En esta entrada voy a comentar la Teoría diádica de la moralidad que, por simplificar, voy a atribuir a Kurt Gray, aunque la ha desarrollado trabajando con muchos otros autores. Cuando la conocí hace unos años, la verdad es que me pareció demasiado simple. Al volver sobre ella hace poco creo que tiene más miga de lo que me pareció y que nos puede ayudar a entender muchos aspectos de la moralidad que vemos a nuestro alrededor todos los días. La moralidad es compleja y es muy difícil pretender que una teoría pueda explicarla en su totalidad, pero esta teoría captura aspectos que son esenciales y puede ser complementada con otros enfoques, ya que no es incompatible con ellos.
Gray y colaboradores plantean que la mente humana hace plantillas o modelos de muchas cosas, de lo que es un perro o de lo que es un pájaro, por ejemplo. Un ave es un ser con plumas capaz de volar, aunque sabemos que hay aves que no vuelan. Pues bien, la mente humana tiene una plantilla también de las transgresiones morales, un modelo cognitivo de lo que es una transgresión moral y los elementos claves de este modelo son la intención y el dolor. La esencia de un juicio moral es la percepción de dos mentes complementarias, una díada, compuesta por un agente moral intencional y un paciente moral que sufre (la acción del agente). La díada o pareja moral es asimétrica y está compuesta por un agente intencional (perpetrador) y un paciente que sufre (víctima) y la esencia de la inmoralidad no es simplemente el daño sino daño causado intencionalmente. Hablaremos en general de que la díada está compuesta por individuos pero estas mentes percibidas pueden ser también grupos, corporaciones, robots o seres sobrenaturales.
Hay datos de que la gente percibe las mentes a lo largo de dos dimensiones complementarias. Una es la capacidad de sufrir, de tener sensaciones y sentimientos como miedo, dolor, placer, etc. La otra dimensión es agencia, la capacidad de tener intenciones y de actuar. Una entidad puede puntuar alto en ambas, como por ejemplo un ser humano adulto, otras entidades pueden tener poca capacidad de sufrir y mucha agencia (Dios, Google), otros seres pueden tener mucha capacidad de sufrir y poca agencia (niños, animales) y, por último, otros pueden puntuar bajo en ambas dimensiones (los muertos, objetos inanimados). Lo que se ha observado es que el reconocimiento de derechos correlaciona con la capacidad de sufrir y la responsabilidad (legal, moral) correlaciona con la percepción de agencia. La agencia hace que una entidad sea un agente moral y la capacidad de sufrir y de experimentar cualifica para ser paciente moral y tener derechos. La correspondencia entre los dos tipos de mente la veis en la figura.
Vamos a ver ahora dos fenómenos que fueron los que dieron origen a esta teoría. Los autores empezaron estudiándolos y eso les llevó luego a formular la teoría. Son muy interesantes:
Finalización de la díada
Dado que nuestra plantilla moral es diádica, nos vemos impelidos a completar la pareja moral cuando parece que está incompleta. Esta finalización o conclusión de la díada puede ocurrir de dos maneras:
1- Cuando vemos a un agente moral, a alguien culpable o a alguien que hace algo malo, deducimos la presencia de otra mente que sufre. Cuando alguien juzga que algo es inmoral, sea la homosexualidad, la pornografía, la masturbación o lo que sea, automáticamente tiende a pensar que produce daño y que hay alguien que sufre ese daño. Esto lo observó Jonathan Haidt cuando ponía a la gente ante situaciones hipotéticas como que alguien se come a su perro que se ha muerto por otras causas, o alguien compra un pollo en el supermercado pero antes de comerlo tiene relaciones con sexuales con él, o cuando plantea que un hermano y una hermana tienen relaciones sexuales consentidas. Las personas que consideran que estas cosas están mal moralmente tienden a fabricar un daño y unas consecuencias perjudiciales, como que comer un perro puede dar lugar a contraer enfermedades, o que los hijos de los hermanos pueden tener enfermedades, etc., aunque Haidt les explica que utilizan preservativo y no van a tener hijos.
