Gerd Gigerenzer |
Según la mitología griega, Apolo concedió a Casandra el poder de prever el futuro. Pero al fallar su intento de seducirla la condenó a la maldición de que sus profecías no fueran creídas por nadie. Casandra vio venir la guerra de Troya, la muerte de su padre, la hora de su propia muerte y el nombre de su asesino. Ver cómo se aproximaban estos futuros horrores era una fuente de dolor insufrible y lamentaba su terrible conocimiento solitario.
Gran parte de nuestra psicología y filosofía se basa en atribuir un valor positivo al conocimiento y a predecir el futuro: Aristóteles dice en la Metafísica: “Todos los hombres desean por naturaleza saber”. La ignorancia, por tanto, se presenta como un estado indeseable de la mente y se supone que nadie quiere continuar en la ignorancia de forma voluntaria.
Aunque todo esto es cierto, también lo es que a veces la gente no quiere saber y que no querer saber forma parte también de nuestra psicología. Por ejemplo, 10% de los adultos canadienses con historia familiar de enfermedad de Huntington prefieren no realizar el test para saber si van a desarrollar la enfermedad. 20% de los adultos de Malawi en riesgo de desarrollar enfermedad por el VIH prefieren no conocer los resultados. Este fenómeno es el que han estudiado Gerd Gigerenzer y Rocío García-Retamero, de la Universidad de Granada, en un artículo reciente.
Estos autores definen la ignorancia deliberada como la decisión voluntaria de no conocer y puede resultar de la inacción -no buscar una información existente-, o de la acción -rechazar una información que se les ofrece. Los motivos para una ignorancia deliberada serían cuatro:
- El primer motivo sería evitar malas noticias, especialmente cuando uno no tiene manera de prevenirlas. Por ejemplo, cuando secuenciaron el genoma de James Watson, éste estipuló que su genotipo ApoE 4, que se asocia a riesgo de enfermedad de Alzheimer, no se publicara y que se le ocultara también a él mismo.
- El segundo motivo es mantener las emociones positivas y la sorpresa y el suspense acerca de eventos o sucesos importantes. Sería el caso de los padres que no quieren conocer el sexo de su bebé.
- un tercer motivo sería por razones estratégicas. Hay quien dice que es lo que hicieron muchos banqueros y políticos en la crisis del 2008 entre otras cosas para evitar responsabilidades legales y condenas.
- Una última razón sería para promover la igualdad y la justicia. A la justicia se la suele representar ciega y a los jurados se les suele mantener ignorantes de otros delitos que haya cometido previamente el acusado para no interferir a la hora de juzgar el delito actual. De todos modos, Gerd y Rocío sólo se van a ocupar de las dos primeras razones de ignorancia deliberada.
En su artículo, Gerd y Rocío proponen la hipótesis de que la ignorancia deliberada se debe al arrepentimiento anticipado. El arrepentimiento es una emoción negativa que la gente experimenta después de escoger la opción A y descubrir luego que la opción B era mucho mejor. El arrepentimiento anticipado es una emoción que ocurre antes de que se realice la elección. La anticipación de que uno podría lamentar haber elegido puede influenciar la elección. Proponen también la hipótesis de que la gente que tiene aversión al riesgo es más probable que opte por la ignorancia deliberada.
Rocio García-Retamero |
Así que los autores realizan dos estudios, uno en Alemania y otro en España. En el estudio alemán en entrevistas cara a cara con los participantes les hacen cinco preguntas sobre sucesos negativos y cinco sobre sucesos positivos. Os pongo las preguntas sobre sucesos negativos y los resultados :
1- ¿Querrías saber hoy cuando va a morir tu pareja? No: 89,5%. Si: 4%. Inseguro: 6,5%
2- ¿Querrías saber de qué causa? No: 90,4%. Si: 4,5%. Inseguro: 5%
3- ¿Querrías saber hoy cuándo vas a morir? No: 87,7%. Si: 4,2%. Inseguro: 8,2%
4- ¿Querrías saber de qué causa vas a morir? No: 87,3%. Si 6,3%. Inseguro 6,4%
5- Acabas de casarte,¿Querrías saber ahora si tu matrimonio va a acabar en divorcio o no? No: 86,5%. Si: 13,5%
Con respecto a sucesos positivos (mantener el suspense y la sorpresa) las preguntas/respuestas son:
1- ¿Querrías saber si hay vida después de la muerte? No: 56,9%. Si: 43,1%
2- ¿Querrías saber el sexo de tu hijo antes de nacer? No: 48,6%. Si 51,4%
3- ¿Querrías saber ya el regalo de Navidad? No 59,6%. Si: 6,8%. Inseguro: 33,5%
4- Te pones a ver un partido de fútbol en diferido porque no lo pudiste ver en directo ¿querrías que un amigo te dijera el resultado? No: 76,9%. Si: 23,1%
5- Te has comprado un zafiro azul en un país exótico por mucho dinero. ¿Quieres que te lo examinen y te digan si es un zafiro auténtico o no? No: 48,6%. Si: 51,4%
Los resultados muestran que la ignorancia deliberada de sucesos positivos es alta (56,4% de media) pero es más baja que la de sucesos negativos (88,3%). También observaron los autores que el porcentajes de gente que siempre y de forma consistente quería saber es muy bajo, el 1,1%. Es decir, sólo el 1,1% de los sujetos dijo siempre que sí a querer saber mientras que un 98,9% dijo que no a alguna de las preguntas.
