A raíz del caso del despido de James Damore por Google ha
circulado por Twiter el ensayo La
Práctica de la Difamación Ritual. Cómo
los valores, opiniones y creencias son controlados en las sociedades
democráticas, del año 2002 de Laird
Wilcox un escritor e investigador especializado en el estudio de grupos
políticos marginales. Creo que la descripción del fenómeno que describe Wilcox
le viene como anillo al dedo al caso de Damore pero me parece un fenómeno interesante
de conocer en general así que recojo casi en su totalidad el ensayo.
Difamación es la destrucción, o intento de destrucción,
de la reputación, estatus o carácter de una persona o grupo de personas por
medio de lenguaje o publicaciones injustas. El elemento central de la difamación es la retaliación por las
actitudes, opiniones o creencias, reales o imaginarias, de la víctima con la
intención de silenciar o neutralizar su influencia y de que sirva de ejemplo a
los demás para evitar que otros muestren una independencia o
“insensibilidad” similar y no observen los tabús debidos. Es diferente en
naturaleza y grado de la crítica o del desacuerdo porque es organizado,
agresivo y cuidadosamente aplicado, a menudo por una organización o
representante de un grupo con intereses especiales y porque consiste en una
serie de elementos característicos.
La difamación ritual no es ritualista porque siga una
doctrina religiosa o mística ni porque se base en un documento o escritura en
concreto. Es ritual porque sigue un patrón predecible y estereotipado que liga
una serie de elementos como en un ritual. Los elementos de la Difamación Ritual
son estos:
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En una
difamación ritual la víctima debe haber violado un tabú concreto de alguna
manera, habitualmente por expresar o identificarse con una actitud, opinión o
creencia prohibida. No es necesario que haya hecho algo al respecto, basta
con que se implique en algún tipo de expresión o comunicación.
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El método
de ataque en una difamación ritual es el asalto al carácter de la víctima y
nunca se atacan más que superficialmente sus opiniones o creencias. La
herramienta principal es el asesinato de la personalidad.
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Una regla
importante en la difamación ritual es evitar meterse en cualquier tipo de
debate acerca de la verdad de lo que se ha expresado, sólo se condena.
Debatir implica abrir el tema para ser examinado y discutido , ver qué
evidencias lo apoyan o no y esto es lo que el difamador trata de evitar. El objetivo primario de la difamación
ritual es la censura y la represión.
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La víctima suele ser algún personaje público,
alguien que es vulnerable a la opinión pública. Puede ser un maestro, escritor,
hombre de negocios, o un mero ciudadano. La visibilidad aumenta la vulnerabilidad
a la difamación ritual.
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Un intento, a veces exitoso, es hacer que se
impliquen otros en la difamación. Si la víctima es un estudiante, por ejemplo,
animar a otros estudiantes a que le denuncien.
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Para que la difamación ritual tenga éxito la
víctima debe ser deshumanizada de manera que sea identificada con la actitud o
creencia ofensiva y además de una manera distorsionada en el sentido de
presentar esas actitudes o creencias en su forma más extrema. Por ejemplo, si
la víctima es considerada “subversiva” se identifica con las perores imágenes
de la subversión, como el espionaje, terrorismo o la traición. Si se le difama
como “pervertido” se le identificará con las peores imágenes de perversión como
el abuso de niños o la violación. Si se le difama como racista o antisemita se
le identificará con las peores imágenes de racismo y antisemitismo como los
linchamientos o las cámaras de gas.
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También para tener éxito, la difamación ritual
debe poner presión y humillación sobre la víctima desde todos los sitios posibles,
incluida la familia y los amigos. Si es un empleado, la víctima puede ser
despedida de su trabajo y si pertenece a clubes o asociaciones otros miembros
de las mismas son presionados para que pidan la expulsión de la víctima de los
mismos.
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Cualquier
explicación que la víctimas pueda ofrecer, incluida la afirmación de que ha
sido malentendida, es considerada irrelevante. Usar la verdad como defensa en
el caso de un valor políticamente incorrecto es interpretado como un desafío o
no hace más que agravar el problema. La difamación ritual no trata sobre si un asunto es correcto o
incorrecto sino de “insensibilidad” y no observar los tabúes sociales.
Un aspecto interesante de la difamación ritual es su
universalidad. No es específica de ningún valor, opinión o creencia y de un
grupo o subcultura. Puede ser usada contra cualquier grupo político, étnico,
nacional o religioso. Puede ser utilizada, por ejemplo, por antisemitas contra
los judíos o por los judíos contra los antisemitas o por gente de derechas
contra los de izquierdas y al revés.
