"La moralidad une y ciega. Nos une en equipos ideológicos que luchan entre sí como si el destino del mundo dependiera de que nuestro lado gane cada batalla. Nos ciega al hecho de que cada equipo está compuesto por buenas personas que tienen algo importante que decir.”
-Jonathan Haidt, La Mente de los Justos
En esta entrada voy a repasar las características que hacen que las creencias morales sean diferentes a cualquier otro tipo de creencias. Las actitudes que se mantienen con una convicción moral se viven como “mandatos morales”, como los denomina Linda Skitka, la autora a la que voy a seguir para hablar del tema, y psicológicamente son muy diferentes a otras actitudes y creencias, lo cual tiene importantes consecuencias a nivel político y social. Una característica de los principales debates que dividen a la sociedad (aborto, matrimonios del mismo sexo, pena capital, eutanasia…) es que por lo menos uno de los bandos (y casi siempre los dos) define su posición en términos morales, es decir, en términos de bueno o malo, bien y mal. Cada bando siente que es evidente y obvio que su postura es la moralmente buena y que mantener la contraria es no sólo estar equivocado sino ser inmoral y malvado. Los asuntos que se contemplan con una perspectiva moral quedan cerrados al compromiso o a los acuerdos y la gente se siente motivada a actuar y a luchar contra lo que consideran indudablemente malo desde el punto de vista moral.
Existen importantes diferencias entre entre actitudes que reflejan preferencias personales, convenciones normativas o imperativos morales. Las preferencias personales se dejan a la discreción de cada uno y no están reguladas socialmente. Por ejemplo, si una persona o familia prefiere veranear en la montaña o en la playa es una cuestión de gusto, otras opciones no se consideran buenas ni malas, simplemente diferentes. Las convenciones, por contra, son nociones que se comparten social y culturalmente acerca de la forma en que normalmente se hacen ciertas cosas. Las autoridades, las normas y las leyes a menudo sancionan esas convenciones. Aunque se espera que todas las personas que pertenecen al grupo entienden y se adhieren a esas convenciones o normas, no se considera que las personas que no pertenecen al grupo tienen que adherirse a ellas. Por ejemplo, en Inglaterra hay que conducir por la izquierda pero en otros lugares se debe hacer por la derecha y en unos lugares hay que llevar cierta indumentaria a una boda y en otros no. Pero los asuntos que se consideran imperativos morales sí se generalizan y se aplican con independencia de los límites de grupo: el bien es el bien y el mal es el mal, para todos. Por poner un ejemplo, la persona que considera que matar es malo no adopta la postura de que él mismo no va a matar pero que el quiera que mate. No es una cuestión de gustos o preferencias personales, es algo que se considera universal, como vamos a ver. Y aquí empezamos a ver el problema que las creencias morales tienen para la democracia, la convivencia y la política al limitar la tolerancia para opciones alternativas. Las creencias morales no sólo obligan al que las tiene sino a los demás, y ahí empezamos a apreciar el conflicto que se genera con la libertad personal. Las creencias morales no determinan sólo la conducta del que las sostiene sino la conducta de todos los demás.
Skitka y sus colaboradores llevan décadas analizando las características de las actitudes que reflejan convicciones morales (mandatos morales). Los mandatos morales se experimentan como universales y objetivos, son también más motivadores de acciones y están íntimamente ligados a las emociones. Vamos a ver estas características con un poco más de detalle a continuación.
Universalidad
Las personas piensan que sus normas morales personales deben aplicarse a todo el mundo. Si uno tiene la convicción moral de que la circuncisión femenina está mal moralmente, seguramente considerará que está mal en todo el mundo y que es algo que no se debe hacer. Las personas experimentamos las actitudes que sostenemos con una convicción moral como absolutas, como normas universales verdaderas que otros deben compartir de manera que, como decía, proyectamos nuestras convicciones morales en los demás. Tal vez podemos llegar a comprender que hay diferencias de opinión en lo que consideramos imperativos morales, pero probablemente estamos convencidos de que si pudiéramos explicar a esas personas que piensan diferente “los hechos” acerca de ese asunto en el que hay desacuerdo, esas otras personas verían la luz y aceptarían nuestro punto de vista.
Objetividad
De la misma manera, las personas experimentan sus creencias morales como algo observable, como propiedades objetivas de las situaciones o como hechos acerca del mundo. Si le preguntáramos a una persona que considera que la circuncisión femenina está mal por qué está mal, probablemente se quedaría algo confundido y respondería: “Porque está mal”. Que está mal es algo evidente, tan claro como que dos más dos son cuatro.