Esto es algo instintivo o intuitivo y también inevitable. Es como el triángulo de Kanizsa, no podemos evitar percibir un triángulo en esa figura. O lo mismo pasa en esa pasarela de cristal sobre el Gran Cañón: aunque uno sepa que está seguro por el cristal no puede evitar sentirse aterrorizado y con miedo a caer al vacío.
2- Cuando vemos a alguien que sufre deducimos la presencia de otra mente, de un agente moral que es el responsable o culpable de ese dolor. Esto es tan curioso que cuando no se encuentran agentes humanos para explicar el daño, los seres humanos han recurrido históricamente a seres sobrenaturales, brujerías o dioses que serían los causantes de catástrofes naturales o enfermedades. Y esto sigue ocurriendo en la actualidad. En la imagen veis un esquema con los dos tipos de finalizaciones de la díada moral.
Encasillamiento Moral
El segundo fenómeno es el Encasillamiento Moral (Moral Typecasting) que consiste en que la gente es catalogada o bien como agentes morales o bien como pacientes morales, no se puede ser las dos cosas a la vez. El término typecasting tiene su origen en Hollywood y se refiere a cuando a un actor se le encasilla en un papel y ya no se le deja salir de ahí ni ser otra cosas, como Leonard Nimoy que fue toda su vida Mr. Spock. Cuando alguien es catalogado de agente moral automáticamente se le adjudica responsabilidad y agencia y no puede ser paciente. Cuando alguien es catalogado de paciente moral se le adjudica capacidad de sufrir y derechos y no se le adjudica agencia y responsabilidad. La categorización moral no se aplica a los actos sino a las personas y esta clasificación es permanente.
Esto tiene implicaciones prácticas como que a alguien catalogado de víctima es muy difícil verlo como un villano cuando comete una transgresión moral. En un artículo sobre este tema, Gray y Wegner señalan que si queremos escapar de un castigo por algo malo que hemos hecho la mejor solución (y esto es importante para abogados que tengan que defender a un cliente) es presentarnos como víctimas. En este hipotético caso, una estrategia habitual sería señalar las cosas buenas que hemos hecho antes (que si hemos sido héroes de guerra, buen ciudadano, los que sea…). Eso está bien pero no impide que se nos siga viendo como agentes morales y por lo tanto como responsables y capaces de recibir culpa. Si, por el contrario, nos presentamos como víctimas (maltrato infantil, pobreza, circunstancias adversas externas, etc) esto nos convierte en pacientes morales y va a hacer que el juez o el jurado tenga más problemas para vernos como agentes morales, como villanos.
Esta percepción exclusiva de la mente moral humana es importante. Parece que, debido a esta percepción tipo “o esto o lo otro” vamos por la vida viendo agentes y pacientes morales y unos de ellos sólo son capaces de tener intención y agencia y los otros sólo sufren y sienten. Y este fenómeno se extiende más allá de los individuos ya que se puede percibir a grupos enteros (los hombres, los países…) en una parte de la díada moral o en la otra.
A riesgo de resultar repetitivo voy a volver a exponer la idea central de esta teoría con unas imágenes por aquello de que una imagen vale más de mil palabras. Empezaríamos observando casos concretos de violaciones morales donde observamos la díada moral:
A partir de esos casos concretos se extrae un modelo, el modelo diádico:
Una vez que tenemos esa plantilla o modelo diádico la aplicamos a la hora de realizar juicios morales:
Las derivaciones y aplicaciones de esta teoría son enormes pero lo voy a dejar aquí por el momento para no resultar pesado.
@pitiklinov
Referencias:
Para los que queráis entrar a fondo en esta teoría os recomiendo el número 23 del año 2012 del Psychological Inquiry.
Incluye el artículo diana de Gray, Waytz y Young Mind Perception is the essence of morality y 16 comentarios de psicólogos morales de primera linea (Baumeister, Tage Rai, Kurzban, etc) y una contestación final a los comentarios.
Para el que quiera un resumen rápido recomiendo este artículo de The psychologist de 2015 de los propios autores: