viernes, 21 de abril de 2017

La creencia en el libre albedrío y su influencia en Psiquiatria

Participación en la mesa El libre albedrío y la responsabilidad: implicaciones en el ámbito de la salud mental. Debate con el psicólogo Xavier Etxeberria moderado por Fernando Santander en las VII Jornadas de la Red de Salud Mental de Bizkaia. Publicadas las ponencias en la Revista Norte de Salud Mental nº 56.

En modo alguno creo en el libre albedrío en sentido filosófico. Todo el mundo actúa no solo bajo compulsión externa sino también de acuerdo a una necesidad interna. Lo que Schopenhauer decía “un hombre puede hacer lo que desee pero no puede desear lo que quiera” ha sido para mí una verdadera inspiración desde mi juventud, un consuelo constante frente a las dificultades de mi vida tanto como la de los otros, ha sido una fuente incalculable de tolerancia.
-Albert Einstein

Antes de entrar en materia creo que conviene hacer una mínima justificación de por qué este milenario problema filosófico tiene interés para la Psiquiatria. Existe un discurso ampliamente aceptado, tanto en Psiquiatría como en el Derecho, la que podemos considerar la hipótesis por defecto, que plantea que los seres humanos somos libres pero que en determinadas circunstancias perdemos esa libertad (1). Las enfermedades mentales, desde este enfoque,  son reconocidas como enfermedades de la libertad, especialmente las psicosis porque ocurre en ellas una distorsión de la realidad. Sin embargo, este discurso ha sido fuertemente cuestionado por los descubrimientos en neurociencia en los últimos años (2,3) y también por poderosos planteamientos filosóficos(4,5).

En este artículo yo voy a defender que ni los pacientes ni los terapeutas (psiquiatras o psicólogos) somos libres y que nuestra creencia en el libre albedrío influye en la forma en que entendemos y tratamos las enfermedades mentales. Mi postura es que creer en el libre albedrío es erróneo y tiene inconvenientes sociales e individuales y que no creer en el libre albedrío tendría ventajas a nivel social y también en la concepción y tratamiento de las enfermedades mentales.

La definición de libre albedrío que voy a usar es la capacidad de poder hacer otra cosa (dado un estado del mundo determinado). Se le llama en filosofía la definición contrafactual. Para la mayoría de autores, una voluntad libre implica también: 1) que hablamos de un poder racional, es decir que el sujeto usa la razón para valorar un curso de acción y decide racionalmente. Si alguien decide sin razones se supone que no es una elección libre. Habitualmente, se acepta que los animales no tienen libre albedrío porque no son racionales; y 2)una voluntad libre implica control, si las cosas ocurren por razones sobre las que yo no tengo control, no son mis actos y no se me pude pedir responsabilidad.

El libre albedrío está muy unido a la responsabilidad moral. De hecho existe otra definición de libre albedrío que dice que el libre albedrío es el poder que tiene un agente moral por el que se le puede considerar digno de alabanza o castigo, es decir, responsable moral. Los sistemas judiciales de todos los países del mundo se basan en la creencia en el libre albedrío, se considera que la persona que ha actuado mal o ha cometido un delito podía haber hecho otra cosa, y por lo tanto es responsable de sus acciones

Antes de seguir, una matización porque toda definición es imperfecta. Se ha discutido en filosofía si realmente la posibilidad de poder hacer otra cosa es necesaria para la existencia del libre albedrío. En concreto, el filósofo Harry Frankfurt (6) ha presentado unos casos hipotéticos a modo de experimento mental en los que defiende que disponer de alternativas no es necesario para considerar que una persona tiene libre albedrío y que es responsable. Estos casos siguen el siguiente esquema: Un científico malo, Jack, le ha puesto a una persona, Jones, un chip en el cerebro de manera que cuando Jones va a tomar una decisión, pongamos votar demócrata o republicano, el chip puede detectar lo que va a hacer. Entonces, si Jones quiere votar demócrata le deja continuar pero si quiere votar republicano el chip cambia la acción de Jones y le haría votar demócrata. En este escenario, supongamos que Jones quiere realmente votar demócrata. Aunque no puede hacer otra cosa porque el chip no le permitiría la otra alternativa, Frankfurt plantea que Jones es responsable de su acto.

Estos ejemplos de Frankfurt son en realidad variaciones de un ejemplo anterior de John Locke, que es el caso del hombre en la habitación. Locke pone el ejemplo de un hombre que es sedado y llevado a una habitación. El hombre se despierta y no sabe que la puerta de la habitación está cerrada. A pesar de ello, el hombre desea continuar en la habitación por sus propias razones. Para Locke el hombre sería responsable de su decisión, aunque en realidad no podría haber hecho otra cosa. Lo que hace Frankfurt en sus ejemplos es pasar la limitación o coerción situada en el mundo exterior (la puerta cerrada) al mundo interior (un chip en el cerebro).

Creo que las personas escépticas del libre albedrío podemos rebatir de una manera bastante contundente estos ejemplos porque el problema de la libertad es anterior a que la puerta esté abierta o cerrada o el chip entre en acción o no. Lo que tenemos que preguntarnos es por el origen de la decisión inicial del hombre de quedarse en la habitación o de votar demócrata. La intuición de los escépticos del libre albedrío es que si seguimos la historia causal de esa decisión de estar en la habitación siempre nos va a remitir a causas de esa acción que no están bajo el control de la persona y por lo tanto esa decisión (independientemente de chips y puertas) no es libre. Veremos esto a continuación.

A pesar de que no voy a tratar el tema de una manera filosófica, sino más bien desde la fenomenología psicológica y psiquiátrica creo que conviene resumir brevemente las principales posiciones filosóficas ante el problema del libre albedrío. El tema es muy complejo y hay casi tantas posturas como filósofos, los tres grandes grupos serían:

1-    Libertarios: creen que las leyes del Universo no son deterministas (no reconocen el determinismo causal que implica que toda causa tiene una causa previa y así hasta el origen del Universo) y que tenemos libre albedrío.
2-    Compatibilistas: reconocen que el determinismo causal es cierto (o puede serlo) pero creen que el libre albedrío es compatible con un Universo donde las leyes son deterministas.
3-    Escépticos del libre albedrío o incompatibilistas duros (Pereboom): son los que creen que no existe el libre albedrío. Consideran que las leyes del universo son deterministas y que el determinismo es incompatible con el libre albedrío. Tanto los libertarios como los escépticos del libre albedríos son incompatibilistas, es decir creen que determinismo y libre albedrío no pueden existir a la vez. La diferencia es que los libertarios creen que lo que no existe es el determinismo mientras que los escépticos del libre albedrío creen que lo que no existe es el libre albedrío.

Según encuestas, la mayoría de la gente de la calle en todo el mundo piensa a) que nuestro universo es indeterminista y b) que la responsabilidad moral no es compatible con el determinismo (7). Por el contrario, la postura mayoritaria entre los filósofos es el compatibilismo(8). Según el estudio de Bourget y Chambers el 59,1% son compatibilistas, 13,7% libertarios, 12,2% no creen en el libre albedrío y 14,9% quedarían en la categoría “Otros”.

Decía Borges que el futuro es un jardín de caminos que se bifurcan. Esa es la intuición que todos tenemos, que en muchos puntos de nuestra vida llegamos a bifurcaciones donde podemos elegir un camino u otro, que reflexionamos y, tras esa reflexión, de una manera racional optamos. A partir de este punto voy a intentar convencer al lector de que esas bifurcaciones que vemos tan claras son en realidad ilusorias, que no existen más que en nuestra imaginación, y que el hecho de que podamos imaginar opciones no quiere decir que realmente las tengamos a nuestro alcance. Sé que dicho así el lector va a pensar que mi objetivo es imposible y que estoy fuera de la realidad pero espero que, si tiene la paciencia de seguir conmigo, no llegue al final con la misma certeza de que estoy equivocado de la que tiene ahora. Por todas estas razones que ahora voy a analizar creo que no es posible sostener la idea de que la voluntad es libre. Al final plantearé los inconvenientes de la creencia en el libre albedrío para la sociedad y para la Psiquiatría.

Origen y control de nuestras acciones

"Las decisiones de la mente no son nada salvo deseos, que varían según varias disposiciones puntuales". "No hay en la mente un absoluto libre albedrío, pero la mente es determinada por el desear esto o aquello, por una causa determinada a su vez por otra causa, y ésta a su vez por otra causa, y así hasta el infinito."
-Baruch Spinoza

Los seres humanos no elegimos cosas tan importantes como nuestra inteligencia, nuestra orientación sexual, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras creencias, nuestra personalidad, nuestra emociones (de quién nos enamoramos, p.ej.),etc. Dado que a la hora de elegir elegimos en base a nuestras creencias, deseos, preferencias, carácter, etc., es evidente que no se nos puede pedir responsabilidad por actuar con facultades que no hemos elegido nosotros y de las que no hemos tenido el control. Esto en terminología del filósofo Bernard Williams se llama constitutive luck (9). Básicamente que no somos responsables de ser lo que somos.

Quiero hacer hincapié en dos  de las cosas que he dicho que no elegimos porque son bastante contrarias al sentido común (el lector interesado puede estudiar el tema en más profundidad en 4). Una de ellas es que no elegimos nuestros deseos, nuestras preferencias, las cosas que nos gustan. Cuando yo como cerezas porque me gustan más que las naranjas yo no he decidido racionalmente que me gustaran las cerezas y no las naranjas. Recordad que en la definición de libre albedrío he dicho que era un poder racional. Yo no me encuentro en ningún momento en una bifurcación en la que racionalmente elijo entre que me guste Honky Tonk Women o me guste La Macarena. Hay una música o una fruta que me gusta y eso no es en ningún momento una elección racional. De igual manera, yo no decido de quién me enamoro. Para verlo más claro fijaos en que los niños pequeños, de meses incluso, tienen preferencias y les gusta más una comida que otra y no son todavía capaces de elegir racionalmente. Lo mismo ocurre con los animales. Si le doy a elegir a mi perra entre un trozo de carne o una manzana es claro que tiene preferencias.

Vamos ahora con algo mucho más interesante: no elegimos nuestras creencias. Imaginemos que yo me enfrento por primera vez a la homeopatía, no sé nada de ella y quiero saber qué es, en qué consiste, es decir, conocerla y por lo tanto forjarme una creencia acerca de ella. Entonces me pongo a leer y me voy enterando de que dice que si diluimos un supuesto medicamento va ganando en potencia, que en cierto momento no queda ni una molécula del producto original pero que el agua tiene el recuerdo de la sustancia que estuvo en contacto con ella, etc. Dada mi naturaleza escéptica y mis conocimientos de medicina y de física (tampoco muchos), automáticamente se va formando en mí la idea de que eso no tiene ni pies de cabeza y que no hay un mecanismo científico conocido que pueda sustentar las afirmaciones de la homeopatía. Si lo que dice la homeopatía es cierto se merecen varios premisos Nobel, los de Medicina, Física y Química, por lo menos. Entonces, si analizamos fenomenológicamente lo que ocurre en mi mente cuando estoy formando una creencia acerca de la homeopatía es que en ningún momento se produce una bifurcación en la que tengo dos opciones: 1) creer que la homeopatía es un tratamiento con base científica 2) creer que la homeopatía no es un tratamiento con base científica, y que entonces con mi voluntad libre elijo una u otra. En mi mente sólo hay una posibilidad, yo sólo puedo pensar que la homeopatía no tiene base científica.

Cuando formo una creencia yo trato de encontrar la verdad sobre el estado del mundo en ese momento. Lo que hago se parece más a una percepción que a otra cosa. Es como si veo que el cielo es azul, yo no puedo elegir entre verlo azul o verlo verde. Con la homeopatía me ocurre lo mismo: yo no elijo entre creer que tiene base científica y creer que no. Para mí el cielo es azul y la homeopatía no es más que efecto placebo.

Pero esto que estoy comentando vale para todas las creencias. Si intento saber la verdad acerca de la existencia de Dios vuelve a ocurrir lo mismo. No tengo la opción de creer en Dios o no creer y entonces decido, con mi voluntad libre, que voy a creer. Y si hablamos de ser de derechas o de izquierdas, o nacionalista o no-nacionalista, etc., ocurre exactamente lo mismo. Si el lector cree que no tengo razón y cree que él sí puede elegir sus creencias, le desafío a que cambie sus creencias con su voluntad, a que elija otra cosa. Si por ejemplo es creyente, le desafío a que cambie sus creencias y se convierta en ateo; o si es de izquierdas le desafío a que cambie sus creencias y pase a tener las creencias de la derecha… Sencillamente no se puede. Bifurcaciones ilusorias.

