lunes, 2 de mayo de 2016

No elegimos nuestras creencias

Vivimos tiempos de división partidista creciente, no solo en nuestro país sino también en Estados Unidos, no sé si en otros países también. Las diferencias en las creencias políticas están separando más a la gente que ninguna otra cosa y las actitudes autoritarias que limitan la libertad de expresión de unos y otros se extienden por todos los lados. Hoy he visto en la prensa esta entrevista a Paco Ibañez donde dice: “No toco en ayuntamientos del PP. Me da tanto asco que no me sale ni una nota” y al hilo de ello quiero dedicar esta entrada a señalar una cosa que es muy evidente pero que no solemos pensar: que no elegimos nuestras creencias, ninguno de nosotros. No estoy hablando de política, estoy hablando de la naturaleza humana, utilizo a Ibáñez como ejemplo pero podía haber tomado otros ejemplos de cualquier lugar del espectro político, o de otro país. Los que seguís el blog sabéis que uno de los hilos conductores del mismo es el del fascinante poder de las ideas - la ideología, las creencias- y la preocupación constante por el riesgo de que la mayor parte de la violencia en el mundo es violencia moralista, violencia causada por gente que cree que tiene la razón y que está haciendo el bien.

Dicho esto voy a defender eso que parece tan contraintuitivo de que no escogemos nuestras creencias. Voy a utilizar para ello un ejemplo: imaginemos que yo me enfrento por primera vez a la homeopatía, no sé nada de ella y quiero saber qué es, en qué consiste, es decir, conocerla y por lo tanto forjarme una creencia acerca de ella. Entonces me pongo a leer y me voy enterando de que dice que si diluimos un supuesto medicamento va ganando en potencia, etc, etc. Yo soy médico y tengo unos ciertos conocimientos de medicina y de física (tampoco muchos), pero automáticamente se va formando en mí la idea de que eso no tiene ni pies de cabeza y que no hay un mecanismo científico conocido que pueda sustentar las afirmaciones de la homeopatía. Si lo que dice la homeopatía es cierto se merecen varios premios Nobel, los de Medicina, Física y Química, por lo menos. Entonces, si analizamos fenomenológicamente lo que ocurre en mi mente cuando estoy formando una creencia acerca de la homeopatía es que en ningún momento se produce una bifurcación en la que tengo dos opciones: 1) creer que la homeopatía es un tratamiento con base científica 2) creer que la homeopatía no es un tratamiento con base científica, y que entonces con mi voluntad libre elijo una u otra. En mi mente sólo hay una posibilidad, yo sólo puedo pensar que la homeopatía no tiene base científica.

Cuando formo una creencia yo trato de encontrar la verdad sobre el estado del mundo en ese momento. Lo que hago se parece más a una percepción que a otra cosa. Es como si veo que el cielo es azul, yo no puedo elegir entre verlo azul o verlo verde. Con la homeopatía me ocurre lo mismo: yo no elijo entre creer que tiene base científica y creer que no. Para mí el cielo es azul y la homeopatía no es más que efecto placebo. 

Pero esto que estoy comentando vale para todas las creencias. Si intento saber la verdad acerca de la existencia de Dios vuelve a ocurrir lo mismo, yo no puedo creer en Dios. No tengo la opción de creer en Dios o no creer y entonces decido que voy a no-creer. Y si hablamos de ser de derechas o de izquierdas, o nacionalista o no-nacionalista, etc., etc., etc., ocurre exactamente lo mismo. Si alguno que está leyendo esta entrada cree que no tengo razón y cree que él sí puede elegir sus creencias le desafío a que cambie sus creencias con su voluntad, a que elija otra cosa. Si por ejemplo es creyente, le desafío a que cambie sus creencias y se convierta en ateo; o si es de izquierdas le desafío a que cambie sus creencias y pase a tener las creencias de la derecha… Sencillamente no se puede.