Autonomía
Las personas consideran que las convicciones morales representan algo diferente, o algo independiente, de las preocupaciones de cada uno por ser aceptado o respetado por las autoridades o los grupos. En otras palabras, los mandatos morales son autónomos, no heterónomos. En las convicciones morales las personas piensan que los deberes y derechos se siguen de los propósitos morales que subyacen a las normas de grupo, los procedimientos y los dictados de las autoridades. Es decir, no es algo que hacemos porque lo dicen las autoridades o nos lo imponen desde fuera. No es que las creencias morales sean anti-grupo o anti-autoridad, y sirven de hecho para unir al grupo, pero la fuente de legitimidad no es la autoridad o el grupo y no depende de ellos, es algo que está por encima de la autoridad incluso. La gente se centra más en sus ideales, en lo que se debe o no se debe hacer y esto está por encima incluso de las autoridades. Tanto es así que las personas piensan que los mandatos morales obligan incluso a Dios. En este estudio se llevan a cabo dos experimentos y la conclusión es que la gente piensa que ni siquiera Dios puede convertir hechos morales que se consideran malos en moralmente buenos. Curiosamente, la gente cree que Dios puede hacer cosas lógica y físicamente imposibles pero los hecho morales no puede cambiarlos.
Emociones
La intensidad de las emociones que las personas experimentan en relación a las convicciones morales es mucho más fuerte que la intensidad de las emociones asociadas a cualquier otra convicción. La indignación que sentimos ante las transgresiones morales no tiene nada que ver con la que sentimos ante violaciones de preferencias o de convenciones. Puede que sintamos también malestar o ira ante la violación de convenciones normativas pero la magnitud de la reacción afectiva es mucho menor. La satisfacción y orgullo de cumplir con las normas morales es asimismo mucho mayor que la de cumplir con convenciones o normas que no son morales. Este componente emocional está relacionado con la capacidad de motivación que tienen las convicciones morales.
Motivación y Justificación
Las convicciones morales mueven a la acción. Reconocer un hecho es independiente normalmente de cualquier fuerza motivacional. Si yo reconozco que las moléculas de agua están formadas por dos partes de hidrógeno y una de oxígeno eso no supone ningún mandato para la acción. Pero si yo creo que el aborto (o, alternativamente, interferir con la voluntad de una mujer de proseguir o no un embarazo) es algo que está mal moralmente, esto lleva incorporado una etiqueta del tipo “se debe” o “no se debe” hacer que motiva la conducta posterior. Y las convicciones morales proveen también una justificación para nuestras respuestas y nuestras acciones. Que algo está mal -que es malo moralmente, incluso monstruoso- es la justificación para nuestra posición y nuestra conducta. Así que las convicciones morales se experimentan como una combinación única de algo objetivo, verdadero, que impulsa a la acción y que justifica nuestras acciones.
Intolerancia
Una implicación de las características tratadas hasta ahora es que la tolerancia de diferentes puntos de vista no tiene cabida cuando hablamos de convicciones morales: lo bueno es bueno y lo malo es malo, punto. La gente no quiere trabajar, ni vivir cerca ni siquiera comprar en una tienda de alguien que sabe que no comparte sus convicciones morales. Las personas mantienen una distancia física mayor con aquellos que no comparten sus convicciones morales e incluso los discriminan si tienen la oportunidad. Las convicciones morales se asocian con intolerancia.
Inoculación contra la obediencia a autoridades
Este punto es una derivación del de la autonomía tratado más arriba pero conviene remarcarlo por separado. Cuando las personas tienen una certeza moral, juzgan incluso a las autoridades según su concepto de bien y mal y deciden si el sistema está bien o si está roto y no funciona como debiera. Es decir, la gente se guía por sus principios morales y si considera que las autoridades no los siguen, se pueden sentir liberados de su obligación de obedecerlas. Recordad que hemos comentado que ni Dios puede saltarse las normas morales así que de ahí para abajo ninguna otra autoridad puede tener legitimidad si se salta los mandatos morales. Pero no se nos escapa la trascendencia de lo que estamos estamos tratando, estamos hablando de la posibilidad de no cumplir leyes o normas promulgadas por esas autoridades con el riesgo de violencia y conflicto social que ello implica. Hay investigaciones que cita Skitka donde se observa que las personas rechazan a las autoridades y el gobierno de la ley cuando perciben que violan sus convicciones morales.