Así que estamos muy orgullosos de nuestra ideas y vamos por ahí presumiendo de nuestras creencias pero presumir de nuestras creencias  es como presumir de nuestra altura o del color de nuestros ojos y discriminar a los demás por sus ideas tiene la misma lógica que hacerlo por el color de su piel o por su sexo, es decir, por algo que no está bajo su control.

Así que resumo el punto principal de este apartado: si mis acciones se deben a mi carácter, motivaciones, deseos, preferencias y creencias y yo no he elegido nada de todo ello, ¿cómo puedo decir que soy libre y responsable de mis actos? Imaginaos que en vez de ser la naturaleza la que me ha otorgado mi carácter, mi inteligencia, mis creencias, etc., hubiera sido un científico loco quien hubiera programado todas esas cosas, como ocurre con los replicantes en la película Blade Runner. Programa todas esas facultades en mi mente y me suelta en el mundo. Si yo actúo según una programación sea artificial o natural que yo no he elegido ¿se puede decir que soy libre? A mi modo de ver, no. En cualquier caso, creo que la respuesta que demos para esos androides replicantes vale para nosotros.

La existencia del inconsciente.

"Los Hombres se creen libres porque ellos son conscientes de sus voluntades y deseos, pero son ignorantes de las causas por las cuales ellos son llevados al deseo y a la esperanza."
-Baruch Spinoza

Si nuestros actos se deben en una medida mayor de la que creemos a razones que no conocemos, a factores inconscientes que no controlamos, esto mina las condiciones de racionalidad y de control que forman parte del concepto de libre albedrío. Sólo voy a dar un dato: se calcula que el cerebro humano maneja 11 millones de bits de información por segundo y que de esos 11 millones sólo 16-50 bits de información son conscientes. Creo que el dato es lo suficientemente elocuente. Hay toda una literatura en psicología sobre el implicit bias y la que se llama situacional (10) en la que se ve que por ejemplo los jueces dictan condenas más leves a personas guapas y a mujeres o que no dan libertad condicional antes de la comida y la dan en un 60 por ciento después de comer con el estómago lleno (11). Los jueces creen que están decidiendo en base a los datos del expediente pero está influyendo un factor, que ellos desconocen y no controlan, y están decidiendo influidos por esos factores inconscientes. Hay miles de ejemplos  de estos sesgos y no abundaré en ellos, creo que mi punto está suficientemente argumentado.


La suerte.  La hipótesis del mundo justo.

La suerte es un factor del que nuestra cultura  no quiere hablar. Existe la llamada “hipótesis del mundo justo” (para una revisión ver 12) que plantea que el mundo es justo y que a la gente buena le pasan cosas buenas y a la gente mala le pasan cosas malas. Y que si te pasa algo malo pues será porque algo malo habrás hecho. Es la filosofía del “si quieres puedes”, de que todo el mundo puede llegar a presidente de Estados Unidos y de que si te esfuerzas triunfas, y si eres pobre es porque eres un vago. Evidentemente esto es absolutamente falso. Es verdad que la gente que triunfa se ha esforzado pero también lo es que la mayoría de los que se esfuerzan no triunfan. Pero no podemos dar ese mensaje a la gente porque cundiría el pánico. No podemos decir a la gente que la pobreza se hereda, que tus ingresos y riqueza dependerán del país del mundo en el que hayas nacido y de la clase social en la que hayas nacido.

Hay estudios que demuestran que existe una relación entre ambientes pobres e inestables y la delincuencia (13). La precariedad da lugar a estrategias vitales cortoplacistas: conductas antisociales, experiencias sexuales tempranas, consumo de drogas, más promiscuidad sexual y menos inversión parental, y mortalidad temprana. La pobreza da lugar  a impulsividad, falta de autocontrol y delincuencia pero también a una alteración del desarrollo del cerebro y de sus funciones cognitivas que algunos han estimado equivalente a una pérdida de 13 puntos en el Cociente Intelectual(14).

Auto-control.
Puedo hacer lo que deseo: Si puedo, si lo deseo, dar todo lo que tengo a los pobres y por lo tanto hacerme pobre yo mismo -si lo deseo. Pero yo no puedo desear esto, porque los motivos opuestos tienen demasiado poder sobre mí para poder hacerlo. Por otro lado, si tuviera un carácter distinto, al extremo de que yo fuera un santo, podría desearlo. Pero entonces no podría dejar de desearlo por lo que tendría que hacerlo... tampoco como una bola en una mesa de billar no se puede mover antes de recibir un impacto, tampoco puede un hombre levantarse de su silla antes de ser jalado o impulsado por un motivo. Pero el pararse es tan necesario e inevitable como el rodar de una bola después del golpe. Y esperar que alguien haga algo a lo que absolutamente ningún interés lo impulsa... Es lo mismo que esperar que un trozo de madera se mueva hacia mí sin ser jalado por una cuerda...
-Schopenhauer

Quiero tocar este punto porque para muchos autores (el eminente psicólogo Roy Baumeister, por ejemplo) libre albedrío es equivalente a autocontrol o “fuerza de voluntad”. Los animales actúan por instinto, hacen sus necesidades sin ninguna reflexión, o sin tener en cuenta otras consideraciones, pero nosotros no, nosotros controlamos nuestros instintos. En mi opinión, lo que llamamos auto-control es en realidad hetero-control y es muy dudoso que implique libertad. Cuando yo no hago algo que quiero hacer y aplico un veto (algunos llaman free won´t a esta capacidad de veto que supuestamente implica libertad) nunca lo hago desde una voluntad libre sino que lo hago por fuerzas y razones que actúan sobre esa libertad como contrapeso , inclinándola a frenar una acción que quería realizar en primera instancia. Por ejemplo, si no me como un trozo de tarta de chocolate porque tengo miedo a engordar y a que mi novia me deje o a que la gente se ría de mí y me llame gordo, no creo que a eso se le pueda llamar libertad. Si no robo un reloj por miedo a ir a la cárcel o si no le robo 50 euros a mi abuela por miedo a lo mal que me voy a sentir luego y a los dolorosos sentimientos de culpa que me asaltarán, tampoco creo que eso sea la actuación de una voluntad no determinada por nada. En estos casos la voluntad no es libre sino que actúa por unas razones que muchas veces son los intereses de los demás más que los míos. Sin embargo, consideramos habitualmente que mi verdadero yo es el que se pliega ante  lo aceptado como “bueno o moral”. Un ejemplo: hace calor y me gustaría ir al trabajo en pantalón corto y chanclas. Pero como eso no está aceptado voy con traje y corbata. En teoría, estoy ejerciendo mi autocontrol y mi voluntad libre. Según mi visión estoy siendo hetero-controlado por los intereses del grupo y es muy dudoso llamar a eso libertad.

En moral siempre lo bueno es lo que beneficia al grupo. Si existe la moral es porque somos criaturas sociales, no existe ninguna necesidad de moral en seres no sociales porque no existe el daño al otro. La moral son, simplificando mucho, las normas de tráfico para vivir en sociedad. Podríamos decir que la moral es una aplicación que el grupo instala en nuestro polo prefrontal para que nos sujetemos a los intereses del grupo y no trastornemos la convivencia social. Los psicópatas serían, según esta visión, personas que no tienen esta aplicación instalada en su polo frontal. Voy a poner para cerrar este apartado lo que le dice un psicópata a Kevin Dutton , autor del libro The Wisdom of Psycopaths. Dutton se dedicó a entrevistar a psicópatas encarcelados y uno de ellos le hace esta inquietante pregunta:

“No dejes que te engañe tu cerebro, Kev, con todos esos exámenes que no te dejan ver la realidad. Solo hay una diferencia entre tú y yo: Yo lo quiero y voy a por ello, tú lo quieres y no vas a por ello. Estás asustado Kev, tienes miedo. Tienes miedo de todo, lo veo en tus ojos. Miedo de las consecuencias. Miedo de que te cojan. Miedo de lo que pensarán. Miedo de lo que te harán cuando vengan a llamar a tu puerta. Tienes miedo de mí. Mírate. Tienes razón, tú estás fuera y yo estoy aquí dentro. Pero...¿quién es libre, Kev? Libre de verdad, quiero decir. ¿Tú o yo? Piensa en ello esta noche. ¿Dónde están los barrotes de verdad Kev? ¿Ahí afuera ?( señala la ventana). ¿O aquí dentro?” (y se toca la sien)”



Dualismo.
El cuadro que emerge del análisis científico no es el de un cuerpo con una persona dentro, sino el de un cuerpo que es una persona.
-BF Skinner

Creer en el libre albedrío implica seguir manteniendo un dualismo, es seguir creyendo que hay algo “espiritual” “mental”, etc., que está al margen del cuerpo. Todo tiene causas previas pero si creemos en el libre albedrío pensamos que hay algo que no es afectado por genes, ambiente y azar; algo que está ahí “flotando” valorando todo fría y racionalmente y decidiendo al margen de la historia causal previa que tienen los actos. Esto es científicamente imposible, la neurociencia no ha encontrado ningún homúnculo en el cerebro, ningún núcleo que no este conectado con todos los demás y que por lo tanto no se vea influido por todas las causas previas.

Meseta Moral, diferencias y limitaciones psicológicas.

Creer que tenemos free will es juzgar a todas las personas por igual. Es creer que a partir de cierta edad todos alcanzamos un grado de desarrollo moral en el que somos iguales, es decir, subimos a una meseta moral (es un concepto de Bruce Waller, ver 15) donde todos tenemos las misma capacidades de hacer lo moralmente correcto. La realidad es que no todos tenemos las mismas capacidades y condiciones que sabemos que influyen en la conducta moral como el autocontrol o “fuerza de voluntad”, control de impulsos, intensidad del deseo sexual,  etc. Esto no se hace en otras esferas de la vida. Si Ronaldo mete 50 goles o Usain Bolt corre los 100m en menos de 10´ no pensamos que todos lo podemos hacer. Pero si yo no robo me creo que alguien nacido en Vallecas o en las favelas de Río de Janeiro, hijo de unos padres traficantes y drogadictos, también puede no robar.

Existen datos para pensar que existe un cerebro moral o, por lo menos, que muchas cualidades que tienen que ver con nuestra capacidad moral (control de impulsos, disposición al riesgo, gusto por la novedad, fuerza de voluntad o capacidad de esfuerzo, etc.) pueden variar de forma natural y por lo tanto dar lugar a capacidades morales que no son iguales en todas las personas. Esto lo podemos demostrar en casos extremos. Es un clásico el caso de Phineas Gage que tras sufrir un accidente que afectó a su polo prefrontal cambió de ser una persona formal y cumplidora a ser un informal incapaz de mantener un trabajo. Antonio Damasio ha estudiado casos de personas con tumores o accidentes cerebrovasculares en la región ventromedial del polo prefrontal y se puede apreciar en ellos que aunque la inteligencia es normal y no se ve afectada, su conducta se psicopatiza: juego patológico, inconstancia en el trabajo, violaciones de normas, incapacidad de asumir sus responsabilidades como padres o maridos, la mayoría se divorcian, pierden el trabajo, etc.  Si esto ocurre por alteraciones posteriores al nacimiento es lógico pensar que esas mismas variaciones pueden venir implementadas de “fábrica” y que lo mismo que hay  una variación en la altura también la hay en la capacidad de cumplir las normas sociales.

La evolución.

Aunque nos resulta profundamente antipático, la teoría de la evolución nos dice que somos vehículos diseñados por nuestros genes para hacer copias de sí mismos. El cerebro lo crean los genes para hacer copias de sí mismos. El cerebro no es libre, no es una tabla rasa y nacemos con una serie de reglas, programas, y algoritmos implementados. No voy a extenderme porque el tema es vastísimo pero voy a poner un ejemplo simple: nosotros no elegimos querer vivir, la decisión de querer vivir no es fruto de una decisión razonada y libre. Existe el llamado sesgo optimista(16), como todo ser vivo queremos vivir y eso no es una decisión racional. Otro ejemplo: las chicas quieren estar delgadas, aparentar juventud, una cintura estrecha… Todo ello son signos de fertilidad y es precisamente lo que atrae a los hombres. Ellas dirán que quieren estar delgadas porque se les ha ocurrido a ellas pero qué casualidad que sea lo que los genes de una mujer necesitan que haga esa mujer para hacer más copias de sí mismos. Y a las chicas les gustan los chicos fuertes, listos y guapos. Y esto también indica buenos genes y un individuo del otro sexo con el que es buena idea intercambiar genes porque tiene las condiciones necesarias para que sus hijos sobrevivan mejor y se reproduzcan.. De nuevo qué casualidad que les guste lo que sus genes precisan…En todas las culturas el grupo más violento de la población son los hombres jóvenes, nuca las mujeres postmenopáusicas…es decir, hay leyes biológicas que determinan nuestros deseos
y las cosas que podemos incluso pensar o no pensar. Somos marionetas manejadas por los genes (y por el ambiente, somos gentes y ambiente pero no elegimos ninguno de los dos)

Lo Posible Adyacente.