Así que estamos muy orgullosos de nuestra ideas y vamos por ahí presumiendo de que no somos como “esos idiotas o gente mala” que no piensa como nosotros, caemos continuamente en las tres suposiciones sobre el error y nos creemos superiores a ellos, intelectual y moralmente superiores. Hablo de todos, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes, de nosotros los seres humanos. Pero presumir de nuestras creencias  es como presumir de nuestra altura o del color de nuestros ojos y discriminar a los demás por sus ideas tiene la misma lógica que hacerlo por el color de su piel o por su sexo, es decir, por algo que no está bajo su control.

Me ha motivado la entrevista de Ibañez porque además aparece el asco y su relación con la moral, algo de lo que también hemos hablado aquí: Psicología del Asco, El proceso de moralización o la teoría de Haidt sobre los pilares de la moralidad. El asco juega un papel en la deshumanización de nuestros adversarios políticos o de nuestros enemigos, sean del tipo que sean. Corremos el peligro de equipararlos con otras cosas que provocan asco, como las ratas, los parásitos, etc. Y así empezamos a deslizarnos por una pendiente muy peligrosa. 


@pitiklinov

26 comentarios:

Verdurin dijo...

Hay otra posibilidad: creer que solo lo que tiene base cientifica es eficaz es otro error.

Verdurin dijo...

Creer o no creer, esta es la cuestión.
No estoy de acuerdo con la formulación de que no elijamos nuestras creencias, claro que las elegimos. Una creencia no es solo algo que sostenemos sin pruebas, las creencias tienen una parte moral y otra de afiliación. Creer o no creer en la homeopatía (siguiendo tu ejemplo) no es solo algo que ataña al conocimiento y a la racionalidad sino que tiene su parte moralizan, unos creen en ella porque se oponen a la medicina convencional a la que acusan de peligrosa y otros descreen de ella porque no es científica. Pero falta una tercera opción, aquellos que no necesitamos creer en ella ni descreer.
Simplemente nos sentamos contemplar que pasa, que sucede, que dicen los que si la han probado y que dicen los que no la han probado nunca y hablan d elidas. A este grupo de gente que no cree en que el método científico vaya a arrojar ninguna luz sobre la subjetividad humana, nos interesa esa contradicción y nos oponemos a moralizarla o a usarla como medio de filiación. Simplemente no nos interesa esa confrontación.
Las creencias se eligen pues de lo contrario de qué serviría la experiencia? Hay un sustrato común entre creer y descreer en algo y nuestro margen de maniobra es superior al que pensamos.

Anónimo dijo...

Pitiklinov,

“no elegimos nuestras creencias, ninguno de nosotros”

Elegimos desde las creencias que nos constituyen. Repitiendo la frase de O. Gasset que ya ha salido a colación alguna vez y que tan mal se suele interpretar: «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo». La libertad está en ese “salvar”, y el yo y su circunstancia (creencia e ideología inclusive) están incoadas constitutivamente uno sobre la otra. No hay yo sin creencias, y pensar la libertad sin la constitución del yo desde la creencia, me parece una ingenuidad.

“el fascinante poder de las ideas - la ideología, las creencias”

Pues es ese poder el que precisamente da sentido a la libertad. El ser humano no es un simple animal que responde sino que cree. Y el yo constituido por y desde esa creencia es capaz de responder al medio desde el modo como interpreta la realidad desde la creencia. Ese es el poder de las creencias y las ideas. La creencia instala al hombre sobre una realidad que permite precisamente dar sentido a la posibilidad de elegir. Soy yo y mis creencias, o mis creencias soy yo. Por eso para salvar el yo que ahora soy, cambio o mantengo el sistema de creencias que me constituye (reelaborándolas, ampliándolas, modificándolas, relacionándolas de otro modo…), y al cambiar tal sistema de creencias actualizo y realizo mi yo que se “salva” constituyéndome en ellas renovadamente. Las creencias se eligen y se modifican de ese modo, muy limitadamente y no de la noche a la mañana, eso sí.