Sabemos que las personas son influenciables y tienden a mostrar conformidad con la opinión mayoritaria. Son famosos los experimentos de Asch o de Cialdini acerca del conformismo y de la influencia social donde se observa que la gente se deja llevar por la opinión de la mayoría. Pero cuando las personas tienen fuetes convicciones morales, no se dejan influenciar por los que las tienen diferentes y -como hemos visto- se distancian, se resisten a esas otras visiones y hasta se oponen. La gente mantiene sus puntos de vista y sus convicciones morales a pesar de las presiones para ceder y seguir a la mayoría y lo hace, como decimos, a pesar de que la presión provenga de las autoridades y las leyes.
Barrera para la resolución de conflictos
Si las personas no ceden ni ante las autoridades o la ley cuando tienen fuertes convicciones morales, una consecuencia es que es muy poco probable que estén dispuestas a aceptar compromisos, o acuerdos o a ceder en ningún tipo de negociación que implique asuntos morales. Tanto en el laboratorio como en los conflictos que ocurren en la vida real, buscar procedimientos o soluciones para conflictos que implican convicciones morales es difícil, doloroso, complejo o directamente imposible.
Activismo político
Diversos estudios han corroborado que si las personas tienen convicciones morales es más probable que voten y que participen y se impliquen activamente en la vida política, en buena medida porque viven como una obligación hacer algo al respecto del problema moral que perciben. Es más probable que la gente participe en manifestaciones, boicots a productos o que incluso sacrifique sus propios intereses para cumplir con lo que ordenan sus mandatos morales. Las convicciones morales motivan a las personas a votar o a implicarse en actividades políticas incluso cuando estas conductas pueden ser costosas para ellas. Parece que aportan a la gente el coraje y la motivación necesaria para implicarse en la creación de un mundo mejor. Por otro lado, las convicciones morales no admiten ser votadas y resueltas por mayoría, lo que entra en conflicto con las reglas del juego democrático. Por ello es letal para la convivencia moralizar las opiniones políticas.
Moralidad frente a justicia. El fin justifica los medios
Cuando las personas tienen fuertes convicciones morales ponen los fines por encima de los medios para conseguirlos -su foco principal son los fines- y están dispuestas a aceptar cualquier medio que conduzca al resultado deseado, incluida la mentira y la violencia. El fin justifica los medios. Lo importante es que la autoridades tomen la decisión “buena” y eso es más importante que el camino por el que se llega a esa decisión. La moralidad es imperativa, la justicia es normativa y negociable. Por lo tanto, cuando la justicia y la moralidad entran en conflicto, no hay ninguna duda: las personas perciben las convicciones morales como universales psicológicos y verdades objetivas. La moralidad bate a la justicia. Por ejemplo, si una persona cree que un acusado es culpable y merece el castigo, está mas dispuesta a saltarse las garantías procesales y los procedimientos que garanticen un juicio justo y la presunción de inocencia.
Violencia Moralista
Un corolario o consecuencia que se deduce de todo lo anterior es que las personas tienen mayores probabilidades de saltarse los frenos existentes en la sociedad contra la violencia (limitaciones establecidas por las leyes y las autoridades) cuando se mueven por convicciones morales. Hemos visto asesinatos de médicos que realizaban abortos, atentados terroristas y limpiezas étnicas que tenían algo en común: la gente que hizo todas esas barbaridades estaba motivado por convicciones morales. De esta violencia moralista ya hemos hablado aquí.
Si repasamos todos estos aspectos comentados, se nos hace evidente el lado oscuro de las convicciones morales y de nuestra mente moral. La historia está repleta de atrocidades que fueron justificadas invocando los principios morales más elevados y que fueron perpetradas sobre personas que estaban igualmente convencidas de su superioridad moral. La justicia, el bien común, la ética universal y Dios han sido utilizados para justificar todo tipo de opresión, asesinato y genocidio. Como dice Haidt, las convicciones morales unen y ciegan, son a la vez pegamento y dinamita social. Dado que las convicciones morales se asocian a considerar que el fin justifica los medios y a apoyar la violencia, es una prioridad de la ciencia investigar cómo promueven formas constructivas pero también destructivas de acción política.