Tú puedes hacer lo que siempre haces, pero en algún momento de tu vida sólo podrás hacer una actividad definida, y no podrás hacer absolutamente nada que no sea esta actividad.
-Schopenhauer

A mi modo de ver, si existiera el libre albedrío la sociedad sería muy diferente. Por ejemplo, no habría obesidad, no habría drogadictos, no habría jugadores patológicos , ni personas que no pueden dejar de fumar, ni habría depresiones. La persona obesa usaría su libre albedrío para hacer ejercicio y cuidar la dieta y así quedaría solucionado el problema de su obesidad. Y lo mismo en muchos otros casos y situaciones. Pero no es esto lo que vemos, lo que vemos es que en cada momento la gente no puede querer otra cosa que lo que quiere y que, como dice Schopenhauer, sólo hay una posibilidad a su alcance.

El físico Stuart Kauffman ha puesto en circulación la idea de lo Posible Adyacente. En cada momento, la biosfera, el Universo y cada uno de nosotros, se expande hacia lo posible adyacente. Un reptil no puede desarrollar alas de golpe o en la Edad Media no era posible inventar un iPhone. Todo debe seguir una evolución: primero se descubre la electricidad, luego los transistores, luego los ordenadores y luego el iPhone. Esto explica el hecho de que muchos descubrimientos se han realizado a la vez por diferentes personas, los ejemplos son miles. La explicación sería que ese descubrimiento ya estaba en el posible adyacente. La propia selección natural es un ejemplo. Tanto Darwin como Wallace la descubrieron casi a la vez y podemos estar seguros de que si no hubieran sido ellos algún otro científico la habría descubierto, pero el mundo no se habría quedado sin conocer la teoría de la selección natural.

Los cambios en la vida de las personas siguen también esta regla. Ocurren cuando son posibles, no cuando quiere la voluntad. Voy a poner un ejemplo. El psicólogo Walter Mischel, autor del famoso experimento del test de la golosina, era un empedernido fumador que no conseguía dejar de fumar. En los años 50 se publicó el informe del Cirujano General de USA confirmando la relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, pero Mischel no dejó de fumar. Sin embargo, un día que estaba de visita en un hospital vio a un enfermo pintado de verde al que iban a radiar por un cáncer de pulmón y el impacto de esta visión hizo que dejara de fumar. ¿Dejó Mischel de fumar por un acto libre de su voluntad? A mi modo de ver, desde luego que no. Dejó de fumar por una razón que antes no se había presentado en su vida. Si todo dependiera de una voluntad libre su voluntad podría haber conseguido dejar de fumar 5 o 10 años antes pero, según el concepto de Kauffman, en aquel entonces dejar de fumar no se  encontraba en el posible adyacente de Mischel. Creo que este es un concepto que psicólogos y psiquiatras deberían entender y aplicar en su práctica. Sería muy importante conocer si los cambios que queremos conseguir en los pacientes están o no en su posible adyacente (desgraciadamente, no existe un método científico para hacerlo). Empeñarnos en conseguir algo que no está al alcance de los pacientes sólo va a provocar frustración y desesperanza.

A  un nivel filosófico el concepto de Posible Adyacente nos transmite una idea del Universo como un todo, como un único suceso. Creo que cuestiona el concepto de causalidad como tal, la propia existencia de causas y efectos. Entendido de esta manera, sólo existe un único suceso en el Universo, el propio Universo que se va “desplegando” y va cambiando y evolucionando. Nada es causa de nada.


Consecuencias negativas de la creencia en el libre albedrío

Los del norte no debemos sentirnos demasiado moralmente superiores a los esclavistas del sur porque si estuviéramos situados donde ellos están actuaríamos y sentiríamos como ellos; y si ellos estuvieran situados como estamos nosotros actuarían y sentirían como nosotros; y no debemos perder de vista este hecho al tratar este asunto 
-Abraham Lincoln


Una vez expuestas todas estas razones, creo que la creencia en el libre albedrío es no sólo errónea sino perjudicial para la sociedad por su asociación con la hipótesis del mundo justo, entre otras razones. Creer en el libre albedrío ayuda a mantener el statu quo y a que las élites sigan disfrutando de su privilegios. Según esta visión, la causa de los problemas y desigualdades son individuales, no sociales. Ayuda a que las mayorías sean dominadas por las minorías, encima con su beneplácito haciendo creer a los más desfavorecidos que ellos tienen la culpa de su situación. Una sociedad sin la creencia en el libre albedrío sería más solidaria y se esforzaría más en repartir la mala suerte y en no ab andonar a su suerte a los más pobres y desfavorecidos, tanto económica como psicológicamente.

No creer en el libre albedrío promovería un sentido mayor de solidaridad, igualdad y empatía con los menos favorecidos así como un sentido de gratitud por la posición de uno en la vida. A la hora de resolver los problemas y las diferencias partiríamos de una posición totalmente diferente, mucho más tolerante y abierta de la que partimos ahora, como vemos en la cita de Lincoln, conocido por su determinismo. Los problemas derivados de un choque de ideologías seguirían siendo muy difíciles de resolver, pero sería un avance partir desde otra visión del mundo totalmente diferente.

Consecuencias negativas de la creencia en el libre albedrío en Psiquiatría

Algunas consecuencias derivadas de la creencia en el libre albedrío que afectan al campo de la Psiquiatría y Psicología serían las siguientes:

1-    Impide que se reconozcan las enfermedades mentales como enfermedades. Si yo soy libre puedo cambiar mi conducta, esforzarme, poner de mi parte y salir de la depresión o de la adicción. Desde la visión de la creencia en el libre albedrío estas  situaciones no son enfermedades sino debilidades morales. Los enfermos y familias no buscarán ayuda si no creen que esto es una enfermedad
2-    Aumenta el estigma de la enfermedad mental, o de otras enfermedades en general. Ahora estamos viendo el estigma de la Obesidad: son unos vagos y perezosos que no se esfuerzan y se ponen morados a chocolate. Se lo merecen y les vamos a cobrar más en los aviones y van a pagar una parte de la atención sanitaria porque ese gasto es evitable si cambian su conducta y es evidente que pueden cambiarla
3-    Aumenta la culpa y la vergüenza de los enfermos mentales. Les hace sufrir doblemente: por su enfermedad y por ser los causantes de su enfermedad. Esto puede dificultar su atención y su búsqueda de ayuda también.
4-    Entorpece la relación médico-enfermo: Si creemos en el libre albedrío es más fácil que juzguemos a los pacientes, y que les juzguemos negativamente por sus conductas inadecuadas y por no corregirlas. No creer en el libre albedrío ayudaría a aceptar al paciente, a darnos cuenta de que está haciendo todo lo que puede hacer. Se sentiría más escuchado y atendido. Veríamos sus limitaciones psicológicas, que normalmente no se ven y esto disminuiría el sufrimiento de los pacientes.

Conclusiones
Toda la teoría está en contra del libre albedrío; toda la experiencia a favor
-Samuel Johnson

Creo que el debate acerca de la existencia o no del libre albedrío sigue sin resolverse porque  diferentes sistemas psicológicos dan diferentes respuestas al mismo problema; chocan dos intuiciones profundas e incompatibles de la mente humana. Escojamos la respuesta que escojamos una mitad de nosotros no queda satisfecha, por lo que básicamente el dilema no tiene solución. Una parte lógica, abstracta o “fría” nos dice que todo efecto tiene causas previas y que el universo es determinista, pero cuando hay un daño y alguien comete un asesinato, por ejemplo, el sistema “caliente” se dispara y nos dice que el sujeto es responsable y se merece el castigo.

Estos sistemas psicológicos tienen su origen en la selección natural y es lógico pensar que la creencia en el libre albedrío es adaptativa para el ser humano y está cableada por tanto en nuestra mente. Tenemos unos instintos retributivos que nos llevan a castigar las acciones que causan un daño; estas acciones despiertan en nosotros unas “emociones reactivas”, como las llamaba el filósofo P. F. Strawson padre de Galen Strawson, como la ira y el deseo de castigo y de reparación, y en estas emociones podemos trazar el origen de nuestra creencia en el libre albedrío. En este sentido es significativo que atribuyamos más libre albedrío a las acciones malas que a las buenas(17), algo que demuestra también el llamado efecto Knobe(18).

A pesar de ello, creo que la pérdida de la. de la justiciaer repercusiones en el sistema legal y en la aplicacibe y algunos estudios.
umana de esta manera, so hubieran si creencia en el libre albedrío es la próxima frontera en la evolución moral humana. Las neurociencias la están poniendo en cuestión y este cambio en la forma de pensar ya está empezando a tener repercusiones en el sistema legal y en la aplicación de la justicia. Cambiar la creencia en el libre albedrío supone una reestructuración de la sociedad en muchos sentidos y es de esperar que las resistencias van a a ser muy fuertes. También se decía que si dejábamos de creer en Dios no existiría la moral y nos comeríamos los unos a los otros. Vemos que esta profecía no se ha cumplido. Podemos construir un mundo sin la creencia en el libre albedrío, un mundo mejor y más habitable para todos, y en especial para los enfermos mentales.



Bibliografía:

1-    Gerben Meynen. Free Will and mental disorder: Exploring the relationship. Theor Med Bioeth (2010) 31: 429-443
2-    David Eagleman. Incógnito. Las vidas secretas del cerebro. Editorial Anagrama. 2013
3-    David Eagleman. The Brain on Trial. The Atlantic July/August 2011 Issue. http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2011/07/the-brain-on-trial/308520/. Accedido 13-06-2016
4-    Galen Strawson. Freedom and Belief Oxford University Press. 2010
5-    Derk Pereboom. Living without free will. Cambridge UNiversity Press 2010.
6-    Frankfurt Harry (1969)Alternate posibilities and moral responsability. Journal of Philosophy 66 829-839
7-    Hagop Sarkissian y cols. Is belief in free will a cultural universal? Mind & Language, vol 25 nº 3 June 2010 pp 346-358.
8-    David Bourget y David Chalmers. What do philosophes believe? Philosophical studies. September 2014 Volume 170 Issue 3 pp 465-500
9-    Sergi Rossell Nagel y Williams acerca de la suerte moral. Revista de Filosofía Vol 31 nº 1 (2006): 143-165
10-Implicit Bias. Kirwan Institute for the study of race and ethnicity. State of the sciencie:implicit bias review 2014 . http://kirwaninstitute.osu.edu/wp-content/uploads/2014/03/2014-implicit-bias.pdf (accedido 16-6-2016)
11- Danziger Shay, Levav J y Avnaim-Pesso L. Extraneous factors in judicial decisions. PNAS 2011 vol 108 nº 17 6889-6892
12-Dalbert, C. (2009). Belief in a just world. In M. R. Leary & R. H. Hoyle (Eds.), Handbook of Individual Differences in Social Behavior (pp. 288-297). New York: Guilford Publications.
13- Minkow M y Beaver K.  A test of life history strategy theory  as a predictor of criminal violence across 51 nations. Personality and individual differences July 2016 Volume 97: 186-192
14-Mani A y cols. Poverfty impedes cognitive function Science 2013 Vol 341 Issue 6149: 976-980
15-Bruce Waller. The Stubborn system of moral responsability. Massachusetts Institute of Technology 2015.
16-Tali Sharot. The Optimism Bias. Why we are wired to look on the bright side. Robinson 2012
17-Feldman G y cols. Bad is freer than good: positive-negative asymmetry in attributions of free will. Consciousness and cognition 2016 Volume 42:26-40
18-Knobe, J. "Intentional action and side effects in ordinary language". Analysis 63 (3) pp. 190–194, 2003.  



67 comentarios:

Anónimo dijo...

Llegué a este blog por casualidad, siempre termino en el mismo tipo de blogs. Esta entrada es excelente y, los ejemplos imprescindibles para entender lo que, muchas veces se nos escapa. Una lástima que la bibliografía sea en inglés. Si ya me cuesta entender conceptos en español, en inglés ni le cuento. Para los que no entendemos los motivos por los que, a veces actuamos de una forma u otra, esta entrada nos aporta claridad.Seguiré aquí por mucho tiempo.

Miquel dijo...

No solo comparto el artículo sino también este comentario. En mi blog tengo varias entradas sobre el mismo tema, el más importante de todos en el presente siglo, en el que las tecnologías que vienen tendrán mucho que decir. Un saludo.

Cristina dijo...

Gracias por este articulo! Como Anonimo antes,a mi tambien me cuesta entender todos los conceptos que aqui aparecen, pero disfruto tratando de aprender sobre "Mi".Otra vez gracias!

Unknown dijo...