“la mayor parte de la violencia en el mundo es violencia moralista, violencia causada por gente que cree que tiene la razón y que está haciendo el bien”

Pero eso es porque el hombre es constitutivamente un ser que cree que la realidad debe ser ajustada a la creencia, y eso es precisamente lo que lo hace un ser moral. La creencia es la que pone un “debe” al mundo en que se sabe y siente instalado cada uno de nosotros (piense en la falacia naturalista y que pasaría si fuésemos seres sin creencias, es decir sin estructura moral). La realidad para el hombre no sólo es algo a lo que responder, sino que debe ser algo que se ajuste a su creencia, pues el hombre se instala en el mundo desde el “creer”, desde el ámbito interpretativo del creer desde el que se proyecta y moraliza. El mundo ya no sólo es, sino que debe ser tal como la creencia que me constituye y que soy crea. Y eso en buena medida no sólo ata y coarta, sino que paradójicamente permite dar referencia a la posibilidad de elección (muy limitadamente, eso sí) poniendo algunas impelencias del mundo (las que no se ajustan a la creencia) en correspondencia a otras impelencias (las que sí se ajustan).

“automáticamente se va formando en mí la idea de que eso no tiene ni pies de cabeza y que no hay un mecanismo científico conocido que pueda sustentar las afirmaciones de la homeopatía “

Pero es que Pitiklinov es un hombre que sabe ciencia y ese saber es constitutivo de Pitiklinov. Si Pitiklinov no supiese ciencia no sería el Pitiklinov que es usted. Usted elige desde su creencia (dada por su “fe” en la ciencia) de no aceptar la homeopatía como creencia. Solo creyendo se elige, si no tuviera creencias, si usted en vez de Pitiklinov fuese un yo etéreo sin creencias, un “postulado y absurdo yo no constituido como yo”, que es lo que parece reclamar para poder dar posibilidad a la elección de las creencias, entonces paradójicamente no elegiría la supuesta verdad científica respecto a la supuesta verdad de la homeopatía, simplemente haría la fotosíntesis, o salivaría al oír la campana.


Sigo…

Anónimo dijo...

…sigo

“en ningún momento se produce una bifurcación en la que tengo dos opciones”

Las creencias no se eligen al modo como elegimos que comer por ejemplo, sino que es necesario que el azar ponga a las creencias “en jaque”, que la realidad impela lo que se cree desde otras creencias y necesidades, y sólo parcialmente y muy limitadamente podemos modificar nuestras creencias, más difícilmente borrarlas del todo, y es casi imposible cambiarlas de un instante a otro.

”Lo que hago se parece más a una percepción que a otra cosa”

No es mala metáfora. Percibimos en base a una realidad y un modo de interpretar esa realidad que hace que estemos en ella desde el ámbito perceptivo, y ese ámbito es desde el cual nos proyectamos.
Por ejemplo: creo que viene una persona a mi encuentro cuando entro en ese bar (creencia perceptiva-1) pero pronto descubro que en el fondo hay un espejo y era yo mismo que al reflejarme en él he sentido la sensación de alguien acercándose hacía mí (Creencia perceptiva-2). Abandono una creencia perceptiva por otra, desde mis “fundamentos perceptivos” de base. Elijo la creencia-2 desde los fundamentos “perceptivos de base” que me constituyen como ser que percibe el mundo. Estos fundamentos perceptivos de base los dejo de creer a pie juntillas cuando me pregunto, por ejemplo filosóficamente, que es esa percepción de base …y lo hago desde “las creencias filosóficas de base que me constituyen”… y así sucesivamente.

Para mí el cielo es azul y la homeopatía no es más que efecto placebo

Por eso y en base a eso, usted elige. Usted es Pitiklinov (el que ve el cielo azul, sabe de ciencia, ve la imposibilidad de la homeopatía desde la ciencia que sabe…) y ese Pitiklinov elige creer que la homeopatía es un placebo sin base científica. Pero es ese Pitiklinov, el que usted es, no un supuesto “sujeto sin subjetividad” que elige desde nada que lo coarte y le constituye, una especie de entidad pura con capacidad infinita de elección sin base referencial, que paradójicamente es la que hace posible la existencia de elección.

