sábado, 30 de enero de 2016

Decir más de lo que podemos saber

Richard Nisbett
En esta entrada voy a comentar un artículo clásico, del año 1977, de Richard Nisbett y Timothy Wilson: Telling more than we can know: verbal reports on mental processes. El artículo es muy largo así que voy a intentar extraer lo esencial desde mi punto de vista.

En nuestras vidas diarias contestamos continuamente preguntas como: “Por qué te gusta esa persona?” “¿cómo solucionaste ese problema?” o “¿por qué cogiste ese trabajo?”, preguntas acerca de los procesos cognitivos que subyacen a nuestras elecciones, evaluaciones, juicios y conducta. Se pregunta continuamente a la gente por qué les gusta un candidato político, un detergente, por qué se casaron o divorciaron, por qué se cambiaron de casa o por qué fueron a un psicoanalista. Y, por supuesto, la gente contesta convencida de conocer la respuesta a todas esas preguntas. 

Sin embargo, en los años 70 del siglo pasado, muchos psicólogos empezaron a proponer que no tenemos acceso directo a nuestros procesos mentales de orden superior, los que están implicados en los procesos de evaluación, solución de problemas e iniciación de conductas. Lo que aparece en nuestra conciencia es el resultado de esos procesos de pensamiento pero no el proceso de pensamiento en sí mismo. Según estos autores anti-introspectivos, el análisis de situaciones y la captación del ambiente sucede principalmente a nivel inconsciente. Por supuesto, Freud ya habló del inconsciente mucho antes pero con el matiz de que él pensaba que por los sueños o la terapia sí se podía llegar al fondo del asunto. El nuevo inconsciente del que hablan estos psicólogos cognitivos es diferente, ver también este enlace.

Está claro que a nivel perceptivo y de memoria no tenemos acceso a nuestros procesos mentales y la gente tampoco pretende tenerlo. Es absurdo preguntar a la gente hasta qué punto se basó en la convergencia paralela de líneas para calcular la profundidad de un objeto o si almacena los nombres de animales en forma de árbol jerárquico. Si le preguntamos a alguien cuál era el apellido de soltera de su madre, aparece la respuesta en su conciencia y nos la dice; y si le preguntamos cómo dio con el nombre pues nos dirá que no sabe. Con los procesos mentales de orden superior (juicios, preferencias, elecciones, etc) no ocurre lo mismo. La gente responde, y además bastante rápido. Pero si no es posible acceder a estos procesos, como dicen los psicólogos anti-introspectivos, ¿de donde proceden esos informes verbales? Pero igual los psicólogos anti-introspectivos están equivocados. A fin de cuentas, también ocurre que la gente acierta muchas veces en sus respuestas. ¿Cómo podemos explicar eso?

Bien, la parte central del artículo es la revisión de un número de experimentos en el que podemos demostrar que la gente realizó elecciones por motivos diferentes de los que ellos creen y no voy a comentarlos todos. Por ejemplo, en un experimento los sujetos escogen con más frecuencia pares de medias que están a la derecha. Cuando se les pregunta si creen que la colocación de la prenda ha influido en su elección ellos dicen que no, que es la calidad de la media cuando resulta que todas eran iguales. Es muy conocido el experimento de Latané y Darley (el efecto espectador) donde la gente que pasa por allí ayuda menos a un necesitado si hay otras personas, cuantas más haya menos se ayuda. Si se les pregunta a esas personas si creen que les ha influido el número de espectadores que estaba presente responden que por supuesto que no. Aparte de los experimentos de este artículo hay miles de ellos en los que la gente se ve influido por factores del ambiente de los que no son conscientes: jueces que dan más libertades condicionales después de comer que antes, chicas que dan su teléfono con más frecuencia si el chico que se lo pide lleva una guitarra o un perro, etc. (en el libro de Kahneman pensar rápido, pensar despacio, hay muchos de ellos, como la diferente respuesta de los sujetos según cómo encuadremos la pregunta y otros)