@pitiklinov
Referencias:
Jonathan Haidt. La mente de los justos: Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Editorial Deusto. Planeta 2019.
Skitka LJ, Hanson BE, Morgan GS, Wisneski DC. The Psychology of Moral Conviction. Annu Rev Psychol. 2021 Jan 4;72:347-366. doi: 10.1146/annurev-psych-063020-030612. Epub 2020 Sep 4. PMID: 32886586.
Skitka, L.J. and Morgan, G.S. (2014). The Social and Political Implications of Moral Conviction. Political Psychology, 35: 95-110. https://doi.org/10.1111/pops.12166
Skitka, L. J. (2010). The psychology of moral conviction. Social and Personality Psychology Compass, 4(4), 267–281. https://doi.org/10.1111/j.1751-9004.2010.00254.x
Tugendhat, Ernst. (2006). El problema de una moral autónoma. Estudios de Filosofía, (34), 255-268. Retrieved January 10, 2021, from http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-36282006000200015&lng=en&tlng=es.
Reinecke, M. G., & Horne, Z. (2018, September 19). Immutable morality: Even God could not change some moral facts. https://doi.org/10.31234/osf.io/yqm48
Asch, S. E. (1956). Studies of independence and conformity: I. A minority of one against a unanimous majority. Psychological Monographs: General and Applied, 70(9), 1–70. https://doi.org/10.1037/h0093718
Cialdini RB, Goldstein NJ. Social influence: compliance and conformity. Annu Rev Psychol. 2004;55:591-621. doi: 10.1146/annurev.psych.55.090902.142015. PMID: 14744228.
Yo creo que las convicciones morales tienen mucho que ver con el sufrimiento (como todo). Por eso no las metería todas en el mismo saco. El aborto o la eutanasia no radicaliza a la gente como el matrimonio gay, que sería parecido a una convención. La muerte suele causar sufrimiento muy a menudo. Eso hace que mucha gente se confunda y tome una postura deontológica y considere que la muerte siempre es mala. Pero repito que creo que los valores morales tienen relación con lo que causa dolor. Las preferencias y convenciones no suelen causarlo. Esa es la diferencia.
ResponderEliminarImpresionante despliegue irracional, incongruente y de chamanismo especulativo… Es decir, que según este artículo debemos entender que la moralidad de los hitlerianos, los franquistas y los trumpianos es superior a la de sus víctimas y resto del vecindario, por no hablar de nuestros jueces del T.O.P, que para no saltar garantías ninguna las asfaltaron con la apisonadora en las cunetas…
ResponderEliminarTanto la realidad, como la historia, refutan contundentemente el artículo. Ningún asesinato y/o barbaridad se sustenta en convicción moral alguna. Y confundir relatos con realidad es darle a las justificaciones retóricas un valor ontológico del que carecen totalmente.
El ensayo abunda en inexactitudes y errores, pero voy a centrarme en uno especialmente grave. En la última parte del texto se puede leer:
ResponderEliminar«Si repasamos todos estos aspectos comentados, se nos hace evidente el lado oscuro de las convicciones morales y de nuestra mente moral. La historia está repleta de atrocidades que fueron justificadas invocando los principios morales más elevados y que fueron perpetradas sobre personas que estaban igualmente convencidas de su superioridad moral. La justicia, el bien común, la ética universal y Dios han sido utilizados para justificar todo tipo de opresión, asesinato y genocidio. »
Todo ese párrafo es absolutamente falso. Jamás se ha cometido una atrocidad motivada por convicciones morales. Dios no es una convicción moral; es una ideología religiosa. Pablo confunde la religión con la moral de manera intencionada. Del mismo modo, todos los demás ejemplos que pone, como el asesinato de médicos abortistas, están motivados por creencias religiosas; no por convicciones morales. Precisamente la moral es la que proscribe el asesinato. El terrorismo está motivado por la religión y por doctrinas políticas tribalistas, al igual que la limpieza étnica. La moral es la entidad que promueve el respeto y la universalidad de derechos. Es gracias a la moral que podemos juzgar que hay acciones como el asesinato, la violación, la tortura, el terrorismo, el genocidio, que son injustas y que debemos evitar. La moral no promueve nada de esto sino todo lo contrario.
Confundir de manera tan burda la moral con la religión y la política no puede ser simplemente un error categorial, por parte de una persona que tiene estudios superiores y se supone que ha estudiado sobre estos temas. Es como confundir la química con las matemática. Eso tiene que ser una mentira deliberada y no una confusión accidental.