“Si intento saber la verdad acerca de la existencia de Dios vuelve a ocurrir lo mismo, yo no puedo creer en Dios. No tengo la opción de creer en Dios o no creer y entonces decido que voy a no-creer .

Entonces decide no creer, usted mismo dice que decide no creer. Pero por otro lado dice que no tiene opción entre creer o no creer. No le entiendo.
Imagínese que usted decide dejar al margen el modo de acercarse a la verdad de la existencia de Dios, decide experenciarlo, postular su posibilidad y vivir ciertos aspectos de su vida desde esa postulación, como si fuera una hipótesis científica, sin experimento pero con búsqueda de experienciación… ¿puede decidir eso? Yo creo que sí, aunque tal vez no quiera elegirlo. Pues bien, estoy seguro que si lo hiciera es muy posible que elija ser teísta. Es un ejemplo del modo como cambiamos de creencias.
Por otro lado, y aunque tal vez le dé risa, permita que este viejo le diga que Dios siempre está esperando ;-) .

le desafío a que cambie sus creencias con su voluntad, a que elija otra cosa.

La creencias se cambian con la voluntad, lo digo por experiencia propia, pero no de la noche a la mañana, ni desde una mera voluntad sin ámbito tendencial desde el que apoyarse o al que renunciar.

sigo...

Anónimo dijo...

”Sencillamente no se puede” .

Que sí hombre, que sí se puede.

El asco juega un papel en la deshumanización de nuestros adversarios políticos o de nuestros enemigos, sean del tipo que sean.

Yo conozco un joven que le daba asco cierto tipo de inmigrantes, lo que se correspondía con ciertas creencias de tipo xenófobo. Desde la voluntad reforzada desde otras creencias, y desde la renuncia voluntariosa a ese asco, ahora trabaja gustosamente con ellos compartiendo vivencias desde una ONG. Ahora le dan asco aquellas personas que sienten “asco racial”. La creencia es la que consigue superar “los ascos biológicos” haciéndolos culturales, o unos ascos por otros. Es ella la que da y crea referencias que hacen posible la libertad. Quien no cree en algo, desde lo que se constituye y es, no elige.

(Disculpe que me haya salido tan largo el comentario)

Un saludo.

Pitiklinov dijo...

Verdurin,
estoy de acuerdo en que creer que sólo lo que tiene base científica es eficaz es un error. Y yo creo que la homeopatía, como placebo que es, es eficaz.

Pero la cuestión no es esa. La cuestión es si elegimos lo que creemos. La cuestión no es si yo no creo en la homeopatía y puede haber alguien que ha tomado un producto homeopático y le ha ido muy bien y sí cree, o si tú puedes tener una tercera posición, vamos a decir agnóstica o mirona.
La cuestión es si dado un estado de cosas en el mundo tú, o yo, podemos creer otra cosa. Tú me puedes falsificar lo que digo si ahora decidieras elegir creer que la homeopatía no es eficaz porque no tiene base científica o si pasaras a ser un militante antihomeopático que dijera que hay que expulsar de la medicina a los médicos que hacen homeopatía...o sencillamente si eligieras pasar a tener mi postura por ejemplo, por decisión o elección tuya.
O que decidieras ahora que vas a creer que la Tierra es plana, vaya.
Claro que cambiamos de opinión por la experiencia pero eso es porque ha cambiado el estado del mundo, ya estamos en otro estado del mundo diferente, y ahí otra creencia sí es posible. Por ejemplo, si ahora aparecen estudios que demuestran que el agua tiene memoria y que diluyendo un medicamento tiene una potencia mayor yo cambiaría mi creencia acerca de la homeopatía. Pero no sería una "elección", sencillamente se me impondría una nueva evidencia.
Dicho de otro modo, con los mismos genes y ambiente no puedo elegir otra cosa. Pero lógicamente si cambia el ambiente, en este caso las pruebas, lo que yo considero que es verdad acerca del estado de cosas del mundo, también cambiará.

idea21 dijo...

Muy bien planteado el asunto del factor emocional de las creencias. Como todos los lectores asiduos de este blog, aquí sabemos que las elecciones son inconscientes y que la racionalidad viene después y construye justificaciones al servicio de la emoción. Dada que es esta nuestra naturaleza, ignorar el carácter emocional e irracionalidad de la creencia sería un irracionalismo.

La civilización se construye reconociendo este hecho. Cada vez más tratamos de utilizar criterios de elección que sean universales, y cada vez más tratamos de juzgar a los juzgadores en base a criterios que nos den cierta firmeza en base a lo que experimentamos día a día.

Pensemos en cómo se crean las nuevas opiniones, cómo se difunden las nuevas ideas. Siempre el cambio se ha producido de arriba a abajo en la escala social. Alguien de la élite (sea Buda o Voltaire), de comportamiento "respetable" sorprende con una idea innovadora e incluso subversiva. Pone en cuestión las creencias convencionales, desafía el conformismo. Pero por motivos irracionales se le da un margen de actuación -porque es "respetable", porque es de la clase alta-, eso permite ir forzando gradualmente el sesgo de conformidad. La racionalidad viene después, siempre poco a poco, y no sin contradicciones.

El criterio de racionalidad misma se ha consolidado a partir del siglo XVIII, cuando los reyes y aristócratas invitaron a los eruditos innovadores a sus cortes y salones. Hoy, por ejemplo, unos padres están tan orgullosos de que su hijo sea científico o ingeniero como en tiempos de Cervantes lo habrían estado de que fuese teólogo o sacerdote.

Reconocer la arbitrariedad de nuestras creencias implica creer un poco en la racionaldad, y eso llevamos ganado.

Anónimo dijo...

Pitiklinov,

“La cuestión es si dado un estado de cosas en el mundo tú, o yo, podemos creer otra cosa.”

Pues depende de si entre los estados de cosas del mundo hay o no libre albedrio, es decir si el libre albdrio es un estado de cosas. Pero tengo la sensación de que usted necesita que el hombre esté completamente desligado, completamente “flotando” en la realidad como no siendo parte de ella para que la posibilidad de elección sea posible. Se elige estando arraigado en el mundo, desde aquello que somos, constituidos biológicamente, biográfica, histórica y socialmente. Eligen los sujetos (arraigados) y no seres angélicos (seres etéreos que transcienden y no dependen de la realidad).

Claro que cambiamos de opinión por la experiencia pero eso es porque ha cambiado el estado del mundo, ya estamos en otro estado del mundo diferente, y ahí otra creencia sí es posible.

Entonces, si podemos cambiar de opinión ese cambio de un sujeto arraigado (con unos genes, ambiente, opiniones, y creencias que le son propios y le constituyen…) hacia otro sujeto (que con los mismos genes pasa a tener otras creencias, otras opiniones…) ¿Puede elegir DESDE UNA ARRAIGO a OTROS ARRAIGOS?
Es posible sostener que no es posible elegir eso, a lo cual yo no objetaría grandes cosas; pero tengo la sensación que usted no sostiene eso, sino que sostiene que el hombre para poder elegir debe estar desarraigado. Me parece ingenuo plantear el asunto o de este segundo modo.

un saludo




Anónimo dijo...

Idea21,

"la racionalidad viene después y construye justificaciones al servicio de la emoción."

La racionalidad no viene después, sino que “trabaja” incoativamente desde las emociones. El sujeto sólo puede razonar desde el modo en que se sabe y siente estar en la realidad, y ese ESTAR siempre es un ESTAR emocional.