Para no extendernos, en el estudio español se repiten estos porcentajes de forma aproximada, sólo el 0,6 de los sujetos quiere siempre saber, y también se realizan otras preguntas que llevan a apoyar la hipótesis de los autores de que las personas con aversión al riesgo no quieren saber (en concreto gente que había comprado un seguro no obligatorio eran más tendentes a la ignorancia deliberada). Un hallazgo contraintuitivo del estudio es que cuanto mayor es la gente y por tanto más cerca está del evento en cuestión, menos quiere saber. Es decir, la gente más mayor es menos probable que quiera saber la hora y la causa de su muerte. Lo mismo ocurre con el divorcio, el deseo de ignorancia va aumentando con los años de matrimonio y la edad.
En definitiva, aunque querer saber es algo natural en la naturaleza humana a veces es más divertido no saber y mantener el suspense y la emoción. Declinar los poderes de Casandra es también algo natural en los seres humanos. No tener el poder de ver el futuro ahorra sufrimientos y evita el arrepentimiento por decisiones equivocadas. También mantiene la alegría y el placer de los sucesos cuando llegan. El problema es que cada vez la ciencia y la tecnología, con pruebas genéticas y de otro tipo que comentábamos al principio, nos están otorgando los poderes de Casandra y nos van a colocar en su misma y desagradable situación. ¿Vamos a querer saber los seres humanos todo lo que dentro de poco va a estar en nuestras manos conocer?
@pitiklinov
Referencia:
Un excelente insight que abre la puerta a interesantes reflexiones. Es la primera vez que visito este blog, y me ha gustado mucho. Volveré... ;))
ResponderEliminarDrogoteca.
Mi ignorancia deliverada sobre algunos asuntos, sobre todo los que puedo significar como "negativos", estaría en evitar la "autoprofecia cumplida", ya que sería como un auto condicionamiento que ayudaría a impulsar las cosas a ese desenlace.
ResponderEliminarYo recuerdo que cuando era chico deliberadamente evitaba el conocimiento sobre la astrofisica porque, como prototipicamente le sucedio a Blaise Pascal, me provocaba mucha angustia al ponerme en contacto con mi finitud. Excelente articulo por cierto
ResponderEliminarMuy interesante el artículo. Yo aún diría que existe una causa más para no querer saber: evitar la disonancia cognitiva. Para muchas personas es muy complicado conocer una realidad que puede entrar en contraste con su propia subjetividad y su imaginario ideológico sobre determinados aspectos; entonces "es mejor" mantenerse en la ignorancia.
ResponderEliminarBueno, es la idea de Freud sobre el repudio (verleugnung) solo que esta idea va un poco más allá de lo cognitivo y supone la idea de que algo puede saberse y no saberse al mismo tiempo. Para Freud esta es la esencia de la perversión. Aqui lo cuento:https://carmesi.wordpress.com/2008/06/27/saber-y-no-saber/
ResponderEliminarEl saber condiciona el hoy y el mañana. El 'no saber' no siempre es el 'ignorar'. Desde lo que no queremos saber, hasta lo que nos gustaría saber, existe una distancia que, como bien ha dicho Lesmes, que es la disonancia cognitiva, es decir, la distancia que existe entre lo que se quiere decir y se dice, y lo que finalmente decimos y el receptor entiende.
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