Pero no sólo eso. La gente no es consciente muchas veces de que ha cambiado de postura o posición en una materia. En ciertos experimentos se les graba su postura ante un determinado tema (pongamos la política de autobuses del colegio) y luego reciben unas charlas y una discusión del problema y muchos de ellos cambian de posición. Cuando se les pregunta cuál era su posición anterior, unas semanas antes, sobre ese mismo tema la gente dice que pensaban lo mismo que ahora cuando está grabado que no era así. 
Timothy Wilson

¿De donde vienen estos informes verbales? ¿Por qué decimos más de lo que sabemos? Nisbett y Wilson proponen que los sujetos aplican una teorías causales generales acerca de los efectos de un tipo de estímulo en una determinada respuesta, es decir, hacen un juicio acerca de lo plausible que es que un estímulo haya causado una respuesta. Si el estímulo es muy claro y es muy plausible la relación pues entonces acertarían: estoy triste porque se me ha muerto mi madre. Si, por contra, yo creo que para ayudar a una persona influye mi capacidad de ayudar y que esa persona lo demande pues no voy a aceptar que el número de peatones espectadores presentes me haya podido influir. Esto quiere decir que los informes verbales de la gente acerca de su procesos mentales no serían más o menos seguros que los que pudieran hacer los observadores de su conducta.

Creo que hay otra explicación para estos informes verbales que Nisbett y Wilson no mencionan en su artículo. Me refiero al intérprete del hemisferio izquierdo, una hipótesis de Michael Gazzaniga que se desprende de sus estudios con pacientes con cerebro dividido y que tenéis descrita en este artículo de Javier Sampedro en el País. Resumiendo mucho, el hemisferio izquierdo (el verbal) no sabe por qué hace las cosas el derecho, pero eso no impide que siempre de una explicación de por qué las hace. En algunos experimentos diferentes, los neurocirujanos provocan estados emocionales con electrodos en el cerebro de la persona y hacen que esta se deprima o se ponga contenta. Si se le pregunta a la persona por qué está triste dirá que porque se ha divorciado su hijo y si se le pregunta por qué está alegre contestará que es que los cirujanos son muy graciosos…la realidad es que el estado anímico fue provocado por el electrodo.

Somos el animal cuenta historias, necesitamos narraciones, no podemos vivir sin ellas. Cuando atiendo en la consulta a personas que han sufrido una ruptura sentimental y han sido abandonadas por su pareja siempre observo la misma queja, la misma pregunta: “quiero saber”, necesito saber por qué lo ha hecho…Esta necesidad de saber es muy adaptativa desde el punto de vista evolucionista porque así puedo corregir mi conducta para el futuro y conseguir que mis parejas no me dejen y me quede sin pasar mis genes a la siguiente generación. Tenemos que ser más sensibles a las cosas que nos salen mal que a las que nos salen bien porque son más importantes para nuestra supervivencia (sesgo de negatividad) y normalmente no nos solemos preguntar por qué se han enamorado de nosotros y nos pasamos las noches sin dormir por ello. Pero esta pregunta tiene el problema de asumir que la otra persona sabe por qué lo ha hecho. Y esto no es para nada seguro si creemos a Nisbett y Wilson. Si la otra persona no tiene acceso a sus procesos mentales la respuesta que nos va a dar puede que nos deje más o menos tranquilos pero no tenemos ninguna garantía de que sea la verdad. Y tampoco tienen esa garantía los psicólogos que en los estudios de todo tipo preguntan a los sujetos por la causa de su conducta o de sus juicios y evaluaciones.

Pero lo seguimos haciendo, seguimos preguntando a los demás y a nosotros mismos. Preferimos, desde nuestra necesidad de control, creer que tenemos acceso a nuestros procesos mentales. Asusta pensar que no tenemos más conocimiento de la maquinaria interna de nuestra propia mente que la que tendría un observador que conociera nuestra historia y los estímulos a los que estamos expuestos en el momento en que ocurrieron nuestros procesos cognitivos. Asusta que buena parte de nuestra vida mental sea inaccesible, inconsciente.