“ignorar el carácter emocional e irracionalidad de la creencia sería un irracionalismo”

Las creencias no son irracionales por tener en su seno componentes o estructuras de tipo emotivo. Sentir y estar en un ambiente emotivo (siempre se está así, no hay racionalidad pura en nuestro razonar) no es equivalente a irracional.


“Siempre el cambio se ha producido de arriba a abajo en la escala social. Alguien de la élite”

Pues Jesús de Nazaret y su enorme influencia no parece ser el caso.

“Reconocer la arbitrariedad de nuestras creencias implica creer un poco en la racionalidad, y eso llevamos ganado.”

Pero no entiendo bien porque generaliza. Una cosa es que haya creencias racionales y otras irracionales, (todas ambientadas y estructuradas desde el modo como estamos en la realidad, emociones incluidas); y otra diferente decir que todas las creencias son irracionales por el simple hecho de estar instruidas desde lo emotivo. De entrada, creo que modelos de racionalidad hay varios y opinables, y que aceptando uno de ellos, si los implementamos para evaluar alguna creencia, lo más probable es que ésta tenga aspectos racionales en diversidad de grados. Usar las emociones (como usted propone en su utópica visión racional de cómo manipular la sociedad humana desde un modo paricular de entender su funcionamiento biológico-social ) no es sinónimo de irracionalidad.

Un saludo.

idea21 dijo...

“Siempre el cambio se ha producido de arriba a abajo en la escala social. Alguien de la élite”

Pues Jesús de Nazaret y su enorme influencia no parece ser el caso. "

En realidad, eso explica por qué el cristianismo es original y también explica por qué necesitó tres siglos para imponerse. Según Tácito, los cristianos eran una chusma de la clase baja, mientras que la clase alta era estoica o neoplatónica. Solo muy poco a poco lograron los cristianos captar creyentes de clase elevada y solo entonces el cristianismo pudo triunfar. Lutero no hubiera llegado a nada tampoco sin la protección de los príncipes alemanes.

Creer es necesario porque nunca vamos a tener la certeza racional de nada. Si nos abstenemos de creer, entonces nos abstenemos de actuar. A lo más, podemos elegir más o menos racionalmente en qué creer, igual que elegimos ir a un psicoterapeuta con la esperanza de que nos enseñe a pensar de forma diferente. Esto no es hacer poco para librarnos del peso de la dictadura de las emociones antisociales, esto es muchísimo, y es lo más que podemos hacer.

Vivimos en una tradición de racionalidad, aunque lastrada por supersticiones por el estilo del "libre pensamiento" o el "libre albedrío". Siguiendo esa tradición (que no hemos elegido) podemos hacer progresos, sobre todo librándonos de las supersticiones mencionadas y otros prejuicios. Pero nunca llegaremos a ser absolutamente racionales, eso es imposible. Y tampoco es deseable, porque desde un punto de vista biológico, el egoísmo del psicópata es una actitud muy racional...

Anónimo dijo...

Idea21,

“En realidad, eso explica por qué el cristianismo es original y también explica por qué necesitó tres siglos para imponerse.” o

No sé en qué sentido para usted el cristianismo es original, y el platonismo, el estoicismo o el budismo no. Todos son originales en cierto sentido. Si se refiere a que es original porque parte de “abajo hacia arriba” entiendo con ello que viene a decir que es la excepción que confirma la regla o algo así.
Si esto segundo, yo solo puse el cristianismo de ejemplo. Es decir, no creo que sea la única “ideología” que se a extienda de abajo-arriba.

"Solo muy poco a poco lograron los cristianos captar creyentes de clase elevada y solo entonces el cristianismo pudo triunfar." ---- “Lutero no hubiera llegado a nada tampoco sin la protección de los príncipes alemanes” .