Lo subscribo % pero cuesta tanto acabar de creérnoslo y trasladarlo al día a día.Espero desarrolles en otro post sobre cual ha de ser nuestro trabajo como psi o cómo cambia nuestra praxis en base a esta NO creencia en el libre albedrio

Unknown dijo...

al 100% quería decir

idea21 dijo...

"si mis acciones se deben a mi carácter, motivaciones, deseos, preferencias y creencias y yo no he elegido nada de todo ello, ¿cómo puedo decir que soy libre y responsable de mis actos? "

Argumentar contra la existencia del libre albedrío es fácil, pues, al fin y al cabo, se trata solo de una vieja (tradicional) superstición. Todos sabemos que hay causas para todo (y lo que está en el "posible adyacente" también es causa de aquello a lo que afecta, no hay tal contradicción con el determinismo), pero, ya que se ha mencionado a Mischel y su "golosina" http://www.elcultural.com/revista/letras/El-test-de-la-golosina/36457 , no hay que perder de vista un dato importante, que es en el que me parece que interesa centrarse:

"La regulación de las emociones no descansa en el “poder de la voluntad” (…) El control emocional típicamente depende de varios trucos sutiles, como cambiar cómo uno piensa acerca del problema que se trata, o distraerse [de otros problemas para concentrarse en el más importante]. "
http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2016/12/fuerza-de-voluntad-2011-baumeister-y.html

Es decir, el niño que falla el test de la golosina no es el que ejerce un "heroico" voluntarismo mientras mira fijamente la golosina, sino el que mira para otro lado y piensa en otra cosa para distraerse. Una estrategia sencilla que, además, puede ser aprendida.

Nos han educado en la idea del "mérito", de que, gracias a su fuerza de voluntad, el individuo llega a grandes logros por sí mismo. En realidad, lo que nos ayuda a desarrollar el autocontrol es la abundancia de información con la que contamos hoy, la tradición de empatía y juicio ecuánime que hemos heredado de la cultura occidental (muy buena la cita de Lincoln) y, sobre todo, el entorno social que puede ayudarnos a vencer las inevitables resistencias. Sin duda tiene mucho mérito aquel que deja el alcoholismo porque se dice a sí mismo "se acabó", pero es mucho más sensato acudir a "Alcohólicos Anónimos" en busca de apoyo moral, ejemplos a emular y abundancia de oferta en estrategias sencillas que podemos aprender de otros que nos las ofrecen. O el caso del delincuente "antisocial" en la cárcel: el psicólogo de prisiones lo alienta a rehacer su vida por sí mismo cuando salga libre (muy heroico, muy meritorio)... pero el delincuente hará mejor en meterse en los Testigos de Jehová para que allí le laven el cerebro y conseguir el mismo resultado que todos sabemos que los psicólogos de prisiones (a pesar de sus estudios y sus sueldos) son incapaces de conseguir. En todo caso, el meterse en una comunidad religiosa también es un acto de voluntad... pero uno solo, lo cual es viable, y no centenares de improbables decisiones heróicas a tomar todos los días para "cambiar de vida" por sí mismo...

Si el libre albedrío es una superstición (y por supuesto que lo es, y muy arraigada en nuestra naturaleza, como tantas otras), el fomentar la capacidad individual para el autocontrol alentando el mero voluntarismo ("¡toma tus propias decisiones!", "¡hazte cargo de tu propia vida!") es más o menos lo mismo. Solo en el contexto social adecuado el "autocontrol" puede desarrollarse.

Una buena opción es que seamos humildes y racionales, y nos dejemos persuadir por argumentos convincentes, en lugar de aferrarnos, por superstición y por amor propio, a nuestra "propia manera de hacer las cosas", que además tampoco es tan "propia", pues supersticiones como el libre albedrío o el voluntarismo ("Just do it"...) tampoco son nuestros, sino que nos han sido dados también por el entorno.

Anónimo dijo...

Y tanto, que las emociones no se controlan con fuerza de voluntad, sino con trucos que sabemos , nos funcionan cuando las emociones nos superan. Distraerse con actividades que nos apasionen ( lectura, deporte, cine...), aún con todo algunas veces es difícil sustraerse a una emoción que nos "`puede", en tales casos, mi receta es aguantar el tirón hasta que pase o dejarla estar, sin más. Ya se irá por aburrimiento.

Pitiklinov dijo...

Tienes razón que este enfoque supone un nuevo modelo de relación terapéutica médico-paciente. A ver si desarrollo más a fondo las implicaciones para la práctica clínica

Carmen Martínez dijo...

Estupendo como siempre.Pero yo si he cambiado de alguna creencia.Seré rara. Pensar es cambiar de ideas ¿no?
Saludos

plazamoyua dijo...

Se me había escapado; no lo he visto en Twitter hasta hoy. Muy bueno. Alpiste pare el pensamiento.

Aunque debo leerlo al menos otra vez, y más despacio, me atrevo a apuntar una hipótesis. El libre albedrío puede ser un cuento, o sea falso, sin que esa falsedad nos pueda decir si el cuento es beneficioso o pernicioso. Porque siendo una herramienta social, su virtud o su perjuicio se debe medir en la sociedad. Y en la "eficacia" (ej, supervivencia, predominio) de esa sociedad; no en su "justicia" o en el "abuso de las élites", o la felicidad general. Porque todos esos prodigios nos pueden parecer muy "buenos"; pero luego se trata de si funcionan, y de si la sociedad que los tiene funciona mejor que otra, o no. Donde "funciona" quiere decir gana o pierde en la lucha por el espacio y los recursos.

El cuento del libre albedrío parece haber funcionado muy bien hasta el momento si lo miramos desde ese punto de vista. Y eso por supuesto no es garantía de futuro. El mundo puede cambiar, y puede surgir algo que sea mejor en las nuevas circunstancias. Por ejemplo sociedades más grandes y complejas (globalización y tal). Pero suele ser muy difícil saber qué va a ser lo mejor ... antes de que la realidad haga sus putadas habituales.

También tengo muchos problemas con la asunción libre albedrío = racionalidad. Mientras que la imaginación es bastante libre, la razón no lo es tanto. Tú mismo lo dices.

- Con la homeopatía me ocurre lo mismo: yo no elijo entre creer que tiene base científica y creer que no. Para mí la homeopatía no es más que efecto placebo.

Es verdad que la razón nos lleva a desacuerdos; pero no suelen ser desacuerdos sobre las leyes de la razón, sino sobre el peso de las distintas líneas de evidencia, etc. Y cada cual no suele ser muy libre a la hora de elegir entre esas diferencias. No sé; a mi lo de la racionalidad como base de la libertad no me parece muy convincente.

Resumo mi hipótesis tentativa. El cuento del libre albedrío permite el castigo social del "inmoral". Esto permite implementar una moralidad social. Este permite sociedades más complejas porque automatiza las interacciones "de bajo nivel". La moral te dice, en muchas circunstancias muy frecuentes, lo que puedes esperar de los demás -- y lo que los demás esperan de ti. No necesitamos complejos protocolos para saber si al cruzarnos por la calle con un desconocido vamos a agredirnos o vamos a saludarnos y cada un sigue a lo suyo. Como les pasa a los perros, por ejemplo. Eso da una fluidez que permite sociedades mucho más complejas, y libera recursos para interacciones de más "alto nivel".

En esquema: Libre albedrío ⇒ castigo social ⇒ imperio moral ⇒ sociedad más compleja.

¿Puede haber un sustituto mejor? En teoría, seguro. Pero apuesto a que tiene que ser un esquema que lleve al último término en mejores condiciones.

plazamoyua dijo...

Nota:entiéndase lo anterior en modo hipótesis. No puedo saber si el libre albedrío es un cuento, pero imaginemos que lo sea y miremos las consecuencias que tendría.

anónimo dijo...

Parece que hay una tendencia general a considerar que no podemos tomar decisiones, que somos una especie de zombies y que nada podemos hacer sino dejar nuestra autoestima a un lado y tomar alguna pastilla para consolarnos. ¿Nadie se pregunta por qué este planteamiento determinista se repite machaconamente sin saber bien cuál es el funcionamiento del cerebro en una toma de decisión o si podría corresponder a alguna ideología o intereses concretos? Yo tengo bastantes dudas, incluso de lo que entiende cada uno por "voluntad libre". Da la impresión de que es más una doctrina acorde a los tiempos que una certeza científica.

Anónimo dijo...

En efecto, si eliminamos la posibilidad del libre albedrío, la consecuencia es el autoritarismo. Posiblemente basado en la ciencia que "sabe lo que nos conviene".

Pitiklinov dijo...

El punto es que no cambias de ideas a voluntad. Si puedes cambiar tus ideas a voluntad pasa a ser creyente si eres atea o viceversa. O haz que te guste Trump si que crees que es un baboso :). Cambias de opinión cuando tu personalidad y cierto ambiente te llevan a ello, no por que tú lo causes con tu libre voluntad. La cosa es mas "tricky" de lo que parece:
https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2016/05/no-elegimos-nuestras-creencias.html
Gracias por comentar

Pitiklinov dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con plazamoyua. No veo que se siga que la consecuencia es el autoritarismo...

Pitiklinov dijo...

Creo que la posición mayoritaria que se viene repitiendo desde hace siglos es la de que existe el libre albedrío y eso responde desde luego a una ideología que señalaba más arriba plazamoyua. Si se habla más de esto desde hace unas décadas es porque los hallazgos científicos tanto desde el mundo de la Física, como de la psicología y neurociencias cuestionan esa creencia en el libre albedrío. Yo, por supuesto no digo que el caso esté cerrado, pero creo que las pruebas se inclinan actualmente hacia la incompatibilidad del libre albedrío con la ciencia que conocemos.
Por otro lado no hay que olvidar que se puede decir que el libre albedrío parte de San Agustin y es un concepto teológico (por lo menos tal como nos ha llegado a nosotros, también está en los griegos). Se trata de exculpar a Dios de la existencia del mal, si Dios es bueno por qué existe el mal. La respuesta de la Iglesia es que el hombre es libre y es el hombre el que causa el mal. Débil argumento porque si Dios lo sabe todo y sabe que el hombre va a causar el mal por qué crea al hombre que luego causará el mal?...Creo que el argumento no tiene mucho recorrido y falla.

Anónimo dijo...

Ya que recurrimos a la teología, no está de más decir que el determinismo también tiene su precedente en la predestinación según la cual no se puede hacer nada para cambiar el cielo o el infierno al que cada uno está condenado.
Lo que yo creo es que la corriente dominante de la neurociencia está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo (la ciencia hoy por hoy no explica cómo se forma un pensamiento) y eso quiere decir que son afirmacones poco sólidas, es decir, ideología.
Aunque también se puede suponer que solo se investiga lo que interesa previamente y que eso influirá en el resultado.

Anónimo dijo...

Yo creo que la consecuencia del determinismo no es solo el posible autoritarismo sino el seguro antihumanismo: el abandono de cualquier intento de mejorar las condiciones producto del determinismo.

plazamoyua dijo...

Anónimo, eso del autoritarismo como consecuencia inevitable, no creo. Siempre va a haber autoritarios buscando la disculpa que sea, pero deja de creer en en libre albedrío no me parece una disculpa especialmente buena. Porque el libre albedrío no es el único motivo para la libertad de expresión, que es lo que todo autoritario quiere eliminar. Ni siquiera es el mejor. La gran ventaja de la libertad de expresión es la prueba y el error. Y la filosofía, la ciencia, y el derecho "civilizado". O sea, una sociedad flexible y que aprende (inteligente). Y todo eso no tiene nada que ver con el libre albedrío. Einstein puede intuir el camino de la relatividad y ponerse a ello de una forma sin libre albedrío, o determinista. ¿Y qué importa? Lo relevante es que pueda comunicarlo y que pueda discutirse en al arena pública. O sea, que no haya autoritarismo. Sigues necesitando no-autoritarismo, por mucho que no creas que ha sido el libre albedrío lo que ha conducido a Albert a la relatividad. Y así con todo.

La libertad de expresión (el no-autoritarismo) no es para darnos gustito, sino para hacernos más eficaces y flexibles a un entorno siempre cambiante.

idea21 dijo...

"no hay que olvidar que se puede decir que el libre albedrío parte de San Agustin y es un concepto teológico (por lo menos tal como nos ha llegado a nosotros, también está en los griegos). Se trata de exculpar a Dios de la existencia del mal, si Dios es bueno por qué existe el mal. La respuesta de la Iglesia es que el hombre es libre y es el hombre el que causa el mal. Débil argumento porque si Dios lo sabe todo y sabe que el hombre va a causar el mal por qué crea al hombre que luego causará el mal?...Creo que el argumento no tiene mucho recorrido y falla."