@pitiklinov







Referencia:


11 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy convincente lo del "animal cuenta historias". Que también sería "recibe cuentos". Suele ser difícil digerir algo, aceptarlo, si no es parte de una narración -- generalmente bastante "infantil".

Pero tengo una pregunta. Lo de los "informes verbales" fabricando una película de lo que en realidad no se puede saber es bastante obvio. Se observa todo el rato. Hay una especie de vértigo ante el "no lo sé". Tanto para lo que es muy propio, como para lo que parece muy importante. Y esa es nuestra manera normal de funcionar; lo que hacemos.

La coña viene aquí. Si hacemos hincapié en el "pensamiento racional", o "pensamiento crítico" o como le queramos llamar, por aquello de que produce un mejor conocimiento de la realidad, y es mas científico u objetivo, en realidad estaríamos pidiendo aceptar "no lo sé" de una forma que claramente no es lo que nos sale. No es lo que somos. Probablemente no es nada natural.

La pregunta maldita. ¿Puede haber una disfuncionalidad, una especie de "patología", si estiramos demasiado esa tensión entre lo "natural" y lo "racional"? ¿Habrá un límite al "no lo sé", que no podemos sobrepasar si queremos proteger nuestra salud mental? Una especie de paradoja. "Racionalmente" sé que no lo sé, pero "humanamente" no puedo aceptarlo si quiero seguir operativo.

Anónimo dijo...

Interesante tema y excelente artículo.
Nos damos explicaciones a nosotros y a los demás con una sofisticación admirable porque nos tranquiliza y nos otorga una sensación de controlar los hilos, cuando en realidad nos movemos en el simplísimo eje placer/dolor. Nadie sabemos por qué nos enamoramos de tal o cual persona pero lo único seguro 100% es que nos produce un intenso placer, al igual que un inmenso dolor si la perdemos o pasa de nosotros. Deberíamos tener las narices de admitir que cogemos las medias de la derecha porque están a la derecha pero eso pasa por admitir también que somos marionetas, y claro, eso da repelús...
Un saludo,
Lara

Anónimo dijo...

Bueno, Lara, para mi ese es el quid:

- Deberíamos tener las narices de admitir ...

¿Seguro? ¿Has podido medir las consecuencias de esa estrategia? Paradoja: ¿No estarás "sabiendo" algo que no puedes saber? ;)

Anónimo dijo...

Pitiklinov,

·En nuestras vidas diarias contestamos continuamente preguntas como: “Por qué te gusta esa persona?” “¿cómo solucionaste ese problema?” o “¿por qué cogiste ese trabajo?” preguntas acerca de los procesos cognitivos que subyacen a nuestras elecciones, evaluaciones, juicios y conducta

La cuestión es que solo podemos responder acerca de nuestras conductas desde el “material” que se abre a nuestra subjetividad, que se nos da, y no desde aquello que no es accesible a tal subjetividad.

· “la gente contesta convencida de conocer la respuesta a todas esas preguntas” .

Yo no estaría tan seguro de eso. Es bastante usual que la gente sepa que aquello que utiliza para explicar su conducta es pobre e insuficiente como explicación. La gente suele saber que sus conductas y acciones son en buena parte más que lo que de ellas “traspasa” como “conocimiento” desde su subjetividad. No siempre, claro.

·” Lo que aparece en nuestra conciencia es el resultado de esos procesos de pensamiento pero no el proceso de pensamiento en sí mismo.”

Exacto. Yo creo que es erróneo confundir la conciencia con el “pensar”.

