miércoles, 6 de enero de 2021

Desmontando el Feminismo Hegemónico


Cuando a veces me he referido al feminismo en mi blog o en Twitter, en algunas ocasiones han surgido comentarios que más o menos venían a decir que no generalice con eso del feminismo, que hay diferentes feminismos y corrientes, que no todo el mundo piensa lo mismo y que no existe tal cosa como “el feminismo”. Tienen razón, es verdad que si revisamos la teoría y la historia feminista eso es cierto, pero a la hora de la verdad y desde un punto de vista práctico, me parece a mí que todos los feminismo se pueden dividir en dos: el feminismo que habla y los feminismos que callan. 


Cuando yo mismo, u otras personas, nos referimos al feminismo, nos estamos refiriendo a ese feminismo dominante que habla e impone una narrativa concreta. Podemos llamarlo feminismo hegemónico, radical, feminismo dominante o de cualquier otra manera pero es el feminismo que se ha convertido en ley, el que tiene el BOE por el mango, el que ha generado toda un industria y el que está en el gobierno. Se ha convertido en una especie de religión de estado que impregna todas las esferas e instituciones de la sociedad y a él es al que nos referimos los ciudadanos de a pie cuando hablamos globalmente del feminismo. Hay otros feminismos que también existen, como decían en 2006 en una carta en el Pais Manuela Carmena y otras 200 mujeres, haberlos haylos, pero en los últimos años no se les ha oído ni se les ha visto y ya es sabido que el que calla, otorga. 


Es verdad que ahora mismo esa hegemonía se ha resquebrajado un poco y  estamos presenciando, por ejemplo,  un debate entre dos corrientes del feminismo que tiene que ver con la definición del sujeto del feminismo, con la cuestión básica de quién es una mujer y quién tiene derecho a declararse jurídicamente como tal. El debate no está ocurriendo sólo en España y es muy conocida la postura que ha tomar J.K Rowling en él y la respuesta que ha recibido, pero en nuestro país estas dos posturas opuestas están representadas en parte por los dos partidos actualmente en el gobierno, PSOE y Podemos. En el eje del debate están la definición de mujer y la confusa cuestión del género. Un bando -feminismo radical, TERFs…- parece curiosamente que recupera la biología (aspecto al que el feminismo siempre ha dado la espalda) y reclama que tiene un lugar en esa definición de mujer, que se trataría por así decirlo de una cuestión de hardware. Por contra, el otro bando -feminismo queer, de género…- reivindica que ser mujer es una cuestión de software, de performance. Pero no es de esto de lo que quería hablar.


La intención de esta entrada es comentar la publicación de un libro que reivindica el feminismo liberal, un libro que discute y rebate -con argumentos y datos- los postulados del feminismo hegemónico en una serie de temas como la brecha salarial, el techo de cristal, la gestación subrogada, la prostitución o la violencia de género (y la Ley de Violencia de Género). Es un feminismo que no es biofóbico, no niega la biología y la evolución, no considera que somos unas tablas rasas y que todo es una construcción social, no es victimista, no ve a la mujer como un criatura que no ha llegado todavía a la mayoría de edad y que es por lo tanto incapaz de saber lo que quiere, necesitando la tutela del estado, y no ve al hombre como el demonio que está en el origen de todos lo males.


El libro está coordinado por Irune Ariño, que es la autora también de algunos capítulos, y cuenta con la colaboración de Francisco Capella, Santiago Calvo, Cuca Casado, Marina de la Torre y María Blanco que realiza el prólogo. Extraigo algunos párrafos de las Conclusiones finales donde explican su posición:


“El feminismo ha sido un movimiento muy positivo cuando ha ido de la mano del liberalismo, en la medida en que ha trabajado por la emancipación de la mujer y por la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres en la educación, la participación política, el acceso al mercado laboral y la actividad sexual y reproductiva. Ha pasado de ser una reivindicación legítima, de una parte de la sociedad que era sojuzgada y cuyos derechos no eran reconocidos, para alejarse de ese legítimo objetivo y convertirse en una excusa para desplazar el eje del debate político y justificar medidas políticas liberticidas. Marca la agenda política de gobiernos y medios de comunicación y decide sobre lo que está bien y lo que no. Esa politización del feminismo le ha llevado a posiciones muchas veces críticas con el Estado…