El argumento falla porque Dios no existe, pero sí tiene sentido que el cristianismo marcara una diferencia al señalar la responsabilidad individual para actuar, lo cual fortalecía la autonomía individual. ¿Y en qué consiste esa "autonomía" en un mundo necesariamente determinista?, pues consiste en que los determinantes de la acción del individuo se hacen más sutiles,lo cual permite al individuo dar respuestas más ricas a las circunstancias.

Si dices que "tienes que ser un buen ciudadano porque el magistrado te castigará" o "tienes que ser un buen judío-romano-griego porque si no Dios te castigará" eso te da poca autonomía y la capacidad psicológica del individuo para la vida social no se desarrollará mucho.

Pero si el cristianismo te dice que tienes un alma capaz de elegir el bien del mal (con independencia de lo que diga el magistrado romano o la anodina enumeración de pecados y obligaciones del judaísmo) entonces el individuo desarrolla su capacidad para distinguir causas y efectos, a corto y largo plazo, para desarollar su capacidad de empatizar, para desarrollar su capacidad de compartir emociones, criterios y voluntades, así como hallar las "verdades últimas" por sí mismo. Tiene alma, tiene conciencia, tiene autonomía moral, curiosidad y pasión por la verdad.

El cristianismo sustituye la casuística de las legislaciones religiosas y civiles por el mandato del Amor universal. De ahí en adelante, el individuo tiene que deducir cuál es el Mandato de su propia alma inmortal y como conciliarlo con el mundo que lo rodea. Eso es lo que da la sensación de "libre albedrío". San Agustín mismo escribe sus "Confesiones", la primera mirada introspectiva dentro de la propia conciencia.

Para eso sirvió el libre albedrío, e incluso para eso sirvió Dios. Ni el uno ni el otro han existido nunca, pero a pesar de eso nos enseñaron a pensar y a vivir.

anónimo dijo...

No entiendo por qué reduces el no autoritarismo a la libertad de expresión. De modo abreviado se puede decir que el autoritarismo está relacionado con creencias por las que unos (gobernantes, padres, hombres blancos o los que sean) se sienten autorizados para decidir la vida de los demás.

plazamoyua dijo...

A ver; me meto en esta, con perdón. No creo que nadie piense que no podemos tomar decisiones ya que se ve que tomamos decisiones todo el rato. Y luego, ...

- ¿Nadie se pregunta por qué este planteamiento determinista se repite machaconamente sin saber bien cuál es el funcionamiento del cerebro en una toma de decisión o si podría corresponder a alguna ideología o intereses concretos?

Un "planteamiento determinista" no es más que un planteamiento científico. O sea, esa idea de que lo que ocurre tiene una causa. Pero la causa puede ser de hilo tan fino que resulte incognoscible en la práctica. Cuando variaciones ínfimas e inobservables en la causa producen resultados muy diferentes. Y entonces puedes tener algo perfectamente determinista, y totalmente impredecible. Y por eso le llamas "libre albedrío", que vale tanto como cualquier otra forma de decir "magia". Si no lo puedo predecir, no puedo decir que lo entendiendo bien, ni que lo conozco. Pero a pesar de eso pude ocurrir que no sea magia, como parece, sino que sea determinista.

¿Cómo se podría saber si es más correcta la hipótesis "libre albedrío" o la hipótesis "determinista de hilo fino"? Parece difícil, pero sin embargo la segunda debería producir cierto avance en la predictabilidad de las decisiones, según avanzamos en la capacidad de distinguir hilos cada vez más finos. Y la pinta es que eso es lo que ocurre. Pero no hay que deprimirse; en realidad sólo estamos siendo capaces de ver las maromas más gordas, muy muy lejos del hilo fino. Por ejemplo, los jueces son más / menos cabrones según les meta más o menos ruido el estómago. Etcétera.

Masgüel dijo...

Pues yo voy a llevar la contraria, en casi todo. Y como es mucho, abrevio.

- Lo primero es naturalizar la libertad. Es la capacidad de elegir entre posibilidades, que hace de nosotros organismos, no mecanismos. Suejtos agentes, no autómatas. Y se trata de una capacidad condicionada, no de omnipotencia.

- A la hora de asociar libertad y razón conviene naturalizar también esta última. Del mismo modo que la libertad no es omnipotencia, ausencia de condicionantes, la razón no es la imagen especular sin mácula de una realidad racionalmente organizada (es un mito pitagórico que pervive en la concepción vulgar de la ciencia), sino algo mucho más modesto: Coherencia interna del discurso. Su relación con la libertad también es por tanto, más modesta. El hombres es más libre que otros animales porque es capaz de aceptar motivos argumentados para actuar incluso en contra de sus deseos. Y que pueda hacerlo no garantiza que lo haga. La libertad no garantiza una conducta razonable, porque también es libre la conducta de quien, capaz de seguir un argumento, no hace caso.

- Sobre el determinismo en física, no hay más que ver esta serie de charlas y discusiones del año pasado, para darse cuenta de que posicionarse a su favor, hoy, es más una preferencia filosófica que otra cosa:
https://perimeterinstitute.ca/video-library/collection/time-cosmology
El indeterminismo, la apertura del futuro (frente al universo bloque), no es la libertad ni la garantiza, pero es una de sus condiciones de posibilidad. Atribuir poder causal a los procesos de organización es otra (emergencia ontológica y causalidad descendente).

- Por eso aceptar la libertad no supone aceptar un dualismo psicofísico. Afirmar que lo físico no es como pretenden los que profesan la fe en un reduccionismo determinista, no supone salirse del naturalismo (no es el tema de la entrada, pero nisiquiera un dualismo o un pluralismo ontológico supone necesariamente salirse del naturalismo. La identificación entre naturalimo y materialismo también es una preferencia filosófica). Es posible afimar que somos cuerpos y nada más que cuerpos, pero cuerpos libres.

- Entiendes mal el concepto de "posible adyacente" de Kauffman. Es un planteamiento histórico y causal (no es una propiedad conmutativa sino estrictamente temporal) y su fundamentación es indeterminista. Habla de lo posible adyacente y no de lo necesario adyacente, precisamente porque lo anterior no determina, solo posibilita lo posterior. https://www.youtube.com/watch?v=GVL2Y5z2jLU
En la tradición filosófica ese concepto no es nuevo. Es la vieja "condición de posibilidad".

- El heterocontrol interiorizado sigue siendo autocontrol. La misma identidad personal resulta de la interiorización de las costumbres de una cultura concreta. Pero que la libertad sea propia de sujetos sociales, que los individuos sean básicamente ejemplares de un molde cultural, no hace menos libres sus decisiones.

Dejo para otra ocasión mi opinión sobre las consecuencias de creer o no creer en la libertad, que ya canso.

idea21 dijo...

"Lo primero es naturalizar la libertad. Es la capacidad de elegir entre posibilidades, que hace de nosotros organismos, no mecanismos."

A primera vista, decir que la "libertad" es "elegir" me parece lo mismo que decir que la "libertad" es "libertad(para elegir, claro, ¿para qué, si no?)"

"que los individuos sean básicamente ejemplares de un molde cultural, no hace menos libres sus decisiones."

Si son básicamente originados por un "molde cultural", básicamente también serán menos libres en la misma proporción.

Esto sí que me ha gustado mucho:

"El hombres es más libre que otros animales porque es capaz de aceptar motivos argumentados para actuar incluso en contra de sus deseos"

Y en consecuencia para actuar a fin de cambiar sus propios deseos ("deseaba alcoholizarme, pero ahora deseo dejar de desearlo", por ejemplo). De todas formas, puntualizar que se trataría de actuar contra los deseos conscientes, los inconscientes son en el fondo los que nos gobiernan.

Masgüel dijo...

Idea21

Pues por eso lo digo. Que tenemos libertad de elegir entre posibilidades e incluso de crear nuevas posibiliadades. Del indeterminismo de la naturaleza, ya he puesto deberes. Y podemos elegir porque es una de las funciones más adaptativas del organismo animal. La libertad, naturalizada, es cuestión de grado. No se es ausencia de condicionantes, sino de grados en la capacidad de decidir entre posibilides, para aprovechar y crear posibilidades nuevas, en muchos casos capaces de vencer nuestros condicionantes. Para eso trabajamos los bichos humanos. Y se nos da bastante bien.

Lo inconsciente no nos gobierna. Nos condiciona, como el tener dos piernas. El incosciente no es un sujeto agazapado (la sombra del homúnculo es alargada), sino los motivos, biológicos y culturales, por los que hacemos cosas sin saber por qué las hacemos. Y es más libre quien se hace una vaga idea de algunos de esos motivos y se las apaña para sobreponerse a ellos, si hace falta. Si hace falta para sus propósitos, expresados en palabras, que es el nivel entéramente natural que organiza la conducta humana, pese a sus muchos condicionantes. En esto yo, pirrónico ya canoso, tengo que dar la razón a los estóicos. Un hombre, siempre puede, en último término, matarse.

Pitiklinov dijo...

Masgüel, por poner los pies en el suelo, desmóntame esto:

A)No elegimos nuestras creencias (p. ej. creer que la izquierda es mejor que la derecha o que Jack Nicholson es un mal actor)
B) Nuestras creencias son la causa de determinadas conductas, como votar a la izquierda si creo que es mejor que la derecha o no ir a ver una película de Nicholson si creo que es un mal actor.
C) Por tanto si yo no elijo mis creencias que son la causa de mis conductas tampoco he elegido mis conductas

Hasta donde yo llego puedes decir que A) no es cierta, que tú sí eliges tus creencias. Explícame cómo y te reto a que cambies alguna creencia que tengas ahora sin ninguna razón. Por ejemplo, que pases a pensar que Nicholson es un buen actor si es que piensas que no lo es. Pero que no sea porque ha hecho una nueva película donde resulta que se sale. Lo que te pido es que pases sólo con tu voluntad a creer que sí es un buen actor. Es decir, sin ninguna razón que te haga cambiar de opinión, nada, sólo porque vas y lo decides con tu voluntad.

También me puedes decir que el que no hayas elegido tus creencias no influye para nada en tus conductas o que sí influye pero no las determina. De nuevo sólo veo eso posible si hay otras razones que contrapesan tus creencias iniciales. Por ejemplo, a una chica que has conocido le encanta Nicholson y si quieres ligar con ella te viene muy bien ir a ver una película de Nicholson. En ese caso también estas cambiando tu conducta por unas razones y no exclusivamente con tu voluntad.

Masgüel dijo...

No elegimos nuestras creencias y apenas elegimos nuestras ideas. Nuestras creencias y nuestras ideas condicionan y posibilitan nuestra conducta, no la determinan. Hay infinitos motivos que pueden condicionar nuestras decisiones, pero tomamos decisiones. Hay personas más capaces que otras de darse cuenta de los motivos de sus decisiones y hay personas, no siempre las mismas, más capaces de imponerse obligaciones en contra de sus deseos, elegir en qué contextos dominarse y en qué otros disfrutar de la ola, e incluso realizar una forma original de hacer algo.

Te emepecinas en propuestas maximalistas: Si estamos condicionados, somos autómatas, si la voluntad no es incondicionada, no es libre.

Me encanta el chocolate relleno de naranja. Me encanta el chocolate relleno de licor. Si tengo a mano los dos, soy libre de elegir cualquiera y no hay un motivo para que me decida primero por uno o otro. Pero hay un motivo que actúa en mi conducta con más fuerza. Y es un motivo felizmente heredado de mi cultura tecnocientífica que me desaconseja comerlos. Y lo hace eficazmente, porque no los como, por mucho que me gusten. Podría elegir comerlos y no lo descarto, para alguna ocasión especial. Pero yo decidiré cuándo. Al consumidor habitual de azúcar y teobromina le costará más. Será menos libre. Pero repito que la puerta de salida en las venas de la muñeca siempre está abierta para los que sabemos que somos mortales.

Pitiklinov dijo...

Que no Masgüel, que tú no eliges que te de igual comer un chocolate relleno de licor a uno de naranja, a otra gente no le gusta el de la naranja, o el de licor, y tú no has elegido que a ti te guste la naranja, ni ninguna de las cosas que te gustan. Simplemente ocurre que a ti te gustan ambos sin que hayas elegido nada. Y dados los deseos que tienes eliges, pero no eliges lo que deseas, como dice Schopenhauer.

Y tampoco eres libre de elegir la puerta de salida. Nadie que está feliz de vivir y con proyectos de vida va y elige con su voluntad suicidarse ( por lo menos yo no lo he visto nunca). Sólo se suicida el que tiene razones como un sufrimiento intolerable para hacerlo (y unos genes, personalidad, etc., que tampoco ha elegido de ninguna manera)

Masgüel dijo...

Te empeñas en que no somos libres porque no elegimos nuestros deseos. Ya he reconocido que no elegimos nuestros deseos. He dicho que somos libres porque podemos decidir incluso en contra de nuestros deseos.

