Kent Kiehl, actualmente profesor de Psicología en la Universidad de Nuevo Méjico, es un hombre que ha dedicado su carrera a mirar dentro del cerebro de los psicópatas. En su libro The Psychopath Whisperer nos cuenta su trayectoria profesional y el resultado de sus investigaciones después de años pasados en las cárceles de alta seguridad entrevistándolos y escaneando sus cerebros. Voy a resumir en esta entrada algunas de las cosas que podemos aprender sobre los psicópatas, según la experiencia de Kiehl.
“Almas que sufren” es la traducción literal de psicópata, una palabra que acuñó el psiquiatra alemán J.L.A. Koch (1841-1908), psychopastiche, en 1888. Quizás la primera descripción de rasgos psicopáticos se encuentra en la Biblia, en el libro del Deuteronomio (700 a.C.), pero es un discípulo de Aristóteles, Teofrasto, unos 300 años después, el primer erudito en escribir sobre los psicópatas. Al psicópata típico lo llamaba el “hombre sin escrúpulos”. Existen psicópatas en sociedades preindustriales lo que sugiere que no son fruto de las sociedades avanzadas y que su existencia es tan antigua como la de la especie humana. Los Yoruba de Nigeria los llaman araba-kan que quiere decir: “una persona que va a los suyo sin ninguna consideración por los demás, que no es cooperadora, llena de malicia y obstinación”. La prevalencia es de 1 psicópata cada 150 personas y la mayoría son hombres, 9 de cada 10. Por lo tanto, hay unos 29 millones de psicópatas en el mundo.
Entre los rasgos clínicos, si tuviéramos que escoger sólo una característica que los defina, lo más significativo sería probablemente su incapacidad para hacer vínculos, el desapego emocional. Los psicópatas son solitarios, no mantienen relaciones con sus familias, no tienen amigos, no saben nada de sus hijos - muchas veces ni cuántos tienen ni como se llaman- y no saben lo que es el amor. Cuando Kiehl preguntó a uno de ellos si había estado enamorado le contó cómo una vez había estado con tres prostitutas durante una semana… Son muy promiscuos y suelen equiparar amor con sexo. Habitualmente no aguantan en ningún trabajo y llevan una existencia nómada viajando de un lugar para otro. Jonathan Haidt dice que en el hombre hay dos naturalezas, lo que el llama el modo chimpancé (egoísta, individualista…) y el modo abeja (grupal cooperador). Es como si en el psicópata no existiera el modo abeja, todo el sistema de conexiones que nos unen a los demás. No tienen empatía y no tienen tampoco las inhibiciones que son necesarias para vivir en sociedad.
Otra característica llamativa de los psicópatas es que no se preocupan prácticamente por nada, no saben lo que es rumiar, darle vueltas a las cosas y no saben lo que es la ansiedad. No se deprimen nunca. Por ejemplo, entrar en la cárcel para la mayoría de la gente es una experiencia traumática y suele deprimirlos. A los psicópatas esto no les afecta. Kiehl dice que no ha visto nunca un psicópata con Trastorno Obsesivo Compulsivo y que no cree que haya existido nunca. Para él, el psicópata y el obsesivo son dos polos de la misma dimensión, dos extremos totalmente opuestos. Si le preguntas a un psicópata si se ha preocupado alguna vez de dejar la estufa de casa encendida te mirará como un marciano sin entender de qué le hablas. De estas dos primeras descripciones que acabo de hacer sobre la personalidad de los psicópatas se deduce lo mucho que podemos aprender de ellos. Aprendiendo sobre el cerebro de los psicópatas podemos aprender sobre todos los mecanismos que nos hace sociales, y también sobre la relación que puede haber entre ese cerebro social y enfermedades como la Depresión y el Trastorno Obsesivo.
Históricamente se ha destacado su ausencia de moralidad y los autores clásicos se referían a ellos como enfermos morales (moral insanity).
Una cosa que ha chocado siempre a los psiquiatras es que los psicópatas, siendo inteligentes, no puedan usar esa inteligencia para controlar sus conductas. La lógica dice que los psicópatas deberían aprender de lo mal que les va en la vida (divorcios, cárcel, bancarrota, conflictos con todo el mundo…) y no repetir sus malas decisiones. Pero la realidad es que los psicópatas rara vez cambian su patrón de conducta.
Fig.1 |
Kiehl comenzó sus investigaciones con su tesis doctoral realizando electroencefalogramas (E.E.G) a los psicópatas en una cárcel de máxima seguridad en Canadá y entrevistándoles durante varias horas para puntuarles en la escala Psychopathy Checklist-Revised, diseñada por Robert Hare, el padre del estudio moderno de los psicópatas. Kiehl descubrió una alteración en el potencial P3 que podéis ver en la Fig. 1 , el mismo patrón que se observa cuando hay lesiones en el lóbulo temporal (Fig.2). Posteriormente, Kiehl pasó a emplear la Resonancia Magnética Funcional (RMf) y publicó el primer estudio de RMf en psicópatas donde apreciaba una menor actividad en la amigdala y en la corteza cingulada anterior y posterior.
