domingo, 21 de mayo de 2017

Las mujeres también son personas

Recientemente, leía con sorpresa esta noticia en la que se critica el acto de Carlos Mullet, de Compromís de romper una foto de Susana Diaz como un acto de machismo. Al parecer, el acto fue acompañado de la expresión “¡qué asco de señora!”.
No sé, podemos calificar este acto de muchas maneras, entre ellas incluso de un acto de magia simpática, emparentado con esa creencia supersticiosa en que lo que se hace a una imagen o muñeco de una persona le va a ocurrir en realidad a la persona. ¿Pero considerar este acto  machismo?

Elena Horrillo le da aquí varios consejos a Dani Rovira para no caer en el machismo y uno de ellos es éste:

“Juguemos al mundo al revés
Se trata casi de la forma más evidente de comprobar si una frase o una actuación es machista y consiste, simplemente, en darle la vuelta y que se refiera a un hombre. “La regla de la inversión o el mundo al revés es muy útil. Como recurso rápido nos puede llevar a entender que si algo suena ridículo, absurdo o pintoresco es que ahí hay sexismo”, asegura June Fernández.”

Creo que este consejo es realmente bueno y es aplicable a muchas cosas en la vida. Por ejemplo, a la hora de juzgar una declaración o idea política es muy interesante pararnos a pensar cómo la juzgaríamos si el que plantea esa idea fuera un adversario político o ideológico en vez de alguien de nuestro bando y viceversa.

Así que vamos a jugar al mundo al revés, vamos a imaginar que Carlos Mullet coge una foto de Rajoy y la rompe mientras dice “¡qué asco de señor!”…¿Pensaríamos que es un acto de sexismo? A mí no me lo parece. Yo entiendo que el señor Mullet está criticando a la señora Susana Diaz como política,  por sus ideas y conductas, las cuales rechaza. No la está juzgando por su condición de mujer. Si hiciera lo mismo con Rajoy también lo estaría criticando por su ideología, no por su condición de ser humano perteneciente al sexo masculino.
Pienso que hemos hipertrofiado el significado de machismo hasta abarcar cualquier actuación o comentario de un varón que afecte a una mujer, incluso las que deben afectarla, y no creo que eso sea correcto. Se nos olvida que un hombre puede tener un problema con una mujer por su condición de persona, de ser humano, y no por su condición de mujer, por su sexo. Puede que esa mujer sea su jefa y el problema lo tendría con ella igual que lo tendría con un jefe varón que se comportara de la misma manera. Y un jefe puede tener un problema con una empleada no porque sea mujer sino porque es una mala trabajadora y llega tarde todos los días, por poner un ejemplo, o por cualquier otra razón.

Creo, además, que reducir toda la identidad de una mujer a su sexo es algo totalmente opuesto a lo que defiende, o ha defendido,  la ideología feminista  ya que se supone que la aspiración de las mujeres ha sido que no se las juzgue o considere únicamente por su sexo sino por sus valores y capacidades como persona. Así que, bien mirado, utilizar esta definición hipertrofiada de machismo, constituiría en sí mismo un acto de machismo. Me parece paradójico que tengamos que recordar al feminismo -mejor dicho a cierto feminismo- que las mujeres también son personas.

@pitiklinov




5 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con usted. Ni es machismo ni se le parece. Todos sabemos lo que es eso: Decirle a una mujer que se vaya a fregar, dirigirse a ella con piropos obscenos, decirle lo que tiene que pensar y decir... Soy mujer, siempre me he entendido bien con los varones, ellos pueden ser tan listos, estúpidos, brillantes... como ellas. Creo que los tiempos han cambiado para bien; es verdad que quedan restos primitivos en algunos hombres. la mayoría que conozco se han puesto a la altura. Además, me gustan los machos alfa, como prefiero tener amigas alfa. Ni más, ni menos.

Emilio dijo...