La historia abunda en personas muy felices que pagaron con su vida, muy a su pesar, a propósito y a menudo de su propia mano, por los motivos más variados. Salvar a otro, una derrota política, evitar una muerte peor, un sacrificio religioso, un acto de guerra, etc.

Pitiklinov dijo...

Creo que nos empeñamos los dos. Si tú no eliges que te gusten más las cerezas que las manzanas y eliges cerezas cuando te las ofrecen ¿dónde está tu libertad? ¿Y si no eliges ninguna de las dos porque tienes otro deseo más fuerte que es el de no engordar, dónde está tu libertad?

Tú lo estás diciendo: la gente que dio su vida por razones altruistas no eligió tener esas razones, no lo hicieron por un acto de voluntad libre, lo hicieron por unas razones. Un psicópata no habría dado su vida para salvar a alguien que se está ahogando. Cada uno hace lo que puede hacer. Si hacer lo que puedes hacer es ser libre entonces somos libres. Yo no puedo atracar un banco porque decido ahora hacerlo por mi voluntad libre. Pero si mis hijos no tienen para comer igual lo haría, pero eso no es libertad, lo hago forzado por unas razones, cuando se dan unas circunstancias concretas.

Masgüel dijo...

La libertad no es elegir lo que puedes hacer sino, entre lo que puedes hacer, ser capaz de elegir. Hay infinitas cosas que no puedes hacer. Hay infinitas cosas que puedes hacer. Las cosas que puedes hacer no están determinadas desde el primer instante del universo, si hay tal cosa. Las cosas que puedes hacer son el horizonte de posibilidad que abre lo que ha pasado antes. Lo posible adyacente es un espacio muestral indefinido. La naturaleza se hace sobre la marcha.

"Si tú no eliges que te gusten más las cerezas que las manzanas y eliges cerezas cuando te las ofrecen ¿dónde está tu libertad?"

En que también podía haber elegido la manzana por otra razón aunque me gusten más las cerezas.

Una cosa es negar, determinismo mediante, que la naturaleza ofrezca posibilidades a la elección. Otra muy distinta es negar que la voluntad libre pueda darse razones. Es libre (más libre) porque puede aceptar razones para actuar a favor o en contra de un motivo u otro, tanto si le gusta como si no, porque persigue propósitos, que se originan y organizan al nivel de la cultura.

Para negar la responsabilidad del enfermo no es preciso negar la libertad, solo es necesario conceder que la enfermedad te hace menos libre, te roba muchas oportunidades y en determinados casos, exonera de algunas decisiones.

Masgüel dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=JG5yKNTvVg8

Pitiklinov dijo...

Esto se va pareciendo cada vez más a un diálogo de sordos.
Hay un punto que me extraña que no veas (y a ti extrañará que no vea el tuyo):

“En que también podía haber elegido la manzana por otra razón aunque me gusten más las cerezas”.

Esa razón para haber elegido la manzana no la eliges tú y por lo tanto no ocurre por tu libre voluntad. Lo dices de nuevo después:

“Otra muy distinta es negar que la voluntad libre pueda darse razones”.

La voluntad no puede darse razones a partir de la nada. Si tú no crees en Dios no puedes coger y darte desde cero razones para creer en Dios. Igual un día lees un libro y algo de lo que dice te impacta y pasarás a creer; o te detectan un cáncer y ante la perspectiva de la muerte te asustas y te conviertes. Pero nada de eso es libre. Ocurre por unas razones que no te las das tú de ninguna manera. Creer en el libre albedrío es creer en una causa no causada.

Y si en nuestros respectivos posibles adyacentes no está entender las razones del otro creo que podemos seguir así durante años.

Masgüel dijo...

Pues lamento ser tan torpe, pero yo entiendo que lo que repites una y otra vez es que si no podemos elegirlo todo, no podemos elegir nada. Y lo que yo también repito una y otra vez es que sí tenemos opciones y podemos elegir entre ellas. Creer en el libre albedrío no es creer en causas incausadas, aunque también hay de esas y poco tienen que ver con nuestras decisiones (la desintegración del átomo de uranio, por ejemplo). El libre albredío, naturalizado y coloquializado, la libertad, es la capacidad gradual de algunos sistemas naturales que los hace operar como un tipo muy concreto de agentes causales en una naturaleza con el futuro abierto.

Yo también lo dejo aquí. Ya no tengo ímpetu de antaño.

anónimo dijo...

Disculpa pero no he sido yo quien ha utilizado primero el término "libre albedrío" que es una palabra que puede querer decir muchas cosas: religiosas, sociales, cerebrales, etc. Lo que creo es que es utilizado con demasiada simpleza sin precisar a qué se refiere y por eso pienso que puede ser una interpretación interesada.
Ya sé que la ciencia busca leyes causa-efecto pero cuando hablamos de comportamientos humanos es inevitable que estemos tratando de valores y de ideología. Tu ejemplo de los jueces sirve en este sentido.

anónimo dijo...

Lo peor del determinismo extremo es que anula su propia defensa: si todos los comportamientos están determinados, el que defiende dicho determinismo está a su vez determinado a defender lo que defiende y por tanto sus opiniones acaban en un callejón sin salida.

idea21 dijo...

No hombre, lo que pasa es que lo determinado se hace también necesario...

Sipe dijo...

Pensar que el "yo" controla el cerebro, y libremente puede decidir es un extremo y tener un determinismo absoluto que no da margen a ningún tipo de libertad personal es otro extremo, es verlo o blanco o negro y es difícil verlo de otro modo, buscando cada uno los argumentos que justifican sus posturas extremas.
En la evolución las decisiones inconscientes son más adaptativas y utilizan menos energía, por tanto la inmensa mayoría de las decisiones serán tomadas de forma inconsciente y al producirse, en algunos casos, puede producirse posteriormente la falsa idea de que la hemos tomado libremente. Pero ante una situación nueva, y que no sea fácil responder rápidamente e inconscientemente, se pueden producir decisiones conscientes.
En los experimentos realizados científicamente suelen utilizarse ejemplos fáciles muy automatizados dentro de nuestro repertorio, en estos casos es fácil que siempre se produzcan las decisiones de forma inconsciente ( es más adaptativo y funcional dentro de nuestros circuitos y redes neurales)
Cuando leí la entrada, que la consideré interesante, pensé que no valía la pena opinar pues cada uno suele tener su opinión y no es fácil que acepte las opiniones diferentes a las suyas. Hoy al ver tantos comentarios lo he vuelto a pensar y he decidido, de alguna manera, escribir mi opinión.( En este caso hay algo consciente y meditado decidido libremente, aunque no todo, ni siquiera la mayoría).

Emilio dijo...

Un poco como sipe, había pensado que no merecía la pena entrar en debate ni en esta, ni en la entrada anterior, porque casi nunca conducen a algo que merezca la pena, pero finalmente he sucumbido, quizá llevado de ese determinismo que no comparto, y que a mi modo de entender no es más que puro reduccionismo: el activismo político y el despliegue de la cola en el pavo real son lo mismo. Si nuestro cerebro regula sin necesidad de hacerlos conscientes los procesos digestivos y la respiración, a cuento de qué hablar de racionalidad.

¿Cuánta razón hace falta para poder decir de un ser que es racional? Si el libre albedrío no existe no solo habría que revisar lo que se está haciendo en Psiquiatría, sino todo el edificio jurídico y social. Por cierto, llevamos esperando por un Plan contra el suicidio años y años sin que sepamos por qué no acaba de aprobarse y ponerse en marcha, aunque seguramente se trate de razones semejantes a las de por qué no tenemos una ley de educación consensuada o una ley de custodia compartida. Me gustaría conocer las posiciones del “determinismo” en relación con estos temas.

Somos capaces de enviar un vehículo espacial en un viaje de muchos años para que finalmente se pose en un pequeño asteroide que a su vez viaja a una velocidad que se mide en kms/segundo y lo conseguimos, pero somos incapaces de saber que será de nosotros mañana o hemos sido totalmente incapaces de pronosticar el resultado del Brexit, la victoria de Trump o el resultado del referéndum en Colombia. ¿Podemos hablar del determinismo de la ciencia pensando que lo mismo que nos vale para una cosa nos vale para todo?

En mi opinión el determinismo renuncia a explicar la complejidad, la complejidad del individuo y la sociedad humanos, que no pueden ser explicados ni por las leyes de Newton ni con el comportamiento del pavo real. Renuncia a lo concreto para lo que solo ofrece vaguedades de futuro, un futuro eso sí matemático y exacto. Siendo esto así resulta más fácil entender por qué la universidad, lo jurídico y lo político están siendo manejados a su antojo por esa mezcla de feminismo de género y postmodernidad que caracteriza nuestro tiempo.

Decía Keynes que a largo plazo todos muertos, y eso es lo que nos pasará si esperamos a explicar la realidad como el mecanismo de un reloj, incluyendo en esa realidad un instrumento como nuestro cerebro que no siempre, pero sí en multitud de ocasiones, reflexiona y elige entre diversas alternativas, y una sociedad compuesta por miles y millones de esos cerebros que tienden a la diferenciación y encuentran su acomodo en una dialéctica de disputa y colaboración entre ellos y con el medio.

Pitiklinov dijo...

Hola Emilio, es verdad que no creer en el libre albedrío es la revolución total y subversión de todo nuestro mundo y sus consecuencias son evidentes para el sistema judicial. Si quieres explorar ideas sobre cómo montar una justicia alternativa desde el escepticismo del libre albedrío puedes leer algunas cosas de Greg Carusso, como esta del enfoque de cuarentena:
https://philpapers.org/archive/CARFWS-3.pdf
En su web hay más artículos:
http://www.greggcaruso.com/practice-areas.html

Un saludo

Emilio dijo...

Hola Pitiklinov, admiro tu blog y me gusta casi todo lo que escribes, pero en este tema creo que te equivocas. Reducirnos a los componentes más pequeños que nos constituyen, los átomos, para explicarnos con las leyes de la física es un mal sueño que además no es nuevo. Ya los viejos atomistas griegos e hindúes lo intentaron. En aquel momento tuvo su mérito.

Y me da lo mismo si en lugar de átomos piensas en células o genes. Cuando procedes a esa reducción vas dejando por el camino infinidad de cosas, vas teniendo que hacer una nueva tabla rasa en la que nada se distingue: ni los humanos de los pavos reales, ni la materia orgánica de la inorgánica. El proceso de reflexión no sirve para nada y el libre albedrío es una ilusión.

Hasta llegar a negar o reducir a la insignificancia la racionalidad humana o afirmar que quienes decidimos cuando nos cuestionamos la religión o decidimos dejar de fumar, no somos nosotros ¿quién sino? La racionalidad humana será pequeña pero nos ha permitido las matemáticas y la física, y nos permite enviar una sonda que viaja por el espacio durante años para posarse sobre una roca que viaja a una velocidad endiablada, a mí no me parece poca cosa.

Negar todo eso es como negar este acto en el que intercambiamos ideas y opiniones y lo hacemos con toda la intención de que el otro cambie la suya o haya una síntesis posible, porque sabemos que en muchas ocasiones eso sucede y la gente cambia de opinión, o sencillamente se percata de que comparte más una que otra. La gente cambia a diario de opinión, el número de ateos es cada día mayor en según qué países, la izquierda está siendo barrida del mapa por sus malas políticas, quienes votaban socialista o comunista votan ahora Le Pen en Francia…

Negar eso HECHOS, y quiero subrayar esa palabra, con el pretexto de no sé qué ilusiones mentales no me parece mejor argumento que el de los y las culturalistas que sostienen que las diferencias entre los humanos son todas postparto. Un saludo

Pitiklinov dijo...

Hola Emilio,

yo también admiro tu inteligencia y claridad mental pero creo que si te paras a darle una pensada al libre albedrío, no está tan claro lo que tú piensas.
Por supuesto que creo que todo son átomos y que es todo átomos hacia abajo y no tortugas :). Es más, creo que el libre albedrío es el último refugio de Dios, creer en el libre albedrío es creer en el alma y en Dios y yo en eso no creo.