Science no se atrevió a publicar este estudio porque eran pocos pacientes y porque la repercusión social de decir que los psicóaptas tenían un cerebro diferente sería enorme, así que lo tuvo que publicar en Bilogical Psychiatry, pero esto no hizo más que aumentar la obsesión de Kiehl por escanear cada vez más psicópatas. A partir de ahí, Kiehl nos cuenta su exitosa carrera que le ha llevado a la Universidad de Nuevo Méjico porque allí le ofrecieron una máquina de RMf portátil, instalada en un trailer. Trasladar a los reclusos desde las cárceles a los hospitales para realizar la RMf era una maniobra que suponía una infraestructura logística muy complicada por las medidas de seguridad y el papeleo necesario. Por eso, el sueño de Kiehl siempre fue disponer de una RMf portátil para acercarse él a las cárceles y realizar las exploraciones. Cuando en Nuevo Méjico le ofrecieron esa oportunidad no dudó en cogerla.
Armado con esta tecnología Kiehl ha desarrollado el que llama Modelo de Disfunción Paralímbica de la Psicopatía. Casos como el de Phineas Gage y el de otros sujetos con lesiones cerebrales habían permitido conocer que lesiones en la región paralímbica (amígdala, hipocampo, corteza cingulada anterior y posterior, ínsula, polo temporal y corteza órbito-frontal) daban lugar a una psicopatía adquirida o pseudopsicopatía. Las lesiones en el córtex orbitofrontal no son tan raras porque golpes en la región anterior del cráneo, en la frente (frecuentes en boxeo, rugby, etc.) pueden lesionarla al encontrarse justo detrás. Gage, por ejemplo, no tenía todos los rasgos de la psicopatía pero sí algunos.
Fig.2 |
Siguiendo estas pistas, Kiehl se centró en esta región paralímbica y ha conseguido confirmar su hipótesis: los psicópatas sufren una reducción de materia gris en el córtex orbitofrontal, amígdala, hipocampo, ínsula, polo temporal y en la corteza cinglada anterior y posterior. Pero estos datos recogidos en una muestra muy amplia indican correlación, no causalidad. Por ello, Kiehl ha estudiado también a adolescentes psicópatas (teenagers) y ha encontrado la misma atrofia, lo cual sugiere que la anomalía es previa y que la atrofia es la causa de la conducta y no la conducta la causa de la atrofia. Actualmente, Kiehl está estudiando el cerebro de las mujeres psicópatas.
Lo que se echa en falta en el libro es una discusión en profundidad de las implicaciones legales y sociales que estos descubrimientos tienen. Kiehl los apunta y da a entender que considera que los psicópatas son enfermos y no son responsables de su conducta, como considera el sistema legal, pero no entra en profundidad en el asunto. En cuanto al tratamiento quiere transmitir un punto de optimismo y nos habla de un proyecto, el Mendota Juvenile Treatment Center, que ha conseguido muy buenos resultados, y sostenidos en del tiempo, cuando se trabaja con psicópatas jóvenes. Según las evaluaciones que se han realizado, el programa reduce en un 50% el riesgo de que los psicópatas cometan nuevos delitos.
@pitiklinov
Referencias:
Kent Kiehl. The Psycopath Whisperer: Inside the minds of those without conscience. One world 2014
John Seabrock Suffering Souls. The New Yorker November 10, 2008
John Seabrock Suffering Souls. The New Yorker November 10, 2008
11 comentarios:
No he entendido muy bien la última frase. Si los psicópatas no cambian de conducta, ¿como el programa que comentas ha conseguido reducir un 50% el riesgo de que cometan nuevos delitos.
Por otra parte, creo que también viene a cuento la cita que he puesto en mi comentario a otro artículo tuyo en la nueva ilustración, y me gustaría saber tu opinión. La cita es de Espada:
"Todo el programa moral de la Humanidad está basado en que el hombre puede elegir sus actos. Y que cuando no puede es un enfermo. Pero la ciencia está impugnándolo: el tipo de biografía que dibuja el futuro es la de un hombre cuyos actos no pudieron ser distintos de lo que fueron. Pero eso no supone, desde luego, la eliminación del castigo: únicamente lo desplaza desde la esfera moral a la práctica"
Un saludo
Perdona Miquel, no había contestado a tu correo porque veo por comentarios anteriores que estamos de acuerdo en este tema del libre albedrío ( ahora tenemos que esforzarnos en intentar convencer a los que no lo ven así ;))
La cita es brillante, estoy absolutamente de acuerdo
En cuanto a lo de la terapia de la psicopatía a mí también me rechina, pero creo que es una salida políticamente correcta después de dar muchas malas noticias ( el ser humano no tolera mucha realidad)
Me recuerda a Dawkins en el gen egoísta cuando al final dice que nosotros somos la única especie que podemos cambiarlo todo y elegir...
Pero, claro, dejarlo en que somos unos vehículos de nuestros genes es muy duro...
Aquí se dice que un psicópata es uno entre ciento cincuenta. Recuerdo haber leído autores que elevaban mucho esa cifra (hasta 4%). En todo caso, no me queda claro que todos estén presos. Este autor los ha tratado en las cárceles, ¿y los que están libres? Había entendido que un psicópata no tiene por qué ser un delincuente. Y, como se apunta, se trata de muchos millones de personas, de forma que todos habremos conocido alguno en la vida...
Al famoso pistolero Richard Kuklinski parece que le diagnosticaron "trastorno antisocial de la personalidad" y alguna cosa más. ¿Era un "psicópata" o solo un "sociópata"? En cualquier caso, recuerdo que en una entrevista se dolía de haber arruinado a su familia.
Lo que quiero decir es que si son uno entre ciento cincuenta parece difícil de creer que pasen tan inadvertidos si carecen por completo de vida afectiva.
Por supuesto que todos los psicópatas no están en las cárceles. La psicopatía es una cuestión de grado, desde la normalidad hasta las formas más extremas. En la escala que menciono, la Psychopathy Checklist , que son 20 ítems que se puntúa 0,1 o 2 la puntuación máxima es 40 y se admite que el punto de corte para el diagnóstico de psicopatía son 30. Los psicópatas a los que me he referido son los típicos o los tipos "patrón", los que están entre 30 y 40.
En las cárceles de máxima seguridad 1 de cada 4 reclusos son psicópatas.
Pero hay gente que puntúa alto en psicopatía y que son gente de éxito. El mundo de los negocios, las finanzas y la empresa es un mundo que muchos consideran que es muy idóneo para la personalidad de los psicópatas. Pero si eres un psicópata grave no puedes mantener la constancia ni el control de impulsos mínimo para poder trabajar. Ten en cuenta que bastantes de los que entrevistaba Kiehl puntuaban 40 sobre 40...te puedes imaginar de qué tipo de sujetos estamos hablando...pues probablemente muy parecidos a Richard Kublinski ,cuya historia no conocía, que desde luego tiene toda la pinta de haber sido un psicópata grave.
Muchas gracias a Pitiklinov por su precisión sobre la existencia de un sistema de puntuaciones para las conductas psicopáticas, que desconocía. Al menos, así me quedo tranquilo cuando surge en la conversación si Hitler era o no un psicópata. Se puede estimar entonces que lo era quizá en un "grado moderado" (apenas se le conocieron reacciones emocionales, no tuvo relaciones sentimentales dignas de tal nombre, ni amistades ni aficiones, no leía novelas, decía lo mismo en privado que en público, jamás acudió a visitar soldados heridos o ciudades bombardeadas).
Por cierto, que sería muy interesante si Pitiklinov encuentra algún día algún artículo sobre el tema de la "hiperempatía" a la que se refería Baron-Cohen en su libro "Empatía cero". Si la psicopatía es una tendencia mensurable dentro de un continuum, lo mismo podría ocurrir con la tendencia opuesta, digo yo. Pero no parece despertar tanto interés (será por eso del "sesgo negativo")...
¡Las máscaras, las máscaras!, esas hipocresías transmutadas en cinismo.
Hola.
Me parece que vale la pena aclarar que el estudio de la psicopatía en las cárceles se refiere a la psicopatía forense. No todos los psicópatas son criminales infractores. de Hecho son la minoría. Así pues, me queda la duda de si todos presentan las anomalías cerebrales o bien si aquellos que son psicópatas integrados a quienes no se les han hecho estudios y que son la mayoría, pueden presentar otros trastornos de la personalidad y estar conscientes del daño que causan, aunque esto no revista para ellos ninguna culpa o arrepentimiento
Entonces yo soy un psicópata no tengo remedio Dios no puede Ibarra en mi
Dios no obra en mi soy un psicopata
Claro que Dios puede obrar en vos. Pediselo mucho y abrite a El. No hay nada imposible para El.
Sobre Hitler, hay unos errores históricos. Hay mucha literatura al respecto y no toda deja de tener un sesgo político, como que Hitler era homosexual o judío son las más comunes.
Pues si tuvo relaciones amorosas, una con una muchacha q se suicidó y solía visitar su tumba en cada aniversario de su muerte o la con Eva Braun. Se le conoce una gran amistad con Kuvisec, su afición era la pintura y la ópera, gustaba de las novelas de Vaqueros tanto que admiraba a los indígenas americanos, si visitó a soldados heridos, incluso para entregarles medallas, esto se distanció a medida q avanzaba la guerra.
Un mejor ejemplo podría ser Stalin, aunque no me atrevería a afirmar o negar si era psicopata.
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