El poder de la
difamación ritual reside completamente en su capacidad para intimidar y
aterrorizar. Aprovecha algunos elementos de creencias supersticiosas
primitivas como las maldiciones o el mal de ojo. Se basa en el miedo subconsciente de la mayoría de la gente a ser
abandonada y rechazada por la tribu o
por la sociedad y a ser excluido de los sistemas de apoyo sociales y
psicológicos.
Es importante reconocer e identificar los patrones de la
difamación ritual. Como toda campaña de propaganda y desinformación es llevada
a cabo principalmente por medio de la manipulación de las palabras y símbolos.
No se usa para
persuadir, sino para castigar. Aunque tenga elementos cognitivos, su empuje
es primariamente emocional. La
difamación ritual se usa para herir, intimidar, destruir y perseguir, y para
evitar el diálogo, el debate y la discusión de la que depende una sociedad
libre. Por ello, debe ser combatida sin que importe quién trata de
justificar su uso.
Referencia:
Laird Wilcox tiene cuenta en Twitter: @LairdMWilcox
Me alegro mucho de que hayan despedido a ese hombre machista de google.
ResponderEliminarLa libertad de expresión , si claro , pero se puede difundir panfletos con cualquier idea, por ejemplo, que ningún hombre debería ser profesor de primaria ni acercarse a niño/a alguno, porque entonces correrían un grave riesgo de ser abusados sexualmente . O que los musulmanes no deberían circular libres por la calle, porque podrían ser terroristas. Cualquier cosa puede decirse. ¿Pero estaría bien que se permitiese ?
El problema es que lo que ha dicho es una verdad demostrada y demostrable.
EliminarPura biología. Y en ningún momento ha dicho que las mujeres seamos delincuentes ( pederastas o terroristas) por lo que la comparaciòn no procede, solo ha dicho que por lo general tenemos otras capacidades.
Lo que, aunque fuera mentira, no es ofensivo, ni machista.
Soy mujer y la verdad no me puede ofender. Me ofende que se niegue a la gente su derecho a opinar y contrastar sus observaciones y que encima se les despida del trabajo por algo al margen de su desempeño.
Es usted de esas personas que linchan al prójimo si no está de acuerdo con sus planteamientos y, para poder hacerlo, acusa de lo que no se ha dicho.
¡Que lo echen por machista!
¡Que lo quemen por brujo!
¡Que lo maten por judío!
¡Que lo deporten por disidente!
En resumen, que gracias por mostrarnos lo bien que le cuadra este artículo.
Claro. En eso consiste la libertad de expresión: en el derecho que tienen los demás a expresar sus ideas u opiniones, aunque te parezcan ofensivas o falsas.
EliminarExcelente.
ResponderEliminarGracias por compartirlo!
Está muy bien sistematizado el caso, que por lo demás es muy común de ver. Lo que no acabo de ver es lo de "en sociedades democráticas". Yo, a bote pronto, creo que es en todas. Y es una parte incuestionable de la violencia moral, sobre la que tan al tanto nos tienes. Por lo de tabú, digo.
ResponderEliminarEn ese sentido, esto es meramente descriptivo. No entra apenas en la función. Y así es más difícil de juzgar. Quiero decir que es muy fácil ver el horror (menos cuando el difamador ritual es uno mismo), pero no tanto ver la utilidad. Y debe tenerla, porque sostiene la moral, y no conocemos sociedad (ni grupo) sin moral.
Si la moral es necesaria (y lo parece, no conocemos su ausencia), las herramientas que la sostienen probablemente sean igual de necesarias. Y esta tiene pinta de ser una de ellas. Y entonces no podemos limitarnos a condenar la difamación ritual, sin más, porque no hacemos nada.
Tal vez habría que ir al núcleo. La moral. Sí; necesaria. Pero también violentógena, dictatorial, liberticida, y "group think". La esperanza es que el hecho de que sea necesaria tal vez no impida que se le pueda poner riendas. Mantenerla en el mínimo estricto necesario. Y atacar con fuerza cualquier intento de desmadrarla.
Vaya, si queremos una sociedad relativamente libre, con competencia de ideas y la consiguiente libertad de que circulen sin demasiadas trabas.
Totalmente de acuerdo, es una característica humana, demasiado humana. Forma parte de nuestra naturaleza moral, lo que pasa es que lo que he hecho es glosar el artículo de Wilcox sin añadir nada propio. El origen evolucionista creo que es evidente y lo menciona Wilcox y hablábamos de el en la entrada Anes la muerte que el deshonor: el pánico al rechazo del grupo y a que te consideren inmoral. Hay que ser muy, muy fuerte para aguantar eso psicológicamente pero es que físicamente te puede costar la muerte (de entrada la pérdida del trabajo no es moco de pavo). Otro caso evidente fue el del Nobel Tim Hunt, los acusadores le echaron de todos los sitios, van a destruirte...
EliminarEl homicidio y la apropiación de lo ajeno también está en nuestra naturaleza y, a poco que nos pongamos podemos rastrear su origen evolutivo y hasta alguna funcionalidad, pero no por eso se permiten en ninguna sociedad. Lo anterior y la difamación no hay que mantenerlas en "Mantenerla en el mínimo estricto necesario" si no en el mínimo estricto que sea posible.
EliminarArturo
"Difama que algo queda"
ResponderEliminar(no lo digo yo, es una frase hecha)
Arturo
El texto es muy interesante, gracias por compartirlo. Quizá se podría puntualizar esto "Para que la difamación ritual tenga éxito la víctima debe ser deshumanizada de manera que sea identificada con la actitud o creencia ofensiva". No creo que se trate tanto de deshumanizarlo sino de mostrarlo como un malvado. Dado que al malvado se le atribuye voluntad y conciencia de lo que hace (y por eso nos repugna más que si lo hace por accidente), entonces el malo es plenamente humano. En este caso lo que tenemos es que la manipulación mediática lo que hace es distorsionar el texto de Demore para atribuirle intenciones perversas (pretender expulsar a las mujeres de la programación o del STEM en general), que no ha expresado en ninguna parte. Y por comentar directamente el caso de Damore, me parece que el intento de difamación en su contra ha sido fallido. Creo que el hecho de que el hecho de que su "crimental" haya sido un artículo que se difunde libremente por internet, en lugar de por ejemplo un libro o una conferencia de la que no quedasen apenas registros (como fue el caso del Nobel que bromeó sobre ligar en los laboratorios), ha dificultado que la gente se sume acríticamente al linchamiento y ha forzado a muchos a entrar en el contenido de lo que ha dicho. Además ha estado muy hábil al salir desde el día siguiente en entrevistas y cuenta con una red de simpatizantes que me temo que el Nobel que citaba antes no encontró. En resumen, creo que la difamación ritual previa hecha con otros aquí ha pinchado y veo cierto cambio de tendencia. Además me parece muy positivo que Damore no haya perdido perdón o mostrado arrepentimiento, que creo que es algo que jamás debe hacerse en estos casos. Te lincharán igual y encima les das la razón moral.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Javier, con tu comentario, gracias por compartirlo. Efectivamente creo que se trata de presentarlo como malo y para ello lo igualas con sus acciones. No es que hayas hecho una tontería, es que eres tonto; no es que haya hecho una cosa mala, es que eres malvado...
ResponderEliminarOjalá aciertes y le vaya bien a Damore.
La denominada difamación ritual se asemeja bastante al linchamiento público, pero cometido de una manera más fina. Algo así como la diferencia entre que te ahorquen usando una soga y que te ahorquen usando un pañuelo de seda.
ResponderEliminarPara evitar estos sucesos pienso que habría que empezar por distinguir entre cosas y personas. Las cosas —las ideas, creencias, argumentos— pueden ser discutidas y valoradas y despreciadas tanto como uno quiera. En cambio, las personas merecen un respeto básico que incluye no agredirlas; no intentar hacerles daño intencionadamente ni siquiera mediante la palabra.
También habría que aceptar que las personas tienen un derecho a libertad de expresión. El problema es que esta libertad ampara opinar en favor de cualquier cosa y esto es algo que muchos no pueden aceptar. Muchos no pueden aceptar que alguien opine en favor, por ejemplo, del canibalismo, de la pederastia, del fascismo o del machismo. Pero si aceptamos la libertad de expresión entonces tenemos que aceptar que se puede opinar y argumentar en favor de cosas que nosotros consideramos aborrecibles.
Creo que si aceptáramos ambos puntos, la tendencia a la difamación y el linchamiento se reduciría considerablemente. Si aceptamos que las personas merecen un respeto básico inalienable y que tienen derecho a la libertad de expresión entonces no les agrediríamos sólo por pensar diferente. Así como creo que es la falta de concordancia con dichos puntos lo que provoca el acoso contra aquellos que expresan ideas diferentes.