La racionalidad, sea humana, animal o de inteligencia artificial, es un algoritmo en el que entran datos y salen actos y eso está predeterminado aunque la cantidad de conductas que pueda producir ese algoritmo sea muy variada y hay algoritmos más sencillos y algoritmos más complejos. En una bacteria el algoritmo puede ser: “acércate al azúcar y aléjate del calor” y en nosotros: “acércate al azúcar pero si te va a engordar no lo hagas/ acércate al azúcar porque has adelgazado 2 Kg y te lo puedes permitir/ hoy no te acerques al azúcar porque has cogido dos kilos/ no te acerques al azúcar porque tu novia te ha dicho que tienes barriga y te pude dejar por otro”, etc…Y en tu decisión entrarán factores como:
- el hambre que tengas ese día
- la evolución de tu peso
el tipo de azúcar que sea, donuts o torrija del Restaurante Bullit
que sea invierno o la temporada de ponerse el bikini, etc., miles de factores de los que a veces no somos conscientes…

Creer en el determinismo no es creer que el mundo está quieto. Claro que tú y yo tomamos decisiones, la cuestión es si esas decisiones se deben a una “voluntad libre”, que es como entiendo el libre albedrío

Yo esta mañana he decidido si iba a trabajar o me iba a la playa y he ido a trabajar. Aparentemente, yo PODIA hacer las dos cosas: A (ir a trabajar) o B (ir a la playa). Aquí es donde radica la ilusión, en que crees que PUEDES hacer las dos cosas, de hecho no estoy cojo ni paralítico y me puedo ir físicamente a la playa. Pero en realidad sólo puedo hacer una. Dada mi personalidad y mi alta puntuación en responsabilidad no quiero arriesgarme a que me despidan y que mis ojos no tengan para comer, así que la opción de no cumplir con mi trabajo no era una verdadera opción sino una ilusión. Aparentemente yo también puedo ir ahora a robar un banco. También es falso. Dados mis genes, educación, etc (que yo no he elegido) yo no puedo hacer eso. Pero igual un día mis hijos no tienen para comer y entonces sí puedo robar un banco pero esa decisión nunca será debida a mi voluntad libre sino a las circunstancias y a mi personalidad.

Con un psicópata ocurre lo contrario. El psicópata no puede ir a trabajar a una oficina 8 horas y en cambio sí puede robar un banco. Yo hago lo que puedo y él hace lo que puede. Las limitaciones psicológicas son auténticos muros tan reales como los físicos....

Pitiklinov dijo...

....Si yo no pensara así no podría a tratar a mis pacientes. Si yo no pensara que están haciendo todo lo que pueden yo -o cualquier médico- les mandaríamos a freír churros: deja de beber vino, sigue la dieta, deja de drogarte, etc. Si no haces lo que tienes que hacer es porque no quieres así que vete de mi consulta…

Hay alcohólicos que pueden dejar de beber y alcohólicos que no. Y no es tan sencillo como que el que bebe use su fuerza de voluntad y lo deje. Ese resultado de que no pueda dejar de beber es fruto de su personalidad, su motivación, su inteligencia, sus ganas de vivir, etc. cualidades que ni el que deja de beber ni el que no lo deja han elegido. Son universos separados y con un acto de voluntad no puedes pasar de un universo al otro. Lo conseguirás cuando el conjunto de factores que entran en ese algoritmo den el resultado que deseas, mientras tanto la voluntad no puede hacer nada. Es como si tú ahora decidieras que vas a creer en el libre albedrío. Sencillamente no puedes. Como discutía con Masgüel - y el me concedía - no elegimos ni nuestros deseos ni nuestras preferencias, ni creencias. Esto lo reconocía el mismo Kant (que sí creía en el libre albedrío) pero reconocía que hacer lo que te dictan tus deseos no es libre albedrío porque tú no has elegido tus deseos.

Si crees que eliges tus creencias pasa a creer en el libre albedrío, o que eres un conejo, o que Trump es un sabio, con tu voluntad libre. Cambiarás de creencias, políticas, filosóficas o religiosas, cuando la vida te de razones para hacerlo. Tu sola voluntad no se puede dar esas razones.

Pitiklinov dijo...

Hay una objeción muy común a todo esto que te estoy diciendo y es la de que “las circunstancias condicionan, pero no determinan”. La vida te lo puede poner muy difícil pero está la fuerza de voluntad para sobreponerse a ello (como ves todo muy cristiano: el autocontrol para sobreponerte a los instintos básicos y hacer así el bien y no pecar…). Este argumento tiene el problema de suponer que hay un homúnculo, un Pepito Grillo, sobrevolando por encima de lo que te ocurre y con su fuerza de voluntad más o menos intacta que no se ve afectada por los genes, el ambiente y el azar que es todo lo que hay y todo lo que somos, no hay más. No es cierto que haya un Pepito Grillo flotando por encima de todo lo que te pasa y todo lo que eres: Ese Pepito Grillo ES tus genes, tu ambiente y tu azar. Ese pepito Grillo está compuesto de tus genes, tu ambiente y tu azar, está hecho de esas 3 cosas y decidirá con ese input y dará el output correspondiente. Entonces, si entra A, la acción será A y si entra B la acción será B. Pero en ningún momento de todo ese proceso hay una voluntad libre, al margen de todo el flujo causal que es este universo en expansión, ese río de causas del que tú y yo somos parte y nos conforma.

Poder salirte del flujo causal del que te hablo me recuerda a un chiste de Anacleto del antiguo TBO (tengo ya unos años) Está Anacleto cayendo de un tejado y va contando: “100 metros, 50 metros, 20 metros…un metro…Ah! esto me lo salto yo” y va pega como un salto y cae de pie. Cambiar con tu voluntad el río de causas es como levantarte a tí mismo del suelo tirándote de los pelos o es como si concentrándote quieres subir tu azúcar en sangre o bajarlo.

Tú no cambias de opinión o lo que sea sin una nueva razón en el otro lado de la balanza. Si a mí me gusta el azúcar y eso no tiene ninguna pega, ni me engorda ni me da problemas de salud, etc. pues como azúcar. No hay ninguna razón para que no lo haga, sería absurdo. Es como si digo de repente: “voy a andar a cuatro patas…”, es absurdo. Imagina que yo estoy en una reunión y me entran ganas de mear, lógicamente no voy y me levanto y me pongo a mear en la mesa de reuniones. Pero imagínate que mear en una reunión fuera cool y tope guay y a las chicas les mola y al que lo hace 10 veces le sube el sueldo…Pues no tendrías ninguna razón para reprimirte u no mear en la reunión. Cuando algo te impide hacer una cosa que quieres no es tu voluntad, son factores que actúan sobre esa voluntad desde el otro lado de la balanza. Y ese equilibrio o lucah entre unos factores a un lado de la balanza y otros factores en el otro lado dará un resultado diferente en tu caso o en el mío, porque tenemos diferente personalidad, creencias, etc. Nada de todo eso ocurre solamente por la voluntad. La voluntad es el terreno en el que se juega todo eso y luego tú tiene que actuar, son trillones de células unidas que tenemos que actuar al unísono y se producirá una respuesta, claro.

Yo lo veo así y te aseguro que he leído, le he dado muchas vueltas al tema en los últimos años y he discutido casi todos los días con unos sufridos amigos que pensaban como tú. No he conseguido que me den la razón pero sí por lo menos que acepten que el jurado está todavía reunido :).

Un abrazo

Masgüel dijo...

Lo que niegas es que los procesos conscientes tengan poder causal en la organización de la conducta. Y lo justificas mediante un reduccionismo determinista, una tesis metafísica que contradice la totalidad de nuestra experiencia del mundo.

¿Y todo por exonerar de responsabilidad a tus pacientes?. ¿No debería un psiquiatra detectar con más facilidad cuándo una idea funciona como mecanismo de defensa?.

Pitiklinov dijo...

Que no, lo que niego es que los procesos conscientes no sean causados por algo previo, que se deban solo a voluntad. El inconsciente es sólo una de mis razones o argumentos para no creer en el libre albedrío, no es la principal y la aplico a algunos fenómenos. Por ejemplo, si esta mañana he ido a trabajar ha sido una decisión consciente pero no ha sido libre, ha sido forzada por las consecuencias negativas que tendría para mí y mi familia no trabajar.

Masgüel dijo...

Solo aceptas que la conducta es libre en ausencia de condicionantes. Pero es que sin un contexto de condiciones, tampoco hay opciones entre las que elegir. Todo lo que nos impide hacer algo es a la vez condición de posibilidad para hacer otras cosas. Pretendes que solo una voluntad sin cuerpo, sin cultura, sin biografía, sería libre. ¿Quién es el contaminado por el discurso teológico?. De lo que se trata es de entender la capacidad de elegir que tienen sujetos con cuerpo, educados en un contexto cultural.

Un hombre del paleolítico no era libre para decidir volar en un tubo de aluminio con alas o jugar al mus. No estaba entre sus posibilidades. Estaba entre sus posibilidades decidir matar un uro. No está entre las nuestras, porque de esos bichos no queda ni uno.

Emilio dijo...

Hola de nuevo:

¿Sabes por qué no quería entrar en este lío? Porque realmente es un lío en el que hay muchas posibilidades de enredar la madeja más que de desenredarla.

No me dejas alternativa tengo que personalizar, yo soy uno de ese tipo de personas que ha dejado de creer en Dios hace mucho tiempo y también he dejado de fumar. Yo o quien quiera que lo haya hecho por mí que no me lo dejaste claro. Y observa que no soy yo quien desliga mis actos y decisiones de mi persona, ni tampoco quien hace ningún tipo de dualismo, he dejado de fumar con toda la fuerza de mi cuerpo: cerebro, músculos y todo lo demás.

Es falso que para creer en el libre albedrio haya de creerse en Dios o algún tipo de alma. Ni Denett, ni Bunge, ni yo negamos el libre albedrío y ninguno de nosotros cree en Dios o cualquier tipo de alma. Por supuesto hay muchos más. Cito esos casos porque los conozco y también son conocidos seguramente por quien nos lee. Me queda menos claro en un planteamiento como el determinista quién decide por mí.

Creo que has entendido mal la cuestión que planteaba en relación con los átomos. Por supuesto que todos estamos compuestos por átomos, pero digo yo que el hecho de estarlo no nos hace iguales a las piedras que también están compuestas de átomos. Y para el estudio de las piedras quizá baste con la física, lo que yo discuto es que baste en el caso de los humanos, o cualquier otra forma de vida. El problema del reduccionismo es que no ve más que átomos. En algún caso genes.

Por supuesto que existen enfermedades genéticas que no se combaten con voluntad, o enganches a las drogas y cualquier otra adicción que son casi imposibles de superar. Ser humano puede suponer eso, como puede suponer un mayor cociente intelectual y por tanto mejores posibilidades de educación y progreso social. Yo no hablo de ángeles puros que se levantan con ganas de volar y lo hacen, o de hacerse invisibles y lo consiguen. Hablo de seres humanos lo que implica una carga genética distinta para cada uno y un medio que puede ser igual o diferente al de otros. El libre albedrío nada tiene que ver con elegir esas circunstancias o actuar sin que nos afecten las presiones del medio, es a partir de todas esas condiciones que los humanos elegimos.

Por cierto nada me has dicho de la racionalidad y la capacidad de los humanos para idear realidades nuevas, por supuesto realidades que han de respetar las leyes de la física, cuando decidimos construir aviones con unas determinadas características o como quieren hacer ahora lo chinos rascacielos en los que la altura no se mide en metros sino en kilómetros, y sean capaces de resistir terremotos de gran magnitud. Puede que estemos constituidos de átomos como las bacterias, pero algo hay que nos diferencia ¿no? Un abrazo

Pitiklinov dijo...

Os pregunto a los dos:
Los androides de Blade Runner, unos robots programados por un señor, ¿tenían libre albedrío?
Si creéis que sí entonces yo también. Si creéis que una máquina programada tiene libre albedrío pues estamos de acuerdo.
Porque es lo que creo que somos, una maquina biológica programada por la selección natural...
Si creéis que no, explicadme por favor que "algo más" tenemos nosotros que ellos no tienen...

Pitiklinov dijo...

Estoy leyendo ahora una cosa sobre la gestación de la teoría de la selección natural de Darwin: sus viajes, su gusto por la naturaleza, su preocupación por el problema de las especies y el final de la cadena, leer a Malthus. En 1838 llega a la idea, en 1842 hace un sketch del tamaño de un artículo y en 1844 hace un pequeño libro y da instrucciones a su mujer de que lo publique a su muerte. Entonces va y se dedica a estudiar los percebes y otras cosas, desde 1844 hasta 1858 en que recibe una carta de Wallace con la misma idea de la selección natural. (Wallace que también ha viajado, tiene interés en las especies y lee a Malthus...)
Dice el texto: tras el shock de la carta de Wallace, Darwin decide dejar la idea de un superligero que quería escribir y se pone a escribir un libro.
Bien, la pregunta es: ¿la decisión de Darwin de ponerse a escribir el Origen es libre?. Sabremos que tenía mucho miedo a la bomba que iba a soltar, las consecuencias para su mujer, religiosas, etc. y durante años decide no publicar. Pero ahora puede perder la fama y la prioridad en un descubrimiento en el que lleva trabajando décadas. y su ambición y deseo de honor le lleva a publicar. ¿Libertad? Yo veo causas y efectos, circunstancias procesadas por un cerebro con unas determinada configuración y tipo de procesamiento y lo que en unas cirntancias da como resultado A en otras da B. En 1848 no estaba en el posible adyacente de Darwin publicar y pues hacer A y en 1858 sí lo estuvo y hace B pero no por una decisión libre sino por una respuesta a unas circunstancias y con otras circunstancias el resultado habría sido otro. Y si pudiéramos saber todos los datos que entran en esa computación podríamos haber predicho la conducta de Darwin. Darwin hacía lo que podía hacer siendo quien era y sus circunstancias.
mi opinión, claro

Masgüel dijo...