No es la primera vez que le intento explicar a Pablo que está profundamente equivocado, pero él sigue con su falaz discurso antimoralista. Mentir está moralmente mal, pero Pablo parece tener mucha afición a ello. ¿Será por eso que te gustan tan poco las convicciones morales, Pablo?
Hola Luis,
ResponderEliminarDa la casualidad de que ese párrafo es, con ligeras variaciones, el último párrafo del artículo de 2010 de Skitka, que dice esto exactamente:
“That said, history is also replete with atrocities that were justified by invoking the highest principles and that were perpetrated upon victims who were equally convinced of their own moral superiority. Justice, the common welfare, universal ethics, and God have each been used to justify any variety of forms of oppression, murder, and genocide (Mischel & Mischel, 1976). Given that strong moral convictions are associated with accepting any means to achieve preferred ends, gaining more insight into the psychology of how and why moral convictions promote constructive, but potentially also quite destructive forms of political involvement, is a critical agenda for continued scientific investigation.”
Si miras mi entrada verás que sigo también con ligeras variaciones ese mismo artículo de Skitka, así que me temo que me sobreestimas.
A partir de ahí se me ocurren varias cosas sobre tu comentario pero te dejo a ti para que, sabiendo que en realidad todo lo que me atribuyes es de Skitka, hagas la reflexión que te parezca oportuna sobre todo lo que dices.
Un saludo.
Vaya por delante que el artículo me ha parecido muy interesante y que todo debate con argumentos es bienvenido y agradable.
ResponderEliminarPero entrando ya más en harina, quisiera ahondar un poco en algo que sobrevuela en el artículo: el relativismo moral.
Sí, es cierto que hay una actual tendencia a volver convecciones morales cualquier cosa (esto lo relaciono con otros artículos que he leído aquí también), pero como en casi todo, a la vez hay una reacción igual de fuerte de relativizar todo. Supongo que todos hemos sido testigos de esas famosas frases que vienen de hace tiempo de "ni los buenos son tan buenos, ni los malos, son tan malos", "eres políticamente correcto", "solo estás moralizando"... Y demás frases del estilo.
Me ha parecido curioso, en relación con este relativismo, como en el artículo se mencionan actitudes que tienen detrás una creencia moral, como ejemplo de las consecuencias negativas que conllevan; como por ejemplo, decir que la creencia moral lleva a la violencia, cuando si nos paramos un momento a pensarlo justo una creencia moral puede ser el no a la violencia. Entonces, si usamos como argumento de algo peligroso o dañino (es decir, algo malo) la violencia, sin poner en duda de que la violencia es algo malo, entonces... ¿cómo podemos a la vez tachar de peligrosa la ética universal sin matizar, así a groso modo, dentro de esos peligros? Es contradictorio, ya que el 'no a la violencia' tal y como se ha usado ahí, entraría dentro de ese catálogo de valores morales universales.
Gracias Pablo por tus artículos. Este me parece muy interesante y da que pensar. De hecho me gustaría señalar cómo se puede observar ese mismo efecto que explicas en este mismo foro.
ResponderEliminarEfectivamente, en realidad el texto lleva implícito un relativismo moral.
ResponderEliminarPero varios apuntes.
Por un lado, las convicciones morales tendrán sus inconvenientes como todo (la energía nuclear, Internet, los chuletones de Ávila). Pero entiendo que también tendrán sus ventajas. Supongo que para una sociedad es bueno considerar que matar o violar es malo, e incorporarlo como una convicción moral. Es decir, tal vez las convicciones morales tienen más ventajas que inconvenientes.
Por otro lado, siguiendo la línea de este blog, si la evolución ha conservado este comportamiento es que tiene "premio evolutivo", es decir, que confiere a las sociedades que la incorporan alguna ventaja en relación a la supervivencia.
Por último. Pensar que las convicciones morales son malas, ¿no es en sí mismo una convicción moral?
Un saludo.
thanks for taking to create a helpful informative article
ResponderEliminarPues yo estoy completamente de acuerdo con que la historia está repleta de atrocidades que fueron justificadas invocando los principios morales más elevados y que fueron perpetradas sobre personas que estaban igualmente convencidas de su superioridad moral.
ResponderEliminarY sí, no hablo de religión ni política, sino simplemente del aspecto psicológico que rigen los principios morales.