Pero el “Poder” del cristianismo no vino del “poder económico e institucional y jerarquizado”. Más aún, en la medida que se imponga desde un tipo de poder como el segundo, es en buena medida, en mi opinión, poco cristianismo. Muchos pensamos que lo peor que pudo ocurrir con el cristianismo es que dejase en buena medida de serlo al instaurarse en instituciones de poder que “lo deformaron”, hicieron del cristianismo algo muy poco cristiano. Por eso mismo también considero que las posibles virtudes (espirituales-emocionales) que ejemplifican según usted aspectos adecuados de como instaurar una especie de "religión-racional", al modo como a menudo usted comenta, es esencialmente muy poco cristiano también.
Con esto quiero decir que las ideologías y creencias no necesariamente se extienden en base a ser las creencias de los poderosos (de arriba-abajo), ni en virtud de las herramientas y aureolas que tales poderes son capaces de manifestar. El contenido ideológico, como bien convendrá conmigo, es un virus cultural que “ infecta biológica y socialmente”, por decirlo en términos memeticos e ingenuos (de memes) , y bien puede ir de arriba-abajo o de abajo-arriba, o transversalmente. Creo yo.

“Creer es necesario porque nunca vamos a tener la certeza racional de nada.

No es necesario por eso. Es constitutivo del modo como razona el hombre, y por decirlo más genéricamente, del modo como se sabe y siente el hombre en su estar en el mundo. El hombre no cree por esto o lo otro, o debido a que "sino aquello o lo demás",... el hombre cree del mismo modo que es sexuado. En el sentido que creer es algo constituido biológica y socialmente, es un prius de la esencia humana.

“Si nos abstenemos de creer, entonces nos abstenemos de actuar”.

Eso más o menos es lo que intentaba decir. Que actuar sobre el medio es distinto a dar respuesta al mismo. El hombre actúa sobre el medio, se hace cargo de él, proyectandose desde su creencia, y en ese sentido ACTUA desde algo que transciende a la mera respuesta animal. Una planta o una lombriz, no tienen creencias, y más que actuar lo que hacen es dar respuestas adaptadas al medio para "fines" exclusivamente evolutivos.
La diferencia entre actuar y responder lleva en su seno la posibilidad de entender en qué sentido el hecho de que el hombre sea un animal que inevitablemente se instaura en la creencia, puede en virtud de ello elegir o no; y en cierta medida, si puede eligir creer (no instantaneamente) en otras creencias que ahora no cree.

Un saludo.

idea21 dijo...

"yo solo puse el cristianismo de ejemplo. Es decir, no creo que sea la única “ideología” que se a extienda de abajo-arriba."

Quizá no me explico bien: las creencias, los cambios "nucleares" de pensamiento (o cambios de paradigma) pueden surgir en la cabeza de un Pablo, de un Sócrates o de un Rousseau, pero da igual lo coherentes o racionales o profundos que sean, si no son aceptados por la opinión convencional, si no son elemento de evolución ("copia más modificación") entonces no van a ser aceptados nunca. A Sócrates lo escuchaban en Atenas, la alta sociedad encontraba interesante lo que decía (aunque no compartieran todas sus opiniones). Eso permitió que sus ideas se difundieran. El cristianismo necesitó tres siglos para salir del ghetto de la charlatanería esotérica del momento (había miles de cultos exóticos en Roma por aquella época), y al final tuvo eco. Esto es una excepción en su origen, pero al final acabó encontrando un terreno abonado (el estoicismo, el neoplatonismo, el mitraísmo, la religión de Isis...) que le permitió ser aceptado (y, desde una posición más destacada, seguir evolucionando...). No hay una luz repentina que ilumina al buscador de la verdad. Hay un largo proceso evolutivo de adaptación cultural.

Cualquier creencia se desarrolla a partir de una base intelectual del sujeto creyente, y esta base nos viene dada por nuestro entorno que nos limita mucho nuestras posibilidades de aceptar cambios.

Poco a poco, nuestra civilización ha visto con agrado la idea de renovación, gusta de presumir de "progresismo", "vanguardia" o "cambio" en general. Por supuesto, quienes hablan así en el fondo no son conscientes de hasta qué punto es convencional y conformista su idea de "cambio", pero, en cualquier caso, es positivo que nuestra cultura actual presuma de esta capacidad, porque en el pasado el conformismo era ley.