Utiliza un discurso victimista que presenta a todas las mujeres como indefensas frente a la tiranía de los hombres y necesitadas de ayuda estatal para empoderarse y conseguir su libertad. Se ha enfocado en intentar moldear la sociedad a través de la legislación, lo que ha generado una red clientela de organizaciones subvencionadas: institutos de mujer, observatorios, talleres, informes, estudios de género, organizaciones no gubernamentales, etc. Este discurso ha ido ganando espacio y aprobación, tanto en la mayoría de medios de comunicación como en los partidos de todos los colores, ha polarizado debates legítimos y necesarios como el de la violencia en la pareja, el aborto o la prostitución y ha construido un relato que divide a los ciudadanos en buenos y malos…


El feminismo expuesto más arriba no es la única forma de defender la igualdad existente. El feminismo liberal ha estado representado por diversas autoras a lo largo de la historia, desde Mary Wollstonecraft, pasando por Voltairine de Claire, Harriet Taylor, Suzanne La Follette, hasta Wendy McElroy, Martha Nussbaum o Christina Hoff Sommers. Todas ellas comparten una visión que se centra en la persecución de la eliminación de privilegios y trabas legales que han subordinado (y en muchos lados todavía subordinan) el papel de las mujeres al de los hombres…


En la actualidad las feministas liberales se han agrupado en torno a movimiento críticos con el feminismo hegemónico. Sin embargo, cada vez más se niegan a abandonar la lucha por la reapropiación del término feminismo.


El liberalismo defiende que la mujer es un sujeto ético autónomo con los mismos derechos y obligaciones que el hombre. Es dueña de sí misma, tiene derecho de propiedad y puede contratar voluntariamente con otros. No es tratada como una menor de edad que debe ser tutelada por no ser capaz de valerse por sí misma ni como una víctima sistemática que necesita protección especial. Controla su sexualidad y puede vivir sola, en pareja o con quien quiera, casándose o no, y teniendo hijos o no. Sus derechos son derechos individuales, exigibles por todos los individuos adultos sin distinción alguna, que chocan contra los derechos colectivos que reclama el feminismo dominante. Y el estado no debe imponer creencias éticas a sus ciudadanos sino salvaguardar estos derechos.”


Así que parece que el feminismo liberal ha vuelto y es bienvenido. Espero que este libro marque sólo el inicio del surgimiento de esas otras voces que hasta ahora no hemos escuchado y que continúen desmontando más dogmas de la doctrina de ese feminismo hegemónico. Si queremos hacer un buen diagnóstico y abordaje de los problemas, es muy importante romper el monólogo de ese único feminismo dominante y  permitir que entren más voces en la conversación, algo que beneficiará a toda la sociedad. En esa conversación, el feminismo liberal ha estado desde el principio y sigue siendo, sin duda, una voz muy valiosa.


@pitiklinov




9 comentarios:

Agus Salva dijo...

En términos generales, de acuerdo. Tampoco comparto lo de que somos sólo software ni las ideologías derivadas de ello. Entrando al tema. Yo suelo combinar lo liberal con lo socialista, o sea, con la libertad positiva. Sin medios básicos de vida garantizados,sin leyes y sistema socioeconómico al respecto, la libertad individual es humo para mucha, si no la mayoría,de la gente. Aquí aparece para mí la necesidad del Estado Social(ista)Democrático que, sin menoscabo de las libertades liberales,intervenga para nivelar equitativamente y facilitar a los subalternos que dejen de serlo. No veo por qué desde el Estado e instituciones públicas y privadas no se haya de luchar por la igualdad-equidad de quienes todavía ocupan una posición subordinada, dominada. Es como si los trabajadores renunciaran a los sindicatos, a leyes laborales y al EStado. Como si ante el poder de la oligarquía económica y política, las clases populares subalternas no podrían oponerle e imponerle democráticamente, por vía electoral, el poder del Estado. Las organizaciones de mujeres por la igualdad, como los ciudadanos en general, necesitan también del Estado, no como algo paternalista, sino como instrumento de poder. Es mi opinión. Comprendo que la cuestión es merecedora de un amplio debate.

