sábado, 7 de octubre de 2017

Suicidio en animales

La pregunta de si los animales son capaces de cometer suicidio no es desde luego nueva. Ya Aristóteles habló del tema y Claudio Eliano en su libro De Natura Animalium, en el siglo II de nuestra era, describe 21 casos de suicidio en animales. En esta entrada voy a seguir fundamentalmente la revisión que Antonio Preti  hizo de este tema en 2007. Vamos a ver los tipos de fenómenos en la conducta de los animales que tienen alguna semejanza con el suicidio humano e intentaremos sacar alguna conclusión al respecto. 

Suicidio Celular

En la búsqueda bibliográfica realizada por Preti muchos de los artículos recuperados tenían que ver con los mecanismos de muerte celular programada (apoptosis y autofagia) y los llamados genes del suicidio, genes que activan los mecanismos de autodigestion celular. Esta forma de concebir el suicidio se refiere a “eventos autoiniciados en un organismo que terminan con la muerte o destrucción de la entidad en la que empezó dicho evento”. Por supuesto, a nivel celular no hay intención de producir la muerte sino que estos eventos son resultado puramente de acciones precipitadas por cambios en el ambiente bioquímico. No podemos encontrar aquí mucha relación con la concepción habitual del suicidio como “lesiones o heridas auto infligidas con las que el sujeto pretende matarse a sí mismo”. En esta entrada hablamos del suicidio en las bacterias (se ha demostrado que las bacterias se suicidan cuando son afectadas por un virus lítico) y es muy interesante este tipo de suicidio desde el punto de vista evolutivo. Con los organismos multicelulares aparece la muerte como tal y también el suicidio celular. Todas las células de un organismo multicelular tienen el mismo ADN y por lo tanto la muerte de algunas de ellas para el beneficio del individuo en su conjunto se explica fácilmente. Pero no vamos  a tratar este tipo de suicidio.

Automutilaciones y Autolesiones

Muchos animales a los que se les encierra reaccionan con autolesiones o negándose a comer (en zoos, por ejemplo). Situaciones estresantes como hacinamiento, aislamiento, separación, etc., sobre todo cuando se perciben como incontrolables, dan lugar a conductas peligrosas para el propio organismo. Diversos tipos de monos se autolesionan cuando se ven en cautividad, y en esto hay una semejanza con el aumento de autolesiones y suicidio en las cárceles. El elemento común en todas estas situaciones parece ser el estrés y las alteraciones del eje hipotálamo-hipofisario que da lugar a una serie de trastornos en mecanismos del sistema opioide central y periférico. Todo este tipo de conductas tiene un parecido también con las que se ven en humanos que sufren trastornos de personalidad y se observan también en niños con diversas formas de retraso mental, en particular en trastornos congénitos como el síndrome de Lesch-Nyhan, el de Cornelia de Lange o el Prader-Willi. 

La automutilación ocurre también en muchos mamíferos (conejos, ratas, caballos…) en pájaros y se ha informado incluso de conductas de autofagia y canibalismo en pulpos. De nuevo, no podemos equiparar las autolesiones o automutilaciones al suicidio pero aquí ya la línea divisoria es algo más borrosa en el sentido de que en humanos las autolesiones pueden preceder, favorecer (ver el modelo de Joiner del suicidio) o conducir a un suicidio, aunque sea involuntariamente.

Autosacrificio altruista en humanos y animales

La conducta altruista que muestran muchos animales se parece estrechamente a la conducta suicida en humanos. Se ha documentado en los Inuit y en otros pueblos de la antigüedad que los sujetos ancianos se mataban a sí mismos o se dejaban morir , sobre todo en épocas de escasez, para no ser una carga para sus familiares (esta muerte del individuo para el beneficio del grupo recuerda a la de las células para el beneficio del organismo en su conjunto de la que hablábamos más arriba). Dar la vida por la tribu, la nación o la patria en las guerras se ha admirado y promovido desde siempre. También muchas veces las personas con depresión justifican su suicidio  como una forma de aliviar la carga y el sufrimiento de sus familiares. En algunos estudios se ha encontrado una relación entre la puntuación en altruismo y la puntuación en ideación suicida: a mayor tendencia a tener en cuenta las necesidades de los demás e ignorar las propias, mayor tendencia a ser atraídos por la muerte y menos por la vida.

Estas tendencias altruistas se podrían haber seleccionado genéticamente porque benefician al grupo , tanto desde un modelo darwinista puro (Hamilton y la inclusive fitness) como desde la selección de grupo. En este sentido hay que olvidarse del suicidio de los lemmings por el bien del grupo, popularizado por Disney, que desde luego no es tal y se debe a la emigración masiva en todas direcciones. 

Parásitos multihuésped

Los parásitos pueden a veces alterar la conducta del huésped de manera que esta conducta favorezca la propagación de dicho parásito. Por ejemplo, las bacterias y virus nos pueden provocar tos, estornudos o diarreas que les ayudan a diseminarse por la población. Pero un caso muy especial del que hemos hablado en el blog es el de los parásitos multihuésped. Estos parásitos tienen un ciclo vital muy complicado en el que van pasando por varios huéspedes hasta llegar a cerrar el ciclo y volver al huésped inicial. En muchas ocasiones la forma de llegar al huésped inicial es provocar conductas suicidas en el último huésped que hacen que sean devorados por el huésped inicial. Un ejemplo sería el Toxoplasma gondii que hace que los ratones pierdan el miedo a los gatos y sean víctimas fáciles para ellos. Otros ejemplos serían el hongo Ophiocordyceps unilateralis y el trematodo Dicrocoelium dendroticum que manipulan el cerebro de las hormigas, o los gusanos Gordiacea que infectan saltamontes y hacen que el saltamontes se suicide arrojándose al agua (conducta totalmente anómala en un saltamontes). En este vídeo puedes ver al saltamontes saltar al agua para que el gusano salga y vuelva a su medio. 
La infestación por parásitos podría ser que explicara también algunos suicidios de ballenas y de cabras (Alpine ibex) que se arrojan por precipicios. 

Algunos autores definen como suicidio también la muerte de los machos durante la copulación en algunas especies, como es el caso de la mantis, donde el macho es muerto por la hembra que suele ser más grande y agresiva. Esto ocurre también en especies de arañas (Latrodectus hasselti) donde los machos que son canibalizados copulan durante más tiempo y fertilizan más huevos que los que no lo son. 


Muerte por ayuno

Este fenómeno es probablemente el que más se acerca al suicidio humano en el que la desesperanza es un ingrediente fundamental. Hay muchas historias de perros y gatos que se niegan a comer ante la muerte del amo. En estas circunstancias se ha descrito un cuadro de malnutrición, infección y muerte. En humanos ocurren a veces casos parecidos en viudos tras la muerte de la pareja. En esta entrada ya hablamos del tema del duelo en animales. Se ha planteado, sin embargo, que en algunos casos la muerte no se debería al ayuno sino al rechazo del animal a ser alimentado por gente extraña.

Conclusiones

En la mayoría de los fenómenos revisados, es difícil hablar de intención deliberada de morir como tal, que es lo que consideramos suicidio: una acción iniciada por el sujeto con pleno conocimiento del fatal resultado. Pero aquí nos metemos en terreno pantanoso porque es muy dudoso que personas afectadas por un trastorno mental grave (una depresión o una psicosis) tengan una conciencia plena de lo que están haciendo. El suicidio no siempre es racional.

Por otro lado, en las situaciones de estrés que hemos comentado antes, tanto otros animales como los humanos buscan acabar con el sufrimiento que sienten sin planteamientos a más largo plazo. Además, tampoco sabemos hasta qué punto llega la autoconciencia de los animales, no podemos estar seguros de que los animales no son conscientes de sentimientos de angustia, desesperanza o rabia que a veces son el motor del suicido. Por ejemplo, en los experimentos de indefensión aprendida los animales aprenden que sus esfuerzos son en vano y dejan de luchar, y también hay datos de que los animales pueden planificar hasta cierto punto el futuro. Podríamos, incluso, comparar la muerte de animales debidas a un control de su cerebro por un parásito con la muerte de pacientes por un delirio de que pueden volar o ideas similares.

Especulaciones aparte, la conclusión provisional que podemos sacar es que la mayoría de los informes son anecdóticos y que no podemos hablar con seguridad de conductas en animales equivalentes al suicidio humano. Pero tampoco podemos rechazar a priori esta posibilidad. Es un tema que necesita un estudio en profundidad e investigaciones más sistemáticas. Para cerrar, os dejo una tabla con los tipos de fenómenos observados y las conductas equivalentes en humanos y en otros animales.

@pitiklinov

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