contestó a una sola carta el goteo epistolar, en especial el de las personas más repetidoras (nueve enviaron más de 10 cartas y dos más de 20), tenía analogías con el acoso. Al igual que los acosadores, estas insistentes personas parecían buscar intimidad con el asesino a través de cartas de las categorías “romántica” o “de apoyo”, a la manera del acosador “deseoso de intimidad con la víctima” en la tipología de Mullen y colaboradores. En estos casos, la conducta de acoso surge de la soledad, con un fuerte deseo de relacionarse con la persona a la que se acosa, y es frecuente la presencia de un trastorno delirante en el acosador. Otro tipo descrito por Mullen y colaboradores, el llamado “pretendiente incompetente”, se asemeja al anterior, pero su interés se centra en mantener relaciones de duración breve y es menos persistente que tipo deseoso de intimidad, por lo que Johnson y Graham consideran que serían ubicables en esta categoría las personas que enviaron entre 1 y 10 cartas.
Al margen de enunciar una serie de limitaciones metodológicas de su estudio, Johnson y Graham extienden sus hallazgos al tratamiento de las personas que desean mantener una relación afectiva con alguien que exhibe conductas violentas. En estos casos, proponen, debería ensayarse un abordaje psicoterápico para tratar una posible patología caracterial en quien desea entablar o conservar esa relación. En su estudio observaron que el deseo de entablar una relación romántica con un conocido criminal convicto fue mayor entre las personas que le enviaron más de una carta (20%) que entre los autores de cartas iniciales o únicas (15%), lo que les lleva a sugerir que las personas que tienen una fuerte tendencia a vincularse con un sujeto violento podrían beneficiarse de una terapia que explore sus sentimientos románticos. Aconsejan específicamente que los terapeutas exploren con estos pacientes los antecedentes de haber sufrido violencia o abuso verbal en la infancia o en la edad adulta. Si existen estos antecedentes, plantean, podría ser adecuado un diagnóstico de TEPT y en todo caso podría iniciarse un tratamiento específico para personas que hayan sido víctimas de abuso.
El trabajo de Johnson y Graham sondea la fascinación que puede llegar a suscitar un asesino, lo que, aunque no lo desarrollan en su discusión, puede tener un paralelismo con la atracción que algunos varones violentos ejercen sobre sus parejas o las dificultades de estas para cortar la relación, tal como señalan los autores en su introducción. Sin embargo, la equivalencia de estas conductas con el acoso es lo que centra mayoritariamente la atención de los autores, así como los ribetes de psicopatología grave que este fenómeno entraña en unas ocasiones o las raíces que puede tener en una experiencia propia de victimización y abuso. El retrato, por tanto, es relativamente confuso y requiere una mayor profundización, para lo cual serán de utilizada las guías y sugerencias que el propio trabajo que comentamos ofrece a quienes tengan interés por avanzar en el estudio de la cuestión.
PS- Sobre el mismo tema:
Referencias:
Johnson RS, Graham DP. What do >700 letters to a mass murderer tell us about the people who wrote them?. Current Psychiatry 2015; 14(8):21, 22, 24-26
Mullen PE, Pathé M, Purcell R, Stuart GW. Study of stalkers. Am J Psychiatry. 1999; 156:1244-1249.
Colaboración de Juan Medrano
1 comentario:
En la tribu de los Yanomami los hombres que más habían matado en las reyertas entre tribus de media tenían más descendencia.
Es algo que en la actualidad se puede considerar patológico - la atracción de algunas mujeres por asesinos en serie/masa - pero podría ser una respuesta evolucionada a un estímulo de fitness reproductivo concreto, donde se une la atracción por el hombre con capacidad para la violencia - lo cual le convierte también en protector - y la fama que ha obtenido.
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