Me quedo con el juego del mundo al revés, y le pregunto a Helena Horrillo, si realmente piensa que en el mundo de la justicia se castiga con igual rigor a varones y mujeres, y qué piensa de todas esas mujeres que salen absueltas aduciendo que no sabían lo qué pasaba en su casa.

Luis Tovar dijo...

Yo considero que el problema no estaría realmente en el feminismo o en las feministas; al menos no en su significado tradicional.

El feminismo clásico —llamado "feminismo de la igualdad"— precisamente reivindica que tanto hombres como mujeres sean considerados personas y sean identificados y juzgados individualmente no por su sexo sino por sus propias capacidades como individuos. Por tanto, el feminismo se basa en la igualdad y rechaza el machismo antes que nada porque es sexista.

Ahora bien, la otra corriente considerada feminista —denominada "feminismo de género"— no reconoce el principio de igualdad, ni se basa en el concepto de persona. Esta corriente ha devenido en lo que yo denomino como femisexismo. Sin duda, esta corriente rechaza el machismo, pero no rechaza el sexismo, sino que se basa en él.

El femisexismo identifica a los individuos no por ser personas sino por su género sexual y fomenta el tribalismo femenino. El femisexismo dice que el feminismo "es cosa de mujeres"; dice que sólo puede ser comprendido, asumido y defendido por mujeres; y dice que debe haber una especie de "solidaridad entre mujeres". Constantemente apela al sexo, a la identificación por el sexo, y al grupalismo basado en el sexo. Por supuesto, defiende toda clase de políticas discriminatorias en favor de las mujeres, aun incluso si conllevan perjudicar a los varones, excusándose en compensar la ancestral opresión que el machismo ha ejercido sobre las mujeres.

El femisexismo sería la otra cara de aquel movimiento que llamaban "masculinismo", el cual, aunque decía rechazar el machismo, al mismo tiempo fomentaba un similar pensamiento tribal sexista entre los varones. Esto es, que los hombres debemos unirnos entre nosotros para defender "los derechos de los hombres" y nuestra "identidad varonil". Tal vez el masculinismo no sea exactamente machista en el sentido tradicional, pero sí que es claramente sexista. Lo que deberíamos rechazar y superar no es sólo el machismo sino también el sexismo en sí mismo.

Por esto, considero que no se debería denominar feminismo al femisexismo, a no ser que queramos despojar de toda coherencia al concepto, porque sus contradicciones con el feminismo de la igualdad son demasiadas como para estar englobados bajo la misma etiqueta. Aunque se refieran a un mismo problema, difieren del todo en su visión del mundo, en sus análisis y en sus prescripciones. El feminismo que viene desde por lo menos Olympia de Gouges y Mary Wollstonecraft se basaba en la igualdad, y en reivindicar la persona y sus derechos individuales, y no en el género sexual ni en crear nuevas formas de sexismo.

Pitiklinov dijo...

Luis, estoy totalmente de acuerdo contigo en esa diferenciación. Pero te voy a decir algo tal vez controvertido. Podríamos llamar a esos mismos dos grupos: feministas que hablan y feministas que callan. Las que hablan son las feministas de género y las que tienen poder en universidades, medios y en la política. La mayoría de las mujeres con las que me encuentro en mi vida diaria son feministas de igualdad y no están de acuerdo con ellas pero callan...
Así que cuando en general decimos que no estamos de acuerdo con las "feministas" nos referimos a las feministas radicales que aparecen en los medios.
Como se suele decir, el que calla otorga, y a mí me gustaría ver que ese feminismo sensato y humano que cree en la igualdad de todas las personas diera un paso al frente.
Un saludo

Emilio dijo...

Hoy por hoy el feminismo de género es una ideología de poder capaz de influir, con distintas intensidades, en la mayoría de partidos, y se han proclamado dueñas de la moral de una forma que en muy escasas ocasiones es cuestionada.

Las feministas de la igualdad que intentaron hacer frente a este feminismo han sido lapidadas.