Esta pregunta lleva dando vueltas por ahí por lo menos desde Epicuro y en esta entrada voy a intentar resumir el análisis de la cuestión que hace David Benatar en su libro El Dilema Humano. Antes de nada es importante precisar de qué estamos hablando. No estamos hablando de si el proceso de morirse es malo, dado que evidentemente suele serlo e implica mucho sufrimiento. Tampoco estamos hablando de si la muerte es mala para los familiares y amigos del difunto, es evidente que los familiares sufren también un daño emocional, económico y de todo tipo. De lo que estamos hablando es de si la muerte, en el sentido de estar muerto, es mala para la persona que fallece.
La postura generalizada a nivel popular (y filosófico) es que la muerte es mala pero existe una antigua recusación filosófica a esta opinión generalizada. Según esta posición, articulada en inicio por los epicúreos, la muerte no es mala para la persona que muere. Esto es lo que nos dice Epicuro:
“Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, porque todo bien y todo mal residen en la sensación y la muerte es privación de los sentidos. Por lo cual el recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada una temporalidad infinita, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible hay en el vivir para quien ha comprendido realmente que nada temible hay en el no vivir. De suerte que es necio quien dice temer la muerte, no porque cuando se presente haga sufrir, sino porque hace sufrir en su demora. En efecto, aquello que con su presencia no perturba, en vano aflige con su espera. Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros. En nada afecta, pues, ni a los vivos ni a los muertos, porque para aquellos no está y éstos ya no son.”
En principio, suena como un planteamiento bastante sensato pero ha sido atacado filosóficamente de muchas maneras. Sin embargo, el argumento más utilizado contra Epicuro es lo que se llama el Postulado de la Privación y consiste en afirmar que la muerte sí es mala para la persona que muere porque priva al individuo de lo bueno que habría tenido de no haber muerto. Benatar añade otro argumento al anterior, el argumento de la aniquilación: la muerte es mala porque aniquila al que muere. La persona que muere tiene un interés en seguir vivo (aunque sea un instinto fruto de un proceso evolutivo) y la muerte nos destruye.
Sin embargo, estos dos intentos de refutar a Epicuro tienen problemas para conseguirlo porque el argumento de Epicuro tiene una característica muy clara que es “el requisito de la existencia”, es decir, para que algo sea malo para alguien, ese alguien debe existir. Esto lo dice Epicuro en la frase: “la muerte nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros”. Si no hay un alguien que tiene sintiencia ni conciencia, no puede haber nada malo para él. Las cosas sólo pueden irle mal a alguien que exista.
Los filósofos que niegan el “requisito de la existencia” niegan que una persona deba existir para que algo sea malo para ella. Más específicamente, niegan que uno deba existir en el momento en que la muerte es mala para quien muere. El problema es que al negar esto deben enfrentarse a la pregunta siguiente: ¿Cuándo es mala la muerte para la persona que muere? Intentar responder a esto es realmente complicado y aquí el texto de Benatar se mete en complejidades técnicas y pedantes (las respuestas tienen nombres como subsecuentismo, apriorismo, eternalismo, concurrentismo y atemporalismo para que nos hagamos una idea) en las que no voy a entrar. Básicamente niegan que una persona deba existir en el momento en que está muerta para que la muerte sea mala para ella pero -a mi modo de ver- no dan argumentos lo suficientemente convincentes.
El Argumento de la Simetría
Existe otro argumento epicúreo más para la conclusión de que la muerte no es mala para quien muere. Se atribuye a Lucrecio y dice que no lamentamos el periodo de nuestra inexistencia antes de que naciéramos. Podríamos hacer lo mismo con el periodo que sigue a nuestra existencia y no lamentar el período de inexistencia que sigue a nuestra muerte.
Benatar no está de acuerdo con Lucrecio y plantea que no hay una simetría entre esos dos periodos de inexistencia: el anterior y el posterior a nuestra vida. De nuevo, nos metemos en complejidades pero al argumentar este punto, Benatar toca un aspecto que me ha parecido muy interesante. Dice que una persona no podía haber existido antes de cuando realmente existe. Creo que tiene razón. Sus padres tienen que conocerse en un determinado momento y no en otro. Si hubieran tenido relaciones antes o después, los espermatozoides o los óvulos que dan origen al individuo habría sido otros y por lo tanto se habría originado un individuo distinto, etc. Podemos pensar en el caso de una fertilización artificial en el que el óvulo y el esperma están congelados y podrían haberse usado antes o después. Pero incluso en este caso si la fecundación hubiera sucedido antes -y dado que somos producto también de un ambiente- los profesores habrían sido otros, los amigos también etc., y todo ello habría dado lugar a una persona diferente. La conclusión bastante razonable es que ninguno de nosotros podríamos haber existido antes o después de lo que lo hicimos.
Pero lo que no plantea Benatar es si podemos morir antes o después de cuando morimos, igual también es verdad que no podemos morir más tarde de cuando lo hacemos. Existen factores genéticos que influyen en si sufrimos un infarto o una demencia y en cuanto a los factores ambientales es verdad que si determinada persona no hubiera bebido tanto alcohol o hubiera llevado una dieta o un estilo de vida diferente habría disfrutado de una mayor longevidad. Sí, pero esa persona tendría que haber sido muy diferente para haberse comportado de otra manera. Somos fruto de los genes, el ambiente y el azar y no controlamos nada de ello. Pero esto nos remite al problema del libre albedrío del que ya he tratado en el blog con anterioridad. De todos modos, quiero dejar ahí la intrigante cuestión de si podemos o no podemos morir en un momento diferente (antes o después) al que lo hacemos.