Félix García Moriyón dijo...

Efectivamente, no hay dos feminismos, el hegemónico y el liberal. Hay más corrientes desde los orígenes. Por ejemplo, son muy importantes las figuras del feminismo socialista, que ya menciona al referirse al PSOE en el gobierno, pero también las del feminismo próximo elaborado en la teoría y en la práctica por el anarquismo. Los aciertos del liberalismo como propuesta política son de sobra conocidas, pero también lo son sus limitaciones e incluso su papel negativo en estos momentos, cuando liberalismo hegemónico es el neo-liberalismo.

Anónimo dijo...

El feminismo (o sea, una minoría) legislando es uno de esas muchas aberraciones que está llevando a una grave crisis a esta ya falsa "democracia representativa", que no representa a la mayoría, sino que simplemente permite que legislen minorías una detras de otra, haciendo que los conflictos sociales no se resuelvan nunca, pues nunca es posible saber si la mayoría de los ciudadanos está a favor o en contra de determionada legislación, pero sí deja la posibilidad de que siempre una minoría pueda imponer posteriormente su nueva voluntad. Este fenómeno está destruyendo nuestra convivencia política y se solucionaría fácilmente con el sistema de recogida de firmas y su consiguiente referendum imperativo, que zanja el debate político de los temas socialmente conflictivos con una decisión social mayoritaria indiscutible (dejando definitivamente el debate de esos temas solamente al plano intelectual).

Anónimo dijo...

Pues ya haciendo esa separación entre "feminismo bueno" y "feminismo malo", ya partimos mal.

Os voy a explicar como intentan blanquear este movimiento feminista mediante la falacia del escocés verdadero y la creación de falsas subcategorías (en realidad inexistentes) con un ejemplo práctico:

1. Feminista es respetada como tal dentro del movimiento, a veces hasta el punto de ser una especie de guía o referencia para las más jóvenes en la cultura popular.

2. La feminista en cuestión habla o actúa de un modo totalmente opuesto a la supuesta igualdad que dice buscar. Ya sea defendiendo leyes injustas como la VioGen, esparciendo misandría (hombre os odio de Pauline Harmange), insultando directamente a los hombres (machete al machote), o incluso coartando la libertad de otras mujeres (religiosas o pro vida).

3. Varias personas despiertas le cuestionan a la feminista su modus operandi y la validez del movimiento mismo al que pertenece con toda clase de evidencias, como por ejemplo ¿que derechos tienen los hombres que las mujeres no tengan? para salir evadiendo respuestas.

4. Aparecen otras feministas, de ese supuesto grupo de "las que son buenas" y le recuerdan a todo el mundo que en realidad esa no era feminista, que el feminismo lo único que hace es buscar la igualdad, como por ejemplo los trabajos de alto riesgo lo hacen en la mayoría hombres, que la mayor tasa de suicidios y sinhogarismo son hombres, al hablar de estos problemas salen con ¿es que tratas de invisibilizar el movimiento feminista? o ¿porque no crean su propio movimiento? para luego silenciar por medio de la violencia a los hombres y sus problemas con términos como "masculinidad tóxica" o "masculinidad frágil".

5. Se crea una especie de subcategoría para englobar a esas que no son "buenas feministas". Aquí es donde entra generalmente el mal empleado término "feminazi", "hegemónico" o similares.

¿Lo véis? Al crear una subcategoría que diferencia feministas buenas y malas, o feministas de verdad, feminismo hegemónico y feminazis, el movimiento nunca sale perjudicado. Cuando la dura realidad es que NO son feminazis, son FEMINISTAS, a secas, porque el feminismo es una ideología de odio en si misma. Os pueden venir a la cabeza muchas de ellas. Carmen Calvo, Leticia Dolera, Manuela Carmena, Irene Montero, Anabel Alonso, Iratzu Varela, Pauline Harmange...

Todas ellas "buenas" y auténticas feministas hasta que la liaron.

"Ningún escocés verdadero" y vuelta a empezar.

Anónimo dijo...

No existe el feminismo bueno señores. El feminismo moderado "hegemónico" es la madre sobreprotectora del radical, hay que empezar a dejar de desviar la atención. También hay feministas que en apariencia son "moderadas", pero cuando les rebates sus posturas se vuelven tan agresivas como las radicales y se les ve su doble rasero con respecto a las problemáticas del varón. Y es que hay casos en los que la moderación no es sinónimo de racionalidad sino más bien una pose.

Las feministas moderadas, nos quiere hacer creer que ellas son distintas de las radicales (hacer pensar al público que la rama de un árbol es un árbol distinto). Una falsa dicotomía entre moderadas y extremistas de una misma ideología, donde el feminismo trata de hacer ver que ambos sectores no son lo mismo, cuando en realidad son uña y mugre.

Tengo entendido que las moderadas son las que producen una gran parte del material teórico (ley VioGen, cuotas de género, literatura y propaganda de género) del cual se nutren las radicales (con sus consignas misándricas). En el feminismo, las moderadas son la fuente que le da de comer a las radicales (desvían la atención), pues no importa cuánto se les refute a estas últimas, siempre podrán reponerse (a causa de las moderadas).

Considero que el siguiente paso lógico, sería desmontar y refutar el mito de los “tipos feminismos” (feminismo liberal, socialista, radical, anarcofeminismo, hegemónico, ecológico, disidente, etc…)o que hay un feminismo bueno. Que, generalmente, cuando se critica al feminismo malo, se utiliza esta supuesta división, como trampa para desacreditar las críticas, haciendo ver que se está, supuestamente, cometiendo una generalización apresurada y falacia de falso escoses. También, estas etiquetas sin sustento teórico válido, puede ser usadas por disidentes que, por presión, o por beneficio, se auto proclaman feministas.

Anónimo dijo...

Pongo la mano en el fuego a que junto con el texto del autor, los cinco comentarios que preceden a este (que también lo es) han sido escritos por varones.

Varones llorando con lamentos que esconden miedo y rabia ante una inevitable y progresiva pérdida de privilegios previamente asumidos con una convicción casi moral.

Viva el feminismo

Esteve Trias dijo...

Sólo puedo agradecer los distintos posts que veo, cada uno mas interesante que el otro. Recomendaria la lectura gratuita de obligado cumplimiento: EL VARON DOMADO, de Esther Villar, de 1975. (San google...).
Mi burda aportación no es apta para todos los publicos: esta en catalan. Por eso pido perdon, por existir. Està en kindle Amazon, y se titula "Desenmascarant el matriarcat" . Esteve Trias. No recomiendo mi lectura, mas alla de prejuicios nacionalistas, pero es para corroborar que compartimos pensamientos casi identicos. Salut.






Frederik Bastiat dijo...

Para el "@Anónimo Feminista" Bueno, hay Feministas que dicen que quieren igualdad (concepto ya bastante desvirtuado y utópico), otras que quieren equidad (concepto muy subjetivo y cuando se trata de trabajos de alto riesgo, que el hombre lo haga meehh), otras directamente admiten que quieren superioridad sobre nosotros (misandría y hembrismo, estas son más honestas con sus objetivos). Como mínimo en el discurso base, hay mucha deshonestidad intelectual...

Si dices que las que se llaman a sí mismas "feministas" y que odian a los hombres, no merecen el nombre de "feministas", pero también han dicho que tampoco se les puede llamar "hembristas", ¿qué nombre propones para identificarlas? ¿donde están las "feministas buenas" llamándole la atención a las "feministas malas"? ¯\_(ツ)_/¯

Frederik Bastiat dijo...

Y después están las que dicen que quieren equidad (reparto tradicional) y las que insultan a las de equidad diciendo que es liberación... Vamos, un Uróboros total.

Feminista Dice:
-no lleven a sus novios al 8M
-no lleven a sus amigos al 8M
-no lleven g@ys al 8M
-no lleven varones al 8M
-no los queremos ahí, esto es un MOVIMIENTO por y para MUJERES

¿Os ha quedado claro, aliades? Si una feminista te dice lo que se debe y lo que no se debe hacer, te callas y haces caso. Ellas te pueden decir como ser un Hombre, pero no digas lo contrario que se hace la "vistima" Y no se te ocurra argumentar... mansplainear, ¿eh? Chico, malo, que te quedas sin galletika.