· “podemos demostrar que la gente realizó elecciones por motivos diferentes de los que ellos creen y no voy a comentarlos todos. Por ejemplo, en un experimento los sujetos escogen con más frecuencia pares de medias que están a la derecha…

Yo más bien diría que no eligió escoger los calcetines de la derecha, aunque hizo eso. Para elegir hay que tener una subjetividad que libremente elige, y en eso tal como se explica, ni interviene la subjetividad, ni libertad alguna. Si alguien actúa cogiendo calcetines de la derecha y se le pregunta por qué los eligió, él debe dar cuenta de algo que no fue elegido desde los ámbitos en que él sí cree que hace elecciones (sí es que existe posibilidad alguna de elegir, claro). Yo haría el mismo experimento y preguntaría: ¿Estuvo formando parte de tu elección el preferir los de la derecha por el hecho de estar a la derecha? Es probable que diga que no, lo cual, si fuese el caso como yo creo, mostraría que sabe que él no eligió coger los de la derecha, a pesar de haber cogido más de esa banda que de la izquierda. Pero coger más de esa banda no es necesariamente lo mismo que elegir más de esa banda, del mismo modo que mover la pierna cuando el doctor me da un golpecito en mi rodilla para evaluar mis reflejos, no es escoger mover la pierna.

· la gente se ve influido por factores del ambiente de los que no son conscientes: jueces que dan más libertades condicionales después de comer que antes, chicas que dan su teléfono con más frecuencia si el chico que se lo pide lleva una guitarra o un perro, etc.

sigo...

Anónimo dijo...

...sigo

Exactamente. La subjetividad cuando elige no lo hace desde fuera del ambiente en la que se haya actualizada, siendo. Estar en la realidad no es lo mismo que estar “fuera de ella viéndola a distancia y reflexionando y racionalizando las conductas que queramos realizar o inhibir”, es un ESTAR arraigado, implantado en ella, actualizado por, desde y en ella. Por usar los ejemplos que ha traído a colación: Estoy en una relación de mayor afecto, empatía, confort… si me pide el teléfono un chico guapo con un perro y una guitarra que si no. ES desde ese “estar” (Que no se elige sino que se nos da así desde el inconsciente y de más) desde donde se elige, y por tanto todo aquello que genera inconscientemente ese estar, influye en la subjetividad al elegir. Para elegir primero hay que estar en algo que no se elige, ¡por supuesto! Lo mismo ocurre con el Juez, y no digamos si después de comer ¡se ha tomado un par de chupitos! No hay elecciones objetivas y desinfluenciadas como si pudiéramos estar en la realidad no estando en ella. Siempre estamos de pies a cabeza actualizados por una realidad que se da en un ámbito tendencial y estando siempre e inevitablemente actuando sin que medie en ello nuestra reflexión siempre, ni nuestra posible (si es que existe) libertad y voluntad.

· Esto quiere decir que los informes verbales de la gente acerca de su procesos mentales no serían más o menos seguros que los que pudieran hacer los observadores de su conducta.

Como el ESTAR no es todo el SER, aquello que forma parte de tu ser pero que no ha estado en ti (en tu subjetividad), no se puede reportar, y aquello que desde tu ESTAR aunque haya estado en ti, lo ha estado sin ser la causa de tus acciones, pues como que será un reportar sesgado. Hay que ser muy crítico pues con los procesos verbales que utilizamos para entender nuestro actuar. No SOMOS ni mucho menos el modo como creemos ESTAR. (Nota: me encanta poseer un idioma que distinga los verbos SER y ESTAR como el castellano, me parece muy sutil y potente la diferencia entre ser y estar)

· Asusta que buena parte de nuestra vida mental sea inaccesible, inconsciente.

Casi todo lo que nos constituye es inaccesible, o mejor dicho no nos es dado directamente al modo como se da la realidad en nuestra subjetividad y conciencia. Pero aunque aquello que nos es dado es poco, desde ahí vamos avanzando, tratando de comprender, desde diversidad de “movimientos intelectivos” (ciencia, arte, religión…) como debe ser aquello que nos constituye y que no es inaccesible.

Un saludo

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
J. Camilo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
J. Camilo dijo...

Como casi siempre, una entrada fundamental. Horadar el sentido común que nos vamos repitiendo unos a otros desde la infancia requiere una gran constancia.

Sin embargo, en el sentido común no todo es ignorancia. El problema es que hay partes de ese sentido común que desechamos bajo criterios cientificistas. Por ejemplo, considerándome agnóstico, puedo entender perfectamente el valor heurístico (y cognitivamente más cercano a la evidencia empírica) que implica responder "sólo Dios lo sabe" a la pregunta de ¿por qué te sientes así?. Entendamos Dios, por supuesto, como la forma de resumir esa miríada de condicionantes a los que no somos capaces de seguir la pista.

Nuestra capacidad de establecer asociaciones causales es lineal y no puede hacer justicia a la complejidad en la que nos movemos. Se manifiesta en forma de afirmaciones de las asociaciones realizadas, que son nuestras opiniones de agencia, en las que sospechosamente siempre tenemos un papel central.

Ahora bien, que vivamos llevados por una turbulenta corriente de agua cuya dinámica de fluidos no podemos ni atrevernos a calcular no significa que no podamos dirigir la canoa hacia una u otra dirección. No podremos remontar el río ni superar determinados escollos, pero como dice Enric, hay una parte del pensar que es activa, es decisional y propositiva. Si somos capaces de conocer esta diferencia, aunque la parte consciente sea mínima, quizás no nos sintamos tan vulnerables y seamos capaces de ir aceptando la mayor. La del inconsciente y la complejidad de la vida mental.

Anónimo dijo...

Bueno, incluso aunque yo hubiera medido personalmente esas consecuencias, no creo que fuera de interés aplicable; más bien pienso que la sensación de descubrir que uno ha vivido autoengañado toda la vida dependerá de la psicología de cada uno. Unos lo tomarían con más humor, otros quizá se suicidaban al descubrir que hemos llenado nuestro armario de medias (de las que en realidad no necesitábamos ni las del estante de la derecha ni el de la izquierda) sólo porque nos hacían creer que las adquirimos por libre albedrío. Tampoco sé como se puede sentir el juez mencionado en esta entrada, que descubre demasiado tarde que condenó a alguien con una pena excesiva no por su sentido objetivo de lo justo, como estaba convencido, sino porque era la hora de comer y tenía hambre (http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/04/12/neurociencia/1302588313.html).
Dejo aquí un artículo aparecido hoy por venir a propósito del tema: ”El engaño, pero de uno mismo, es otro de los mecanismos de adaptación humana (...). Muchas veces tomamos una decisión y la justificamos aunque haya indicios de que ha sido un error." (http://elpais.com/elpais/2016/01/29/ciencia/1454090720_023345.html)
Un cordial saludo.

Pitiklinov dijo...

muy buena pregunta...
yo creo que hay un límite así en muchas cosas, por ejemplo en nuestra ilusión del libre albedrío, en el sesgo optimista, incluso en la creencia en Dios.
Creo que la explicación es que no evolucionamos para descubrir la verdad ni para ser más científicos sino para dejar más hijos y esos sesgos ayudan a tener hijos aunque nos pinten una realidad que científicamente no puede ser
Un saludo

Olga Hernández dijo...

Sumamente interesante. Sin embargo, hay un aspecto que me inquieta. Cuando se dice "en un experimento los sujetos escogen con más frecuencia pares de medias que están a la derecha", se toma interés por lo que "los sujetos" hacen "con más frecuencia", pero no por el sujeto 5 y el sujeto 14 que no escogieron a la derecha sino a la izquierda o al centro.
He conocido gente con una capacidad de introspección muy diversa. Estoy convencida de que sí hay sujetos capaces de apuntar al menos al origen probable de su comportamiento, a los que no abochorna contestar "no lo sé" o "no lo sé... todavía"