Vuelvo al asunto de por qué para Benatar la inexistencia prevital y post-vital no son simétricas. Como ya he explicado, para Benatar, la muerte es mala no solo porque priva sino porque aniquila. La inexistencia prevital no aniquila ni podría hacerlo. Ninguno de nosotros tiene interés en existir antes de existir porque nosotros no existíamos, no había un yo con intereses. Si no hubiéramos existido, ningún interés se habría visto frustrado (por cierto, para Benatar lo mejor sería no existir nunca y por eso es antinatalista). Sin embargo, una vez que existimos, adquirimos y mantenemos un interés en seguir existiendo que la muerte frustra.
También dice Benatar que si aceptamos la argumentación de Epicuro eso tendría graves consecuencias para todo nuestro sistema jurídico y policial. Plantea, por ejemplo, que si alguien cometiera un “asesinato indoloro” esa persona no habrá causado en realidad ningún mal a la persona asesinada. Bueno, está bien como experimento mental pero le podemos condenar igualmente por el daño que sí ha causado a sus hijos y otros familiares y personas relacionadas.
Aviso que no es muy reconfortante leer a Benatar porque siempre adopta (con buenas razones) la postura más pesimista. Es un hombre que piensa con rigor y no es fácil pillarle en contradicciones. Por ejemplo dice que lo mejor es no existir pero a la vez cree que es malo dejar de existir…La cuestión es que para él estamos entre la espada y la pared: la vida es mala pero la muerte también lo es.
Pero también quiero romper una lanza en su favor en el sentido de que aunque es pesimista no es nihilista y sus consejos prácticos sobre la actitud que debemos tener ante la muerte (es decir, ante la vida) son bastante razonables. Aún reconociendo que nuestra vida no tiene un sentido “cósmico” o trascendental o “macro” (lo estoy explicando de manera libre), que moriremos nosotros y nuestros descendientes y toda la especie, eso no descarta que sí podemos encontrar sentido a la vida a nivel “micro”, es decir, somos importantes para nuestra familia, nuestros amigos, tenemos proyectos que nos dan sentido y podemos implicarnos en ellos aunque en el marco general total nada tenga sentido.
Conclusiones
Según Benatar, hay buenos motivos para rechazar el argumento de Epicuro de que la muerte no es mala para el que muere. Sin embargo, reconoce que no se puede afirmar que la postura epicúrea haya sido refutada definitivamente. Esa es mi postura personal después de leer el capítulo al respecto. Creo que la postura de Epicuro resiste muy bien los intentos de rebatirla.
En cuanto al libro de Benatar en su conjunto creo que es muy recomendable siempre y cuando no te asuste abordar temas tan trascendentales y con una óptica no sé si decir pesimista o realista. Aparte del capítulo 5 sobre la muerte del que he tratado en esta entrada, tiene otros sobre la inmortalidad, el sentido de la vida o un capítulo final sobre si el suicidio puede ser algo admisible y racional. Lo que está claro es que un libro de este tipo nunca será un best-seller sino algo más bien impopular, como el mismo Benatar reconoce.
Pero sí me interesa apuntar una cosa más. Creo que es verdad que, en general, tiene razón Benatar cuando dice que hay más sufrimiento y cosas negativas en el mundo y en la vida de las personas que positivas (lo dice en su libro Better Never to Have Been, a propósito del que le entrevistamos en la Nueva Ilustración Evolucionista). Pero creo que existe alguna puerta abierta a que esto cambie en el futuro con el avance de la ciencia y la tecnología. Podría ser que nosotros enmendemos o corrijamos el rumbo que ha tomado la evolución biológica. Me estoy refiriendo por ejemplo al tema del dolor. Podemos imaginar organismos en los que las vías nociceptivas, las neuronas que detectan y transmiten los estímulos dañinos podrían generar una respuesta sin necesidad de dolor. Tal vez en plantas y organismos simples esto ya ocurre. En estos seres se recibiría un estímulo dañino pero no se sentiría dolor como lo sentimos ahora y la facultad racional induciría la misma retirada con la misma fiabilidad del dolor. Esto supondría un cambio absolutamente radical para el sufrimiento de los procesos cancerígenos y otros. También es posible imaginar la posibilidad de aliviar el dolor psicológico de una forma similar. Si esto llega a conseguirse algún día, el balance entre cosas positivas y negativas de la existencia humana se vería radicalmente alterado.
Al final, todo lo angustiante y pesimista que nos revela Benatar sobre el dilema humano es producto de una evolución biológica a la que nosotros le importamos un bledo. Pero, como decía, igual nosotros podemos enmendar la plana a la evolución biológica.
@pitiklinov
Pablo Malo, psiquiatra, miembro de la Txori-Herri Medical Association y del grupo de psicorock The Beautiful Brains. Interesado en Psicología y Biología Evolucionista.
Dos actitudes existenciales:
ResponderEliminar-La ausencia de un bien es un mal.
-La ausencia de un mal es un bien.