Nos preguntas si "los androides de Blade Runner, unos robots programados por un señor", tenían libre albedrío. Has elegido un mal ejemplo que refuerza nuestro argumento.

"- What generation are you?.
- Nexus 6.
- I knew it. I do genetic design work for the Tyrell Corporation. There's some of me in you. Show me something.
- Like what?
- Like anything.
- We're no computers, Sebastian. We're physical. I think, Sebastian, therefore, I am."

Los replicantes de "Blade Runner" no eran androides, ni robots programados por un señor. Eran organismos genéticamente modificados, seres humanos. Y eran libres.

"es lo que creo que somos, una maquina biológica programada por la selección natural"

Y al creer tal cosa, te derrapa la metáfora. La selección natural no produce máquinas, produce organismos y los organismos no obedecen un programa. Pero, por abundar en tu metáfora, si la selección natural produce algo parecido a algoritmos, son algoritmos no deterministas. No ofrecen soluciones únicas y no se puede predecir su resultado. Por eso mismo, no es cierto que

"si pudiéramos saber todos los datos que entran en esa computación podríamos haber predicho la conducta de Darwin."

Los organismos no funcionamos así. Los cerebros no son máquinas sintácticas.

Pitiklinov dijo...

Apuntáte un tanto Masgüel con los androides. Yo creía que eran unos robots, tendré que leer el libro de las ovejas de Dick.

Pero sí creo que somos máquinas que funcionamos con programas de computación y algoritmos. Por supuesto que no ofrecen soluciones únicas. Toda la programación es de tipo "Si...entonces" y hoy en día no podemos predecir el resultado. Pero el cómputo de todos esos SI y ENTONCES es un output único. No puede ser de otro modo, a no ser que creas que 2+2 son unas veces 4 y otras 5 y otras 7. Y si eso fuera así por cuestiones cuánticas que es un tema que se suele sacar tampoco te permite a ti elegir, serían fluctuaciones cuánticas al azar.

Conociendo a Darwin, sus motivaciones, etc. era fácil predecir que no quería que le robaran la gloria y quepo fin iba a mover el culo y dejar de procrastinar ponerse a escribir el Origen. Y antes no lo hizo porque no entró en la computación la carta de Wallace. Eso cambió todo, no su voluntad.
Tal como lo veo yo, obviamente.

Emilio dijo...

Creo que eliges mal los ejemplos Pitiklinov. Por lo que cuentas tanto en el caso de Darwin como en el tuyo mismo el día que decidiste ir a trabajar en lugar de no hacerlo, si algo prueban es que efectivamente ambos podíais haber optado por otra cosa. ¡Que elegir no es sencillo! Pues claro. Que tiene consecuencias, también. También es cierto que no todas las decisiones son tan difíciles y algunas son mucho más complicadas. En cualquier caso elegir tiene costes, el primero el de la oportunidad u oportunidades que perdemos cuando decidimos optar por una cosa y no por otra. Y no es fácil. Todos lo sabemos cuando realizamos un acto aparentemente sencillo como hacer un regalo. Nadie dijo que la libertad fuese fácil o gratuita.

Masgüel dijo...

"Pero el cómputo de todos esos SI y ENTONCES es un output único."

No es cuestión de capacidad de cálculo o ignorancia de las variables. Un algoritmo no determinista no ofrece soluciones únicas y no puede predecirse su resultado precisamente porque no es determinista. Añádele una buena dosis de lógica difusa y tienes algo que "se parece" un poco más al funcionamiento de un cerebro.

P.D. El diálogo entre Roy y Sebastian que copié arriba es del guión de la peli, no de la novela.

Emilio dijo...

Corrijo mi apreciación inicial. Creo que ha merecido mucho la pena y he aprendido mucho. Un saludo

Masgüel dijo...

"Y si eso fuera así por cuestiones cuánticas que es un tema que se suele sacar tampoco te permite a ti elegir, serían fluctuaciones cuánticas al azar."

No. Ya indiqué arriba que el azar no es la libertad. Solo es una de las condiciones que la hacen posible. La capacidad de decidir es un ejemplo de causalidad descendente. La organización cultural de la conducta humana es la causa por la que los átomos de tu cuerpo se encuentren todos juntos en tu lugar de trabajo, conduciendo un coche o dando un paseo con el perro.

Pitiklinov dijo...

Hay una manera en que me podríais hacer cambiar de opinión: que me demostrarais que Darwin podía hacer las dos cosas en 1858: escribir el Origen y no escribirlo. Pero claro, no hay datos al respecto ni de cada una de nuestras decisiones. No hay experimentos científicos y sólo experimentos mentales. Y mi simulación mental me dice que Darwin hizo la única cos que podía hacer.
De igual manera, Emilio, creo que en este momento de tu vida tú no podías seguir fumando. Creo que no podías hacer A y B, y que sólo dependía de tu voluntad hacer una u otra.
Tampoco me desmentirías si me dices que has vuelto a fumar, te diría que no habría sido por tu voluntad sino por fastidiarme el argumento :)
Saludos

Emilio dijo...

Enhorabuena Masgüel, has escrito unos comentarios magníficos.
Me ha gustado que hayamos coincidido en este tema. Un saludo

Masguel dijo...

Emilio, gracias a ti. Y sobre todo a Pitiklinov. Se podrá estar o no de acuerdo con el, pero sus entradas siempre son interesantes.

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante el artículo pero cuestiono la afirmación de que creer en el libre albedrío implica (casi necesariamente) creer en Dios y el alma, pues yo creo en Dios pero no acepto la idea de libre albedrío tal y como se definió. La relación de la idea de Dios con el libre albedrío no se limita dentro de la filosofía al argumento de que el hombre es libre para decidir a partir de su voluntad hacer el bien o el mal, también se ha entendido esa relación desde una perspectiva negativa, es decir, a partir de la premisa de que la voluntad de Dios es aquello que determina ciertos aspectos de la realidad tanto física como social y que esa voluntad no se puede transformar a partir de la voluntad humana, porque eso implicaría querer transformar algo que es imposible que se transforme únicamente a partir de esa voluntad, entonces, la voluntad de Dios limita la del hombre hasta el punto en que el libre albedrío se niega; Dios, en ese sentido, puede ser un concepto clave para sostener una visión determinista de la realidad. Ese reconocimiento de la superioridad de una voluntad divina es una visión que me atrevo a afirmar que sostuvieron algunos de los filósofos naturalistas más importantes, como Galileo o Newton, pues si la naturaleza no tuviera una forma "determinada" por una voluntad superior, la idea de que hay leyes en la naturaleza que el hombre puede "descubrir" no se hubiera podido sostenerse con sentido como parte crucial de la ciencia experimental, ya que la creencia de que el hombre es capaz de "descubrir" esas leyes de la naturaleza, está entrelazada con la creencia de que el hombre está "hecho a imagen y semejanza de Dios", y por lo tanto es un ser racional pero también limitado y esa limitación tiene que ver precisamente con la incapacidad de ser libres de toda determinación.

Pitiklinov dijo...

Emilio, Masgüel,

Hablando del suicido mirad lo que he leído hoy en el libro La Pérdida Inesperada, de Dulce Camacho Regalado
“Algunas personas se plantean si el suicidio es realmente una elección, una opción libre.Como afirma Adina Wrobleswki, en su libro Suicide, Why? (Afterwords 1989): “¿El suicido es una elección? Elección implica que una persona suicida puede contemplar razonablemente varias alternativas y optar por una de ellas. Pero si pudiera racionalmente elegir, no llegaría al suicidio. El suicidio ocurre cuando…no existe la capacidad de ver otras opciones.”

Creo que va en la línea de lo que yo os decia, para que sea una elección libre el sujeto tiene que poder hacer las dos cosas: suicidarse y no suicidarse, y entonces con su voluntad libre va y decide suicidarse. Lo que yo veo en la clínica es que el que se suicida es porque no puede hacer otra cosa.

Anónimo dijo...

Hola: una cuestión. Si no creemos en el libre albedrío, tampoco en el de quien "castiga" una mala acción. Tampoco hay nada que achacar en el comportamiento de los quien juzga, encarcela, ejecuta, ¿cierto?

David dijo...

Lo único que cambiaría de esta entrada es cuando dice que la creencia del libre albedrío está cableada en la mente. Digo yo que será en el cerebro, no en la mente. Por lo demás, un artículo estupendo, muchas gracias.
Diría que no es preciso que el Universo sea determinista para descartar el libre albedrío. El Universo parece no estar computado del todo, aunque la existencia o no del azar ontológico también está en cuestión aún. Me gustaría aportar al debate este artículo: https://arxiv.org/abs/1709.02874
Los defensores de la tesis compatibilista han trasladado la carga de la prueba a los incompatibilistas, dicen aquí: http://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-poder-del-beb-567/libre-albedro-10767
El libre albedrío me parece una ilusión, independientemente de la existencia o no del azar ontológico o de cómo funcione el Universo, porque las decisiones las tomamos siempre por un motivo, nuestro estado actual, que se remonta a causas de antes de que naciéramos, y la información de la que disponemos. Si volviera a nacer, en el mismo entorno, tomaría las mismas decisiones con la misma información. Una elección al azar, no es libre tampoco, es al azar. Para ser más "libres" y tomar las mejores decisiones, parece ser necesario disponer de más información. La libertad es una cuestión de grado, de tener opciones. El conocimiento te hace libre, dijo alguien. Pero con demasiado conocimiento podemos caer en la parálisis por el análisis.
Luego, como dijo Rodney Brooks, antiguo director de robótica en el MIT, soy un robot, y tú también. Somos máquinas moleculares increíblemente complejas, pero no hay nada en el cerebro humano o animal que no se pueda replicar de forma artificial, aunque es cierto que aún no se ha conseguido. No es lo mismo una red neuronal cualquiera que un cerebro, que no es una tabula rasa. Hacen falta millones de años de evolución de dicha simulación y hacen falta superordenadores para simularlos, pero los pensamientos no son entes por sí mismos, son estados de polarización eléctrica en las neuronas, que pueden replicarse como estados en los transistores de un ordenador, aunque tuviera que ser uno cuántico en parte, o no. Es un campo por explorar.
Finalmente, recordar que ya se ha descubierto que no vivimos en una simulación: http://www.madrimasd.org/notiweb/noticias/demuestran-que-no-vivimos-en-una-simulacion-informatica
Y aquí otro que piensa igual, diría, y sus razones: https://www.vice.com/en_us/article/mbqwjx/you-have-no-free-will
En cualquier caso, intentar explicar una depresión por causas biológicas dicen que es como intentar explicar un baile describiendo el movimiento de músculos y tendones. El nivel de abstracción que proporciona suponer que tenemos un cierto control sobre nuestros actos puede ser conveniente, aunque sea ilusorio, para ir mejor por la vida.
Estoy de acuerdo en que hacemos un uso inadecuado de la prisión, que debería ser sólo para la gente peligrosa. El resto, con inhabilitaciones para gestionar según qué iría listo, y mejor ayudar a las personas a desarrollarse bien que no gastarse la pasta en prisiones. Más vale prevenir.
Me despido con un juego. Supongamos que crees en el 'libre albedrío', entonces contesta a esto:
Ponemos una 'marca' en el tiempo... ¡ahora!
¿Qué podrías haber hecho, en el momento en que pusimos la marca de tiempo, para decidir NO leer el resto de esta frase?

Anónimo dijo...

No se si existe el libre albedrío o no, pero si existe creo que es muy escaso.No se si existe el mérito y la culpa o no, pero si existen creo que son muy escasos.Luis Manteiga Pousa

Luis Manteiga Pousa dijo...

El libre albedrío ¿una ilusión...o una desilusión?. Depende.Lo más importante en cualquier caso es ser lo más feliz posible o, por lo menos, lo menos infeliz.

Mateo y Javi dijo...

Me parecen interesantes tus matizaciones. El problema tiene más matices y grises que el binarismo que plantea el artículo, que por otra parte me da la sensacion de forzar los argumentos para llegar a la sentencia conocida: "De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades", con la evidente carga ideológica que conlleva.

XLuis MP dijo...

Haya libre albedrío o no, que no se sabe, pienso que si lo hay es muy poco, en cualquier caso la mayor o menor bondad de nuestros actos, que es lo más importante, no tiene nada que ver con que estos sean más o menos "libres".