Unknown dijo...

Creo que todo lo que dices se podría resumir en que el universo en el que vivimos es determinista.

J. Camilo dijo...

Por resumir de forma casi obscena (me cuesta seguir algunas de las argumentaciones de los comentarios) diría aquello de "dime con quién andas y te diré quién eres". No podemos elegir como nos hacen sentir las ideas, pero sí con que clase de gente nos vamos a mover, y en qué circunstancias (no todas). Yo tengo clarísimo que trabajar en la sanidad pública, en una cierta zona de Madrid, me acabó empujando a las ideas de izquierda, and so on...

Pitiklinov dijo...

Sí, pero algo te llevaría probablemente a la sanidad pública y a ciertas zonas de Madrid y no a otras :)
alguna preferencia tendrías ya ...

J. Camilo dijo...

Las decisiones las veo como el resultado de echar al puchero muchos elementos: deseos, azar, condiciones estructurales... Normalmente las decisiones que tomamos son congruentes con tendencias previas ("el carácter de un hombre es su destino"), con lo cual lo más común es que haya un proceso de iteración/retroalimentación (ej: personas paranoides que buscan y encuentran indicios). Pero hay un margen de maniobra en el que nosotros podemos introducir incertidumbre. A mí me gusta la "estrategia de la haltera" (horrible nombre) de Nassim N. Taleb: combinar un 80% de rutina y trabajo hacia consecuencias predecibles con un 20% de probar cosas nuevas, inesperadas, ajenas a nuestro ámbito. Me parece una forma interesante de navegar en la incertidumbre.

Pitiklinov dijo...

sí, creo que es lo que recomendaba también para jugar en bolsa...

Unknown dijo...

No elegimos ni nuestras creencias ni nada. Somos elegidos. Pero al menos podemos debatir sobre ello con honestidad.

Unknown dijo...

Puedes tener catmas, que son metacreencias o también puedes ser agnóstico...

Unknown dijo...

Todo es logos... por si no lo sabías.

Anónimo dijo...

Si podemos elegir y cambiar nuestras creencias, yo era cristiana devota y ahora soy atea . Como yo , miles de personas han cambiado sus creencias .

Unknown dijo...

Si quisieras podrías volver a cambiar y sentirte, por ejemplo, budista?

Efrain Flores Bonifacio dijo...

No estoy de acuerdo con tu punto de vista porque estás insinuando que hay una posición neutral, alejada de ambos puntos, eso es Imposible, desde que dices " no creo que el método científico vaya arrojar alguna luz sobre la subjetividad humana" ya estás tomando partido por posiciones idealistas/subjetivistas/metafísicas (al cual tienes todo el derecho) pero ya es una posición asumida, no hay un campo neutro de "no/creencia" , lo que sí podemos hacer todos, al margen de la posición que tengamos, es evaluar nuestras creencias, tratar de abrirnos a ciertas evidencias, sólo en contados casos hay la posibilidad de conversión, pero esa posibilidad,mínima, sí existe. Y existe no porque "prime la razón" sino por condiciones afectivas, por experiencias que sean guiadas (podría ser espontáneamente) por ejemplo, que un racista sea salvado de la muerte por un médico afrodescendiente o que un delincuente sea transformado por la ayuda desinteresada de un religioso, nada frecuente pero posible.

Pitiklinov dijo...

este artículo es interesante:
https://www.psychologytoday.com/blog/more-mortal/201708/the-modern-self
contiene esta frase que creo que es clarividente:
" I concluded that we don’t really choose the things we believe - at least not those things that are core to our worldview. What we believe is just part of the accident of who we are. In an important way, our core beliefs and our self are indivisible."

sakuragy dijo...

No estás resumiendo, estás generalizando.

Anónimo dijo...

Puedes copiar el artículo o descargarlo? Para los que no tenemos acceso a Psychology Today. Gracias